Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Concilios Ecuménicos
La Iglesia ha tenido 22 Concilios Ecuménicos, sin contar el de los Apóstoles
en Jerusalén.
1- Concilio de Nicea (año 325).. Convocado por la autoridad del Papa San
Silvestre y bajo la ejecutoria del mismo emperador Constantino. Este Concilio
condenó la herejía de Arrio que negaba la divinidad de Jesucristo y su
consustancialidad con el Padre. Ver: Homoousion. Formuló el "símbolo niceno" o
Credo.
4- Concilio de Calcedonia (año 451). Bajo la autoridad del Papa San León I el
Magno, este Concilio trató de las herejías de quienes negaban a Jesucristo las
naturaleza divina o la humana o las confundían. Ver: Nestorianismo
10- Concilio Segundo de Letrán (año 1139). Este Concilio convocado por le
Papa Inocencio II, afrontó el delicado asunto de los falsos pontífices, de la simonía,
la usura, las falsas penitencias y los falsos sacramentos.
11- Concilio Tercero de Letrán (año 1179). . Bajo el Sumo Pontífice Alejandro
III, se ocupó nuevamente de condenar la simonía.
12- Concilio Cuarto de Letrán (año 1215). Bajo la autoridad del Papa Inocencio
III, este Concilio condenó las herejías de los Albingenses, del Abad Joaquín de Fiori,
los Valdenses,etc.
13- Concilio Primero de Lyon (año 1245). Este Concilio en realidad no abordó
asuntos dogmáticos, sino problemas morales y disciplinares de la Iglesia.
14- Concilio Segundo de Lyon (año 1274) Convocado por el Papa Gregorio X,
trató de unificar la Iglesia griega, separada de Roma desde el cisma oriental.
16- Concilio de Pisa (1394). Fue convocado por el Papa Martín V, sólo se
clausuró cuatro años después. Condenó los errores de Wicleff, Juan Hus, etc. Se
ocupó también de los asuntos provocados por el cisma de Occidente.
17- Concilio de Costanza (año 1417). Fue convocado por el Papa Martín V, sólo
se clausuró cuatro años después. Condenó los errores de Wicleff, Juan Hus, etc. Se
ocupó también de los asuntos provocados por el cisma de Occidente.
18- Concilio de Florencia (1431). Convocado por Eugenio IV, duró hasta 1445.
Logró la unión de los armenos y jacobitas con la Iglesia de Roma.
19- Concilio Quinto de Letrán (año 1512). Convocado por León X, tuvo como
tema central la reforma de la Iglesia.
21- Concilio Vaticano Primero.. Convocado por el Papa Pío IX en 1869, sesionó
hasta Septiembre de 1870, cuando hubo de interrumpirse por la toma de Roma por
las tropas de Garibaldi, el 20 de Septiembre. Este Concilio afrontó los temas
fundamentales de la fe y constitución de la Iglesia. Como definiciones más famosas,
Arrianismo y semiarrianismo
El arrianismo tomó su nombre de Arrio (256-336) sacerdote de Alejandría y después obispo
libio, quien desde el 318 propagó la idea de que no hay tres personas en Dios sino una sola
persona, el Padre. Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por Dios de la
nada como punto de apoyo para su Plan. El Hijo es, por lo tanto, criatura y el ser del Hijo
tiene un principio; ha habido, por lo tanto, un tiempo en que él no existía. Al sostener esta
teoría, negaba la eternidad del Verbo, lo cual equivale a negar su divinidad. A Jesús se le
puede llamar Dios, pero solo como una extensión del lenguaje, por su relación íntima con Dios.
Admitía la existencia del Dios único, eterno e incomunicable; el Verbo, Cristo, no divino sino
pura creatura, aunque más excelsa que todas las otras y escogido como intermediario en la
creación y la redención del mundo. Aunque Arrio se ocupó principalmente de despojar de la
divinidad a Jesucristo, hizo lo mismo con el Espíritu Santo, que igualmente lo percibía como
creatura, e incluso inferior al Verbo.
Arrio, tras formarse en Antioquía, difunde sus ideas en Alejandría, dónde en el 320, Alejandro,
obispo de Alejandría, convoca un sínodo que reúne más de cien obispos de Egipto y Libia, y en
el se excomulga a Arrio y a sus partidarios, ya numerosos. No obstante, la herejía continúa
expandiéndose, llegando a desarrollarse una crisis de tan grandes proporciones, que el
Emperador Constantino el Grande se vio forzado a intervenir para encontrar una solución.
Fue el Concilio de Nicea, el 20 de mayo del 325 D.C., donde el partido anti-arriano bajo la guía
de San Atanasio, diácono de Alejandría, logró una definición ortodoxa de la fe y el uso del
término homoousion (consustancial, de la misma naturaleza) para describir la naturaleza de
Cristo:
««Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios,
nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre...»» (Manual de
Doctrina Católica Denzinger - Dz 54).
