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© Alejandro Pérez
ra eso hay que leer otra cosa. Por ejem-
plo, libros de memorias o libros que de
alguna manera están hechos por quienes
participaron en los acontecimientos. Só-
lo así es posible tratar de entender los
días del pasado. Para entender los años que pertenece a la experiencia ajena. En sión de Hungría en 1956 (¡por encargo
sesenta del siglo pasado, cualquier libro este sentido, el libro no habla tanto de la de la dirección del partido!). Pero esto
de historia hace mención de los cambios historia del partido comunista italiano, pasó en Roma, no en Milán. ¿No lo sa-
que hubo en el consumo. Pero sólo le- como de la experiencia vivida a lo largo bía? Quizá no, y sin duda este olvido da
yendo a Rossana Rossanda se hace una de los años por una mujer que militaba que pensar.
idea cabal de lo que significaron (parti- en él. La muchacha del siglo pasado El relato termina con el “otoño calien-
cularmente para las mujeres) aquellos cuenta sus afanes y vicisitudes; y cons- te” del 1969, pero empieza mucho antes
nuevos productos, en particular los elec- cientemente poco más. de que apareciera el partido comunista.
trodomésticos, el pret-à-porter y los anti- Probablemente esta es la razón de mu- Comienza por la vida de una muchacha
bióticos. Lo mismo vale para la generali- chas desilusiones. Rossana Rossanda es que el 8 de septiembre de 1943 se queda
zación por toda Italia de la cocina meridio- conocida a partir de la aparición del libro perpleja, sin certezas, y además descubre
nal (la pizza y los espaguetis, señalada- L’anno degli studenti (1968) y de la publi- que el profesor de universidad con el que
mente), que quedan al margen frecuente- cación del periódico Il Manifesto, en ju- tiene más confianza, según le dicen, es
mente de la historia, aunque hoy son un nio del año siguiente. Pero ambos he- comunista. Para dar el paso para ser por-
símbolo culinario de toda Italia. chos quedan fuera de La muchacha del tabolse (o estafeta) comunista resulta
El libro de Rossana Rossanda empieza siglo pasado. “Esa es otra historia”: la que imprescindible saber el tipo de mucha-
precisamente con una declaración de vino cuando eran comunistas sin parti- cha que era. Por lo tanto, el partido co-
principios: “Esto no es un libro de histo- do, o partidarios de un partido distinto al munista no aparece en las primeras cien
ria”. Es algo que forma parte de la his- partido comunista. La Rossanda más co- páginas del libro. Lo que sí aparece es su
toria, pero más sencillo. Es el intento de nocida, por lo tanto, se esconde: no es de carrera de historia del arte, como motor
responder a la pregunta formulada en ella de la que trata este libro, sino de la que en adelante le hará bastante difícil
primera persona acerca de “qué ha signi- que hubo antes que ella. De la muchacha aceptar el realismo socialista y las doctri-
ficado ser comunista en Italia desde que entra a militar en el partido en 1943 nas de Andrei Zhdanov. En su fuero in-
1943”. Así, La muchacha del siglo pasado y es expulsada en 1969. Por lo demás, terno, esto era una pleitesía inevitable a
es tan sólo un intento de aproximarse a tampoco es la historia del partido comu- la Unión Soviética, que tenía efectos fu-
lo que fue el partido comunista para nista italiano durante este período. Por nestos para los intelectuales. Pero la rela-
quienes estuvieron en él. Ni más ni me- ejemplo, no hay ni una mención al pro- ción con la Unión Soviética va a ser un
nos. El libro trata de lo que conoció per- ceso de caza de brujas a los militantes hilo rojo que recorre todo el libro.
