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1993 Fasc I Parte1 PDF
1993 Fasc I Parte1 PDF
DE
DERECHO PENAL
y
CIENCIAS PENALES
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MINISTERIO DE JUSTICIA
Secretaría General Técnica
CENTRO DE PUBLICACIONES
ANUARIO DE DERECHO PENAL
Y CIENCIAS PENALES
Precio del fascículo suelto: España, 1.980 ptas. Extranjero: 2.400 ptas.
CORRESPONDENCIA
(4) Véase WELZEL, Das deutsche Strafrecht, 11.ª ed., Walter de Gruyter, Berlín,
1969, pp. 35-6.
(5) Tesis mantenida por SCHMIDHÁUSER, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2.ª ed.,
J.C.B. Mohr, Tubinga, 1975, pp. 201 y ss., Strafrecht, Allgemeiner Teil, Studien-
buch, 2.ª ed., J.C.B. Mohr, Tubinga, 1984, pp. 77 y ss. y RODRÍGUEZ DEVESA-SERRA-
NO GóMEz, Derecho Penal Español, Parte General, 15.ª ed., Dykinson, Madrid,
1992, pp. 464.
(6) Véase, en este sentido, ANTÓN ÜNECA, Derecho Pena~ Parte General, Ma-
drid, 1949, p. 160 y HARDWIG, Die Zurechnung. Ein Zentralproblem des Strafrechts,
Cram de Gruyter, Hamburgo, 1957, pp. 82 y ss.
(7) Sugerida por ENGJSCH, en Probleme der Strafrechtsemeuerung, en F estschrift
für Ed. Kohlrausch, Walter de Gruyter, Berlín, 1944, pp. 154 y ss. y GALIAS, Zum ge-
genwiirtigen Stand der Lehre vom Verbrechen, separata de la Z.Str. W., Walter de Gruy-
ter, Berlín, 1955, pp. 42 y ss.
(8) Véase WELZEL, Das deutsche Strafrecht, pp. 34 y ss. y El nuevo sistema del
Derecho Penal. Una introducción a la doctrina de la acción finalista, Ariel, Barcelona,
1964, pp. 26 y SS.
El finalismo, hoy 7
(9) Véase WELZEL, Naturrecht und materia/e Gerechtigkeit, 2.ª ed., 1955, p. 197,
El nuevo sistema del Derecho Penal, pp. 14-15, 30 y ss., especialmente p. 34, VomB/ei-
benden und vom Vergiinglichen in der Strafrechtswissenschaft, p. 9 y Das deutsche Stra-
frecht, p. 37, ARMIN KAUFMANN, Die Dogmatik der Unter/assungsdelikte, Verlag O.
Schwartz, Gotinga, 1959, PJ>. 16 y ss., y MAURACH, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner
Teil, Verlag C.F. Müller, 4. ed., 1971, pp. 170, 228 y 233.
(10) Véase WELZEL, Das deutsche Strafrecht, p. 61, El nuevo sistema del Derecho
Penal, p. 63 y MAURACH, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 231.
(11) Véase WELZEL,DasdeutscheStrafrecht, p. 61 y El nuevo sistema del Derecho
Penal, p. 63.
(12) Véase, en este sentido, V. WEBER, Grundriss des deutschen Strafrechts, 2.ª
ed., 1948, pp. 54 y SS.
(13) Véase WELZEL, Das deutsche Strafrecht, pp. 64-5.
(14) Véase WELZEL, Das deutsche Strafrecht, pp. 59 y ss. y 127 y ss. y El nuevo
sistema del Derecho Penal, pp. 61 y ss. y 69 y ss.
(15) Véase WELZEL, Das deutsche Strafrecht, pp. 62 y 128 y ss. y El nuevo sistema
del Derecho Penal, pp. 67-8 y 69 y ss.
8 José Cerezo Mir
(16) En el desvalor de la acción hay que incluir también, sin duda, los aspectos ex-
ternos de la misma, como señaló JESCHECK; véase H.H. JESCHECK, Lehrbuch des Stra-
frechts, Allgemeiner Tell, 4.ª ed., Duncker-Humblot, Berlín, 1988, pp. 215 y ss.
(17) Como estiman WELZEL, Das Deutsche Strafrecht, p. 62, El nuevo sistema del
Derecho Penal, pp. 67-8 y ARMIN KAUFMANN Zum Stand der Lehre vom persona/en
Unrecht, Festschrift für Hans Welzel zum 70. Geburtstag, Walter de Gruyter, Berlín-
Nueva York, 1974, pp. 395-6 y 403 y ss.
(18) Esta es la opinión de D. ZIEliNSKI, Handlungs und Erfolgsunwert im Unre-
chtsbegriff, Duncker-Humblot, Berlín, 1973, especialmente pp. 128 y ss., 135 y ss., 205
y SS., 209 y SS. y 308-9.
(19) Criterio mantenido por STRATENWERrn, en Handlungs undErfolgsunwert im
Strafrecht, Schw. Zeitschrift für Strafrecht, 1963, fase. 3.0 , pp. 233 y ss. y Zur Relevanz
des Erfolgsunwertes im Strafrecht, en Festschrift für F. Schaffstein, Verlag Otto
Schwartz, Gotinga, 1975, pp. 177 y ss., y por mí, véase J. CEREZO MIR, Curso de Dere-
cho Penal Español, Parte General, l. Teoría jurídica del delito/1, 3.ª ed., Tecnos, Ma-
drid, 1985, pp. 363 y SS. y 401-2.
(20) Véase WEIZEL, Das deutsche Strafrecht, pp. 152 y ss., 157 y ss. y 178 y ss. y
El nuevo sistema del Derecho Penal, pp. 94 y ss. y 100 y ss.
El finalismo, hoy 9
a) El concepto de la acción.
(23) Véase, en este sentido, STRATENWER1H, Das rechtstheoretische Problem der «Na-
tur der Sache», J.C.B. Mohr, Tubinga, 1957, pp. 13 y ss. (traducción castellana publicada por
mí, El problema de la naturaleza de las cosas en la teoría jurídica, Revista de la Facuitad de
Derecho de la Universidad de Madrid, vol. VIII, n.0 19, 1964, pp. 7 y ss.).
(24) Véase ya en este sentido mi artículo La naturaleza de las cosas y su relevancia
jurídica, publicado en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, julio-agosto
1961 (incluido en mi libro Problemas fundamentales del Derecho Pena~ Tecnos, Ma-
drid, 1982, pp. 54 y ss.) y mi Curso de Derecho Penal Español, Parte General, /, pp.
278-9.
(25) Es sintomático que MIR Pum considere también necesario atender a la estruc-
tura finalista de la acción humana, aunque según él, dicha necesidad se deriva de la fun-
ción preventiva de la norma; véase, MIR Pum, Función de la pena y teoría del delito en
el Estado social y democrático de Derecho, 2. ª ed., Bosch, Barcelona, 1982, pp. 52 y ss.
y Derecho Penal, Parte General, 3.ª ed., P.P.U., Barcelona, 1990, pp. 125 y 173 y ss.
(26) Véase mi Curso de Derecho Penal Español, Parte General, /, pp. 266 y ss. y
277 y SS.
(27) Como ha señalado ARMIN KAUFMANN, Die Dogmatik der Unterlassungsdelik-
te, pp. 85.
El finalismo, hoy 11
(28) Véase, por ejemplo, JESCHECK, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil,
pp. 217 y ss. y 260 y ss., JAKOBS, Strafrecht, Allgemeiner Teil, pp. 255 y ss. y ROXIN,
Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1, pp. 112-3, 143 y 266 y ss.
(29) Véanse numerosas referencias bibliográficas en mi Curso de Derecho Penal
Español, Parte General, /, p. 345, nota 46.
(30) Entre los penalistas no finalistas únicamente JESCHECK admite que la inclusión
del dolo en el tipo de lo injusto de los delitos de acción dolosos se deriva necesariamente
de la estructura finalista de la acción humana: «También el concepto social de la acción
tiene que reconocer este argumento ontológico, puesto que en la conducta activa se atie-
ne igualmente a la finalidad como categoría fundamental»; véase JESCHECK, Lehrbuch
des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 217.
(31) Véase ya en este sentido mi artículo, La naturaleza de las cosas y su relevancia
jurídica, publicado en 1961 (citado en la nota 24) e incluido en mi libro, Problemas fun-
damentales del Derecho Penal, p. 57.
12 José Cerezo Mir
(38) Véase mi Curso de Derecho Penal Español, Parte General, 1, pp. 354-5.
(39) ENGISCH fue el primero que incluyó en el tipo de lo injusto «la inobservancia del cui-
dado necesario»; véase KARL ENGJSCH, Untersuchungen über Vorsatz und Fahrliissigkeit im
Strafrecht, reimpresión de la edición de Berlín, de 1930, Scientia Verlag, Aalen, 1964, p. 344.
(40) En Alemania (véase JESCHECK, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil,
pp. 509 y ss. y 521 y ss.) y en España (véanse numerosas referencias bibliográficas y ju-
risprudenciales en mi Curso de Derecho Penal Español, Parte General, 1, pp. 389-390).
( 41) Criterio mantenido por STRATENWERTH, Strafrech~ Allgemeiner Teil, 1, Die Straf-
tat, 3,ª ed., Carl Heymanns Verlag, 1981, pp. 294 y ss., G. JAK.OBS,Studienzumfahrliissin-
gen Delikt, Walter de Gruyter, Berlín-Nueva York, 1972, pp. 64 y ss. y Strafrech~
Allgemeiner Teil, Die Grundlagen und die Zurechnungslehre, pp. 315 y ss., SAMSON, en
Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, t. 1, Allgemeiner Teil, 5.ª ed., Metzner,
1989, apéndice al art. 16, n.0 13 y ss. y HARRO Orro, Grundkurs Strafrec~ Allgemeine Stra-
frechtslehre, ,Walter de Gruyter, 3.ª ed., Berlfu-Nueva York, 1988, pp. 206-7, en Alemania y
BAOGALUPO, Prindpios de Derecho Pena~ Parte Genera~ Akal, Madrid, 1990, p. 244.
(42) Véase, por ejemplo, ROXIN, Gedanken zur Problematik der Zurechnung im
Strafrecht, Festschrift für R. Honig, Verlag O. Schwartz, Gotinga, 1970, pp. 135 y ss. y
0 0
144 y Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1, pp. 230-2 (n. 36, 39 y 41), 233-4 (n. 45-46) y
238-9 (n. 0 59-62), RUDOLPHI, Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 1,
Allgemeiner Teil, A. Metzner Verlag, 5.ª ed., 1990, introducción al art. 1.0 , n. 0 57 y en
España GIMBERNAT, Delitos cualificados por el resultado y causalidad, Reus, Madrid,
1966, pp. 101 y s:;. (si el resultado no era objetivamente previsible falta la reprochabili-
14 José Cerezo Mir
dad objetiva), S. MIR Pum, Derecho Penal, Parte General, pp. 247-8 y A. TORÍO LóPEZ,
Los delitos de peligro hipotético (Contribución al estudio diferencial de los delitos de pe-
ligro abstracto), Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, 1981, fase. 2-3, pp. 844
y ss., Naturaleza y ámbito de la teoría de la imputación objetiva, Anuario de Derecho Pe-
nal y Ciencias Penales, 1986, fase. 1.0 , pp. 33 y ss.
(43) Véase, por ejemplo, ROXIN, Gedanken zur Problematik der Zurechnung im
Strafrecht, pp. 136 y ss. y 144, Finalitiit und objektive Zurechnung, en Gediichtnisschrift
für Armin Kaufmann, Carl Heymanns Verlag, 1989, pp. 245 y ss., Strafrecht, Allgemei-
ner Teil, 1, pp. 231-2 (n. 0 39 y 41), 237-8 (n. 0 56-57), RUDOLPHI, ob. cit., introducción al
art. 1. 0 , n. 0 57 y 62, G. JAKOBS, Strafrecht, Allgemeiner Teil, Die Grundlagen und die
Zurechnungslehre, pp. 201 y ss. y"GIMBERNAT, La causalidad en Derecho Penal, Anua-
rio de Derecho Penal y Ciencias Penales, 1962, fase. 3.0 , pp. 567 y ss., Delitos cualifi-
cados por el resultado y causalidad, pp. 103-4 y 151 y ss. y ¿Qué es la imputación
objetiva?, en Estudios de Derecho Penal, 3.ª ed., Tecnos, Madrid, 1990, pg. 215-6.
0
( 44) Véase, en este sentido, RUDOLPHI, ob. cit., introducción al art. l. , n. 62, 63 y
64, G. JAKOBS, Strafrecht, Allgemeiner Teil, pp. 220 y ss., TORÍO, Versari in re illicita y
delito culposo. El denominado caso fortuito impropio, Anuario de Derecho Penal y
Ciencias Penales, 1976, fase. 1.0 , pp. 39-40, Los delitos de peligro hipotético, lug. cit.,
pp. 845 y ss., Fin de protección y ámbito de.prohibición de la norma, en Estudios Pena-
les y Criminológicos, X, Universidad de Santiago de Compostela, 1987, pp. 393 y ss. y
MIR PUIG, Derecho Penal, Parte General, p. 249. RoXIN distingue el fin de protección
de la norma de cuidado que delimita el riesgo permitido (según él, tanto en los delitos do-
losos como culposos) y el fin de protección de la norma implícita en el tipo de lo injusto
de los delitos dolosos y culposos. En este último caso sería mejor, según él, hablar del
criterio del ámbito del tipo; véase RoXIN, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1, pp. 239 y ss.
0 0 0
(n. 0 63 y ss.), especialmente p. 242 (n. 71), 247-8 (n. 84) y 248 (n. 85).
(45) Véase, por ejemplo, ROXIN, Gedanken zur Problematik der Zurechnung im
Strafrecht, p. 136, Finalitiit und objektive Zurechnung, pp. 242 y ss. y Strafrecht, Allge-
0 0 0
meiner Teil, 1, pp. 232-3 (n. 43-44), RUDOLPHI, ob. cit., introducción al art. 1. , n. 58 y
MIR PuIG, Derecho Penal, Parte General, pp. 245-6.
(46) Sustentado con diversas variantes por E. SAMSON, Hypothetische Kausalverliiufe
im Strafrecht, Metzner, Frankfurt A.M. 1972, pp. 86 y ss. y 96 y ss., RUDOLPHI, ob. cit., in-
0 0
troducción al art. 1. , n. 59 y ss. y JAKOBS, Strafrecht, Allgemeiner Tell, pp. 233 y ss.
El finalismo, hoy 15
(47) Véase mi Curso de Derecho Penal Español, Parte General, I, pp. 323 y ss.,
396 y SS. y 399 y SS.
16 José Cerezo Mir
d) El concepto de autor
(*) Versión ampliada de la ponencia que bajo el título «Die Beziehung von Straf-
würdigkeit und Strafbedürftigkeit zum Verbrechensaufbau» presenté al «Colóquio Inter-
nacional para um sistema de Direito penal europeu» / «lntemationales Kolloquium
Bausteine eines gemeineuropiliscben Strafechtssystems», dirigido por los Profs. Schüne-
mann y Figueiredo Días y celebrado en la Universidad de Coimbra del 20 al 22 de mayo
de 1991 con motivo de la investidura como Doctor honoris causa del Prof. Claus Roxin.
En la traducción al español de la versión original alemana ha colaborado sustancialmente
mi discípulo José Manuel Paredes Castañón, de la Universidad de León, por lo que debo
manifestarle públicamente mi agradecimiento.
(1) Cfr., con ulteriores referencias, las exposiciones, bastante divergentes, de Alr
WART, Strafwürdiges Versuchen, 1982, pp. 21 ss., SO ss.; BLOY, Die Beteiligungsform
als Zurechnungstypus im Strafrecbt, 1985, pp. 30 ss.; VOLK, Entkriminalisierung durch
Strafwürdigkeitskriterien jenseits des Deliktsaufbaus, ZStW 97 1985, pp. 872 ss. Sobre
el interesante modo en que se aplican los conceptos de merecimiento de pena y de anti-
juridicidad «merecedora de pena» en la doctrina japonesa, cfr. AsADA, Strafwürdigkeit
als strafrechtliche Systemskategorie, ZStW 97 1985, pp. 465 ss.
22 Diego-Manuel Luzón Peña
na» significa que la conducta del autor merece una pena (por tanto, que
la punición es merecida), y que «necesidad de pena» significa que se ne-
cesita la pena.
Incluso acerca del origen del concepto existe poca claridad. Así,
por ejemplo, Bloy (2) retrotrae los primeros casos de aplicación del
concepto de merecimiento de pena a Gallas (3) y Sauer ( 4), mientras
que Volk (5) ve el origen del concepto ya en el siglo XIX. En todo caso,
la diferenciación consciente entre merecimiento y necesidad de pena ha
tenido lugar en las últimas décadas.
