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© 2003, José Antonio Vidal © 2003, Compafia de Libros S.RLL. Ediciones del Boulevard Rosario de Santa Fe 535 5000 Cérdoba Telfax: (54 351) 425 8687 E-mail: delboulevard@uolsinectis.com.ar ISBN: 987-556-(55-9 Hecho el depésito que indica la ley 11.723 Impreso en Argentina José Antonio Vidal EL GOCE DE LX MUJER Ediciones Act Boutevard Presacto La idea de escribir acerca del goce de la mujeres algo que hace tiem- po rondaba mi cabeza con fa forma de una hipétesis sencilla: que existe un temor a ese goce, temor que podria asimilarse al que padece quien sufre de vértigo ante un abismo, mezcla de horror con atrac- cin, del cual toda mujer se protege con una serie de barreras, cere- ‘monias, prejuicios y represiones. Esta idea, que surgia como eviden- cia de la prictica del psicoandlisis, tomé més fuerza a partir de la lectura de algunos textos que son comentados en este libro. Las defi- niciones que enconteé en ellos son muy importantes porque me per- mitieron comprender que eso que ocurre a la mujer no se limica al universo femenino sino que se extiende a cosas esenciales de la expe- riencia humana como tal. El goce de la mujer, por cierto de muy dificil definicién, es més la puerta de entrada, el acceso privlegiado a luna zona que, en general, permanece vedada a la intelecci6n. Al ir avanzando en la escritura, avance que se produjo simuleincamente con nuevas lecturas y conversaciones con allegados y colegas, fui des- cubriendo, con sorpresa, que de ese goce no sélo no se puede hablar, sino que «no se debe» hablar, que el goce femenino tiene algo de, por asi decir, obsceno y que esté indisolublemente ligado al pudor y que existe un censura moral sobre su tratamiento, una prohibicién insta- lada en lo social pero que no se muestra naturalmente sino que se disfraza con formas sutiles de uso del lenguaje y de ideas mas o me- nos progresistas del tratamiento dela sexualidad, Esto ¢5 algo que las pensadoras feministas han descubierto hace tiempo al observar que en los giros linguisticos, en las maneras de escribir los textos que se publican y difunden, se deslizan sin que nos demos cuenta los resor- tes de la permanencia de un orden social determinado. Lo encontré primero en m{ mismo, lo que me obligé a eliminar mucho de lo ya escrito en donde descubria, con sorpresa, que tras la apariencia de un anilisis desapasionado habia la intencién de mantener algo sofocado Y luego en otrcs. Especialmente en las publicaciones analiticas que se cocupan de ese tema, En ellas, con frecuencia, se aborda lo que se llama la sexwalidad femenina, ribrica bajo la que se ubican wna canti- dad de nociones y conceptos, algunos muy bien fundados teérica- ‘mente, peto que se acomodan insensiblemente a ideas del tipo «mu jer li la de nuestra época» que constituyen una psicologia y una ideologia supusstamente progresista respecto a la mujer y su com- portamiento que, én conjunto, son algo asi como la doctrina que acompafia al discurso de la modernidad. Una doctrina que celebra con entusiasme la democratizacién del uso de los objetos técnicos en cl campo de la sexualidad huinana y asimila la felicidad y la libertad a las posibilidades que brindan esos objetos. Y eso «s algo dificil de negar, ya que [a introduccién de técnicas de anticoncepcién, de re- produccién asistida, de tratamiento de la impotencia masculina, etc, tienen hoy un impacto notable en la vida sexual de las personas y hacen posible dimensiones de goce antes desconocidas. Sin embargo, esta doctrina, es también una de las formas del discurso del amo moderno, es deci, de la ciencia y su asociacién con el capitalismo y la légica que le es propia, la que promete que la felicidad, la liberacién «la emancipacién vendrén con la incorporacién de un objeto nuevo. Ese es el esquema esencial de la economia de mercado. La enorme proliferacién de objetos cientifico técnicos de consumo en el mezca- do de la sexualidad que va desde el campo de las cirugfas hasta el de las protesis y los farmacos, se produce ligado a la promesa de que la felicidad y satisfaccién que vendré ligada a un nuevo objeto. En ver- dad, la mayorfa de las nuevas expresiones de la sexualidad en nuestro tiempo, feministas, gays, lesbianas, queers y otros, todas elas pro- puestas de lucha politica y que buscan algiin modo de emancipacién, corren el riesgo de ser asimiladas como la argumentacién necesatia para el desarrollo del discurso cientifico capitalista. Los que nos he- mos formado en el pensamiento de Lacan sabemos que toda emanci pacién surge, no de la incorporacién de un objeto nuevo, sino, por el contrario de la pérdida de un objeto, por eso es que el psicoandlisis es hoy, més que nunca, el reverso del discurso del amo “Todo ese ideario contempordneo sobre la sexualidad femenina, con- vertido ya en opinién piblica, coma su apoyo en ese otro fenémeno de la época que son las encuestas. Los informes Kinsey y otros son- deos producen una masa de informacién, un saber respecte al goce sexual de hombres y de mujeres que son luego difundidos y analiza- dos por diferentes autores quienes les dan legitimidad y uso politico, Pero eluden aquello que no puede ser captado pot las encuestas porel hecho, crucial, de que no puede decitse. El goce de la mujer, titulo de este trabajo y que es un concepto lacaniano, no debe ser asumido como sinénimo de sexualidad feme- nina, aunque ésta le concierne. La sexualidad femenina tiende a si- tuarse en el campo de lo comportamental, mientras que el goce de la mujer no se puede referir un tipo particular de conducta. Tampoco esasimilable ala psicologia de la mujer. Es, si, abismo en el campo de |a significacién, que interesa a la mujer, pero no menos al varén en el que habita una mujer también. La cuestién del géneto y sus nucvas definiciones, que en los préximos afios seré protagonista de los deba- tes éticos y epistémicos del mundo, encuentra en el goce de la mujer el nudo de su definicién. Y esto debido a que esa definicién no podré encontrarse sin un campo de lenguaje que genere un real. Dicho de otro modo, el género no puede pensarse sin un campo lingiilstico determinado y el real que le concierne. Lo que me oblig6 a abordar algo tan inefable fue la percepcién de que mucho de lo que se conoce como represién, control y censura, csté fundado en la prevencién de ese abismo. El habitante de la mul- titud contemporanea, solitario, etd sujeto a regulaciones y controles que lo preservan de la infinitud del goce femenino a la vex que es atraido por él magnéticamente. El hacer con eso, ¢s la cuestién que se abre como desafio en a época. ¥ es por la via del sintoma, en la definicién de Lacan, donde enconteamos algunas respucstas. El resultado es un libro que transita dos estlos que el lector podré reconocer cén facilidad, Y aunque hubiera querido darle una consis- tencia y una unidad mayor a su trazo, no lo he conseguido. Las no- ciones psicoanaliticas, fascinantes para el que ¢jerce el psicoanilisis como prictica y como profesién, son duras y complejas para el que se acerca a ellas con una posicién més Ilana. He tratado de reducir y simplificar al maximo su densidad para que estén al alcance de més gente, pero en ese intento tal vex he provocado que los conceptos que Freud, Lacan 0 Miller han acufiado con tanto trabajo hayan perdido tun poco de su rigor. Ese movimiento de busqueda de una mayot

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