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Primer chakra

Caminata del guerrero

Este centro irriga el perineo, las piernas y los pies. Nos conecta con la tierra, brinda
enraizamiento, sentido de realidad y de pertenencia. Permite discriminar, poner límites y
autoprotegerse. Activa el sistema inmunológico. Y otorga confianza básica.

Partimos de una postura similar a la de un guerrero agazapado; pies separados bien


conectados al suelo, piernas flexionadas, brazos ligeramente elevados (paralelos al
piso), palmas de las manos apuntando a la tierra o puños cerrados. La danza consiste en
golpes firmes de los pies contra el suelo, que van contagiando a todo el cuerpo; los
brazos se mueven enérgicos, el rostro se muestra amenazante y liberamos sonidos
potentes y desafiantes como en una danza guerrera.

Segundo chakra

El encanto de la Polinesia

Es el centro que nutre la pelvis. Nos conecta con la alegría y la capacidad de disfrutar la
vida, el gozo. Está vinculado a las danzas caribeñas, polinésicas u orientales que
despiertan la gracia, la frescura y la percepción del lado lúdico de la vida y al elemento
agua.

Partimos de una postura relajada, cuello y hombros sueltos, ojos cerrados y boca
entreabierta; los brazos y las manos están blandos, pero nunca caen fláccidos, sino que
se integran permanentemente al movimiento. La respiración es proofunda, pero sin
ningún esfuerzo, en movimientos ondulantes, sinuosos a través de la pelvis. Es muy
saludable liberar sonidos suaves y profundos que inspiren aún más los movimientos.

Tercer chakra

El fuego de las emociones

Este centro se encuentra en la zona del plexo solar, en la boca del estómago. Se vincula
íntimamente con el reino de las emociones. Cuando está desarmonizado, puede generar
una vida confusa, donde las emociones sobrepasan o, al contrario, revelan una
existencia fría y desapasionada donde éstas han sido eliminadas. Cuando se armoniza,
se produce una integración de lo emotivo que enriquece la vida, le brinda calidez.

Se recomienda realizar la danza recostados en el piso, con movimientos suaves qe nacen


desde el abdomen. Es favorable liberar gemidos, murmullos y todo sonido o canto que
nos relaje y nos permita disolver “rollos” de la vida. El elemento fuego nos conecta con
nuestro poder personal.

Cuarto chakra

La apertura del corazón


Este centro se abre en la zona del pecho e irriga el corazón. Está asociado a los afectos,
a los vínculos profundos, a lo que más apreciamos en la vida. Frases como “me rompió
el corazón” hablan de ello. Cuando este centro se armoniza, se despiertan en nosotros el
amor desinteresado, la vocación de servicio y la entrega.

Si estamos de espaldas en el piso, podemos comenzar la danza sin incorporarnos


todavía. Con sólo levantar los brazos y cerrar los ojos, como un niño que pide ser
alzado, nuestro corazón comenzará a abrirse nuevamente. Luego, nos incorporamos en
forma lenta, y la danza va naciendo desde el pecho, expresándose a través de hombros,
brazos y manos que se cierran sobre el propio corazón en actitud de intimidad y
autoaprecio, abriéndose con toda amplitud hacia adelante (el prójimo) o hacia arriba (lo
trascendente) y volviendo a cerrarse suavemente en movimientos cíclicos.

Quinto chakra

Fuerza creativa

El centro laríngeo se abre en la zona de la garganta. Por encontrarse entre la cabeza y el


resto inferior del cuerpo, por estar a cargo de la fonación (comunicación) y por dirigir
los movimientos finos de las manos (escritura y arte), es considerado el organizador e
integrados de lo pasional, lo emotivo, lo afectivo y lo racional. Cuando la vida emotiva
está armonizada, la inteligencia y la creatividad florecen naturalmente (como vemos en
los niños) y con ella se desarrolla la creatividad y se integra la personalidad. Surge el
canto como eje de la expresividad y la creatividad de los movimientos. Procuramos
realizar movimientos nuevos, desconocidos, integradores y plenos con todo el cuerpo y
liberando la voz en toda su potencia. No tiene aquí la menor importancia la calidad de
nuestro canto ni la entonación de nuestra voz.
Sexto chakra

Desplazandose por la cueva interior

Este centro se abre entre los ojos, simbolizado tradicionalemte por el llamado “tercer
ojo” u “ojo de la mente”. Está vinculado al despertar de la intuición, a la visión in
profundis, a la captación de lo sagrado y trascendente en la simpleza de lo cotidiano. La
armonización de este centro ayuda a disminuir el miedo a lo desconocido y estimula el
respeto y el deseo de explorar los misterios de la vida.

La danza intuitiva de este centro se realiza con ojos cerrados y movimientos muy lentos
y fluidos, similares a los del tai chi. Puede ir acompañada de visualizaciones de estar
caminando en una cueva, en un bosque o selva muy tupidos, en las nubes, en el fondo
del mar o en un desierto misterioso.

Durante estos movimientos sutiles, pausados y sinuosos, la mente se abre a la


percepción de nuevos espacios interiores, viendo en lo profundo el mensaje oculto en
nuestras situaciones cotidianas.

Séptimo chakra

Soy la gracia de Dios

Este centro se abre por encima de la coronilla y apunta hacia arriba. Por aquí nos llega
la energía trascendente, la inspiración divina, la gracia. Más allá de que uno posea una
visión teísta o no, todas las culturas han aceptado siempre la presencia de “lo superior” ,
aquello que puede ser invocado para inspirar la vida de todos los días. Podemos
llamarlo Dios, Gran Espíritu, Conciencia Cósmica, Gran Madre, Tao o Vacío. Lo
importante es reconocer que algo nos trasciende y que, al mismo tiempo, formamos
parte de esa totalidad mayor.

Aquí, la danza se convierte en quietud. Serenamente enfocamos la sensibilidad a este


nuevo estado que la danza nos ha brindado; recorremos nuestro cuerpo, nuestra mente y
nuestra vida cotidiana desde una visión trascendente. Nos abrimos a los mensajes que
este nuevo estado pueda inspirarnos.

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