Según una opinión muy extendida, el merecimiento de pena expresa
un juicio global de desvalor sobre el hecho, en la forma de una desapro-
bación especialmente intensa por concurrir un injusto culpable especial-
D;tente grave (injusto penal) que debe acarrear un castigo, mientras que
la necesidad de pena presupone el merecimiento de pena y significa que
un hecho en sí merecedor de pena además necesita ser penado, ya que
en el caso concreto no existe ningún otro medio disponible que sea efi-
caz y menos aflictivo. Así p. ej., Bloy propone entender el concepto de
merecimiento de pena bajo el enfoque del (des)valor ético-social y jurí-
dico y, por el contrario, la necesidad de pena atendiendo al aspecto de la
adecuación de la punición desde puntos de vista preventivos (6). O por
su parte, Schünemann (7) deduce el merecimiento de pena de la existen-
cia de un menoscabo suficientemente importante de un bien jurídico
merecedor de protección, pero opina que la necesidad de pena presupo-
ne además la idoneidad, la necesidad y la proporcionalidad de la protec-
ción jurídicopenal. Por el contrario, Günther toma como punto de
partida la necesidad de pena («exigencia de pena»: «Strafbedürfnis»)
para proponer luego restricciones mediante el merecimiento de pena ( =
proporcionalidad): por exigencia de pena o exigencia de protección pe-
nal entiende, conforme al pensamiento de la subsidiariedad, que una pe-
na es necesaria si no existe ningún otro medio eficaz menos lesivo; sin
(8) Cfr. GÜNTIIER, Die Genese eines Straftatbestandes. Eine Einführung in Fra-
gen der Strafgesetzgebungslehre, JuS 1978, pp. 12 s.; Strafrechtswidrigkeit und Strafun-
rechtsausschlufl, 1983, pp. 193 ss., 236 ss.
(9) Grundsiitze der Strafrechtspflege, en: Bettermann/Nipperdey/Scheuner, Die
Grundrechte, III, vol. 11, 2.ª ed., 1972, pp. 925 ss.
(10) AT, 2.ª ed., 1975, 2/14 ss. Vid. en el mismo sentido otras referencias de GA-
LLAS, EsER y M.-K MEYER en Bloy, Die Beteiligungsform, 1985, pp. 34 s., n. 91-93.
(11) VOLK, ZStW 97 1985, pp. 894 ss. (898 s.).
(12) ZStW 97 1985, p. 899. También LANGF., Literaturbericht: Strafrecht-AT,
ZStW 63 1951, pp. 457 s.
(13) Strafaufhebungsgriinde, 1976, pp. 242 ss., 158 ss. (criterios de necesidad de
pena en el desistimiento de la tentativa; por el contrario -pp. 224, 251-, en otros impedi-
mentos a la punibilidad operan intereses no políticocriminales, sino de política jurídica);
Die Beteiligungsform, 1985, pp. 37 ss.: la concepción del delito como conducta mere-
cedora y necesitada de pena ha de plasmarse en todos los elementos del mismo, en sus
aspectos valorativos y teleológicos.
(14) AT, 1975, 2/14, 12/2, 13/2-7.
(15) AT, 1983, 10/15 SS., 10/2 SS., 10/18 SS.
24 Diego-Manuel Luzón Peña
(16) Cfr. Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, 2.ª ed., 1973, pp. 15 ss., 36 ss.;
Política criminal y sistema del Derecho penal (trad. de la l.ª ed. por MUÑOZ CONDE),
1972, pp. 40 SS., 71 SS.
(17) Así ROXIN, Kriminalpolitik, 1973, p. 34 (Política criminal, 1972, p. 68);
«Schuld» und «Verantwortlichkeit» als strafrechtliche Systemkategorien, Festschrift f.
Henkel, 1974, pp. 184 ss. («Culpabilidad» y «responsabilidad» como categorías siste-
máticas jurídicopenales, en: Problemas básicos del DP, trad. de LuzóN PEÑA, 1976, pp.
212 ss.); Zur jüngsten Diskussion über Schuld, Pravention und Verantwortlichkeit im
Strafrecht, Festschrift f. Bockelmann, 1979, pp. 284 ss. (Culpabilidad, prevención y res-
ponsabilidad en DP, en: Culpabilidad y prevención en DP, trad. de MUÑOZ CONDE,
1981, pp. 155 ss.); Zur Problematik des Schuldstrafrechts, ZStW 96 1984, pp. 642 ss.,
656; Strafrecht AT, 1, 1992, pp. 536 ss.
(18) Cfr. RoXIN, Kriminalpolitik, 1973, pp. 15 s., 33 SS. (Política criminal, 1972,
pp. 40 s., 67 ss.); Festschrift f. Henkel, 1971, pp. 181 s. (Problemas básicos del DP,
1976, pp. 209 s.); AT, 1, 1992, p. 537.
(19) Loe. cit. en n. 17-18.
(20) Loe. cit. en n. 15.
(21) Beitrage zur Verbrechenslehre, 1968, pp. 32 ss., 42; BLOY, Beteiligungs-
form, 1985, p. 33, cita como punto de partida de esta tesis una observación de
SCHAFFSTEIN, Rechtswidrigkeit und Schuld im Aufbau des neuen Strafrechts-
systems, ZStW 57 1938, p. 297.
La relación del merecimiento de pena y de la ... 25
sada del mismo, de entre el amplio conjunto del injusto culpable selec-
ciona lo que desde un punto de vista penal es más grave.
Más lejos todavía van las propuestas de tratar el merecimiento de
pena o la necesidad de pena como categorías autónomas dentro del he-
cho punible. Así, por ejemplo, Langer (22) considera el merecimiento
de pena como un elemento adicional del delito, tras el injusto y la culpa-
bilidad, que expresa la inaceptabilidad para la comunidad jurídica del
desvalor ético-social que implica el hecho. Y Schünemann (23) intenta
construir, tras el injusto y la culpabilidad, que determinan el mereci-
miento de pena del hecho, un ulterior elemento autónomo del delito, la
necesidad de pena (que englobaría adecuación o idoneidad, necesidad y
proporcionalidad de la protección penal). Pero la verdad es que sería in-
cluso concebible un último paso, y llegar a sustituir los elementos habi-
tuales de la estructura del delito por las nuevas categorías del merecimiento
y de la necesidad de pena.
Finalmente, algunos defienden la posición de que el merecimiento y
la necesidad de pena son principios materiales que informan (y en su ca-
so limitan o excluyen) no sólo los elementos del hecho punible, sino
también otros requisitos de la pena distintos de aquéllos. Esta es la con-
cepción de Schmidhiiuser (24) y de Bloy (25), pero sobre todo la de
Volk, que también incluye entre esos otros requisitos de la pena los del
proceso penal (26).
11
(27) Cfr. ROXIN, Kriminalpolitik, 1973, pp. 4 ss., 10 ss,passim; Política criminal,
1972, pp. 19 ss., 33 ss.,passim.
(28) Subrayan este aspecto, SCHMIDHÁUSER, AT, 1975, 6/6-12, 9/86, 95 s. (en és-
tas últimas refiriéndose a la antijuridicidad de la agresión en la legítima defensa); JA-
KOBS, AT, 1983, 2/1 ss_; LUZÓN PEÑA, Alcance y función del Derecho Penal, ADPCP
1989, p. 32 y n. 91 (tb. en Estudios penales, Barcelona, PPU, 1991, p. 44 y n. 91).
(29) Cfr. RoXIN, Sinn und Grenzen staatlicher Strafe; Franz von Liszt und die kri-
minalpolitische Konzeption des Altemativentwurfs, en: Strafrechtliche Grundlagenpro-
bleme, 1973, pp. 12 ss., 40 ss. (Sentido y límites de la pena estatal; Franz von Liszt y la
concepción políticocriminal del Proyecto Alternativo, en: Problemas básicos del DP,
trad. LUZÓN PEÑA, 1976, pp. 20 SS., 44 ss.); AT, l, 1992, pp. 7 SS.
(30) Asimismo DIAz Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría en Derecho Penal, Barcelo-
na, PPU, 1991, p. 79 n. 155, opina que las exigencias políticocriminales que también
hay que aplicar en el trabajo dogmático han de ser deducidas de la idea de merecimiento
y de necesidad de pena.
La relación del merecimiento de pena y de la ... 27
(35) Así, sobre todo, mi discípulo DiAz Y GARCÍA CoNUEoo, La autoría, 1991,
pp. 78 s., 82 s., 85 ss., 454 ss., 485, 508 ss., 531s.,638, 704 s., 753 s.,passim, apoyán-
dose parcialmente en trabajos de BLOY, STEIN y míos. BLOY, Die Beteiligungsform,
1985, pp. 314 ss., opina que las formas particulares de intervención o codelincuencia de
la autoría y de la participación, constitutiva cada una de un tipo de imputación, pueden
ser concebidas como modificaciones del merecimiento y de la necesidad de pena, pero
que (p. 320) en la autoría lo decisivo es la necesidad de pena, y concretamente la nece-
sidad de prevención del injusto típico, mientras que (p. 321) la necesidad de pena de la
participación depende de la existencia de determinadas formas -inducción o complici-
dad- de ataque al bien jurídico, por lo que en definitiva en la participación es más de-
cisiva que en la autoría la oposición o combate a los desvalores de acción existentes.
Críticamente frente a esto DiAz, op. cit., pp. 611 s.: la especificidad de la cooperación y
complicidad se explica más por ser menor el interés de la ley en la prevención de tales
formas de actua~ión que por su menor desvalor de acción, o sea, por su menor mereci-
miento de pena; y por lo demás, no puede entenderse el desvalor de la acción -y el me-
recimiento de pena- de forma totalmente independiente de las consideraciones
preventivas (en p. 86 n. 171, expresa DiAz otras diferencias frente a BLOY en relación
con el menor merecimiento de pena de todas las formas de participación, incluyendo la
inducción, frente a la autoría). Por otra parte, STEIN, Die strafrechtliche Beteiligungsfor-
menlehre, 1988, pp. 50 ss., 221 ss., 238 ss., 262 ss., 283 ss., utiliza como fundamento
normativo de las formas de intervención el grado de perentoriedad de la norma de con-
ducta en la prohibición de la misma y la peligrosidad (en el sentido de peligro de infrac-
ción de la norma) de la forma de ataque al bien jurídico. DIAZ, op. cit., pp. 528 n. 351,
700 ss., adopta también este punto de partida, pero (pp. 703 ss., 660 ss.) discrepa signi-
ficativamente de STEIN in la aplicación de estos criterios a la inducción y a la coautoría.
También yo mismo (cfr. LUZÓN PEÑA, La «determinación objetiva del hecho». Observacio-
nes sobre autoría en delitos dolosos e imprudentes de resultado, ADPCP 1989, p. 907,
con referencia en n. 38 a la tesis doctoral, entonces aún no publicada, de mi discípulo
DfAz, 1989; también en mis volúmenes recopilatorios: Derecho penal de la Circulación
-DPCir-, 2.ª ed., Barcelona, PPU, 1990, p. 126; Estudios penales, 1991, p. 218) he
aludido a que el fundamento normativo de la autoría puede consistir en que las acciones
que determinan autónomamente la producción del resultado son consideradas por las
normas penales como las objetivamente más peligrosas para la lesión del bien jurídico y
del orden jurídico, las que infringen de modo primario la norma penal y las que ésta
quiere evitar más perentoriamente y con el máximo interés. En ese trabajo (ADPCP
1989, pp. 889 ss.; DPCir, 1990, pp. 105 ss.; Estudios penales, 1991, pp. 197 ss.) propon-
go por lo demás la determinación objetiva del hecho--0 determinación objetiva del cur-
so del hecho--, que constituye el fundamento objetivo de la autoría en el delito doloso,
como el criterio de autoría tanto en delitos dolosos como en delitos imprudentes; adhi-
riéndose a mí, DiAz y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, pp. 532, 631 SS.
(36) En el mismo sentido, BLOY, Beteiligungsform, 1985, pp. 35 ss.: pero en su
construcción parece que en principio es únicamente la necesidad de pena la que limita al
merecimiento de pena, y no al contrario.
La relación del merecimiento de pena y de la ... 29
(37) Loe cit. en n. 8. En este sentido, por tanto, pueden apoyarse sus tesis, por lo
demás unilaterales.
(38) En mi opinión, la prevención general intimidatoria, unida a los principios de
eficacia y de necesidad, exige ya la proporcionalidad entre gravedad del hecho y pena:
cfr. LUZÓN PEÑA, Medición de la pena y sustitutivos penales, Madrid, 1979, pp. 24 s., 38
ss.; Prevención general, sociedad y psicoanálisis, CPC 1982, p. 96 (tb. en Estudios pe-
nales, 1991, pp. 266 s.)= Generalpriivention, Gesellschaft und Psychoanalyse, GA
1984, p. 396 (adhiriéndome a GIMBERNAT, Hat die Strafrechtsdogmatik eine Zukunft?,
ZStW 82 1970, pp. 394 ss.; ¿Tiene un futuro la dogmática jurídicopenal?, Problemas ac-
tuales de DP y procesal, Salamanca, 1971, pp. 98 ss.= Estudios de DP, 1976, pp. 70 ss.).
Por lo demás, el límite de la proporcionalidad se deriva también de la prevención esta-
bilizadora o integradora, que a mi juicio (al contrario de lo que opina la doctrina domi-
nante) sólo puede aceptarse como una categoría secundaria derivada de la eficacia de la
intimidación general, con el fin de limitar los posibles excesos de la prevención de inte-
gración mediante el criterio más restrictivo de la estricta necesidad de una pena para la
intimidación: cfr. LuZÓN PEÑA, Medición, pp. 27, 35 ss., 98 s.; CPC 1982, pp. 97 ss.;
GA 1984, pp. 397 ss.; Estudios penales, 1991, pp. 267 ss.
(39) Así también BLOY, Beteiligungsform, 1985, p. 37.
(40) En el mismo sentido (pero sobre todo en relación con la necesidad de pena),
BLOY, Beteiligungsform, 1985, pp. 38 s., 42 SS.
30 Diego-Manuel Luzón Peña
(41) Comparto, por tanto, la teoría de los elementos ñeg!ltivos del tipo: WZÓN PE-
ÑA, Aspectos esenciales de la legítima defensa, Barcelona, Bosch, 1978, p. 251 n. 443;
El error sobre causas de justificación: algunas precisiones, en Estudios penales, 1991,
pp. 72 ss.; Concurrencia aparente o real de error sobre presupuestos o sobre límites de
una causa de justificación, Estudios penales, 1991, pp. 97 ss.
(42) La mayor, menor o inexistente necesidad tanto de prevención general como
frecuentemente también de prevención especial se refleja ya en el injusto o, en su caso,
en su aumento, disminución o exclusión: cfr. LuzóN PEÑA, Estudios penales, 1991, pp.
302, 307 s., 315 s. Vid. también el texto que sigue a continuación.
(43) ROXIN, JuS 1964, pp. 376 ss.; Kriminalpolitik, 1973, p. 24 y n. 53 (con ulte-
riores referencias = Política criminal, 1972, p. 53 y n. 53), ha propuesto el principio de
insignificancia como restricción del tipo de injusto (en la doc. española, por primera
vez, MIR, El delito de coacciones en el CP, ADPCP 1977, pp. 300 s.). La tolerancia so-
cial (¡no la administrativa!) de la realización de un hecho bajo ciertas circunstancias es
cierto que no lo justifica, pero, en un Estado democrático de Derecho, debe al menos ex-
cluir la tipicidad penal de la acción, también en virtud de la insignificancia de la conduc-
ta. (Considerando ya el principio de insignificacia y la tolerancia social como causas de
atipicidad penal, LUZÓN PEÑA: Refiriéndome sólo al principio de insignificancia, en:
Aspectos esenciales de Ja legítima defensa, 1978, 511 s.; Tráfico y consumo de drogas,
en La reforma penal. Cuatro cuestiones fundamentales, Madrid, 1982, p. 67 = EPen,
1991, p. 533; Concurrencia aparente o real de error sobre presupuestos o sobre límites
La relación del merecimiento de pena y de la ... 31
l. Luz y sombra
dido constatar poco a poco y que por ejemplo, en 1968 el abismo respec-
to a 1944 aparecía más profundo que en 1948. Más bien antes prueba la
impresión conforme a la cual la dimensión de los daños de la época del
nazismo era difícil de apreciar y que sólo se pudo llegar a ella lenta y
esforzadamente (1). Esto no quiere decir que el período nazi se apareció
un día sin anunciarse y que después otro día se despedió sin más. Se so-
breentiende que este período se fue preparando y también se sobreen-
tiende que de diversas formas ha tenido continuidad (2). Más que nada
se quiere destacar, por una parte que la praxis y la ciencia jurídica de la
República Federal están profundamente marcadas por los acontecimien-
tos del período nazi y, por la otra, que estas experiencias no están lisa y
llanamente disponibles. Estamos más dispuestos a imaginamos nuestro
pasado y a borrar sus huellas en nuestro presente. (Por su parte, que esta
tarea, por lo menos en apariencia, esté estimulada por las cuestiones que
se vinculan con el juicio jurídico que merece la República Democrática
Alemana, se apunta sólo al margen).
