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CONQUISTA Y COLONIZACIÓN: EL PROCESO DE EVANGELIZACION EN

AMERICA LATINA Y RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN

Rodolfo Stavenhagen (2001) señala que la conquista del Tahuantinsuyo y de

Tenochtitlán a principios del siglo XVI marcó el inicio de la hegemonía del imperio español

en el mundo occidental y al mismo tiempo anunció su próxima e inevitable decadencia.

España fue el primer país en el mundo moderno que organizó y llegó a administrar durante

tres siglos un vasto sistema colonial que operó en tres niveles: económico, político y

cultural.

El primer contacto entre europeos y americanos fue bajo una mirada romántica-

eurocéntrica. “Los indios eran físicamente hermosos, pacíficos y generosos; pero también

estaban desnudos y eran primitivos, cobardes y desprovistos de toda cultura. Tenían que ser

convertidos a la religión verdadera, pero a cambio debían entregar su oro y sus tierras, así

como estar dispuestos a trabajar para los conquistadores” (Larraín, 1994, p. 34)

Todorov (1987) señala que: a primera vista, hay dos rasgos de los indios que

parecen ser menos previsibles que los demás “su generosidad” y su “cobardía”. Desde el

primer encuentro, Colón no dejaba de admirar la generosidad de los indios, que dan todo

por nada. Se trataba de un sistema de intercambio diferente, que equivale para él, la

ausencia de sistema, ahí llega a la conclusión sobre el carácter bestial de los indios. “Tales

son las gentes bárbaras é inhumanas, ajenas á la vida civil y á las costumbres pacíficas.”

(Sepúlveda, 1996, p. 38)

Cáceres (2006) asegura que en el encuentro entre estos dos mundos, los españoles

aprovecharon su ventaja tecnológica para imponerse ante estos pueblos que si bien no eran

en su mayoría pacíficos, tampoco poseían el poder destructivo con el que llegaron los

europeos al continente, imponiendo su poder a través de la fuerza o con alianzas con


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pueblos que contaban con rencillas anteriores, aprovechando estas instancias para

imponerse al resto, sometiendo o a través de alianzas.

Dentro del sistema de comunicación, específicamente el ámbito de la escritura, fue

un elemento ausente en los pueblos latinoamericanos, por lo que se construyó el imaginario

de sociedades atrasadas. Sepúlveda (1996) menciona que: no sólo no poseen ciencia alguna,

sino que ni siquiera conocen las letras ni conservan ningún monumento de su historia sino

cierta obscura y vaga reminiscencia de algunas cosas consignadas en ciertas pinturas, y

tampoco tienen leyes escritas, sino instituciones y costumbres bárbaras.

A medida que la conquista avanzaba, se dieron múltiples resistencias indígenas, por

lo cual se recurrió a la tecnología militar para dominarlos. Juan Ginés de Sepúlveda justifica

la guerra bajo del argumento del naturalismo, tal como lo señala: “Parece que la guerra nace

en cierto modo de la naturaleza, puesto que una parte de ella es el arte de la caza, del cual

conviene usar no solamente contra las bestias, sino también contra aquellos hombres que,

habiendo nacido para obedecer, rehúsan la servidumbre: tal guerra es justa por naturaleza.”

(Sepúlveda, 1996, p. 38)

La evangelización fue el mecanismo más sutil para ir fortaleciendo el proceso de

colonización. Fray Bartolomé de Las Casas, fraile dominico, llega al nuevo mundo a los 18

años. Entra al Caribe, toma contacto con los indios y concluye que estos seres pueden

cambiar. La única forma que pueden llegar a servir a la corona española rey es el mediante

la evangelización.