sonalmente, pero no –o no tanto– de lo que emprendieron la crítica de la inva- La muchacha del siglo pasado entra en
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1943 en el partido de la resistencia. Lue- ¿Qué forzaba a seguir en estas circuns- sa, surgen unos “avestruces, que esconden
go empieza una cadena ascendente: en tancias? Una idea de partido, basada en la cabeza debajo de la arena para sobrevi-
1947 acepta el trabajo político (o sea, “se la experiencia de que era “el único que vir”. La cuarta vez, tiene que ver con las
aceptaba un salario obrero e implicaba articuló la protesta y la esperanza, que dio rebeliones de los países del Este, cuyas
una cierta prioridad por encima de todo consciencia a masas que nunca la habían primeras manifestaciones no fueron si-
proyecto personal”); en 1949 pasa a traba- tenido”. O algo más oscuro, pero que quiera conocidas por los comunistas de
jar directamente con la federación de también contaba mucho: a saber, que en Europa. Esto afecta a buena parte de las
Milán; en 1951 acepta llevar el frente cul- el fondo “éramos sólo máquinas desean- páginas del libro. Todo él está atravesado
tural en esa ciudad; en 1958 es elegida tes, y que era menos importante lo que por la dependencia de la Unión Soviéti-
miembro del comité central; en diciem- deseábamos que el hecho de desearlo”. Pe- ca. Tras el XX Congreso del PCUS, en la
bre de 1963 pasa a dirigir a los intelectua- ro la conciencia de estas grandes narra- década de los años sesenta, el partido
les del partido en Roma; en 1965 cesa ciones llegaría más tarde. Por el contra- comunista italiano procedió a la liquida-
como responsable de los intelectuales, rio, hay un exaltado homenaje a lo que ción tácita del tema. Pero Rossanda lleva
permaneciendo como miembro del co- llegó a ser un rasgo común del comu- razón cuando argumenta que “el terror
mité central. Y en 1969, la expulsión. El nismo italiano, que quedará como ejem- había terminado, decíamos, pero como
viaje a ninguna parte había terminado. plo y memoria para las generaciones no conocíamos lo que había sido con an-
El libro se puede leer también como futuras. “Con independencia de que las terioridad, estábamos en lo cierto y no lo
una contribución a la autocrítica del decisiones tomadas por el PCI fueran bue- estábamos al mismo tiempo”. Esta ambi-
imaginario comunista español, que mi- nas o malas –propone Rossanda–, una güedad persistió hasta el hundimiento
raba –que mirábamos– al PCI como algo actitud parecía haberse afirmado: no ter- del bloque soviético.
excepcional. De lo que cuenta –y no giversar nunca la realidad, no dejar nun- Además, hay un tema apenas insinua-
cuenta– Rossanda se intuye que aquel in- ca de interrogarla, no limitarse nunca a do. Es la renuncia a hacer revolución
telectual colectivo tenía bastante barro esperar”. (con la hegemonía de la clase obrera). En
en sus pies. Por ejemplo, las lecturas. Hay dos temas recurrentes a lo largo de las últimas cien páginas el problema está
Rossanda entró en el partido tras un pro- La muchacha del siglo pasado: la igno- claramente planteado. Por ejemplo,
grama de lecturas que incluía haber leído rancia que acoraza nuestra conciencia y cuando dice que “no se trataba en abso-
dos Laski, dos Marx y un Lenin. A finales el pesado lastre que supuso la obediencia luto de adecuar al presente una moderna
de los cuarenta, se publicó Gramsci (pero del PCI con respecto a la URSS. El prime- posición de clase, la tendencia era la de
no cronológica, sino temáticamente). Un ro es un tema escondido pero presente librarse de ésta”. ¿Cuál era la posición del
poco por su cuenta, añadió Brecht y, ya en todo el libro. La primera vez que apa- partido italiano, en tanto que intelectual
en los años sesenta, a Althusser. También rece es en relación con el exterminio y la colectivo? Probablemente esa era la opi-
leyó a Lukács (“aunque, por lo demás, ni pretensión alemana de no conocer la na- nión de más de un dirigente, pero primó
siquiera él fue leído en serio”). Karl Korsch turaleza real de los crímenes del nazismo la idea de que la revolución del sistema
no fue conocido hasta después de mayo (a pesar del sinnúmero de personas que, productivo “no era algo que pudiera con-