Este desdoblamiento entre luz y sombra dificulta extraordinaria-
mente una interpretación correcta del período de la postguerra (y con
ello también del período posterior) y facilita los fraudes y las falsas afir-
maciones. El análisis de precisamente este período de nuestra historia
tiene que contar con intereses actuales y controvertidos en determinadas
conclusiones: mucho dependió y para muchos depende de cómo termi-
nan estas conclusiones (3). A mayor abundamiento se puede esperar que
los mencionados obstáculos precisamente en el ámbito del derecho pe-
nal, de su praxis, y también de su contenido científico, sean especial-
mente altos. Aquí se trata de una forma específica precisamente de
nosotros mismos: de las normas fundamentales que aquí están en vigen-
cia, de consecuencias jurídicas corporales, de moral cotidiana y por eso
también de un vivo interés de la gente acerca de lo que pasa en este ám-
bito.
(1) Instructiva a este respecto en el ámbito del derecho penal la temprana exposi-
ción de Eb. SCHMIDT: Einführung in die Geschichte der deutschen Strafrechtspflege, l.ª
Edición, 1947; 3.ª Edición (1965), parágrafos 345 y ss. bajo el título «Der Zusammen-
bruch der deutschen Strafrechtspflege im nationalsozialistisch-totalitaren Staate».
(2) Esta perspectiva, en especial en el ámbito del derecho penal, ha sido trabajada
por NAUCKE. Cnfr. en lo que respecta al método Tendenzen in der Strafrechtsentwick-
lung, 1975, pp. 14; también para el contenido Ueber Generalklauseln undRechtsanwen-
dung im Strafrecht, 1973, pp. 9 y ss.; Entwicklung der allgemeinen Politik und der
Zusammenhang dieser Politik mit der Reform des Strafrechts in der Bundesrepublik
Deutschland, in W. HAsSEMER (editor), Strafrechtspolitik, 1987, pp. 25 y ss.
(3) Un análisis temperamental de los años 1945 a 1948 bajo el epígrafe «lrrtümer
und Illusionen» en DIETER SIMON, Zii.suren imRechtsdenken, en Broszat (Editor) Zii.su-
ren nach 1945. Essays zur Periodisierung der Deutschen Nachkriegsgeschichte, 1990,
pp. 153 y SS.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 37
2. Denunciantes y Jueces
En todo caso, desde esta vía hay que partir: después de la caída
del dominio nazi y en la postguerra estaba sin resolver en el ámbito
del derecho penal un específico problema práctico que requería con
urgencia una solución. Este problema era solucionable teóricamente
sólo por una determinada vía. El problema y su desarrollo teórico
conducían directamente al clásico dilema del «injusto legal» presente
en el derecho (penal) de todas las épocas. Me refiero al problema de
los «hechos del pasado» como hoy se dice tan de buen grado (5), y a
la imposibilidad de resolverlos sin recurrir a principios jurídicos su-
prapositivos.
Después de la guerra y de los nazi, por sobre todo la praxis jurí-
dica así como la teoría penal interesada tanto en la teoría del Estado
como en la filosofía del derecho, se han referido a este dilema bus-
cando una salida (6). El mencionado dilema se cristalizó en forma es-
pecialmente pura en dos constelaciones: en la de la punibilidad de los
denunciantes que entregaron a los afectados al poder estatal (7) y en
(8) Paradigmático COING, Zur Frage der Strafrechtlichen Haftung der Richter
für die Anwendung naturrechtswidriger Gesetze, en: SJZ 1947, 61 y ss.; el trabajo se
vincula también con las tesis de RaoBRUCH sobre el injusto legal y el derecho supralegal
(SJZ 1946, 105).
(9) Naturalmente que también aun hoy se puede encontrar exactamente la misma
estructUJa de problema en los casos de espionaje de la antigua República Democrática
Alemana. La discusión no se lleva en tomo a la situación jurídica de acuerdo con el Có-
digo Penal pues es bastante clara. Gira en tomo a la pregunta de si se puede corregir esta
situación jurídica con principios supralegales y cuáles son éstos.
Esto se puede ver muy claramente en dos sentencias del BGH y del KG que se
refieren a los mismos problemas jurídicos, de mayo y de julio de 1991, pp. 81 y ss.
(10) Ampliamente H. JAGER, Verbrechen unter totalitiirer Herrschaft. Studien zur
nationalsozialistischen Gewaltkriminalitiit, 2. Aufl. (1982).
(11) Un ejemplo destacado es Ja ulterior derogación de la prescripción para el ase-
sinato y el genocidio. A este respecto LÜDERSSEN, Politische Grenzen des Rechts, re-
chtlichen Grenzen der Politik, en: el mismo en Kriminalpolitik auf verschlungenen
Wegen, 1981, pp. 143 y ss., así como las contribuciones en ZRP de 1979: VOGEL(l), EY-
RICH (49), MAIHOFER (81), KLEIN, BAUMANN, LEWAID (145 y ss.).
(12) Como en JAGER, Verbrechen unter totalitiirer Herrschaft, donde de la exposi-
ción del contenido del trabajo se puede inferir que el tema se reduce a los siguientes as-
pectos: autoría y participación, estado de necesidad frente a un mandato, conciencia del
injusto, punibilidad del genocidio y conductas preparatorias de la guerra.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 39
(13) Este concepto afecta, en mayor (como al derecho penal) o menor medida a di-
versos ámbitos jurídicos. Sistemáticamente pertenece a la filosofía del derecho y, por lo
mismo allí se discute en forma más exhaustiva que aquí (U. NEUMANN, infra I. ). Para de-
talles me remito a ese texto.
(14) Se mencionan las dos sentencias de la punibilidad de las parejas de aman-
tes» (BGHSt 6, 46) y la participación en una tentativa de suicidio de un tercero
(147). Ambas provienen del Gran Senado y eluden violentamente el fino problema
de la fundamentación jurídica. En especial la elocuentemente representativa ley so-
bre la moral, que moldeó normativamente el texto legal y su interpretación, (a cuyo
contenido el Senado accedió facilmente), pudo fundamentar en un abrir y cerrar de
ojos las dos sentencias privativas de libertad: «El ordenamiento moral quiere que el
tráfico entre los seres humanos se haga efectivo fundamentalmente en la pareja mo-
nogámica, porque el sentido y la consecuencia del tráfico es el niño (53). Ya que la
ley sobre la moral desaprueba estrictamente todo suicidio, prescidiendo quizá de ex-
cepciones aparentes, ya que nadie puede disponer soberanamente sobre su propia vi-
da y darse muerte, el derecho no puede reconocer que el deber de asistencia del
tercero tenga que ceder ante la voluntad moralmente desaprobada del suicida con-
cretada en su propia muerte» (153).
40 Winfried Hassemer
4. Razonamiento hermético
l. Razonamiento hermético
(27) Separación crítica en lo concreto, pero con reconocimiento del nivel en que el
finalismo ha colocado la cuestiones fundamentales de la ciencia penal: RoXIN, Zur Kritik
der fina/en Handlungslehre, en el mismo: Strafrechtliche Grundlagenprobleme, 1973,
pp. 72 y ss.; El mismo WELZEL precisamente no calló los méritos de su teoría: ver Um
die fina/e Hanlungslehre, 1949, pp. 30 y ss.
En castellano, de WELZEL puede verse El nuevo sistema del derecho penal,
1964, Ariel, Barcelona, traducción de JOSÉ CEREZO MIR. De la obra de ROXIN existe una
traducción de LuzóN PEÑA «Contribución a la crítica de la teoría final de la acción» en
Problemas básicos de derecho penal, 1976, Ed. Reus, Madrid p. 84 y ss.
(28) En lo concreto naturalmente discrepando, sin embargo en el razonamiento en
el mismo sentido WÜRTENBERGER, Die geistige Situation der deutschen Strafrechtswis-
senschaft, 1957, 2. ª Ed. (1959). Actualmente ha continuado este trabajo MULLER DIETZ,
Die gesitige Situation der deutschen Strafrechtswissenschaft nach 1945, en GA 1992,
pp. 99 y SS.
(29) Sobre las exposiciones del finalismo en particular como una «Epoche strafre-
chtlicher Systembildung» B. SCHúNEMANN, Einführung in das strafrechtliche System-
denken en: el mismo, (Ed.) Grundfragen des modernen Strafrechtssystems, 1984, pp. 34
y SS.
Hay traducción castellana de J.M. SILVA: El sistema moderno del derecho pe-
nal: cuestiones fundamentales, 1991, Tecnos, Madrid. (Nota del traductor).
(30) Sobre el final de esta etapa y el período posterior, ScHMIDTifÁUSER, Was ist
aus der fina/en Handlungslehre geworden?, en JZ 1986, 109 y ss.
(31) Entwurf eines Strafgesetzbuches v. 4.10.1962, BT-Dr. IV/650.
(32) Cnfr. FROMMEL, Welzels fina/e Handlungslehte. Eine konservative Antwort
aud das nationalsozialistische Willensstrafrecht, en: Reifner/Sonnen (Ed.) Strafjustiz
und Polizei im Dritten Reich, 1984, p. 86 y ss.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 45
(33) Fundamentalmente sobre estas cuestiones MARxEN, Der Kampf gegen das li-
bera/e Strafrecht. Eine Studie zum Antiliberalismus in der Strafrechtswissenschaft der
zwanziger und dreissiger J ahre, 1974, en especial pp. 76 y ss., 86 y ss.
(34) Detalles en MAURACH/ZIPF,StrafrechtAllgemeiner Teil 1, 7.ª Ed. (1987), § 16
IIB l.
(35) En el mismo sentido SCHMIDHÁUSER, StrafrechtAllgemeiner Teil. Lehrbuch,
2.ª Ed. (1975), N. 08 marginales 7/14.
(36) Condensado resumen en JESCHECK, Lehrbuch des Strafrechts. Allgemeiner
Teil, 4.ª Ed. (1988), § 22 V 2-6.
(37) Discusión e información en FrOMMEL, Priiventionsmodelle in der deutschen
Strafzweck-Diskussion. Beziehungen zwischen Rechtsphilosophie, Dogmatik, Rechtspo-
litik und Erfahrungswissenschaften, 1987, en escecial pp. 42 y ss.
(38) VON LISZT, Der Zweckgedanke im Strafrecht, en ZStW 2 (1883), pp. 1 y ss.;
sobre el particular NAUCKE, Die Kriminalpolitik des Marburger Programms, en ZStW
94 (1982), pp. 525 y SS.
46 Winfried Hassemer
3. Dogmática y metodología
(43) Se puede observar muy bien en HIRSCH, Die Entwicklung der Strafrechtdog-
matik nach Welzel, en Festschrfit der Rechtswissenschaftliche Fakultiit zu Koln, 1988,
pp. 399 y SS.
(44) STRATENWERTH, Das rechtstheoretische Problem der «Natur der Sache»,
1957.
48 Winfried Hassemer
como punto de vista valorativo (45). Con esto, estrictamente desde una
perspectiva dogmática, no había por donde empezar porque con una fór-
mula como esta casi todos los contenidos del discurso dogmático coin-
ciden.
A continuación, Engisch en el año 1961 en una polémica metodoló-
gica que sostuvo sobre todo con el finalismo y también con Straten-
werth, formuló una sola pregunta decisiva: «¿Donde acaba la estructura
del ser y donde comienza el punto de vista valorativo? ¿Cuáles son los
criterios conforme a los cuales podemos decidir si algo y qué, si acaso,
debemos atribuir, en la comprobación de la auténtica «naturaleza» del
ser humano, a la prerrealidad ontológica o a las valoraciones morales y
jurídicas? (46). Sin embargo, le reprochó a Stratenwerth (47), el haber
sido vacilante en la admisión de realidades preontológicas.
En resumen: la crítica metodológica no atacó frontalmente a la base
del finalismo y por lo mismo ni siquiera agitó su teoría dogmática. En la
ciencia penal hasta hoy no se ha decidido que estatus metodológico tie-
nen exactamente sus planteamientos dogmáticos centrales: por ejemplo,
si el traslado del dolo en la construcción del delito está dispuesto por la
naturaleza (de las personas) o sólamente guarda relación con algunos
motivos de conveniencia; si la personalización de la teoría del injusto
sólo puede apoyarse en el espíritu de la época o en una justicia pretem-
poral. Estas constituyen para un interés filosófico en la ciencia del dere-
cho penal, dolorosas lagunas. Con la teoría de la acción final y sus
adversarios (48) al final ha pasado lo que Thomas Kuhn ha descrito re-
firiéndose a las tentativas rupturistas revolucionarias que periódicamen-
te aparecen en el ámbito de las ciencias (49): se ha olvidado su teorema
dogmático en tanto que no se ha asumido en ninguna forma, y su meto-
dología no se ha rebatido sino que se ha olvidado y a continuación se ha
retomado de otra manera el hilo de la discusión en otro lugar (50).
hallazgo. Por eso debe ponerse en claro que la pregunta de si el paso de la dogmática de
orientación científico filosófica a la teoría del derecho penal orientado a las consecuen-
cias (supra III.) ha significado un cambio de paradigma o algo menos espectacular, tiene
una significación secundaria a la vista de las dificultades de someter las corrientes en el
derecho penal de esa época en algún tipo de ciencia. La vinculación con Kuhn no signi-
fica por tanto un cambio de paradigma, sino sólo que su constatación conforme a la cual
los modelos de explicación y de argumentación de las ciencias han sido superados no
por haber sido refutados, sino por haber sido olvidados, es aplicable también a la ciencia
penal y al finalismo.
(51) Véase una sucinta información en BAUMANN/WEBER. Strafrecht Allgemeiner
Teil. Ein Lehrbuch, 9.ª Ed. (1985), § 54.
50 Winfried Hassemer
(52) Su contenido esencial era: Dictámenes de los profesores de derecho penal so-
bre los problemas de la parte especial y general, derecho comparado, proyectos relativos
al derecho penal y al procesal penal de la República de Weimar.
(53) Hamburgo 1964 fue la primera jornada de profesores de derecho penal en que
yo participé. Nunca hasta entonces había vivido una diferencia tan clara entre dos posi-
ciones (y generaciones).
(54) Este viraje se puede apreciar muy bien en Roxm,Franz vonLiszt und die Kri-
minalpolitische Konzeption desAlternativentwurfs, en ZStW 81 (1969), pp. 613 y ss. Un
análisis rico para el análisis comparado de la evolución austríaca en STANGL: Die neue
Gerechtigkeit. Strafrechtsreform in Oesterreich 1954-1975, 1985.
(55) Paradigmáticos son las dos publicaciones en ediciones de bolsillo de JORGEN
BAUMANN (este formato tiene un efecto indicativo) Programm fur ein neues Strafgesetz-
buch, 1966 y Misslingt die Strafrechtsreform?, 1969. Es digno de destacar de que en
1966 sólo una de las doce contribuciones tenía por objeto la Parte Especial, en tanto que
en 1969 éstas constituían un tercio de ellas.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 51
(59) Esto puede estudiarse muy bien hasta en sus formulaciones, en las diferencias
de opinión en el aborto. El Proyecto Alternativo en este tema presentó una solución de
la mayoría y una de la minoría: AE-BT, Straftaten gegen die Person, l. Halbband, 1970,
pp. 25 y SS., 35 y SS.
(60) H. RUDOLPH, Mehr als Stagnation und Revolte. Zur politischen Kultur der se-
chziger Jahre, en: Rroszat (Editor), Ziisuren, p. 141 y ss.
(61) Característico de este estigma es todavía hasta hoy el libro Limits to Pain (en
noruego e inglés 1980/81, en alemán Grenzen des Leids, 1986) de NILS ÜIRISTIE.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 53
ni puede declarar que sólo hace efectivas normas generales, ni que, ade-
más, crea orden y justicia; que en realidad el derecho penal es mucho
más un instrumento subrepticio a favor de las necesidades individuales
y sociales de dominio y de castigo.
La primera variante se formuló negativamente y se fundamentó más
como teórico explicativa y sociocientífica. Su objetivo era desenmasca-
rar al sistema (62). La segunda variante se formuló positivamente y se
fundamentó psicológica y psicoanalíticamente. Quería enseñar la verda-
dera cara del sistema (63).
Esta crítica, que es como sustancialmente se puede valorar, satisfa-
cía de todos modos un presupuesto que hasta hoy ha sido realizado sólo
parcial y complementariamente: estaba fuera del sistema penal y podía
en consecuencia considerarlo desde una perspectiva nueva y diferente.
(Presumiblemente esta circunstancia podría explicar suficientemente la
irritación que entonces experimentó el que estaba dentro del sistema, te-
niendo en consideración las francamente tontas expresiones injuriosas).