La conquista fue autorizada y apoyada por el Papa mediante la “Bula de Concesión,

expedida por su Santidad Alejandro VI a los Reyes Católicos D. Fernando y Doña Isabel,

Roma, 3 de Mayo de 1493” y en ella se recomendaba a los reyes que la fe católica y la

religión cristiana sean exaltadas, que ellas se extiendan por todo el espacio conquistado para
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la buena salud de las almas y que las naciones bárbaras sean subyugadas y atraídos a la fe

cristiana”. (Gutiérrez, 2013, p. 29)

Para Sepúlveda los indios tienen unas tienen practicas muy bárbaras, adoran a

múltiples dioses y son inferiores asegura que: “Las costumbres y naturaleza de una y otra

gente, que con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo

Mundo é islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan

inferiores á los españoles, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de gentes

fieras y crueles á gentes clementísimas”. (Sepúlveda, 1996, p. 40)

Por otra parte, Fray Bartolomé de Las Casas, cuestionó el trato inhumano hacia los

indígenas “Los cristianos, con sus caballos y espadas y lanzas comienzan a hacer matanzas

y crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos ni dejaban niños, ni viejos ni

mujeres preñadas, ni paridas que no desbarrigaban y hacían pedazos. Hacían apuestas sobre

quién de una cuchillada abría el hombre por medio o le cortaba la cabeza de un piquete"

(Las Casas, 1992, p. 9)

Las Casas trabaja discursivamente sobre los indios afirma que son buenos, dóciles,

que ellos aceptan a dios y merecen vivir. “Son eso mismo: limpios y desocupados, muy

capaces y dóciles para toda buena doctrina, aptísimos para recibir nuestra santa fe católica y

ser dotados de virtuosas costumbres.” (Las Casas, 1992, p. 14) Sin embargo, los indios

jamás van a estar reconocidos como iguales.

“Las Casas garantizaba pacificar y convertir a los indios de tierra firme,

organizarlos en poblados, de modo que en un plazo de dos años, el rey tuviera por lo menos

diez mil vasallos como contribuyentes, explorar el territorio y comunicar sus posibilidades

económicas, todo esto sin gastos por parte de la corona.” (Cueva, 1977, p. 94). Con su

orden religiosa ofrece nuevos servidores, siervos y súbditos, así como precautelar que la fe

cristiana se fortalezca y se extienda.


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Mientas Las Casas buscaba la salvación material y espiritual del indio, tal como el

sinceramente lo entendía, la burguesía de la metrópoli buscaba la mejor manera de

desarrollarse como un grupo dominante. (Cueva, 1977, p. 99). Logró articular un plan de

acción política y proponer el tema de la humanización de la conquista como uno de los

asuntos principales dentro de la agenda legislativa de indias.

“Advierte San Agustín que el hacer la guerra no es delito, pero que el hacer la

guerra por causa del botín, es pecado; ni el gobernar la república es cosa criminal, pero el

gobernar la república para aumentar sus propias riquezas, parece cosa digna de

condenarse”. (Sepúlveda, 1996, p. 42) Ante este tipo de cuestionamientos la iglesia cae en

un proceso de crisis de representación.

Stavenhagen (2001) afirma que el neotomismo y la Contrarreforma que

prevalecieron en España a partir del siglo XVI, proporcionaron la ideología necesaria para

mantener un rígido sistema colonial en el cual las culturas indígenas fueron erradicadas

como tales o bien transformadas para mejor servir al proyecto del colonizador.

Entre Fray Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda nunca se cuestionó

las estructuras de jerarquización, simplemente el debate fue ¿Qué tan bueno es el sistema

que están utilizando para la explotación para mantener esas estructuras de la colonia?

Terminan justificando la estructura monárquica de la corona, como el ente que ejerce la

justicia y la capacidad de decisión sobre los demás.

Terán Najas (2008) señala que: el proceso de evangelización se dio a través de la

encomienda, mediante la cual la corona española “encomendaba a un colono un grupo de

indígenas, a veces comunidades enteras, para que a cambio de servicios en trabajo o tributo,

fueran evangelizadas y dotadas de costumbres europeas” Esta institución reguló la relación

entre conquistadores y conquistados, permitiendo a los primeros apropiarse del trabajo bajo

la modalidad del tributo y del trabajo obligatorio.


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“El encomendero era un encargado del cobro de los tributos y de la educación y

cristianización de sus tributarios. Pero en la realidad de las cosas, era un señor feudal, dueño

de vidas y haciendas, pues disponía de los indios como si fueran árboles del bosque y

muertos ellos o ausentes, se apoderaba por uno u otro medio de sus tierras”. (Mariátegui,

2009, p. 38).