del sesenta y ocho (y no precisamente por su profesión, habían de estar al co- fesarse todavía”. Después, nadie esperó
por la nueva izquierda emergente). La rriente de todo). La segunda vez tiene ya una respuesta: todo lo sólido se desva-
duda asalta: ¿sólo bastaba con eso, para que ver con la duda acerca de la actitud nece en el aire. El libro no es triste; pero,
una dirigente? Lamentablemente, no hay mayoritaria del pueblo italiano –inclu- a veces, causa dolor por la tragedia de los
respuesta. O sí. “Las revoluciones no ha- yéndola a ella– hacia el fascismo (en sus comunistas. Rossanda escribe que “quien
bían padecido un exceso de pensamien- inicios). Había un pacto no confesado, se ha dado de bruces contra la tragedia no
to”, dice en otro lugar, como sirviendo de callado, entre gobernantes y pueblo, que la olvida”. El siglo pasado terminó trági-
lamento mortuorio por la suerte del par- garantizaba el consenso: “garantízame camente para la izquierda, y la autora es
tido comunista. que no sabré”. Esto fue lo que mantuvo absolutamente consciente de ello. La
Los veintiséis años de militante comu- quietas a las poblaciones. La tercera vez muchacha del siglo pasado es tan sólo un
nista no son un asunto banal, sino todo fue cuando se ganó con pocos votos el intento, bastante veraz, de contar lo que
lo contrario. Son años amargos, y para referéndum de la República, y quedó pa- fue la experiencia comunista a los jóve-
nada felices. “No recuerdo ilusiones de un tente que los que habían combatido con- nes (que no tienen ya un partido comu-
mañana radiante, encajábamos una de- tra el fascismo contaban con el apoyo de nista dónde meterse).
rrota tras otra”, dice en alusión al duro una mayoría extremadamente frágil.
batallar de esos primeros veinte años. Siempre, entrevistos con notable sorpre- Josep Torrell
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bios climáticos y sequías en numerosos señala Davis, el crecimiento acelerado de por el contrario, la cruda y desnuda com-
países africanos, y la concentración de las áreas urbanas hiperdegradadas desde petencia darwiniana provocada por el
pequeñas parcelas en grandes propieda- 1970 ha dejado atrás la idea misma de aumento acelerado de personas empo-
des junto con la competencia desleal y urbanización. brecidas y sin recursos que luchan por
netamente desigual con las grandes cor- Las mismas diferencias de salud han las mismas cosas, provocará la violencia
poraciones de la agroindustria. Conse- perdido su ámbito tradicional. La morta- y autoliquidación? En opinión de Davis
cuencia: degradación acumulada a una lidad infantil de los niños menores de 5 estas son cuestiones “complejas que ne-
preexistente degradación impensable e años en las áreas urbanas hiperdegrada- cesitan del estudio comparativo de casos
insoportable. Davis cita a A. S. Oberay, un das de Nairobi es de 15,1%, entre 2 y 3 concretos antes de poder responderlas
investigador de la OIT, que ha calculado veces superior a la ciudad en su conjun- de forma general” (pág. 267). Davis
que en el Tercer Mundo el mercado for- to, e igual a la que puede registrase en las apunta que las mejores cabezas del Pen-
mal de la vivienda apenas cubre el 20% zonas rurales más pobres. En Quito, la tágono se están ya adentrando por un
de las necesidades, “por lo que la gente se mortalidad infantil es 30 veces más alta camino, al que han renunciado las Na-
construye sus propios chamizos, se refu- en las áreas degradadas que en los ba- ciones Unidas, el Banco Mundial o el
gia en alquileres informales y divisiones rrios más acomodados. En Bombay, el mismísimo departamento de Estado, in-
tentado hallar la lógica que se impone
tras la renuncia a la reforma urbana. Los
estrategas militares aseguran –desde
luego, sin atisbo de piedad en el hori-
zonte– que las salvajes y malogradas
ciudades del Tercer Mundo, sus áreas su-
perdegradadas especialmente, serán el
principal campo de batalla del siglo XXI.
La doctrina del Pentágono, apunta plau-
siblemente Davis, “se está rediseñando
para soportar una guerra de baja inten-
sidad y de duración ilimitada contra seg-
mentos criminalizados de los pobres ur-
banos”. Este es, concluye Davis, el au-
téntico choque de civilizaciones.