Fueron condenados los escritos de Arrio y tanto él como sus seguidores desterrados, entre
ellos Eusebio de Nicomedia. Aunque no era arriano, Constantino gradualmente relajó su
posición anti-arriana bajo la influencia de su hermana, quien tendía simpatías arrianas. A
Eusebio y a otros se les permitió regresar y pronto comenzaron a trabajar para destruir lo
hecho en el Concilio de Nicea. Por los manejos de Eusebio de Nicomedia, Constantino intento
traer a Arrio de regreso a Constantinopla (334-335) y rehabilitarlo, pero murió antes de que
llegara. Aprovechando la nueva situación, el partido arriano fue ganando terreno y logró el exilio
de San Atanasio, quien ya era obispo de Alejandría, y de Eustaquio de Antioquía. Avanzaron
aún más durante el reinado del sucesor de Constantino en Oriente, Constancio II (337-361),
quien dio un apoyo abierto al arrianismo.
En el año 341 se celebró un Concilio en Antioquía, el cual no fue reconocido como concilio
ecuménico y fue encabezado por Eusebio de Nicomedia. Este Concilio aceptó varias
afirmaciones heréticas sobre la naturaleza de Cristo. La oposición fue tal en Occidente, que
Constancio II, emperador de Oriente, y Constante, de Occidente, convinieron en convocar un
Concilio en Sárdica en el 343, donde se logró el regreso de Atanasio y su restauración como
obispo de Alejandría, así como la deposición de sus sedes de muchos obispos arrianos.
Cuando parecía humanamente que la fe católica se perdía, las cosas se volvieron en contra del
arrianismo. Constancio murió en el año 361, dejando al arrianismo sin su gran protector. Más
adelante los semiarrianos, escandalizados por la doctrina de sus copartidarios más radicales,
empezaron a considerar la posibilidad de algún arreglo.
La herejía no moriría aun por siglos y crecería en algunas tribus germánicas que habían sido
evangelizadas por predicadores arrianos, las cuales la traerían de nuevo al Imperio en el siglo
V con la invasión de Occidente. Aunque todavía se encuentran grupos de cristianos-arrianos en
el Oriente Medio y el Norte de África, el arrianismo profesado como tal desapareció hacia el
siglo VI.
Como ocurre con otras herejías, hay siempre quienes, sin definirse herejes, sostienen todavía
esos errores. Se trata de una batalla por la verdad en la que el espíritu del error no se da por
vencido.
Los semiarrianos, también llamados homousianos, ocupan un lugar intermedio entre los
arrianos radicales o anomeos que predicaban una clara diferenciación entre el Padre y el Hijo,
y la fe ortodoxa del Concilio de Nicea. Ellos asumen el término homoiousios, pero en el sentido
de similitud y no de consustancialidad. Resaltan, pues, simultáneamente similitudes y
diferencias entre el Padre y el Logos
Homoousion
Consustancial, de la misma naturaleza. Para describir la naturaleza de Cristo, la misma
que la del Padre.
Etim.: Del griego, homoousion (homos, mismo, y ousia, esencia), en latin: consubstantialem, de
una esencia o naturaleza). Esta palabra fue utilizada dogmáticamente en el Concilio de Nicea
para expresar la divinidad de Cristo en respuesta a la herejía arriana "Homoousion" era antes
utilizada por los filósofos para significar "de la misma naturaleza". En el concilio se utilizó de
una manera mas completa para significar "de una y la misma substancia".
Nestorianismo
Estas dos personas se hallan ligadas entre sí por una simple unidad
accidental o moral.
««Ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo
perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios
Nestorio contó con el apoyo de varios obispos orientales que no aceptaron las
condenaciones y rompieron con la Iglesia formando una secta independiente; pero
finalmente fue desterrado en el año 436 al Alto Egipto.
Monofisismo
Monotelismo
Herejía del siglo VII que sostenía que Cristo posee dos naturalezas pero una
sola voluntad. La herejía es un intento de reconciliar las ideas de la herejía
monofisita con la ortodoxia cristiana. El emperador Heracleo (610-641), en un
encuentro con los monofisitas, formuló que Cristo tendía dos naturalezas pero una
sola voluntad. Esta idea recibió apoyo del patriarca de Constantinopla, Sergio. Este
punto de vista fue condenado posteriormente por la Iglesia de Occidente, lo cual
generó un resquebrajamiento con la Iglesia de Oriente. San Máximo el Confesor
escribió una refutación teológica del monotelismo, en la cual sostuvo que la
voluntad era una función de la naturaleza y no de la persona. El Monotelismo fue
condenado definitivamente por el Tercer Concilio de Constantinopla (680), en el
cual se afirmó ««dos voluntades naturales o quereres y dos operaciones naturales,
sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión»» (Dz 291).