La obligación tributaria de los nativos podía ser pagada en metálico o en

mercancías, o con su propio trabajo, los colonos prefirieron de manera generalizada el

trabajo físico de los nativos; los encomenderos rentabilizaban de mejor manera la mano de

obra indígena que tenía unos límites difíciles de fijar, abarcando “la labor de los campos,

edificios, guarda de ganados, servicios de las casas”, con respecto al tributo en metálico o

mercancías, cuyo valor económico era constante e invariable. (Mantiezo, 2008, p. 5)

El triunfo de la conquista española radica en el conocimiento del mundo indígena

por parte de los españoles. “Entendieron el mundo indígena mucho mejor que lo que los

indios entendieron del mundo español. Esta comprensión superior fue el instrumento que

permitió a los españoles destruir las civilizaciones indígenas” (Larraín, 1994, p. 36). El

conocimiento de los españoles acerca de los indios, es instrumental; se utiliza para engañar,

dividir y derrotar a los indios. No supone su reconocimiento como seres humanos iguales.

Todorov señala que “En el mejor de los casos, los autores españoles hablan bien de

los indios; pero aparte de casos excepcionales, nunca hablan a los indios. Sólo cuando yo

hablo al otro (no dándole órdenes sino comenzando un diálogo) lo reconozco como sujeto,

comparable con el sujeto que soy yo (...) Si entender no se acompaña de un reconocimiento

total” (Todorov, 1987, p. 157)

Terán Najas (2008) menciona que: las relaciones entre las comunidades dependían

de un delicado sistema de reciprocidades. El cacique tenía un papel redistribuidor de

recursos comunales como la tierra, el trabajo colectivo y las reservas alimenticias,


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garantizando de esta manera, a las familias y ayllus acceso igualitario a bienes colectivos.

De vuelta, recibía la comunidad prestaciones de trabajo para sus cultivos y otros servicios.

El sistema de obligaciones mutuas era posible si se mantenía el equilibrio entre la magnitud

de la población y la capacidad de redistribución de recursos.

Todas las grandes decisiones de la corona registran una asombrosa coincidencia con

los intereses materiales de la dominación colonial. (Cueva, 1977, p. 93) nadie reconoció el

derecho de los indios a mantener su propia religión, normas morales y su sistema de

reciprocidades. Larraín (1994) señala que a los indios se les pedía que aceptaran sin

discusión la autoridad de la iglesia y del rey. Si no aceptaban, o si su productividad era baja,

se les aplicaba el castigo corporal.

Las religiones indígenas basan sus ritos en sacrificios, los cuales se conectaron con

facilidad con las ceremonias católicas. Es así que, “la evangelización ritual de las viejas

estructuras indígenas no cambió la matriz religiosa y societal de las culturas prehispánicas.

Ellas tenían y todavía tienen suficiente fuerza para expresarse a través de ritos que han sido

redefinidos y que, con el tiempo, han llegado a ser su propia forma de expresión y, en

muchos casos, de resistencia”. (Bengoa, 1988, p. 17)

Como consecuencia emerge un sincretismo. Alvarado señala que: “el sincretismo

religioso latinoamericano guarda directa relación con la apropiación de símbolos y

procedimientos técnico oficiales tanto provenientes de la iglesia católica como de otros

lugares de las culturas que confluyen en América Latina desde la conquista” (Alvarado,

1995, p. 23)

Stavenhagen (2002) sostiene que la evangelización de los indios modificó

profundamente su vida religiosa, pero la religión popular indígena llegó a ser un sincretismo

del catolicismo y de las religiones prehispánicas. De hecho, se ha afirmado que los

indígenas adoptaron los aspectos formales y superficiales del catolicismo colonial, por
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evidentes razones de autodefensa, y mantuvieron en el fondo sus prácticas autóctonas

durante mucho tiempo. Este sincretismo se advierte en las ceremonias y ritos, las creencias,

las formas del culto, así como en las leyendas y los mitos (entre ellos el del indio Juan

Diego y el culto a la virgen de Guadalupe que se instaló en el Cerro del Tepeyac, lugar

sagrado de la religión de los aztecas). Muchas prácticas antiguas de los indios fueron

prohibidas y perseguidas por la iglesia, pero se siguieron manteniendo en la clandestinidad,

modificándose y adaptándose a las circunstancias, hasta nuestros días.

