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ENFOQUES PEDAGÓGICOS

RELATORIA1

El proceso de enseñanza-aprendizaje ha sido inherente al desarrollo de la humanidad, pero solo


adquiere su estatus de objeto de estudio cuando se configura la pedagogía como ciencia.
Durante decenas de años, la reflexión pedagógica ha posibilitado la reestructuración de las
teorías, para formular planteamientos que respondan de manera más efectiva a las necesidades
de los educandos y/o educadores.

Es así como haremos un breve recorrido por algunos de los enfoques pedagógicos más
relevantes, que pretenden explicar el fenómeno de enseñanza-aprendizaje, los cuales se han
convertido en paradigmas que definen y orientan desde las estrategias didácticas hasta la
secuencias de enseñanza, sin dejar de lado las políticas educativas.

ESCUELA NUEVA

Los inicios de este enfoque se remontan a finales del siglo XIX. Hace parte de la corriente
naturalista y se fundamenta en la pedagogía positivista y pragmática. También se le conoce
como Escuela Activa y nace como respuesta a las necesidades que no lograban ser resueltas con
la escuela tradicional.

Desde este paradigma, la educación es considerada como la esperanza de paz, tras finalizar la
Primera Guerra Mundial y representó el renacimiento de una sociedad golpeada por la violencia.
Se fundamenta en los principios de la psicología del desarrollo infantil, denuncia la pasividad, el
intelectualismo, el magistrocentrismo, la superficialidad, el enciclopedismo, con el propósito de
reevaluar los roles de los diferentes participantes del proceso educativo. De esta manera se
concibe al educando como un sujeto activo, en constante desarrollo y con diversas aptitudes.
No se concibe el aprendizaje que no parte de una necesidad o interés del niño. Por lo tanto, el
rol del docente también se transforma y se centra en el afecto y la camaradería; este comienza
a ser concebido como un auxiliar del desarrollo.

Asimismo, los ambientes de aprendizaje también se transforman, pues cobran vital importancia
las experiencias cotidianas como fuente del interés del niño, en los que pudiera expresarme con
mayor libertad y de acuerdo a su ritmo de desarrollo y aprendizaje. Esta transformación de la
escuela obedece también a la necesidad de que la educación sea una preparación para la vida,
entendiendo a los miembros de la comunidad como coequiperos y no como rivales en una
competencia.

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Realizado por Jannis Estacio Arboleda, estudiante de Especialización en Lúdica Educativa, Grupo 02-20-2018
Como teóricos representativos de este enfoque podemos mencionar a Rousseau, Pestalozzi,
Tolstoi, Dewey, Montesori, Ferrieri, Cousinet, Freinet, Piaget, Cleparede y Decroly (Palacios, 1999).

PEDAGOGÍA LIBERADORA

Este enfoque está estrechamente ligado al pedagogo Paulo Reglus Neves Freire, quien abordó
el tema de cómo influye la cultura dominante en la legitimización de ciertas relaciones sociales.
Para Freire los procesos educativos deben estar centrados en el entorno de los alumnos y estos
deben entender su realidad como parte de su actividad de aprendizaje. (Pedagogía del
Oprimido, 1999).

Con una clara influencia del marxismo, el pedagogo recrea en el contexto educativo, la dinámica
colonizado-colonizador (burguesía/proletariado) que venía imperando en la época, y rescata la
labor educativa como la posibilidad de acompañar a los individuos en la conquista por la libertad.
De modo que este discurso pedagógico democratiza –si puede llamarse así- el proceso
formativo y pone en relieve el impacto social que acarrea plantear como fundamento la
trasformación social a partir del presupuesto “no pienso auténticamente si los otros tampoco
piensan”.

Desde este punto de vista, este paradigma aborda conceptos claves como la deshumanización
(consecuencia de la opresión), educación bancaria (el educando es objeto en el proceso, padece
la acción del educador y el saber es un depósito), educación problematizadora (contraria a la
unidireccionalidad y reconoce el diálogo de ida y vuelta), dialogicidad (encuentro de hombres
como práctica liberadora).

Este paradigma se hace fuerte en américa latina en los años 70, con influencia de las nuevas
tendencias del catolicismo y se nutre de corrientes filosóficas como la fenomenología, el
existencialismo y el hegelianismo. También es importante resaltar que con este enfoque se logra
desenmascarar la brecha existente entre la teoría y la praxis, ya que el proceso enseñanza-
aprendizaje tiene como fin el impacto en la sociedad.