Maniqueísmo
Maniqueísmo es una religión fundada por el sabio persa Mani (o Manes) (c. 215-
275), considerado por sus seguidores como divinamente inspirado.
Comenzando en el siglo III se extendió a través del oriente y en muchas partes del
Imperio Romano.
Los maniqueos creen que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del
hombre es del demonio. En el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo por
causa de la materia corporal; por lo tanto, creen que es necesario practicar un
estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la luz atrapada.
Desprecian por eso la materia, incluso el cuerpo. Los «oyentes» aspiraban a
reencarnarse como «elegidos», los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.
Buda y otras muchas figuras religiosas habían sido enviadas a la humanidad para
ayudarla en su liberación espiritual.
ICONOCLASTA
Etim.: del griego. eikon (imagen) + klaein (romper)
Cisma de Focio
El Cisma de Focio tuvo lugar en el siglo IX cuando regía la sede romana el Papa
Nicolás I (858-867) y era Patriarca de Constantinopla el obispo San Ignacio, elegido
el 4 de julio del año 847 por los monjes.
El Cisma de Focio fue breve (duró del 858 al 867) porque, al ser derrocado el
emperador Miguel III por el macedonio Basilio I, Focio fue depuesto y restituido en
la sede constantinopolitana el legitimo patriarca Ignacio, con lo que las iglesias de
Oriente y Occidente se reconciliaron efímeramente; Focio fue encerrado en un
monasterio donde murió en 886. La importancia del Cisma de Focio deriva de que
abonó el terreno como precedente para el ya definitivo Cisma de Oriente que
separó la Iglesia católica romana de la Iglesia ortodoxa.
Simonía
Explotaron todos los medios posibles para acrecentar su poder: Jugaron con el
miedo al infierno, arrebataron los dones, y vendieron los sacramentos. Los cargos
episcopales y eclesiásticos vendidos fueron objeto de un verdadero tráfico. Así se
establecieron muchas de las dinastías de obispos.
Cátaros o Albigenses
Paulicianos
El origen de los paulicianos es oscuro solo se sabe que se les encuentra por primera
vez en la zona de Armenia alrededor del año 650. Algunas fuentes dan como como
fundador a Costantino de Manamali nacido cerca de la ciudad siria de Samosata.
En esa época su líder era Sergio que llevó a cabo una importante política de
proselitismo. Los emperadores de la segunda época Iconoclasta no rebajaron la
persecución hacia los paulicianos lo que le llevó a huir hacia la Armenia oriental
controlada por el Califato Abbasí y haciendo causa común con ellos. Karbeas (un
antiguo funcionario, huido tras las persecuciones), sucesor de Sergio, estableció un
estado pauliciano en esta zona. Es en esta época cuando el paulicianismo adquiere
el tono maniqueo por el que serán conocidos (un maniqueísmo muy atemperado, si
bien parecen que afirmaban que la materia era obra de Satanás, esto no les lleva a
una critica-condena del matrimonio y la procreación y posiblemente no eran tan
ascetas rigurosos como lo eran en Bizancio).
Bogomilos
En el año 864, el soberano (jan) búlgaro Boris I es bautizado por los ortodoxos
griegos, comenzando así la Iglesia Ortodoxa su misión de conversión por todo el
territorio búlgaro. Sin embargo, por aquella época ya habían penetrado diferentes
credos y creencias animistas paganas que iban a hacer difícil la evangelización
ortodoxa de tales territorios. De esta forma, los paulicianos, que huían a Bulgaria
tras la destrucción por parte de las tropas bizantinas de su capital Tefricia (872) en
Capadocia y la erradicación del paulicianismo en Asia Menor reforzada mediante las
deportaciones que efectuó Iōhanēs Tzimiskes desde el oriente de Anatolia hacia los
themas de Tracia, encuentran un caldo de cultivo ideal para la expansión de sus
ideas dualistas.
Fue un sacerdote búlgaro, apodado a sí mismo Bogomilo, quien, a finales del siglo
XI, aunó todas las ideas y creencias heréticas que se extendían por Tracia en aquel
momento, dando así origen a los bogomilos y al bogomilismo.
Negaban el nacimiento divino de Cristo, la coexistencia personal del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo.
Sostenían la concepción dualista maniquea del origen del mundo. En realidad creían
que Dios había tenido dos hijos: Satán y Miguel. El mal y el bien, respectivamente.
Los milagros hechos por Jesús eran interpretados en un sentido espiritual, no como
hechos materiales reales.
El bautismo sólo se debía practicar a las personas adultas, sin agua ni aceite, sino
por la autorrenuncia, las plegarias y el cantar de himnos.