Desde la mirada de Todorov, el proceso más que un simple sincretismo, fue un

proceso de transculturación y de algún modo aculturación, ya que, las primeras excursiones

tenían un carácter netamente económico, pero con el transcurso de los viajes surge la

interrogante ¿qué hacer con los nuevos integrantes del reino?, desde ahí, podemos ver como

a Cristóbal Colón durante sus viajes, primero como simple explorador, para luego ser el

enviado por Dios, con la misión de evangelizar e instruir en la fe a los nuevos cristianos, sin

tomar en cuenta las ideas o creencias del otro. Se puede apreciar como esta relación de

“educación” en la nueva fe es posible observar la suplantación de ideas, creencias e

imágenes con la finalidad de expandir el cristianismo y la cultura occidental, junto con sus

tradiciones, pasando a ser, más que un proceso de transculturación, una aculturación para el

mundo indígena. (Cáceres, 2000, p. 7)

Enrique Ayala (2008) señala que: luego del primer siglo de colonización hispánica

se había definido una estructura social fuertemente diferenciada y asentada sobre la

desigualdad. Los blancos, especialmente los españoles de origen peninsular (miembros de la

burocracia civil y eclesiástica, encomenderos, obrajeros y comerciantes) estaban en la

cúspide de la pirámide social. Ellos controlaban los principales centros de producción

económica, la circulación de los bienes y el poder político en la Audiencia y en los cabildos

locales.
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“En la base de la estructura social colonial, de otro lado, estaban los pueblos

indígenas que sufrieron cambios profundos, pero al mismo tiempo lograron mantener la

continuidad de varios elementos de su organización. El más importante de ellos fue la lucha

por la conservación de las tierras, que iban pasando a manos españolas, no sin hallar de

parte de las comunidades dura, y a veces exitosa, resistencia”. (Ayala, 2008, p. 18)

Es importante recalcar que España, trajo consigo el medio evo y con ello, el sistema

feudal, es decir, el cimiento económico, arraigado en los intereses de una clase hegemónica.

Al respecto Mariátegui (2009) menciona “Una economía indígena, orgánica, nativa, se

forma sola. Ella misma determina espontáneamente sus instituciones. Pero una economía

colonial se establece sobre bases en parte artificiales y extranjeras, subordinada al interés

del colonizador. “(Mariátegui, 2009, p. 33)

La mantención de la estructura comunitaria indígena, de sus caciques y formas

culturales, fue usada por los colonizadores como mecanismo para el cobro del tributo que

los indígenas debían pagar al soberano español. Pero eso significó también la persistencia

de formas de organización e identidad que permitieron nuevos tipos de inserción de los

pueblos indios en la vida del conjunto social. Sería, pues, un error pensar que la

diferenciación entre la República de blancos y la República de indios era una barrera de

incomunicación, puesto que ambas estaban estrechamente imbricadas por relaciones de

interdependencia y dominación. (Ayala, 2008, p. 20)

Los indígenas aprendieron pronto ciertas técnicas agrícolas, el cultivo de plantas y

la domesticación de animales venidos del viejo continente. “El régimen agrario colonial

determinó la sustitución de una gran parte de las comunidades agrarias indígenas por

latifundios de propiedad individual, cultivados por los indios bajo una organización feudal.

Estos grandes feudos, lejos de dividirse con el transcurso del tiempo, se concentraron y

consolidaron en pocas manos a causa de que la propiedad inmueble estaba sujeta a

innumerables trabas y gravámenes perpetuos que la inmovilizaron, tales como los


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mayorazgos, las capellanías, las fundaciones, los patronatos y demás vinculaciones de la

propiedad”. “(Mariátegui, 2009, p. 38)

Ayala (2008) señala que: el quichua, que comenzó a ser difundido, terminó por ser

la lengua común de los indios, por influencia también de los misioneros. Se dio una

interrelación de ese idioma con el castellano. Mientras que la religión, usada para el

sojuzgamiento, fue asimilada como forma de identidad y de expresión de la resistencia

indígena. Muchas veces las formas religiosas y culturales fueron más efectivas para la

continuidad aborigen, que las fugas masivas, los suicidios y los levantamientos violentos

que, desde luego, tuvieron gran incidencia sobre todo en determinados momentos de la vida

colonial.

