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situaciones e información encontrada en estas producciones son obra
intelectual del autor.
¡Buena lectura!
Traducción: Lucia A.
Corrección: Dain
Revisión: Crold ♥
Ambos saben que está mal. Sin embargo, mientras la noche avanza, podrá el
Sr. Taylor contener su deseo por Sophie? ¿O cederá y tomara lo ella que está tan
dispuesta a ofrecer?
Mamá estaba en otro frenesí de limpieza, tratando de tener el lugar listo para
su reunión del club literario la noche siguiente. Una ojeada al nuevo libro que
estaba sobre su mesa de noche me dijo que su grupo se había trasladado de Best-
sellers a destripadores de blusa1, o porno para mamá como se le llama estos días.
Tal vez estaba esperando demasiado. Probablemente todo el porno que había
visto durante años me había dado grandes expectativas sobre el sexo y como yo
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1 Una novela "romántica” dirigida a un público femenino; se refiere a las mujeres rolliza que decoran las portadas,
Y luego estaba Abby Taylor –desde que mi mejor amiga perdió su virginidad
con su novio Brian durante las vacaciones de invierno, ha estado prácticamente
insoportable – el sexo era todo de lo que ella hablaba.
Según Abby, Brian tiene una polla larga y gruesa y follaba como un semental.
Resultaba difícil no rodar mis ojos cada vez que oía ese comentario.
Personalmente, no me atraen los excesivamente musculosos, del tipo culturista
como Brian, pero eso no me impide estar extremadamente celosa de la relación
que tienen – o de su vida sexual aparentemente perfecta y satisfactoria.
Con un pesado suspiro, reuní toda la ropa que necesitaría para un fin de
semana en la casa Taylor – unos pares de bragas, calcetines, tres tops, un par de
pantalones cortos de jean y una falda, en caso de que terminemos saliendo.
Desde que yo prefiero no dormir desnuda junto a mi mejor amiga, tomé una
de mis enormes camisetas y fui en busca de otra, sólo para volver con las manos
vacías. Fue entonces cuando note la desbordante cesta de la ropa, cerca de la
puerta de mi cuarto de baño.
El Sr. Taylor no era una mala persona – sólo eligió una carrera que no era
para un hombre de familia, aunque me imagino que él no había esperado que su
ex esposa, la madre de Abby, huyera hace tres años dejándolo con una hija
adolescente que apenas conocía.
Creo que él sólo hizo lo mejor que pudo, y eso incluye contratar una ama de
llaves – o niñera, como le llamaba Abby. No fue sino hasta hace unos meses
cuando Abby cumplió los dieciocho y fue finalmente capaz de deshacerse de la
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niñera con la promesa de que no habría ni pijamadas ni fiestas. Hasta ahora, Abby
no había jugado a ser anfitriona a ninguna fiesta, pero no tenía ninguna duda de
que Brian estaba muy familiarizado con la cama de dosel de su novia.
Yo estaba casi segura de que ya habría tenido una fiesta si su padre no
hubiese amenazado con volver a casa antes de tiempo sin previo aviso en alguna
ocasión. El hecho de que estuviera aquí ahora del todo me llevó a creer que Abby
debía haber cancelado una pijamada con Brian. Probablemente yo era sólo el plan
de contingencia.
Con el modo en que él solía ir y venir, no tenía ni idea de si el Sr. Taylor iba a
estar aquí todo el fin de semana o si solamente estaba en casa durante unas
horas. En caso que él tuviera que salir, me aparqué detrás del coche de Abby en
su lugar.
No fue sino hasta que me traslade para cerrar la puerta detrás de mí que
noté a alguien dentro del oscuro garaje.
El Sr. Taylor siempre había sido un hombre muy atractivo, pero parecía ser el
tipo de persona que solo mejoraba con la edad.Notando que estaba siendo
grosera, le di un pequeño saludo de reconocimiento, ganándome una
deslumbrante sonrisa a cambio.
Sólo tomó tres suaves pasos antes de que estuviera a mí misma altura y que
yo quedara cerca de su ancho pecho mientras él atrapaba el balón con soltura. Al
verlo así, tan masculino y sexy, requirió cada pizca de voluntad para impedirme
mirar fijamente el puñado de oscuro cabello que espolvoreaba su torso.
ganar.
Debo de estar enferma y ser una pervertida porque ese cariñoso e infantil
apelativo me excitó más de lo que quisiera admitir. Reí nerviosamente sin saber
qué decir a su arrogante respuesta. Parecía que el Sr. Taylor tenía cierta habilidad
diabólica que le permitía volverme cachonda y silenciosa.