Ya no se podía discutir comodamente sobre las ventajas del método ob-
jetivo y subjetivo de interpretación, sino sobre la temeraria tesis de que
el juez falla arbitrariamente, aun cuando no lo quiera, justicia de clases
como consecuencia de que ningún método puede garantizar una inter-
pretación segura. Había que defenderse de la pérfida objeción de que la
criminalidad no era un fenómeno real sino un fenómeno construído por
las instancias formales del control social (policía, fiscalía, justicia penal)
y que esta construcción aparece como selectiva en perjuicio de los más
débiles. De esta manera, la idea aceptada en esa época de la terapia, co-
rrección y prevención especial fracasó sin pena ni gloria ante la afirma-
ción de que el delincuente no es otra cosa que un chivo expiatorio en el
que los otros depositan su carga vital con el objeto de verse aliviados.
No se podría afirmar que estas tesis sólo representan la sencilla pro-
longación del Proyecto Alternativo en una crítica del derecho penal. Se-
ría también llevar las cosas demasiado lejos ver en ellas el modelo de la
teoría Penal orientada a las consecuencias. Pero son, en ambas direccio-
nes, espíritu del mismo espíritu, son un signo descriptivo de su tiempo
(tanto en sus contenidos como en la forma más radical de sus exposicio-
nes públicas), y con seguridad son las que han impulsado con el método
de la provocación la orientación «output» en la ciencia penal.
3. Realidad e infinitud
4. Puntos esenciales
(69) Con más precisión a este respecto en mi trabajo Grundlinien einer personalen
Rechtsgutlehre, en Philipps/Scholler (Ed.), Jenseits des Funktionalismus. Arthur Kauf-
mann zum 65. Geburstag, 1989, pp. 85 y ss.
(70) Dirige al sistema del derecho penal y sus tipos penales la pregunta que es típi-
ca en una teoría orientada a las consecuencias, sobre su legitimación por la protección de
bienes jurídicos y no se conforma, como sería en el caso de un interés inmanente al sis-
tema, con una clasificación del sistema del derecho penal por el sistema de bienes jurí-
dicos, en tanto que son preestablecidos. Acerca de la distinción de conceptos de bien
jurídico inmanentes y críticos, véase mi Theorie und Soziologie des Verbrechens, p. 19.
(71) Este clima produjo consecuencias similares en el derecho penal formal. La lla-
mada Kleine Strafprozessreform von 1964 (Pequeña Reforma Procesal de 1964) a la que
siguió una unificación del procedimiento, elaboró las garantías formales del procedi-
miento penal y los derechos del inculpado, en tanto que el desarrollo posterior se caracteriza-
ba por la aceleración y simplificación. Breve referencia en ROXIN, Strafverfahrensrecht,
22.ª Ed., (1991), § 72.
(72) HERBERT JAGER, Strafgesetzgebung und Rechtsgüterschutz bei Sittlichkeitde-
liláen. Eine kriminalsoziologischer Untersuchung, 1957; zu «Rechtsgut und Sittl-
ichkeit», p. 29 y ss.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 57
b. Prevención intimidatoria
(75) Sobre esto y lQ que sigue en forma extensa en mi Einführung in die Grundla-
gen des Strafrechts, § 28, §§ 29 y s. Hay traducción castellana véase Nota 48.
(76) De ahí surge el nombre de esta teoría. Detalles en NAUCKE, Kant und die
psychologische Zwangstheorie Feuerbachs, 1962, en especial pp. 39 y ss.; breve refe-
rencie en JESCHECK, Lehrbuch des Strafrechts. Allgemeiner Teil, 4.ª Ed. (1988), § 8 IV
2.
(77) Que las teorías «libres de un fin» materialmente han perseguido fines, que jus-
ticia y compensación de injustos finalmente tienen también para las teorías clásicas de la
pena una connotación empírica, se puede comprobar bajo la clave «Zweckverfolgung
durch Zweckvemeigung» en mi trabajo Strafri,ele im sozialwissenschaftlich orientierten
Strafrecht, en HAsSEMER/LÜDERSSEN/NAUCKE, F ortschritte im Strafrecht durch die So-
zialwissenschaften ?, 1983, pp. 39 y ss., 49 y ss.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 59
(78) Cnfr. ANDENAES, Punishment and Deterrance, 1974; allí p. 16 y ss. en una si-
tuación excepcional un experimento preventivo general en 1944 en Dinamarca.
(79) Que también y sólo es aceptable en un estado de derecho la mejor intención
pedagógico popular de intimidar a los que tienen tendencia al delito sólo en los límites
de una reacción penal proporcionada, no surge de la teoría de la prevención intimidatoria
misma, sino que tiene que ser cotejada crítica y buscando su limitación. Se puede decir
que la esencia preventivo general se inclina a probar sobreincriminación y agudización
de la pena en la «lucha en contra del crimen». Prevención general con ruptura del Estado
de derecho, de la proporcionalidad, de las formalidades de la justicia o formalización es
terror de Estado.
(80) lIAFFKE, Tiefenpsychologie und Generalpriivention. Eine strafrechtstheore-
tische Untersuchung, 1976.
60 Winfried Hassemer
(81) Un ejemplo es la polémica entre lIAFFKE (p. 133) y HERBERT JAGER (p. 47 y
ss., 173 y ss.), en JAGER (Ed.), Kriminologie im Strafprozess. Zur Bedeutung psycholo-
gischer, soziologischer und kriminologischer Erkennntnisse für die Strafrechtspraxis,
1980.
(82) Expuesta en las aportaciones de NAUCKE (p. 9 y ss.) y HASSEMER (pp. 41 y
ss.), en: HASSEMER/LÜDERSSEN/NAUCKE, Hauptprobleme der Generalpriivention,
1979.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 61
c. Resocialización (83)
(92) Hay quienes acentúan la prefijo «fe» para destacar que los afectados en
general tienen que ser socializados una vez, la primera, lo que constituye una óptica
desnaturalizada de la verdadera resocialización y un desprecio frente a otras alterna-
tivas vitales.
(93) Así SCHELLHOSS, Rehabilitation, Resozialisierung en: Kaiser/Ker-
ner/Sack/Schellhoss (Ed.), Kleines Kriminologisches Worterbuch, 2. ª Ed. (1985), p. 359
y ss. con documentación.
(94) JESCHECK, AT, § 8 V 4.
(95) Paradigmático SCHüLER-SPRINGORUM, Kriminalpolitik für Menschen, 1991,
p.189 y SS.
(96) Paradigmático HAFFKE, Hat emanzipierende Sozialtherapie eine Chance? Ei-
ne Problemskizze, in: Luderssen/Sack (ed.), Seminar Abweichendes Verhalten Ill 2,
1977, p. 291 y SS.
64 Winfried Hassemer
formado por ellas, no quería englobar lo que era extrano en forma armó-
nica, sino cambiar pacíficamente lo propio. El patrimonio y el método
científico ajeno, debían ayudar a reformular las cuestiones fundamenta-
les acerca del objeto, el fin y la justificación del derecho penal en lugar
de limitarse simplemente a dar respuesta a preguntas que previamente el
derecho penal ya había preestablecido: por ejemplo, debían no sólo co-
mo ciencias auxiliares darle contenido a la red, que ya había sido anuda-
d a por el derecho penal, de la dogmática de la capacidad de
culpabilidad (§§ 20, 21 StGB), sino que contribuir en la elaboración
de la red misma y decir, porqué esto es así, cómo es y qué sería esen-
cial en el futuro (101). Pues orientación a las consecuencias no se pue-
de crear con una observación meramente distante de las consecuencias
del sistema penal. Presupone que se inserta en la realidad y en su elabo-
ración teórica. Pero si esto se lleva a cabo, entonces es de esperar que el
proceso de asimilación deje sus huellas y que después el objeto de la ob-
servación científica deje de tener definitivamente el mismo aspecto.
Por lo tanto, «inclusión de las ciencias sociales» (102) no hacía sólo
referencia a un mero añadido de un patrimonio científico y de proble-
mas ajenos al sistema penal. Más bien se quería hacer referencia a una
reestructuración del sistema a través de nuevos criterios de racionalidad
y autenticidad, de relevancia y justificación: ya no se habría de conse-
guir una praxis acertada y una buena ciencia del derecho penal sólo con
una teoría contundente y sobre todo bien fundamentada y con su prolon-
gación conceptualmente limpia en «casos», sino que éstas presuponen
algo más. Presuponen una mirada por la renovación del sistema y los
efectos que ahí se producen, por las causalidades y las interacciones, por
el marco normativo y los auténticos presupuestos de transformación y
perfeccionamiento. Bajo el pabellón «ciencias sociales» navegaba todo
lo que el sistema del derecho penal exigía desd('. fuera para llevar a cabo
la reforma que prometía.
Esto no era poco ni era homogéneo. Tampoco era, de acuerdo con
el proyecto, nuevo. La idea de una ciencia penal integral» que en la épo-
ca de la dogmática de las ciencias del espíritu no tenía ninguna posibili-
dad (103), se estabilizó derechamente con la teoría penal de la
orientación a las consecuencias: un concepto que comprende y permite
administrar con éxito todos aquellos esfuerzos que incluyen a la dogmá-
(101) Puesto en práctica por SCHILD, en: AK StGB, 1990, § 20, N. 0 marginal 1 y
SS., soy SS.
(102) Que el concepto «ciencias sociales» alcanza hasta la psicología individual,
con qué campos y objetos se cuenta para una discusión científico social y donde están
sus límites, está expuesto en mi trabajo Sozialwissenschaftlich orientierte Rechtsanwen-
dung im Strafrecht, en W. Hassemer (Ed.), Sozialwissenschaften im Strafrecht, 1984, p.
1 y SS.
(103) Supra 11.2.
66 Winfried Hassemer
(104) El carácter variopinto de «ciencia penal integral» queda claro en: BARATIA,
Strafrechtsdogmatik und Kriminalpolitik. Zur Vergangenheit und Zukunft des Modells
einer gesamten Strafrechtswissenschaft, 'ZStW 1980, 107 y ss.; LANGE, Neue Wege zu
einer Gesamten Strafrechtswissenschaft, en Festschrift für Jescheck, 1985, p. 53 y
ss.; MAIHOFER, Gesamte Strafrechtswissenschaft, en: Festschrift für Henkel, 1974,
p. 75 y SS.
(105) Sin embargo, el que la utilización del concepto lo haya desautorizado para
siempre, no es claro: La visión en la que Franz v. Liszt vió unidos y sobre una base am-
plia ciencia y praxis del derecho penal, fuese, como de pronto demostrará supra IV., para
el pensamiento de la época más o menos seductor.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 67
Ajuzgar por los indicios se puede sostener que las cosas no están
nada de bien en lo que se refiere a la herencia de la teoría penal orientada
a las consecuencias. En el ámbito de la ejecución penal se siguen recla-
mando las reformas pendientes (112) y sobre todo hay que lamentar
«contrareformas» (113). En el ámbito de la formación jurídica, el propio
legislador anuló su reforma y suspendió pronto la claúsula de experi-
mentación (114). ¿Qué es lo que ha quedado?
1. Fundamental
0
(112) CALLIFSS/MÜLIER-DIEETZ, Komm. StVollzG, 5." Ed. (1991). N. marginal
45.
(113) SCHÜLER-SPRINGORUM, Tatschuld im Strafvollzug, en Scholler/Philippps
(Ed. ). Funktionalismus, p. 63 y ss.
(114) 3.ª Ley de reforma del DRiG de 25-7-1984, BGBI. 1, 995.
(115) Con todo detalle lo he expuesto en: Symbolisches Strafrecht und Rechtsgü-
terschutz, en: NStZ 1989, 553 y ss.; Grundlinien einer personalenRechtgutlehre, aaO;
Altemativ-Komm. z. StGB., 1990, Vorbem. Rdnm. 465 y ss., 480 y ss.; Sozialtechnolo-
gie und Moral. Beitriige zu einer Standortbestimmung, 1991, p. 329 y ss. En el mismo
sentido y en los aspectos esenciales y conclusiones F. HERZOG, Gesellschaftliche Unsi-
cherheit und Strafrechtliche Daseinsvorsorge. Studien zur Vorverlagerung des Strafre-
chtsschutzes in den Gefiihrdungsbereich, 1991; PRITTWITZ, Funktionalisierung des
Strafrechts, en Strafverteidiger 1991, 435 y ss.; MÜLLER-DIETZ, Die Geistige Situation,
en GA 1992, 124 y ss.
(116) Supra ID.3, 4.
(117) HORKHEThfER/ADORNO, Dialektik der Aujkliirung, 1968.
La ciencia jurídico penal en la República Federal... 69
2. Ejemplos
a) Tendencias
b. Ambito e instrumentos
(126) Este concepto ha sido expuesto por Eb. SCHMIDT, LEHRKOMM. zur StPO
und zum GVG 1, 2.ª Ed. (1964), N.0 marg. 20 y ss.: «Formalidades de la justicia en el
otorgamiento de justicia, orientadas a la verdad y equidad, significa el cumplimiento de
la tarea del Estado en el ámbito del dar el servicio que ofrece el derecho penal».
La ciencia jurídico penal en la República Federal ... 73
a. Ciencia y praxis
b. Dogmática penal
c. Teorías de la pena
d. Política criminal
4. Preguntas y tareas
l. INTRODUCCION
que conduce a la restricción del daño patrimonial en función del saldo contable resultante de
la comparación entre lo entregado y lo recibido. En lo que aquí interesa, se deja de lado la
problemática de la consideración del «peligro de merma patrimonial» como daño típico (cfr.
al respecto RIEMANN, Verm0gensgefiihrdung und Verm0gensschaden, Heidelberg, 1989).
Evidentemente la racionalidad del «horno oeconorniCUS>> puede contemplarse en la perspec-
tiva material-dinámica propugnada por EsER, «Die Beeintriichtigung...» cit. 289 ss, según la
cual el daño típico puede conformarse por la pérdida de una expectativa de ganancia, -frus-
tración del fin económico pretendido- aspecto por otro lado aceptado con ciertos límites
desde la concepción jurídico-económica predominante.
(8) Aspecto destacado especialmente por JAKOBS, «Die individuelle Schadenser-
mittlung beim Betrug», NJW 1977, 228 ss.
(9) Cfr. GALLAS, «Der Betrug... » cit., 401, y n. 0 l. Superadas las concepciones
que remitían a la «lealtad y confianza» en el tráfico, el acuerdo sobre el carácter patri-
monial de la estafa es unánime. Ello no obsta a que junto al patrimonio, se aluda a la li-
bertad de disposición como objeto de protección mediato (GALLAS, op. cit. 406), con
matices según autores. Recientemente KINDHÁUSER, «Tiisuschung und Wahrheitsans-
pruch beim Betrug», ZStW 1991, 398 propugna un entendimiento de la estafa que sitúa
en primer plano la lesión de la libertad de disposición, caracterizando la estafa como
«delito contra la libertad que daña al patrimonio».
(10) CRAMER, Vermogensbegriff und Vermogenschaden im Strafrecht, Berlin/Zu-
rich, 1968, 23 s.
(11) Como se destaca en MAURACH/SCHROEDER/MAIWAID, Strafrecht. Besonde-
rer Teil, l. Karlsruhe, 1988, 406; En el mismo sentido LACKNER, L.K, p. 263, Rn. 120.
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones ... 85
del daño, no resulta necesario subrayar tal exigencia, porque se trata de un dato que con-
curre obligadarnente. Los problemas se proyectan en el ámbito de las prestaciones gra-
tuitas, apenas tratado entre nosotros, y en las prestaciones bilaterales únicamente en
tanto se admita la relevancia de la frustración del valor de uso como criterio de evalua-
ción del daño patrimonial.
(19) ARROYO, Delitos contra la Hacienda Pública en materia de subvenciones,
Madrid, 1987, 65 y 69; MARTiNEz PÉREZ, «El fraude de subvenciones» en COBO-BAJo,
Comentarios a la legislación penal, VI, Madrid 1986, 351, n. 0 132, de forma indirecta
toma en cuenta el criterio de la frustración del fin para afirmar el daño patrimonial de la
estafa en caso de subvenciones.
También aluden a la «frustración del fin» como criterio para fijar el daño patri-
monial ROMERO, Los elementos del tipo de estafa, Buenos Aires, 1985, 301, de forma
consecuente con su opción por un concepto personal de patrimonio. Asimismo, con
cierta ambigüedad MARTOS, El perjuicio patrimonial en el delito de estafa, Madrid,
1990, 114, 127 s.
El daño patrimonial en la esta/a de prestaciones ... 87
(20) El § 264 del c.p. alemán limita su ámbito a las subvenciones públicas a empre-
sas, por lo que los fraudes de subvenciones sociales o culturales, y de subvenciones de
cualquier clase a particulares podrán tipificarse bajo el marco de la estafa común, siem-
pre que concurran los requisitos de ésta, lo cual no será fácil en la mayoría de los casos
por la particular dinámica de las subvenciones.
