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. td. Led PROVINCIA DEL cuaco / wriisTeRtd DE,GOBTERNO, JUSTICIA Y EDUCACIEN "CONSEJO GENERAL DE"EDUCACTON : bi bay “TOS, MCOMESY WHS -OL1413 | seers i ~LENGUA Y CULTURA Ae aces if eres HI {1} Somer satin 862 pres NN mn a ie El respeto al derecho que tienen los pue- blos indigenas de mantener sucultura, es paso innegable en la comprensién del término auto- determinactén. Al observar una comunidad nativa, entende- mos que cada sistema socioeconémico grupal fun- ciona sobre la base de la iniciativa del indi viduo, y que lainiciativa propia de los miem- bros del grupo es indispensable, tanto para el mantenimiento, como para cambios del sistema. La colonizacién -si bien ha roto con la originaria unidad socio-tribal, y desencadend un Largo proceso de desintegracién y deterioro de las formas culturales del indio— no pudo borrar su memoria histérica. Esta es, hoy, su arma para recuperar su identidad y dignidad como pueblos indigenas. Los testimonios e introduccién a los idio- mas de los pueblos toba, mocovt y wichi son 1a palabra viva de estas culturas del silencio. Desde allf nos invitan a una convivencia mas humana y fraterna; a participar de su sabidu- ria y de su profunda espiritualidad. Sesaiqui' 3 TESTIMONIO Desde 1969, cuando comencé a trabajar en la traduccién del Nuevo Testamento al idioma toba, mientras hacfa el trabajo de traduccién se desperté en mi un gran deseo de investigar el ori- gen de mi raza, que para mf era un misterio, puesto que los pri- meros habitantes de este conti- nente no nos habian dejado nada escrito sobre su historia y su modo de vida, pero que en muchos lugares existen campamentos aban- donados y enterrados por la ero- sién, que indican la presencia de nuestras culturas. Después de traducir los tres primeros capftulos del Génesis, que habla sobre la creacién del cielo, tierra, sol, estrellas, aves, animales, y —en especial— del hombre y la mujer, me ins- piré —entonces— a pensar sobre la posibilidad de investigar nuestro origen, para transmi- tirlo a las futuras generacio- nes. En la primavera de 1977 comen— cé a visitar al abuelo Doxot (Augusto Soria), de Miraflores, uno de los filtimos ancianos de los tobas, para exponer mis in- tenciones de recopilar la his- toria de nuestros pueblos abo- rigenes. Y la sorpresaque tuve de este anciano fue la profm- didad de conocimientos y memo— ria que tenia acumulada en sy mentalidad; también la sagaci- dad para neutralizar y eludir cualquier pregunta al respecto; porque tenia que cerciorarse de muchas cosas. Hasta que me con~ fesé en voz baja: "Este es um tesoro escondido my codiciado, que debe custodiarse de genera- eién en generactén". viajé a la colomia El Alba (Chemole), de 1a provincia de Formosa, para entrevistarme con Nachicyi (Juan Zorrilla), de la misma edad de A. Soria. Este anciano fue muy abierto para contestar todas las preguntas y curiosidades; incluso lo hizo con ciertas dramatizaciones al lado del fuego y en presencia de sus hijos y su esposa. Ellos se refan a carcajadas mientras escuchaban los cuentos que el anciano relataba, hasta altas horas de la noche. Cuentos mi- lenarios que tantas veces hemos escuchado, desde nuestra infan- cia, con nuestra mama, al lado de un fog6n. Por eso, un cuento y leyenda tobas demuestran en forma con— vincente la riqueza de los cono- cimientos no escritos, que han sido conservados por nuestros padres, madres, abuelos, de ge- neracién en generacién. Confir- man que nosotros, los indfgenas, todavia poseemos el vasto tesoro del conocimiento y del saber no escrito de nuestros antepa- sados.

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