La sola idea hizo que mi cara se sonrojarse, lo que sólo pareció hacerle
sonreír más.
Ya quisieras.
Cogí mi bolso finalmente, cerrando la puerta del coche. Detrás de mí, podía
oír el sonido del Sr. Taylor haciendo dribbling3 y lanzando el balón, sus zapatillas
moviéndose a través de la acera. No quería nada más que volver corriendo allí y
mirarlo mientras jugaba, pero no había manera de que yo simplemente me
quedara parada allí viendo como sus músculos se tensaban y flexionaban mientras
él se ponía todo caliente y sudoroso— por lo menos no sin derretirme en un charco
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Página
de baba.
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Lanzarla pelota con una mano contra el suelo para que rebote, repetidamente.
Realmente me sentí como una gran pervertida por pensar cosas así sobre el
padre de mi mejor amiga. Estaba... simplemente mal. Además, yo estaba segura
de que nunca sería nada más que una niña ante los ojos del señor Taylor. La idea
de él, presionando sus labios con los míos no era más que una fantasía, algo en
que pensar más tarde con dos dedos enterrados profundamente en mi coño.
Una vez nos acomodamos en su dormitorio por la noche, Abby sacó varias
revistas, queriendo que yo le ayudara a elegir un peinado. Tuve que ahogar un
gemido cuando pensé en la tortura que tenía que soportar esa noche. No podía
creer que faltaban apenas unas semanas.
—Me gusta más suelto —le dije, admirando su sedoso cabello negro, el color
tan parecido al de su padre.
—¿Te importaría poner la salsa? —me pidió Abby, entregándome un pan con
la corteza desplegada así ella podría empezar a rallar el queso. Agarré el cucharón
para probar un poco, así podría estar segura de que tenía el suficiente sabor.
—Joder —murmuré buscando una toalla de papel, algo que poder usar para
limpiar rápidamente mi desorden.
Una vez que lavé todo el exceso de salsa, agarré el quitamanchas y apliqué
rápidamente en los lugares sucios. Tomó un momento para conseguir que la
gelatinosa sustancia funcionara en la mancha, pero finalmente parecía estar
saliendo de mi camisa.
Santa mierda.
Tan doloroso como sonaba, todavía había algo tan primordial y erótico sobre
ser reclamada.
—Oh dios mío —grité, luchando por agarrar algo para cubrirme cuando me di
cuenta de cómo debo haber lucido allí de pie en topless en su cuarto de lavado.
—Joder, Sophie. Lo siento —dijo él rápidamente, su rostro rojo con
vergüenza.
Todo lo podía pensar era en tener su gruesa polla en mis manos... mi boca...
mi coño. Verlo allí, justo en frente de mí, pero sabiendo que no había nada que
pudiera hacer, era una autentica tortura.
Sentí vergüenza por mi reacción. Él tenía que haber notado el deseo en mis
ojos. No era tan evidente como el suyo, pero yo no tenía ninguna duda de que él
reconoció la mirada que le estaba dando.
Tenía que creer que eso fue simplemente un golpe de suerte. No podía
hacerme ilusiones, porque nunca quise ser una de esas delirantes chicas que se
sentían atraídas por los hombres no disponibles, solo para acabar solas y con el
corazón roto.
Puesto que yo no podía tenerlo, sólo tendría que utilizar la vivida visión de
ese duro pene como combustible para mis fantasías en los años venideros.
En ese momento, yo sabía que nada se podía hacer al respecto, así que sólo
abotone una camisa gris que encontré descansando cerca de la secadora y luego
continúe lo que estaba haciendo antes del... incidente.
—Eso es una mierda. Bueno puedes pedir prestado uno de los míos. Sabes
que no me importa.
—Gracias. Oye, necesito que me prestes un camisón también. Solo tenía uno
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limpio para usar y lo dejé.
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Era un poco incómodo, porque todo lo que yo podía pensar era en lo que él
podría haber estado haciendo en la ducha. ¿Se habría tocado a sí mismo?
Mientras Abby estaba sentada allí charlando sin cesar sobre el baile, Brian, y
compras, no pude hacer nada más que mirar al padre de mi mejor amiga,
pensando en todas las cosas malas que quería que hiciéramos juntos.
Mi cara se puso roja con vergüenza. —Voy a ir sola, señor —le respondí,
bajando la mirada a mi plato.