Por lo demás, una idea, apuntada sa-
biamente por Mike Davis (p. 33), que
rompe toda concepción ingenua de pro-
greso, merece destacarse: los 1.000 millo-
nes de habitantes que ocupan las áreas
urbanas hiperdegradadas actualmente
en nuestro planeta podrían mirar con
Foto Rustifari (Creative Commons) envidia las ruinas de las sólidas viviendas
de barro de Çatal Hüyük. Fueron levanta-
das en Anatolia, en el alba de la vida ur-
piratas del espacio”, o simplemente se índice de mortalidad en las áreas urba- bana. Hace, aproximadamente, 9.000
instala en aceras, calles o, si hay suerte, nas degradadas es superior en un 50% al años.
en cajeros o entradas de instalaciones de los distritos rurales adyacentes.
públicas en el caso de las poblaciones ¿Habrá entonces revuelta de los po-
pobres de metrópolis del primer mundo. bres, de los pobladores de estas zonas Salvador López Arnal
No es necesario señalar, pero no sería hiperdegradadas? ¿La pobreza acumula-
bueno olvidarlo, que la parte más débil da generará revoluciones de multitudes?
de la población, las mujeres y los niños, ¿Son las zonas hiperdegradadas volcanes www.elviejotopo.com
reciben los peores efectos. En síntesis, sociales de erupción potencial? ¿O bien,
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se hiciera un ataque menor”. posibilitó el éxito del desembarco de posibilidad de derrota desde el mismo
Los servicios de inteligencia (concre- Normandía. Y los datos son terminantes día en que tomó la decisión de llevar a
tamente el Abwebr) volvieron a equivo- al respecto: mientras el ejército alemán sus ejércitos hacia Rusia”6.
car a Berlín cuando privilegiaron (en desplegaba 28 divisiones en Italia (en
1941) el ataque a Moscú (cuando Hitler combate) y 31 en Francia, “en el frente Notas
lo consideraba un error: el Diario de oriental había 165 divisiones compro- 1. Para Adair: “el hecho de no haber tomado
Goebbels afirma al respecto que “El metidas”. Desde ese punto de vista es Moscú fue la primera derrota importante su-
Führer no tenía ninguna intención de ir evidente que ganar a los alemanes en frida por el ejército alemán durante la Segun-
da Guerra Mundial” (pág. 43).
a Moscú; quería aislar el Cáucaso y, así, Normandía y Francia hubiera sido im-
2, De nuevo Adair: “Ciudadela (nombre en
alcanzar el sistema soviético por su posible sin el frente ruso y, concreta-
código de la ofensiva alemana sobre Kursk)
punto más vulnerable...”), cuando le mente, en el tiempo, sin la ofensiva so- fue una derrota decisiva para el ejército ale-
aseguraron a Hitler (en 1943, poco antes viética sobre Bielorrusia: dicha ofensiva mán que finalmente perdió su iniciativa en el
de Stalingrado) que el Ejército Rojo esta- “eliminó a casi 30 divisiones alemanas, frente oriental” (pág. 47).
ba en las últimas; y, de nuevo en 1944, ocasionando más bajas que las ocurri- 3. Pág. 63
cuando, ante las diferentes opciones de das (...) [en] Stalingrado. Pero la diferen- 4. Pág. 39.
Moscú, a saber: 1) hacia el Báltico, 2) ha- cia esencial entre las dos era que des- 5. Indica Adair (pág. 68) que “después de tres
cia Minsk y Bielorrusia, 3) hacia el Bálti- pués de Stalingrado, Alemania aún con- años de fuerza en el Frente Oriental, en el
co vía Varsovia, y 4) hacia Grecia vía Ru- servaba los hombres y los recursos nece- cual se había visto pasar la victoria cercana
manía, privilegiaron esta última una y sarios para mantener la iniciativa; mien- hasta llegar casi a un punto muerto, el ejérci-
to alemán siguiese siendo extremadamente
otra vez cuando la respuesta correcta era tras que las pérdidas del verano de 1944
poderoso”.