Conforme avanzó la época colonial fue adquiriendo mayor importancia el mestizaje.

Éste se originó fundamentalmente entre las uniones de conquistadores y mujeres indígenas,

gestándose de este modo un grupo social intermedio entre blancos e indios, dedicado a

ciertas labores agrícolas, el mediano comercio y la artesanía.(Ayala, 2008, p. 56)

Parte de los procesos de mestizaje y de adopción de la religión católica por los

indios como las formas de expresión cultural más importantes de América Latina. “La

identidad cultural latinoamericana se formó en el encuentro entre los valores culturales

indígenas y la religión católica traída por los españoles. Este modelo cultural emerge como

una experiencia fundante más vital que ocurre en la oralidad, como un ethos. Un ethos es

una experiencia común, una comprensión común nacida del encuentro entre seres humanos;

no es una forma de argumento coherente o ideología, sino una experiencia compartida que

vive de su constante memoria.” (Larraín, 1994, p. 51)

Los mestizos bregaron por abrirse campo entre sus dos polos de origen social y

étnico y lograron el reconocimiento de ciertos “privilegios” reservados a los blancos

peninsulares, pero quedaron relegados a una situación intermedia y subalterna en la


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sociedad, puesto que no podían demostrar “pureza de sangre”. Solo con el paso del tiempo

irían logrando el reconocimiento de cierta identidad propia que se expresó en varias

manifestaciones de la cultura popular urbana de la época. (Ayala, 2008, p. 28). El mestizo

se constituye como la fusión de seres humanos de especies biológicas distintas y puras en

un producto hibrido, es decir, una mixtura de todas las naciones.

La evangelización y la imposición de una religión extranjera destruyeron los pilares

ideológicos de las culturas indígenas. La apropiación y concentración de la tierra en manos

del colonizador destruyó las bases ecológicas de las comunidades agrarias y transformó a

los campesinos indígenas en mano de obra servil para el finquero, el hacendado o la iglesia.

En la época colonial se fue gestando y consolidando una estructura económica y social

altamente jerarquizada y estratificada que se mantuvo durante más de trescientos años, y

cuyas secuelas aún se advierten hacia fines del milenio. La cultura latinoamericana de hoy

refleja muchos elementos de esta etapa.

Bibliografía

1. Sepúlveda. Juan Ginés: Tratado de las justas causas de la guerra contra los indios,

México, 1996, fragmentos seleccionados.

2. Las Casas Bartolomé de, Brevísima relación de la destrucción de las indias. Madrid,

Tecnos, 1992. Fragmentos seleccionados.

3. Cueva, Agustín, Literatura y Conciencia histórica en América Latina. Editorial Planeta,

México, pp. 69-105

4. Mariátegui Carlos, “El problema del indio” y “El problema de la tierra ” en 7 ensayos de

interpretación de la realidad peruana, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2009, pp. 25-86.

5. Ayala Mora Enrique, Resumen de Historia del Ecuador, Quito: Corporación Editora

Nacional, 2008.

6. Larraín Jorge, La identidad Latinoamericana, México, siglo XXI.


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7. Todorov, Tzvetan, La conquista de América: El problema del otro. México, Editorial

sudamericana.

8. Castillo, Javier. La Encomienda Y Las Reducciones Jesuíticas De América Meridional,

Universidad de Sevilla, 2008.

9. Alvarado Miguel, Sincretismo religioso latinoamericano y pensamiento católico. 1995

Santiago.

10. Garduño, Everardo Reseña de "La Conquista de América. El problema del otro" de

Tzvetan Todorov Culturales, vol. VI, núm. 12, julio-diciembre, 2010, pp. 181-197.

11. Stavenhagen Rodolfo, "La diversidad Cultural en el Desarrollo de las Américas: Los

pueblos indígenas y los estados nacionales en Hispanoamérica" 2002, pp. 1- 49

12. Terán Najas Rosemarie, “Implantación del orden colonial” en Manual de Historia del

Ecuador, Tomo II, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, 2008.

13. Cáceres David, Encuentro entre dos mundos: perspectivas de la conquista americana,

México, 2006.

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