—La mayoría de los chicos con los que vamos a la escuela son muy
inmaduros —explique sin convicción.
—Bueno, eso no me extraña. Los chicos de tu edad simplemente no saben
cómo tratar a una mujer.
debajo de la mesa, vagando hacia mi muslo. Apenas podía creer lo que estaba
viendo cuando su dedo meñique empezó a cepillar suavemente contra mi pierna
desnuda debajo del dobladillo de mis pantalones cortos.
Abby estaba parada a menos de diez pies de distancia de nosotros, así que
tuve que morder mi labio para suprimir los embarazosos sonidos que amenazaba
con ceder.
Mordí mi labio aún más duro cuando el Sr. Taylor se inclinó más cerca,
dándome el placer de sentir su cálido aliento en mi oído, haciéndome cosquillas,
dejándome incluso más húmeda de lo que yo ya estaba.
Con una última mirada al señor Taylor, planeé seguir a Abby arriba y tratar
de ignorar el hueco dolor entre mis piernas, pero la mirada que él me estaba
dando me dejó aturdida y caliente.
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Santa mierda, yo deseaba a ese hombre.
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Sabiendo que no había nada que pudiese hacer por el momento, seguí a
Abby arriba, con la esperanza de poder ver una película. Necesitaba una
distracción.
—Estoy bien, sólo un poco caliente por la cocina, supongo. —Mentí, sabiendo
que era su padre ridículamente caliente y sus bromas que me tenían así. —¿Por
qué no vemos una película? —Cambié de tema, desviando sus inquisitivas
preguntas para que ella no pudiera llegar más cerca de la verdad.
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Una vez terminada la película, Abby me recordó los conjuntos de lencería que
mencionó anteriormente, lo que pareció levantar un poco mi espíritu.
Después de modelar cada uno de ellos para Abby, terminé eligiendo algunos
que lucían muy sexys en mí.
El rosa y el rojo no eran realmente lo mío, así que cuando encontré un corsé
de color purpura profundo, lo tomé, así como uno negro, en seda con sostén y
pantis con ligas y medias. Abby terminó eligiendo el tercero por mí: un vestido
blanco puro que caía unos centímetros por debajo de mi culo, con un sostén
escotado que levanta y dejaba mis pechos al descubierto. La falda flotaba
alrededor y parecía tan suave y sedosa.
En el momento en el que me vi en él, sabía que eso era lo que quería llevar
cuando perdiera mi virginidad. Era tan sexy y perfecto que no pude evitar incluir al
Sr. Taylor en esa fantasía, preguntándome si al verme usándolo podría volver a
excitarse.
Por un rato, Abby y yo nos quedamos charlando. Ella molestando acerca del
baile, insistiendo que fuera con el amigo de Brian, Eric, cuya invitación ya había
declinado dos veces. Simplemente ella no entendía que él no era mi tipo, y acordar
ir con él a la fiesta sólo le daría la idea equivocada. Honestamente, habría omitido
la maldita cosa si mi madre no hubiese gastado unos cientos de dólares
sorprendiéndome con un muy bonito vestido.
—Voy abajo para tomar algo de beber. ¿Quieres algo? —Le pregunté cuándo
vi que tan tarde era. Esperaba tener un minuto a solas con el Sr. Taylor antes de
que él se fuera a la cama pensando que yo era demasiado cobarde para responder
a sus avances.
—No, estoy bien, gracias —sonrió ella distraída por su teléfono que comenzó 16
a sonar, notificando un mensaje nuevo, probablemente de Brian.
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La sala quedo en silencio. —Sr. Taylor —dije suavemente, dando otro rápido
golpe en la puerta.
—¿Sophie? ¿Dónde está Abby? —preguntó él en voz baja, los ojos ardiendo,
quemándome con su inquebrantable mirada.
—Ella cree que bajé para conseguir algo que beber. Sólo tengo un par de
minutos —susurré.
Los ojos del Sr. Taylor se volvieron oscuros y hambrientos, llenándome con
renovado deseo que barrió a través mi cuerpo. —Joder... esto está tan mal —gimió
él antes de deslizar su mano en mi cintura, tirando de mi hacia sí. 17
Y luego sus labios estaban en los míos, más suaves de lo esperado, pero
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llenos de una urgencia que casi me dejó jadeando contra su caliente boca. Su
lengua cepillo sobre mi labio inferior buscando la entrada. Me abrí a él, amando su
sabor, amando como deslizaba su lengua contra la mía tan experta y
sensualmente, fácilmente trabajó mi cuerpo hasta la sumisión, silenciosamente
diciéndome que yo era suya para tomar.