Se conocieron dos ramas principales, una —la más puritana— recibió el nombre de
"albanesa" por el hecho de que gran parte de sus integrantes se retiraba a vivir en
las zonas montañosas, la rama menos estricta se ha conocido con el nombre de
"garatense".
Por otra parte -siempre durante el medioevo, ya desde el siglo X- los bogomilos
realizando misiones en Italia fomentaron la llamada creencia patarina, mientras que
en Occitania y el noreste de España influyeron para que allí se instaurara y
prosperara la creencia -muy afín al bogomilismo- de los cátaros.
Joaquín de Fiore
Con sus discípulos, fundó una comunidad monástica en 1196 (con aprobación del
papa Celestino III). Pese a ser un buen abad y a sus debates teológicos, también se
distinguió por sus profecías, fundadas en la exégesis bíblica, gracias a la
hermenéutica postulando la historia del mundo en tres eras distintas, una por cada
persona de la Trinidad.
Cada una de las tres edades tiene unas características propias y una evolución:
La Edad del Padre abarca desde la Creación hasta el nacimiento de Cristo. Es una
edad dominada por el miedo al castigo y las figuras importantes de esta etapa son
los profetas.
La Edad del Hijo, que empieza con el nacimiento de Cristo, está dominada por el
sentimiento de fe y sus figuras importantes son los sacerdotes. Joaquín de Fiore
vivió en esta época.
La Edad del Espíritu Santo, que comienza con el Milenio. Es una edad en la que
domina la fraternidad en Cristo, es una época en la que no habrá guerras ni
enemistades y las figuras importantes serán los monjes.
Este historiador sabe que en aquella época se encontraban al final de la Edad del
Hijo por el método histórico que utiliza. Él asegura que todas las edades tienen el
mismo número de años, aunque el Antiguo Testamento no nos dice cual es este
número, pero podemos deducirlo por las generaciones que hay desde Adán a Jesús,
que son 42 (14+14+14) y por el momento en que empieza la Edad del Hijo
(nacimiento de Cristo). Entonces él multiplica 42 por 30, que establece como la
media de años que dura una generación. Le da como resultado el año 1260. Y por
eso, los años anteriores a este hubo flagelantes y todo tipo de devotos que salían a
la calle por el temor de la venida de ese año. Cuando la profecía no se cumplió,
otros autores empezaron a aplazarla, sumando además de estas cantidades, la
edad de Cristo o ampliando el número de años por generación.
Bolandistas
Valdenses
Pedro Valdo. La leyenda dice que Valdo era un comerciante adinerado de Lyón
que estaba casado y tenía dos hijas. Siendo hombre devoto y católico practicante,
tras la muerte repentina de un conocido pidió a un amigo teólogo que le diera
consejo de las Escrituras en cuanto a lo que debía hacer para agradar a Dios. En
respuesta, su amigo citó Mateo 19:21, donde Jesús dijo al joven rico: "Si quieres
ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y,
ven, sé mi seguidor".
La leyenda continúa diciendo que Valdo tomó a pecho este consejo. Así, después de
proveer para el sustento de su esposa y colocar a sus dos hijas en un convento,
comisionó a dos sacerdotes, Etienne d'Anse y Bernard Ydros, para que tradujeran
los Evangelios y otros libros de la Biblia al idioma vernáculo —el occitano— que se
hablaba en las regiones de la Provenza y el Delfinado (actualmente, el sudeste de
Francia). Entonces distribuyó el resto de sus posesiones entre los pobres y se puso
a estudiar la Palabra de Dios. Además, predicó en las calles de Lyón, invitando a los
habitantes a que despertaran espiritualmente y regresaran al cristianismo según él
lo entendía en las Escrituras. Se dice que ponía énfasis en la declaración de Jesús:
"No podéis servir a dos amos, a Dios y al Dinero" (Mateo 6:24, Lucas 16:13).
Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero hombre de negocios,
muchas personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de seguidores. Les alegró
oír el mensaje consolador de la Biblia en su propio idioma, pues hasta entonces la
iglesia católica romana no había consentido que se tradujera la Biblia a otro idioma
con la excepción del latín, alegando el alto costo, pues copiar a mano cada Biblia le
tomaba a un monje toda su vida. Muchas personas convinieron en renunciar a sus
bienes y dedicarse a enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó
a conocer como los "Pobres de Lyón". Para ellos, cualquier cristiano, fuera
hombre o mujer, podía predicar siempre y cuando tuviese suficiente conocimiento
de las Escrituras.
Esta predicación laica hizo que en 1179 el papa Alejandro III, al que el propio
Valdo había apelado, prohibiese a Valdo y sus seguidores predicar sin el permiso
del obispo local. El obispo Bellesmains de Lyón rehusó dar su consentimiento por
considerar que se estaba predicando un evangelio diferente. Los registros históricos
indican que, ante esta proscripción, Valdo respondió a la jerarquía usando las
palabras de Hechos 5:29: "Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más
bien que a los hombres".
