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Brechas salariales

Hay, por fin, una demanda social muy extendida para que se ponga coto a las
injustificadas (e injustas) diferencias salariales entre hombres y mujeres. A igual trabajo,
igual salario, decía machacón el prontuario sindical cuando surgía una situación así.

Y, por fin, parece ser que les ha tocado el turno a las mujeres. De momento esto tiene
pinta de suceder en lugares de difícil acceso, como los títulos de crédito de las películas
o las carátulas de los grandes espacios informativos. Eso en sí no es negativo, siempre
que genere un movimiento equiparador en todas las direcciones. Pero, sobre todo, sí sirve
para que deje de haber empleos solo para mujeres porque son más baratas. Es fácil, y no
es caro, poner el mismo sueldo a una ministra que a un ministro, pero es difícil y caro
hacer que los trabajos básicos del textil en India los hagan por igual hombres y mujeres,
que deje, de una vez por todas, de haber trabajos solo para mujeres o solo para hombres.
La generosa oferta hecha por varios top de una cadena televisiva pidiendo que les bajen
el sueldo para mejorar el de sus colegas femeninas es una estupidez.

Y más estupidez, aunque se retractara, es la negativa de un presidente de Gobierno a


hablar del asunto. Como si los poderes públicos solo pudieran actuar por la vía del
decreto.

Aceptar el principio de la igualdad entre géneros puede hacer que el capitalismo sea algo
más justo pero mucho más confortable. Es viable, hay que ir a por ello.

Pero hay que ir también a otros lugares que lo harían también más confortable y menos
injusto: un trabajador francés cuesta el doble que un polaco. Y una costurera gallega
bastante menos que un hipotético costurero vasco pero mucho más que una de Bangladés.

Puede ser, sin embargo, que la moda de la igualdad funcione entre quienes viven en el
mundo top y la cosa se quede ahí. No pasará nada entonces que ponga en cuestión el
sistema de explotación. Salvando las distancias, sería como si la batalla actual contra el
acoso se quedara en el cine. Y todas las mujeres saben que es algo de enorme importancia
en la vida cotidiana.

El capitalismo no se va a conmover porque la igualdad de los top funcione, pero sí puede


ser un lugar mejor, sobre todo porque no hay ninguna alternativa. La socialdemocracia
agoniza en casi todo el mundo. Quizás con movimientos parciales como este, pueda
resucitar. El otro ingrediente básico, la libertad, no va mal, al menos en Europa.

Jorge M. Reverte, El País, 2 de febrero, 2018

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