Sus dedos me provocaban, jalándome con más fuerza contra él hasta que
ambos nos deslizamos más allá del umbral de su oficina. Rápidamente, él cerró la
puerta detrás de mí antes de atraparme contra ella, trabajando su muslo entre mis
piernas y deslizando sus manos sobre mi culo así él me podría levantar de mis
pies.
Pensé que me volvería loca si no tenía esa perfecta polla dentro de mí,
deslizándose, reclamándome, calmando ese hueco dolor que me hacía tan
necesitada y desesperada. Me quejé, sabiendo sin duda que no teníamos suficiente
tiempo para eso.
—Eres tan sexy, Sophie —susurró él, moviendo sus labios a mi cuello. —
Déjame tocarte.
—Sí —siseé, mis ojos rodando cuando él deslizó un tercer dedo, dilatándome
un poco, haciéndome anhelar sentir su polla dentro de mí más que otra cosa. Sólo
quería saber lo bien que él podría hacerme sentir.
—¿Puedes venirte para mí, dulce niña? —me engatusó él mientras sus dedos
se deslizaban más profundo, curvándose contra ese paradisíaco lugar. Asentí
porque ya estaba a punto. —Sí... eso es. Llega sólo por mis dedos.
—Sí... joder... eres tan sexy —elogió mientras sus dedos me frotaban
suavemente, ayudándome a bajar del intenso clímax. Todavía no podía creer que
todo esto acabara de pasar, que no era un sueño, que una parte de él estaba
todavía dentro de mí, acariciándome lentamente.
Pensando en todo lo que pasó, deje escapar una débil exhalación justo
cuando sus dedos se deslizaron fuera de mí. La sensación de pérdida que
experimenté ante la falta de contacto no duró mucho tiempo porque pronto el Sr.
Taylor estaba besándome otra vez, duro esta vez, su lengua deslizándose húmeda
entre mis labios, haciéndome desear que él me besara entre mis piernas.
habitación.
Un suave suspiro dejó mis labios cuando me di cuenta que ella había estado
demasiado absorbida para notarlo.
—Sí. Apenas puedo mantener mis ojos abiertos —estuvo de acuerdo ella con
otro bostezo.
Nos tomó unos minutos estar listas para ir a la cama, cepillando el pelo y los
dientes, y poniéndonos los pijamas.
Taylor otra vez. No quería sentirme tan expuesta, así que cogí un par de bragas
blancas satinadas de mi bolsa. No eran tan bonitas como las de mi nuevo vestido,
pero eran mejores que las de algodón azul que tenía puestas.
Esperar a que mi amiga cayera dormida se sintió como la media hora más
larga de mi vida. Cuando ella finalmente roncaba, rápidamente cogí el vestido
antes de caminar de puntillas hasta el cuarto de baño de Abby para cambiarme.
Tan pronto como estaba vestida, pasé mis dedos por mi cabello, desordenándolo
un poco. Incluso me tomé un momento para ajustar mis pechos, quería el look
perfecto para el Sr. Taylor.
Caminé por el pasillo hacia su habitación por segunda vez esta noche,
notando que las luces de la oficina estaban apagadas y la puerta cerrada.
No fue sino hasta que yo la abrí que entendí el por qué. El Sr. Taylor estaba
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tumbado en la cama encima de las mantas leyendo un libro. Sus piernas estaban
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extendidas, una cruzada sobre la otra, usando nada más que un par de pantalones
de pijama color gris, unas gafas de marco negro y una sonrisa irónica.
Me sonrojé, mirando mis pies, mis pensamientos ahora llenos con la erótica
imagen del Sr. Taylor mordisqueando mi cuello y labios... entonces mi clítoris.
—Te dije lo que quería antes... Aún lo quiero, pero quiero que primero
tengamos un poco de diversión. Que disfrutemos mutuamente —habló él en voz
baja, su voz seductora, empeñada en destruir mis bragas de satén.
Me sentía tan tímida cuando estaba cerca de él. Nunca era tímida con los
chicos, pero el Sr. Taylor era diferente. Tan sexy, dominante, y aun así caliente.
sus grandes manos sobre mis hombros antes de que pudiese dar una vuelta
completa. —Tan bonita —dijo tranquilamente, levantando mi pelo, así él podría
rozar con sus labios la parte trasera de mi cuello como un cálido susurro.
