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Crisis Economica Del Sistema Occidental
Crisis Economica Del Sistema Occidental
Tiberio Graziani*
No son pocos los análisis que se han hecho en relación con el curso de la crisis en marcha, generalmente
desde una óptica económica. En este contexto los estudios han tenido por objeto analizar el impacto de la
crisis sobre la economía global y los aparatos industriales planetarios.
Los resultados de estos estudios contribuyen a encontrar soluciones a cómo atravesar la crisis, sin pérdida
de poder por parte del sistema que encabeza Estados Unidos. Pero, como parece emerger una nueva
realidad multipolar tras el momento de la unipolaridad estadounidense, es necesario pensar acerca de las
relaciones entre los diferentes intereses geopolíticos de los jugadores y la crisis mundial.
Tomar en cuenta las diferentes estrategias geopolíticas de los actores principales (EUA, UE, Rusia, China,
India), sus peculiares identidades culturales y ambiciones serán una ayuda para mejor definir las
aproximaciones necesarias para reconstituir –o construir– la estabilidad social y encontrar nuevas formas de
cooperación internacional en el marco de esta crisis.
Para mejor exponer este concepto debemos describir brevemente qué entendemos por sistema occidental y
sistema global, y analizar el rol del llamado proceso de globalización en el marco geopolítico.
Definiciones
El control de la masa continental euroasiática –que significa la hegemonía en el Hemisferio Norte de EUA–
ha condicionado tanto la política exterior de Wáshington como el desarrollo de su complejo militar-industrial,
en particular en los últimos años.
De acuerdo con Henry Kissinger, EUA es una isla fuera de Euasia. El ex Consejero de Seguridad Nacional y
Secretario de Estado del presidente Nixon estima que un poder que unifique las dos esferas euroasiáticas –
Europa y Asia– constituiría un peligro estratégico para Estados Unidos. Un peligro, señala Kissinger, que
debe ser combatido incluso en el caso de que no tenga intenciones agresivas porque, de adquirirlas en el
futuro, Wáshington no podría determinar ni influir en su desarrollo porque el poderío de EUA ha decrecido
(Henry Kissinger, El arte de la diplomacia (L’arte della diplomazia, Sperling & Kupfer Editori, Milán 2006, pp.
634/635).
La clave de la estrategia que apunta a la creación del sistema global es la interdependencia económica
entre los Estados a escala mundial. El intento –a nivel financiero– refleja la intencionalidad política de los
grandes grupos de las finanzas
Globalización
Suscribimos la definición del economista francés Jacques Sapir: "la así llamada Globalización es en realidad
la combinación de dos procesos; el primero, la expansión mundial del capitalismo en su forma industrial en
áreas todavía no alcanzadas. El segundo, en su más amplio sentido, es la implementación de la política
estadounidense, tendiente a obtener la apertura voluntaria de las fronteras comerciales y financieras"
(Jacques Sapir, Le nouveau XXI siécle, Paris, 2008, p. 63/64). En otras palabras: el rol del proceso de
globalización fue la estrategia estadounidense para la dominación mundial, durante su "momento unipolar".
Desde una perspectiva geopolítica se observa que la crisis –iniciada en el centro geopolítico del SO– se
propagó primero en su periferia, países de la UE y Japón; y en una segunda fase irradió al hemisferio
oriental. La velocidad y la intensidad de esta propagación está condicionada por las diferencias
estructurales de los países amenazados.
Ante un cuadro semejante, la crisis podría no sólo acelerar la transición de un mundo unipolar a un sistema
multipolar, sino incluso consolidarla. En realidad los países europeos deberían entender que sus intereses
fundamentales y específicos –combustibles, seguridad, desarrollo cultural– poseen dimensión continental y
están indisolublemente conectados con los de Rusia y Asia.
La consolidación de la multipolaridad requiere un cambio en los países europeos: del rol de periferia pasiva
del SO, a uno activo en la potencial emergencia de la integración euroasiática. El cambio de postura
geopolítica europea es una condición esencial para superar la crisis en curso y, coherentemente con su
cultura de principios no individualistas, construir la estabilidad social.
Señales análogas parecen asomar en Japón; Tokio se interesa cada vez más en incrementar relaciones
políticas y económicas con Beijing y Nueva Delhi y, sobre todo, por jugar un rol activo asociado a estos dos
países asiáticos en la frontera oriental de la masa terrestre euroasiática.
Paris y Berlin –aun cuando Sarkozy y Merkel son de hecho expresión de una oligarquía neo- atlántica-
europea– tienen que considerar que, estructuralmente, la denominada dinámica neo-liberal de las
economías europeas (con excepción de Gran Bretaña) se levanta sobre la contradicción de políticas neo-
liberales y prácticas inspiradas en los principios de solidaridad.
Comportamiento y prácticas solidarias que en la hora presente tienen vigencia en la Europa continental y
mediterránea, a despecho de las periódicas y masivas oleadas de ultra-liberalismo ocurridas a lo largo de
las últimas dos décadas y las advertencias –más frecuentemente órdenes– emanadas de algunas
organizaciones económicas internacionales, entre las que se cuentan el Banco Mundial, el FMI, la
Organización Mundial del Comercio y agencias privadas calificadoras de créditos.
La actitud solidaria de los países europeos se articula en el seno de diferentes instituciones sociales; entre
ellas pueden mencionarse –incluso si alguna ha sido privatizada en los últimos años– aquellas cuya tarea
se vincula con la seguridad social: vr.gr.: desempleo y salud; el financiamiento de empresas estratégicas y
particularmente la SME, de apoyo a la pequeña y mediana empresa –que constituye el tejido económico de
la UE.