la segunda.5 (...) significaron que el fin de Alemania
6. Pág. 12.
Lo cierto es que la fijación, en la URSS, se acercaba inexorablemente (...) [De
del grueso del ejército alemán fue lo que hecho, para Hitler] existió una enorme Jorge Verstrynge
LA ESTACIÓN
Sergio Kokis
Una discusión familiar a bordo de un tren. Una estación desierta en
medio de la estepa. Un pueblo solitario, habitado por gentes des-
confiadas y a las que no les gustan los forasteros. Con esos elemen-
tos, banales en apariencia, SERGIO KOKIS urde una trama que atra-
pa al lector desde las primeras páginas, sumergiéndolo en un mun-
do kafkiano en el que las cosas no son lo que parecen a primera
vista. Un mundo en el que Adrian, el protagonista de La estación,
extraviado en ese lugar perdido, sometido a una interminable espe-
ra, descubre que todavía es posible tomar las riendas de su propia
vida, incluso de cambiar su destino.
M O N T E S I N O S
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UN PISTOLETAZO EN MEDIO DE UN
CONCIERTO. ACERCA DE ESCRIBIR DE
POLÍTICA EN UNA NOVELA
Belén Gopegui
UCM-Ed. Complutense,
Madrid, 2008, 62 págs.
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Binder imaginario que se encontrase en- la política la que se ocupe sobre todo de tima de sus respuestas, la resistencia de
tre los dueños del discurso dominante” la política: “Este problema pendular no se Pamela Lyndon Travers (Helen Lyndon
(p. 51). Así pues, a través de la voz de ha debido creo yo, a la torpeza de los no- Goff en realidad) a que Mary Poppins ca-
Diego, “un joven revolucionario de nues- velistas políticos, sino a cómo están dis- yera en las manos y miradas abductoras
tros días”, Gopegui construye su confe- tribuidas las posiciones. Cuando más de Disney, merece ser incorporada a la
rencia a partir de un fragmento del ca- débil es una posición, menos capacidad historia universal de la dignidad y el cora-
pítulo 22 de la segunda parte de Rojo y tiene para elegir el campo de batalla: el je, aunque, con esperancismo no sólo
negro de Stendhal –“La política […] es campo se lo impone el canon dominan- teórico sino práctico, activista, Gopegui
una piedra atada al cuello de la literatura te” (p. 23). apunta con acierto que “la novela cons-
y que la sumerge en menos de seis meses. La tesis de fondo: la novela del siglo XX, truye, en efecto, espacios de resistencia.
Cuando sobreviene la política en medio casi toda ella, matizan Diego-Gopegui, es Pero no siempre la resistencia es un lugar
de los asuntos de la imaginación, es como de una gran inverosimilitud (o, si lo pre- deseable ni útil. Resiste el organismo,
un pistoletazo en un concierto(…)”–, re- fieren, dialécticamente, de una gran vero- aplaza o soporta la fatiga y un día ya no
flexión que se reproduce, casi en su litera- similitud a partir de las dos reglas indis- resiste más y muere. Quizá ya no nos
lidad, en el capítulo 23 de la segunda cutidas del discurso dominante: la obli- quede mucho tiempo. Por eso, además de
parte de La cartuja de Parma. De ahí, de gada preponderancia de los personajes seguir resistiendo, tratamos a veces de
una sesgada lectura por lo demás parcial, negativos, distintos claro está del antihé- exigir que la presión disminuya” (p. 57).