(21) En casos de subvenciones regladas que se configuran como derechos subjeti-
vos frente a la administración (subsidios sociales, o similares), la tipificación como es-
tafa común no presenta problemas en la práctica. Aunque no son muy numerosas las
resoluciones jurisprudenciales en este sentido, en los últimos años se han producido va-
rias condenas por fraudes en las percepciones de pensiones de la Seguridad Social (Así,
STS 8 julio 1988, Colex, N. 1.166). En estos casos de engaño sobre la concurrencia de
los requisitos exigidos el perjuicio patrimonial queda cifrado en el desembolso por la
Administración de una cantidad en la creencia de que con ello salda una obligación pa-
trimonial legalmente establecida.
(22) MUÑOZ CONDE, Derecho Penal. Parte especial, Valencia, 8. ed. 1990, 798.
(23) STAMPA-BACIGALUPO, La reforma del derecho penal económico, Madrid,
1980, 52.
(24) BAJO, Manual, Delitos patrimoniales, cit. 165. No obstante tal afirmación res-
ponde únicamente al hecho de que la jurisprudencia tradicionalmente venía negando el
fraude al Estado, en el ámbito concreto del fraude fiscal. Como el mismo autor manifies-
ta más adelante (Ibidem, 425, y nn. 5 y 6) no hay razón para negar la aplicación de las
figuras patrimoniales comunes a las defraudaciones al Estado; la práctica jurispruden-
cial de hecho acude no sólo a la apropiación indebida (retención de cuotas de la Seguri-
dad Social), sino también a la estafa para castigar la obtención fraudulenta de
prestaciones a la Seguridad Social.
(25) ARROYO, Los delitos contra la Hacienda Pública. cit., 138; MARTÍNEZ PÉREZ,
«Fraude de subvenciones», cit. 351 s., llega a admitir incluso la posibilidad de concurso
ideal. En el mismo sentido APARICIO PÉREZ, Delitos contra la Hacienda Pública, Ovie-
do, 1990, 218 s. Conclusión que sólo cabe atender desde la dificultad que presenta la
clarificación de la relación entre un delito «económico» como el fraude de subvencio-
88 Adela Asua Batarrita
nes, en el que la obtención del fin de la subvención se sitúa en el centro del objeto de
protección, y un delito patrimonial como la estafa. De entender que la lesión patrimonial
puede venir determinada por la frustración del fin del disponente, se facilita la percep-
ción de una zona valorativa común.
(26) Aspecto destacado por una parte importante de la doctrina española que
reclama como objeto de protección del art. 350 la Hacienda Pública en su vertiente
de Gasto Público: BUSTOS, en BOIX-BUSTOS, Los delitos contra la Hacienda Públi-
ca, Madrid, 1987, 21 s., 40; MUÑOZ CONDE, Derecho Penal, PE. cit. 794, 798; QUE-
RALT, Derecho Penal Español. PE, II, Barcelona 1987, 451 s. ARROYO, Delitos
contra la Hacienda Pública en materia de subvenciones, Madrid 1987, 94, señala
como objeto de protección el patrimonio público, pero añade que el art. 350 «afecta
además de al patrimonio público como tal, a la función de aplicación del patrimo-
nio, al gasto público, y específicamente al gasto público en su función o dimensión
subvenciona!».
(27) Formulación a mi juicio más correcta que la del Gasto Público, y que fue
indicada ya por TORIO, «Estafa de crédito y abuso punible de letras de cambio en la
reforma del sistema penal», Estudios penales y criminológicos, V, Santiago de
Compostela 1982, 94; y posteriormente por MARTÍNEZ PÉREZ, «Acerca de la conve-
niencia de criminalizar el fraude de subvenciones en derecho penal español», Crime
and Criminal Policy, Libro homenaje al Prof López Rey, Roma, 1985, 462. Ambos
autores indican que junto al citado interés en la obtención del fin de la subvención
también se protege el patrimonio público (Un estudio detallado al respecto, en mi
trabajo inédito, en vías de publicación: ASUA, La obtención y disfrute indebido de
subvenciones: discusión sobre el bien jurídico protegido en el art. 350, San Sebas-
tián, 1990, 77 ss.).
El daño patrimonial en la esta/a de prestaciones ... 89
(37) Cfr. HUERTA, Protección del patrimonio inmobiliario, cit. 19 ss., sobre las
orientaciones metodológicas en este punto, con importante referencia a la doctrina ale-
mana e italiana.
(38) BINDING, Lehrbuch des Gemeinendeutschen Strafrechts, Besonderer Teil, 1,
Neudruck der 2. Auf., Leipzig 1902, 238.
(39) MERKEL, KriminalistischeAbhandlungen, II, Leipzig 1867, 101.
(40) Aunque todavía algún autor sigue propugnando la concepción jurídica, así
GERIAND, Deutsches Reichsstrafrecht, 2. ed. Berlin und Leipzig; 1932, 560.
(41) NAUCKE, Zur Lehre vom strafbaren Betrug, 214 ss., 247 ss. Berlín, 1964.
(42) BINDING, Lehrbuch, cit., 237: la esencia de los delitos patrimoniales reside en
la lesión de derechos patrimoniales subjetivos, en la mayoría de los casos de derecho
privado, rara vez derechos de carácter público.
94 Adela Asua Batarrita
(47) BINDING, Lehrbuch, cit. 239, y añade: entiendo que es un avance científico y
práctico la consideración de los derechos subjetivos de forma independiente del concep-
to de valor, concepto con frecuencia difícil e inseguro.
(48) BINDING, Lehrbuch, cit., 357.
(49) Cfr. por todos, CRAMER, Vermogensbegriff und Vermogensschaden in Stra-
frecht, Berlin/Zürich, 1968, 71 ss. y 85 s.; LACKNER, LK, § 263, Rn. 121; MAu-
RACH/SCHROEDER/MAIWALD, Strafrecht, B. T., 429.
(50) CRAMER, Vermogen; cit. 71 ss.
96 Adela Asua Batarrita
(68) Por todos, SAMSON, SK § 263, Rn. 112; LACKNER, LK, § 263, Rn. 140.
(69) Cfr. LACKNER, LK, § 263, Rn. 127 y ss. sobre la variedad de situaciones que
pueden considerarse elementos patrimoniales desde la perspectiva económica, y las ma-
tizaciones desde la perspectiva jurídico-económica.
(70) SAMSON, SK, § 263, Rn. 127.
(71) Por todos, SAMSON, /bidem.; CRAMER, Vermogensbegriff. .. cit., 69 ss.; LACK-
NER, LK, § 263, Rn. 143 y SS.
(72) Podrá ser víctima de estafa tanto el ladrón respecto a los bienes ilícitamente obte-
nidos, como quien realiza unos servicios ilícitos engañado sobre la remuneración de los mis-
mos. El primer caso también será considerado digno de protección por la mayoría de los
partidarios de la concepción jurídico-económica, no así el segundo; la diferencia estnbará en
el valor objetivo del primer objeto -dinero- cuya posesión, aún ilícita, recibe cierta pro-
tección por el ordenamiento, mientras que en el segundo caso la prestación ilícita no es en
absoluto tolerada jurídicamente como valor de cambio. Cfr. SAMSON, SK, § 263, Rn. 111;
con amplia referencia casuistica, LACKNER, LK, § 263, Rn. 122, 240 y ss.
100 Adela Asua Batarrita
(73) Por todos, CRAMER, Vermogensbegriff ... cit. 41 s.; SAMSON, SK, § 263,
Rn. 122.; BAJO, «El delito de estafa», en COBO (dir.) BAJO (coord.) Comentarios a
la legislación penal, T. V, Vol. 2, Madrid, 1985, 1164 s.; HUERTA, Protección penal
del patrimonio inmobiliario, cit. 34 ss; VALLE, El delito de estafa cit. 82 s.
(74) GALLAS, «Der Betrug ... » cit., 409 ss.; CRAMER, SCHISCH, StGB, § 263, Rn
82.
(75) WESSELS, Strafrecht, BT, cit., 125.
(76) Las variaciones de esta orientación mixta se manifiestan en la mayor o
menor amplitud en la consideración de los elementos patrimoniales, a efectos
jurídico-penales según el criterio asumido para indicar la coordinación con otras
ramas del ordenamiento jurídico. GALLAS, «Der Betrug ... » cit., 412 (siguiendo a
FRANK y NAGLER) exige que la posición económica sea recondubible a un dere-
cho subjetivo, haciendo coincidir en este punto lo económico con lo jurídico, y
en consecuencia restringiendo al máximo el campo de las posiciones relevantes;
WELZEL, Das deutsche Strafrecht, cit., 373, se limitaba a requerir que las situa-
ciones económicas estuvieran protegidas o aprobadas jurídicamente; en la for-
mulación más amplia, de CRAMMER, SCH/SCH, StGB, 263, Rn. 82, o de
LACKNER, LK, § 263, Rn. 132, es suficiente que se trate de situaciones fácticas
«no desaprobadas» por el ordenamiento jurídico. Las diferencias en la práctica
se reflejan en la admisión o no de las expectativas económicas y de las obliga-
ciones jurídicamente nulas; salvo la posición de GALLAS que excluye ambos su-
puestos, en general se aboga por la exclusión únicamente de las obligaciones
derivadas de negociaciones prohibidas o inmorales: Cfr. SAMSON, SK, § 263,
Rn. 105; LACKNER, LK, § 263, Rn. 132, y 240 y SS.
El daño patrimonial en la esta/a de prestaciones ... 101
(77) LACKNER, LK, § 263, Rn 123; SAMSON, SK, § 263, Rn. 115. Por ello resulta
demasiado restringida la propuesta de GALIAS, «Der Betrug... » cit., 409 en cuanto que
exige que se trate de posiciones reconocidas en otras ramas del ordenamiento jurídico;
asimismo las versiones anteriores de FRANK, Das Strafgesetzbuch ... cit. Anm V, 3 y NA-
GLER, LK 6/7. Auf., Vor § 249, II,1 al exigir que se trate de bienes económicos sobre los
que exista una disposibilidad jurídicamente reconocida, se sitúan más próximas a la
concepción jurídica.
(78) BAJO, Manual, cit., 167; acude a la fórmula de la «apariencia jurídica», recha-
zando fundadamente la exigencia de «reconocimiento jurídico» por excesiva. No obs-
tante, dado que existen posiciones económicas fácticas que no encuentran una
formulación jurídica, incluso que no han sido previstas por el derecho, a mi juicio es
más preciso exigir simplemente la «apariencia de no disconformidad con el ordena-
miento jurídico», lo que incluye situaciones de «apariencia jurídica», --que revisten la
forma de un derecho patrimonial, propiedad o posesión «aparente»- y situaciones que
no pueden encuadrarse bajo una determinada calificación jurídica. Formulación similar
a la propugnada por CRAMER, Vermogensbegriff cit., 100, y LACKNER, LK, § 263, Rn.
132, «Situaciones fácticas no desaprobadas por el ordenamiento jurídico», con la mati-
zación de que basta esa «apariencia» de no disconformidad.
(79) CRAMER, SCH/SCH StGB, § 263, Rn. 81.
(80) Crítica proveniente de las concepciones personales de daño patrimonial, co-
mo se verá infra. 11.3.
102 Adela Asua Batarrita
inciden en las variaciones de los precios, allí donde no exista una inter-
vención estatal que regule o fije de antemano un precio determinado por
razones de política económica, en cuyo caso el precio puede ser inferior
o superior al «valor» que podría atribuirse de otro modo a ese bien. Las
diferencias derivadas de la comercialización al por mayor o al detalle, o
la práctica de precios de temporada o de promoción especial, mercado
de segunda mano, venta mediante subasta., etc (81), obligan a tomar en
cuenta el cómo y las circunstancias de una transacción para poder esta-
blecer si la contraprestación es de valor equivalente y por tanto excluir
el perjuicio patrimonial (82). Así como la escasez de un bien ante una
fuerte demanda elevan su valor, la abundancia de oferta y escasez de la
demanda pueden llevar a una pérdida considerable de su valor económi-
co, o incluso según las características del objeto en cuestión, puede lle-
gar a perder totalmente su valor (bienes de consumo perecederos,
maquinaria de tecnología superada por otras menos costosas ... etc.). Da-
tos todos ellos que confluyen en la fijación del valor económico de un
bien, valor sobre el que convienen las partes, por asumir el precio de
venta al público, o mediante acuerdo sobre el presupuesto de una obra,
servicio, u otra prestación, en base a sus cualidades, calidad, o particu-
laridades pactadas. El engaño sobre la concurrencia de alguna caracte-
rística que influya en el precio o coste de la prestación, conduce al
perjuicio patrimonial del disponente que paga más de lo que correspon-
de por lo que realmente recibe.
Si pese al engaño sobre las características de la contraprest,ación, el
disponente recibe un bien que se corresponde con el valor de lo pagado,
según la concepción económica estricta, no estaríamos ante una estafa
sino ante un ilícito extrapenal. La paridad económica según valor de
mercado excluye la presencia del perjuicio típico. Esta afirmación, asu-
mida mayoritariamente en la doctrina española, fue prontamente relati-
vizada en la praxis jurisprudencia! alemana (83) y progresivamente por
la mayoría de la doctrina de aquel país (84). Junto al valor objetivo esti-
(91) GONZÁLEZ Rus, Los intereses económicos de los consumidores... cit. 301.
(92) KINDHAUSER, «Tiiuschung und Wahrheitsanspruch ... », cit. 409, destaca lo de-
cisivo de esta opción: si se parte de que la protección del patrimonio como bien jurídico
presupone que el patrimonio sirve al libre desarrollo de su titular, ¿cómo puede prote-
gerse tal libertad de desarrollo cuando las posibilidades de desarrollo\del usuario se im-
ponen en base a la racionalidad del mercado y a la voluntad colectiva? Debe tenerse en
cuenta que KlNDHÁUSER concibe la estafa como un «delito contra libertad que daña al
patrimonio» (398 ss.), concepción con la que pretende superar las dificultades de dife-
renciación entre engaños relevantes y no relevantes, y otros problemas específicos de la
estafa, que se acerca a la orientación personal, pero con singularidades.
(93) TEsER, «Die Beeintriichtigung... » cit. 294.
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones... 107
(94) SCHMOLLER, «Ermittlung des Betrugsschadens ...» cit. 109 ss., insiste extensa-
mente en esta compatibilidad, en la línea de argumentación expuesta.
(95) CRAMER, Vermogensschaden, cit. 181 ss.; GUTMANN, «Der Vermogensscha-
den ... » cit., 93; LACKNER, LK, § 263, Rn. 156; LENCKNER, «Vertragswert und Vermo-
gensschaden beim Betrug des Verkliufers», MDR 1961, 653;
MAURACH/SCHROEDER/MAiwALD, Strafrecht, BT, cit. 436; SAMSON, SK, § 263, Rn. 14.
108 Adela Asua Batarrita
«cualquier otra utilidad exigible», por diferente que sea del fin primario
pretendido por el afectado (111). '
La utilización de los criterios anteriores por la jurisprudencia no es
homogénea en los contenidos, ni constante en su aplicación. En ocasio-
nes la atención a los intereses individuales ha llegado bastante más lejos,
tomando en cuenta la carga económica derivada de una transacción cuya
utilidad y justiprecio no se objeta, pero que conduce al disponente a una
presión financiera intensa o a condiciones de precariedad para poder sa-
tisfacer sus necesidades básicas (112). Criticada por la doctrina, no solo
por tratarse de un perjuicio mediato, es decir no derivado de las
características de la contraprestación recibida, sino porque no podía
afirmarse en tal caso que el afectado desconociera o hubiera sido enga-
ñado sobre los efectos colaterales de su decisión (113). En este tipo de
resoluciones, de hecho se toma en cuenta no ya el valor de uso de la con-
traprestación, sino el menoscabo de la libertad de actuación económica,
derivado de una transacción lastrada de cargas financieras.
El criterio de «valor de uso» tampoco es utilizable en supuestos en
los que se contrata para obtener una determinada prestación, como por
ejemplo el pago de un rescate para salvar a una persona secuestrada, la
recompensa por una acción salvadora (114), la devolución de un objeto,
el pago de un dinero para obtener la distribución de droga, u otros su-
puestos de prestaciones prohibidas (115). Aquí habrá que atender al
«fin» pretendido, que «cuesta» ese precio. Una vez admitida la dimen-
sión individual del daño, la valoración no puede detenerse en el mero
valor de utilización, sino que atendiendo a las características de cada
transacción en que se dispongan de bienes patrimoniales, habrá que
adaptar el criterio individualizador de acuerdo con el significado mate-
rial de la contraprestación (116). Significado que no se agota en el valor
monetario sino que trasciende al interés o fin que el disponente pretende
satisfacer.