Cada caricia, cada palabra entrecortada, la más leve caricia de sus suaves
labios sobre mi piel... todo esto... me hizo anhelar y doler por más, cualquier cosa
y todo lo que él podía darme.
Sus labios nunca dejaron mi cuerpo, pero sus manos se deslizaron hacia
abajo de mi torso, frotando y acariciando, primero deslizándose sobre mis pechos,
amasándolos con sus hábiles manos mientras me hacía sentir pequeña y protegida
en sus brazos. Entonces esas manos cubrieron mi vientre, sus brazos envueltos a
mí alrededor desde atrás, haciéndome gemir ruidosamente cuando las deslizó
sobre mis caderas, tirándome al ras contra su cuerpo.
Sin previo aviso, su mano se retiró y luego volvió otra vez dentro de mis
bragas, hundiendo inmediatamente dos dedos, haciéndome gritar ante la repentina
plenitud. 23
Más, era lo único que podía pensar. La palabra se convirtió en un silencioso
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No podía creer lo que estaba oyendo, todas las formas en las que él me
quería. Yo también lo quería. Lo necesitaba.
Ambos lo hicimos.
Sin romper la conexión entre nuestros labios, él me hizo rodar por encima
suyo, tirando de mí hasta tener el ángulo perfecto para aplastarme contra su tiesa
polla.
Con los ojos amplios y excitados, me trasladé hacia abajo de su cuerpo hasta
que estuve cara a cara con esa impresionante erección luchando contra los límites
de sus pantalones de algodón.
Sin dudarlo, alcancé la cinturilla, sintiendo el peso de él, pesado en mi palma,
lisa piel envuelta alrededor de duro acero. No pude evitar mirarlo con los ojos
abiertos de asombro, especialmente cuando él tembló en mi pequeña mano.
—Por favor, dulce niña. Un poco más —alentó él, acariciando mi cabeza. Abrí
mi boca un poco más ampliamente, ignorando el leve dolor en mi mandíbula
cuando me impulsé hacia abajo, haciéndome ahogar y atragantar un poco.
—Oh... eso es tan bueno —gimió cuando me retiré, lamiendo todo el camino
hacia arriba y acariciándolo con mi lengua antes de llevarlo a mi boca otra vez tan
profundo como él podía ir. Bajé algunas veces más, repitiendo la acción,
acariciando y apretando la base de su pene mientras lo succionaba una y otra vez
en un lento y sensual ritmo. —Joder... vas a hacerme venir si no te detienes ahora.
Con los ojos puestos en él, lamí un resbaladizo camino por la parte inferior de
su polla, viendo como sus pupilas se dilataban, sus párpados pesados con lujuria.
Una vez que mi lengua hizo el viaje final desde su base hasta la punta, gateé
encima de él, besando mi camino hasta su torso, buscando esa dulce fricción
mientras mis pechos cubiertos rozaban placenteramente sus abdominales.
Mis pezones, ya rígidos y sensibles, dolían por el tipo de alivio que sólo su
boca podría dar.
—Eso se siente tan bien —susurré cuando él cambió de lado, dando a mi otro
pezón el mismo tratamiento.
En ese momento, yo estaba desesperada por que él me tocara una vez más,
especialmente después de lo que me hizo en su oficina. Yo sabía lo bien que
podrían hacerme sentir esos talentosos dedos.
Sus manos, que habían estado apoyadas sobre mis caderas, se deslizaron
hacia abajo hasta acunar mi culo. Envolví mis brazos alrededor de él justo cuando
tiró de mi cuerpo más cerca, atrayendo la empapada entrepierna de mis bragas al
ras contra su polla. Por instinto, mi cuerpo se lanzó hacia delante, apretándome
descaradamente contra él.
Más.
—Te deseo, Sr. Taylor —susurré, deslizando mis dedos en los sedosos
mechones de pelo negro. —¿Vas a ser mi primera vez?
Sus ojos se encontraron con los míos abruptamente, el shock convirtiéndose
rápidamente en pura lujuria. Me observó fijamente como si yo fuera la cosa más
sexy que jamás había visto. —Dulce Sophie —gimió él. —Me aseguraré de hacerlo
tan bueno para ti.
Entonces él nos hizo rodar, sus caderas clavándose bruscamente en las mías,
fijándome en el colchón con todo su peso. Gemí al sentir su polla presionando
firmemente contra mi montículo.
—¿Quieres mi polla, dulce niña? —Su voz era firme con lujuria, su cálido
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aliento hacía cosquillas en mi oído mientras mi estómago se apretaba en
Página
anticipación. Asentí contra él, labios firmemente encerrados entre mis dientes. —
Dímelo —exigió.
