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En Bogotá de principios del siglo XX, al igual que en muchas otras ciudades
latinoamericanas, se empezaban a notar los cambios que consigo traía la modernidad; la
constitución de nuevas clases sociales, inmersas en las dinámicas capitalistas que
imperaban en los marcos económicos internacionales, cambiaron la velocidad de su
movimiento y de su experiencia cotidiana, adaptándose y acogiéndose a las ideas de
progreso, competencia y producción de capital propias de la sociedad moderna. En estas
nuevas lógicas se inscriben las hegemonías culturales y lingüísticas de las distintas
potencias que se afianzaron en el siglo XIX y que dominaban los intercambios mercantiles
de la época.
La ciudad, en el ocaso del siglo XIX, estaba ya prácticamente separada de sus dinámicas
coloniales para hacer parte de lo que Salomón Kalmanovitz llamaría la primera fase de la
globalización (segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX). 1 Estos cambios
económicos permitieron un mayor flujo de capitales y, entre tanto, un mayor flujo de
influencias y valores culturales, que se vieron reflejados en las distintas prácticas sociales
que encontramos en la ciudad de la época. De esta manera, podemos ver como en una
ciudad con una fachada colonial convivían espacios propios de una cultura burguesa que
imitaba los gustos europeos (específicamente franceses) y que, con esta lógica, buscaba
gozar de productos de lujo y prácticas importadas del viejo continente 2. Podemos ver
clubes, cafés, hoteles, parques y restaurantes donde las burguesías bogotanas podían
identificarse como tales. En esta misma lógica, podemos encontrar una tienda llamada À
la ville de Paris, especializada en la importación de artículos de lujo, especialmente
perfumes y productos de tocador3. Como éste, muchos de los comercios bogotanos de la
1
Kalmanovitz, S., “Colombia en las dos fases de la globalización”, en Revista de Economía Institucional, V.9,
No.17, s.c.,Segundo semestre de 2007, pp.43-74
2
Zanella, G., Bogotá bajo una nueva sociabilidad, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2003
3
S.a., Libro azul de Colombia, The J. J. Little & Ives Comp., Nueva York, 1918, p.359
época eran de propietarios franceses, que importaban artículos de lujo que expresaban
unas prácticas culturales ya presentes en la ciudad.
No obstante, para 1918 este tipo de comercios fueron perdiendo cabida a medida que los
mercados norteamericanos, aprovechando la situación de guerra que se estaba dando en
Europa, fueron ejerciendo una influencia cada vez más grande en el comercio
internacional y en las dinámicas económicas mundiales. La importación a Colombia de
mercancías producidas en masa en los Estados Unidos fue, poco a poco, cambiando el
comercio en Bogotá, que ya no sólo vendía artículos de lujo sólo accesibles para las clases
adineradas, sino que también cosas que podían ser adquiridas con poco dinero debido al
abaratamiento de los costos de producción y de importación4.
En 1918 se terminó la construcción del edificio Hernández. Éste era el lugar que, como se
anunciaba su apertura en el periódico El Tiempo, cumplía con todos los requisitos de un
espacio moderno5. El edificio era la continuación del pasaje Hernández, un pasaje
comercial de estilo europeo cuya aparición se remonta a finales del siglo XIX, y estaba
enmarcado en las particulares dinámicas mercantiles que para el momento ya estaban
expresadas en la ciudad. Por otra parte, su diseño y estilo arquitectónico afrancesado
(Gastón Lelarge, quien fue responsable de varios edificios representativos de la ciudad,
fue uno de los que contribuyó a su diseño6) nos habla de la influencia cultural, estética,
que ejercía Francia en las capas más prestantes de la sociedad bogotana de la época.
Problema
No obstante, podemos ver que uno de los comercios más representativos del edificio, los
Almacenes de un centavo a un peso, se vanagloriaban por el nuevo tipo de comercio al
cual estaban ingresando. Estos almacenes eran, pues, unos de los primeros de su tipo, en
tanto que importaban productos en grandes cantidades que vendían a un precio reducido,
“[M]erced al contacto directo en que, mediante su sucursal en Nueva York, se hallan con
4
Peralta de Ferreira, Victoria, Bosquejo histórico del comercio en Bogotá, Laudes Editores, Bogotá, 1988,
pp.54 y 55
5
“Hoy viernes, a las 8.30 de la noche, será inaugurado el edificio Hernández” en El Tiempo, Bogotá, primero
de Marzo de 1918.
6
Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, Pasajes del centro histórico de Bogotá, Alcaldía Mayor, Bogotá, 20
los mejores fabricantes y exportadores de los Estados Unidos” 7. Con esto, podemos ver
cómo el comercio en Bogotá estaba tomando una nueva dirección, donde el paradigma ya
no sería la lujosa tienda francesa, sino el gran almacén estadounidense.
Interrogante
7
S.a., Libro azul de Colombia, The J. J. Little & Ives Comp., Nueva York, 1918, p. 370
8
Pratt, Mary Louise, “Lenguas viajeras: hacia una imaginación geolingüística” en Cuadernos de literatura,
V.XVIII, No36, p.241
9
Ibíd. , p.244 y 245
10
Ibíd., p.245-249
Objetivos
Objetivo general:
Objetivos específicos:
Antecedentes de investigación