La emergencia del expediente objetivo-individual dentro de la pro-
pia concepción económica del patrimonio, descubre la imposibilidad de
constreñir lo económico en los límites de parámetros estrictamente ob-
jetivos. La admisión de la proyección individual del daño conecta con la
fundamental función del patrimonio de la que se deriva su carácter de
bien jurídico: su función como instrumento de actuación del titular que
le posibilita el ejercicio de opciones individuales en la satisfacción de
necesidades o consecución de objetivos de acuerdo con sus intereses. La
contemplación del patrimonio como suma de valor económico, acoge
únicamente la dimensión estática de los bienes, perspectiva insuficiente
para expresar las posibles divergencias de valor de cada bien singular
para los distintos sujetos económicos.
mica de acuerdo con los parámetros jurídicos, ni puede jurídicamente exigirse. Estaría-
mos en un ámbito similar al de las prestaciones unilaterales, y la determinación del da-
ño descansaría en la frustración del fin pretendido (independientemente de la
conformidad de ese fin con el ordenamiento jurídico).
(116) MAURACH/SCHROEDER/MAIWALD, Strafrecht, BT, 438, (en palabras de MAI-
WALD, actualizador de la 7.ª edición) la teoría de la frustración del fin no es sino un de-
sarrollo consecuente de la corriente de individualización del daño.
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones... 113
(117) Como abogaba FRANK, Das Strafgesetzbuch, cit. VI. 1ª., apelando a que el
donante es consciente de su pérdida patrimonial, lo cual sabe bien el hipotético mendi-
go. En la actualidad, ELLSCHEID, «Das Problem der bewussten Selbstschiidigung ... » cit.
166, vuelve a cuestionar la necesidad político-criminal de incluir estos supuestos, en la
estafa, dada la menor peligrosidad para el patrimonio del disponente que no es engañado
sobre la pérdida económica, sino que consiente en ella; nadie entrega por liberalidad
medios necesarios para su subsistencia, lo que implica menor necesidad de protección.
No obstante, reconoce que la cuestión queda abierta, y que tanto la solución de impuni-
dad como la de inclusión bajo el tipo de la estafa serían político-criminalmente correc-
ta ·
Ddde la perspectiva de las posibilidades de autoprotección de la víctima, cues-
tiona la «necesidad de protección penal» en caso de conciencia del autoperjuicio, con
diversos matices, HAsSEMER, Schutzbedürftigkeit des Opfers und Strafrechtsdogmatik,
zugleich ein Beitrag zur Auslegung des Irrtrumsmerlanals in§ 263 StGB, Berlin, 1981,
141.
(118) Claramente en relación a la simulación de condiciones para la obtención de
créditos subvencionados y ayudas públicas en general: Cfr. GERHOLD, Zweckverfeh-
lung... cit. 15 s.; No obstante pronto se evidenciaron los problemas del tipo de la estafa
común para atender a las singularidades de la estafa de subvenciones, en particular por
las dificultades de prueba sobre el dolo de los solicitantes de las ayudas. Cfr. al respecto,
sobre los programas de subvenciones económicas en la postguerra TIEDEMANN, Subven-
tionskriminalitiit, 47 ss.
114 Adela Asua Batarrita
(132) Cfr. GALLAS, «Der Betrug... » cit., 435; CRAMER, Vermiigensbegriff, cit., 211
ss.; KOHLRAUSCH/IANGE, Strafgesetzbuch mit Erlauterungen und Nebengesetze, 43.
Auf. Berlín, 1961, Vol. 11, § 263; MAURACH/SCHROEDER/MAIWALD, Strafrecht, BT, cit.
439; WELZEL, Das Deutsche Strafrecht, cit. 376.
(133) GALIAS, «Der Betrug... » cit. 435 s.
(134) LACKNER,LK, § 263, Rn. 170.
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones... 119
mica: MORHBOTIER, «Der Bettel, Spenden .... » cit., 226 ss.; GALLAS, «Der Betrug... »
cit., 435 admite la frustración del fin social como daño en las prestaciones de paridad
económica, únicamente para patrimonios vinculados o destinados específicamente a fi-
nes sociales, poniendo por ejemplo una fundación destinada a la promoción de jóvenes
artistas en estrecheces económicas: la adquisición por la citada fundación, de una obra
pintada por un artista bien situado, en la creencia de que su autor era un pintor novel, im-
plica daño patrimonialmente.aun cuando el valor del cuadro se correspondiera con el
precio pagado. MEZGER, DR 1940, 287 (cita tomada de MORHBOTIER, cit. 230), restrin-
ge la relevancia del fin a las transacciones donde el fin social aparece como elemento
sustancial o contenido contractual, conocido y asumido por las partes. Lógicamente el cono-
cimiento del fin pretendido por el disponente debe ser conocido por el autor de la simulación,
como requisito del dolo necesario para conformar el tipo subjetivo de la estafa.
(149) RG, 73, 284, citado reiteradamente en la literatura: el Reichsgericht recha-
zó la calificación de estafa, pese al incumplimiento de aquella condición y consecuente-
mente del fin político-económico pretendido de ayuda a zonas deprimidas. Otro
supuesto famoso es el de la oferta de compra de acciones de la Volkswagen, oferta res-
tringida a los empleados que acabó siendo utilizada a través de «hombres de paja» por
numerosas personas que no tenían derecho a ello; aunque las numerosas resoluciones a
que dio lugar, no siempre fueron coincidentes en la argumentación ni en el fallo, cuando
condenan lo hacen en base al engaño sobre la pertenencia al círculo de autores legitima-
dos para el acceso a la compra, prescindiendo de justificar el daño patrimonial; si bien
algunas sentencias aluden a los «objetivos sociopolíticos» no se relaciona con la «dismi-
nución patrimonial»: Cfr. MüLLER, «Der widerrechtliche Bezug von Volkswagen Ak-
tien», Deustche Richterzeitung 1963, 55 ss. Sobre estos supuestos y otros similares, Cfr.
MOHRBOTIER, «Der Bettel, Spenden ... » cit., 225 SS.
(150) Por ejemplo para ayuda a jóvenes drogadictos excarcelados, caso tratado en
la sentencia ÜLG KbLN 23-1-1979, absolviendo al acusado. Sentencia comentada por
SONNEN, «Die Soziale Zweckverfhelung beim Betrug», JA, 1982, 593 s., manifestando
su acuerdo con la resolución: en los negocios mixtos donde concurre un componente
de finalidad social, el daño sólo puede afirmarse cuando no exista paridad económica
entre las prestaciones.
(151) La mayoría de la doctrina considera que el § 264 constituye un adelanto de
la protección que brinda la estafa genérica, (Vorfeld des Betruges), y por tanto un delito
de peligro para el patrimonio (público): GERHOLD, Zweckverfehlung, cit., 78 s.; HACK,
122 Adela Asua Batarrita
(158) CRAMER, SCH/SCH, StGB § 263, Rn. 81, considera que se trata de una teo-
ría que avanza en los últimos tiempos, porque ofrece una versión del daño patrimonial
que trata de conciliar el criterio formal de evaluación del daño del concepto jurídico con
el criterio objetivo del valor abstracto del concepto económico.
LACKNER,LK, § 263, Rn. 124, manifiesta que «es posible que la teoría personal
tenga futuro», pero a la vez muestrá sus recelos por la inseguridad jurídica derivada de
las formulaciones de daño personal, frente a la mayor precisión de los conceptos elabo-
rados durante varias décadas por la tradición doctrinal y jurisprudencial. SCHMIDHAU-
SER, Strafrecht, BT, 2. Auf. Tübingen, 1983, 112· llega a manifestar que la teoría
personal constituye por el momento el punto final de una discusión mantenida durante
varias décadas, apreciación que GERHOLD, Zweckverfehlung... cit. 27, n. 0 59 considera,
como mínimo, «prematura».
(159) OTIO, Die Struktur des strafrechtlichen Vermogensschutzes, Berlin, 1970.
(160) Tempranamente se suma a la orientación personal HARDWIG, «Beitrage zur
Lehre vom Betruge», GA, 1956, 6 ss. Posteriormente, HEINITZ, «Urteilsanmmerkung zu
BGHSt. 22, 88», JR 1968, 387 s.; SCHMIDHAUSER, Strafrecht, BT, 2. Auf. Tübingen,
1983, 112; Más recientemente y con detenida argumentación, HARTMANN, Das Pro-
blem der Zweckverfehlung... cit., 89 ss.
Coinciden con el concepto personal de daño patrimonial, aunque refiriéndo-
se a ámbitos concretos de defraudación: SCHLÜCHTER, «Der Vermogensschaden im
Sinne § 263 StGB aus wirtschaftlicher Sicht, dargestellt am Fall von Vertrags-
schlüssen, erschlichen durch Tauschung über die Bedeutung des Bestellscheins»,
MDR 1974, 617 ss.; F'RANZHEIM/KRUG, «Betrug durch Erschleichen von Unters-
chriften» GA, 1975, 97 ss.; y JAKOBS,"«Die objektiv-individuelle Schadensermitt-
lung beim Betrug»JuS 1977, 228 ss. quien explícitamente (Ibidem, 231n. 0 27)
reconoce la proximidad de sus planteamientos con la teoría personal, a la que no
obstante critica por conceder aún demasiado peso a lo económico, al menos en las
formulaciones teóricas al supeditar el carácter patrimonial a los «fines económicos»
o al ámbito de los «resultados económicos».
(161) WEIDEMANN, Das Kompensationsproblem beim Betrug, Bonn 1972, 199
SS.
(162) MOHRBOTIER, «Der Bettel -Spenden- und Subventionserschleichungbe-
trug, ein Beitrag zur modemen Vermogensbegriff», GA 1969, 225 ss. y «Grenzen des
Vermogensschutzes beim Betrug», GA 1975, 41 ss. La formulación de MoHRBOTIER es
calificada de «dualística-dialéctica>> por Orro, Die Struktur... cit. 27. OTIO rechaza que
MOHRBOTIER avance significativamente sobre la concepción jurídico-económica, ya
que parte de una concepción del patrimonio como «suma de elementos» en cuanto «uni-
dad abstracta de valor», aunque por otro lado acuda a una perspectiva funcional, lo cual
le obliga a manejar dos conceptos distintos de patrimonio, en detrimento de la con-
gruencia conceptual (Orro, op. cit. 83).
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones... 125
A. Presupuestos conceptuales
(173) ÜITO, Die Struktur... cit., 43 ss. y 49 ss. La mera posesión de una cosa, in-
cluso de origen ilícito, pertenece al patrimonio como objeto de protección, aun cuando
la protección que dispensa el ordenamiento jurídico a esta posesión se fundamente sim-
plemente en el interés de mantenimiento de la paz jurídica (p. 55). .
Pese a la coincidencia básica con la concepción jurídico-económica, se destaca
alguna diferencia de valoración, en relación a bienes de mero valor afectivo, que.la con-
cepción personal integra como elementos patrimoniales en tanto desplieguen úna fun-
ción de utilidad para su titular: Cfr. lbidem, 66 s.
(174) ÜITO, Die Struktur... cit. 63 SS.
(175) BoCKELMANN, «Der Unrechtsgehalt...» cit., 248.
(176) BOCKELMANN, «Zum Begriff... » cit., 464.
128 Adela Asua Batarrita
(177) KINDHAUSER, «Tauschung und ...» cit., 408 s.: si se parte de que la protección
del patrimonio como bien jurídico se basa en que el patrimonio sirve al libre desarrollo
de su titular, ¿cómo puede protegerse tal libertad de desarrollo cuando las pautas las
marca la racionalidad del mercado o la voluntad colectiva?.
(178) Orro, Die Struktur, cit., 56: la valoración no puede responder a una configu-
ración de patrimonio como una especie de «peculio muerto» («toten Rathaus»), pues
evidentemente por ejemplo a objetos idénticos se les valora económicamente de forma
distinta según se trate de un contexto de venta al por mayor, o por el contrario al detalle
para el consumidor.
(179) HARTMANN, Das Problem der Zweckverfehlung, cit., 95.
(180) WEIDEMANN, «Zur Frage ... » cit., 992, y Kompensationsproblem, cit., 281.
(181) MOHRBOTIER, «Der Bettel-Spenden ... » cit., 231, insistiendo en que debe
tratarse del fin acordado entre las partes.
(182) Orro, Die Struktur, cit., 56; KINDHÁUSER, «Tauschung ... » cit., 408.
(183) HARTMANN, Das Problem der Zweckverfehlung... cit., 89, con referencias a
los criterios de la ciencia económica, que destaca la importancia de esta confluencia y
por consiguiente Ja necesidad de atender a los intereses que permiten Ja realización del
intercambio de bienes.
El daño patrimonial en la esta/a de prestaciones ... 129
(184) Orro, Die Struktur, cit. 283; HARTMANN, Das Problem der Zweckverfeh-
lung..., cit., 89.
(185) HARTMANN, Das Problem der Zweckverfehlung... cit., 95, 97.
(186) Ibidem, 95.
130 Adela Asua Batarrita
a. Prestaciones bilaterales
4. Recapitulación
(225) EsER, «Die Beeintriichtigung... », cit., 290: un concepto dinámico que to-
me en cuenta la libertad económica como factor constituyente del patrimonio, pue-
de aportar una clarificación que permita la inclusión de nuevas situaciones
materialmente injustas como merecedoras de pena. Acogiendo la argumentación de
BOCKELMAN, «Der Unrechtsgehalt des Betruges», cit., 226, que expresamente cali-
fica de «Convincente», manifiesta la posibilidad de acoger dentro de un precepto le-
gal una modificación de su significado sin necesidad de alterar su concreta
configuración típica.
(226) Orro, Grundkurs Strafrecht, Allgemeine Strafrechtslehre, 3. Auf. Ber-
lin/New York, 1988, 8: el bien jurídico descrito en cada tipo delictivo particular alu-
de a la relación real de la persona respecto a valores reconocidos por la comunidad
jurídica -unidades funcionales sociales (sozialen Funcktionseinheiten)- en la
cual el sujeto jurídico se desenvuelve personalmente en conformidad con el ordena-
miento jurídico; RUDOLPHI, «Los diferentes aspectos del concepto del bien jurídi-
co»; Nuevo Pensamiento Penal, 1975, 343 ss., 344: «el bien jurídico es
precisamente la función social misma y no solo aquello cuya existencia en la reali-
dad consiste en un ser-en función»; por ello, añade, el substrato real del bien jurídi-
co «propiedad», «no es un estado determinado sino la función de la cosa en su
correspondencia jurídica con el propietario que le abre a éste la posibilidad de un
determinado dominio y a la vez un desarrollo de la personalidad mediante el apro-
vechamiento de estas posibilidades». Asimismo TIEDEMANN, Tatbestandfunktionen
im Nebenstrafrecht, Tübingen, 1969, 115 ss. insiste en que el significado dogmático
del bien jurídico se basa en un concepto relacional (Beziehungsbegrift): «no es un
estado ni (únicamente) un juicio de valor objetivo, sino la relación (valiosa) entre
·.personas e intereses es lo que constituye el substrato que fundamenta el concepto
del bien jurídico». Sin embargo en el ámbito de la estafa rechaza la perspectiva in-
dividual de la teoría de la frustración del fin social en las disposiciones patrimonia-
les de los particulares, como un entendimiento falsamente antropológico que
conduce a desvirtuar la lesión patrimonial diluyéndola en la lesión de la libertad de
disposición («Der Subventionsbetrug», ZStW, 1974, 910 ss.).
140 Adela Asua Batarrita
En nuestro país, por ejemplo BUSTOS, Control social y sistema penal, Bar-
celona, 1987, 191, rechaza un concepto formal del bien jurídico definiéndolo como
una «síntesis normativa determinada de una relación social concreta y dialéctica»
que ha de implicar la participación de los sujetos en el proceso social. Si bien en otro
lugar (Bases críticas de un nuevo derecho penal, Bogotá 1982, 72) alertaba la nece-
saria diferenciación entre el bien jurídico y sus presupuestos, que son las relaciones
sociales, las posiciones que en ellas ocupan los individuos, su intermediación e inte-
racción, que es Jo que explica Ja significación y legitimidad de la protección penal,
pero que no es lo mismo que el bien jurídico, fórmula sintética de lo que se protege
realmente. Tal vez por ello al definir el bien jurídico patrimonio en su Manual de
Derecho Penal, Parte Especial, asume la concepción jurídico económica sin mayo-
res matizaciones. La diferencia entre Ja justificación del carácter valioso de una si-
tuación o relación, que constituye el motivo del legislador al optar para su
protección, y lo que constituye estrictamente el objeto de protección, se encuentra
en la base de las distintas concepciones del patrimonio como bien jurídico-penal. La
cuestión reside en determinar hasta qué punto ese substrato legirnitador debe aflorar
en la estimación material o sustancial del bien jurídico de cara a apreciar la lesión
del mismo.
No es posible aquí examinar las distintas concepciones sobre el bien jurídico
y sus consecuencias en la determinación del alcance de cada bien jurídico particular pro-
tegido en los tipos penales, pues ello requeriría una investigación independiente y de
gran envergadura. Unicamente interesa poner de relieve la necesidad de revisar la con-
gruencia entre las elaboraciones teóricas generales y la proyección de las mismas en el
análisis del injusto de los tipos penales.
