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Mi padre era músico, tocaba la guitarra y siempre ejecutaba canciones para mi mamá, ella era

toda una amante de la música y en especial, la de él. Por lógica a mí también me encantaba y aun
me sigue gustando, tenía una caja llena de discos, la mayoría era de las canciones de mi papá
quemadas en un cd. Yo también quería aprender a tocar como él.

La música me hacía sentir tantas cosas, felicidad cada vez que estuviera triste, me hacía sentirme
alegre en momentos de aburrimiento. La música siempre me gustó, ya que en mi casa todos los
días oía música de todo tipo de géneros, romántica era la que papá le dedicaba a mamá, pop,
instrumentales y clásicas.

Un día a los 7 años decidí decirle a mi papá sobre lo que quería, pero él se negó, diciéndome que
era demasiado pequeña, insistí por un tiempo y por fin lo logré. Aprendería a tocar el violín. Un
par de semanas después, recuerdo que viajaba en auto con papá, con la radio encendida como era
de costumbre, rumbo a mi primer clase de violín, estaba ansiosa por comenzar.

Unos días antes había ido con mi padre a comprar el violín, era color rosa y su textura era tan
suave, que incluso un algodón se quedaba atrás. Papá me había llevado de sorpresa. Mi padre era
un gran hombre, fuerte, amable y cariñoso conmigo y mamá, nos amaba a ambas.

Estaba tan ansiosa por aprender, por lo que yo, no podía dejar de mover la rodilla, mi padre solo
reía ante mis gestos. De repente mi padre se sobresaltó al oír su canción favorita en la radio, yo no
tenía idea acerca de que canción era, pero le prometí en ese momento que la aprendería y la
interpretaría en violín para él.

Empecé a prestarle mayor atención a la melodía, en lo que mi papá se acercó para subirle
volumen.

“Nunca sola estarás, cuenta conmigo y por siemp…”

Fue lo único que pude captar y recordar, porque después de ello, ocurrió una tragedia, ya que
papá se distrajo solo un segundo, un auto fuera de control se impactó de frente a nosotros,
dándole a mi padre una muerte instantánea y a mí dejándome severamente lesionada.

Después de lo ocurrido, no recordaba mucho, había despertado en una camilla del hospital, mi
cuerpo estaba adormecido y mi madre se encontraba al lado de mí, con aspecto terrible, ojos
inflamados y algo despeinada, y al otro lado un hombre alto con bata blanca y una tablita de
observaciones.

Yo parpadeaba demasiado, la luz del lugar me molestaba mucho y para colmo, el hombre de
blanco lastimaba mis ojos con una lamparita. Luego algo raro me causo intriga, movía sus labios
pero de ellos no salía ni un sonido, absolutamente nada, todo silencio. Intenté hablar, pero
igualmente, no pude oírme.

Me asusté, comencé a hablar más, pero nada. Grité y me alteré, fue como si al despertarme
hubiese encendido la televisión y ponerla en mudo. Más enfermeras y doctores aparecieron, me
sujetaron a la fuerza y después me inyectaron, luego empecé a sufrir los efectos del sueño.

Volví a abrir los ojos, mi madre ahora tenía peor aspecto, no entendía nada, estaba asustada,
quería ver a papá, pero en esos momentos, no sabía que el ya había muerto. Mamá me miró otra
vez con ojos de miedo, angustia y preocupación. Tenía una libreta en las manos y un marcador
negro, le dio la vuelta a la libreta para que pudiese leer, y ahí me odie por haber aprendido a leer a
tan corta edad. Mamá me escribió todo lo que había pasado, inclusive me hizo saber lo de la
muerte de papá.

Quería llorar, respiraba fuertemente, no pude contenerlo y lloré desconsoladamente, lo siguiente


que ocurrió fueron exámenes y análisis médicos, finalmente dijeron que tenía restos auditivos, con
un aparato podría oír un poco y después con más tratamiento, probablemente recuperaría mi
oído, aunque no al cien por ciento.

La última noche que estuve en un hospital, mientras mamá dormía a mi lado, miré el techo con
ganas de llorar, tenía tanto miedo, no podría volver a escuchar música de papá, me giré en la
camilla y miré por la ventana la noche, las estrellas me hicieron recordar a papá y eso causó que
derramará lágrimas en silencio.

Al volver a casa nada era igual, todo estaba más sólido, frio y vacío, me encontré con las cajas de
CDs y pensé que como era posible, algo que trajo mucha felicidad, ahora es causa de mucha
tristeza, patee la caja, me senté a la orilla de mi cama: “Nunca sola estarás, cuenta conmigo y por
siempre…” ese pedazo de canción, debo tenerlo en mi cabeza si es que quiero hallarla, no debo
olvidar la canción y repetí en mi cabeza ¡No olvides la melodía!.

Al pasar los años, obtuve el aparato de audición, pero hallé la canción completa, en una carta que
me dio mi madre, la cual mi padre dejo para mí, 8 días antes de su muerte, hasta ahí logré
entender el porque era su favorita:

“Nunca sola estarás, cuenta conmigo y por siempre contigo estaré aunque en el mundo no esté”

La canción, el la escribió y era para mí, por eso me sentía tan identificada.

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