El edicto de excomunión, que se extendió contra ellos en el año 1181, les obligó a
salir de Lyón, lo que fue beneficioso para su causa. Pedro Valdo llegó hasta Polonia
en la misma frontera de Rusia, donde murió el año 1217 después de cincuenta y
siete años de predicación de las doctrinas valdenses.
Los valdenses en España. Los valdenses recorrieron con ánimo misionero el sur
de Alemania, Suiza, Francia y llegaron a España, donde formaron grupos de
cristianos disidentes de Roma en las provincias del norte y sobre todo en Cataluña.
El clero, impotente para detener el avance y, alarmado, pidió al papa Celestino III
que tomase medidas contra este movimiento. El papa mandó un delegado en el año
1194, que convocó la asamblea de prelados y nobles en Mérida, asistiendo
personalmente el mismo rey Alfonso II de Aragón, quien dictó el siguiente decreto:
Desde entonces, la persecución se hizo sentir con violencia, y en una sola ejecución
114 valdenses fueron quemados vivos y sus cenizas echadas al río Ter en Gerona.
Sin embargo, muchos lograron esconderse y seguir secretamente su predicación en
el reino de León, Vizcaya y Cataluña, pues al contrario de lo que decretaba la orden
real, los veían con costumbres austeras y anunciando de manera sencilla y llana el
Evangelio, y hasta se menciona al obispo de Huesca, uno de los más notables
prelados de Aragón, como protector decidido de los perseguidos valdenses.
Pero las persecuciones contra ellos no cesaron, llegando a su apogeo por el año
1237, cuando 45 fueron arrestados en Castellón y 15 de ellos quemados vivos en la
hoguera.
Los registros históricos muestran que, a principios del siglo XIII, podían hallarse
valdenses no sólo en el sur de Francia y el norte de Italia, sino también en el este y
Desde el año 1200 hubo en Alsacia y Lorena tres grandes centros de actividad
misionera. En Metz, el barba (pastor) Crespin y sus numerosos hermanos
confundían al obispo Beltrán, quien en vano se esforzaba por suprimirlos. En
Estrasburgo, los inquisidores mantenían siempre el fuego de la intolerancia contra
la propaganda activa que hacía el barba Juan y más de 500 valdenses que
componían la iglesia perseguida de aquella ciudad.
En Bohemia, donde Pedro Valdo terminó sus días, los resultados de la obra
misionera valdense fueron fecundos y es muy probable que las prédicas valdenses
influyeran sobre el sacerdote católico checo Jan Hus y dieran así origen a la iglesia
de los husitas.
En tres de los valles del Piamonte, Lucerna, Perusa y San Martín, los valdenses
formaron pueblos enteros en las primeras décadas del siglo XIII. Perduran
comunidades valdenses en los valles orientales de los Alpes Cotios, en especial en
la cuenca alta del río Dora Riparia, teniendo sus principales centros en las ciudades
de Oulx y Susa. Por ese motivo, estos pequeños valles del Piamonte son conocidos
como Valvaldenses o Valles Valdenses, hablándose allí aún el occitano e incluso el
arpitano.
Estos datos históricos que poseemos de la abundante literatura producida por los
valdenses prueban que el protestantismo —aún sin ese nombre— tuvo un origen
anterior a Lutero: casi 200 años antes de que se produjese el movimiento espiritual
de la Reforma existían ya muchos cristianos que no comulgaban con los dogmas de
la Iglesia Católica Romana. Reinerius, inquisidor de Passau en el siglo XIII, dijo de
los valdenses:
"Entre todas las sectas que existen o que han existido, no hay ninguna más
perniciosa para la iglesia que la secta de los Lyoneses; y esto por tres razones: La
primera por su gran antigüedad, pues algunos dicen que los valdenses se remontan
al tiempo de Silvestre y hasta hay quien asegura que al tiempo de los apóstoles. La
segunda porque es la más extendida y apenas si hay un país donde no exista esta
secta. La tercera razón es que, mientras todas las demás sectas despiertan horror y
la repulsa de sus oyentes por sus blasfemias en contra de Dios, esta demuestra una
gran semblanza de piedad; tanto que sus adherentes viven justamente delante de
todos los hombres y creen en todos los artículos del Credo, respetando en todo a
Dios: Solamente blasfeman de la Iglesia y del clero romanos; por esto tan grandes
multitudes de laicos les prestan atención"
y en otra ocasión:
En época reciente, el ya fallecido papa Juan Pablo II pidió perdón a los valdenses en
una reunión que tuvo con ellos en Asís[cita requerida].
guiados por sus “barbas” o predicadores intinerantes), las misas por los muertos y
las indulgencias papales. Además, rechazaban como ajenos al Evangelio el
bautismo de infantes (aunque no todas las congregaciones valdenses, lo que plugo
mucho a Lutero que sí estaba por el bautismo infantil), la pena de muerte (aunque
en esto hay muchas dudas, ya que plantearon estas cuestiones a los Reformadores
del siglo XVI) sobre si era o no lícita la pena de muerte y si les era lícito lit. "matar
a los infiltrados que les denunciaban y entregaban al "Anticristo" -para ellos la
iglesia Romana-" , el uso de armamentos y la participación en guerras.