El daño patrimonial en la esta/a de prestaciones ... 141
(227) Me refiero a la idoneidad del tipo común de la estafa para la acogida de la casuís-
tica general del fraude generado mediante engaño en el contexto comunicacional autor-víc-
tima. Problema dístinto es la necesidad de tipos complementarios para acoger modalidades
defraudatorias a través de aparatos mecánicos o instrumentos informáticos, que hacen nece-
saria una tipificación especial ajustada a sus particularidades (el Proyecto de código penal
1992, art. 252,2, recoge junto a la estafa, la manipulación informática con resultado de per-
juicio). Igualmente cuestión dístinta es la conveniencia político-criminal de tipificación es-
pecífica de fraudes o abusos en relación a subvenciones públicas, -materializada en el art.
350 del c.p.- supuestos en el que la dimensión pública de los recursos en cuanto a su vin-
culación funcional a fines de interés general en la actividad de fomento, hace que Ja perspec-
tiva patrimonial resulte insuficiente para captar el interés necesitado de protección: la
obtención de los fines específicos de la subvención en conformidad con el programa que ins-
tituye la ayuda poública Aparte de las insuficiencias reales -en este caso sí- del tipo de
estafa para acoger gran parte de las modalidades de fraude de subvenciones.
(228) HARTMANN, Das Problem der Zweckverfehlung, cit. 77.
142 Adela Asua Batarrita
l. Fundamentación dogmática
(237) GERHOLD, Zweckverfehlung, cit., 30; HARTMANN, Das Problem der Zweck-
verfehlung, cit., 85.
(238) WEIDEMANN, Kompensationsproblem, cit., 97; GERHOLD, Zweckverfehlung,
cit., 30; HARTMANN, Das Problem der Zweckverfehlung, cit., 85.
(239) CRAMER, Vermogensbegriff, cit., 214 ss.
(240) WEIDEMANN, Kompensationsproblem, cit., 212.
(241) WEIDEMANN, Kompensationsproblem, cit., 208; en sentido similar, HERZ-
BERG, «Bewusste Selbstschadigung...» cit., 93 s.
(242) Y por lo tanto se deja de lado realmente la necesidad de acudir a la teoría
de la frustración del fin, como señala HARTMANN, Das Problem der Zweckverfeh-
lung, cit., 84.
(243) Por ejemplo la obligación jurídica de alimentos familiares, o la obligación
jurídicamente establecida a cargo del Estado, de entrega de determinadas prestaciones
sociales regladas, que generan el correspondiente derecho a la prestación en las perso-
nas que ostentan la condición de beneficiario.
146 Adela Asua Batarrita
(262) Ejemplo similar al citado por WESSElS, Strafrecht, BT, cit., 132.
(263) El propio TIEDEMANN, «Subventionsbetrug... », cit., 910, reconoce que las
críticas de incongruencia no son extensibles a la teoría personal del patrimonio, en cuan-
to que una vez concebido el daño de forma dinámica atendiendo a la función del patri-
monio, la frustración ·del fin se incluye sin esfuerzo en el concepto de daño patrimonial.
No obstante TIEDEMANN rechaza la concepción personal o funcional para definir el bien
jurídico patrimonio cuando se trata de patrimonio privado.
(264) Así WESSElS, Strafrech~ BT, cit., 127 y 132; LACKNER, LK, § 263, Rn. 171 ss.
(265) LACKNER, LK, § 263, Rn. 172.
El daño patrimonial en la esta/a de prestaciones ... 151
(269) CRAMER, SCH/SCH StGB, § 263, Rn. 81; LACKNER, LK, § 263, Rn. 170;
MAlwALD, «Belohnung... », cit., 2781.
(270) SAMSON SK, § 263, Rn. 157, denuncia la ambigüedad conceptual a que con-
duce un entendimiento que considere «económico» lo que en sí mismo es antieconómi-
co para el disponente; equiparar fines sociales o beneficios de tercero a utilidades
económicas resulta contradictorio.
(271) LACKNER,LK, § 263, Rn. 170.
(272) HARTMANN, Das Problem der Zweckverfehlung, cit., 130.
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones... 153
(273) HARTMANN, Das Problem der Zweckverfehlung, cit., 125 ss., 130 ss.
(274) Si entramos en el campo de las «creencias» se llega a un terreno resbala-
dizo sobre lo que pueda considerarse engaño objetivamente idóneo para generar
error, lo que requeriría un análisis de las posibilidades de autoprotección de la víc-
tima, según contexto cultural. Aparte de la problemática particular de los miembros
de sectas o grupos similares, donde la subordinación psicológica y manipulación de
la personalidad se gesta a lo largo de un tiempo, llegando a anular la autonomía de
criterio personal, que nos acercan a la esfera de la autoría mediata de delitos de
apropiación.
154 Adela Asua Batarrita
(280) Por ejemplo, el engaño sobre el hecho de estar al corriente de las obligacio-
nes tributarias, requisito que normalmente se exige para acceder a una subvención, no
afectaría al fin primario del programa subvencional, aunque puede considerarse como
fin colateral la delimitación de los destinatarios a quienes no tienen deudas con Hacien-
da. El problema sería distinto en el marco del delito específico de fraude de subvencio-
nes.
(281) Si el fin pretendido es la mejora de la imagen pública, es evidente que su lo-
gro no puede ser inmediato, y que objetivamente lo que puede pretenderse es la creación
de las condiciones que favorezcan tal efecto: este sería el fin concreto sobre el que puede
pactarse un acuerdo. La frustración del fin residiría en el engaño sobre la creación de las
condiciones que favorezcan el fin último pretendido.
(282) GALIAS, «Der Betrug ... », cit., 429.
156 Adela Asua Batarrita
(288) LACKNER, LK, § 263, Rn. 243.; En el mismo sentido, WESSELS, Strafrecht,
BT., cit., 134.
(289) En caso de frustración del fin ilícito, cuando el autor del engaño en absoluto
calculaba dirigir lo recaudado a tal destino, estaríamos normalmente ante una tentativa
totalmente inidónea respecto al delito de colaboración con grupo armado, o en su caso,
ante participación imposible, y por lo tanto ante la impunidad. Salvo que según las cir-
cunstancias del caos pudieran concurrir actos preparatorios punibles.
(290) ÜTIO, Die Struktur, cit., 295: la protección penal del patrimonio no es el
marco para una valoración moral de la conducta de la víctima, o de su conformidad con
el ordenamiento jurídico; BOCKELMANN, «Zum Begriff...», cit., 464: subraya que aun-
que efectivamente las conductas ilícitas o inmorales quedan fuera de los aspectos de la
vida del individuo que pueden recibir protección jurídica, este principio rige tanto para
el estafado como para el estafador, cuya conducta no puede dejar de considerarse penal-
mente ilícita.
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones... 159
(291) WESSELS, Strafrecht, BT, cit., 134: negar la protección penal por la finalidad
ilícita que mueve al disponente, sería conceder una patente de corso para el autor del en-
gaño.
(292) TIEDEMANN, «Subventionsbetrug», cit., 910 ss.
(293) lbidem, 911.
160 Adela Asua Batarrita
(294) lbidem.
(295) Ibidem, 911 s.
(296) lbidem, 912.
(297) Es patente la influencia de TIEDEMANN en la redacción del actual § 264, a
través de su participación como miembro de la Comisión de Expertos para la lucha con-
tra la criminalidad económica (1973). Cfr. Las Recomendaciones de dicha Comisión,
recogidas como apéndice en TIEDEMANN, Subventionskriminalitiit, cit., 370 ss.
El daño patrimonial en la estafa de prestaciones ... 161
(302) TIEDEMANN, LK, § 264, Rn. 8, admite qulla «libertad de disposición» como
tal no es el objeto de protección, ya que en todo caso esa «libertad» se encuentra deter-
minada normativamente, y no se protege en sí misma.
164 Adela Asua Batarrita
l. INTRODUCCION
0
A. El sobreseimiento sin medidas de la regla 6. ªpárrafo 2. del art.
15-1 en virtud del principio de intervención mínima
Los presupuestos para acordarlo son «la poca gravedad de los he-
chos, las condiciones o circunstancias del menor, y que no se hubiese
empleado violencia o intimidación o que el menor halla reparado o se
comprometa a reparar el daño causado a la víctima .... ». Estos requisitos
deben darse de modo acumulativo, atendiendo al Juez a la existencia
conjunta de todos ellos. Los de orden objetivo son la escasa gravedad de
los hechos con la excepción de que no se haya producido violencia o in~
timidación salvo que exista reparación o compromiso en torno a ella. De
orden subjetivo, el atender a las circunstancias personales, familiares y
sociales del menor implicado en los hechos investigados. Estimo que el
principio inspirador de la solución procesal propuesta en esta regla es el
de intervención mínima, considerando el legislador que la escasa enti-
dad de los hechos y las actitudes del'menor no hacen útil y necesaria la
respuesta a su comportamiento punible.
Por todo lo anterior nos hallamos ante una hipótesis incluible en el
número 3. 0 del art. 637 de la LE Criminal y que no genera consecuencia
ni medida alguna procediéndose «a dar por concluida la tramitación de
todas las actuaciones». Se evita con ello además los perjuicios que la
continuación del proceso puede originar al menor, cuando nos hayamos
ante hechos de las características apuntadas, tal como reza la Exposición
de motivos.
La Ley Orgánica 4/92 sobre competencia y procedimiento 181
cultades al respecto creo que son las mismas que las que posee el Juzga-
dor penal en el procedimiento abreviado al que, como se decía, es forzo-
so reconducir la remisión supletoria de la disposición adicional 2.ª. En
concreto será de aplicación el apartado 6 párrafo 1.0 del art. 790 con la
novedad ya apuntada de que si decide sobreseer podrá hacer uso de lo
previsto en la regla 11 apartado C remitiendo al menor a las institucio-
nes de protección, aún sin petición previa.
Entiendo por otra parte que en la fase intermedia el Juez debe depu-
rar la existencia de causas de justificación, de inculpabilidad y de exclu-
sión de la penalidad con más amplitud que lo que ocurre en el proceso ·
por delitos. En primer lugar ha de partirse de la idea a que se aludía al
comienzo de este trabajo, de que sería discriminatorio con el menor de-
lincuente aplicar medidas de respuesta por hechos que para los mayores
de edad no generan consecuencia alguna en el orden penal, y para los
que el legislador punitivo no ha considerado oportuno preveer la corres-
pondiente sanción penal. Además en el procedimiento que estudiamos
es aun más intensa la necesidad de evitar el sometimiento del menor a
los trámites aflictivos del proceso, siendo una solución acorde con la
economía procesal la de apreciar las mencionadas circunstancias de
exención en la fase en que nos encontramos.
· Si el Juez de Menores acuerda la apertura de la audiencia se le re-
querirá al menor y a su representante legal para que designe abogado si-
no lo hubiere hecho antes, como dice textualmente la regla 12, dándosele
traslado del escrito de alegaciones para su contestación en 5 días y pro-
posición de prueba. Reiteramos lo antes afirmado acerca de las faculta-
des del menor para la designación de defensor, siendo también necesario
matizar el empleo de la voz «contestar» que hace alusión a la exigencia
de que el abogado proponga no solo conclusiones sino también alega-
ciones. ·
La tramitación del período procesal estudiado finaliza en la regla 13 ·
de estructura similar a la correspondiente al procedimiento abreviado,
en la que se dispone que el Juez resuelve sobre la proposición de prueba
y en el mismo auto señala el día de comienzo de la audiencia dentro de
los 15 siguientes. Decíamos con anterioridad que el legislador no ha po-
dido preservar del todo la imparcialidad del Juez de Menores. Efectiva-
mente no solo toma declaración al imputado en las hipótesis de la
comparecencia de la regla 6.ª, sino que también decide sobre medidas
cautelares (regla 5.ª) y finalmente sobre la apertura de la audiencia, con
todo lo cual queda contaminado con actividades propias de la fase ins-
tructora e intermedia.
Antes de concluir este apartado debe reconocerse -'-'-Como hacíamos
en el anterior- que nada se opone a que en el trámite procedimental que
contemplamos tengan toda su aplicación las soluciones legales de con-
formidad y consenso previstas para el procedimiento abreviado en el art.
791 de la LE Criminal.
186 Bartolomé Vargas Ca/J<era
17 del Decreto del 48, ha de reservarse para los supuestos de mayor gra-
vedad objetiva y subjetiva. Tanto en esta medida como en la anterior se-
rá siempre preferente, por las razones antes expuestas, la decisión del
Juez de Menores sobre las correspondientes de la Jurisdicción civil. Son
también de aplicación, como con el acogimiento, los preceptos correla-
tivos del Código Civil (art. 172 y concordantes) y el 18 de la ahora lla-
mada LORCPJM. Así los poderes de decisión sobre la persona del
menor y su proceso educativo, podrá el Juez de menores--con flexibi-
lidad- distribuirlos entre los directores de los centros y los representan-
tes legales del menor, reservándose las facultades de control que se
estime pertinentes. En la Resolución que se dicte, como también en la
medida de acogimiento, es necesario concretar todo ello en garantía de
la eficacia del tratamiento y de la estabilidad jurídica de la nueva situa-
ción personal del menor.
guientes del CP. Así se desprende del art. 15-2 de la LORCPJM que al
regular el procedimiento de este supuesto competencial, se remite sin
excepciones al juicio de faltas y entre ellos a los preceptos que obligan
en el mismo a efectuar los consecuentes pronunciai;nientos civiles.
De la resocialización a la nueva custodia. Teoría y
práctica del tratamiento en Cataluña(*)
JOSE ADELANTADO GIMENO
Profesor del De¡>artamento de Sociología de
la Universidao Autónoma de Barcelona
(") Para la confección de este artículo se ha.utilizado parte del material correspon-
diente a una investigación empírica financiada por el Centre d'Estudis Jurídics i Forma-
ció Especialitzada del Department de Justícia (Generalitat de Catalunya) llevada a cabo
durante el mes de julio de 1991. En el texto, las notaciones GP, AT, AR e IN, seguidas
de un número, corresponden a las entrevistas de investigación realizadas a 5 Gestores
Políticos (GPn), 9 funcionarios del Area de Tratamiento (ATn), 11 funcionarios del
Area de Régimen (ARn) y a 10 internos (INn).
200 José Adelantado Gimeno
(1) Cfr. G. SMAUS (1985) en «Le legittimazioni tecnocratiche del diritto penale:
fuga in avanti nella prevenzione generale», y el mismo A. BARATIA (1986b).
De la resocialización a la nueva custodia. Teoría ... 201
(2) Una de cuyas figuras principales serán los DAM .(Delegados de Asistencia al
Menor). Para una aproximación al perfil socioprofesional de los DAM consultar C. RIM-
BAU (1990) «Els DAM, un projecte d'intervenció social amb perspectives de futur».
202 José Adelantado Gimeno
(3) La resolución del conflicto entre distintos agentes políticos (Estado Central,
Generalitat de Catalunya, Ayuntamientos y Vecinos) y sus respectivas estrategias hasta
la implantación definitiva en «Quatre Camins», ha sido analizado por ALBERT BATLLE
(1989), de la Universidad Autónoma de Barcelona, en un trabajo inédito: El procés
d'implementació de la «presó de la Roca».
(4) Un análisis sociológico, con manejo de datos cuantitativos sobre el volumen
de la población reclusa en Cataluña es el de R. BONAL y J. COSTA (1986): «La població
reclusa a Catalunya. Dades pera un treball social penitenciari».
De la resocialización a la nueva custodia. Teoría ... 203
dad. Ese es el objetivo que se persigue con las Secciones Abiertas, con
la Libertad Condicional y con las salidas programadas» (GPJ) (11).
(11) El modelo teórico con que se operaba sobre el trabajo social penitenciario está
parcialmente expuesto en A. EsTEIA (1987); J. M. PuuAN (1987); J. FONT y F. LARRAU-
RI (1988). Para el caso de Italia una exposición teórico-crítica sobre el trabajo social pe-
nitenciario es la que realiza R. BREDA (1985).
208 José Adelantado Gimeno
de mayor control físico sobre los internos (S. González, 1991). La instru-
mentación práctica de esa demanda casa mal con la ideología resocializa-
dora y con el control judicial de la ejecución penal, aunque legitima la
e:idstencia de la cárcel y su función tradicional de aislamiento y control.