del texto de Stendhal, y de otras causas roe –“al antihéroe no le salen las cosas, Luis Martín-Cabrera afirma en su breve
complementarias, una consecuencia cul- pero todavía quiere, o querría en algún presentación que Belén Gopegui escribe
tural no desdeñable que suele tomarse momento, que le salgan” (p. 35)– y, se- para que nos sintamos más acompaña-
por “lógica y natural”: “Existen, por su- gunda norma, del prestigio del destino dos en la lucha, menos solos, que la poé-
puesto –señala Diego/Gopegui–, nume- frente a la desprestigiada voluntad en la tica de su narrativa da cuenta de “una
rosas novelas que abordan la política. Sin novelística reciente. lucha de clases que no termina todavía y
embargo, casi todas lo hacen tras haber No se trata, pues, de que la novelística recuerda que la cultura es más un campo
asumido esa prohibición. Disculpándose, del siglo XX haya generado novelas siem- de batalla que un jardín francés”. Suena,
incluyendo, como se dice a veces, la polí- pre malas, sino que en cualquier caso han lo admito, a marxismo clásico, a Lukács, a
tica en el subtexto y no en el texto, o bien sido insuficientes. Con excepciones, Althusser, a Manuel Sacristán incluso, pe-
incluyendo sólo cierta política”. Analizar desde luego, apunta matizadamente Die- ro, además, suena y sabe a verdadero,
críticamente la naturalidad de esta situa- go-Gopegui. Juntacadáveres y El astillero porque, como Gopegui señala, cada día
ción, el trasfondo ideológico de esta poé- de Juan Carlos Onetti son contraejemplos deberán escribirse más novelas que rom-
tica, es el objetivo de la conferencia y de conocidos. ¿Por qué insuficientes decía- pan “no sólo el hielo del alma, sino tam-
los debates que la acompañaron. mos? Por la prohibición de la política. Fal- bién las vitrinas del lugar donde todo se
Pero, bien pensado, es sorprendente la ta en ellas, casi siempre, la otra mitad: vende, novelas del otro lado, de allí donde
afirmación anterior. ¿Hay prohibición de “(…) Claro que me importa, claro que me se admite que las reglas podrían ser dis-
la política en la literatura? No. Más bien, interesa que las novelas me hablen de la tintas: novelas que no ocurran en la urna
casi siempre existe prohibición, no enun- mitad de la mirada y del medio corazón y de cristal de los sentimientos protegidos,
ciada con claridad, de una política deter- de copas que flotan en el aire. Lo que re- los valores aceptados, la sumisión sin
minada, una prohibición que impide clamo es la otra mitad” (p. 28). Es esa mi- resto de melancolía” (p. 59).
escribir acerca de individuos que preten- tad complementaria, normalmente olvi- Esas novelas, escritas para las indivi-
dan instaurar un nuevo orden de cosas dada, la que Gopegui y Diego reclaman dualidades colectivas y para las colectivi-
sin ser tachados de enfermos, ingenuos o con admirable sensatez. dades individuales, no forman parte de la
totalitarios. Es eso, precisamente eso, lo De la claridad y profundidad político- historia de la literatura. Están fuera… Por
que suena como un pistoletazo en un au- filosóficas de Belén Gopegui (“…saben ahora.
ditorio donde se está interpretando el que mis posiciones políticas son claras o,
concierto para clarinete de Mozart. Go- mejor dicho, rojas”) son muestras nítidas Salvador López Arnal
pegui expone, además, un argumento de sus respuestas en el debate aquí recogido,
interés para explicar la generación de así como su breve e interesante reflexión
novelas políticas que desdeñen registros sobre el concepto de totalitarismo. Por lo www.elviejotopo.com
amplios y terminen por considerar nove- demás, la historia que cuenta en la penúl-
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mann, Otto Dix, George Grosz y Rudolfo una estela Queer y butleriana.
Schlichter a su cabeza y que estribó en Algo más telegráfico se muestra Aliaga
una recreación pictórica de la brutalidad al abarcar la producción artística en los
del macho, la bestialidad, la muerte, el regímenes totalitarios, aunque no esca-
sexo y la prostitución en el que la mujer tima críticas ante el realismo socialista,
aparece sistemáticamente como la figu- el suprematismo y el constructivismo,
ra y la víctima central, dominando los que bajo el paraguas del estalinismo
cuerpos femeninos despedazados y ofrecieron tanto en los aspectos pictó-
martirizados. Aliaga llama la atención a ricos como en la fotografía y en el car-
cómo en el fondo la lustmord llegó a ser telismo propagandístico, una visión
la plasmación artística del instinto cri- masculina y virilizante del trabajo y el
minal inscrito en el poder falocrático. proletariado. El arte nazi, sobre todo
El surrealismo no se libra de crítica con desde una postura hostil a las vanguar-
motivo del estrecho vínculo que imperó dias de entreguerras, operará a su vez un
en esta corriente entre deseo y violencia. proceso de naturalización y esencializa-
La clave freudiana imperante en el su- ción de la mujer.
