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En marzo de 1938 Austria pasó a formar parte del Reich alemán, el 1 de septiembre de 1939
comenzó la Segunda Guerra Mundial que también transformó la vida del joven de 15 años.
Los padres de Feyerabend saludaron la anexión de Austria, mientras que el propio
Feyerabend describió su relación hacia los nazis como ingenua y relativamente sin
emociones. No se transformó en ardiente partidario, pero tampoco respondió con indignación
a las atrocidades de la guerra de las que fue testigo.
Cuando en abril de 1940 se graduó, fue reclutado por el Arbeitsdienst (año de trabajo
obligatorio en Alemania). Tras una formación inicial en Pirmasens, Alemania, fue asignado a
una unidad en Quelerne en Bas, cerca de Brest, en Francia. Feyerabend describió el trabajo
que realizó en ese período como monótono: " Nos movilizábamos por el campo, íbamos
cavando zanjas, y luego caminábamos de regreso a llenarlas." Después de un breve
abandono se alistó voluntariamente en el ejército en las escuela de oficiales.
En 1942 formaba parte de un cuerpo de ingenieros del ejército y en 1943, asistió a la escuela
militar de oficiales. Para su instrucción fue enviado también a Yugoslavia por un período, y
estando este país se enteró del suicidio de su madre, un suceso que en ese momento no lo
afectó demasiado. Según Feyerabend, la escuela de oficiales le parecía un buen camino para
evitar la acción directa en la guerra. En su autobiografía escribe que por ese entonces
esperaba que la guerra hubiese terminado antes de que él terminara su entrenamiento como
oficial.
Pero las cosas no resultaron así: en septiembre de 1943 fue enviado a Rusia, y desde
diciembre se desempeñó como oficial en la parte norte del Frente Oriental, donde fue
condecorado con una Cruz de Hierro. Según su propio relato, se habría comportado allí de
manera imprudente y teatral, que por ello fue ascendido al grado de teniente.
Cuando la Wehrmacht ya había comenzado a emprender su retirada y el Ejército
Rojo avanzaba, Feyerabend fue alcanzado por tres balas, en el vientre y en las manos,
mientras estaba dirigiendo el tráfico. Una de las balas alcanzó hasta la columna vertebral y,
como resultado de esto, necesitó un bastón para caminar por todo el resto de su vida y
muchas veces sentía un dolor intenso. A partir de ese momento, pasó el resto de la guerra
recuperándose de sus heridas en un hospital de Apolda. Cuando la guerra terminó, encontró
primeramente un trabajo temporal como escritor de obras de teatro en Apolda y comenzó a
estudiar canto en la vecina ciudad de Weimar.