Tras la pérdida definitiva del papel de la cárcel como instrumento de
regulación del mercado de trabajo, y del desarrollo de las cárceles de
máxima seguridad, la meta resocializadora en el marco penitenciario ha
jugado y está jugando un papel de superación de la crisis de la prisión
(B. Mapelli, 1986a). Gracias a su cambio de significado, la cárcel (y el
Derecho penal) aparece no como un instrumento reproductor de la desi-
gualdad social y de los valores hegemónicos culturalmente. (A. Baratta,
1986a), sino más bien como un ensayo de vida social. Se pretende hacer
creer a la comunidad la bonanza de la prisión a través de sus funciones
resocializadoras. Los contactos exteriores, los talleres en el centro, las
relaciones íntimas y otras circunstancias del actual derecho penitencia-
rio sólo deben contemplarse como medidas de progreso en tanto que
tiendan a la superación de la pena y de la cárcel misma, pero puestas al
servicio de las metas resocializadoras --como sucede hoy- aquellas
medidas se convierten en instrumentos de control. La privación de liber-
tad multiplica sus efectos y funciones disciplinarias si a ella se suma el
chantaje institucional a través de las medidas atenuadoras distribuidas
entre los internos en base a criterios resocializadores.
Esos elementos de carácter reeducador en teoría, se utilizan como
recursos organizativos para la gestión del conflicto en la institución pe-
nitenciaria. De ese modo, tanto el tratamiento penitenciario como las al-
ternativas de prisión abierta, cobran gran trascendencia pero no como
plasmación del avance de las ideas resocializadoras, sino como elemen-
to regulador del conflicto interior. Sobre el funcionamiento de las Insti-
tuciones Penitenciarias en Catalunya, recientemente se han realizado
dos estudios que ofrecen conclusiones parciales en ese sentido. F. Eleja-
barrieta, S. Perera y A. Ruiz (1991: 254 y 263) encuentran que en la re-
presentación del sistema de fases, para funcionarios de vigilancia y
técnicos el programa de clasificación es positivo en la medida que «apa-
cigua» y reduce el nivel de conflictividad. Mientras que S. González
(1991: 132y135) opina que en la práctica, el tercer grado-medio abierto
existente, globalmente puede explicarse más como un instrumento de la
gestión del conflicto institucional en el interior de los centros (regulador
de la tensión institucional); que como un sistema alternativo a la prisión
tradicional para cumplir penas.
Los permisos penitenciarios y las salidas programadas también se
sustentan en los principios resocializadores. Para E. Pérez Fernández
(1990), las salidas programadas tratan de posibilitar la vinculación entre
la prisión y la comunidad y sirven para evitar que el interno interrumpa
sus relaciones con la sociedad. El fundamento teórico del programa re-
habilitador de salidas programadas, se encuentra en el espíritu resociali-
zador de la legislación penitenciaria y en los requerimientos técnicos de
De la resocialización a la nueva custodia. Teoría ... 209
(12) A este respecto es muy pertinente la aclaración crítica que realizan F. ELFJA-
BARRIETA, S. PERERA y A. Ruiz (1991: 20). «Tanto las publicaciones sobre la experien-
cia del sistema de fases desarrollado en Centro de Jóvenes de Barcelona como en el
Programa de Clasificación de la Dirección General se establece que el modelo teórico
de base se encuentra en los principios del condicionamiento operante y en la teoría del
aprendizaje social. El primer fundamento es correcto, ambas concepciones se asientan
en los principios del condicionamento operante, pero poco hay de la teoría del aprendi-
zaje social, desarrollada básicamente por A. BANDURA (1974). Esta teoría, de entrada,
diferencia entre aprendizaje de conductas y ejecución de esas conductas, y al postular la
existencia de cuatro procesos básicos que dirigen el aprendizaje (atención, retención, re-
producción y motivación) con toda una serie de factores condicionantes para cada pro-
ceso, deja poco margen de utilización de sus postulados para el ámbito de prisiones».
De la resocialización a la nueva custodia. Teoría ... 211
(13) «En consonancia con la Ley Empírica del Efecto establecida en el modelo del
condicionamiento operante, podía esperarse que el cambio de unidad de los internos en
sentido ascendente funcionara como refuerzo y, por tanto, incrementara la frecuencia
futura de los comportamientos apropiados. Mientras que cabía esperar que el cambio de
unidad de los internos en sentido descendente funcionara como castigo y, por ello, redu-
jera la emisión futura de los comportamientos no deseados» (Cfr. S. REDONDO, M. Ro-
CA, E. PÉREZ, A. SÁNCHEZ y E. DEUMAL; 1990).
De la resocialización a la nueva custodia. Teoría ... 213
les; pues la paz social es posible mantenerla con menos gastos. Esa di-
námica erosiona el funcionamiento de la ideología resocializadora y
conduce al raquitismo de los recursos económicos y humanos de tal mo-
do, que en el Estado español casi ha sido imposible su puesta en marcha.
De hecho, como señala J. Alarcón Bravo (1989: 16), en el primer dece-
nio de la LOGP «la tarea de clasificación, tan fundamental en el queha-
cer penitenciario es la que ha llegado a un mayor de desarrollo, mientras
que las tareas de programación y ejecución de métodos de tratamiento,
siguen sin tener entidad pese a la claridad legal».
El cuadro general que se presenta es el de mantener la ideología re-
socializadora porque lo manda la Constitución y, sobre todo, porque tie-
ne efectos positivos para la legitimación de la gestión. La resocialización
permite ser instrumentalizada al posibilitar que la clasificación-trata-
miento se convierta en un recurso organizativo para alcanzar la paz ins-
titucional. Pero, al mismo tiempo, la escasez de recursos presiosa sobre
las condiciones de trabajo y hace que se degrade la rigurosidad profesio-
nal. La masificación, la falta de atención adecuada a los internos y el
empeoramiento de las condiciones de trabajo de todos los funcionarios,
son algunos de los motivos por donde tienden a explotar las tensiones.
En el funcionamiento de la Dirección General de Serveis Peniten-
ciaris i de Rehabilitació de la Generalitat de Catalunya también se ob-
serva ese proceso. Todas las críticas convergen en señalar el mal
funcionamiento de la reeducación y reinserción social en tanto que
orientación de las penas privativas de libertad. La crisis de la ideología
resocializadora ha modificado los objetivos políticos de gestión y orien-
tado los gastos sociales de los Servicios Penitenciarios hacia una nueva
custodia. Por otra parte, los mitos de la resocialización y el tratamiento
han tocado fondo y han hecho cambiar el orden de prioridades en la eje-
cución penal. Si hasta mediados de los ochenta aún se prefería en Cata-
luña la reinserción sobre el encarcelamiento puro y duro, en la actualidad,
el mismo Régimen Abierto está subordinado al orden interior. Final-
mente, la falta de recursos destinados a la política criminal deteriora la
calidad asistencial, hasta convertirla en mera caridad.
La legitimación política de la cárcel a través de la resocialización y
del tratamiento penitenciario y postpenitenciario tenía lugar en el proce-
so de transición a la democracia. Pero en la medida en que la gestión del
Estado se realiza desde una correlación de fuerzas favorable a las ideas
neoliberales, la demanda al sistema penitenciario así como su dinámica
autónoma, tienden a girar hacia una nueva custodia en detrimento de la
resocialización como supuesto valor progresista:
«La masificación es un problema más peligroso que la eficacia de
la resocialización La falta de personal hace que al final siempre se va-
ya a la vigilancia en vez de al tratamiento, por eso se construyen cárce-
les en vez de aumentar el número de funcionarios de vigilancia y de
tratamiento» (AR6). «El problema es político, las prisiones no venden
votos; no quieren dedicarse a la prevención y, por contra, se sigue una
216 José Adelantado Gimeno
5. A modo de conclusión
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CRONICAS EXTRANJERAS
Artículo l. 0
DISPOSICIONES PRELIMINARES
l. Una ofensa definida por este Código o por otro estatuto de este
mismo estado, que autorice una sentencia /de muerte/ o de prisión cons-
tituye un delito. Los delitos son clasificados como graves, menos graves
y leves.
2. Un delito es grave si así está designado en este Código o si las
personas convictas por él pueden ser sentenciadas /a muerte/ o a prisión
por un término mayor de un año, independientemente de que se extienda
dicho término
3. Un delito es menos grave si así está designado en este Código o
en otro estatuto que se promulgue posteriormente.
4. Un delito es leve si así está designado en este Código o por
cualquier otro estatuto que se promulgue posteriormente. O si así está
definido en otro estatuto, que ahora dispone que una persona convicta
por él pueda ser sentenciada a prisión por un término que no exceda de
un año.
5. Una ofensa definida por este Código o por cualquiera otro esta-
tuto del estado constituye una violación si así está designado en este Có-
digo o en la ley que define la ofensa o si la única sentencia autorizada
para la convicción es una multa, o multa y confiscación o cualquier otra
penalidad civil; o si es definida por otro estatuto que no sea este Código
que ahora establece que la ofensa no constituye un delito. Una contra-
Texto en español de la Parte General del C.P.M. 227
§ 1.05 Todas las ofensas son definidas por estatuto, aplicación de las
disposiciones generales del Código:
§ 1.06 Prescripción
cual no ha sido dejada sin efecto, revocada o anulada, siempre que tal
absolución, orden final o sentencia necesariamente requiera una deter-
minación incompatible con un hecho que deba establecerse para la con-
vicción de la ofensa, por la cual el acusado es ulteriormente enjuiciado.
§ 2.08 Intoxicación
§ 2.09 Coacción
Será una defensa afirmativa que el autor, que haya incurrido en la con-
ducta imputada y constitutiva de delito, no hace más que ejecutar una orden
de su superior en las fuerzas armadas la cual desconoce que sea ilegal.
244 Ernesto Chiesa Aponte; Jaime E. Granados Peña
§ 2.11 Consentimiento
§ 2.13 Entrampamiento
2. Significado de la posesión
Para los propósitos de la subsección (1) de esta sección:
a) una persona que le ha pasado la custodia de propiedad a otra
que se niega a restituírsela no se considerará en posesión de ésta, a me-
nos que se trate de propiedad mueble y todavía estuviese localizada en
un inmueble en su posesión.
b) una persona que ha sido desposeída de un inmueble no recupera
la posesión de éste por el mero acto de poner sus pies sobre él;
c) una persona que tenga licencia para usar u ocupar una propie-
dad real se considerará en posesión de éste excepto contra el titular que
actúe en reclamo de un derecho.
3. Limitaciones al uso justificable de la fuerza
a) Requerimiento para desistir. El uso de fuerza es justificable
bajo esta sección solo si el autor primero requiere a la persona contra la
cual se utiliza la fuerza que desista de su interferencia con la propiedad,
a menos que el autor crea que:
(i) tal requerimiento sería inútil; o
(ii) sería peligroso para él u otra persona hacer tal requerimien-
to; o
(iii) la condición física de propiedad que se intenta proteger
con el uso de la fuerza sufriría un daño sustancial antes
de que el requerimiento pueda ser efectivamente he-
cho.
b) Exclusión de transgresor. El uso de fuerza para evitar o termi-
nar una transgresión no es justificable bajo esta sección si el autor sabe
que la exclusión del transgresor lo expondrá a peligro sustancial de serio
daño corporal.
c) Resistencia a reingreso o recuperación legal. El uso de fuerza
para evitar el ingreso o reingreso en inmueble o la recuperación de pro-
piedad mueble no es justificable bajo esta sección, a pesar de que el au-
tor crea que tal reingreso o recuperación es ilegal, si:
(i) el reingreso o recuperación es hecho por o en nombre de
la persona que fue realmente desposeída de la propiedad;
y
(ii) sea de otro modo justificable bajo la sección (l)(b) de esta
sección.
d) Uso de fuerza mortal. El uso de fuerza mortal no es justifica-
ble bajo esta sección, a menos que el autor crea que:
(i) la persona contra la que se usa la fuerza está intentado
desposeerlo de .su domicilio de otro modo que no sea so
color de un derecho de posesión; o
(ii) la persona contra la cual se usa la fuerza está intentado
cometer o consumar un incendio, escalamiento, robo u
otro delito grave contra la propiedad, o destrucción de
propiedad, y;
Texto en español de la Parte General del C.P.M. 251
(ii) el arresto hubiera sido legal si los hechos hubieran sido como él los
creyó.
S. Uso de fuerza para evitar un suicidio o la comisión de un de-
lito
a) el uso de fuerza sobre o hacia otra persona es justificable cuando
el autor cree que tal fuerza es inmediatamente necesaria para evitar que esa
otra persona cometa suicidio, inflija serio daño corporal a sí misma, realice
o consuma la comisión de un delito que envuelva o amenace daño corporal,
daño a o pérdida de propiedad o alteración a la paz, excepto que:
(i) cualquier limitación impuesta por otras disposiciones de
este artículo sobre la justificación del uso de fuerza en
defensa propia, para la defensa de otros, la defensa de la
propiedad, la realización de un arresto o la previsión de
una fuga, deberá aplicar, a pesar de, la criminalidad de la
conducta contra la que se usa fuerza; y
(ii) el uso de fuerza mortal no está justificado en ningún caso
bajo esta subsección a menos que:
1) el autor crea que existe un riesgo substancial de que la persona que él
quiere evitar que cometa el delito, cause la muerte o serio daño corporal a otra,
a no ser que la comisión o consumación del delito sea evitada y que el uso de tal
fuerza no presente un riesgo substancial de lastimar personas inocentes; o
2) el autor cree que el uso de dicha fuerza es necesaria para suprimir
un alboroto o motín después de que a los alborotadores o amotinados se les
haya ordenado a dispersarse y advertidos, en cualquier manera particular,
que la ley pueda requerir, que tal fuerza será usada si ellos no obedecen.
b) la justificación concedida por esta subsección se extiende al uso
de confmamiento como fuerza preventiva sólo si el autor toma todas las
medidas razonables necesarias para finalizar el confinamiento tan pron-
to como él sepa que pueda hacerlo con seguridad, a menos que la perso-
na confinada haya sido arrestada por la imputación de delito.
§ 3.11 Definiciones
Salvo que esté autorizada por ley, una persona comete un delito me-
nos grave si fabrica, repara, vende o de alguna manera brega con, usa o
posee algún arma ofensiva. «Arma ofensiva» significa cualquier bomba,
ametralladora, escopeta de cañon recortado", arma de fuego especial-
mente hecha o adaptado para dispararse disimulada o silenciosamente,
cualquier macana, cachiporra, manopla, daga u otra herramienta para la
inflicción de grave daño corporal que no sirva· para ningún propósito le-
gal. Es una defensa bajo esta sección que el imputado debe probar por
preponderancia de la prueba que él poseía o bregaba con el arma única-
mente por curiosidad o en una representación dramática, o que la poseía,
por breves momentos como consecuencia de haberla encontrado o to-
mado de su agresor, o bajo circunstancias similares que nieguen cual-
quier propósito o probabilidad de que el arma sería usada ilegalmente.
Las presunciones dispuestas por la Sección 5.06(3) son aplicables a los
procesamientos bajo esta sección.
Artículo 6.0
REGIMEN DE IAS PENAS PARA LOS OFENSORES
§6.03 Multas
Una persona que ha sido convicta de una ofensa puede ser senten-
ciada a pagar una multa que no exceda de:
l. diez mil dólares (US$10,000) cuando la convicción es por un
delito grave qel primer o segundo grado;
2. cincd· mil dólares (US$5,000) cuando la convicción es por un
delito grave del tercer grado;
3. mil dólares (US$1,000) cuando la convicción es por un delito
menos grave;
4. quinientos dólares (US$500) cuando la convicción es por un de-
lito leve o una contravención;
5. ninguna cantidad mayor igual al doble de la ganancia pecunia-
ria derivada de la ofensa por el ofensor;
6. ninguna cantidad mayor específicamente autorizada por estatuto.
Una persona que ha sido convicta de un delito grave, puede ser sen-
tenciada a reclusión, como sigue:
l. En el caso de un delito grave del primer grado, por un término
mínimo, que sea fijado por el Tribunal, en no menos de un año, ni más
de diez años; el término máximo será reclusión de por vida;
2. En el caso de un delito grave del segundo grado, por un término
mínimo, que será fijado por el Tribunal, en no menos de un año, ni más
de tres años; el término máximo será de diez años.
3. En el caso de un delito grave del tercer grado, por un término
mínimo que será fijado por el Tribunal en no menos de un año, ni más
de dos años; el término máximo será de cinco años.
Una persona que ha sido convicta de un delito grave puede ser sen-
tenciada a reclusión, como sigue:
l. En el caso de un delito grave del primer grado, por un término
mínimo que sea fijado por el Tribunal en no menos de un año, ni más de
diez años, y un máximo no mayor de veinte años o reclusión de por vida;
2. En el caso de un delito grave del segundo grado, por un término
mínimo que será fijado por el Tribunal en no menos de un año, ni mayor
de tres años, y un máximo no mayor de diez años;
3. En el caso de un delito grave del tercer grado, por un término
mínimo, que será fijado por el Tribunal en no menos de un año, ni mayor
de tres años, y un máximo no mayor de cinco años.
Texto en español de la Parte General del C.P.M. 275
Una persona que ha sido convicta por un delito menos grave o por
delito leve puede ser sentenciada a reclusión por un término definido
que será fijado por el Tribunal y que no excederá de un año en el caso de
delito menos grave o de treinta días en el caso de delito leve.