ENFOQUE COGNITIVO

Gracias a los avances en los estudios neurológicos fue posible conseguir una mayor comprensión
del funcionamiento de la mente y la cognición, a través de la comprensión de la célula nerviosa
y las redes neurales; consiguiendo la consolidación de un paradigma que pretende explicar la
complejidad de la individualidad y de los grupos sociales. Alrededor de los 50 diversas áreas del
conocimiento (filosofía, lingüística, psicología, computación, antropología, sociología y
neurociencia) se encaminaron hacia un mismo objetivo: el funcionamiento cerebral. Indagaron
sobre la inteligencia, mecanismos biológicos, el rol del ambiente cultural, físico y social, el
aprendizaje, la adaptación y el desarrollo de la cognición y su estrategia para abordar estos
fenómenos dejó de ser la conducta y los objetos de observación y pasó a ser los procesos y
representaciones mentales que estaban en juego entre el estímulo y la respuesta.

Inicialmente se centraron en la analogía computacional para referirse a los procesos mentales,


pero poco a poco fue evidente que esta era insuficiente para explicar los fenómenos cerebrales
y mentales. Los inicios de este enfoque también se remontan a Piaget, por la concepción del
conocimiento como una interpretación activa de los datos empíricos. También influyó Chomsky
con su propuesta lingüística. Herbert Simón (1976) pionero en inteligencia artificial, diferencias
representacionales entre un experto y un aprendiz.

Jerome Bruner puso sobre la mesa la predisposición del niño para aprender ante condiciones
estimulantes, la estructura del conjunto de conocimientos y la evaluación del proceso al tener
en cuenta recompensas y castigos. Considera que el aprendizaje debe ser inductivo; es decir,
explica que el sujeto aprende lo específico y descubre generalizaciones. Por otro lado, David Paul
Ausubel propone el aprendizaje significativo. Varía con relación a los postulados de Bruner ya
que considera que el aprendizaje se hace por recepción, y manifiesta que se deben seleccionar
cuidadosamente los materiales de enseñanza y las secuencias deben ser pensadas
cuidadosamente. Cree que el aprendizaje debe ser deductivo, es decir partir de la comprensión
de los conceptos generales. Lo que comparten estos teóricos es que conciben el aprendizaje
como la organización de la nueva información en sistemas codificados.

Este enfoque obedece a los principios de la corriente naturalista y amplía las posibilidades de
los procesos de enseñanza- aprendizaje, en tanto que se centra en la solución de problemas, la
metacognición, la creatividad, los estilos de aprendizaje, diseños instruccionales y el desarrollo
de habilidades del pensamiento. No obstante, se plantean desventajas como la dificultad para
implementar estrategias didácticas del aprendizaje por descubrimiento en grupos grandes.

CONSTRUCTIVISMO

Algunos representantes de este enfoque son Bruner, Friere, Piaget y Vygotsky. Este paradigma
pedagógico también se encuentra relacionado con la corriente naturalista y, más allá de una
epistemología, logra explicar cómo los seres humanos aprenden a resolver los problemas y
dilemas que su medio ambiente les presenta. De manera que el estudiante no es visto como un
ente pasivo sino activo, responsable de su aprendizaje y constructor del mismo.

Como premisa fundamental plantea que todo aprendizaje debe empezar en ideas a priori; estas
son el material con el que cuenta el docente para facilitar la construcción de conocimiento nuevo.
Sin embargo, amplía un poco más con la concepción de aprendizaje –con relación a lo planteado
por el cognitivismo- pues propone que se genera en la cognición es producto de una
combinación de sentimientos, prejuicios y juicios, procesos inductivos y deductivos, esquemas y
asociaciones, representaciones mentales, que juntos nos dan elementos para resolver nuestros
problemas. Este enfoque transforma la concepción del concepto enseñanza-aprendizaje y
resitúa al maestro como “Sargento dejando libre el lugar de General”; quien está sujeto a las
mismas posibilidades de error que sus estudiantes; sin embargo se reconoce que “ha peleado
más batallas que ellos” y podría llegar a facilitar el desarrollo de sus procesos mentales y
representacionales.

No obstante, este enfoque tiene algunas ideas románticas, especialmente acerca de la imagen
del hombre moderno y la libertad para construir el conocimiento, pues construimos con los
fragmentos de aquello que nos ha sido impuesto y bajo las condiciones didácticas de nuestro
propio proceso de aprendizaje.