rrealismo contribuyó en gran medida a la A demoledora crítica son sometidas
ilustración del miedo masculino a la cas- también las vanguardias de la postgue-
tración y la representación de la mujer rra, entre ellas el expresionismo abstrac-
como una suerte de súcubo maléfico to encabezado por Jackson Pollock y
cuya fuerza estribaba en sus poderes tau- Henri Gaudier-Brzeska Willem de Kooning, el Pop Art liderado
matúrgicos. La mujer es así demonizada por Warhol, y Tom Wesselmann o el ac-
y vinculada a la maldad y lo abyecto. La nido lésbico. La italiana Carol Rama tam- cionarismo de Otto Muhl, y Hermann
pintura de Dalí y Matta se centrará en la bién dejó su marca al exaltar la autono- Nitsh. La violencia, la distorsión corpo-
degradación física y sexual de la mujer, ral, o la conversión de la mujer en mera
mientras que la de Giacometti la relacio- golosina según los clichés publicitarios
nará con los insectos. Hubo en el surrea- fueron la nota dominante. No falta Alia-
lismo una especie de esencialización de ga en subrayar la importancia de la pro-
la mujer, sobre todo en la producción de ducción artística femenina dentro de
Apollinaire, que apostó por el papel tra- estas corrientes, y que rompieron con el
dicional de la mujer maternal, así como impulso misógino y homófobo del mun-
en las iconografías de artistas como Félix do del galerismo en los años 60 y 70. Ob-
Labisse, Max Ernest, que la representa- jeto de análisis son a ese respecto la pro-
rán como el producto de la flor, el fruto y ducción de artistas niponas-americanas
la tierra. Bellmer, hombre atormentado y y vinculadas al universo Fluxus, como
marcado por el autoritarismo de un pa- Yoko Ono, Shiegko Kubata y Yayoi Kusa-
dre con ideas pro-nazis, quedará fascina- ma. Una tendencia crítica que en el ám-
do por la violencia corporal ejercida bito europeo encarnaron sobre todo
sobre la mujer. Masson y Magritte se ex- Niki de Saint Phalle y VALIE EXPORT. La
pandieron a su vez a la representación representación de la mujer en la guerra
del crimen pasional y la violencia. El su- del Vietnam y de Argelia, así como el arte
rrealismo supuso por lo tanto la materia- Victor Brauner en el movimiento feminista de los años
lización del falicismo desde la perspecti- 70 constituyen la parte del final de este
va masculina y heterosexual, quedando mía sexual de la mujer, a lo que hay que ensayo excelente y erudito, que guarda
plasmado sobre todo en las pinturas y sumar la obra crítica ante el falocratismo el mérito de recordarnos la terrorífica
dibujos de Victor Brauner. La patente de la francesa Louise Bourgeois, pasando incidencia de los símbolos en los proce-
misoginia y homofobia de Breton y la por la fotógrafa Claude Cahun, que al sos de violencia y discriminación de
mayoría de sus seguidores contrastó sin hacer hincapié en la provisionalidad de la género.
embargo con la obra de Man Ray, quien identidad femenina bien podría situarse
se atrevió a hacer iconografías de conte- en nuestros días, como apunta Aliaga, en Laurentino Vélez-Pelligrini
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ESE IMPERCEPTIBLE
MOVIMIENTO
Aude
Aude (Claudette Charbonneau-Tissot, Montréal, 1947) recibió en
1997 el “Prix du Gouverneur Général du Canada” por este libro
emocionante, que se dirige directamente al corazón del lector a tra-
vés de un estilo cristalino que aúna la sencillez con una elevadísima
calidad literaria.
Compuesto por trece relatos, Ese imperceptible movimiento nos se-
duce al mostrarnos cómo nuestras vidas dependen de sensaciones
apenas comprendidas, de gestos sólo insinuados, de melancólicas evo-
caciones del pasado, de silencios y de angustias que casi nunca se
comparten.
Es este un libro pequeño, que puede leerse rápidamente, y que sin
embargo, a pesar de su brevedad, dejará una huella imborrable en
aquellos que se asomen a los vértigos de sus páginas.
M O N T E S I N O S
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