Los predicadores itinerantes o “barbas” eran escogidos de entre los fieles Valdenses
(principalmente gente de muy humilde extracción y campesina), a los que se les
apartaba durante los meses de invierno para enseñarles a leer y escribir, y tenían
que aprender de memoria el Evangelio de Mateo y el de Juan, así como las
epístolas universales y las paulinas pastorales (a Tito, Timoteo, etc.) para lo cual
tardaban alrededor de dos años. Posteriormente, según alguna fuente, se
apartaban durante dos años en un lugar secreto del norte de Italia donde hacían
voto de castidad, tras lo cual pasaban a formar parte del cuerpo de los “barbas”.
Si bien antes de abrazar la reforma practicaban de una manera muy sencilla los 7
sacramentos de Roma, pues practicaban una especie de confesión con los “barbas”,
la imposición de manos, oraciones a ciertas horas y otros, posteriormente por
influencia de los reformadores del siglo XVI aceptaron sólo dos: el bautismo,
"abierta confesión de nuestra fe y del cambio de nuestra vida", y la comunión o
Cena, en que con fe, amor y autoexamen, recibimos el pan y el vino, ya que
nosotros también llegamos a ser parte del cuerpo y sangre de Cristo".
Consideraban el matrimonio como "bueno, santo e instituido por Dios, de manera
que a nadie se debe prohibir casarse" (en alusión a la prohibición católica del
matrimonio de los sacerdotes y al rechazo de los cátaros a la sexualidad y la
procreación), aunque estimaban la castidad como un don que, como hemos
comentado, sólo practicaron, antes de la Reforma, algunos de los predicadores
valdenses.
Los valdenses primitivos sostenían que no era necesario ir a una iglesia para adorar
a Dios. Celebraban reuniones clandestinas en establos, hogares particulares y
dondequiera que pudieran hacerlo. Durante estas reuniones estudiaban la Biblia y
preparaban nuevos predicadores, los cuales acompañaban a los más
experimentados. Viajaban por parejas de granja en granja y, cuando estaban en los
pueblos y aldeas, iban de casa en casa. El libro de consulta intitulado Dictionnaire
de Théologie Catholique en un artículo que, por lo demás, no favorece a los
valdenses, declara:
"Desde la más tierna edad, sus hijos empezaban a aprender los Evangelios y las
Epístolas. La predicación de sus diáconos, sacerdotes y obispos consistía
principalmente en citas de la Biblia".
Beguinas
Organización. No había casa-madre, como así tampoco una regla común, ni una
orden general; sino que cerca de los hospitales o de las iglesias donde establecían
sus viviendas en sencillas habitaciones donde podían orar y hacer trabajos
manuales, cada comunidad o beguinage, estaba completa en sí misma, y
organizaba sus propia forma de vida con el propósito de orar y servir como Cristo
en su pobreza.
Entre las beguinas más ilustres vale la pena recordar a María de Oignies, a
Lutgarda de Tongeren, a Juliana de Lieja y a Beatriz de Nazaret, autora de Los siete
grados del Amor. Se considera que las beguinas, junto con los trovadores y
Minnesänger, fundaron la lengua literaria flamenca, francesa y alemana.
Participaban en la apertura del saber teológico a los laicos, arrancándolo del latín
clerical y vertiéndolo a las lenguas vulgares. La traducción de obras del místico
alemán Johannes Eckhart y la divulgación de su propia obra le costó la hoguera en
1310 a Margarita Porete, autora de El Espejo de las Almas Simples que dice:
Teólogos y otros clérigos / no tendréis el entendimiento / por claro que sea vuestro
ingenio / a no ser que procedáis humildemente / y que amor y fe juntas / os hagan
superar la razón, /pues son ellas las damas de la casa.
El 7 de octubre de 1452 una Bula del papa Nicolás V fomentó el ingreso de las
beguinas a la orden carmelita. Para colmo, Carlos el temerario, duque de Borgoña,
decretó en 1470 que gran parte de los bienes de las beguinas pasaran a manos de
las carmelitas. De una u otra forma se presionó a las beguinas a ingresar a una
comunidad de monjas o a disolverse. En el siglo XVI la desconfianza en las
beguinas creció, pues fue frecuente que se unieran a la Reforma, especialmente al
anabaptismo.