TEORÍA SOCIOHISTÓRICA

Representado por Vygotsky, e influenciado por Marx, este enfoque plantea que los fenómenos
socioculturales tienen un papel determinante en la construcción del sujeto. Se opone a enfoques
como el cognitivismo, en tanto que concibe que la ideología de una sociedad está moldeada en
las actividades sociales en las que el individuo participa, no necesariamente dentro de su cerebro.

Se propuso demostrar que todo aprendizaje tiene un origen social, explicando que el aprendizaje
se origina en procesos interpersonales (interpsicológicos), que se convierten posteriormente en
intrapersonales (intrapsicológicos).

Uno de los conceptos más relevantes de la propuesta de Vygotsky es la de zona de desarrollo


próximo, entendida como la “distancia entre el nivel de desarrollo actual habilidad para resolver
problemas bajo la dirección de un adulto o de un compañero capaz”. De esta manera, funciones
que aún el individuo no ha madurado, pueden ser consolidadas con apoyo durante un proceso
interpersonal. También es importante mencionar que distingue el aprendizaje “auténtico” (el cual
promueve el desarrollo cognitivo) del aprendizaje (es decir, la incorporación de información a la
memoria permanente).

Asimismo, el componente histórico es esencial ya que los hechos histórico-sociales determinan


las posibilidades de aprendizaje y el desarrollo de sus potencialidades.

CONDUCTISMO

Ese paradigma hace parte de la corriente naturalista y parte de los postulados de Watson, que
partió siendo tomado del comportamiento animal, pero logró evolucionar hasta el conductismo
social con Bandura (aprendizaje vicario). Las bondades de este enfoque se enmarcan en las
ventajas que ofrece al momento de organizar el contexto pedagógico (se adecuan los procesos
de estimulación, formulación de preguntas para canalizar el interés de los alumnos), se proponen
diversas situaciones (estímulo), se procura conducir hacia la síntesis, ilustrar con ejemplos,
propiciar la retroalimentación, el uso de refuerzos y facilitar la comunicación (al unificar el foco
de interés).

Entre los planteamientos más importantes podemos destacar que concebía el aprendizaje como
resultado de la asociación de estímulos con respuestas, otorga al entorno una función
significativa y considera que este conocimiento debe ser reforzado, pues puede llegar a ser poco
duradero. Asimismo asume que la condición inicial del ser humano es como una “tabula rasa”,
que se va constituyendo en ser pensante a partir de mecanismos asociativos a través de los
sentidos.

De modo que se hace evidente que presentó dificultades relacionadas con la pérdida de
originalidad y creatividad por parte del docente, se anula su autonomía a la hora de organizar y
planear las clases, descartó la reflexividad por parte de los estudiantes, no se interesó por las
necesidades e intereses de los educandos, al igual que reforzó la memorización más que la
comprensión y se centró en el maestro.

HUMANISMO

Este paradigma surge como respuesta a los imperativos de la filosofía escolástica y consiguió
darle al hombre un lugar predominante y una concepción integral. Partidaria de la corriente
naturalista, reconoce “la naturaleza del educando como punto de partida para su educación”.

Entre los representantes de este enfoque se reconoce a Tomás Campanella, Francisco Rabelais,
Miguel de Montaigne y desde la disciplina psicológica, quizás el más reconocido es Carl Rogers.

Se centra más en el desarrollo humano que en la adquisición de conocimientos e información y


concibe como meta los valores morales. Desde esta perspectiva se entiende al educando como
un ser reflexivo y centro del proceso, y al maestro es un generoso que comparte su saber.
Reconoce que el individuo posee una personalidad particular y toma decisiones de manera
constante, frente a los desafíos de la vida. Sin embargo, considera la importancia de que este ser
humano se encuentre inserto en un contexto relacional, que tiene deseos y se proyecta hacia el
futuro y por esto le da importancia a los aprendizajes vivenciales con sentido.
A lo largo de la revisión de estos enfoques, se hace evidente que el proceso educativo es un
constante devenir, en el que de forma permanente el hombre está reflexionando sobre sí mismo
y logra re descubrir diversos caminos que muestran facetas diferentes de su ser. Sin ánimo de
caer en el eclecticismo, es importante tener en cuenta que todos los paradigmas presentados
tienen elementos valiosos que pueden enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje y
posibilitan el desarrollo humano.

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