Tan profundo.
—Está bien —murmuró, mirándome con cuidado, su rostro era una mezcla de
felicidad y preocupación. —¿Estás bien?
—Observa lo caliente que nos vemos juntos —me dijo, su voz tensa con
mesura. Me di cuenta que él también nos estaba viendo. Asentí con la cabeza en
acuerdo, rápidamente llevé mis dedos al lugar donde estábamos unidos, fascinada
por la forma en que los labios de mi vagina se estiraban alrededor de su grueso
eje, tocándonos en asombro antes de trasladarme a frotar rápidos círculos en mi
sensible clítoris, sintiendo como un pulso caliente bajo mis dedos temblaba.
—¿Quieres más? ¿Mi polla se siente bien? —prácticamente gruñó él, sus ojos
oscuros e intensos mientras yo lloriqueaba y gemía con cada poderosa embestida.
Todo.
—Joder... vas a hacerme venir tan duro, dulce niña —gimió él, retrocediendo
antes de que sus caderas se abalanzaron, clavándome a la cama. Grite
fuertemente, sintiendo una intensa mezcla de placer y dolor.
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—Por favor —me quedé sin aliento, sabiendo que él quería asegurarse de que
estábamos protegidos.
—Por favor, Sr. Taylor... Quiero sentirte —rogué, sin importarme como
sonaba. Lo único que me preocupaba era como de increíble se sentía él dentro de
mí, cuánto necesitaba que él se viniera tan duro como yo lo había hecho.
—Oh... Sophie, joder, dulce niña... —su voz era dura, su cuerpo tenso. De
repente, su expresión cambió, su rostro feroz y hermoso, luciendo casi dolido
cuando dio un último empuje, arqueándose como algún animal salvaje mientras
llegaba. —Joder... Voy a... —gritó, quedándose quieto mientras su polla pulsaba
dentro de mí, llenándome con varios chorros de caliente semen.
¿Cuánto tiempo más ella iba a dormir? ¿Cuánto más podría permanecer en la
cama de su padre sin que ella notara mi ausencia?
Ante la mención de su hija, el Sr. Taylor pareció ponerse un poco rígido, pero
luego casi inmediatamente se relajó.
—Está bien, Sophie. Sólo será nuestro secreto. ¿Está bien? —me tranquilizó,
tirando más cerca de mí antes de girarme en sus brazos. Una vez que estábamos
cara a cara, sus cálidos labios se encontraron con los míos en un beso lento y
dulce, suave pero exigente, dando y recibiendo.
—Podemos... um... —¿Cómo decirle que quería más? —No quiero que sea la
única vez —susurré, mirando a otro lado, sintiendo que mi cara se calentaba con
vergüenza.
—No quiero que sea la última vez, mi dulce niña. Tú me haces sentir tan bien
—susurró besando mis labios con ternura. —Sólo tenemos que tener mucho
cuidado.
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—¿En serio? —Chillé, apenas podía creer que él quisiera estar conmigo otra
Página
vez.
—Sabes... no tienes que llamarme Sr. Taylor, ¿de acuerdo? —susurró, su voz
mezclada con diversión. —No es que Sr. Taylor no tenga un cierto atractivo, pero
puedes llamarme por mi nombre.
Ese comentario lo hizo reír aún más duro, el sonido sordo y profundo en su
pecho, me calentó por dentro y por fuera. —Por supuesto que puedes, dulce niña.
—Estás cansada —supuso él. Asentí con la cabeza, odiaba la idea de dejar
esta cama. No tenía ni idea de cuando tendríamos una oportunidad de estar juntos
así otra vez.
Era realmente increíble que él deseara más, pero tuve que preguntarme
cuando volveríamos incluso a tener la oportunidad de estar juntos con todos los
viajes que él tenía que hacer por trabajo. —Te vas tan a menudo, aunque... con tu
trabajo... —No quería sonar malhumorada porque honestamente, estaba más allá
de la emoción de que él quisiera algo más que esto.
—¿Decirme qué?
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—Fui trasladado la semana pasada, no voy a viajar ni la mitad de cómo lo
Página
hacía, y desde que voy a estar en casa casi todas las noches, definitivamente
podemos arreglar algún tiempo para estar juntos. Abby generalmente empuja su
toque de queda al límite cuando sale con Brian de todos modos.
—Me siento mal por mentirle a ella... pero no lo suficientemente mal como
para detenerme.
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