La administración del sistema occidental, la oligarquía atlántica, debe enfrentar el hecho de que sus
periferias –la UE y Japón– no son tan confiables como en el pasado, pese a los muchos tratados militares y
económicos, la profunda interdependencia económica y la presencia de tropas estadounidenses (OTAN)
acantonadas en el Mediterráneo y en suelo europeo. Europa podría sacudirse el control de EUA si la
estrategia económica de éste, si intenta descargar su deuda sobre los hombros de los ciudadanos
europeos.
Regresar a una economía bajo control estatal y las denominadas medidas proteccionistas implementadas
por EUA y algunos países europeos, lejos de ser soluciones políticas reales, parecen más escapes egoístas
y oportunistas de las oligarquías al mando. En otros términos: esta suerte de escamoteos que significan
involucrar al Estado en los campos financiero y económico, apuntan claramente a la voluntad de usar al
Estado para pagar las deudas causadas por la irresponsable especulación de algunos "lobbies" de
financistas.
No hay visión de la economía ni política ni basada en la solidaridad, más bien la explotación neo-liberal del
esfuerzo y el ahorro social. Las finanzas de EUA necesitan esta intervención estatal para recuperar el
aliento en este momento particular.
Y como blanco para pagar la crisis han sido marcados los países periféricos del SO: es decir: Europa y
Japón. Dos áreas geo-económicas caracterizadas todavía, por razones históricas, por una (aunque) difusa
cultura familiar del ahorro –que falta por completo en EUA–. Además, sus sistemas económicos, si bien
orientados al libre comercio y por comportamientos neo-liberales, mantienen algunos caracteres solidario-
corporativos. Por razones diferentes, pero análogas, las dos periferias del SO deberían remontar la crisis
mejor que EUA.
Rusia y China deberían reaccionar con solidez ante el temor desatado por la especulación financiera, en lo
fundamental por la estabilidad de sus respectivos centros de poder político. Hasta cierto punto se puede
esperar que la onda de choque de la crisis financiera se estrelle contra el muro euroasiático, conformado
principalmente por esos países. Lo que sería posible si Moscú y Beijing establecen en el futuro próximo en
conjunto sus políticas económicas y monetarias.
En lo que se refiere a India, pensamos que para evitar daños mayores, Nueva Delhi debería equilibrar la
debilidad de su sistema político fortaleciendo sus relaciones económicas con Moscú y Beijing en el marco
de una visión euroasiática común. La integración geopolitica de Eurasia, bien podría ser la mejor manera de
reducir el "día después" de la crisis y, obviamente, ello contribuiría a consolidar el surgimiento de la
multipolaridad.
Entre los nuevos actores que emergen, debería necesariamente incluirse a Brasil, Argentina y Venezuela.
Como es sabido, en los últimos años estos países –alguna vez parte del "patio traseo" estadounidense–
vienen afirmando sus relaciones estratégicas con los más importantes Estados euroasiáticos: China y
Rusia, y algunos países de Oriente Medio, entre ellos Irán, con el objetivo de participar en forma activa en el
cambio geopolítico global de la unipolaridad a la multipolaridad. En este nuevo contexto de relaciones
estrechas, entre países con abundantes recursos energéticos y materias primas, Brasil, Venezuela y, bajo
ciertos aspectos, la Argentina deberían resistir las consecuencias de la crisis "global".
Europa
En lo relativo a la construcción de una economía segura y socialmente estable en Europa, pensamos que,
ante que nada, sus gobiernos deben reconsiderar su geopolítica. Esto significa total soberanía en todos los
campos: político, económico, militar y cultural. En términos generales Europa debe dejar en claro que sus
intereses particulares son intereses euroasiáticos, no intereses occidentales ni de EUA.
Para los europeos –no para las actuales oligarquías a cargo– no hay libertad económica sin soberanía
continental.
Entre otros aspectos prácticos, apuntaremos sólo dos claves, en los que el gobierno europeo debería
enfocar su atención:
– reforma del sistema bancario, y– construcción de una nueva economía.
El sistema bancario, como todos sabemos, es por estos días una institución privada, su objetivo es tener
ganancias; no considera el marco social en el que actúa ni las consecuencias de su acción. El sistema
bancario "no es responsable": algo que no puede tolerarse en lo sucesivo. Para reconstituir el equilibrio
social y económico el sistema bancario debería convertirse en una institución social para servir a la
sociedad en su conjunto.
La creación de una economía europea integrada y amplia es muy importante y está profundamente
conectada con la reformulación del sistema bancario. Esto es posible si se comienza por el financiamiento
público de estructuras estratégicas vinculadas a la energía y las comunicaciones a escala continental, en un
contexto de cooperación con Rusia y países de África del Norte y Oriente Próximo.
Conclusiones
La perspectiva geopolítica, para la así llamada "crisis global", es principalmente una crisis interna del
sistema occidental. Ello nos lleva a estimar como no natural la posición europea en el área geopolítica de
Estados Unidos.
Por tanto, la solución de la crisis debe encontrarse fuera de las prácticas "liberales" impuestas por EUA, en
cuanto ganador de la II Guerra Mundial, y adoptadas por Europa a lo largo de los últimos 60 años –en
contradicción con su tradición solidaria.
Los esquemas de trabajo de Europa que requieren ser considerados y reformulados son el sistema bancario
y el orden económico. El cambio del sistema bancario del área privada a la pública cobra fuerza. La
reorientación del sistema económico, una nueva economía para toda Europa es lo que se propone.