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La Piel, esa extensión delgada, fina, a veces suave, a

veces áspera, que nos envuelve, que hace superficie en el


territorio corporal, que es afuera y es adentro, plena de
diapasones que vibran con distintos sonidos, con distintas
voces que nos hablan de historias vividas y por vivir. La
piel friso, la piel paisaje, la piel relato de verano, la piel
encuentros, la piel separaciones, la piel presencia en la
presencia y en la ausencia.

El Hueso. Hay personas óseas. Sólidas en sus


convicciones, con una base capaz de dar apoyo a
estructuras difíciles, consistentes en sus modos de
pensar y de actuar, que saben orientar sus búsquedas aún
en caminos inciertos y sostienen sus principios contra
viento y marea. De pocas palabras, sólo las justas.
También hay momentos óseos en personas epidérmicas o
musculares.

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