En el siglo XVIII más medidas se tomaron para refrenar a las beguinas. Sin
embargo, aún había beguinas en Bélgica en el siglo XX.
Aprobada de manera oficial por la Iglesia Católica en 1129, la Orden del Templo
creció rápidamente en tamaño y poder. Los Caballeros Templarios empleaban como
distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada. Los miembros de la Orden
del Templo se encontraban entre las unidades militares mejor entrenadas que
participaron en las Cruzadas.[4] Los miembros no combatientes de la orden
gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano,
creando nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del
moderno banco,[5] [6] y edificando una serie de fortificaciones por todo el
Mediterráneo y Tierra Santa.
John Wickliffe
Biografía. Su vida se sitúa en la Inglaterra del siglo XIV, donde, tras su formación
personal, accederá a la cátedra de Teología en la universidad de Oxford. Al acabar
con su formación, usó sus contactos personales para acceder en 1378 a la Corte
Inglesa, siendo el protegido personal del Duque de Lancaster y tutor personal del
rey Ricardo II de Inglaterra de 1367 a 1400.
Es en esa época donde inicia sus críticas radicales y polémicas hacia la institución
eclesiástica, evitando, en varias ocasiones, y gracias a sus contactos, ser procesado
personalmente, por su catalogación de "anticristo" por el propio pontífice romano.
Canterbury, llevó a Wyclif ante un tribunal eclesiástico que le condenó por hereje y
determinó su expulsión de Oxford. Wyclif se retiró a su parroquia de Lutterworth.
Sus últimos años. El que Wiclef todavía siguiera viviendo en libertad tiene que
atribuirse al apoyo continuo de algunos de sus poderosos amigos, y a la actitud del
parlamento, que todavía no se había convertido en lacayo del nuevo arzobispo.
Wiclef centralizó sus actividades en Lutterworth y continuó escribiendo e inspirando
a sus seguidores. Fijó su atención particularmente en las acciones del obispo de
Norwich, cierto Henry le Spencer, quien se había distinguido durante la revuelta de
los campesinos por su valor y dirección en el logro de la derrota inicial de los
rebeldes en Norfolk.
Antes, en 1382, Wiclef había sufrido un ataque apoplético que lo había dejado
parcialmente incapacitado. Dos años más tarde un segundo ataque lo dejó
paralizado y sin habla. Murió unos cuantos días después, el 31 de diciembre de
1384, y fue enterrado en el patio de la iglesia de Lutterworth, donde sus restos
permanecieron sin ser tocados por más de 40 años.
significado simbólico. Sin embargo, los que quisieron consolarse por esta acción de
venganza la interpretaron de manera simbólica.
Juan Huss. (1370, Hussenitz, Bohemia del Sur - † 6 de julio de 1415, Constanza,
Alemania) fue un teólogo, filosofo, reformador y predicador checo, que se
desempeñó como maestro en la Universidad Carolina de Praga. Sus seguidores se
conocen como Husitas.
Hijo de un campesino pobre que murió tempranamente, fue criado con mucho
esfuerzo por su madre. Se le dio la mejor educación que permitían sus
circunstancias; y habiendo adquirido un buen conocimiento de los clásicos en una
escuela privada en la provincia de Bohemia donde adquirió el titulo de Bachiller en
Divinidad en 1398, se le admitió en la universidad de Praga por caridad, donde
pronto dio pruebas de su capacidad intelectual, y donde se destacó por su diligencia
y aplicación al estudio.
Hus impulsó desde 1408 un movimiento cristiano basado en las ideas de John
Wycliff. Sus seguidores fueron llamados Husitas y se multiplicaron en momentos en
que la Iglesia católica sufría la crisis del llamado Cisma de Occidente, cuando
ejercían dos papas, a los que en 1409 se agregó un tercero, Alejandro V, que
condenó el movimiento husita y excomulgó a Jan Hus. Convocado el Concilio de
Constanza con el fin de reunificar a la Iglesia católica, Hus acudió a defender sus
puntos de vista, pero fue condenado allí a morir en la hoguera y el 6 de julio de
1415 fue quemado vivo.
Antes de ser quemado, Hus dijo las siguientes palabras al verdugo: " Vas a asar un
ganso (hus significa ganso en lengua bohemia), pero dentro de un siglo te
encontrarás con un cisne que no podrás asar." Se suele identificar a Martín Lutero
con esta profecía (102 años después clavó sus 95 tesis en Wittenberg), y
comúnmente se lo suele identificar con un cisne.
Monumento a Juan Hus. Hus fue un precursor del protestantismo. Sus escritos le
ganaron un lugar importante en la literatura checa. Juan Hus estudió en la escuela
de Latín en Praga y gracias a esto introdujo los símbolos diacríticos en la escritura
de la lengua checa, especialmente el Háček con lo que cada sonido podía ser escrito
mediante un único símbolo y se simplificaba la escritura.
(1) Una lista de sesenta cartas apócrifas o decretos desde el papa Clemente (siglo
I) hasta Melquíades (siglo IV).
(2) Un tratado sobre la Iglesia Primitiva y sobre el Concilio de Nicea (325) seguido
de cánones históricos e interpolaciones.
(3) Cartas de los obispos de Roma desde Silvestre (siglo IV) hasta Gregorio II (siglo
VIII)
A principio del siglo noveno los obispos francos acudieron a León II y éste se negó a
sancionar la interpolación del “filioque” en el Credo nicenoconstantinopolitano, ya
que, decía que no se atrevía a ponerse en un plano de igualdad con los Padres del
Concilio reunido en el año 381.
Poco después, a mediados del siglo IX, apareció una composición llamada
decretales isidorianas, las cuales cambiaron para siempre la constitución y el
gobierno de la Iglesia. Como Johann Joseph Ignaz von Döllinger (historiador del
siglo XIX católico) dice en “El papa y el concilio” (anterior al Vaticano I) “sería difícil
hallar en toda la historia otra falsificación que haya obtenido tanto éxito a pesar de
su tosquedad evidente”. Fue desenmascara esta falsificación en el siglo XV (seis
siglos después de su composición), pero, pese a ello, los frutos de las falsificaciones
no se purgaron, sino que se mantuvieron como si no se hubiera descubierto la
farsa.
Döllinger apunta:
Apunta Döllinger:
Nicolás dijo que el singular debía entenderse como el plural «dioceseon», y que el
«primate» significaba el Papa; algo que en Constantinopla apenas consideraron
digno de una respuesta.
Sobre este tema escribió al Emperador Carlomagno y a todos los obispos francos.
Poco tiempo después, cuando los obispos francos aceptaron los documentos falsos
Nicolás dijo que la iglesia romana “había preservado todos esos documentos
durante mucho tiempo, y con gran honor, en sus archivos, afirmando además que
cada escrito de un Papa, incluso si no formaba parte de la colección Dionisiana de
cánones, obligaba a toda la Iglesia” (Op. Cit.). En consecuencia, en un sínodo en
Roma en el 863 se anatematizó a todos los que rechazaran recibir la enseñanza de
un Papa. Nicolás, apoyándose en la falsificación, concluyó que los decretos de los
concilios dependían del visto bueno del papa, algo que a ojos de los orientales no
era más que una fantasía.
Poco a poco se fue formando un sistema de leyes de la Iglesia, sobretodo por parte
de Anselmo de Lucca, sobrino del Papa Alejandro II, entre los años 1080 y 1086.
Nuevas falsificaciones e interpolaciones iban surgiendo para legitimar la nueva
constitución monárquica de la Iglesia, con el cardenal Deusdedit. Todo esto culminó
en el Dictatus Papae de Gregorio VII que, entre otras proposiciones:
[..]
9. Que todos los príncipes deben besar los pies solamente al Papa.
[..]
21. Que las causas de mayor importancia, de cualquier iglesia, deben ser sometidas
a su juicio.
23. Que el Pontífice Romano, si ha sido ordenado luego de una elección canónica,
está indudablemente santificado por los méritos del bienaventurado Pedro nos lo
testimonia san Ennodio, obispo de Pavía, con el consentimiento de muchos Santos
Padres, como se encuentra escrito en los decretos del bienaventurado papa Símaco.
24. Que bajo su orden y con su permiso es lícito a los súbditos hacer acusaciones.
25. Que puede deponer y restablecer a los obispos aún fuera de una reunión
sinodal.
26. Que no debe ser considerado católico quien no está de acuerdo con la Iglesia
Romana.
El pseudo-Isidoro escribió que el papa Julio (siglo IV) dijo a los obispos orientales
que: “La Iglesia de Roma, por un privilegio singular, tiene el derecho de abrir y
cerrar las puertas del cielo a quien lo desee”, este pasaje “fue convertido en un
decreto especial o capítulo en los nuevos códigos” (Op. Cit.)
Cita:
Un teólogo latino, dominico seguramente que había vivido entre los griegos
compuso falsos pasajes de Concilios y Padres griegos (Crisóstomo, los dos Cirilos).
En 1261 se presentó este documento a Urbano IV quien los citó en su carta al
Emperador Miguel Paleólogo. Quería probar mediante ellos que “el trono Apostólico”
es la única autoridad en materia de doctrinas. Urbano envió el documento a Santo
Tomás de Aquino, el cual lo insertó y citó en su obra contra los griegos:
Cita:
Cita: