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AMANECER, el otro lado de la historia

Prefacio

¿Tendría la fuerza suficiente?

¿El control sobre mis emociones, el control para convertir a la persona ha quién más amado en mi
vida, a aquella persona a amaría hasta el final de mis días?

No lo sabía, esto me aterrorizaba de la forma más terrible, la posibilidad sola de perderla. Pero ya
había cometido otro error horrible. Yo, después de todos mis esfuerzos para protegerla, la había
sometido al peor daño y dolor, lo había hecho llegar al punto de estar muriendo.

Pero aún así no podía hacer nada contra lo que la estaba matando.

¿Cómo luchar contra ello, cuando hacerlo, la mataría?

Simplemente ella era un imán de peligro. Y ella todavía me jalaba hacia ella. ¿Es que algún un día
dejaría de hacerle daño, con mi amor o mi fuerza?

CAPÍTULO 1. Recuerdos

Desde el momento en que Bella había aceptado casarse conmigo, estaba contando los días, las
horas, los minutos e incluso los segundos para que llegara el día que había esperado por más de
cien años. Aun no podía creer que tuviera esta suerte. Que ese hermoso y frágil ángel hubiera
caído en mis fríos y duros brazos, y aún así no quisiera irse de mí, jamás. Dispuesta a entregar su
alma para poder pasar el resto de la eternidad a mi lado.

No, simplemente no lo podía creer.

Y cada vez que pensaba en el día que se acercaba a una velocidad increíblemente lenta, y a una
increíblemente rápida según Bella, el sólo recordar que sería toda mía dentro de unas horas, me
recorría un estremecimiento por todo el cuerpo, como una corriente eléctrica, sentía a Bella en
mis brazos, sentía como su corazón latía contra mi inservible corazón. Parecía que el solo pensar
en ella, en verla y tocarla, el tenerla tan cerca de mí, mi corazón muerto volvía a latir como nunca
lo hizo en mi vida humana.

Esta tarde era la última noche que Bella y yo pasaríamos como novios. Mañana a esta hora de la
tarde seríamos oficialmente marido y mujer. El solo pensamiento calmaba mis nervios, la
ansiedad que sentía en el momento por salir corriendo a su lado y tenerla de nuevo en mis
brazos. Tener la seguridad que estaba sana y salva de todos los peligros que la rodeaban y
acechaban.

Sabía que no tenía nada porque preocuparme, ella había salido de mi casa sólo hace una hora
camino a la gasolinera, habían sido ya varios días desde que Bella había puesto un solo pie en el
pueblo. Mi hermosa y frágil Bella había estado disminuyendo siempre las oportunidades de ir al
pueblo de Forks a cualquier costo, no resistía ni las miradas ni los chismes que corrían alrededor
de nuestro repentino compromiso. Aunque me había insistido que lo único que la preocupaba era
lo que su padre, Charlie, y su madre, Renée pensaran de nuestra boda, era obvio que no era todo
lo que le preocupaba. La había convencido ya una vez de que no tenía importancia lo que la gente
murmurara a nuestras espaldas, que no importaba que creyeran que habían otras razones para
nuestra repentina decisión. Que en realidad, no era tan repentina, tenía meses insistiendo a Bella
que aceptara mi proposición, y así darle lo que tanto deseaba, la eternidad a mí lado. Estas
semanas, había sido un tópico de conversación casi diario, todos los días la veía encogerse en el
asiento de mí carro al pasar por el pueblo camino a mí casa o a la suya.

Estaba seguro de que no había de que preocuparme, porque minutos antes de salir, Alice ya me
había mostrado una visión de Bella camino a la gasolinera, me había asustado un poco el hecho
de que casi se estampa en el volante del carro cuando apresuradamente aceleró para escapar de
las miradas. Como siempre, mí reacción había sido un poco exagerada, y Alice tuvo que
tranquilizarme, me mostró el resto de su visión con una sonrisa en el rostro. Porque nada serio
pasó, y me tranquilicé al ver que llegaría a la gasolinera, e incluso haría plática con unos turistas
que estaban pasando por Forks, impresionados del carro que Bella conducía. Casi tuve un ataque
de risa cuando los miré tomándose fotos a lado del carro mientras que Bella se hacia chiquita
dentro del asiento. Deseando que la tierra se la tragara, seguramente.

Tonta Bella, siempre tan tímida. Días después de que Bella había aceptado decirle a su padre,
Charlie, que nos casaríamos, hice un trato con ella. Ansiaba el momento en que pudiera compartir
todo lo que me pertenecía con ella. Después de un largo debate y quejas y más quejas de su
parte, Bella había aceptado que al estar comprometidos y dentro de poco casados, todo lo mío era
de ella. Así que le había ofrecido que al acabar la vida útil de su oxidada camioneta, le compraría
un nuevo auto. Para su gran sorpresa, no había conseguido solo un carro, sino dos. El primero
sería prestado hasta el día de nuestra boda, el segundo sería el que disfrutaría después de dejar
sus días como humana atrás.

Claro que eso ella no lo sabía al principio, así que al momento tuve que calmarla después de un
ataque de pánico ante mi sorpresa, aún no superaba su horror a los regalos, principalmente
cuando esos regalos venían de mí. Le rogué por varios minutos que me escuchara, y al final fui
capaz de explicarle la razón de dos autos en lugar de solo uno. Alice y yo habíamos estado de
acuerdo en conseguirle un Mercedes Guardian. Había tenido que convencer a Alice de ayudarme a
conseguirlo ya que el auto en cuestión no estaba en venta aún en Estados Unidos, ni siquiera en
Europa; era el auto perfecto para Bella, mientras llegaba el día en que dejara sus días mortales en
el pasado.

Cristal anti-misiles y 4000 libras de carrocería blindada, Un motor biturbo de 12 cilindros y 517 CV
que le permitiría escapar de cualquier situación comprometida, además, esa versión Guardian
tenía un nivel de resistencia B6/B7, lo que implicaba ser inmune a pequeños proyectiles y
proteger frente a fragmentos de granada. Además, neumáticos anti-pinchazos, depósito de
gasolina auto-sellado y sistema de extinción de incendios. Exagerado. Me decía a mí mismo al
tiempo que Alice lo pensaba también.

¿Para qué querría, no, para qué necesitaría Bella todas esas características reunidas en un solo
carro? Sabía que ningún proyectil o granada caerían disparadas sobre su cabeza. Odiaba la alta
velocidad, y la mayoría del tiempo estaba sentada a mi lado en mi Volvo. Pero no iba a correr
riesgos con su vida.

El pensar en todo esto, y el no tenerla a mi lado empezó a causar ansiedad en mi otra vez. Pero
otra vez, sabía que no tenía nada de que preocuparme.

Me distraje, recordando el momento, y principalmente la expresión que Bella había tenido el día
en que su oxidada camioneta había dejado de ser útil. Imaginando el carro que venía para ella
después de eso. Alice y Emmett habían ayudado con ese pequeño detalle. Jasper y Rosalie en
especial, habían pensado que era un poco infantil el deshacernos de la camioneta de Bella para
cambiarla por el auto que ya esperaba por ser usado en nuestra cochera.

Emmett había sido el más emocionado en empezar a trabajar con el funcionamiento de la


camioneta, Alice había previsto que todo saldría de maravilla. Y mientras Bella dormía en mis
brazos una noche, mis hermanos favoritos se deshacían del auto de Bella. Viéndola dormir en mis
brazos, sentí una punzada de remordimiento.

No te atrevas a arrepentirte en este momento, Edward Cullen. Todo saldrá de maravilla.

Sí, todo saldría bien. Pero sabía cuanto amaba Bella su camioneta... oh, está bien. Me di por
vencido y Alice sonrió abiertamente, feliz de ver cómo mi mente cambiaba de opinión, y con ella
el futuro.

Bella había estado murmurando toda la noche, y más seguido de lo que era cortés, Emmett había
reído de forma escandalosa, al mismo tiempo tan bajo que nadie pudo haber sido capaz de
escuchar ni un murmullo, solo Alice y yo.

¿Solo sueña contigo? ¿Qué no tiene una vida, hermanito?

No había salido a darle un golpe detrás de la cabeza, solo porque se suponía que no estaban fuera
de la casa de Bella, tratando de hacer que su camioneta no volviera a funcionar. Algo que no era
muy difícil, pero que Emmett había decido tomar con mucha, mucha tranquilidad y seriedad.
Dentro de lo que cabía ser seriedad para Emmett.

"¡Vamos, Emmett! Acabemos con esto."

"¿Qué? Alice, mí pequeña hermana, tenemos que hacer un trabajo limpio, ¿de acuerdo? Así que,
paciencia. Tenemos toda la eternidad."

"La eternidad será más corta, considerando que Bella estará despierta en unas horas."

Emmett se quedó pensando un minuto. Claro...

"Cierto. Empecemos entonces."

Emmett había abierto el cofre, no podía ver bien lo que estaba planeando hacer con el motor de
su camioneta, estaba tratando de no pensar en ello, para sorprenderme.

¿Crees que sea suficiente con removerle la batería?

"¡Emmett!" siseé debajo de mí aliento.

"Por favor, Emmett. ¿Podemos terminar?"

Alice me mostró una imagen de Emmett aflojando una de las bujías del motor para que no
pudiera encender la próxima vez que Bella necesitara salir.

Rosalie pensó en esto, Edward.

No me extrañaba que la idea hubiera sido de Rosalie, ella era la mejor mecánica dentro de la
familia. Cuando se trataba de autos, todos acudían a ella.

Pero antes, claro que había considerado las posibilidades de que Bella llevara su camioneta a
revisar, eso sería algo muy fácil de arreglar. Alice había visto que Bella no lo intentaría.
No habían muchas opciones en el pueblo de Forks donde uno pudiera llevar sus autos para
reparar, el único lugar que había era casi tan caro, que era preferible conseguirse un nuevo auto,
y eso era exactamente lo que Bella haría. O yo, que era lo mismo.

Su segunda opción, era... Jacob Black. Pero Bella no había sabido nada de él desde hacía
semanas, casi desde que nuestro compromiso había sido anunciado, y la invitación había llegado a
manos de los Black. Así que era nula la probabilidad de que Bella pudiera acudir a él para que
revisara su camioneta.

Alice lo había visto, así que por eso estaban en ese momento a mitad de la noche, terminando con
la vida del oxidado Chevy.

Emmett empezó a aflojar una de las bujías con facilidad, ni siquiera necesitó traer las
herramientas necesarias, o las que un humano hubiera necesitado para aflojarlas. Alice estaba
emocionada por terminar con su tarea, estaba ansiosa por ver la cara que Bella pondría, más bien
verla en persona porque ya había tenido una visión. Entonces vi a Emmett empezar a aflojar una
segunda bujía, con una hubiera bastado, eso le había dicho Rosalie, pero no estaba dispuesto a
correr el riesgo.

Creo que una tercera no hará dañó. Mí hermanita ni siquiera notará el cambio...

Alice vio lo que estaba tramando hacer, incluso aflojar los cables del motor, pero eso sería más
obvio.

"Emmett, las bujías serán suficientes. Bella notará lo de los cables, así que contente."

Emmett hizo una cara. "Bien."

¿Cuántas serán suficientes? ¿Tres? Cuatro no harían daño... o cinco.

"Basta, con esas tres es suficiente. Vámonos."

"Ooooh, no, Alice." Emmett se quejó. "Arruinas la diversión."

"Créeme, todos nos divertiremos cuando Edward le de su regalo a Bella."

No me gustó mucho lo que Alice vio, no era como sí me agradara que Bella fuera el centro de
diversión de mí familia, en especial de Emmett.

"Genial."

Bueno, hermanito. Hemos terminado. Su camioneta quedó inservible, bueno, al menos eso
creerá.

"Gracias, Emmett. Alice."

Nos vemos en unas horas. ¿Crees que estará bien el que le ponga un enorme moño rojo a su
auto?

No, no la creía muy buena idea. Pero sería difícil el convencer a Alice de no hacerlo.

Así es. ¡Gracias!


Duerme bien, hermanito...

Emmett. Los dos desaparecieron en la oscuridad, sus pensamientos se apagaron al irse alejando
hasta que no los pude escuchar más.

Bella había dormido tranquilamente unas pocas horas de la noche. Había estado durmiendo muy
poco últimamente, ensayando, le llamaba así.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Emmett se lanzó contra mí, ni siquiera me
había dado cuenta de que se estaba acercando a mi con otras intenciones que las de platicar,
aprovechando mi ahora siempre distraída mente, arremetió contra mí, tumbándome de frente. No
habían pasando dos segundos cuando ya estaba de pie sacudiéndome la camisa blanca que había
decidido usar este día, ahora café por la suciedad, un color que no me desagradaba para nada.
Los ojos de Bella, café chocolate aparecieron en mí mente, distrayéndome un segundo.

Ha. Ya era hora que te hiciera una broma en serio y no hicieras trampa, hermanito.

Emmett. Siempre tan inmaduro. No sabía cuantas veces le había dicho que el leer la mente no era
cosa de apagar y encender.

"¡Emmett! Vas a pagar por esto. Suerte que Alice no nos deja usar la misma ropa dos veces."

"¿Te duele, hermanito, el que te haya ensuciado tu camisa?"

"Claro que no." Le dije un poco disgustado, mientras el se divertía, y seguía presumiendo en su
mente el haberme ganado, a pesar de mí habilidad.

Hermanito, deja de lloriquear y vamos a cazar unos cuantos osos. Estoy sediento. Rose no ha
querido cazar conmigo desde que acepté ser tu padrino.

Asentí.

En parte comprendía a mi hermano, tener que soportar a Rosalie cuando estaba de mal humor,
debía ser lo peor. Así que decidí darme por vencido e irnos a cazar. O al menos verlo cazar.

No entendía cual era la prisa, dentro de unas horas me iban a sacar de casa de Bella, tanto Jasper
como él para celebrar mi despedida de soltero. No tenían ni idea de cuantas ganas tenía yo de
celebrar pero mi boda, no una despedida de soltero, no me interesaba en lo más mínimo.

Alice me había obligado a venir con Emmett durante unas cuantas horas, y así no espiar en sus
pensamientos cuando Bella llegara a su casa y en el momento en que Bella estuviera probándose
por ultima vez su vestido de novia. Era muy tentadora la idea de darle un vistazo, pero estaba
perfectamente consciente de que Alice me arrancaría la cabeza si me escuchaba aproximándome
a menos de 2 kilómetros de distancia.

Después de una tortuosa hora, Emmett logró cachar el olor de un oso, se devoró su sangre a su
manera. Terminó peor de lo que había lucido yo después de levantarme del suelo cuando me
tumbó. No pude impedir el reírme de su rostro. Fue tan cómico, que por un momento me olvidé
de mis preocupaciones. Un momento que duró cinco segundos.

¿Qué? No me hagas tumbarte de nuevo. No queremos que Bella te vea hasta mañana, en lugar
de dentro de unas horas.
¿Dentro de unas horas? Es que acaso estaba loco. No pensaba quedarme a cazar, o lo que era lo
mismo, verlo cazar. Ya estaba contando los pocos minutos que me quedaban para poder regresar
a brazos de Bella. No eran muchos. Alice me había dado un estimado del tiempo que le tomaría el
ensayo. Iba a tomarle más tiempo del normal porque haría que Charlie se probara su traje, o el
traje de mono, como había escuchado llamarle algunas veces en la mente de Charlie. El
pensamiento me había echo reír tanto, tanto que Alice decidió mantenerme alejado de él cuando
se lo probara.

¿Edward? ¿Estás loco, hermano?

Fue entonces cuando me di cuenta que había empezado a carcajearme en medio del bosque.
¿Pero como no reírme? Los pensamientos de Emmett ahora se preguntaban si necesitaba tomar
un poco de sangre antes de regresar a Forks. Yo sabía que no. Pero cuando vio que no le
contestaba y mi risa no cesaba, decidió hablarme por otro medio que su mente.

"¡Edward! Te estoy hablando."

"Lo sé." Logré decirle entre risas. "Perdón, es que estaba recordando la cara de Charlie cuando se
probaba el traje de mono."

¿Qué?

Claro que Emmett no entendería. El no sabía como le llamaba Charlie a su traje.

"Su traje, Emmett. El que usara mañana en la ceremonia. Así lo llama."

Y de un de repente, Emmett se soltó a carcajadas, que ahogaban las mías. Nos reímos hasta que
el chiste dejó de tener efecto, ya que no podíamos reír hasta el cansancio. No íbamos a reír por
eso el resto de la eternidad.

¿Sabes a qué me recuerda esto?

"Emmett."

Lo sé, lo sé. Es solo que estaba recordando el rostro de Bella cuando le diste su auto nuevo...

"Ja ja ja. Y eso que no ha visto el Ferrari..." Emmett terminó el pensamiento.

"No creo que a Bella le emocione mucho el carro nuevo, Emmett. No le gustan muchos los autos
rápidos, sí son regalados, y vienen de..."

"De ti." Emmett volvió a reírse.

Solo hice una cara, sabía que Emmett tenía razón. No entendía porque Bella se rehusaba tanto a
recibir algo, lo que fuera de mí parte. Para nosotros el dinero no era nada, y me costaba aún
menos el compartir lo que tenía con ella.

"¿Lo recuerdas, Edward?" Emmett preguntó.

Recordé esa mañana, Emmett y Alice ya tenían varias horas de haberse ido. Charlie ya había
dejado su casa para dirigirse a su trabajo. Bella se había levantado de buen humor, y temí
arruinarlo por el resto del día.
Mientras estaba en el baño y la escuchaba lavarse los dientes, y después tomar una ducha. Me
preguntaba que pasaría cuando Bella descubriera que su camioneta no servía, de la noche a la
mañana.

Cuando salió, había entrado apresurada al cuarto, y se había abalanzado con más ganas de lo
usual a mis brazos.

"Hola." me había dicho, mientras me daba un rápido beso. Antes de que se enterara de la pérdida
de su camioneta y perdiera la oportunidad de tener sus labios contra los míos-por lo menos este
día-la atraje hacia mí con más ganas, su respiración se detuvo por un segundo y su corazón
empezó a latir descontroladamente.

Sus manos se apretaron alrededor de mí cuello, y mis manos la jalaban contra mí cuerpo.

Era la mejor sensación, el tenerla tan cerca de mí, el sentir el calor de sus labios, de su piel
atravesar mi fría piel como una corriente eléctrica. Pronto, querríamos más, y sabía que eso no
podía pasar, así que me contuve y la alejé de mí.

Bella estaba sin aliento, su corazón aún latía descontrolado.

"¿Qué trajo eso?" me preguntó con la voz rota.

Encogí los brazos. "¿Qué no puedo besar a mí prometida?"

Bella había hecho una cara, aún no le gustaba el escuchar las palabras prometida y prometido,
boda, todo lo que tenía que ver con nuestro compromiso.

"Sí eso es todo lo que quieres, puedes besarme otra vez. No me importa." Bella se mordió los
labios, y sabía que lo deseaba tanto como yo, pero ya había sido demasiado. Aún creía que tenía
algún tipo de súper control sobre mí, pero el deseo de tenerla aún se apoderaba de mí mente.

"Creo que mejor vamos a que desayunes."

Bella suspiró. "Está bien."

La tomé de la mano y bajamos las escaleras hacia la cocina. Me senté en la silla que Charlie
ocupaba mientras Bella se preparaba un plato con cereal.

"¿Qué quieres hacer hoy?" le pregunté.

"Ahm. ¿No te dijo Alice?"

¿Qué tendría que decirme Alice? "¿Decirme qué?"

"Me pidió que fuera a tu casa hoy. Me dijo que tenían una sorpresa." volteó a verme con ojos
acusadores. "Lo raro fuera que usara el plural. Dijo que ustedes me tienen una sorpresa."

Remordimiento pleno en mí rostro. Esto Alice no me lo había dicho.

"¿Sabes de qué se trata?"

Tendría que decirle, sino lo haría más difícil. "Claro. Pero es una sorpresa, Bella."
"¡Edward!" se quejó. "Sabes cómo odio las sorpresas."

Sacudí la cabeza, mientras sus labios formaban un hermoso y tentador puchero. En ese momento
se sentó frente a mí, el plato en sus manos.

"Termina tu desayuno y nos vamos a mí casa."

Bella empezó a comer el poco cereal que se había preparado, estaba casi seguro de que la
lentitud con que lo comió era a propósito. Trataría de posponer el momento de irnos lo más
posible.

"Bella, tenemos todo el día." le dije cuando el cereal seguía en su plato.

Arrugó la frente. "Lo sé."

Cuando por fin terminó, se levantó y empezó a lavar el plato. Lo secó y se fue arriba a cepillar sus
dientes. La esperé en la sala. Eso también, le tomó más tiempo de lo normal.

Al bajar, entró a la sala, y me miró acusadoramente, como sí la estuviera traicionando. Le sonreí


esa sonrisa que siempre hacía que su corazón se acelerara y su respiración se detuviera. Tuvo el
efecto deseado. Me levanté y antes de que sus ojos tuvieran la oportunidad de pestañear, la tomó
en mis brazos.

"¿Por qué tienes que ser tan difícil? La mayor parte de la gente disfruta del recibir regalos."

Le volví a sonreír, puse una mano tras su cuello, jalando su rostro hacia el mío, nuestros labios a
solo un milímetro de distancia.

Su respiración se detuvo de nuevo, y cuando volvió a respirar me respondió. "No cuando son
regalos más caros de lo que ella podría darle a él."

"Bella, yo no necesito regalos. Te tengo a ti. ¿Qué más quiero?"

"Ese es el mismo argumento que uso yo, y lo ignoras."

Sus palabras no tenían la fuerza necesaria para convencerme. Pronto lo tendría, tendría más de lo
que podía imaginarse. ¿Por qué tenía que hacerse la difícil?

"Así es, lo ignoro." le dije, mientras cerraba la corta distancia que había entre sus suaves y
calientes labios y mis fríos y duros labios.

El beso lo empecé dulcemente. Claro, Bella se lanzó a el con más emoción de la necesaria, sus
manos empezaron a recorrer mí rostro, a enredarse entre mí cabello...

Tuve que terminarlo antes de lo que me hubiera gustado, y Bella terminó sin aliento de nuevo.

"Creo que hay irnos." le dije, mí respiración fallándome un poco. Bella sonrió cuando escuchó mí
voz. Le encantaba ver que yo también quedaba afectado después de cada beso.

"Bien." me dijo, su tono menos malhumorado.

La tomé de la mano, y salimos de la casa hacia su camioneta.


¡Vaya sorpresa se llevaría!

Tomó las llaves del fondo de su bolsillo. Abrió la puerta y esperó a que subiera a su lado. Su
rostro mostraba un poco de sospecha y duda al verme caminar tan lento hacia el lado del
pasajero. Me subí y cerré la puerta tras de mí.

"Creí que tenías prisa por llegar a tu casa."

"Oh, no te preocupes por el tiempo." le respondí, pensando que al bajar de su camioneta, subiría
a mí espalda y estaríamos en mí casa en menos tiempo del que se imaginaba sí fuéramos en auto.

Bella volvió a lucir sospecha en sus ojos.

Entonces giró la llave en la ignición, y nada. Volteó a verme, y le di una pequeña sonrisa. Volvió a
intentar, sus ojos sobre los míos.

"¿Qué pasa?"

Sus ojos se entrecerraron. "¿No lo sabes tú?"

"Bella, tú camioneta no enciende. ¿Por qué debería saberlo yo?"

Más sospecha llenó sus ojos. Se bajó de la camioneta y abrió el cofre. Su frente se arrugó, y la
pequeña arruga que aparecía entre sus ojos cada vez que estaba concentrada en algo apareció,
sus labios se fruncieron. Entonces estiró una mano, como sí hubiera encontrado el problema, y se
detuvo a mitad del camino. Volteó a verme, sus ojos suplicantes.

"¿Podrías...?"

Le sonreí, y asentí. "No soy muy buen mecánico, Bella."

"Intenta, por favor." su voz sonaba triste, y casi había un tono de arrepentimiento. Quizá estaba
recordando el acuerdo al que habíamos llegado. Su camioneta moría, recibía un nuevo auto.

Me asomé al motor, y revisé las terminales de la batería, solo para que Bella me viera haciendo
algo. Después de unos segundos, volví mi mirada hacia ella.

"No, Bella. Parece que no hay nada fuera de lo normal. Todo está en orden."

Sus ojos se entrecerraron de nuevo. "¿Estás seguro?"

Le sonreí. "Sí. ¿Podemos irnos? Alice debe estar esperándonos."

Cruzó los brazos sobre su pecho. "No. Alice puede esperar. ¿Podemos revisar de nuevo?" me dijo
mientras le echaba una mirada al motor.

"Bella. Creo que tu camioneta ha expirado. Razones naturales. Lo juro."

¿Qué me podía pasar por jurar en vano? Mí alma ya debía estarse quemando en el infierno,
aunque Bella pensara lo contrario.

"No, Edward. Eso no puede ser, ayer funcionaba perfectamente."


"Bella, amor. Lo siento, pero ya pasó a una mejor vida."

Su frente se arrugó. "No es justo."

Traté fuertemente no sonreír, pero sus expresiones eran tan cómicas. Su molestia, y la ira que
sentía en ese momento, me recordaban al gatito que se creía un tigre. Era tan encantadora su ira.

¿A quién podría lastimar este indefenso y vulnerable ángel?

"Creo que iremos por la vía rápida."

Sus ojos se cerraron en derrota, y suspiró exasperadamente. "Bien. Pero no creo completamente
tu historia, Edward Cullen."

Le sonreí, y sacudí la cabeza fingiendo dolor. "Me lastima que no creas en mis palabras, Bella
Swan."

"Agh. Vámonos ya."

"De inmediato."

La tomé entre mis brazos y la puse sobre mí espalda. Al instante pasó sus brazos sobre mí cuello,
y sus piernas sobre mi cintura. Podía sentir como cada vez, ejercía menos fuerza en su agarre a
mí.

El viaje a casa fue quieto, Bella no pronunció palabra alguna hasta que llegamos.

"No puedo creer que mí camioneta no funcione." se quejó.

"Por eso no tienes que preocuparte." le dije en un tono juguetón. Recordándole nuestro acuerdo.

Emmett y Alice fueron los primeros en recibirnos, estaban tan ansiosos por ver la reacción de
Bella, y el problema que me daría al ver el carro que había elegido para que conduciera estos
días.

"¡Bella!" Alice gritó, y se acercó a nosotros. Tomó de la mano a Bella, mientras me mostraba
como había quedado el carro para que Bella lo viera. Había hecho exactamente lo que le pedí que
no hiciera, aún sabiendo que me ignoraría. El moño rojo gigante que había hecho estaba en el
cofre del auto en esos momentos, esperando por ser visto.

Emmett se acercó, una gran sonrisa esparcida sobre su rostro. Abrazó a Bella, y le dio una vuelta
en el aire.

"Emmett." le dije debajo de mí aliento.

¿Qué, hermanito? Soy cuidadoso.

Hizo ademán de dejarla caer, y Bella soltó un pequeño grito ahogado.

Estuve a su lado en menos de un segundo, y tuve a Bella en mis brazos en menos de otro. Se
aferró a mí cuello, su respiración acelerada.
"Perdón, Bella. No era mí intención asustarte." Emmett se disculpó, su tono burlón.

"Basta de juegos. Hay que abrir el regalo."

¿Abrir el regalo? Entonces vi que el abrir la cochera para dejar a Bella ver el auto esperando por
ella, era su forma de considerar abrir el regalo.

"Alice, odio las sorpresas. Lo sabes."

Volteó a verla, y le sonrió. ¿Es ingenua, cierto?

"No es mí regalo. Es de Edward."

Bella volvió a arrugar la frente y volteó a verme, un poco molesta.

"Bueno," le dije para defenderme. "pensé, que desde que tu camioneta ya no enciende, es hora
de recibir un nuevo medio de transporte."

"Ah, no. Edward, no quiero..."

"Bella, un trato es un trato. Acordamos que cuando tu camioneta dejara de funcionar, yo podría
reemplazarlo con un nuevo auto, ¿cierto?"

Gruñó, antes de responder. "Cierto. Bien, veámoslo."

Los cuatro nos dirigimos hacia la cochera, sin siquiera molestarnos en entrar a la casa.

Esme, Jasper, e incluso Rosalie estaban esperando por nosotros dentro de la cochera, habiendo
entrado a ella desde adentro al escuchar que Bella había por fin aceptado el ver su nuevo auto.

Cuando íbamos llegando a la puerta, escuché a Esme abrir la puerta antes de llegar a ella.

Bella brincó un poco al sonido de la cochera abriéndose. Su corazón se había acelerado, y había
apretado más su mano contra la mía.

El auto estaba en el centro, los demás autos de la familia estaban a cada lado. Su Ferrari estaba
bajo una sábana en la esquina más lejana de la cochera, Bella ni siquiera lo notó. Estaban mí
Volvo a un lado, después el Jeep de Emmett, y el BMW de Rosalie, al otro lado estaba el Porsche
de Alice, y mí Aston Martin, y su futuro Ferrari.

Su boca casi juraba que hubiera tocado el suelo, se había abierto al ver el gran moño rojo sobre el
Mercedes Guardian que habíamos elegido para ella, era negro, por todos lados, había mandado a
polarizar cada ventana del auto con el tinto más oscuro que hubiera, sabiendo que Bella no
disfrutaría de las miradas que atraería con ese auto, de esa forma nadie podría saber que era ella
quien lo conducía.

Después de unos segundos, Bella jadeó, como sí el aire lo hubiera tenido atorado en la garganta y
hasta ese momento hubiera sido capaz de respirar como era debido.

Rosalie se rió entre dientes, muy bajo para que los oídos de Bella pudieran escuchar. Esme tenía
una gran sonrisa en su rostro; Jasper solo sonreía, disfrutando de la sorpresa que sentía en Bella.
Emmett se soltó a carcajadas como solo él podía hacerlo. El ruido sacó a Bella del shock en que
estaba. Volteó a verme y pestañeó unas cuantas veces antes de poder hablar.

Alice fue más rápida. "¿Te gusta?"

"Edward, no es en serio, ¿verdad?" Bella ignoró a Alice.

Encogí los hombros.

Es mucho mejor que la basura que conducía. Ya era hora que cambiara de auto. Rosalie pensaba.

Mira su rostro. Ja ja ja ja. Emmett seguía riéndose de Bella.

"¿No te gusta, Bella?"

Sacudió su cabeza, pero no parecía una negativa, era más bien como sí tratara de entender lo que
estaba pasando, como sí no creyera que el auto que veía frente a ella fuera ahora suyo.

"Esto es demasiado."

"Y no has visto el otro auto." Alice le dijo, antes de que pudiera detenerla.

Bella había entrado en histeria al escuchar a Alice decir eso. Y tuve que explicarle lo de los dos
autos antes de que su corazón se detuviera.

Emmett y yo nos reímos un rato al recordarlo, y al pasar su ataque histérico, Emmett se puso
serio, o tan serio como le es posible.

"¿Sabes que me he preguntado hasta ahora?"

"Sí, sí lo sé."

Le dije al tiempo que su pregunta pasaba por su mente. Típico Emmett.

¿Entonces, me vas a contar?

Su tono estaba lleno de curiosidad, moría por saber cómo le habíamos dicho a Charlie de nuestro
compromiso y cómo había reaccionado. Hasta ahora no había hablado con nadie del asunto. Solo
Alice sabía como había sucedido, aunque no conocía las reacciones interiores de mi futuro suegro.

"Bien, Emmett."

Emmett, tan pronto como acepté el contarle lo que pasó esa tarde, se acomodó en el suelo, su
ropa ya estaba para la basura, así que no le importó mucho el lugar en que se había dejado caer.

Los recuerdos se vinieron a mi mente, como un chorro de agua al abrir la llave.

Estaba ordenando las ideas, y milagrosamente, Emmett esperó pacientemente a que yo empezara
a contarle la historia. Parecía un niño de cinco años, esperando a que su papá le entregara un
regalo de cumpleaños.

Era muy gracioso.


De pronto, me encontré sentado a lado de mi Bella, en el sillón de su casa. Estábamos esperando
a que Charlie llegara a casa para anunciarle las mejores noticias que en mi vida había entregado a
nadie. Sabía que Charlie había puesto mucho esfuerzo para que yo le agradara mejor en las
últimas semanas, esta noticia seguramente acabaría con sus esfuerzos, estaba seguro que Bella
coincidiría conmigo. Pero mientras yo asegurara la mano de Bella y pasara el resto de mi vida a
su lado, no importaba absolutamente nada más. Solo que yo la amaba y ella me amaba a mí.

Charlie todavía estaba en los bordes del pueblo, a unos 3 kilómetros de distancia cuando escuché
su auto, y sus pensamientos, nublados hasta cierto punto. Podía escuchar que estaba deseoso por
llegar a casa, esperaba que Bella ya hubiera cocinado algo para la cena. Estaba hambriento.
Tendría que esperar hasta después de hablar con él, si es que se acordaba de la cena después.

Bella aún no podía escuchar el sonido de las llantas sobre el pavimento, acercándose cada minuto
a la casa. Pero cuando estuvo lo suficientemente cerca para que los oídos de Bella escucharan la
patrulla estacionarse frente a la casa, empezó a moverse de un lado a otro, estaba nerviosa, su
corazón empezó a palpitar más fuerte de lo normal, el sudor humedeciendo su rostro. Pude darme
cuenta de lo que intentaba, estaba tratando de esconder su mano izquierda, o el anillo. Pero yo
mantenía firmemente apretada su mano en la mía, fija y derecha. Sin esconder nada, ni un solo
de sus dedos. Mucho menos el anillo que tanto trabajo me había costado colocar en su mano.

"Deja de moverte, Bella. Por favor, trata de recordar que no estas confesándote de asesinato
aquí."

"Es fácil para ti decirlo."

Escuché cuando Charlie abrió la puerta de la patrulla y se bajó. Sus botas hacían un escandaloso
ruido al golpear contra el agua de la lluvia. Lo siguiente que escuché fue que cerró la puerta y
caminaba hacia la puerta. Bella estaba aterrada, podía escuchar como su corazón se aceleraba
con cada paso que traían a su padre más y más cerca de la puerta.

"Cálmate, Bella." Le susurré, al escuchar que su corazón seguía frenético.

Entonces, Charlie abrió la puerta, esta fue y paró en la pared con un golpe que causó que Bella se
encogiera aún más.

"Hey, Charlie." Lo llamé tan pronto como escuché sus pasos dentro de la casa, ansioso. Al
principio se asustó al oír que alguien llamaba su nombre.

"No." Bella protestó por debajo de su aliento. Apenas audible a mis sensibles oídos.

"¿Qué?" Susurré de la misma forma que ella. Confundido por su protesta.

"¡Espera al menos a que se quite el arma!"

Su respuesta me hizo reír entre dientes mientras me pasaba una mano por el cabello. Charlie se
estaba acercando, así que dejé de reír y me puse serio.

En dos segundos ya estaba acercándose a la esquina, al vernos sentados juntos en el sofá hizo un
gran esfuerzo para no torcer la cara. Sus pensamientos ya estaban disparados hacia mí. No tenían
tanto odio impregnado como lo habían hecho hace unas semanas. Aún así...

¿Por qué están sentados juntos? ¿Qué no pueden estar separados?


Fue lo más que pude escuchar de su mente. Lo único que pensaba era porque Bella me había
escogido a mí y no a Jacob. No tuve que controlar ninguna emoción, en ese momento estaba tan
feliz que nada podía impedirlo. Ni siquiera Charlie deseando que en mi lugar estuviera sentado
aquel perro.

"¡Hey, niños! ¿Qué hay de nuevo?" Nada, solo la mejor noticia de los últimos tiempos. Para mí.

"Queríamos hablar contigo." Anunciar sería más apropiado. "Tenemos buenas noticias."

Inmediatamente Charlie cambió el tono de sus pensamientos, primero había forzado una sonrisa
al vernos juntos, cosa que no era necesaria, sabía perfectamente que no me quería aquí, y pasó a
la sospecha. Se imaginaba lo peor. Bella tenía parte culpa, su expresión no ayudaba mucho.

"¿Buenas noticias?" Gruñó mientras miraba detenidamente a Bella, tratando de adivinar el motivo
de esta plática.

"Toma asiento, papá."

Bella no estaba ayudando. Estaba haciendo que Charlie sospechara aún más, y no estaba cerca de
adivinar. Alzó una ceja y por cinco segundos observó a Bella, estudiándola. Se dio por vencido y
pisoteando avanzó hacia el reclinable. Se quedó sentado en la orilla sin recargarse esperando a
dar un brinco hacia mí, si la ocasión lo ameritaba.

"No te pongas así, papá. Todo está bien." Bella le dijo después de unos minutos de silencio. Hice
una cara al escuchar la palabra que Bella había elegido para describir las noticias. ¿Bien? ¿Era lo
mejor que podía hacer?

"Seguramente lo está, Bella, seguramente lo está." Le dijo Charlie dudoso del consuelo que Bella
le daba. "Si todo está tan bien, entonces ¿por qué estás sudando balas?"

"No estoy sudando." Mintió Bella lastimeramente. Mientras alejaba la mirada de la de Charlie y se
encogía sobre mí para limpiar el sudor que le corría por la frente.

Y de repente Charlie explotó.

"¡Estás embarazada! Estás embarazada, ¿no es así?"

Tuve que fingir alerta ante su movimiento, no su acusación, era imposible que yo hubiera dejado
embarazada a Bella, no solamente porque era imposible que eso pasara, sino porque por ningún
motivo tendría relaciones con ella antes de nuestra boda. Como había prometido.

Charlie estaba me mirando a mí mientras preguntaba a Bella si era eso lo que pasaba, su mano se
había movido en dirección a su pistola. No pasó de ahí, porque Bella intervino.

"¡No! ¡Por supuesto que no lo estoy!"

"Oh, lo siento." Tan pronto como Bella contestó su pregunta con la respuesta que en ese
momento más ansiaba, su ceño se fue aligerando. En su mente, había visto la reacción de Bella al
mismo tiempo que Charlie, le creyó sin dudas.

"Disculpa aceptada." Bella le dijo, y la atmósfera se relajó un poco.


Charlie seguía esperando a que Bella le diera las tan esperadas buenas noticias que estábamos
ahí para darle. Pero Bella seguía aterrada. La vi directo a sus ojos y supe que no iba a poder
pronunciar ninguna palabra. Le sonreí antes de cuadrar mis hombros y volverme hacia Charlie.

"Charlie, me doy cuenta de que he hecho esto fuera de orden. Tradicionalmente, debí haberte
preguntado a ti primero. No es mi intención faltarle al respeto, pero desde que Bella ha dicho que
sí y no quiero despreciar su elección en este asunto," no podría haberlo hecho "y en vez de
pedirte su mano, te estoy pidiendo tu bendición. Nos vamos a casar, Charlie. La amo más que
cualquier otra cosa en el mundo, más que a mi propia vida, y-por alguna especie de milagro-ella
también me ama de esa manera. ¿Nos darías tu bendición?" ¿Sería que algún día dejara de
sorprenderme que yo haya sido el elegido, el que ella haya dicho sí? Sabia que nunca me cansaría
de alegrarme cada vez que me dijera sí.

Mientras leía lo que Charlie pensaba, sentí que Bella se había relajada por lo que duró uno de sus
latidos, de una forma que no había sentido desde que me dio el sí. Como si se hubiera alegrado
de escuchar estas noticias ella misma. Luego se dio cuenta de la expresión que ahora estaba
sellada en el rostro de Charlie, sus ojos mirando el anillo que ahora adornaba su suave mano.

Escuché como Bella tomó aire y lo contuvo. Charlie estaba procesando esta nueva información. Su
rostro fue perdiendo su color. Pensando, otra vez, porque Bella me había elegido a mí. Ahora
sentía que me la estaba robando de su lado. Luego recordó cada vez que el rostro de Bella se
iluminaba cuando estaba a mí lado, cada vez que brincaba de la silla para recibirme, como cada
vez que mencionaba mi nombre se llenaba de emoción y amor su rostro, y se dio cuenta que Bella
me amaba tanto como yo a ella.

No se opondría, mientras Bella estuviera cien por ciento segura.

Bella empezó a levantarse, no sabía que intentaba, pero antes que Charlie se diera cuenta de su
movimiento, le susurré, "Dale un minuto."

Después de un largo silencio, el rostro de Charlie estaba recuperando su color. Había entrecerrado
los ojos y sus cejas se fruncieron. Estaba pensando seria y profundamente acerca de nuestra
relación y repentino compromiso. Aunque no estaba del todo sorprendido. Lo había estado
sospechando de unas semanas atrás a ahora. Pero de nuevo, en su mente no podía ver que se
fuera a negar, así que pude relajarme.

"Supongo que no estoy tan sorprendido." Murmuró, mientras seguía pensando lo mismo que
había dicho. "Sabía que tendría que lidiar con algo como esto lo suficientemente pronto."

No tenía idea que hubiera sido mucho más pronto de lo que pensaba, sino hubiese sido porque
Bella se aferraba a su idea de que no era necesario casarse para pasar la eternidad a mi lado. En
realidad no lo era, pero era algo que ansiaba.

Por fin Bella dejó salir el aire que había contenido todo este tiempo. Me relajé aun más.

"¿Estás segura de esto?" Charlie le exigió una respuesta, mirándola sin distracciones.

Ahora fui yo quien sostuvo el aliento. Tuve miedo de su respuesta por el segundo que le tomó
contestar.

"Estoy cien por ciento segura acerca de Edward." Bella dijo, y su tono reflejaba lo que acaba de
asegurar. Pude respirar de nuevo. Tonto, dudar de su respuesta.
La sospecha venía de regreso.

"¿Aunque, casarse? ¿Cual es la prisa?"

Bella estuvo callada por unos minutos, pensando en las razones que tanto me había dado por los
últimos meses a mí para convencerme de convertirla de inmediato. Su edad, era todo lo que le
importaba, que ella seguía envejeciendo como decía ella, mientra que yo estaba congelado en mis
diecisiete años y así seguiría por el resto de mi existencia. Seguramente también pensó en el
hecho de que los Volturi seguían al acecho, esperando a que la convirtiéramos y así no tener que
matarla. Cosa que nunca permitiría. Todas estas razones no podían ser habladas. Así que decidí
intervenir en esta ocasión yo.

"Nos iremos a Dartmouth juntos al caer el otoño, Charlie. Me gustaría hacerlo, bueno, hacerlo de
la manera correcta. Así es como fui criado."

Ni siquiera tuve que mentir. Sobre la segunda parte, claro. Bella seguía decidida a no atender a la
universidad. Pero esa era la historia pública.

Charlie escuchó atentamente a mis palabras, buscando un lado en el que pudiera negarse a
aceptar. No encontró nada. Sus labios se torcieron ante estas palabras. Por un momento
consideró seriamente el negarse, pero luego recordó mis palabras. No había forma de negarse de
forma lógica.

"Sabía que esto sucedería." Murmuró seriamente. Después de un momento su frente se alisó. Sus
pensamientos se dirigieron hacia Renée. No entendí al principio porque estaba pensando en ella. Y
luego lo vi. Sabia que Renée estaba completamente en contra del matrimonio antes de los treinta,
como Bella me había dicho antes. Le iba a dejar la tarea de anunciar las noticias a Bella.

"¿Papá?" Bella sonaba preocupada. Desde la mente de Charlie vi que había volteado a verme,
quizá para explicar el comportamiento de su papá. No volteé hacia ella, seguí mirando a Charlie.
Esperando.

"¡Ja!" Charlie no aguantó más, y estalló en risas. Pensando en Bella y Renée discutiendo el tema.
"¡Ja, ja, ja!"

Bella seguía mirando a Charlie, pero ahora no podía ver su rostro, ya que Charlie se estaba
doblando en risa, todo su cuerpo temblando con el esfuerzo.

A este punto, el pensar en la cara que Bella haría al momento de tener que forzar la verdad a su
madre, después de escuchar cuan aterrada estaba de lo que Renée pensaría de ella, me encontré
aguantando la risa yo mismo.

"De acuerdo, está bien." Charlie forzó las palabras, todavía no controlaba el ataque de risa.
"Cásate." El solo pensamiento causaba que Charlie se riera aún más. "Pero..."

Aquí venía su amenaza. Así lo consideraba, creía que Bella se echaría para atrás si se veía
obligada a ser ella quien le dijera a su madre acerca de la boda.

"¿Pero qué?" Bella le preguntó, exasperada por la conducta de su padre. No tenía idea de lo que
Charlie iba a decir. ¿Funcionaría?
"¡Pero tú tienes que decirle a tu mama! ¡No le diré ni una palabra a Renée! ¡Eso es todo tuyo!" El
ataque de risa regresó con más fuerza. Bella se había congelado ante su respuesta. Pero mi miedo
no duró, porque Bella no se echó para atrás.

Sí, era el hombre más afortunado del mundo. Este ángel no iba a dejar que nada ni nadie nos
separaran. Ni siquiera la opinión de su madre. No estuve, al momento, tan aterrado como Bella.
Sabía que Renée no se negaría, desde nuestro viaje a Jacksonville había estado segura de que
nuestra relación era más que un simple enamoramiento de muchachos. Iba a esperar
pacientemente a que la invitación le llegara. No le había mencionado nada a Bella, creyendo que
no haría ningún bien a la conversación y la visita. Renée era más observadora que, incluso, Bella.

Volví al presente. Emmett se estaba carcajeando, imaginando las reacciones y caras que Bella
había hecho durante toda la tarde. Se estaba doblando en la tierra, parecía un niño revolcándose
por todo el suelo.

"Bueno, eso es todo, Emmett. ¿Feliz?"

Seguía riéndose cuando esperaba por su respuesta, así que optó por contestarme en su mente, en
lugar de arruinar su diversión.

Muy feliz, hermanito. Desearía haber estado allí.

"Que Bella no sepa que te conté."

Claro que no.

"¿Nos vamos?"

"Bella no va a escaparse, Edward. Alice lo hubiera visto y tú no estarías aquí."

Sabía que Bella no escaparía. No tenía que decirme nada. El hecho es que el tiempo se acababa.
En veinte minutos Alice estaría de vuelta en casa, y yo sería libre de pasar a ver a mi Bella antes
de que Emmett y Jasper me sacaran de allí.

"Lo sé, Emmett. Pero son treinta minutos de aquí a casa, y Alice estará allí en veinte. Así que
vámonos ya."

¡Que prisa! Mañana la tendrás para ti por toda la eternidad.

El pensamiento me alegró, pero no me detuvo lo suficiente como para desear quedarme más
tiempo viendo a Emmett reírse de Bella y sus reacciones.

"¿Crees que eso es suficiente para retenerme aquí Emmett?"

Claro que no. Pero... tenía que intentar, ¿no?

"Bien, hermanito. Vámonos, antes de que te vuelvas más loco."

Empecé a correr en dirección a la casa, en cuestión de segundos Emmett estaba gritándome en su


cabeza para que lo esperara. Así que bajé un poco la velocidad.

Cuando me alcanzó, me jaló del hombro para hacerme parar.


"Edward, déjame recuperar el aliento." me dijo en fingido agotamiento.

"Déjate de juegos, Emmett."

"Está bien. Pero la Señorita Swan está esperando por ti, no se va a ir a ningún lado, ¿sabes?"

"Lo sé."

¿Carreras? Emmett pensó, y salió como bala hacia el Jeep. Lo dejé correr con unos segundos de
ventaja. Él era el más fuerte, pero yo era el más rápido.

Pensando a donde me dirigía, donde estaría en unos minutos, con quien estaría, sentí como Bella
y su calor me jalaban cada vez más a ella, como mi cuerpo reaccionaba al pensamiento de que
estaba más cerca con cada paso que daba. La emoción me hizo correr aún más rápido. Pasé a
Emmett en cuestión de segundos y lo volvía s escuchar gritando en su cabeza que no lo dejara
atrás, pero lo único en que pensaba era en Bella.

Corrí aun más rápido.

CAPÍTULO 2. Noche Larga

"Ya te extraño."

Esas palabras me ataron a su lado. De verdad no quería irme, pero sabía que Jasper, mucho
menos Emmett, permitirían que me escapara esta noche.

"No necesito irme. Me puedo quedar…" Dije las palabras sin pensar. Era lo que más quería.
¡Rayos!

"Mmm."

El silencio inundó la habitación por unos momentos. El único sonido que se escuchaba eran los
fuertes latidos del corazón de Bella, acelerándose cada vez que mis manos tocaban su rostro, sus
hombros, su cintura... el sonido de nuestra respiración cortándose cada vez que los dos
necesitábamos respirar recuperándonos de nuestros exuberantes besos, el suave susurro de sus
labios sobre los míos.

Estos eran unos de los momentos en que más me sentía feliz de ser lo que era, aunque odiara al
monstruo que vivía en mí y se negaba a dejarme, había momentos en que me olvidaba
completamente de su existencia, ni su corazón latiendo frenéticamente ni el sentir su sangre
pulsando bajo mis manos hacían que el monstruo se regocijara creyendo que en cualquier
momento me entregaría a el, había otro monstruo que me atacaba cada vez que estaba con Bella,
era tan peligroso como el de mi sed, pero más humano también. Solo deseaba sostenerla entre
mis brazos, sus labios contra mis labios, mis manos sobre su piel caliente... en momentos como
estos, era cuando me resultaba más difícil mantenerme en control, Bella se dejaba llevar tan
fácilmente, olvidando que podría lastimarla si me desconcentraba por un solo minuto. Era como si
no le importara que estuviera en los brazos de un monstruo. Aún no me recuperaba de la
sorpresa y la emoción que sentía cada vez que Bella me jalaba hacia ella, deseando que fuera lo
suficientemente fuerte para retenerme en sus brazos cuando más quería seguir. Cuando yo más
quería seguir, era cuando debía detenerme. Pronto, me decía a mí mismo, pronto podrás disfrutar
de tenerla completamente en tus brazos, sin miedo a lastimarla.
No era difícil convencerme de esta realidad, pero Bella se había aferrado a nuestro trato. ¿Cómo
hacerla ver que corría más peligro del que creía?

Sabía que era un inútil intento. ¿Cuándo Bella había escuchado mis advertencias? Si lo hiciera, no
estaría aquí, en manos del monstruo una noche antes de su boda. Pero eso ya no importaba,
porque aunque era un monstruo, mi boca no estaba llena de veneno al oler su dulce sangre, ni
siquiera el recuerdo de ella bajando por mi garganta me hacía perder control de mi sed.

Lo único que quería era tenerla a mi lado para siempre.

Abrí mis ojos para ver el hermoso y suave rostro de mi Bella, el calor que emanaba me hacía
querer estar aún más cerca. Sus manos tocando mi rostro, mi pecho, todavía enviaban corrientes
de electricidad como aquella vez, la primera vez que me había permitido tan cerca de su piel.
Sentí esa electricidad y la besé aún más profundamente que hace un momento.

Era increíble como esa corriente nunca cesaba de asombrarme con su intensidad. Me preguntaba
a veces si Bella sentía la misma electricidad en su cuerpo cada vez que la tocaba o la besaba.

Mis ojos aún la miraban, en este momento me sentía más feliz que lo que hace mucho no
experimentaba. Tenía en mis brazos al ángel más hermoso que en mi vida o existencia, me había
imaginado tener.

¿Cómo era posible que me hubiera ganado la oportunidad de ser completamente feliz por primera
vez, de haber encontrado la pieza faltante en mi pecho, cuando era una criatura oscura y sin
alma, y aún así, que a pesar de todo, mi ángel quisiera estar a mi lado, sosteniéndola y no
alejarme de su lado jamás?

No podía imaginar que había hecho para merecer tanto amor y comprensión por parte de un alma
tan limpia y pura como la de mi Bella.

Lo mejor de todo, es que solo era el comienzo de una vida llena de felicidad al lado de mi
hermoso y frágil ángel. Mañana sería el primer día de la eternidad a su lado. Mañana sería mi
esposa finalmente, y después de cumplir mis demandas y sus demandas, haríamos el cambio que
tanto deseaba Bella, y a estas alturas, yo también estaba deseoso de cumplir sus deseos. ¿Qué no
haría por ella?

De repente Bella abrió sus ojos, para encontrarse con los míos, abriendo camino a su alma. Era
como si pudiera ver el paraíso, el cielo que tanto deseaba compartir con mi ángel. Allí estaba, y
nada podía hacerme dudar de que Bella me amaba cuando veía en las profundidades de sus
hermosos ojos marrones, color chocolate. Esos ojos que me habían hipnotizado desde la primera
vez que se habían encontrado con los míos.

Era algo que nunca terminaría de entender, porque Bella me miraba ahora mismo con la misma
adoración que yo sentía en este momento. Era como si ella era la ganadora en lugar de serlo yo.

No tenía idea de cuan equivocada estaba. Mi vida seguiría siendo un vacío en la eternidad, un
pobre inútil caminando entre la gente sin encontrar una razón de seguir en este mundo. Por ella
había renacido, había conocido algo que nunca pensé llegaría a sentir, a conocer, el amor. El calor
que me entregaba cada vez que sus labios pronunciaban te amo, o su risa, oh, como amaba esa
risa, su sonrisa cada vez que me veía estar ahí a su lado, el rubor que coloreaba sus mejillas
cuando mis ojos la deslumbraban, o mis manos tocaban suave y delicadamente su rostro, cada
vez que nuestros labios se unían en un beso lleno de amor. Todo en ella me atraía, era como si yo
hubiera nacido para ser de ella, y ella para ser mía.
Bella jaló mi cara hacia la suya, empezando el beso de nuevo. Que mejor forma de decirme que
me quedara en lugar de irme. No objetaba.

"Definitivamente me quedo." Le dije después de un momento de disfrutar de nuestro beso. No


quería que terminara jamás.

Disfruté de sus labios sobre los míos por un instante más antes de que Bella se separara lo
suficiente para formar palabras.

"No, no. Es tu fiesta de soltero. Tienes que ir."

Ja. Como si prefiriera estar allá afuera con mis hermanos, bebiendo sangre de unos apestosos
herbívoros o con suerte un puma, a estar al lado de mi amor y su dulce sangre aroma floral.
Disfrutando del buqué sin probarlo. Estaba a punto de contestar a su comentario, cuando no fue
necesario decir nada, como si Bella pudiera leer mis pensamientos, su mano derecha se aferró a
mi cabello, jalándome hacia ella, su mano izquierda presionándome con toda su fuerza hacia ella.
Acaricié su tibio rostro. Sintiendo como esa corriente eléctrica pasaba de su rostro a mi mano. De
nuevo, nuestros labios se unieron un instante, pero había que aclarar algo importante.

"Las fiestas de solteros están diseñadas para aquellos que están tristes por ver pasar sus días de
solteros. No podría estar más ansioso de tener los míos detrás de mí." No, no podría, apenas y
aguantaba las ganas de llamarla mi esposa al fin. "Así que no tiene sentido."

"Cierto." Me dijo al tiempo que su tibio y delicioso aliento golpeaba la piel de mi cuello.

Seguimos así por un momento más largo. Mirando en los ojos de uno y el otro. Disfrutando del
tiempo que nos quedaba juntos antes que mis hermanos vinieran por mí. Esperaría a que vinieran
por mí. Por ningún motivo me levantaría del lado de mi Bella para ir a cazar al bosque, lejos de mi
ángel. Esperaba fervientemente que mis hermanos Jasper, y especialmente Emmett, me dejaran
en paz esta noche, que se olvidaran de esa tontería de despedida de soltero y así poder quedarme
al lado de Bella. Dudaba que fueran a dejarme escapar. Emmett había estado estático con la idea
de celebrar esta rara ocasión, yo había sido el único de la familia en jamás celebrar algo así, por
primera vez me iba a casar, y estaba seguro que sería la única vez, no necesitaba una segunda o
tercera o décima boda para saber que Bella y yo estaríamos juntos para la eternidad. Y como
sabía que no habría forma de escaparme de Emmett, decidí que iba a disfrutar cada segundo de
su cálida compañía.

Como ella estaba disfrutando seguramente, estábamos acostados en su pequeña cama, Bella
estaba completamente abrigada en un edredón para que no se congelara con el contacto directo a
mi piel, sabiendo que eso no era de su completo agrado, y recordando el trato que habíamos
hecho para nuestra luna de miel, había arrojado mi camisa al suelo, dejando que me viera
completamente, que supiera que lo que estaba frente a ella, era suyo y de nadie más. Así que
cuando su mano se dirigió hacia mi pecho, sabía lo que seguiría, lo disfruté con anticipación y
cuando llegó fue mucho mejor.

Su mano recorrió mi pecho, de arriba a abajo, su toque lanzó otra corriente eléctrica que me
recorrió todo el cuerpo. Sentía el calor que dejaba marcado su mano al tocar mi piel, sentía como
si mi piel se estuviera encendiendo en puras llamas de placer, nunca había sentido tanto como lo
que solo Bella podía causar en mí. La emoción me hizo temblar de placer. Si el solo tener su mano
recorriendo mi pecho me hacía temblar, qué haría cuando... no pude soportar más y jale su rostro
hacia el mío. Buscando sus labios, presionándolos contra los míos.

Pero Bella tenía que ir más lejos, sentí como su suave y deseable lengua empezaba a recorrer mis
labios. No sabía porque me sorprendía. Bella siempre quería más de lo que todavía no le podía
dar. Por un segundo me imaginé que sentiría si dejaba que su lengua encontrara completo acceso
al interior de mi boca... era la sensación más sensual, tenerla tan cerca de mí, pero sabía que
tenía que detenerla antes de que quisiera más, antes de que yo quisiera más y no pudiera
detenerme. Empecé a alejarme de su rostro, acabando con la sensación.

"Espera," Bella me dijo mientras me agarraba por los hombros y abrazándome más cerca de ella,
su toque enviando más vibraciones a mi cuerpo. No sabía como lo hacía, pero después liberó una
de sus piernas del edredón y la puso alrededor de mi cintura. "la práctica hace la perfección."

Me reí ante sus palabras y reacciones humanas. No sabía el poder que tenía sobre mí. Era algo
bueno, no quería imaginar lo que haría de el. "Bueno, deberíamos estar bastante cerca de la
perfección a estas alturas, entonces, ¿o no? ¿Has dormido algo en el último mes?"

Sus siguientes palabras me congelaron. "Pero éste es el ensayo para el vestido, y sólo hemos
practicado ciertas escenas. No es hora de jugar seguro".

¿Seguro? Bella seguía creyendo que no podía lastimarla. Cuanto deseaba poder creer y confiar en
mí mismo como ella parecía confiar en mí. Era una confianza ciega la que tenía en mí. ¿Acaso no
le había dado suficientes razones y pruebas del pobre control que tenía sobre mí? Como perdía la
razón cada vez que la tenía tan cerca de mí. Era demasiado bueno ocultando todos mis esfuerzos,
Bella no veía mi lucha constante por no matarla o herirla. Su sangre ya no me llamaba como solía
hacerlo, seguía quemando mi garganta aunque ahora mi ser huía de cualquier movimiento que
pudiera lastimarla. Ahora luchaba contra mis deseos carnales, por tener su cuerpo junto al mío.
Como ella me rogaba que fuera. Tratar, era lo más que podía prometerle.

De nuevo, todo el miedo e inseguridades me envolvieron. Siempre me preguntaba lo mismo,


como hacerla entender, aún cuando sabía perfectamente que no tenía caso, eso no me detenía de
intentarlo.

"Bella..." Susurré, esperando que mi tono le dijera todo. Estaba asustado de lo que podría pasar.
Pero seguía terca, y sabía que no cambiaría su decisión.

¿Cómo negarme, de todos modos? Este deseo se había vuelto tan insoportable tanto para ella
como para mí.

Aunque mi lógica me gritaba que no lo hiciera, que ya sabía las consecuencias, mi corazón me
gritaba que no tuviera miedo, que confiara en el amor que tenía por ella, y ¿cómo no hacerlo?

"No empieces esto de nuevo," tal como pensé. "Un trato es un trato." ¿Es que no entendía?

"No lo sé. Es muy difícil concentrarse cuando estás conmigo así. Yo – yo no puedo pensar con
claridad. No seré capaz de controlarme. Saldrás herida." Eso era un hecho, mi mente me decía.

"Estaré bien."

En ese momento quería sacudirla con tanta fuerza como me fuera posible, hacerle entender que
no era tan fácil para mí como para ella. Mis esfuerzos serían en vano y terminaría lastimándola
antes de tiempo. No podía evitar pensar que las cosas no saldrían como ella esperaba.

"Bella…"

"¡Shh!" Susurró contra mis labios, callando mis palabras. Sí, tal como pensé, Bella no se daría por
vencida, no tan cerca de la boda y de lograr lo que había estado rogándome las ultimas semanas.
Nuestros labios se unieron de nuevo, pero no había forma de disfrutarlo tan intensamente como
hace unos minutos.

La besé de regreso, pero no podía evitar el seguir preocupándome, se habían metido a mi cabeza
y estaban al frente de todo pensamiento.

¡Cuidado! No la vayas a lastimar. No seas muy brusco. Es tan frágil como una burbuja. No te
desconcentres. Bella, Bella, escúchame, es peligroso. Sigo siendo peligroso aunque te ame. ¿Por
qué no me escuchas? Te amo.

Toda clase de advertencias cruzaban mi mente, toda clase de ruegos a mi mismo y a Bella
permanecían en mi mente, pero en lo único que podía pensar era en Bella y su decisión ante la
boda. Aún había tiempo de decir no y salvar su vida, incluso cuando deseaba con todo mí ser el
nunca escuchar que se arrepintiera.

Tenía que estar seguro. Bella pensaba que ella era la insegura, no tenía idea...

"¿Cómo están tus pies?" Le pregunté cuando detuvimos el beso para recuperar nuestro aliento.

"Muy calientes." Me respondió, y me alegró tanto su respuesta. Pero quería seguir bromeando,
aunque en el fondo quería escuchar sus palabras de seguridad en este tema.

"¿En serio? ¿No ideas de apoyo? No es demasiado tarde para cambiar tu decisión."

"¿Estás tratando de abandonarme?" Como si eso fuera posible. Prefería quemarme en el infierno
que dejarla ir. Sonreí ante su respuesta, al menos ella no pensaba dejarme.

"Sólo asegurándome. No quiero que hagas algo de lo que no estás segura." Todavía estás a
tiempo de darme la espalda a mí y salvar tu alma. Quería decirle, al mismo tiempo que deseaba
guardarme esas palabras y quedarme con ella por la eternidad.

"Estoy segura acerca de ti. Con lo demás puedo vivir."

Que poco sabía. Creía que nuestras vidas eran tan fáciles. De una cosa sí estaba seguro, a su lado
todo sería fácil. Con su amor, y con ella a mí lado, podría contra todo, mientras la tuviera a mí
lado. Yo podía, ¿pero ella? ¿Podría seguir cuando se diera cuenta de todo lo que estaba dejando
detrás? Solo por mí. No valía la pena todo lo que dejaría por esta conmigo.

No se daba cuenta, era demasiado joven para saberlo. Yo, con mis casi ciento diez años, estaba
seguro de que era algo que no valía la pena como vivir como humano, envejecer y tener una
familia, hijos y nietos a lado de la persona a la que amas.

En mi caso, quizá, muy probable, es que ahora considerara que valía la pena, solo en mi caso,
porque si Carlisle no me hubiera salvado, no hubiera conocido a Bella, hubiera muerto sin haber
vivido ni haber conocido el amor y haber experimentado como lo hacía ahora con mi Bella. En este
factor, tenía mucho que agradecerle a mí padre.

"¿Puedes?" Le pregunté en voz baja, de repente inseguro de lo que estábamos haciendo, lo que
haríamos en unos días. Mis cambios de humor y de ideas me hubieran causado mareo o dolor de
cabeza si fuera humano. "No me refiero a la boda –que estoy seguro sobrevivirás a pesar de tus
dudas- pero después… ¿qué hay de Renée, qué hay de Charlie?" ¿Qué pasa con Jacob? Me amaba
lo suficiente, más que a ese perro, disipé el pensamiento rápidamente, no podía creer que
pensara en él en estos momentos, Bella estaba a mi lado, y así lo estaría por siempre.
"Los extrañaré." Me respondió con un suspiro. ¿Por qué permitía que mi Bella siguiera sufriendo?
No había forma en esta vida de encontrar una forma en que Bella y yo pudiéramos ser
completamente felices, sin lastimar a nadie más. Que nuestra felicidad fuera entera, a lado de
nuestras familias. Había estado luchando durante todo este tiempo por encontrar esa solución y
había sido en vano.

"Angela y Ben y Jessica y Mike." Pregunté, apenas capaz de pronunciar el último nombre.

"Extrañaré a mis amigos, también." Bella sonrió en la oscuridad, ¿por qué estaría feliz de
extrañarlos? Oh, como deseaba en este momento poder leer sus pensamientos. "Especialmente a
Mike. ¡Oh, Mike! ¿Cómo podré seguir?"

¿Qué? Gruñí en plena rabia. ¿Cómo se le ocurrió decir eso? Celos acumulándose en mi pecho.
Pero, admitiéndolo, era mejor escuchar su nombre que el de aquel perro de Jacob Black.

Bella sonrió, después de un momento se puso seria de nuevo.

"Edward, hemos pasado por esto y por esto. Sé que será difícil, pero esto es lo que quiero. Te
quiero a ti, y te quiero para siempre. Una vida es simplemente insuficiente para mí."

Sí, todo eso lo sabía perfectamente. Me lo había repetido una y otra vez durante los últimos
meses. Desde aquella primavera donde el maldito James casi la aparta de mi lado para siempre.
Después de darme cuenta que ni Bella ni yo podíamos vivir uno sin el otro, me di por vencido, y
cuando aceptó ser mi esposa, supe que no había nada que Bella quisiera más que estar conmigo,
si estaba dispuesta a pasar por todo lo que le pedía. Matrimonio. Lo peor que pude haberle
pedido, y ella también pidió de mí lo peor. Sexo. Lo peor de todo, era que ni siquiera podía
esperar a darle algo más que placer, ni siquiera podría ser madre algún día y hacerme padre. El
pensamiento había estado atorado en mi mente desde que Charlie había pensado que esa era la
razón de casarnos. Jamás seríamos padres. Odiaba quitarle eso a Bella también.

"Estancada para siempre en los 18." Dije en voz baja, pensando en lo mismo una y otra y otra
vez.

"El deseo de cualquier mujer hecho realidad." El tono de Bella era claramente bromista.

Pero ¿cómo podía bromear así? Nunca entendería la forma en que su cerebro funcionaba.

"Nunca cambiar… nunca seguir adelante."

"¿Qué significa eso?"

Mi ingenua Bella. Ni siquiera entendía a lo que me refería.

Respondí lentamente, esperando que Bella entendiera lo que sentía.

"¿Recuerdas cuando le dijimos a Charlie que nos casábamos? ¿Y pensó que estabas…
embarazada?"

Seguramente sí lo recordaba, Charlie casi me dispara cuando creyó que eso le había hecho a su
hija. Si me odiaba, eso nunca me lo hubiera perdonado.

"Y pensó en disparate, admítelo –por un segundo, él honestamente lo consideró." Tan perceptiva.
Había sentido que Bella había sentido genuino terror cuando vio lo que Charlie pensaba hacer.
Me quedé sin palabras, no pude contestarle. Seguía dándole vueltas al asunto. Odiaba el hecho de
que yo era un vampiro. Un monstruo sin alma que iba a convertir a lo que más amaba en el
mundo, en eso que tanto odiaba. Nunca me lo perdonaría si Bella algún día se arrepentía de su
estúpida decisión. Pero iba a hacer todo lo que estuviera en mis manos por hacerla la mujer más
feliz. La amaría cada segundo del resto de mi existencia. Lo juré en ese mismo momento. Como
tantas veces lo había hecho antes.

"¿Qué, Edward?"

Solo díselo. "Deseo… bueno, deseo que él haya estado en lo correcto."

"Gah." Bella casi gritó ante mi comentario. Me entendió mal.

"Más que había una forma en que el pudo haber estado. Que nosotros tuvimos esa clase de
potencial. Odio quitarte eso, también." Me odiaba en ese momento más que nunca. Podría escribir
una lista interminable de cosas a las que Bella renunciaría, ¿en cambio de qué? Sólo yo. No era
justo.

"Sé lo que estoy haciendo." Bella contestó después de un minuto. Pensando, editando sus
pensamientos, buscando una forma de salirse con la suya. Tratando de esconder sus verdaderos
sentimientos.

"¿Cómo puedes saber eso, Bella? Mira a mi madre, mira a mi hermana. No es tan fácil el sacrificio
como te imaginas."

No había mejor ejemplo que el de Rosalie, mi madre era otro caso. Ella era feliz viéndonos a
nosotros felices. Pero Rosalie, entregaría todo y más por volver a ser humana.

"Esme y Rosalie se las arreglan bien. Si es un problema después, podemos hacer lo que Esme hizo
–adoptaremos."

Oh, de nuevo mi ingenua Bella. No tenía la más mínima idea de lo que hablaba. Rosalie odiaba,
detestaba esta vida. Ella era la que peor se sentía en nuestro mundo. Hubiera preferido morir
décadas atrás, en lugar de que Carlisle la hubiera salvado. Esme era más compasiva, y nos veía
como a sus hijos, por eso le era más fácil sobrellevar la carga de una vida sin fin. Odie aún más
mi cuerpo frío y duro, como deseaba ser humano para Bella, y así no tener que renunciar a todo
su calor humano, su pasión, todo lo que tanto amaba de ella.

Me enfurecía lo que estaba a punto de hacer por mí. "¡No está bien! No quiero que hagas
sacrificios por mí. Quiero darte cosas, no quitártelas. No quiero robar tu futuro. Si fuera
humano-."

Bella puso sus calientes y frágiles manos sobre mi boca, callando mi ataque de furia. "Tú eres mi
futuro. Ahora detente. Sin depresiones, o llamaré a tus hermanos para que vengan y te lleven. Tal
vez necesitas una fiesta de soltero."

No amor, eso no era lo que necesitaba, sino ser humano para ti. Imposible.

"Lo siento. ¿Me estoy deprimiendo, o no? Deben ser los nervios." Decidí dejarlo así, no tenía caso
el discutir por algo que nunca pasaría.

"¿Están tus pies fríos?" Ja. Más fríos que la nieve. Pero a eso no se refería.
"No en ese sentido. He estado esperando un siglo para casarme con usted, Señorita Swan. La
ceremonia de la boda es algo que no puedo esperar-" Otros pensamientos interrumpieron mis
palabras, ¡no era posible! "¡Oh, por el amor de todo lo que es santo!" ¿Tan tarde era? Que habían
decidido a buscarme ya.

"¿Qué sucede?" Bella preguntó, levemente ansiosa por mi respuesta.

Apretando mis dientes, logré responderle. Me quedaban solos unos segundos a su lado. "No tienes
que llamar a mis hermanos. Aparentemente Emmett y Jasper no me van a dejar retirarme esta
noche."

Lo había sabido toda la noche, esperando en vano que no lo hicieran. Como dije, en vano.

Bella me jaló hacia ella más fuerte, y después de un momento me soltó. "Diviértete."

Justo como aquel día en la cafetería, después de que tuve que irme anticipadamente con Alice. Su
tono resignado. En ese momento, Emmett decidió que ya me había dado mucho tiempo para
despedirme.

¡Vamos, Edward! Ya sal. ¿Qué esperas?

Decidió jugar un poco, hizo un sonido con sus uñas contra el vidrio, rechinaba de una forma que
causo a Bella un estremecimiento.

"¡Si no mandas a Edward afuera, entraremos por él!"

Anda, Edward. Antes que Emmett tumbe la casa y despierte a Charlie.

Pensaba Jasper, mientras trataba de calmar las ansias de Emmett. Estaba emocionado por
celebrar mi primera despedida de soltero.

Vamos, hermanito. Esta es una ocasión única. Mañana renuncias a tu soltería por la eternidad.

"Ve, antes de que destruyan mi casa." Bella estaba más cerca de lo cierto. Así que decidí seguir su
consejo, tanto como el de Jasper. Emmett se ponía más ansiosa cada segundo que pasaba.

Rolé mis ojos, a Emmett, que seguía gritando en mi cabeza que me apurara.

Hermanito, todo este tiempo que pasas con Bella te está haciendo tan lento como ella. ¡Apúrate!

Di un salto fuera de la cama. En un segundo ya tenía puesta la camiseta. Me incliné hacia ella
para darle un beso. Me detuve una milésima de segundo y cambie mi dirección hacia su frente.
Bella ni siquiera se dio cuenta. Si la besaba en los labios, querría más y luego sería más difícil
irme de su lado. "Duérmete. Tienes un gran día mañana:"

"¡Gracias! Eso seguro me ayuda." Pasé por alto su comentario.

"Te veré en el altar." Y después serás toda mía, amor mío.

"Seré la de blanco." Bella sonrió por la forma en que sonó.

Y yo no pude evitar reír también al verla sonreír. "Muy convincente."


Tensé mis músculos al filo de su ventana, viendo y escuchando a Emmett, al tiempo que leía a
Jasper, viendo como Bella se sentía. Estaba preocupándose. O camino a hacerlo.

Salté y caí suavemente sobre la tierra.

"¡Rayos, hermano! ¿Porqué la demora?" No es como si nunca hubieras ido a cazar y dejarla.

Estaba a punto de contestarle, cuando escuché a Bella susurrar. Consciente de que todos
podíamos escucharla con perfecta claridad.

"Más les vale que no se retrase." Sonreí a sus palabras. Nadie, amor, -quería decirle- nadie, haría
que me retrase o llegue tarde a nuestra boda. Pero Jasper me ganó. Estaba en su ventana antes
que me diera cuenta de su movimiento.

No te preocupes, Edward. Solo le aseguraré que todo estará bien.

Sonrió en su mente a mi expresión.

"No te preocupes, Bella. Lo llevaremos a casa con suficiente tiempo."

Sentí como Jasper usaba su don en Bella. Y desde su mente vi como el rostro de Bella se calmaba
ante sus palabras.

"¿Jasper? ?Qué hacen los vampiros para las fiestas de solteros? ¿No lo vas a llevar a un strip club,
verdad?"

Escuché desde donde estaba y la mente de Jasper a Bella preguntándole. Quise reírme a su
comentario. ¿Strip club? ¿Era en serio? Bella creía que así celebrábamos. Ja. No tenía idea de que
celebrábamos como cualquier otra noche fuera de casa.

Hay que dejar que se estrese un poco acerca de tu conducta esta noche. Ja, ja, ja.

Emmett pensó y estuve a punto de darle un sape.

"¡No le digas nada!" Le di el sape que tantas ganas tenía y me reí de la cara que hizo.

Auch, Edward.

No te preocupes, Edward. No es tampoco como si Bella fuera a creer en verdad que ese es
nuestro plan, ¿verdad? Jasper me tranquilizó, antes de seguir con Bella.

"Relájate, los Cullen tenemos nuestra propia versión. Sólo unos cuantos pumas, un par de osos
pardos. Muy parecida a una noche normal fuera."

Allí tienes, Edward. No se preocupara creyendo que una mujer estará desnudándose para ti toda
la noche.

"Gracias." Susurré por debajo de mi aliento. Bella no tuvo oportunidad de escucharme.

Aún sentía ganas de reír por la conclusión a la que Bella había saltado. En verdad creía que estos
dos sería lo suficientemente fuertes o convincentes como para convencerme de dejarla para ir a
ver... me estremecí internamente.
"Gracias, Jasper."

Listo. Bella estará bien. Podemos irnos ahora.

Jasper pensó. Luego vi guiñarle un ojo a Bella y saltando de regreso hacia nosotros.

"Jasper, no tenías que arruinar la sorpresa para Edward. ¿Para qué decirle a Bella lo que
haremos?"

"Oh, por favor, Emmett. ¿De verdad pensabas que Bella creería que lo llevaríamos a un strip
club?"

"No, pero..."

"Pero nada. Ya me sacaron, ahora vámonos." interrumpí su intercambio juvenil.

Uy, no te enojes, hermanito.

"No hay prisa, no podrás ver a Bella hasta mañana en la tarde, cuando llegue la hora de dar el sí."

"Lo sé, Emmett. Alice me arrancaría la cabeza si la veo antes."

Emmett se soltó a reír. Por lo menos sabes que la tendrías de regreso antes de llegar al altar.

Le hice una cara a su divertido comentario.

Jasper decidió intervenir, relajándonos.

Bella no pudo haber escuchado ni un susurro. Hablamos que ni el ruido de nuestra partida podía
ser alcanzado por sus oídos.

Relajado al fin, y medio serio, Emmett nos hizo señal de irnos.

"El Jeep está por aquí cerca."

Salimos corriendo en dirección al jeep de Emmett. Lo había dejado calles atrás, a la vista de
nadie. Solo los árboles rodeándonos.

Solo llevaba diez minutos fuera del alcance de Bella y ya la extrañaba. Sentía el vacío llenando el
lugar donde había estado hace unos momentos. Mis brazos.

Mañana. Mañana por fin será el día en que Bella será mi esposa, por siempre y para siempre,
como ella lo quería, y como yo lo había deseado desde antes que Bella considerara pasar el resto
de la eternidad a mi lado.

Emmett seguía jugando, siempre tan infantil. Jasper sintiendo mis emociones, decidió mandar una
ola de relajación y otra de emoción. Así que de un momento a otro, me sentí emocionado por
festejar mi última noche de soltero. Era algo que celebrar, el que por fin haya encontrado esa
pieza faltante en mi vida, nunca pensé que llegaría al altar, mucho menos al lado de un ángel tan
perfecto como Bella.
De nuevo me sentí como el hombre más afortunado del mundo. Nunca terminaría de agradecerle
al destino por haberla puesto en mi camino. Quizá si había más de una razón por la que Carlisle
decidió salvarme años atrás, en lugar de dejarme morir. Jamás había estado tan agradecido con
mi padre por lo que había hecho, pero al darme la oportunidad de seguir viviendo en este mundo,
me dio un mejor regalo. Buscar lo que nunca encontré en mis años mortales, el amor. Y lo
encontré sin darme si quiera cuenta de que lo estaba buscando. Me llegué realmente como una
sorpresa, el mejor regalo que la vida pudo darme.

Mañana sellaría mi promesa de amarla por toda la eternidad frente a todo mundo, dejándoles
saber que Bella era mía y de nadie más. Que la amaba más que a nada en este mundo y ella me
amaba a mí. Que yo era el elegido por ella para darle el sí.

Ahora no podía esperar a que llegara el nuevo día. Otra vez sentí esa ansiedad por que los
minutos pasaran más rápido. Mi perspectiva escapándome. No me importaba. Solo quería que el
tiempo volara para encontrarme de nuevo al lado de mi Bella.

Pronto, Edward. En unas horas estarás a su lado para siempre.

Jasper notó mi felicidad y ansiedad. Sus palabras me trajeron una paz indescriptible. Por un
momento supe que podría esperar unas cuantas horas, después seguía la eternidad frente a
nosotros.

Esa era la única razón de haberla dejado, así que decidí que intentaría divertirme esta noche con
mis hermanos. Quizá, muy probablemente sería la última vez que viniera con ellos en un tiempo.
Después de todo, no sabía que tanto tiempo estaríamos en Isla Esme.

No había soltado ni una sola pista del lugar al que iríamos, y eso había tenido a Bella un poco
nerviosa, pero quería que fuera una total sorpresa.

Además, no quería escuchar que me dijera un no. Sería algo normal...

Como si pudiera leer mis pensamientos, Emmett se adentró en el tema del lugar al que llevaría a
Bella. Ya estábamos en el Jeep y alejándonos rápidamente de Forks.

"¿Y Bella ya sabe a donde la llevarás, Edward?"

Jasper solo hizo una cara.

Suspiré, no había forma de que pudiera dejar este tema con Emmett el entrevistador.

"¿Entonces?" insistió.

"Claro que no, Emmett. Es una sorpresa."

Que romántico. Una sorpresa.

"Cállate, Emmett."

"Uy, que humor, hermanito. Deberías estar feliz, o será que te estás arrepintiendo de perder tu
soltería por el resto de-"

Lo interrumpí antes de que siguiera haciendo sus propias suposiciones.


"Por favor, Emmett."

"¿Te estás arrepintiendo?" Emmett insistió.

No, no habría forma de callarlo a menos que respondiera lo que preguntara, incluso Jasper lo
sabía.

Solo dile, Edward. Ya sabes como es.

"¿Te arrepientes tú?" le pregunté, volteando la situación.

Emmett resopló, sabiendo a que me refería, y que si incluso bromeaba con la respuesta, esa iría a
dar a Rosalie gracias a mí.

"Nunca."

"¿Entonces, cuál crees que será mi respuesta?" le dije, y antes de que pudiera pensar siquiera en
la respuesta, le dije. "No, no me arrepiento, y no creo que vaya a pasar nunca, tampoco."

Emmett fingió un grito de emoción. "Tendremos hermanita para rato."

Sonreí ampliamente ante el pensamiento de tener a Bella, por fin, para la eternidad. Después de
considerarlo tanto tiempo, al fin era capaz de sonreír ante esa posibilidad.

Los dos sonrieron al verme sonreír, sabiendo muy bien que era lo que causaba esa reacción.

¿Sabes que es lo único que extrañaré? Emmett me preguntó.

"Claro que sí. Lo estás pensando ahora mismo." le dije, en tono bromista.

De nuevo, Emmett resopló, y lo dijo en voz alta para que Jasper supiera, también. "Que ya no
podré hacerla sonrojar con mis bromas... y principalmente, que ya no la veremos caerse con sus
propios pies." Emmett soltó una carcajada, recordando varias de las veces en que había visto a
Bella caerse.

"Sí, yo también extrañaré sus sonrojos..." dije ausentemente. Imágenes de las incontables veces
que sus mejillas se habían sonrojado pasaron por mi mente.

Emmett soltó otra carcajada repentinamente, sorprendiéndonos a Jasper y a mí.

"¿Qué es, Emmett?" Jasper le preguntó, curioso.

Había visto ya la razón de su repentino ataque de risa, y no me sorprendía, considerando cual era
el tema de conversación por el momento.

Cuando se controló, le contestó a Jasper. "Estaba recordando el día de la graduación, cuando


nuestro hermanito muy caballerosamente subió a Bella a sus pies como una niña de cinco años."

Jasper se unió a él, recordando ese día, también.

Como ellos, también podía recordar a la perfección ese día.


Tengo toda la noche. Le había advertido a Bella después de comprar nuestros boletos, se había
aferrado a mi brazo y arrastraba su pie como si deseara que nunca llegáramos a la pista de baile.

Edward, honestamente no puedo bailar. Bella me había dicho cuando finalmente había llegado a la
pista. Su expresión estaba casi aterrada.

No te preocupes, tonta. Yo puedo. Le había dicho mientras ponía sus brazos alrededor de mi
cuello para alzarla y poner mis pies debajo de los suyos.

"Pues no parece una niña de cinco años." Jasper le dijo en el mismo tono bromista, siguiendo el
juego de Emmett.

Esa noche había sido la primera vez que Bella estuvo en brazos de Jacob Black. Sino hubiera sido
por su presencia, no solamente no hubiera roto mi promesa de no separarse del lado de Bella ni
un momento en la noche sino que hubiera sido una de mis favoritas.

No me quejaba demasiado, aún sino hubiera ido, no entraría a mi Top Diez.

De nuevo, el recuerdo de esa noche pasó por mi mente.

Me pregunté si Bella estaría dormida o si por lo menos podría dormir con los nervios. Sabía que
tan pronto como Jasper se alejó de su habitación la calma que había sentido había desaparecido.

También sabía que las pesadillas del tiempo en que la había dejado volvían cuando no estaba con
ella aunque nunca me lo había dicho, lo notaba.

Jasper sintió la ansiedad y lo tenso que me estaba poniendo al considerar la idea de que Bella
soñara algo que pudiera arruinar su noche o su día mañana. Rápidamente envió una ola de
serenidad hacia mí y me calmé un poco, sabiendo también, que todo saldría bien. Bella debía
saber que nunca la volvería a dejar. Nunca.

Oye, Edward. Bella está completamente dormida. No te preocupes. Jasper me aseguró.

Asentí, y Emmett notó nuestro intercambio.

Al ver la rigidez en mi cara y mis manos hechas puños, decidió volver al tema de la luna de miel.
Claro, eso me distrajo lo suficiente.

"¿Cuánto tiempo estarán en Brasil, hermanito?" me dijo alzando sus cejas.

Lo pensó un segundo antes de responderle.

Sobre ese tema no habíamos hablaba Bella y yo. ¿Cómo hacerlo, cuando Bella ni siquiera sabía a
donde íbamos? Tendría que saberlo para poder pensar cuanto tiempo le gustaría estar en tal
lugar, cuanto tiempo estaría dispuesta a sacrificar antes de convertirla. Pero sabía, que serían
varios días considerando el lugar al que la llevaría. La playa, Bella amaba la playa y el calor, sabía
que le agradaría el lugar una vez que estuviéramos allí.

"No lo sé, Emmett." le dije honestamente.

Cierto. Bella no sabe a donde la llevas...

"No lo sabe, cierto. Pero es una playa. Quizá estemos varios días fuera. Quien sabe."
"Mmm. ¿Y será cuando regresen? Tú sabes, el cambio."

"Depende de Bella, Emmett."

"¿Qué pasará con Charlie, Edward?" Jasper preguntó.

"Pues como está planeado. Yo esperaba el que Bella acepte esperar otro año por lo menos. Ir a la
universidad. Pero sino es así, que dudo que lo sea... fingiremos ir a la universidad a New
Hampshire. Bella piensa que podrá andar con rodeos con Charlie. Decir que el boleto es muy caro
para venir en Navidad o cualquier otra fecha, así que..."

"¿Pero, no tienes tú el suficiente dinero como para comprar los boletos para ambos?"

"Sabes que Bella nunca lo aceptaría de todos modos." le dije, recordando cuantas veces había
rechazado mi dinero.

"Pero será tu esposa. Todo lo tuyo será de ella, ¿recuerdas?"

"Claro. Veremos que hacer." le dije, no queriendo pensar en eso en este momento. No había
porque.

Hmph. Verán que hacer, cierto... las decisiones serán tomadas en pareja. En el tono de Emmett
había cierta queja y sonreí.

"¿Sabes qué haría Rosalie si te escuchara ahora?"

Jasper rió en voz alta al imaginar porque había dicho eso.

Emmett solo hizo una mueca. "No te atreverías."

"Claro que no, hermano." Le dije, pero mi tono no era muy honesto.

En ese momento, pasó una pequeña manada de venados, y los tres los seguimos. No era lo que
ninguno de los miembros de mi familia más disfrutaba, los herbívoros, muchos menos Emmett y
Jasper que preferían encontrarse con algo que les diera más pelea; aún cuando ya les había dicho
que no tenían porque pelear con su comida.

Por supuesto, mis palabras eran siempre ignoradas.

Aunque Emmett y Jasper siempre comenzaban una pequeña batalla entre ellos en nuestros viajes
de caza.

Siempre que podían, evitaban hacerlo frente a Esme.

Y estos viajes, eran la perfecta ocasión para pelear lo más serio que podían hacerlo.

Me quedé pensando mientras los veía pelear uno contra el otro, no me dejarían intentarlo ni una
sola vez, con la excusa de que hacía trampa. Ojala fuera eso, y esta lectura de mentes pudiera
apagarse cuando yo lo quisiera.

Me concentré en Bella en lugar de en mis dos hermanos frente a mi.


Recordando las palabras que me había dicho esta misma noche antes de que Emmett y Jasper
hubieran llegado a su casa para sacarme de ahí.

¿En verdad no le importaba el no tener hijos?

Nunca la había escuchado mencionar la idea de tener una familia desde que estábamos juntos, de
la idea de envejecer y tener hijos, incluso nietos. Pero...

¿Por qué lo haría?

Bella era consciente de que no era algo posible entre nosotros. No solamente entre ella y yo, sino
entre todos los de nuestra especie. Solo había que ver a Rosalie para saberlo, a Esme. Ni siquiera
tenía que mencionar a Alice, no era algo que a ella si le importara como a mi otra hermana y a mi
madre.

¿Se arrepentiría en un futuro, el haberse casado conmigo, o el haberse convertido en vampiro?

Las dos decisiones la llevaban a nunca tener la oportunidad de ser madre.

¿Me odiaría algún día por quitarle ese potencial?

Ahora no le importaba, pero, ¿qué tanto podría saber del amor de una madre, del deseo de tener
a una pequeña criatura en sus brazos y cuidarlo, verlo crecer a su lado, si tan solo tenía dieciocho
años? No conocía nada de la vida. tendría que vivir tanto para entender el deseo de una mujer por
tener hijos, y Bella no estaba dispuesta a vivir otro año como humana.

¿Su prisa se debía a eso?

No quería pensar en lo que perdería, ¿Por qué sabía que se echaría para atrás?

Muy probablemente sería esa la razón. No lo dudaba ni por un instante. Pero a la vez, no lo creía.
Bella había sido muy explicita al decirme que no le importaba nada más que estar conmigo. Y era
difícil no creerle. Había arriesgado tantas veces su vida anteriormente, y seguía queriendo
hacerlo, solo para estar a mi lado por la eternidad. ¿Cómo podía dudarlo?

Sacudí la cabeza cuando sentí tierra cayendo sobre mis hombros.

Emmett y Jasper habían tomado la tierra en bolas como si fuera nieve y la habían aventado en mi
dirección aprovechando mi distracción.

No era la primera vez que hacían esto.

Ahora no me dejarían en paz, viendo que ya había reaccionado a su broma. Debí de haber
ignorado la tierra cayendo de mi cabeza cuando aún podía. No tardaban mucho en cansarse
cuando los ignoraba.

¡Rayos! Bueno...

Tan rápido que apenas lo vieron, me agaché y tomé otra bola de tierra de mis pies, y la aventé al
desprevenido rostro de Emmett; Jasper, habiendo sintiendo el cambio en mis emociones, había
sabido quien sería mi objetivo. Dio un rápido paso a lado de Emmett, esperando a que la bola
diera en él en cualquier segundo.
¡Bam!

El rostro de Emmett estaba de repente bañado en tierra, sus ojos pestañeando los pequeños
trozos que se habían quedado sin caer al suelo con el golpe.

"Tú lo pediste." Emmett murmuró mientras tiraba de regreso otra bola de tierra en mi dirección,
la cual esquivé antes que hubiera recorrido la mitad de la distancia.

Jasper se soltó riendo.

Emmett y yo volteamos a vernos y luego a Jasper.

Hey, pensó mientras nos miraba ahora sin sonreír.

"Oh," murmuró en voz alta.

La pequeña broma solamente se extendió unos cuantos segundos más.

Pero Emmett era incapaz de estarse quieto y serio por algunos minutos, mucho menos por un
momento de tiempo considerable.

"Espero que no juegues a esto con mi hermanita." Murmuró después de que los tres habíamos
dejado los jueguitos.

"Emmett es ridículo que consideres eso." Jasper fue quien dijo.

Yo solo sonreí, y sacudí la cabeza ligeramente. Un poco de tierra aún caía cuando lo hacía.

Bueno, bueno, está bien...

Habían pasado varias horas, y aún tenía en la mente todo lo relacionado con la boda. Claro, no
era como si en cualquier momento pudiera olvidarme de ello. Estaba con mis hermanos en medio
del bosque en mi despedida de soltero. La ceremonia solo a unas cuantas horas de realizarse...

Tampoco era como si quisiera olvidarme de ello.

Era todo lo contrario, pensaba lo más que podía en ello, en la emoción y felicidad que me recorría
al pensar que Bella sería mi esposa en tan poco tiempo, después de haberlo deseado por tanto
tiempo, incluso mucho antes que ella misma lo supiera.

Sonreí para mi mismo, Emmett y Jasper estaban distraídos, buscando el olor y sonido de algún
nuevo animal en nuestro camino.

Pero era lo último en que pensaba yo ahora.

No había hablado con mis hermanos del trato que había hecho con Bella para nuestra luna de
miel, únicamente con Carlisle, pero sentía que debía hablarlo con ellos, algo de ayuda podría
servirme.

Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza...


Apenas habían pasado unos cuantos días desde que Bella y yo habíamos echo nuestro trato. Había
hablado con Carlisle la noche en que habíamos anunciado nuestro compromiso a Charlie. Esa
misma noche, con Charlie a nuestro lado, habíamos regresado a casa, donde nuestra familia ya
esperaba por nuestra llegada para hacer el anuncio oficialmente. Alice les había dicho que Charlie
venía con nosotros...

La única, esa noche, que no estaba feliz, o tan feliz como el resto de la familia, había sido Rosalie,
claro.

Porque aunque no le agradaba la decisión de Bella de convertirse en un vampiro, le alegraba que


yo fuera feliz, que tuviera lo que siempre había querido desde que conocía a Bella, estar a su
lado.

Charlie había estado murmurando debajo de su aliento todo el camino a casa, tan bajo que Bella
no se había percatado ni una sola vez. Pero yo podía escucharlo.

No estaba del todo feliz, pero también, como Rose, sabía que nos amábamos. Así que no podía
ponerlo mucho pero a nuestra decisión.

Todos estaban dentro de la casa cuando llegamos y estacionamos frente a la puerta. Bajé tan
rápido y normal como pude para abrir la puerta de Bella. La tomé de la mano, y Charlie caminó
delante de nosotros.

Carlisle fue quien nos recibió.

Sorprendido de vernos a los tres. Esta era la primera vez que Charlie venía y entraba a nuestra
casa.

"Charlie, hola. ¿Qué te trae por aquí?" Carlisle le preguntó mientras sacudían manos.

Charlie medio gruñó ligeramente, "Estos niños." Solo respondió.

"Tenemos algo que anunciar." Dije, y miré a Bella rolar los ojos. Sabiendo que todos ya sabían
que habría boda.

Esme se acercó a Carlisle, tomándolo de la mano. Su rostro perfectamente confundido.

"¿Qué es?" preguntó mi madre, sin poder esconder un poco su entusiasmo.

Pero Charlie no lo notó.

Volteé a ver a Bella, quien sabiendo que mi familia ya estaba enterada de tal noticia, no lucía tan
nerviosa como lo había estado al enfrentarse a Charlie hacía unas horas apenas. Me sonrió, y
sacudió su cabeza ligeramente.

"Nos casamos." Fue Bella quien dijo, sorprendiéndome.

Hubo un corto silencio, de falsa sorpresa en mi familia. Alice fue la primera en romper en silencio,
abalanzándose hacia Bella y hacia mi, abrazándonos a ambos con una enorme sonrisa en su
rostro.

Esto es divertido, doble felicitación. Aunque no te había felicitado, Edward.


"¡Oh, por Dios!" Alice exclamó, y luego se separó de nosotros para vernos a la cara. La sonrisa
aún en su rostro. "Felicidades. Que emoción, Bella. Serás mi hermana."

Desde Carlisle, miré a Charlie hacer una mueca.

"Ah, Bella, sabes que ya eres como mi hija. Pero, felicidades. Espero que sean muy felices. Y sé
que lo serán." Esme se dirigió a Bella, abrazándola primero a ella, y luego volviéndose a mí. "Oh,
mi Edward, te casarás con la mejor niña."

Nadie lo duda, ¿verdad?

Le sonreí, y respondí a su abrazo.

Alice volteó a ver a Charlie, y se acercó a él, rodeándolo de los hombros. "¿Qué pasa Charlie? ¿No
te da gusto que nuestras familias se unan?"

Charlie alzó su mirada hacia Alice, y medio sonrió. "Claro que sí, cariño."

Bella y yo volteamos a vernos, y sonreímos al ver a Charlie, también. Ambos sabíamos que no
estaba muy feliz, pero tampoco triste.

Rosalie y Emmett, y Jasper también nos felicitaron, con sonrisas en los rostros, no tanto por la
noticia, que ya la conocían, sino por el teatro que tenían que representar por estar aquí Charlie y
el supuestamente estar dando la noticia por primera vez. Alice y Esme ya habían empezado a
organizar la boda y la fiesta...

Charlie volteó a ver el anillo en el dedo de Bella, su frente arrugándose.

No podía ver que era lo que exactamente estaba pensando, pero había relacionado con el dinero.

Luego volteó a ver a Carlisle, que estaba sonriendo mientras nos veía a Bella y a mi, Esme a su
lado.

"¿No gastaron mucho dinero en ese anillo, verdad? Porque se ve costoso. Y obviamente ustedes,
como los padres," Charlie dijo, mirando a Carlisle y Esme. "debieron darle el dinero a Edward."

Bella se encogió a mi lado, escondiendo el anillo de la vista de Charlie.

"Edward no gastó ni un centavo; o nosotros, si eso crees, Charlie." Carlisle comentó.

Los ojos se Charlie se encogieron, su frente arrugándose más profundamente.

"Este anillo," dije tomando la mano izquierda de Bella. "era de mi madre, Charlie. Así que no
gastamos mucho dinero como crees. Es el anillo que mi padre le dio a mi madre al proponerle
matrimonio."

"Oh."

"No nos hubiera molestado si hubiéramos tenido que pagar por uno." Esme le aseguró. "Pero no
fue necesario."

Charlie no dijo nada.


Después de una hora, Charlie anunció que ya era tarde, y tenían que irse. Después de despedirse
de mi familia, los llevé de regreso a su casa, ya que habíamos venido en mi Volvo. Charlie dijo
'buenas noches' secamente y entró a su casa, dejándonos a Bella y a mi afuera, despidiéndonos.

"No fue tan difícil." Bella murmuró en contra de mi garganta. La tenía sostenido entre mis brazos.

Reí entre dientes, y levantó su rostro hacia el mío.

"¿Qué? Fue más fácil decirle a tu familia, que a la mía."

Reí de nuevo, pero Bella me silenció con un beso.

"¿Te veré al rato?" me preguntó después de unos segundos, al alejar su rostro del mío
momentáneamente para tomar aire solamente, ya que dejó su rostro y sus labios a solos unos
cuantos milímetros de mis labios.

Vacilé por un segundo, y en lugar de esperar por mi respuesta, Bella unió nuestros labios de
nuevo. Y no tenía razón para alejarla.

Después de unos minutos, Bella volvió a alejarse, y puso sus ojos sobre los míos, alzando sus
cejas.

Ah, claro, la respuesta.

"Debería ir a caza, amor..." dije y luego me detuve viendo que los labios de Bella formaban un
hermoso puchero. "O podría ir otro día."

Bella me había dicho que fuera esa noche, entre más pronto te vayas, más pronto volverás,
habían sido sus palabras mientras se despedía de mi con otro largo beso que no queríamos
terminar.

Tan pronto como había llegado de regreso, me había dirigido a Carlisle, y ambos salimos a cazar.

Sus pensamientos estaban tan estáticos como los de Esme el día en que había llevado a Bella a
conocerlos por primera vez.

"Carlisle, quería hablar contigo... sobre un tema delicado." empecé, recordando el trato que había
hecho con Bella unas cuantas noches atrás.

"¿Qué pasa, hijo? ¿De qué se trata?" Carlisle preguntó, preocupado.

Suspiré profundamente.

No sabía como decirle lo que temía. Como le había dicho, era un tema delicado.

"Hice un trato con Bella hace unas noches, Carlisle, y..."

¿Sí? ¿Qué clase de trato, Edward?

Carlisle no tenía idea de que era lo que le iba a decir.


Nos detuvimos en un pequeño prado en medio del bosque, después de unos segundos. Todavía no
podía decirle de que era de lo que quería, tenía que hablar con él.

"¿Edward?" preguntó en voz alta cuando no contestaba.

"No tengo idea de cómo cumplirlo." le dije finalmente.

"¿Cuál es el trato?"

De nuevo, suspiré profundamente. "Hacer el amor con ella antes de convertirla."

Su respiración se detuvo con la sorpresa. No se había esperado que esa fuera mi respuesta.

"Ah." murmuró después de unos segundos.

"Estoy asustado, Carlisle." le expliqué. "No sé... si... podré hacerlo sin lastimarla... sin matarla,
que es peor."

Carlisle ya se había recuperado, sus pensamientos se enfocaron en lo que había dicho.

"Edward, hijo. No creo que tenga que decírtelo, pero es muy peligroso."

"Lo sé, lo sé. Y traté de convencer a Bella de esperar, pero claro, no aceptó. Fue su condición para
aceptar casarse conmigo, y no pude negarme. No pude." dije, sacudiendo la cabeza.

"Sé que debí hacerlo. Pero..." no podía ponerme a explicarle todo lo que Bella me había dicho,
todos los argumentos que me habían convencido, no solamente el aceptar casarse conmigo si lo
hacíamos.

Edward, no te preocupes. Carlisle repentinamente pensó.

"Pero..."

"Sí, es peligroso para ella. Es una humana y tú un vampiro, lo entiendo, hijo. Pero no dudo que
puedas hacerlo sin lastimarla. Has demostrado tener un enorme control de ti mismo cuando se
trata de Bella. La has salvado tantas veces, has resistido tantas veces la urgencia de beber su
sangre, ¿por qué no podrías con esto?" Carlisle murmuró, su voz llena de confianza en mí. "Tengo
fe en ti, hijo. Sé que Bella está a salvo contigo."

"No digo que será fácil, ni siquiera cuando es la primera vez entre dos humanos lo es... así que,
espero entiendas a que me refiero."

Medio sonreí, no tenía experiencia en esa área, ni siquiera de cuando era humano.

"Eso he escuchado." murmuré, casi para mi mismo. Estaba seguro de haber podido sonrojarme, lo
hubiera hecho.

"No te preocupes, hijo. Ten confianza."

Sacudí la cabeza, mientras otra pregunta se formaba en mi mente.


"Aún así, Carlisle. Yo soy un vampiro, como tú dijiste, y ella una humana." dije después de un
segundo. "Es diferente, y yo no tengo idea de... no sé."

Tuve que respirar profundo nuevamente para sacar las palabras.

"No sé como será para mi, como tendré que... controlarme. ¿Qué debería esperar?"

Carlisle colocó una mano sobre mi hombro, y sonrió. "Las relaciones sexuales entre
vampiros, y entre humanos son algo muy poderoso, probablemente como nada más."

Se detuvo un segundo, meditando en lo que diría.

"El amor físico no es algo que se debe tratar a la ligera. Mucho menos en tu caso, hijo. Puede
resultar peligroso por tantas cosas entre un humano y un vampiro. Nosotros tenemos
temperamentos que cambian de forma muy rara, muy rápido."

Asentí, mientras Carlisle seguía hablando.

"Las emociones fuertes, tales como esas, pueden alterarnos en formas permanentes." luego
sonrió y no entendí porque exactamente hasta que siguió. "No creo que tú tengas que
preocuparte por eso, hijo. Bella ya te ha cambiado completamente." en su mente comparaba a los
dos Edward que había conocido, al antes de Bella, y al después de Bella. Era innegable el cambio.

Estaba de regreso al escuchar a Jasper y Emmett llamándome. Habían cachado el olor de un


puma, y como era mi fiesta estaban dejándomelo.

¿Podría... debería hablar con mis hermanos de esto, también?

CAPÍTULO 3. Matrimonio

"Entonces, Edward."

Dijo Emmett con un tono que no me gustaba mucho. Fue cuando lo leí en su mente y supe porque
no me gustaba. Emmett había tenido esa duda desde que había conocido a Bella, le era difícil
imaginar que una relación se pudiera basar solo en amor, ya que Rosalie y Emmett compartían
una relación muy apasionada.

"Emmett." Le dije en tono de reproche al escuchar sus pensamientos.

"¿Qué pasa? ¿En qué piensas Emmett?" Jasper había sentido el cambio en la atmósfera.

"Solo pensaba que harán Edward y mi hermanita en su luna de miel."

"Emmett, Edward tiene razón. No creo que eso nos incumba."

"Gracias, Jasper."

De nada, Edward.

Todavía no salía el sol, Alice había esperado el día perfecto para celebrar nuestra boda sin
necesidad de terminar todos mojados por la lluvia. No es que a nosotros nos molestara, pero a los
humanos seguramente sí lo haría.
El pensar en la boda, me hizo recordar el trato que había hecho con Bella respecto a nuestra luna
de miel. Esme ya había decidido prestarnos una isla al oeste de Brasil, que Carlisle le había
regalado hace años. Todos sabíamos que Bella prefería el calor, y sería más apto para nosotros el
estar solos por unos días, sin tener que estar rodeados de molestos humanos. Eso era lo que
Esme pensaba, quería que yo disfrutara tanto de nuestra luna de miel como Bella. Sin nadie a
nuestro alrededor, no habría pensamientos ni nada que nos distrajeran. Algo que aceptaba
felizmente.

Había ido a cazar junto a Carlisle días después de haber echo este trato con Bella, le había pedido
ayuda y un consejo a mi padre sobre que hacer llegado el momento. No tenía idea de que debía
hacer para no lastimar a Bella.

"¡Edward!"

Gritaron Jasper y Emmett de repente, espantándome. Desde que conocía a Bella era tan fácil
perderme en mis pensamientos y no escuchar mí alrededor.

"¿Qué pasa?"

"¿Estás bien, hermano? Solo bromeaba contigo acerca de la luna de miel." Perdón si te molesté,
ya sabes como soy.

Lo sabía.

"Edward, algo te molesta. Lo siento. ¿Qué es?" Puedes confiar en nosotros.

"Lo sé. Solo recordaba una conversación que tuve con Carlisle hace semanas."

"¿Algo que puedas compartir, o es muy delicado?"

Vamos, Edward. No podré dormir sino nos dices.

"Cállate, Emmett."

"Cierto, Emmett. Si Edward quiere hablar de eso, lo hará."

"Está bien."

Más te vale que nos digas, Edward. Emmett no se iba a rendir. Además, si lo pensaba bien, quizá
mis hermanos podrían ayudarme.

"Bien, les diré."

"Te escuchamos, Edward." Jasper era más comprensible, y no estaba ansioso de escuchar lo que
tenía que decir, como Emmett.

Ya era hora, hermanito.

"Lo que pasa, es que Bella y yo hicimos un trato, hace semanas."

¿Ah?
"¿Qué clase de trato, hermanito?"

"Bella quiere, pues, que antes de convertirla en vampiro. Pues, que nosotros..." No pude terminar

¿Cómo decirles lo que Bella quería? Pero tenía que hacerlo.

¿Qué puede querer mi hermanita que no le puedas dar?

"Exacto, Emmett, no se lo puedo dar."

Vamos, ya dilo.

¿Es lo que creo, Edward?

"Exacto, Jasper."

"¿Qué es? No guarden secretos."

"Emmett, vamos. ¿Qué otra cosa querría Bella que Edward no podría darle?"

Oh. No me digas que...

"Sí, Emmett. Bella quiere que hagamos el amor mientras aún es humana."

Guau.

Incluso Emmett estaba sorprendido. No tenía idea de cuan sorprendido había estado yo cuando
me lo pidió. Aún no podía creerlo.

"Edward, ¿qué le dijiste?"

Antes de poder responder, Emmett me interrumpió. Casi lo golpeo cuando escuche lo que iba a
decir.

"¿Estás diciendo, que no solo dejarás atrás tu soltería, te casarás y perderás tu virginidad?"

Eso sí es para celebrar.

No le dije nada. Estaba demasiado preocupado de repente. Pensar en lo que estaba a punto de
hacer.

¿Cómo hacerlo sin lastimarla?

"Edward. ¿Qué fue lo que Carlisle te dijo?"

"¿Carlisle está de acuerdo?"

¡¿Qué? Carlisle no tenía porque estar de acuerdo con mi decisión. Bella sería mi esposa, y yo
tendría todo el derecho de ceder a sus demandas.

Jasper sintió mi reacción.


"Tranquilo, Edward. Más bien me refería al hecho de su opinión. ¿Es una buena idea que lo
intenten mientras Bella sigue siendo humana?"

"Deja a mi hermanito que disfrute de las bondades de la vida, Jasper. No tiene nada de malo."

"Lo sé, Emmett. Pero ella es humana. Y no sólo podría ser peligroso en el acto, ¿qué tal si tu sed
te ataca y la matas, Edward? Uno pierde toda su cordura."

"Jasper, por favor. No creo que Edward pueda..."

"Tiene razón, Emmett. Podría matarla sin si quiera darme cuenta." Interrumpí a Emmett antes de
que siguiera, ya había leído lo que pensaba, así que no tenía caso.

"Está bien, Edward. Dinos, ¿qué fue lo que te dijo Carlisle?"

"Mucho de lo que ustedes. Que puede ser muy peligroso para Bella. Aunque hay algo en lo que no
debería preocuparme."

¿Qué es, hermano?

"Que nuestros cambios de temperamentos, tan raros y fuertes, repentinos pueden ser un
problema, pero que Bella ya me ha cambiado completamente. Así que..."

"Así que no debes de preocuparte. ¿Cierto?"

"Mientras tenga cuidado. Así es."

Edward, no tienes idea de lo que vas a hacer.

"No, Emmett."

"Edward, las relaciones físicas son casi tan poderosas como beber sangre humana. ¿Te imaginas
en el frenesí en que te vas a encontrar?"

"Entonces, ¿creen que debería esperar a que Bella sea vampiro?"

Es tu decisión. Todos sabemos que puedes con la presión. Ya probaste una vez su sangre y
pudiste detenerte. Quizá esto no sea tan mala idea.

"¿Eso crees?"

Emmett se había puesto inquieto ante nuestro intercambio, odiaba cuando no sabía lo que leía en
la mente de los demás.

"Sí, Edward. Estoy seguro que saldrá bien. Solo no pierdas la cabeza. Mantente enfocado. Todo el
tiempo."

"Gracias, Jasper. Emmett."

Cuando sea, hermanito.

No hay porque, Edward.


En ese momento todo lo que había que decir ya había sido dicho, así que volvimos a empezar
nuestra caza. Emmett se devoró la sangre de un oso, su favorito, en cuestión de segundos.
Terminó como un salvaje, siempre sucedía del mismo modo. Peleaba con su presa hasta el último
minuto. Ya que según él no había nadie más con quien divertirse. Yo, según él, hacía trampa,
Rosalie nunca dejaría que su cabello se despeinara, Alice tenía mejores cosas que hacer, además
que siempre veía como terminaría la pelea, ella ganaba, Jasper lo haría más que felizmente, pero
Esme se molestaba si peleaban.

Así que lo único que le quedaba, eran los osos. No veía el punto en pelear con tu comida, pero se
divertía. Al final se burlaba de como yo terminaba de la misma forma en que había llegado, ni una
sola mancha de suciedad en mi ropa. Jasper era tan bueno como yo, aunque también se divertía
con el animal que elegía, tenía más experiencia peleando para terminar como lo hacía Emmett.

El sol estaba saliendo al fin, Alice no tardaba en ir a recoger a Bella a su casa para llevarla a mi
casa y empezar a trabajar en ella. No que yo considerara que Bella necesitaba trabajo en ella para
verse hermosa, para mí era la mujer más hermosa que en el mundo había visto poner un pie. Su
sola existencia era razón suficiente para la creación del mundo, como una vez había pensado al
ver lo que los demás pensaban de ella a lado mío. Yo era el afortunado, no ella. Aunque ella
pensara lo contrario.

Estaba consciente de que no debía de ponerme ansioso, Jasper lo sentiría y mandara una ola de
serenidad y paciencia hacia mí, no que me importara que lo hiciera, me haría bien. Pero aparte de
todo esto, sabía que no debía acercarme a Alice mientras estuviera arreglando a Bella, como ya
me había amenazado de arrancarme la cabeza si se me ocurría hacerlo, ella lo vería antes de que
diera un paso en su dirección, y no me daría tiempo de ver a mi ángel. Así que mejor no me
arriesgaba.

"Edward, ya sabes lo que dijo Alice, no puedes acercarte a la casa hasta dentro de tres horas."

Sí, hermano. No puedes aún.

"Lo sé." Gruñí a sus comentarios, como sí no supiera. "No tienen que decirme nada."

"Bien."

Más te vale. Anda, vamos a buscarte unos cuantos pumas. Debes estar bien preparado.

"Sí, vamos a cazar un rato más."

"Claro."

Nos dirigimos más adentro del bosque. Después de unos minutos cachamos el olor de un puma
que andaba dando problemas a los excursionistas que pasaban por allí. Después de deshacerme
de él, porque me lo dejaron a mí, según ellos solo por ser mi fiesta de soltero, ya era de mañana
y seguían considerando esto como una fiesta, solo nos conformamos con unos cuantos herbívoros.

Los tres estábamos más llenos de sangre de lo que nunca habíamos estado, yo ya había
experimentado este estado, tiempo atrás, cuando decidí volver de Alaska, después de haber olido
por primera vez aquel aroma tan tentador de Bella, había cazado de más para prepararme para
nuestro siguiente encuentro. Ya no necesitaba preocuparme por eso, desde que Rosalie había
pronunciado aquellas palabras, que fueron como una sentencia de muerte, al decirme que mi
Bella había pasado a otra vida, ni siquiera podía pensar la palabra, había aprendido que nunca
sería capaz de matar a Bella para saciar mi sed. No podría vivir un segundo después de que ella
abandonara este mundo.
Todavía faltaba una hora para poder llegar a casa. Las ansias me estaban comiendo por dentro,
aunque trataba de que no se me notara por fuera, de todos modos sabía que Jasper podía
sentirlo.

El medio día se acercaba de una forma acelerada, ahora lo sentía más cerca y real que nunca, que
antes lo había sentido. En unas horas, Bella y yo seriamos marido y mujer. Y no habría nada ni
nadie que nos pudiera separar, yo era demasiado fuerte para permitirlo, y Bella me amaba
demasiado para permitirlo, también. En unas horas, Bella y yo declararíamos nuestro amor
oficialmente, frente a todo el mundo. Frente a aquellos que habían intentando ser aquel al que
Bella les dijera sí, yo siendo el ganador, el más afortunado hombre de todo el planeta.

Pensando en aquellos que habían intentando ganarse el amor de Bella, recordé a aquella que
había intentado tantas veces ganarse, por lo menos mi atención. Mi corazón ya estaba destinado
a Bella incluso antes de que ninguno de los dos lo supiéramos, antes de que ella incluso hubiera
nacido. Recordé a, Tanya.

También recordé aquel día en que tuve que rogarle a Bella, casi forzarla a que aceptara que
invitáramos a Tanya y a su familia. Aunque no me dijo una razón convincente, sabía
perfectamente la razón de su negativa. Por Tanya, Rosalie había cometido el maldito error de
decirle a Bella, que Tanya había estado interesada en mí y había mostrado más interés que sus
hermanas. Incluso cuando viajé a Alaska escapando de Bella, Tanya había creído que había
cambiado de idea e iba a buscarla a ella. Cuando supo que no era así, no le había agradado para
nada que le confirmara de nuevo mi falta de interés hacia ella.

Al final, Bella aceptó el que invitáramos a Tanya y sus hermanas, tuve que hacerla sentir culpable
acerca de sus deseos, diciéndole que ellas eran como nuestra segunda familia, las consideramos
primas. Solamente de esa forma Bella accedió. Seguramente le preocupaba, conocer a su rival,
como ella había considerado a Tanya. Una idea absurda, por supuesto, que no le podía sacar a
Bella de la cabeza. Quizá cuando diera el sí frente al altar, Bella vería la realidad de las cosas. Que
la amaba a ella y nada más ella, que en mi existencia no había habido alguien que tuviera la más
pequeña atracción que sentía por Bella, nadie podía hacer que yo desviara mi mirada de su
hermoso rostro angelical, de su sonrisa, de toda ella.

Me estaba molestando que el tiempo no avanzara más rápido, primero venía aceleradamente y
ahora sentía que estaba desacelerando con tal de molestarme. No era solo el hecho de que
quisiera que la hora de decirle Sí a Bella llegara, pero también ya llevaba horas lejos de ella,
estaba ansioso por verla y tenerla de nuevo en mis brazos, ansiaba escuchar de su boca otro sí, el
que más feliz me haría. Lo ansiaba, y no veía la hora de escucharlo. La ansiedad me estaba
atrapando y ya no podía esconderla más.

¿Edward? ¿Qué pasa? Siento tu ansiedad creciendo.

Era todo. Ya no lo soportaba.

"Nos vamos."

¿Qué? ¿Por qué tan temprano, hermano?

¿Temprano? Claro que a Emmett no le importaba, no era él el que se casaba dentro de unas
horas. Aunque a él ya ni le importaba. ¿Cuántas veces se había casado con Rosalie? Que valor
debía tener mi hermano.

"Ya no aguanto más. Sé que no puedo ver a Bella hasta la hora indicada. Pero al menos estaré
cerca de ella. Vámonos, o me voy yo. Pero ya no sigo aquí un segundo más."
"Edward, aún es muy temprano."

Gruñí por debajo de mi aliento. Volvían con lo de temprano. No me importaba si era temprano o
tarde, me iba en este momento. Sabía que aunque Jasper usara su don en mí, ahora no iba a
funcionar. Toda mi ansiedad desaparecería en el instante en que fuera capaz de escuchar los
valiosos latidos del corazón de mi Bella. Eso era todo lo que necesitaba, escucharla, su voz, su
respiración, sus latidos. Solo eso, para aguantar las últimas horas que faltaban para ver su rostro,
sus ojos mirando a los míos, su sonrisa al verme esperando por ella, eso era todo lo que quería.
No me iban a detener.

"No lo es. Es un buen tiempo."

Edward, cálmate. Ten paciencia.

"Hermanito, todavía quiero ir tras otro oso."

"No, Emmett. Ya cazaste lo suficiente como para no volver en un mes."

"Cierto. Pero..."

"Pero nada. Yo me voy. Quédense ustedes si quieren."

"Edward..."

"Jasper, escúchame," lo interrumpí antes de que siguiera, no necesitaba decirme nada, no iba a
cambiar de opinión. "ya casi es mediodía, tienes que ir por la madre de Bella y su esposo, es una
hora de camino, así que tenemos que estar de vuelta con buen tiempo. Alice no querrá que algo
salga mal."

"No metas a Alice, sabes que ella está encantada con nuestra ausencia, entre menos tiempo
pases en la casa, mejor para ella. Menos posibilidades de que veas a Bella antes de tiempo."

"No la veré. Sé perfectamente lo que me pasaría si me acerco demasiado."

Oh, que rayos. Está bien, hermanito, estoy contigo, vámonos.

"Gracias, Emmett. ¿Jasper?"

Bien. No seré responsable de lo que Alice haga o no haga.

"Claro que no, yo lo seré."

Jasper y Emmett solo sacudieron la cabeza. En estos momentos solo pensaban que ya había
perdido la cordura. No entendían cual era el apuro. Pero ya había pasado demasiadas horas
alejado de mi Bella, y aparte de desear verla, quería tener la absoluta seguridad de que estaba
bien.

Llegamos al jeep en cuestión de minutos, no estaba muy lejos de donde habíamos estado hace
minutos, nos habíamos estado acercando durante este tiempo. Casi pido manejar yo mismo,
estaba ahora aún más ansioso, pero por otra razón, era como si mi cuerpo supiera que Bella
estaría cada vez más cerca de mí con cada kilómetro que recorriéramos, que en unos minutos
sería capaz de escuchar el latido de su corazón, kilómetros antes de llegar, estaba tan
sincronizado con el sonido de sus latidos que podía a escucharlo a varios kilómetros de distancia.
Edward, tranquilo. En unas horas estarás al fin a su lado.

El pensamiento me puso más inquieto, al tiempo que me corría la felicidad por todo el cuerpo,
causando que temblara de emoción. En unas horas sería el esposo de Bella para toda la vida,
cuidaría y amaría todo su ser. No habría nadie que me lo impidiera. Nadie.

Mientras Emmett conducía yo me la pasé pensando en los últimos dos años al lado de mi hermoso
ángel, recordando cada instante que había pasado a su lado, cada palabra que había salido de sus
deliciosos labios, cada mirada que me había permitido dentro de su alma y su corazón. Incluso
recordé el momento en que mi frágil Bella me perdonó por haberme ido de su lado, los meses
más solitarios y oscuros que en mi existencia había experimentado, y los recordé, porque a pesar
de estar lejos de ella, me mantuve vivo, gracias a su recuerdo, al amor que me había entregado
los meses previos a mi catastrófica decisión. Bella, mi Bella, la razón de que aún siguiera en este
mundo, había sobrestimado el potencial que tenía para amar, creyendo que ella me olvidaría
mientras yo la seguiría amando hasta el último de sus latidos. No sé que o quien decidió poner a
Bella en mi destino, pero sabía que la mejor manera de agradecerlo, era amándola como nadie
más había amado en la historia del mundo. Y ahora tendría toda la eternidad para hacerlo.

Sabía a la perfección a cuanta distancia estaba la casa desde el punto en que nos encontrábamos
en ese momento, estábamos a aproximadamente 4 kilómetros de distancia, cuando escuché el
sonido que más ansiaba en este momento, los latidos del corazón de Bella. Era como si me
estuviera dando la bienvenida después de todas estas horas separados. Como si me aseguraba
que estaba bien, esperando por mi llegada, en el instante que escuché su corazón, me sentí
completo de nuevo, sentí como la mitad de mí que dejaba con Bella cuando nos separábamos,
volvía a mí, estaba completo con solo escuchar el ritmo de sus latidos, saludables y más vivos que
nunca. Como iba a extrañarlos.

Jasper sintió el cambio en mis emociones, y sacudió la cabeza mientras sonreía a mis reacciones.

"¿Feliz, hermanito? Ya casi llegamos."

"Pero no puedes ver a Bella, Edward." Jasper dijo antes que pudiera decir una sola palabra.

"Sí, lo sé." Respondí a los dos. Claro que estaba feliz, más que feliz. Casi saltaba fuera del jeep y
corría en busca de mi Bella. Llegaría muchísimo más rápido corriendo que en el jeep de Emmett.
Pero sabía que el hecho sería en vano, no podía verla hasta que Charlie la trajera del brazo para
entregarla a mí. Así que suprimí el impulso que me invadió y me mantuve sentado, lo más quieto
posible, porque la emoción me tenía moviéndome de un lado a otro. Me concentré en los latidos
de su corazón. Fascinante.

Por fin llegamos a la casa después de unos minutos más, ahora podía escuchar perfectamente los
latidos de su corazón, su respiración, sus palabras. Podía escuchar el pensamiento de cada uno de
los miembros de mi familia. Esme y Carlisle esperaban por nosotros en la cochera. Habían
escuchado el ruido del jeep de Emmett, hace unos momentos. Esme estaba ahí para recordarme
que todavía no podía ver a mi Bella, como si no me lo hubieran repetido ya bastantes veces.

Edward. Me dijo Esme en un tono que me decía que me cuidara de querer espiar en la mente de
Alice o Rosalie. No podría aunque quisiera, Alice lo vería antes que lo lograra.

"Lo sé, Esme. Ya me lo han dicho."

"Jasper, Emmett. Sería bueno que se vayan a limpiar primero. Esme quieren que ayuden con las
decoraciones faltantes."
"Claro." Respondieron los dos a Carlisle. Emmett en un tono menos serio, todo lo tomaba a
broma.

"Ahora voy y les digo que hacer, muchachos."

"Sí, mamá."

Con eso, los dos desaparecieron por la puerta, y se fueron a sus respectivas habitaciones para
limpiarse, y luego bajar a ayudar a Esme.

Hice ademán de avanzar, cuando Esme y Carlisle me gritaron en su mente.

Espera, Edward, hijo.

¿Qué querían ahora? Mejor y escucharlos, no tenía nada más que hacer por el momento.

"¿Sí, mamá, papá? ¿Qué pasa?"

"Sólo recordarte lo que Alice nos pidió. Que te dijéramos que..."

"No me cruce con ella hasta que sea seguro. Ya sé que no debo ver a Bella antes de tiempo."

"Bien, Edward. Esme solo cumplía con el favor que Alice le pidió."

"Estoy seguro que sí."

"Una cosa más, hijo."

"¿Cuál, mamá?"

Tú también ve a limpiarte y cambiarte, para que ayudes a tus hermanos a arreglar los últimos
detalles.

"Enseguida."

Cuando estaba por cruzar la puerta de la cochera, escuché a Rosalie abriendo una puerta, casi
podía asegurar que era la puerta del baño en la recamara de Alice y Jasper. Fue cuando escuché
suavemente los movimientos de Alice arreglando a Bella, estaba siendo muy cuidadosa por no
pensar directamente en Bella, así no pudiera ver nada ni por accidente. Al escuchar cuando
Rosalie entraba por la puerta, siendo cuidadosa de no pensar en Bella al igual que Alice, escuché
como el corazón de Bella se aceleraba ligeramente, no entendí muy bien porque. Entonces la
escuché decirle a Alice de nuestra llegada.

"Han vuelto." Anunció tan pronto como entró a la habitación. Y entonces el corazón de Bella se
detuvo tan pronto como escuchó a Rosalie anunciar que estábamos en casa.

"Que no se acerque." ¿Me escuchas, Edward? No te atrevas a acercarte. Créeme, me lo


agradecerás cuando la veas.

"No se acercara hoy." Escuché como Rosalie le reaseguraba eso a Alice. "Valora demasiado su
vida. Esme los tiene terminando unas cosas afuera." Ya sabes, Edward. Le ayudaría encantada a
Alice a arrancarte la cabeza. "¿Quieres ayuda? Puedo arreglarle el pelo."
Ya estaba en mi recamara, pero seguía escuchando las palabras de mis hermanas, Bella se había
mantenido callada durante su intercambio. Terminé en un par de segundos, y me dirigí al patio
donde se realizaría la ceremonia y la celebración.

Emmett, Jasper y Esme ya estaban allí.

Esme los estaba guiando, indicando como estarían acomodadas las sillas, diciéndoles quien estaría
en cada silla, para cuando llegaran los invitados los llevaran a sus respectivos lugares.

Edward, hijo, que bueno que llegas.

"Sí. Solo dime lo que tengo que hacer y me pongo en marcha, Esme."

Uuuhhh, Edward, que miedo. Esme se comporta peor que Alice. Quieren que esto sea más allá de
perfecto.

Me reí del comentario de Emmett.

Esme lo notó, y puso a Jasper y Emmett a seguir con su trabajo.

Edward, el arco de flores que Alice preparó para el altar está en la oficina de Carlisle, ¿podrías ir
por el, por favor?

"Claro, ahora vuelvo."

Me dirigí de nuevo hacia la casa, ahora escuchaba como Rosalie pasaba sus dedos por el suave
cabello de mi ángel. Peinándolo. Entré a la oficina de Carlisle, él no estaba ahí. No había
escuchado donde se había metido, ni escuché el sonido de su auto saliendo de la cochera. ¿Tan
distraído había estado escuchando lo que pasaba en la habitación de Alice?

Regresé al patio cargando el arco de flores que Alice había diseñado personalmente, tenía que
aceptar, que Alice era un genio, todo estaba quedando de lo más hermoso, Bella estaría fascinada
con el resultado. En el fondo me había alegrado que Alice rogara a Bella para que le permitiera
organizar nuestra boda, esto era lo que yo había tenido en mente desde la primera vez, aunque a
Bella le hubiera dado lo que ella quisiera, aún cuando yo no estuviera conforme. Lo único que
quería en realidad, era ser su esposo y ella mi esposa.

"Muy bien, Edward. Ponlo justo aquí." Me dijo Esme al entrar a su vista. Hice lo que me dijo. Fue
cuando escuché que Rosalie salía al patio.

Edward. Ya deberías estar cambiado. ¿Qué? ¿Vas a esperar a que empiecen a llegar todos y
tengas que irte a alistar?

Rosalie estaba muy hermosa, como de costumbre. Ella era consciente de ese hecho. Su belleza
era obvia, no había forma de negarlo. Seguramente esta había sido la razón del cambio de ritmo
en los latidos del corazón de Bella cuando la vio entrar a la habitación. Sabiendo como Bella se
sentía acerca de Rosalie.

"¿Jasper?"

"¿Sí, Rose?"

"Alice dice que ya es hora que vayas por Renée y su esposo al hotel."
Ah. Así que por eso venía.

Claro, lo había olvidado.

"Sí, ahora mismo salgo para allá."

"Bien."

"¿Edward, qué no me escuchaste?"

"Rose." Esme dijo su nombre en tono de reproche al escuchar como me hablaba.

"Te escuché. ¿Esme, necesitas algo más?"

"No, Edward." Vete a alistar de una vez, antes que llegue la mamá de Bella.

Solo asentí con la cabeza y subí a mi recamara a cumplir con sus ordenes.

Cuando entré a mi recamara, fui directo al armario, y tomé el traje del sitio donde Alice me había
dicho que estaría. Lo tomé y regresé al cuarto. Me senté en la orilla de la cama, tomando unos
minutos. Iba a disfrutar de estos momentos, iba a disfrutar del hecho de abrir la bolsa donde
estaba el traje, el traje que usaría para unirme en matrimonio a mi Bella en unos momentos.
Abajo, mi familia estaba ocupándose de los detalles que hacían falta para que todo quedara
perfecto. Entraban y salían y sus voces se escuchaban más fuertes de lo normal, seguramente
Bella era capaz de escuchar el tumulto. Los nervios estaban atacando a todos, con Jasper enviado
por Renée y Phil, era normal.

La recamara de Alice estaba lo suficientemente cerca de la mía como para escuchar hasta el
mínimo susurro. Escuché como Alice deslizaba el vestido de novia sobre mi Bella. Cuando Alice
hubo terminado su tarea, escuché el corazón de Bella acelerarse, estaba nerviosa, como lo estaba
yo de repente. Al escuchar como Alice abrochaba rápidamente los botones del vestido de Bella, la
emoción me atacó y en unos segundos estaba vestido con el traje que Alice había elegido para
esta ocasión. Acomodé mi cabello pasándome mi mano sobre él unas cuantas veces. Estábamos
listos.

Escuché como Alice rogaba a Bella que no arruinara su maquillaje. Como si lo necesitara para lucir
bella.

"Respira profundo, Bella. Intenta bajar el ritmo de tu corazón. Vas a sudar tu nueva cara." Pasé
tanto tiempo arreglándola para que un ataque de nervios lo arruine.

"Lo conseguiré." Escuché la voz que más tenía anhelando durante las últimas horas. Mi Bella no
había pronunciado palabras ni una vez desde que crucé la puerta de la casa. Era un alivio
escucharla. Todo iba cayendo en su lugar. Pronto sería capaz de verla con mis ojos.

Ahora es mi turno. Alice pensó.

"Tengo que ir a vestirme ahora. ¿Puedes arreglártelas sin mí por dos minutos?"

"Um... ¿quizá?" Respondió Bella a su pregunta. Mientras escuchaba como salía del baño e iba
directamente a su armario. Fue cuando bajé volando las escaleras, para no escuchar nada más de
ella, dándole privacidad a mi hermana era de suma importancia.
Me detuve frente a la puerta, Jasper venía acercándose a la puerta con Renée y Phil tras de él.

Ambos estaban fascinados con la gran casa de la futura familia de su hija. Renée sabía que
nuestra familia tenía dinero, pero nunca se imaginó a nuestra casa de esta forma. Las
decoraciones por todos lados, le daban un toque especial. Estaba muy emocionada, y al mismo
tiempo triste, porque su única hija se casaría en unos momentos.

No escuchaba exactamente lo que Renée pensaba en el momento, lo único que percibía, era la
emoción del momento, estaba ansiosa por ver a Bella. Phil también estaba emocionado, quería a
Bella como su propia hija. Emocionado de no haberse perdido este momento familiar. Alice había
estado tan atenta al futuro de cada uno de los invitados de la boda, para asegurarse que ninguno
de ellos faltaría el día elegido. Todo iba según sus predicciones.

Mientras veía a Renée y Phil entrando por la puerta, escuché a Alice regresar con Bella. Había
escuchado como mi ángel batallaba para reestablecer su respiración, seguramente los nervios no
la dejaban, imaginándose lo que venía, mi Bella seguía sin superar su aversión a la atención
pública. Empecé a caminar en dirección a mi futura suegra, cuando escuché a Alice hablar con
Bella.

"Alice – Guau." Bella estaba impresionada con la apariencia de Alice. No la había visto hasta ahora
a mi hermana favorita, pero estaba seguro que el día de hoy estaría más linda que nunca. Todos
habían esperado este día con emoción, y se habían preparado de una forma que me impresionaba
a mí mismo.

"No es nada, nadie me mirará hoy. No mientras tú estés en la habitación." Casi me imaginaba la
respuesta de Bella. No creía que ella fuera tan hermosa como cualquiera de nosotros. Para mí, era
mucho más hermosa.

"Har har." De nuevo acerté.

"Ahora, ¿estás controlada, o tengo que traer a Jasper?" En ese momento estaba frente a Jasper,
Renée y Phil detrás de él. Sus pensamientos un poco abrumados.

Aquí están los padres de Bella, Charlie no debe tardar. Te dejo con ellos.

"Bueno, los dejo con Edward."

"Gracias, Jasper." Dijo Phil. Mientras yo me acercaba para estrechar manos con ellos.

Al lado otro lado seguía escuchando lo que Bella decía.

"¿Volvieron? ¿Mi mamá está aquí?" Estaba ansiosa por ver a Renée.

"Edward, te ves muy bien. No puedo creer que este día haya llegado tan rápido."

¿Rápido? Oh, no sabía cuan lento me había parecido a mí.

"Lo sé, Renée. Me da gusto que ya estén aquí. Bella debe estar ansiosa por verla."

"Oh, sí. ¿Dónde están?"

"Alice y ella están arriba todavía. No será difícil encontrarlas. Pase y yo guiaré a Phil a su lugar."
"Claro que sí. Phil, nos vemos en un momento."

"Sí, Renée."

"Acaba de entrar. Está subiendo." Contestó Alice cuando escuchó que le decía a Renée donde
encontrarlas.

Renée nos dejó para ir a encontrar a su hija. Escuché como la patrulla de Charlie llegaba, con el
Sr. Weber. Decidí platicar un momento con Phil y así esperar a que ellos entraran a la casa. Solo
habían pasado cinco minutos cuando Charlie entraba por la puerta, el Sr. Weber detrás de él.

"Edward." Me dijo Charlie en tono de saludo.

"Charlie, que bien que llegaron."

"Hola, Charlie. ¿Cómo estás?" Preguntó Phil. No había rencor, que yo pudiera sentir de parte de
Charlie. Así que el saludo pasó de forma normal. Charlie respondió de igual forma. Esme entró en
ese momento, estaba nerviosa. La hora se estaba acercando, y el Sr. Weber apenas llegaba.

"Charlie, me alegro que al fin estén aquí. Los invitados ya están en sus lugares. Edward, hijo,
¿puedes llevar a Phil y al Sr. Weber a sus lugares?"

"Claro que sí, mamá. Por aquí, Phil, Sr. Weber." Los dos asintieron con la cabeza y me siguieron al
patio de atrás, donde, como dijo Esme, estaban todos los lugares ocupados.

En cuanto entré a la vista, los murmullos aumentaron. Estaban todos. Nuestro grupo de amigos
era pequeño, así que podía cada escuchar cada uno de los pensamientos y murmullos que había
en el lugar, como estaba seguro que mis hermanos también. Rosalie estaba a lado del piano, en
esta ocasión, ella tocaría la música para la ceremonia. Rosalie era la segundo mejor músico de la
familia. Carlisle, Emmett y Jasper estaban junto al arco de flores, esperando por el Sr. Weber y
por mí. Indiqué a Phil, donde estaba su lugar, me despedí y luego el Sr. Weber y yo nos dirigimos
a mi familia.

Los pensamientos que me rodeaban, me estaban abrumando. Uno de los peores y que apenas
soportaba eran los de Jessica Stanley. Seguía sin poder creer que esta era la boda de Edward
Cullen y Bella Swan, los pensamientos de Mike no eran muy diferentes. Angela y Ben estaban
también en sus lugares, y cuando cruzamos miradas, los dos sonrieron en mi dirección, mientras
me saludaban con las manos en el aire. Sonreí de vuelta a sus direcciones, los pensamientos de
ambos eran muy amables, estaban felices de verme feliz, a mí, porque a Bella todavía no la
habían visto.

Seguí recorriendo con la mirada a los invitados, en lo que esperaba a que la hora llegara, no
faltaba mucho. El Sr. Weber ya estaba acomodado y listo para empezar. Fue cuando miré a
Tanya, que me lanzó una sonrisa enorme, mientras me guiñaba un ojo. Allí estaban, Kate,
Carmen y Eleazar. Todos, excepto Irina, que no había aceptado la invitación. Después del
desafortunado accidente, donde los lobos de La Push, habían salvado a Bella de que Laurent la
asesinara. Por ningún motivo cambiaría mi opinión acerca de los lobos, si no hubieran asesinado a
Laurent, mi ángel no estaría ahora aquí, a punto de unirse a mí para la eternidad.

Seth, Sue, la madre de Seth, y Billy, el padre de Jacob, estaban allí también. Sue no estaba nada
cómoda, pero por nada del mundo hubiera dejado que su hijo de quince años acudiera a nuestra
casa, sólo. Billy, estaba... ¿feliz? De estar en la boda de la hija de su mejor amigo, de la mujer de
la que su hijo estaba enamorado, casándose con un vampiro. Entonces lo vi. Jacob estaba de
regreso.
No tuve tiempo ni de alegrarme o enfurecerme, o entristecerme. Esme venía por el pasillo con
Renée a su lado, si ya venían a acomodarse en sus lugares. La hora había llegado. La emoción,
felicidad, ansiedad, todo se acumuló en mi cuerpo en ese momento, Bella no tardaba en bajar por
las escaleras y caminar hacia mí, para unirse a mí por toda la existencia.

Esme sonrió en mi dirección, y me dio las noticias que ya sabía.

Alice y Bella ya vienen, hijo. Pronto, tranquilízate.

Sonreí a mi madre, para agradecerle por su pensamiento. En ese momento Alice abrió su mente,
podía ver todo lo que veía en el momento, todo menos a mí Bella. La música empezó en ese
momento. Ya era hora, no había nada en este momento que me pudiera distraer, mi mirada
estaba fija en el justo lugar donde vería a Bella descender hasta llegar a mí.

Alice apareció, y estaba preciosa, lucía un vestido plateado, su cabello, siempre desordenado, en
lo que se podía decir, ahora estaba arreglado en rulos. Escuché a Jasper, suspirar al ver a su
esposa. Estaba feliz de sentir como se sentía Alice. Así como escuché buenos comentarios escuché
otros envidiosos. Jessica era la principal. Estaba que se moría de la envidia cuando miró a Alice
aparecer.

¡Su vestido es hermoso! De seguro costó una millonada. Pero son ricos, eso no les importa. No
quiero ni saber cuanto gastaron para lograr esta boda. Todo de diseñador, seguramente. ¡Ya
quiero ver el vestido de Bella!

Todo giraba en torno al dinero. Jessica no pensaba en otra cosa más que la comparación entre
mis hermanas y ella. Los demás admiraban la belleza de mi hermana, de toda la familia. En este
momento, era más la felicidad que nos llenaba, lo que nos hacía más humanos, o hermosos como
los humanos nos veían, que nuestra belleza sobrenatural.

Alice, en los cinco segundos que había de diferencia entre ella y la entrada de mi Bella, se
concentró en el futuro, asegurándose de que mi ángel no fuera a caerse. Parecía que no pasaría.

Estaba contando los cinco segundos, junto a mi Bella, seguramente. Cuando Alice llegó a mi lado,
sonrió y guiñó un ojo.

Bella viene... ahora.

En ese momento, la vi, mi ángel, estaba en la cima de las escaleras, sus ojos pegados al suelo,
me imaginé la cantidad de concentración que le costó para no caerse, Charlie estaba sosteniendo
el brazo de Bella fuertemente.

Todo lo demás desapareció. No podía ver nada, ni escuchar nada que no fuera a mi Bella.

¿Cuántas veces había imaginado este momento? ¿Cuántas veces me había enfurecido al
imaginarla caminando hacia el altar del brazo de Charlie en su vestido blanco, con
unhumano esperando por ella? ¿Cuántas veces imaginé que Bella le daría el sí a alguien como
Mike?

¿Y quién estaba ahora en el altar esperando por este maravilloso ángel para unirse a ella para la
eternidad?

YO. No cabía de la felicidad, sentía que en cualquier momento, esta cantidad de felicidad y
emoción me haría explotar. Nunca creí que sería capaz de experimentar tanto en un solo
momento. Yo había sido al que Bella había dicho sí. Yo y nada más yo. Este maravilloso y puro
ángel me había elegido a mí, para nunca separarse de mí lado. Había valido la pena esperar por
verla en este preciso momento, era el ángel más puro que el cielo jamás había creado, y había
sido enviado a mí. Nunca la dejaría ir de mí.

Entonces, Bella tocó el suelo plano, el pasillo que esperaba por ella para avanzar sobre el y
llevarla hasta mí. Mi ángel levantó la mirada, y cuando miró y sintió todas las miradas y la
atención de la audiencia presente, sus mejillas se ruborizaron con un rojo intenso, que solo
mejoraba su belleza. Algo que no pensaba posible. Su belleza era imposible de superar, y ella era
mía.

Bella empezó a buscar por el lugar con su mirada, ¿a mí? Su mirada se distrajo unos segundos,
viendo lo que Alice había hecho, seguramente Alice había dejado esto como sorpresa para mi
ángel. Sus mejillas volvieron a ruborizarse cuando se encontró con las miradas de algunos de los
invitados.

No podía quitar la mirada de su rostro, no miraba nada más que ella. No había nada en este
momento que pudiera distraerme. Entonces, en ese momento, sus hermosos ojos café chocolate
se encontraron con los míos y le sonríe de una forma que jamás había hecho. La emoción que
sentía en ese momento era indescriptible, todo lo que había soñado desde el momento en que
conocí a Bella estaba a punto de cumplirse, estaba al alcance de mi mano. Vi en su mirada, que,
si hubiera sido posible, los dos ya hubiéramos corrido al encuentro de nosotros antes de tiempo,
pero Charlie mantenía firme su brazo entre el de Bella, y yo me contuve, con todo el control
personal que había estado dominando durante todos estos años. Solo eso, y el saber, que Bella
estaba caminando hacia mí.

Estos cortos segundos, que le tomaron a mi Bella para llegar, me parecieron una eternidad, pero
el final siempre llega, y Bella estaba frente a mí. En ese momento volví a la realidad, Charlie
sonrió a su hija, antes de colocar su suave y frágil mano sobre mi dura y fría mano. En ese
momento, volví a estar completo, a sentir que mi corazón volvía a latir, escuchando los latidos de
su precioso corazón, escuchando como respiraba, su rostro iluminado por la felicidad. Mi rostro
reflejaba su emoción, y cuando vi en su mirada, miré todo el camino a su alma.

Sentí como Bella, había tenido todo este tiempo la razón, no en el sentido que ella creía. Sentía
como Bella era mi alma, el alma que había perdido en el momento en que Carlisle decidió darme
vida nueva, con ella había vuelto a renacer, me había dado la vida que había perdido. Sin ella
tenía el infierno, y con ella a mi lado, estaba en el cielo.

Mientras el ministro decía todas las líneas necesarias para unirnos en matrimonio, volví a sentirme
como el más afortunado ganador en esta historia. Bella creía que ella era la afortunada, pero
como podría ser así. Cuando, el que no había tenido una vida completa y plena, era yo, antes de
que Bella llegara a llenar ese vacío, ella era mi alma, mi corazón, era quien me mantenía vivo.

Bella empezó a llorar minutos antes de que fuera tiempo de aceptar esta unión. Sus lágrimas eran
tan hermosas, tan preciosas, eso solo demostraba la emoción y felicidad que sentía en el
momento. Estaba tan feliz como yo lo estaba. Vi en sus ojos que estaba a punto de explotar de
alegría cuando pronunció esas palabras que había anhelado desde toda una vida, escuchar salir de
sus labios. No había palabras que pudiera usar para describir ese momento.

"Sí, quiero." Sí quería, ¡Dios! Al final, este ángel maravilloso seguía amándome. Y estaba
dispuesta a todo por seguir a mi lado hasta el fin de los días.

Si hubiera sido posible, estaría llorando al igual que Bella, no había forma de que eso no hubiera
pasado de yo haber sido humano.
Cuando llegó mi turno, mi voz sonó claramente, aquí ganaba tanto ella como yo.

"Sí, quiero." Sí quiero, querré y querría, toda la vida, la existencia, incluso si mi felicidad duraba
un minuto más, nunca querría que ese momento acabara. La amaba más que nadie, y aquí estaba
frente a ella, había jurado frente todo el mundo amarla por la eternidad, y lo cumpliría a costa de
todo.

El Sr. Weber, finalmente, nos declaró marido y mujer. Al final, todos mis deseos y sueños estaban
frente a mí. Todos cumplidos. Solo con tenerla, era todo lo que quería. Tomé su frágil rostro entre
mis manos, suavemente, cuidando de no lastimarla. Y entonces, sus labios encontraron los míos,
no me sorprendió el sentir como Bella se abalanzaba hacia mí, con más emoción de la necesaria,
sentí sus brazos rodear mi cuello, sentía los pétalos de las flores de su ramo, rozar delicadamente
la piel de mi cuello, el calor de sus brazos llegando a mi piel, el calor de sus labios traspasar cada
fibra de mi ser, la corriente eléctrica, volviendo a mí, por fin. Después de tanto tiempo, mi Bella
volvía a mis brazos.

Pasados unos segundos, la audiencia se impacientó ante nuestro intercambio de amor, y


empezaron a aclarase las gargantas, y las risitas se hicieron más pronunciadas. Mi familia
rebozaba de alegría, al vernos por fin, juntos para la eternidad.

Tuve que terminar el beso antes de lo que hubiera querido, pero necesario, ya tendríamos tiempo
para disfrutar uno del otro. Cuando empecé a querer separarme de mi Bella, ella se pegó a mí con
más fuerza, disfruté de unos segundos más de su amor, antes de tomar su rostro en mis manos y
separar nuestros labios. Cuando nuestros ojos se unieron nuevamente, mi risa se tornó divertida
a su respuesta. Pero sentía como mi felicidad se notaba en mi mirada. Era la misma que sentía
venir de ella.

La audiencia empezó a aplaudir tan pronto como terminamos el beso, Bella no rompía la conexión
que teníamos mediante nuestras miradas, y yo deseaba que no sucediera. Había colocado
nuestros cuerpos de vista a los invitados, entonces, Renée se abalanzó hacia Bella y la tomó entre
sus brazos, su rostro lleno de lágrimas. Sus pensamientos reflejaban lo que se veía por el
exterior. Bella se vio obligada a apartar sus ojos de mí y se volteó hacia su madre.

"Oh, Bella. No puedo creer que estés casada. ¡Felicidades, hija!"

"Gracias, mamá."

Permití que el cuerpo de Bella estuviera separado del mío, pero mantuve su mano fuertemente
asegurada en la mía. Mientras la familia, amigos y demás invitados esperaban su turno para
felicitarnos.

No podía imaginar que la vida pudiera darme más felicidad, que la que sentía en ese momento.

Bella era mía al fin, y yo de ella. Para toda la eternidad.

CAPÍTULO 4. Gesto

Apenas habían pasado unos cuantos segundos, desde que el ministro nos había declarado marido
y mujer. No podía estar más feliz, no podía pedirle más a la vida. Tenía todo lo que nunca y
siempre soñé encontrar en la vida, el amor. Mi Bella estaba a mi lado, donde estaría para
siempre. Ni siquiera estando en la celebración de nuestra boda, que bien se sentía decir nuestra
boda, Bella, mi esposa, todavía no lo podía creer, era como si fuera a despertar del más bello de
los sueños. Solo que yo no podía soñar, así que esto tenía que ser la realidad.
No había tenido oportunidad de hablar con mi familia tranquilamente, ni de agradecerle como se
debía a mi hermana favorita por haber organizado la más hermosa de las bodas, aunque estaba
seguro que sí esta hubiera sido la boda de Rosalie y Emmett, o Alice y Jasper, no la hubiera
apreciado de la misma manera, solo lo veía de esta forma porque Bella era la novia, y yo el
afortunado novio. En esos momentos ya no eran los adjetivos correctos, no era la novia y el
novio, sino la esposa y el esposo.

Estábamos en el patio trasero, Alice había mandado traer miles de arreglos florales, la casa
estaba llena del delicado olor que las amapolas naranjas, lilas, fresias y las rosas desprendían,
había también una tienda bajo un par de cedros donde todos los invitados se encontraban
sentados y platicando alegremente, algunos hacían fila para felicitarnos. Los primeros fueron Billy,
Seth y su mamá.

Podía escuchar perfectamente cada uno de sus pensamientos, Seth estaba realmente alegre de
estar presente, y muy agradecido de que Bella, solo que no sabía que había sido mi idea, los
hubiera invitado. Sue estaba allí porque no había forma de que Seth se hubiera presentado solo a
nuestra casa, Billy era invitado no solo por Jacob, era prácticamente de la familia de Bella, el
mejor amigo de Charlie, así que su presencia era imprescindible. A los alrededores podía escuchar
los pensamientos de Sam y algunos de los miembros de la manada. Ellos tampoco hubieran
permitido que ninguno de los tres se presentaran sin apoyo en caso necesario, después de todo
había una considerable cantidad de vampiros en la fiesta, aparte de los Cullen.

¡Gracias, amigo! Por habernos invitado.

Por lo menos se ven felices. ¿Qué tantos vampiros habrán invitado? No me gusta.

Jacob, hijo. Pronto te veré. Ojala hubieras llegado, aunque te duela, ¡sé que te encantaría ver a
Bella así de feliz!

Los tres pensaban lo mismo, y distinto. Al que más atención puse, fue a los pensamientos de Billy.
Sam le había avisado que Jacob venía en camino. Ya podían escuchar sus pensamientos. Incluso
yo fui capaz de escuchar, mediante sus pensamientos. Estaba ansioso, y triste a la vez. Pero
vendría, porque sabía que eso haría feliz a Bella. No sabía como me hacía sentir a mí.

"¡Felicidades, chicos!" Seth nos felicitó, y no había otro sentimiento en su mente. Seth y yo
habíamos desarrollado una buen amistad desde nuestra pelea con Victoria y Riley, había sido de
gran apoyo para mí y Bella. No sabía que hubiera podido sucederle a Bella sin Seth a nuestro
lado. Estaría eternamente agradecido. Y a él no le importaba que fuera un vampiro, no coincidía
con los demás. Tenía un alma tan pura, que me recordaba a Bella.

En verdad estoy feliz por ustedes. Por fin estás con Bella. Me da gusto.

Seth se inclinó hacia mí para darme un abrazo, y utilizando mi brazo libre, el otro lo tenía
rodeando la cintura de mi ángel, me incliné para devolver el gesto.

¡Dios mío! Por favor que no le haga nada a mi hijo.

Sue. Vi como se estremecía más interiormente que el débil estremecimiento que le recorrió el
cuerpo cuando toqué a Seth. Estaba seguro que Bella no se perdió del hecho.

"Es bueno ver que las cosas funcionan para ti. Estoy feliz por ti." De verdad, Jacob tendrá que
comprender que Bella te ama, y fuiste el elegido.
"Gracias, Seth. Eso significa mucho para mí." Respondí a sus palabras y pensamiento. Me
alegraba que pensara de esa forma. Pero no era al único al que debía agradecer. Sue y Billy se
habían portado de maravilla, considerando todo lo que había pasado. "Gracias, también. Por dejar
venir a Seth. Por apoyar a Bella el día de hoy."

¿Cómo no hacerlo? Es como una hija para mí. Siempre ha sido considerada de la familia.

Pensaba Billy. Sus palabras eran honestas. No me gustaba que pensara eso, podía tomarse en
doble sentido. Pero sabía que se refería al lazo que lo unía a Charlie, Bella siempre había sido de
la familia de los Black. Desde siempre. No hablaba por Jacob.

"De nada." Charlie me habría estrangulado de no estar aquí para apoyarlo. Eso era cierto.

Sue fue la única de los tres que no abrió la boca para decir una palabra. No había necesidad.
Podía ver cada pensamiento que cruzaba su mente. Su mayor preocupación era Seth. No tenía
por qué, nunca permitiría que se encontrara en peligro.

La línea estaba empezando a formarse cada vez con más gente en ella. Los tres se percataron de
eso, y se despidieron y retiraron hacia la mesa de comida. Detrás de ellos esperaban Angela y
Ben. Se veían tan felices y enamorados, estaban emocionados de que los hubiéramos invitado.
¿Pero cómo no hacerlo? Ellos dos habían sido los únicos humanos, aparte de Bella, con los que
Alice y yo habíamos estrechado una buena amistad durante la preparatoria en todos estos años.
Los dos eran muy buenas personas, de corazones tan nobles, que hasta gusto me daba tener
acceso a sus mentes. Eran muy tranquilas y llenas de paz.

Ay, Bella se ve tan hermosa. Su vestido es encantador. Y el toque perfecto, está a su lado. Se ven
tan enamorados. Su boda. Deben estar tan emocionados.

¡Ojala que algún día Angela y yo lleguemos a este nivel! Edward y Bella. ¿Quién lo hubiera
imaginado?

"Oh, Bella. ¡Te ves preciosa! Ambos." Sonreí a Angela, y negué con la cabeza.

"No hay nadie en esta recepción que merezca ser comparado con Bella. Ni siquiera yo." No podía
ser más cierto.

Tan caballeroso.

Lucen genial juntos. Mike debe estar muriéndose de la envidia.

Ben estaba lejos de equivocarse. Así era.

"Muchas gracias, Angela, Ben. Por haber venido." Bella le agradeció a Angela, después de que sus
mejillas se habían ruborizado, haciendo que se viera más hermosa que antes.

"Sí, Edward. Gracias por invitarnos."

"No, no tienes nada que agradecer. Nos da mucho gusto que estén aquí."

"Así es. Gracias." Bella volvió a agradecerles.

"Bueno, ojala pudiéramos platicar más. Pero la fila espera. ¡Felicidades otra vez!"
"Gracias, Angela. Ben."

Los dos se despidieron, para dejar pasar a los padres de Angela que esperaban detrás de ellos. La
plática con ellos no duro más que con Angela y Ben.

Cuando los padres de Angela se retiraron y dejaron pasar a los siguientes en la fila. Jessica
Stanley y Mike Newton. Tuve que ejercer un gran control personal para no romperle el cuello al vil
de Mike, sus pensamientos simplemente eran asquerosos. No podía creer que todavía tuviera el
valor de tener esa clase de fantasías sobre mi Bella. Era una mujer casada, y aún así, la veía
como si fuera de él. Aún cuando la tenía seguramente agarrada de la cintura con ambos brazos en
ese momento. Deseaba correr y alejarla de su sucia mirada.

Guau. Bella, Bella, Bella. Si se ve así de bien, con ese enorme vestido encima, no quiero
imaginar, ¿qué estoy diciendo? Sí quiero imaginar el cuerpecito que se tiene escondido. Pensar
que este raro la tendrá para él sólo...

Traté con todas mis fuerzas en distraerme en los pensamientos de los invitados. Alice debió haber
visto algo porque de inmediato me gritó que me calmara. Lo intenté. Por si no fuera poco el
escuchar de sus sucias fantasías sobre mi esposa, todavía tenía que escuchar a las envidias de
Jessica, y otras fantasías que no incluían a Bella en ellas, sino a mí. Pero que pareja eran esos
dos. Sólo abrí mi boca para decir gracias por educación y dejé a Bella a responder a su plática.
Afortunadamente, se fueron después de unos cuantos minutos.

Detrás estaban Tanya y su familia, que contaban los segundos para llegar a nosotros. Estaban
emocionados de conocer a la mujer que había ganado mi corazón, después de tantos intentos
fallidos de... alguien más.

¡Edward! Tanya gritó antes de llegar a nosotros. Lo hizo con más emoción que la que mostró en
voz alta. Sus hermanas no vieron muy bien su emoción. Nunca habían estado de acuerdo en que
Tanya me acosara, e insistiera en que la aceptara. Ellas eran un poco más razonables, y se dieron
cuenta de que yo no podría tener algo con su hermana. Tanya no lo aceptaba. E incluso estando
en mi boda, seguía sin aceptar, o entender como había preferido a una humana en lugar de a ella.

Ella mejor que nadie debía saberlo. Aunque yo no me había enamorado de Bella, por las mismas
razones que ellas buscaban a los hombres humanos. Yo no amaba a Bella por el sexo, ni siquiera
había tenido intenciones de intentarlo sino hubiera sido porque ella demandó que lo tuviéramos
para aceptar mi propuesta de matrimonio. Aún no sabía si sería capaz de lograr darle ese placer,
sin matarla, o a lo mucho, sin lastimarla.

Sentí como Bella sostuvo el aire cuando vio a Tanya y sus hermanas acercarse para felicitarnos.
Sabía perfectamente lo que estaba pensando. Iba a conocer a su rival, como tantas veces la había
escuchado pensar acerca de ella. Bella no tenía rival, mucho menos comparación. Tonta Bella en
creer que alguien en este universo podría atraerme en cualquier forma.

Los pensamientos de Tanya, no eran resignados. Sabía que Tanya solo venía a la boda, por verme
a mí, y a Bella, para ver a la humana que preferí en lugar de ella. Aunque esa era su principal
razón para estar aquí, también estaba feliz de verme feliz, después de tantas veces viéndome
deprimido o simplemente deambulando por ahí. Había un cambio significativo desde la última vez
que me había visto, ese día había estado luchando contra mi deseo de volver a casa, pensando
cuales serían las consecuencias para Bella con mi regreso. Me alegraba en este momento el haber
vuelto.

Tanya estaba frente a mí en ese momento. Se abalanzó con emoción hacia mí, contenta de verme
después de dos años de haber estado en Denali por última vez.
"Ah, Edward, te he extrañado". Me dijo cuando la solté, y solo mantuve un brazo sobre su
hombro. Tuve que maniobrar para zafarme de su abrazo. No quería parecer grosero. De verdad
me alegraba el verla. Pero de quien quería estar abrazado era de mi Bella. Y las intenciones, como
siempre, no eran simplemente amistosas. Tanya no se daba por vencida. Era algo incómodo. No
dejé que la emoción se mostrara en mis acciones o en mi rostro. Bella observaba detenidamente a
cada uno de ellos.

"Ha sido demasiado tiempo, Tanya. Te ves muy bien."

Oh, Edward. Tú también. Mejor que nunca. Y su mente se perdió de nuevo en fantasías. ¿Es qué
no se daba por vencida? No, ya lo sabía.

"Tú también." Respondió en voz alta, por suerte no dijo la segunda parte.

¿Así qué ella es Bella? Bueno, pues es linda, aunque...

Traté de no escuchar lo que pensaba. No me gustaba ver en la mente de los demás que pensaran
que mi Bella no era lo suficientemente buena para mí. El caso era al revés. Yo no lo era para ella.
Pero aún así, aquí estábamos, los dos.

"Déjame presentarles a mi esposa." Decidí que este era el momento perfecto para llamar a mi
Bella, como lo que ahora era, mí esposa. Solo mía. Sólo Dios sabía cuanto había luchado contra
todo para ganarme su corazón, su amor. Me había elegido, eso era todo lo que importaba. Al fin
mía. No podía pedir nada más para ser feliz. Estaba con ella, eso era lo que siempre había soñado
desde que supe que estaba enamorado de ella. Ella y nada más. "Tanya, esta es mi Bella."

Miré por la mente de Tanya, como Bella la miraba fijamente. Su rostro mostraba un poco de
preocupación. Seguía temiendo este momento. ¿Cómo podía, cuando me tenía a su lado,
asegurado para toda la eternidad?

Tanya, también la observaba. Pensando que había visto en Bella, que ella no tenía.

Entonces Tanya tomó la mano de Bella. Mi ángel no pareció preocuparse de ese hecho. No tenía
por qué. Estaba realmente feliz porque yo hubiera encontrado al fin lo que estaba buscando. Una
vez le había dicho, que ella era demasiado buena para mí. El hecho es que yo no sentía nada por
ella, ¿cómo podría haber sido buena para ella, cuando no la quería?

"Bienvenida a la familia, Bella. Nos consideramos familia extensa de Carlisle, y siento lo del, er,
reciente incidente cuando no nos comportamos como tales. Deberíamos habernos conocido antes.
¿Puedes perdonarnos?"

De verdad lo sentimos, Edward. En especial que Irina no haya venido. Ustedes son más familia de
nosotros que lo que pudo llegar a ser ese Laurent.

Sabía eso perfectamente. No les reprochaba nada. Tanya nos hubiera ayudado con nuestro
problema sino hubiera sido porque Irina se rehúso.

"Por supuesto. Estoy encantada de conocerlos." Bella le dijo a Tanya, le faltó aliento. Todavía no
lo recuperaba. Quizá ni siquiera se recuperaba del hecho que acababa de conocer al clan Denali.
Pero solo había sido presentada a Tanya. Los demás se habían mantenido al margen. Checando
como Bella reaccionaba al conocer, primordialmente a Tanya. Sabía que Bella si estaba encantada
de conocerlos, y a pesar de todo, de que estuvieran aquí.
"Los Cullen están todos parejos en número ahora. Tal vez será nuestro turno el siguiente, ¿eh,
Kate?"

Tanya imaginaba como nuestra familia estaba completa, todos teníamos ahora una pareja con la
cual vivir y pasar nuestros días por el resto de la eternidad. Se imaginaba como nuestra familia y
la de ella se pudo haber unido oficialmente, si yo la hubiera aceptado a ella.

Kate pensaba lo mismo que Tanya, pero imaginando que esos eran sus pensamientos.

"Mantén vivo el sueño," le dijo a Tanya, mientras rolaba sus ojos. Podría pasar. ¿Quién
sabe? Luego, tomó la mano de Bella que seguía en la de Tanya. "Bienvenida, Bella".

Me da gusto por ti, Edward. De verdad te ha hecho lucir mejor el estar con Bella. Todavía
recuerdo como llegaste a nuestra casa hace dos años...

Fue difícil el ver esas imágenes, el recordar como me había atormentado el haber dejado a mi
familia para escapar como un cobarde de la tentación. Pero me hizo feliz también, el ver mi
cambio. Como Bella había sido la causante de esto, de darme la mayor felicidad posible.

"Soy Carmen, este es Eleazar. Estamos todos muy contentos de conocerte finalmente."

Felicidades, se ve que te ama más de lo imaginable, Edward.

"Yo-Yo también" Bella respondió tartamudeando. Nerviosa, era normal.

Creo que mejor damos paso a los demás invitados. Tanya pensó cuando miró hacia atrás a
algunos de los invitados que esperaban por las Denali a irse.

"Ya nos conoceremos más tarde. ¡Vamos a tener mucho tiempo para eso!" Tanya dijo. Mientras
nos sonreía y se despedía, para dejar a los demás felicitarnos. Se retiraron y fueron a sentarse a
su mesa.

Los demás invitados eran gente que ni Bella ni yo conocíamos personalmente. El jefe de Charlie y
su esposa, los padres de algunos de nuestros compañeros, entre otras personas. Todos tuvieron
su oportunidad para platicar con nosotros. Aunque lo que yo más deseaba era estar con Bella.
Pero había que cumplir con los estándares. Mi familia no necesitaba un turno, ya tendríamos
tiempo de platicar tranquilamente, igual que con la familia de Bella.

Todos los pensamientos se centraban en Bella y en mí. Pensaban como nos veíamos juntos, como
lucía la novia en su hermoso traje de novia, como lucía la familia del novio, era obvio que este día
se veían mejor que nunca, Alice no había considerado para nada el dinero. El vestido de Bella no
había sido diseñado por un diseñador reconocido, pero cada uno de nuestros trajes lo eran. Alice
nunca nos permitiría usar algo que no fuera a la moda. Eso no le importaba a nadie más de lo que
le importaba a mi hermanita, quizá Rosalie.

Cuando terminó la línea de personas que esperaban por felicitarnos, Alice gritó en su mente, que
era hora de las fotos, y todo lo demás. Estaba emocionada, ya tenía alrededor de la mesa a todos,
mis hermanos, mis padres, mi hermana y la familia de Bella.

Edward, ¡Es hora! ¡Es hora!

Bella no se había dado cuenta de lo que le esperaba, odiaba la atención y estaba a punto de ser el
foco central de mi hermana. No había forma de escaparse.
"¡Bella!" Dijo en tono que revelaba todas sus intenciones. Inmediatamente Bella se puso tensa, no
sabía lo que seguía, pero de seguro tenía idea.

"Alice, ¿qué es?" Le preguntó mi Bella, un poco preocupada por lo que mi hermana quería.

"¡Es hora de las fotos y partir el pastel! ¡Vamos! Edward, ayúdame. Tienen que hacerlo."

"Lo sé, y estoy seguro que Bella también. No te preocupes, enseguida vamos."

Volteé a ver a Bella, y sus ojos eran suplicantes. Pero sabía que no había forma de escapar de lo
que seguía. Mi hermana estaba loca por las fotos que sacaría y así armar un álbum. Y eso no era
todo lo que tenía planeado. Aunque no era solo su idea, era lo que se hacía normalmente en una
boda.

Pero ya, Edward Cullen. Es hora.

"Sí, Alice. Bella, amor, no tenemos de otra."

Sonreí a su expresión y le indiqué con una mano que siguiéramos a Alice. Rodeé mi brazo
alrededor de su cintura y caminamos detrás de Alice.

Alice había contratado a un fotógrafo para que tomara fotos de la ceremonia y la recepción.
Tomamos turnos, las primeras fotos fueron de Bella a mí lado, nos hicieron venir de un lado a
otro. Terminamos en la mesa donde estaba el pastel, era demasiado grande, Alice siempre tendía
a exagerar. Después de que estaba satisfecha con el número de fotos de nosotros dos, la familia
de Bella, Charlie, Renée y Phil nos rodearon para otra ronda de fotos, Bella se tomó algunas con
sus padres, y con cada uno de ellos por separado, lo mismo pasó conmigo y mi familia. Y la
última, una de las que más disfrutó Bella, fue en la que las dos familias nos unimos. Bella estaba
cegada después de tantos flashes brillando a nuestro alrededor.

Casi estrangulo a Alice cuando nos dijo que era lo que seguía, íbamos a partir el pastel y cada uno
teníamos que comer nuestra parte. No me había advertido sobre eso. Pero, otra vez, no era la
primera vez que teníamos que fingir el comer. Después de haber embarrado nuestros rostros con
el pastel, reír un momento de la situación, tuve que tragar el pedazo que me tocaba, mientras mi
ángel me miraba con los ojos grandes, sorprendida por lo que hacía. No era la primera vez,
pensé, pero era la misma expresión que había visto hace dos años, cuando me preguntó que si
que haría si tuviera que comer frente a alguien, y había probado un pedazo de pizza.

Luego Bella tuve que pararse en medio de la pista, con todos los ojos de los presentes en ella,
para tirar su ramo de flores entre las manos de todas las solteras de la fiesta. Supe antes que
sucediera que estaría en las manos de Angela. Bueno por lo menos Ben no se asustaba, casi se
alegraba.

Al final llegó la hora en que tenía que quitarle la liga de la pierna de mi Bella, que muy
amablemente la bajó casi hasta la altura de su tobillo. Decidí acercarme lentamente, y cuando
estuve lo suficientemente cerca de su pierna, incliné mi cabeza y con los dientes la bajé
totalmente hasta estar fuera de su suave y caliente pierna. Nunca había estado tan cerca de sus
gloriosas piernas, no con mis dientes. Sentía como el calor vibraba de cada fibra, no quería
separarme, pero era necesario. Durante el tiempo que sucedió esto, mis hermanos no dejaron de
aullar de la risa. Gritándome en sus mentes lo que debía hacer.

¡Vamos, hermanito! Una mordida no le hará nada.


Edward, que buena vista has de tener. Me dijo Jasper mientras sentía cada emoción que me
recorría.

Veía a través de ellos como Bella se había sonrojado con mi acción.

Cuando tomé la liga entre mis manos, se me vino un divertido pensamiento. Esto era todo lo que
tendría de mi Bella. Lo demás era mío.

¡No, Edward! Alice me gritó antes de hacerlo, cuando vio mi decisión.

Le guiñé un ojo a Bella, y tiré la liga directo en la cara de Newton. Sus pensamientos estaban
encolerizados. Y eso me hacía sentir mejor. Sí, todo lo que tendrías.

¡Maldito! Como lo odio. Se atreve a presumirme en la cara que Bella es de él. ¿Por qué tenías que
escogerlo a él?

Mike seguía con la cara roja del coraje, cuando la música empezó y era nuestro turno para
empezar el primer baile. El primer baile con Bella como mi esposa.

Tomé a Bella entre mis brazos, y nos dirigimos al centro de la pista para empezar. Me sorprendió
mucho que mi ángel no rezongara ni se quejara de que tuviéramos que bailar. Pero en ese
momento parecía feliz de hacerlo. Cosa que también me sorprendió. Bella odiaba bailar. Aun así
empezamos el baile, con mi ángel entre mis brazos, los flashes seguían por todos lados.
Guardando para la memoria cada momento. Ni mi familia ni mucho menos yo los necesitaba.
Recordaría este día y cada segundo de él para toda la eternidad. El día en que Bella se convirtió
finalmente en la señora Cullen, mi esposa. Parecía que mi ángel estaba disfrutando de la fiesta. Y
ya no podía evitar el hacerla hablar. Aunque estaba feliz con tan solo tenerla en mis brazos.
Quería escuchar su voz. Me incliné sobre su oído para susurrarle mis palabras suavemente.

"¿Disfrutando de la fiesta, Sra. Cullen?" Se sentía tan bien el llamar a mi Bella de esa forma. Ya
no era más Bella Swan, sino Bella Cullen. Como sería para siempre. Que afortunado me sentía.

¿Cómo un ángel como mi Bella se entregaba a un monstruo como yo? Eso ya no importaba, la
amaba demasiado como para preguntarme en estos momentos porque había sido yo el elegido. Lo
único que importaba, es que pasaría el resto de mis días a lado de este hermoso ángel.

Bella rió antes de responderme. "Eso va a tomar un rato a acostumbrarse." Me dijo, refiriéndose a
llamarla Cullen, de seguro. No había problema con eso.

"Tenemos un rato." Le recordé. Mi voz llena de emoción con la verdad de mis palabras. Besé a
Bella sin preocuparme de nada en el momento. Ahora ni Bella ni yo teníamos que preocuparnos
por el tiempo. Pronto sería parte de mi familia para el resto de la eternidad. No me cansaba de
recordarlo. Seguimos bailando en silencio, tenía a Bella más cerca de mí, escuché cuando los
pasos de Charlie se acercaban hacia nosotros. Quería bailar, o más bien platicar con su hija, no
era mejor de lo que Bella era para el baile.

Cuando la canción terminó. Charlie se acercó a mí y puso su mano sobre mi hombro, para llamar
mi atención. Me pidió que le permitiera un baile con su hija. Le cedí mi lugar a mi suegro, y me
dirigí a Esme. En cuanto había visto a Charlie ir hacia nosotros, me habló a ir con ella. Carlisle
estaba platicando con unos de los invitados. Y quería platicar conmigo.

"Esme, ¿me permites?" Le pregunté, cuando llegué a su lado.


Claro que sí, hijo. Me dijo mientras asentía con la cabeza.

Empezamos a bailar. Vi como varias veces Bella posaba su mirada sobre nosotros. Pensando,
quizá en la forma en que estábamos bailando, ya que ella y Charlie solo se movían de un lado a
otro. Ninguno de los dos eran buenos para bailar. Pasamos unos segundos en silencio, esperé a
que Esme rompiera el silencio. Sus ojos nunca dejaron de ver mi rostro. Y en su mente veía como
leía cada una de mis expresiones y sonrisas. Nunca antes me había visto tan feliz.

Estoy tan feliz, Edward. Por ti, hijo. Te dije que esto tendría que funcionar. ¿Lo recuerdas?

Esme me repitió la última pregunta en voz alta. Para que no se viera raro que solo yo estuviera
hablando y ella estuviera en silencio. Después de todo, estábamos rodeados por ojos curiosos.

"¿Lo recuerdas?"

"Sí, mamá. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer." Le dije con una gran sonrisa esparciéndose en
mi rostro, Esme sonrió también.

Se ve tan feliz. Ya era hora, que nuestro Edward encontrara la felicidad.

"Basta, mamá. Harás que me ruborice." Bromeé como lo hice aquel día.

De repente los pensamientos de Esme se volvieron melancólicos. Un poco tristes, estaba


pensando en que Bella y yo querríamos vivir por un tiempo solos, ya que estábamos recién
casados. Alice y Jasper, Rosalie y Emmett vivían de vez en cuando lejos de nosotros, pensaba que
nosotros querríamos lo mismo por un tiempo, y eso la ponía triste. Yo era el único de sus hijos
que nunca había dejado nuestra casa para vivir lejos de la familia.

"Esme, solo sería un tiempo corto. Además estaremos en Alaska, por lo menos este primer año.
Bella será nueva en nuestra vida. No puede ser de otra forma."

"Lo sé, hijo. Es sólo que aún así me da tristeza."

"Ustedes vendrán con nosotros. ¿Por qué te pones así, Esme?"

Ah, Edward. ¿Pero después? Bella estará controlada después de un año.

"Esme, preocupémonos por eso después. ¿Qué te parece?"

Esme sonrió y asintió con la cabeza.

Después de otra canción, Esme me pidió que dejáramos el baile, quería ir con Carlisle, quien ya
estaba esperando por su esposa. Platicamos un momento. Mi padre estaba tan feliz como Esme.

"Hijo, todo va de maravilla. Y se nota que Bella también está encantada."

¡Felicidades! Te dijimos que al final todo saldría bien.

"Lo sé. Pero todo se lo debemos a Alice, sino fuera por ella, Bella y yo estaríamos en Las Vegas."

En ese momento, Alice y Jasper se acercaron.


Gracias, gracias. Sé que todo esto es gracias a mí. Pensar que por poco convences a Bella de ir a
una capilla a Las Vegas.

Le sonreí a mi hermana. Tenía razón en eso. Nunca me hubiera hecho tan feliz el estar en Las
Vegas, que celebrar nuestro amor frente a toda la gente, anunciar a todo mundo que amaba a
este ser maravilloso, y que ella me había elegido a mí. Pero eso no importaba, porque lo único
que quería era que Bella se convirtiera en mi esposa. Y así era ahora.

Bailemos, Edward. Me debes un baile esta noche.

"Claro. ¿Nos permites, Jasper?"

"Por supuesto."

"Ahora vuelvo, Jazz." Le dijo Alice mientras se paraba de puntitas para darle un beso a su esposo.

Alice y yo caminamos de nuevo hacia la pista de baile, y empezamos a bailar.

"Gracias, Alice. De verdad. Por todo, no solo la boda. Sino todo lo que has hecho por mí."

De nada.

"Siempre supe que esto pasaría. Desde antes que Bella estuviera contigo."

"Sí, sí. Me lo has repetido por dos años. Aún así, gracias."

Bella parece genuinamente feliz, de estar aquí. A pesar de odiar las fiestas.

"Así es. Incluso cuando tiene que bailar con la mitad de los invitados."

"No te preocupes, Edward." Estarás con ella en lo que duran dos canciones y media.

¿Dos canciones y media? No pude ver la razón de porque Alice había visto eso. ¿Porqué no dos
canciones o tres? No tenía idea, pero no me agradaba.

"Alice."

Dije que no te preocuparas.

"No lo hago. Es solo que no entiendo."

Edward. Basta.

"Bien." Le dije obstinadamente. Mientras me concentraba en leer los pensamientos de cada uno
de las personas que bailaban con mi Bella. La veía a través de sus ojos. Bella no se veía muy
cómoda, parecía que deseaba parar. ¿Pero porqué? No había tenido problemas bailando conmigo.

Seguimos bailando, por unos minutos más, entonces me di cuenta de quien estaba sosteniendo a
mi Bella. Mike. Y entendí porque Alice había visto que estaría con Bella en lo que duraban dos
canciones y media. No habían pasado treinta segundos, cuando estaba deteniendo a mi hermana
para ir a alejar al idiota de Newton de los brazos de mi Bella.
No te alteres. No vayas a arrancarle un brazo, Edward.

Ni siquiera volteé para responder a mi hermana, pero vi que tuvo una visión de mí, y Mike sano,
con sus dos brazos. No sabía como podría aguantar el no matarlo en ese momento, sus
pensamientos sobre Bella eran más allá de asquerosos.

¿Cómo podía ver a las mujeres de ese modo? Solo las veía como juguetes, como algo que usar un
rato e ir por otra. Nunca tendría la oportunidad de siquiera soñar en tener a mi Bella. Primero lo
mataría, aunque una vez hubiera pensado que él era mejor para mi Bella que yo.

"¿Aún no te agrada Mike, eh?" Bella me preguntó mientras la alejaba lo más posible de él y sus
sucios pensamientos. No tenía idea de cuanto lo odiaba en ese momento.

"No cuando tengo que escuchar sus pensamientos. Tiene suerte de que no lo haya echado. O
peor."

Tenía mucha suerte. Solo por el hecho que se suponía que yo no era capaz de escuchar lo que
pensaba de mí esposa. Porque si supiera, ni siquiera hubiera sido invitado.

"Sí, claro." Allí estaba otra vez ese tono, que me decía que exageraba, que ella no era tan
hermosa como yo creía o interesante, o la mejor mujer que este mundo había conocido.

"¿Has tenido oportunidad de verte a ti misma?" Le pregunté dulcemente. ¿Es que Bella no se
había visto en un espejo antes de salir de la casa? Se veía más hermosa que nunca. Incluso
cuando todo ese maquillaje cubría cada poro de su piel desnuda. Su rostro siempre había sido
perfecto, nunca necesitaría toda esa cantidad de productos para la piel. Era perfecta en toda la
extensión de la palabra.

"Um. No, supongo que no. ¿Por qué?"

"Entonces supongo que no te das cuan total, angustiosamente hermosa estás esta noche. No
estoy sorprendido de que Mike esté teniendo dificultad con pensamientos impropios acerca de una
mujer casada. Estoy decepcionado de que Alice no se aseguró de que fueras forzada a mirarte en
un espejo."

Lo estaba. Tendría que hablar con ella de ese pequeñito detalle. O quizá ya lo había visto y no
había razón para hacerlo.

"Eres muy parcial, lo sabes." De nuevo con el no te creo. ¿Cómo creía que mi familia y los de mi
especie podíamos ser comparados con la belleza natural de su rostro, de su piel, sus ojos, todo lo
que me atraía a ella?

En ese momento recordé que en mi intento por alejarla de Mike, habíamos ido a parar frente a la
casa, y las ventanas servían como un gigantesco espejo, reflejando la fiesta. Bella podría ver lo
verdaderamente hermosa que lucía esa noche.

Suspiré, y la giré en dirección a la casa.

"¿Soy parcial?" Le pregunté. Bella se quedó mirando al espejo. Creo que por un momento sus ojos
se posaron sobre mí. Pero después se dio cuenta de su propio reflejo, y casi estuve seguro que al
fin creyó lo que mis palabras le habían dicho por los últimos dos años. Lo hermosa que era.

Hey, chupasangre. Me puse rígido al escuchar esos pensamientos. Jacob. Perdón. Edward.
¿Podría ver a Bella, solo un momento? Estoy aquí a la orilla del bosque.

"Oh." Me relajé tan pronto como escuché a sus pensamientos. Solo quería saludar a Bella y
felicitarnos. Le dolía, claro. Pero ya había aceptado que Bella no lo eligió a él, sino a mí. Me dio
gusto el escuchar eso.

Entonces sonreí ampliamente, baje mi mirada hacia Bella, y su expresión era confundida. No
entendía mi reacción.

"¿Qué pasa?" Bella preguntó, seguía sin entender que había pasado.

"Un regalo de bodas sorpresa."

"¿Huh?"

Tomé de nuevo a Bella en mis brazos, y empezamos a bailar otra vez. Pero ahora me dirigí al lado
contrario de donde estábamos. Jacob esperaba del otro lado. Bella no tuvo oportunidad de
preguntar que era lo que pasaba. Las luces empezaron a alejarse mientras nos adentrábamos al
bosque. Alice se había preocupado cuando nos vio alejarnos, no podía ver nada. Pero sintió
seguridad cuando Jasper le dijo que se tranquilizara, que todo estaba bien. Mis emociones estaban
tranquilas, serenas, así que Alice se calmó un poco.

Jacob estaba cerca de un cedro a unos pocos metros. Ahora podía escuchar perfectamente los
pensamientos de los lobos alrededor.

Gracias, Edward. Por traerla, y así poder hablar con ella.

No tenía nada que agradecer. Bella estaría feliz de ver a Jacob, y nunca podría ser capaz de
negarle a mi Bella algo que de seguro le daría completa felicidad. ¿Cómo hacerlo?

"Gracias." Le dije a Jacob mientras lo miraba directamente a los ojos. "Esto es muy… amable de
tu parte." No sabía si había otra forma de describir su comportamiento.

Claro, claro.

"Amable es mi segundo nombre, ¿Puedo interrumpir?" Jacob respondió. Vi como la mano de Bella
volaba hacia su garganta. Sorprendida por la voz que hablaba desde la oscuridad. Escuché y sentí
el aire que volaba cuando Bella movió su mano. Sentí como Bella perdía un poco de balance,
quizá se hubiera desmayado de la sorpresa y la emoción.

"Oh, Jacob." Se escuchaba dudosa de que realmente fuera él aquí. "Jacob." Odiaba escuchar ese
nombre salir de sus labios, desde aquella noche que había dormido en sus brazos. Pero me
contuve. No había forma de que la haría infeliz en ese momento.

"Hey hola, Bells." Jacob respondió a Bella.

Mi Bella tambaleó un poco cuando trataba de encontrar a Jacob escuchando su voz a través de la
oscuridad. La mantuve agarrada de su codo para no dejar que se cayera. Hasta que las manos de
Jacob la alcanzaron y la sostuvieron. Solté a mi Bella, y me dolió el estar alejado de ella, para
permitir que estuviera en los brazos de Jacob. Puso sus brazos alrededor de mi Bella, y ella lo
abrazó, enterrando su rostro en el pecho de Jacob.

Gracias, por permitirle verme, Edward.


Solo incliné mi cabeza. No podía sacar las palabras. Era doloroso verla de esa forma en los brazos
de él. Verla llorar de felicidad porque estaba aquí. Sabía que tenía que darles un momento de
privacidad. Así que decidí dejarlos en ese momento.

"Rosalie no me perdonará si no le doy su turno oficial en la pista de baile."

Empecé a alejarme, caminando lentamente, escuchando las palabras que hablaban en mi


ausencia.

"Oh, Jacob. Gracias." Ahora estaba llorando. ¿Tanto le emocionaba que estuviera aquí?

"Deja de llorar, Bella. Arruinarás tu vestido. Solo soy yo." Arruinaras tu lindo rostro. No me
importa tu vestido.

Jacob no estaba tratando de ser educado, ni de controlar mucho sus pensamientos. Pero me
controlé. Bella está feliz de verlo. Me repetía una y otra vez.

"¿Solo? ¡Oh, Jake! Todo es perfecto ahora." ¡Oh! ¿Así que todo había sido imperfecto hasta que
decidió aparecerse en nuestra boda? ¡Genial!

¿Por qué no puede solo patearme? Yo podía arreglar eso.

"Si—la fiesta puede comenzar. El padrino de boda finalmente llegó."

"Ahora todos a los que amo están aquí." ¡Dios! Sabía que Bella me amaba más a mí. Pero el solo
hecho de escuchar que lo amaba a él también, hacía que mi corazón doliera de una forma
indescriptible.

Traté de no escuchar lo que seguía. En ese momento aparecí a la orilla de la pista de baile.

¿Edward? ¿Todo bien? Esme y Alice me preguntaron. Murmuré debajo de mi aliento.

"Sí, todo bien. Es solo Jacob."

¿Jacob? Eso explica porque no lo vi venir.

"Así es."

Estaba seguro de que podía escuchar perfectamente cada una de mis palabras. Solo los vampiros
y hombres lobo presentes.

Emmett había dejado de bailar con Rose desde que nos vieron dirigirnos hacia el bosque. Toda mi
familia se había reunido en la mesa.

Llegué a ellos, y Rosalie solo sacudió su cabeza por lo que acababa de hacer. Aunque los lobos
nos habían ayudado este verano, nunca los aceptaría.

Eres un idiota, ¿sabes? ¿Por qué la dejas a solas con él? Debiste correrlo.

Ignoré sus pensamientos.

"¿Quieres tu baile o no?" Le pregunté lo menos cortante que pude.


Nunca vas a cambiar. Por eso casi la perdiste. Auch. Eso dolió.

"¿Sí o no?"

"Claro que sí. Como dijiste, nunca te perdonaría si no tuviera mi baile oficial contigo. Vamos."

Asentí con la cabeza y nos alejamos lentamente, de nuevo hacia la pista de baile.

De verdad lo siento, Edward. No pude ver de qué hablaba. Quería mantener la conversación
normal.

"¿De qué hablas?" Le pregunté honestamente confundido.

"Por todo lo que he hecho, como me he comportado. No te lo mereces, ni tú ni ella. Eres mi


hermano, a pesar de todo."

"Gracias, Rose. Y no hay nada que perdonar."

"Lo hay. Pero me da mucho gusto, más del que puedes imaginar el ver que por fin encontraste a
alguien que te haga feliz después de todo este tiempo."

Sonaba honesta. Además no veía razón por la que ella quisiera mentirme. A Rosalie no le
importaba mucho lo que pensáramos de ella.

"Gracias."

"Lo suficientemente cerca. Pero es suficiente acerca de mí. Tú eres la estrella hoy." Escuchamos
atentos a lo que ellos hablaban. Lo sabía porque escuchaba la conversación a través de Rose
también. "Apuesto a que estás amando esto. Centro de atención."

"Sí. No puedo tener suficiente atención."

"Bella, no cambia, ¿cierto?"

Reí a su comentario. Eso era verdad.

"Lo es."

"Les admitiré esto. Sí que saben como dar una fiesta".

"Agh. No soporto a ese perro."

Solo suspiré, no quise responder, sabía que todos podían escuchar cada una de mis palabras.

Seguimos bailando unos minutos más, hasta que la canción terminó. Escuché a Jacob pedirle otra
canción a mi Bella y ella ofreciéndole todas las que quisiera.

No piensa antes de hablar. Rosalie pensaba, y en esa ocasión le di toda la razón. ¿Todas las que
quieras? ¿Y yo qué?

Entonces un pensamiento cruzó su mente. Se moría de curiosidad por saber cuantos latidos le
quedaban todavía a su corazón. Pero no sabía como hacerla.
"No es esta noche, Jacob" Escuchamos a Bella contestarle.

No debería de estar hablando de eso con él. No es asunto de él.

Rosalie pensaba realmente molesta. A mí también me molestaba. Inmediatamente Jacob sintió un


alivio al escuchar sus palabras.

"¿Cuándo?" Le preguntó a mi Bella y deseé que Bella no respondiera nada a él.

Que no le diga, que no lo haga. Pensábamos todos.

"No estoy segura, una semana o dos, tal vez." ¿Por qué tanto? Pensaba Jacob, no entendía
porque esperaríamos a cambiarla. Aunque le daba gusto que así fuera.

En ese momento escuché a Tanya acercarse. Tanya no se da por vencida. Pensó Rosalie,
deteniendo el baile para darle paso a Tanya. Evité hacer una mueca a sus pensamientos.

"Rosalie, ¿me permites un baile con Edward?"

"Claro que sí, Tanya. Es la última oportunidad que tendrás de tenerlo en tus brazos."

"Gracias, Rose." Tanya ignoró su comentario.

Ten cuidado con donde pone sus manos, Edward.

Ay, por favor, cállate Rosalie. Pensé suplicante.

Entonces... Tanya empezó, pero me vi distraído cuando escuché lo que pasaba en ese momento
entre Bella y Jacob.

"¿Cómo deberías pasarla? ¿Jugando damas? Ja ja." ¿De qué me perdí? ¿Cómo debía pasar que?

"Muy gracioso." ¿Por qué estaba Bella molesta? ¡Rayos!

¿Qué pasa, Edward?

"Nada, solo que no sé de que habla Jacob."

"¿El perro ese?"

Solo asentí con la cabeza, mientras me esforzaba por encontrar la respuesta en la cabeza de
Jacob.

Fue cuando lo vi y lo escuché "Estoy bromeando, Bells. Pero sinceramente, no veo el punto. No
puedes tener una luna de miel de verdad con tu vampiro, ¿entonces por qué seguir las mociones?
Llama a las cosas por su nombre. No es la primera vez que lo aplazas. Aunque eso es algo bueno.
No te sientas apenada de ello."

Con que de eso se trataba. La luna de miel.

"No estoy aplazando nada." Bella le respondió de una forma brusca. "Y sí puedo tener una
verdadera luna de miel. ¡Puedo hacer todo de lo que quiero! ¡Deja de entrometerte!"
Escuché como dejaban de dar vueltas. Jacob se había congelado con sus palabras.

"¿Qué? ¿Qué dijiste?" Jacob le pregunté entre jadeos. No creía lo que acababa de escuchar.

"¿Acerca de qué?… ¿Jake?, ¿Qué pasa?" Bella no entendía que Jacob acababa de comprender el
significado de sus palabras.

"¿A qué te refieres? ¿Tener una verdadera luna de miel? ¿Mientras aún eres humana? ¿Estas
bromeando? Porque es una broma de mal gusto, Bella".

¡Rayos, Bella!

"Dije que dejes de entrometerte. Esto no es nada de tu incumbencia. No debí de haber… no


deberíamos de estar platicando de esto siquiera. Es privado-"

Demasiado tarde para que cambiara de conversación. Ay, Bella.

Entonces Jacob perdió la razón. Estaba desesperado por hacer entender a Bella lo que yo tantas
veces había intentado hacer. Vi como sus manos se iban a los hombros de mi Bella y empezaba a
sujetarla con más fuerza de la necesaria. Iba a lastimarla.

"Ow, Jake, suéltame." Bella le dijo. Pero él no estaba escuchando.

"¡Bella! ¿Has perdido la razón? ¡No puedes ser tan estúpida! ¡Dime que estás bromeando!" No
podía ver en su mente que fuera a recuperar la cordura.

"Discúlpame, Tanya." Le dije bruscamente, y me alejé. Murmuré a mi familia, que ya escuchaba lo


que estaba pasando. "Manténganse aquí. No pasará nada. Ya voy yo."

"Jake-detente." Estaba lastimándola. Vi como los lobos se acercaban rápidamente, para evitar
cualquier incidente.

¡Maldito! Te mataré Edward Cullen. Maldito chupasangre. La vas a matar. No, primero te mataré a
ti. ¡No te atrevas a tocarla!

"Quítale las manos de encima." Le exigí a Jacob. O yo seré quien te mate. Escuché detrás de
Jacob a Sam y otros de los lobos gruñir a mi presencia.

"¡Jake, hermano, aléjate!" Seth le pedía a Jacob. Más le valía que lo escuchara. "Lo estas
perdiendo"

"La vas a lastimar. Déjala ir." Seguía Seth rogando a Jacob porque dejara a mi Bella. El perro no
escuchaba de razones.

"¡Ahora!" Le dije jadeando. La estaba lastimando. Podía ver el dolor en los ojos de Bella. Sus
manos estaban ejerciendo tanta fuerza que podía ver como impedía que la sangre fluyera.

Contrólate, no la quieres lastimar. Se repetía una y otra vez.

Entonces dejó caer sus manos a su lado. Y Bella sintió alivio, inmediatamente mis manos
reemplazaron las suyas, el frío ayudaría si le dolía.
Los pensamientos de Jacob estaban más llenos de odio de lo que nunca estuvieron. Quería
matarme como debería, pero no pensaba en el hecho de que yo era un vampiro, sino que estaba
a lado de Bella, y en lo que ella le había dicho hace unos momentos para hacerle perder el
control.

Todavía no estaba tranquilo, me preocupaba que Jacob entrara en fase teniendo a Bella tan cerca,
incluso Seth, que estaba a su lado tratando de calmarlo. Sam y Quil entraron en ese momento,
cuidando la situación, que no se saliera de control.

"Anda, Jake. Vámonos." Por favor, por favor. Escúchame Jake. Vas a lastimar a alguien.

Seth seguía rogando a Jacob porque se fueran. Jacob estaba demasiado fuera de sí, como para
irse por su propia voluntad. Su mente seguía pensando en una sola cosa: matarme.

"Te mataré." Sus ojos se enfocaron solamente en mí. No había nada más en su mente que el
deseo incontrolable de matarme, de acabar conmigo en ese mismo momento. Sus palabras
apenas eran un susurro, la furia no lo dejaba ser él mismo. Se estaba ahogando con las ganas de
matarme, pero no veía la forma de hacerlo. "Te mataré yo mismo. Lo haré ahora"

Empezó a temblar de una forma casi compulsiva, estaba a punto de entrar en fase, lastimaría a
alguien.

"Seth, quítate del medio." Le dije a Seth, cuando Sam gruñó de una forma brusca, creyendo que
mis palabras significaban que quería atacar a Jacob. No le gustaba a donde se dirigía la situación,
aún si estaba equivocado. Si Seth estaba tan cerca de Jacob saldría lastimado.

"No lo hagas Jake. Retrocede. Vamos." Lo único en su mente era yo. Así que ni se dio cuenta de
que Seth lo estaba empujando, alejándolo de Bella y de mí. Sam se dio cuenta lo de que Seth
trataba de hacer y se le unió para ayudarlo. Puso su hocico sobre el pecho de Jacob y empezó a
empujarlo. Entre Seth y Sam lograron alejar a Jacob. Hasta que estuve seguro que Bella ya no
podía verlos. Quil seguía a la vista y Bella le susurró.

"Lo siento." Claro. Pensó el lobo. Decidí que era hora de calmar a Bella.

"Todo esta bien ahora, Bella." Le aseguré, sabía que se culparía por lo que acababa de pasar.

Hey, tú, chupasangre. ¿Seth estará bien, si vuelve?

Su mirada estaba llena de odio. No el mismo odio que Jacob sentía hacia mí. Pero el natural que
existe entre los vampiros y hombres lobo. Así que le respondí de la misma forma fría en que él me
hablo en su mente. Solo asentí una sola vez en su dirección.

Bien.

Con eso se dio la vuelta y siguió a la oscuridad a donde se habían ido los demás. Podía escuchar
que Jacob todavía no se tranquilizaba. Sam y Seth y lo demás estaban tratando de impedir que se
les fuera de las manos e hiciera por regresar hacia nosotros.

Mi familia había estado cerca de la acción. Se habían preocupado, y si algo hubiera salido mal, ya
estarían aquí. Pero Alice había visto que Bella y yo estaríamos de regreso en unos minutos.

"Muy bien." Entonces no habría más problemas. ¿Qué más podría haber? "Regresemos." Le dije
volteando a verla. Aún veía algo de preocupación en sus ojos.
"Pero Jake-" Jacob. Se había ido. Pero sabía a lo que se refería.

"Sam lo tiene controlado. Se fue." La verdad es que todavía estaba temblando de furia. Tan
pronto como estuviera en La Push, dejaría que entrara en fase. Quizá escuchando todas esas
voces en su cabeza se calmaría, y preferiría estar solo, como humano.

"Edward, lo siento tanto. Fui estúpida-" ¿Se tenía que culpar siempre por Jacob?

"No hiciste nada malo-" Eso era verdad. No había sido malo lo que dijo, pero tampoco lo correcto.

"¡Tengo una gran bocota! ¿Porqué habría... no debí dejar que me hiciera eso. ¿En qué estaba
pensando?"

"No te preocupes." Le dije tocando ligeramente su rostro. "Necesitamos volver a la recepción


antes de que alguien note nuestra ausencia."

Ya habían pasado más de diez minutos desde que me habían visto bailando a lado de mi Bella, y
unos cuantos más desde que deje a Tanya en medio de la pista para entrar al bosque. Todavía no
se notaba nuestra ausencia de forma extraña. Claro que los invitados nos buscaban con la mirada,
ese día estábamos en el centro de la atención de todos.

"Dame dos segundos." Me pidió Bella. Para recuperar el aliento, y calmar los nervios,
seguramente.

"¿Mi vestido?" Me preguntó un poco preocupada, suprimí las ganas de reírme de su expresión.
Estaba fuera de lugar la diversión. No podía sacar de mi cabeza la escena que acabábamos de
presenciar. Pensando el porque Jacob se había puesto de esa forma. Debería haberlo dejado
matarme, siquiera considerar el estar con Bella mientras era humana.

"Luces bien. Ni un cabello fuera de lugar."

Bella tomó dos respiraciones profundas, y su rostro se calmó. "Está bien. Vamos."

Parecía realmente relajada, así que le creí. Rodeé mis brazos sobre su cintura, y empezamos a
caminar de regreso a la recepción. Las luces aparecieron segundos después. En cuanto estuvimos
a la vista de todos, giré a Bella hacia la pista de baile, y empezamos donde habíamos estado hace
unos minutos, antes que Jacob hubiera estado aquí. Bella miró a su alrededor. Buscando algún
signo de que alguien se hubiera dado cuenta de lo que pasó en el bosque. Su búsqueda era
innecesaria, solo mi familia y la de Tanya se habían percatado.

Jasper y Emmett estaban en la orilla de la pista, habían estado cerca por si acaso yo hubiera
necesitado su ayuda.

¿Todo bien, Edward?

Me preguntaron antes que nos vieran entrar a la luz los invitados. Solo había asentido con la
cabeza, y murmurado rápidamente bajo mi aliento, que todo estaba controlado.

Quise asegurarme que mi Bella estuviera bien. No parecía que ya hubiese asimilado lo que pasó.
Su rostro aún mostraba un poco de ansiedad.

"¿Estás—" Empecé a preguntarle, cuando me interrumpió.


"Estoy bien," respondió, y su voz sonaba segura. Aunque había un sentimiento escondido detrás
de sus palabras. "No puedo creer lo que hice. ¿Qué hay de malo conmigo?"

"Nada está mal en ti." Le aseguré. Sorprendentemente no respondió a lo que le dije. Estaba
pensando seriamente en algo más. Aún así lo mismo. Por eso me sorprendió cuales fueron sus
siguientes palabras. Como deseaba poder leer su mente en ese momento, saber en realidad que
estaba pensando.

"Se terminó. No hay que pensar en eso de nuevo esta noche." Claro que no. Pensé. Lo siento,
amor. Pero no puedo. ¿Cómo no pensar en cada una de sus palabras, cada uno de sus
pensamientos? Estaban llenos de verdad. Eso ya lo sabía, llevaba semanas repitiéndole lo mismo
a mi Bella. Tratando de hacerla entrar en razón. Que no sería capaz de tenerla entre mis brazos
de esa forma, y no perderme en el placer de tocar su suave y tibia piel, con mi fría y dura piel
sobre la de ella. No podría mantenerme concentrado en no lastimarla. ¿Cómo lo haría, cómo
siquiera lo intentaría?

"¿Edward?" Bella me habló, cuando no le contesté. Cerré mis ojos y puse mi frente contra la suya.

¿Qué le iba a decir, que no le hubiera dicho ya? Estaba cansado de insistirle que no era una buena
idea que tuviera sexo conmigo hasta después de ser un vampiro, y no corriéramos ningún peligro,
ella de morir, y yo de ser el causante de su muerte.

¿Cómo iba a sobrevivir sin ella? Matarla en nuestra noche de bodas. Prefería que ese perro me
matara antes de que mis peores pesadillas se volvieran realidad.

"Jacob tiene razón", susurré mientras seguía preguntándome porque no era capaz de darle un no
a mi Bella. "¿Qué estoy pensando?"

"No la tiene." Bella susurró sus palabras. No me iba a convencer de lo contrario. No tenía que
escuchar sus palabras diciéndome que mataría a mi Bella para creer que era verdad. "Jacob es
demasiado prejuicioso para ver algo claramente." Seguía diciéndome, tratando de convencerme
de que él estaba equivocado. No lo estaba. Pero sabía que no podría convencer a Bella de que ese
era el caso.

"Debería haber dejado que me matara por siquiera pensar el intentarlo." Murmuré tan bajo, que
había creído que Bella no escuchó lo que dije.

"¡Basta!" Bella me dijo de una forma casi feroz. Como el gatito que se cree un tigre. Su coraje no
me motivaba a sonreír como lo habría hecho en otras ocasiones. Tomó mi rostro entre sus manos,
y esperó a que abriera los ojos para decirme lo que pensaba.

Me dolía más el tener a Bella de esa forma cuando este era su día. Así que abrí los ojos y me
preparé para lo que me venía.

"Tú y yo. Eso es lo único que importa. La única cosa sobre la que tienes permitido pensar ahora.
¿Me escuchaste?"

"Sí." Le dije en un suspiro. Ella era lo único en que pensaba. No había nadie más que ocupara mis
pensamientos. Así que no había forma de negarme a sus palabras.

"Olvida que Jacob vino." Me dijo mi Bella. Había un tono escondido en su voz que me sorprendió.
Como si ella misma estuviera decidida a hacer lo que me estaba pidiendo a mí. "Por mí.
Prométeme que lo olvidarás."
No había nada que fuera capaz de negarle a este hermoso ángel que tenía frente a mí,
rogándome que ella fuera lo único en que me concentrara.

Miré dentro de sus ojos por un momento. Y sentí que podía volver a ver todo el camino a su alma.
Iba a destruir todo lo puro que mi Bella tenía en ella. Pero sus ojos me suplicaban porque
cumpliera su pedido. Me rogaban que lo hiciera.

"Te lo prometo."

"Gracias. Edward, no estoy asustada." ¿Cómo no podía estarlo? Yo estaba aterrado, como nunca
lo había estado. No era como si fuera a llegar tarde a salvarla de algún desconocido que quisiera
arrebatármela de mi lado, era yo de quien tenía que cuidarla ahora.

"Yo si." Le dije en un susurro. Apenas tenía el valor de decirle esas palabras.

"No lo estés." Bella respiró profundamente, y sonrió. Sus ojos cambiaron, encontrando una forma
de cambiar la repentina atmósfera tensa que nos rodeada. "Por cierto, te amo."

Que mejor forma de ablandar mi corazón, y hacer que el hielo que lo había mantenido, hasta
conocerla congelado, se derritiera. Me amaba como yo a ella. De verdad no estaba asustada.

"Es por eso que estamos aquí."

Oh, es hora de que te calmes, hermanito.

"Estás acaparando a la novia." ¿Esa era su forma de calmarme? Me estaba alejando del único
tranquilizante que funcionaba en mí. Mi Bella.

Mira esto. Pensaba Emmett, mientras veía sus siguientes palabras.

"Déjame bailar con mi pequeña hermana. Que esta podría ser mi ultima oportunidad para hacerla
sonrojar."

Dicho y hecho. Bella se sonrojó al escuchar sus palabras.

Te lo dije.

Emmett se echó a reír cuando vio que sus palabras habían causado el efecto deseado.

Dejé a mi Bella bailando con mi hermano. Me dirigí a la mesa donde mi familia se encontraba,
esperando por mí a que me acercara. Les explique de forma resumida lo que había sucedido, y se
tranquilizaron al asegurarles que todo estaba bien ahora. Platicamos, e incluso reímos un rato,
estaba empezando a olvidar, como Bella deseaba, todo lo que había pasado. Acompañé a mi
familia por unos minutos más. Mi ángel estaba bailando con varios de los invitados con quien aún
no lo hacía.

Cuando me dirigía de regreso a Bella, me acordé de un detalle.

Lo sé, lo sé. Lo siento, ¿sí?

"Solo asegúrate que no vuelva a pasar."


"Claro que no, Edward." Ya verás.

Estuve satisfecho con la respuesta de mi hermana. Bella estaba tan hermosa esa noche, que Alice
debió haberla hecho mirarse en un espejo.

Cuando tuve a mi Bella de nuevo entre mis brazos, decidí no mostrarle más mi preocupación, y
cumplir con mi promesa. Olvidarme de que Jacob había venido. Mi Bella sonrió ante un
pensamiento que no podía escuchar, y recostó su cabeza sobre mi pecho. Su cuerpo contra el mío
enviaba cada vez que la tocaba una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Era de placer, y la
apreté más cerca a mí.

"Podría acostumbrarme a esto." Me dijo mientras bailábamos. Ahora entendía porque no se había
quejado de tener que bailar al inicio de la noche.

"¿No me digas que has superado tus problemas con el baile?"

"Bailar no es tan malo - contigo. Pero estaba pensando más en esto," mientras me decía lo que
pensaba, se apretó aún más contra mi pecho. "en nunca tener que dejarte ir." En nunca tener que
dejarte ir. Que hermosas palabras, y cuanta felicidad inyectaban a mi corazón. Cada vez que Bella
ponía en palabras su amor, y su deseo de estar conmigo para siempre, sentía que mi corazón
podría empezar a latir de nuevo en cualquier momento.

"Nunca." Le prometí a ella y a mí mismo. Era lo que más queríamos ambos, y ya no me negaría
más a que se hiciera realidad. Me incliné hacia ella, y la besé.

Empecé el beso suavemente, pensando y disfrutando de la sensación que sentía cuando sus labios
estaban contra los míos. Sintiendo esa corriente salir disparada por todos lados, disfrutando de la
suavidad de la piel de sus carnosos labios, sus manos enganchadas en mi cuello.

No había empezado a disfrutar totalmente del ángel que estaba en mis brazos cuando escuché
esa molesta vocecita que interrumpía ese momento.

"¡Bella! ¡Ya es hora!" Gritó Alice a mi Bella. En ese momento no me importaba lo que pasaba a mí
alrededor, estaba con mi ángel, y no quería dejarla ir, no todavía.

¡Edward! Déjala que venga conmigo.

Sentí un deseo profundo de desaparecer a lado de mi ángel, donde nada ni nadie pudieran
separarnos incluso por un segundo. Mis labios se unieron a los de Bella con más emoción y deseos
que antes. Entonces escuché el sonido más hermoso que en mi vida había sentido en mi pecho
resonar, los latidos del corazón de mi Bella empezaban a acelerarse, como lo hacían cada vez que
mis labios estaban sobre los suyos, cada vez que mis manos tocaban su piel. Sus manos
empezaron a sudar, y sentía como ejercía más fuerza para no despegarse de mi cuello, de mis
labios.

"¿Quieres perder el avión?" ¿Eh, Edward? "Estoy segura que tendrán una encantadora luna de
miel acampando en el aeropuerto mientras esperan por otro vuelo."

¿No se rendía?

Giré un milímetro mi cabeza en su dirección, nunca separando mis labios de los de Bella, para
decirle.
"Vete, Alice."

Volví ese milímetro para seguir besando a mi hermoso ángel.

"¿Bella, quieres usar ese vestido en el avión?" No, no se rendía. Siguió insistiendo. Pero parecía
que Bella ni siquiera la escuchaba. Su atención se centraba en nuestros labios, y su piel contra la
mía.

Agh, Edward. Alice gruñó y sus siguientes palabras me dejaron congelado. "Le diré a donde la
piensas llevar, Edward. Así que ayúdame, porque se lo diré."

Detuve el beso, y me separé de Bella. Volteé a ver mi hermana preferida, y repetí las palabras
que tantas veces había usado en ella. No había otra forma de llamarle.

"Eres terriblemente pequeña para ser tan inmensamente irritante."

"No elegí el vestido perfecto para irse de viaje, para que no sea usado." Me dijo Alice, mientras en
su mente veía una visión de ella sacando su pequeña lengua hacia mí. Se ahorró el paso de
hacerlo en el momento, ya que sabía que ya lo había visto. Tomó la mano de Bella y le dijo. "Ven
conmigo, Bella."

Bella jaló su brazo un poco, regresó hacia mí y se paró en la punta de sus pies para alcanzar mis
labios y darme un último beso.

¡Edward!

Alice me gritó en su mente, jalando a Bella, ahora de forma impaciente, llevándosela lejos de mí
lado.

Mírala, no quiere alejarse de Edward.

Pensaban mayormente los invitados, riendo un poco por el show que acabábamos de presentar,
mi hermana, Bella y yo. Mi ángel se dio por vencido y dejó que Alice la guiara dentro de la casa.

Edward, no tardaremos mucho. Estará contigo, y nada más contigo muy pronto. ¿Tenías que
hacerlo tan difícil?

Alice me gritaba en su mente, mientras caminaban dentro de la casa. Esme y Renée esperaban
pacientemente en la habitación de Alice.

Escuché como mi Bella le agradecía a mi hermana por lo que había hecho con la boda. Como
había estado encantada con su trabajo. La verdad es que había sido la más bella boda que nadie
había tenido jamás. Bella tenía razón. Pero solo por el hecho de que ella era la novia y yo el
afortunado novio. Ahora marido y mujer.

Habían pasado varios minutos desde que Bella había entrado en la casa, seguramente ya estaban
a punto de bajar. Alice me había hablado para decirme que la esperara en las escaleras. Cuando
los invitados vieron que mi familia y yo nos dirigíamos al interior de la casa, todos nos siguieron,
adivinando que los novios ya estaban a punto de partir a su luna de miel.

"Edward, hijo. Cuida de Bella. Estaremos esperando por ustedes a su regreso." Me dijo Carlisle,
pensando que a nuestro regreso todo estaría listo para irnos a Alaska y convertir a Bella en un
vampiro.
"Gracias, Carlisle."

No te preocupes, Edward. Todo saldrá bien.

"Todo está en su lugar, Edward. Las maletas ya están en el carro." Me dijo Jasper, acercándose a
mí por detrás.

"Gracias."

Entonces escuché a Renée y Bella hablar en la cima de las escaleras.

"Te quiero, mamá. Estoy muy alegre de que tengas a Phil. Cuídense el uno al otro." Escuchaba
que mi Bella le decía con una emoción profunda a su mamá. Pensando que después de esto no
sería capaz de volver a verla, por lo menos dentro un año.

"Yo también te quiero, Bella, cariño." Siguieron así mientras descendían por las escaleras, los
pensamientos de Renée estaban impregnados de una profunda tristeza por ver a su hija irse a su
luna de miel, pero también llena de alegría porque sabía que Bella sería feliz a mí lado.

"Adiós, mamá. Te quiero."

Bella le dijo por última vez. Llegando al término de las escaleras, donde yo estaba esperando por
ella, estiré mi mano para que la tomara con la suya. La tomó mientras buscaba con la mirada
entre las personas que nos rodeaban para despedirnos. Estaba casi seguro que buscaba a Charlie,
quien estaba casi escondido de la vista, recargado sobre una pared. Hasta donde estaba
escuchaba como lágrimas recorrían su rostro. Sus pensamientos se centraban en su única hija,
que se iba de su luna de miel, para ya no volver a casa con él, su padre, sino con su esposo.

"¿Papá?" Bella me preguntó, mientras seguía buscando el lugar donde estaba su papá.

"Por acá." Le dije, la traje conmigo entre los invitados que hacían espacio para dejarnos pasar
hasta donde estaba Charlie. Cuando Bella lo vio, exclamó.

"¡Oh, papá!" Le dijo, mientras se acercaba y rodeaba sus brazos para darle un abrazo. Escuché
como ahora mi Bella empezaba a llorar de la emoción de ver a Charlie en esa forma. Charlie le dio
unas cuantas palmaditas en la espalda. Pensando en la vergüenza de haber sido encontrado así.
Pero alegre de que su hija no se haya ido sin primero buscarlo para despedirse de él.

"Listo, entonces. No quieres perder tu avión." Charlie le respondió. Sus pensamientos eran tristes,
aún más de lo que habían sido los de Renée.

Más vale que Edward la cuide con su vida. Era lo que más alcanzaba a leer en su mente. Que la
cuidara. Estaba seguro que Bella estaría bien a mí lado.

"Te quiero para siempre, papá. No lo olvides."

"Yo también, Bells. Siempre lo he hecho, siempre lo haré."

Bella le dio un beso en la mejilla al despedirse, y Charlie le devolvió el gesto, dándole otro beso en
la mejilla húmeda de mi Bella.

"Llámame." Le pidió Charlie.


"Pronto." Fue lo único que Bella le dijo.

"Vete, entonces. No quieres llegar tarde." Charlie le dijo de repente. Su vergüenza a las
demostraciones de amor lo estaban atacando. Bella se levantó y regresó hacia mí.

Tomó mi mano y volvimos por entre las personas, que volvían a hacer espacio para dejarnos
pasar.

"¿Estás lista?" Le pregunté a mi Bella.

"Lo estoy." Bella respondió. Había una convicción en sus palabras, que me convenció de que sus
palabras eran reales.

Cuando estuvimos en el marco de la puerta, le di un beso a mi ángel. Todos aplaudían en ese


momento. Me alejé de ella, y rodeé mis brazos alrededor de su cintura, caminamos hacia el auto y
la audiencia empezó a lanzar arroz hacia nosotros. En ese momento metí a mi Bella en el carro
cuando Emmett comenzó a lanzarlos directo a mi espalda, haciendo que rebotaron y cayeran
sobre mi Bella.

"¡Emmett!" Dije bajo mi aliento.

¿Qué pasa, hermanito? Es solo un poco de arroz.

Me decía Emmett en un tono inocente. Como si no supiera que el arroz caía sobre Bella.

Cuando estuvimos los dos dentro del auto, aceleré a toda velocidad, Bella ni siquiera se quejó de
ella. Abrió la ventanilla del auto y se asomó, viendo hacia la casa que se alejaba poco a poco de
nuestra vista. Entonces la escuché gritar.

"Los quiero." Apreté su mano, como si esa frase hubiera sido dicha para mí. Respondiendo a su
voz.

"Te amo." Le dije, cuando sus ojos volvieron a mi rostro. Se inclinó hacia mí y recostó su cabeza
sobre mi hombro.

"Es por eso que estamos aquí." Me dijo de la misma forma en que yo le había dicho. Besé su
cabello.

Apreté el acelerador cuando de repente escuché sus pensamientos otra vez. Jacob estaba
siguiéndonos en el interior del bosque, no quería perder su última oportunidad para alejar a Bella
de mí lado.

No comenté nada acerca del ruido que poco a poco escuché más fuerte. Bella tampoco lo hizo y lo
dejé pasar. Pronto la velocidad del auto fue demasiado para él, se dio por vencido, sabiendo que
Bella lo había escuchado y no hizo nada para detener el auto.

Jacob aulló de una forma, que solo decía cuan infeliz estaba del hecho de que Bella se alejaba de
él conmigo. Para siempre. Él ya no podía hacer nada, Bella y yo estábamos juntos.

CAPÍTULO 5. Isla Esme

El viaje en auto transcurrió de forma tranquila. Bella permaneció recostada sobre mi hombro, su
mano estaba seguramente entrelazada con la mía. Sus ojos se perdían en mi mirada cada vez que
volteaba a verla, y rozaba mis labios en su cabello, su frente, sus labios, su mano enlazada en la
mía. Mientras llegábamos a Seattle para tomar nuestro vuelo hacia Houston, pensaba en lo que
nos esperaba llegando a nuestro destino, Bella seguía segura de querer intentarlo. Y aunque era
lo que más deseaba, darle todo lo que ella me pidiera, me aterraba la idea de estar tan cerca de
ella como me emocionaba. Tendría que ejercer un control personal como nunca lo había
intentado. Su olor aún hacía que mi garganta ardiera en fuego cada vez que lo olía, pero era
diferente, no había cambiado su olor, sino mis reacciones, el deseo que una vez tuve de beberme
hasta la última gota de su sangre, se había ido, mi ser escapaba de la sola idea de tocar su suave
piel con mis dientes, encajarlos y tener su dulce sangre en mi boca. Nunca permitiría que mi ángel
dejara este mundo, sino era conmigo a su lado. Nunca sería el causante de su muerte. Nunca. Lo
juré en ese mismo momento.

"¿Houston?" Preguntó mi Bella, mostrando su confusión alzando sus cejas. No había soltado ni
una sola palabra acerca del lugar donde pasaríamos los siguientes días.

"Es sólo una parada en el camino." Le aseguré a mi Bella con una sonrisa. Había planeado cada
detalle para nuestra luna de miel. Todo sería en orden de que mi ángel se sintiera a gusto, que no
hubiera nada que no le gustara. Estaba casi seguro que no habría quejas del resultado.

El camino a Houston no fue muy largo, aunque Bella había caído dormida en mis brazos en el
momento que estábamos a bordo. No abrió los ojos hasta que el avión aterrizó y la tomé entre
mis brazos para levantarla del asiento. Sus ojos apenas se abrieron, y sentí como luchaba para
mantenerse lo suficientemente despierta para caminar entre las terminales. Era una suerte que su
cuerpo tuviera el peso como de una pluma, soporté todo su peso entre mis brazos, no que me
molestara tenerla en mis brazos. Cuando llegamos a registrarnos y se dio cuenta de a donde
llegaría nuestro próximo destino.

"¿Río de Janeiro?" Creí que su tono sería como el que escuché en Seattle, pero escuchaba algo de
emoción. El clima del sur de América era más parecido al que tanto amaba. El calor y la playa. Me
dio gusto que por lo menos mi sorpresa iba por buen camino. O eso creía. No íbamos
exactamente a Río.

"Otra parada." Fue lo único que le respondí. Y para mi sorpresa, Bella no dijo nada.

Sabía que mi Bella no había logrado dormir como deseaba en los últimos dos días, y en el vuelo a
Houston no tuvo oportunidad de descansar apropiadamente.

El vuelo a Río de Janeiro era lo suficientemente largo para darle oportunidad a mi Bella de
descansar, había caído dormida de la misma forma que la última vez, entre mis brazos, durmió
delicadamente. Y yo me conformé con sostener su frágil y delicado cuerpo, su hermoso rostro
estaba contra mi pecho. Todo el vuelo o casi todo, porque hubo ocasiones en las que tenía que
fingir estar dormido, me pasé observando las finas líneas de su rostro, su suave y delicada piel,
sus carnosos labios, ligeramente abiertos, escuchando su respiración, los latidos de su corazón.
Todo lo que tanto me atraía a ella, todo lo que me llamaba a amarla como nunca lo había hecho.

¿Cómo iba a hacer lo que nos esperaba dentro de unas horas? Bella seguía sin arrepentirse, sus
palabras estaban llenas de confianza, esa confianza en mí, mi fuerza, que a mí me faltaba. De una
cosa si estaba seguro, no permitiría que por ningún motivo mi Bella saliera herida de esta
situación, no lo haría. Le daría a Bella lo que tanto deseaba antes de convertirla en un monstruo
como yo. No podía negárselo, aunque estuviera seguro de que debía hacerlo. Que debía impedir
que esto pasara, antes de que algo saliera mal. La amaba tanto como ella a mí, eso era suficiente
para no lastimarla.
Después de varias horas de vuelo, el sol se estaba ocultando cuando el avión empezó a
descender. Cuando Bella despertó, sus ojos ya no luchaban por mantenerse abiertos, no sentía su
cuerpo a punto de caer al suelo por la fatiga, aún así mantuve mis brazos alrededor de su cintura.

No me tomó mucho tiempo localizar un taxi que nos pudiera llevar a nuestro destino. Bella esperó
pacientemente por el chofer a que subiera las maletas en el auto, mientras yo le daba órdenes del
lugar al que nos dirigíamos. Veía en los ojos de mi ángel que no podía entender ni una palabra
que salía de mi boca. Suprimí las ganas de reírme de su expresión. Pasamos por las calles llenas
de personas, Río era una de las ciudades más vivas de Brasil, estaban de fiesta los trescientos
sesenta y cinco días. Después de un momento, sentí que Bella se retorcía por algo, no entendí
porque reaccionaba de esa forma, pero los nervios estaban atacándome y no tuve el valor de
sacar las palabras y preguntarle que estaba pensando. No tenía idea que íbamos a hacer.

Después de algunos minutos, dejamos atrás las luces de la ciudad y llegamos al muelle, donde
tomaríamos nuestro siguiente transporte. Nos acercábamos cada vez más a nuestro destino. El
chofer del taxi bajó nuestras maletas, y después de pagar por sus servicios se alejó. Dejándonos
en el muelle, guié a Bella hacia el yate, que Carlisle había adquirido años atrás, precisamente al
regalarle la isla a Esme. Mientras caminábamos, veía como Bella admiraba cada unos de los yates
alineados, todos blancos y muy lujosos. Nos detuvimos frente al nuestro, tomé las maletas con las
dos manos y las puse en el suelo del yate.

Tan pronto como estuvieron en el suelo, regresé rápidamente para ayudar a mi Bella a subir, con
su suerte, caería directo al mar, sino la ayudaba. Bella se sentó en la orilla del yate, mientras yo
me preparaba para salir hacia Isla Esme. Veía de reojo como los ojos de Bella estaban grandes de
sorpresa, nunca había mencionado a Bella nada de barcos, no había habido por qué hacerlo. Era
raro que mi familia y yo usáramos uno. Ninguno de mis hermanos habían estado aquí, solo
Carlisle y Esme, y ahora nosotros. Zarpamos después unos momentos. Bella había estado muy
silenciosa desde que habíamos dejado el aeropuerto, y yo no veía como romper el silencio.

Seguía pensando como hacer lo que nos esperaba, como empezar. No tenía idea. Pero mientras
nos alejábamos de la ciudad, y las luces se apagaban tras nosotros, la velocidad iba subiendo, y
sentía la misma emoción por las altas velocidades, sentía la brisa del mar golpear mi rostro, y el
clima cálido que sabía cuanto le gustaba a mi Bella, pensaba en todo lo que pasaría dentro de
unos momentos, si todo salía bien, nuestra relación alcanzaría un nuevo nivel, amar a Bella de
esa forma, me emocionaba, tantas veces había fantaseado con tener a Bella de esa forma entre
mis brazos, solo que ahora, siendo ella mí esposa, lo tenía permitido. Siempre que mi mente
divagaba con imágenes de mi Bella en esa forma, me odiaba por ser tan humano y tan hombre.
Bella merecía mi respeto.

La brisa del mar, y las gotas de agua que salpicaban a mí Bella, estaban haciendo que su aroma
fuera más potente, mi garganta ardía, pero de nuevo, al ver su rostro, su piel, otro tipo de
hambre me atacaba. Con el cual tenía que ejercer aún más control sobre mí.

Habían pasado ya varios minutos desde que zarpamos, y supuse que Bella no pudo suprimir más
tiempo su curiosidad. Después de todo, aún no tenía idea de a donde nos dirigíamos.

"¿Falta mucho para llegar?"

"Media hora más." Le dije a mi ángel que se aferraba en el momento con sus manos al asiento. La
imagen me hizo sonreír. A mi Bella no le gustaba la velocidad.

Bella no volvió a comentar nada más. Puse mis ojos de nuevo hacia el mar, en unos minutos sería
capaz de ver la forma de la isla delante de nosotros. Me emocionaba el ver como mi Bella
reaccionaría a mi sorpresa.
¿Qué pensaría? ¿Le gustaría? El lugar era muy parecido a cada una de nuestras propiedades. Ya
que Esme era la encargada de diseñar y decorar, tendía a usar los mismos colores y proporciones.
Seguramente Bella se daría cuenta. Quizá la haría sentir más cómoda, más como en casa.

Después de unos veinte minutos, podía ver la forma de la isla creciendo mientras nos
acercábamos, la emoción me llenó, y sin despegar mí vista de la isla, le hablé a Bella,

"Bella, mira allá." Le dije apuntando hacia el lugar exacto donde podía ver la isla. Al ver que no
respondía, supe que era demasiado pronto para sus ojos. Me recordó al momento, hace dos años,
cuando la llevé a nuestro prado, e igual, le dije que viera el lugar a donde íbamos antes que sus
ojos fueran capaces de verlo. Bella se quedó callada, esperando, quizá, a poder ver lo que le
mostraba.

La luna estaba completamente llena, dejaba un camino de luz por encima del agua del mar que
iba a dar directo a Isla Esme. Podía ver la vegetación que la rodeaba, moviéndose de un lado a
otra al ritmo del viento que soplaba suavemente. Las olas golpeaban delicadamente la orilla de la
playa. Era una vista hermosa y pacifica.

Después de un momento, Bella preguntó, en un tono, poco más alto que un susurro.

"¿Dónde estamos?" Su voz sonaba asombrada por lo que nos recibía en frente de nosotros.
Estaba girando hacia el norte de la isla, para detenerme en el pequeño muelle. Volteé a verla, y al
ver su rostro, brillando de una forma hermosa a la luz de la luna, me dejó sin aliento.

Sonreí y le respondí. "Esta es Isla Esme."

Bella seguía admirando la belleza de la isla, mientras yo bajaba absolutamente la velocidad del
bote, lo que quedó fue suficiente para pararnos exactamente en el muelle. Cuando apagué el
motor, todo quedó en silencio. Podía escuchar hasta el más mínimo movimiento. Las olas
golpeando el bote, la orilla de la playa, la brisa en mi rostro, en mi cabello, la brisa golpeando
ligeramente la piel de mi Bella, su cabello moviéndose a su ritmo, su respiración, y lo más
importante, los latidos de su corazón.

"¿Isla Esme?" Preguntó en la misma voz baja que hace un momento, su voz sonaba más fuerte de
lo que era, por el silencio que nos rodeaba.

"Un regalo de Carlisle – Esme nos ofreció el prestárnosla." Bella arrugó la frente al escuchar mis
palabras. Podía imaginar lo que pasaba por su mente. Una isla de regalo. Quizá así entendería que
para nosotros el dinero no era nada, no valía nada. Por eso no me importaría gastar cada moneda
que poseyera en ella.

Tomé las maletas del mismo lugar donde las había dejado al subir, y las coloqué en el muelle. Me
giré para verla, y pensé en tomar solo su mano, pero estaba ansioso por tenerla entre mis brazos
de nuevo, el viaje había durado poco menos de una hora, los minutos más tortuosos; deseaba,
ansiaba sostenerla contra mi cuerpo otra vez.

"¿No se supone que esperes a que estemos en el umbral?" Me preguntó cuando la tenía en mis
brazos, le faltaba aliento por haberla sorprendido.

"No soy nada sino minucioso." Le respondí con una sonrisa. Así era, había pensado demasiado en
donde deberíamos de pasar nuestra luna de miel, deseaba que todo saliera bien.
Tomé a Bella con un solo brazo, y así poder cargar las maletas con la otra mano. De esa forma
nos dirigimos dentro de la isla, entre la vegetación que nos rodeaba, había un camino de arena
que nos llevaba hacia la casa. Todo el tiempo, sentía como si mi corazón fuera capaz de volver a
latir, estaría frenético. Ese momento escuché los latidos del corazón de mi Bella, era como si a
través de ella mi corazón se reflejara. Su corazón empezó a latir de forma descontrolada, y
escuché como su respiración se había detenido.

¿Qué estás pensando?

Quería preguntarle con todas mis fuerzas, pero Bella mantuvo su mirada al frente, donde ya se
podía vislumbrar la casa, mis ojos en su rostro, y sabía que ella los podía sentir, aún así mantuvo
su mirada al frente. De verdad quería preguntarle que pensaba, pero estaba tan nervioso que no
lograba concentrarme correctamente, algo que no debería estar pasando, debía mantener mi
mente fría, concentrada cada segundo, no me ayudaría si me distraía de esta forma, incluso antes
de que pusiéramos un pie dentro de la casa.

Llegamos a la puerta y puse las maletas en el suelo, y me acerqué a la puerta, no había necesidad
de que estuviera cerrada con seguro, apenas hoy habían venido por última vez desde que
llamamos al equipo de limpieza, sabían que llegaríamos hoy, así que habían dejado abierto.

Sin pasar por el marco de la puerta, me mantuve parado, bajé mi mirada hacia el rostro de mi
Bella, y decidí esperar hasta que pusiera sus ojos en mí, quería saber que estaba pensando, como
se sentía, y no había mejor manera de saberlo, que viendo a través de sus hermosos ojos café
chocolate que no sabían guardar secretos. Me dijeron lo que necesitaba en ese momento,
cruzamos el marco de la puerta, y la mantuve en mis brazos.

Mientras caminábamos dentro de la casa, iba encendiendo cada una de las luces, no las
necesitaba para ver, la oscuridad no era un impedimento para mis ojos, pero Bella sí necesitaba
de la luz. Bella seguía sin decir una sola palabra. Estaba observando cada rincón de la casa, pude
ver un parpadeo en sus ojos, reconocimiento. Se había dado cuenta del parecido. Su pulso se
calmó un poco, y sentí que le gustaba mi elección para pasar nuestra luna de miel.

En ese momento llegamos a nuestro destino final, la recamara. Me detuve y encendí la última luz
que se necesitaría esa noche. Bella observó cuidadosamente cada detalle dentro del cuarto, vi
como su mirada se movía de las paredes al cristal que conformaba la pared más lejana del cuarto,
se quedó mirando unos momentos, quizá apreciaba el paisaje que se veía a través del cristal, la
luna brillaba en su totalidad y se escuchaban las olas como un tranquilo fondo de música. Su
mirada se fue directo a la cama que estaba en el centro, sus ojos permanecieron observando la
cama. No estaba seguro de querer saber lo que pasaba por su mente.

La coloqué en sus pies, no sabía que hacer o que decirle en el momento. No venía nada a mi
mente.

"Yo… iré por las maletas." Decidí ir por ellas y traerlas al cuarto. Darle un minuto a mi Bella.

Regresé a la puerta de en frente en lo que duró uno de los latidos de su corazón. Al menos se
escuchaban tranquilos. Su respiración también lo estaba. Me detuve un momento, escuché sus
pasos avanzando en línea recta, ¿hacia la cama? ¡Dios! ¿Qué iba a hacer si regresaba y estaba en
ella, esperando por mí? Escuché como su delicada mano rozaba la red de la cama.

Regresé de inmediato a su lado, no soportaba estar mucho tiempo lejos de ella. Puse las maletas
sobre el tocador. Entonces vi como el clima caluroso estaba afectando la temperatura de su
cuerpo. Unas gotas de sudor empezaban a caer sobre su cuello.
Sin poder evitarlo, me acerqué por detrás de ella, ni siquiera escuchó mis pasos. Alcé mi mano, y
pasé uno de mis fríos dedos sobre su piel, limpiando el rastro de sudor que se formaba al caer por
su piel. Bella ni siquiera tembló por el frío de mi piel. Su piel era tan suave...

"Está un poco caluroso aquí." Le expliqué a Bella, sabiendo que era consciente del hecho. Había
pensado que ese clima haría las cosas mejor. Por lo menos Bella no se congelaría del frío entre
mis brazos. "Pensé… que sería mejor."

"Minucioso." Bella dijo por debajo de su aliento. Su palabra me hizo sonreír, quizá nunca había
salido esa risa de mí, era nerviosa. Nunca había estado en una situación como esta.

"Traté de pensar en todo lo que pudiera hacer esto…. más fácil." Le dije a mi Bella, pensando en
que este clima era más apropiado para que Bella quisiera pasar el resto del tiempo entre mis
brazos. Lo que me hacía más feliz que nada.

Al escuchar mis palabras, Bella tragó saliva de una forma ruidosa, estaba nerviosa, y aún no
levantaba su mirada hacia mi rostro. Pensé que ni ella ni yo sabíamos como empezar esto,
necesitábamos una distracción, algo que nos relajara y preparara.

"Me preguntaba" le dije cuidadosamente, creí que sería una buena idea. "si… primero… ¿tal vez
quisieras nadar en la oscuridad conmigo?" No podía creer cuan nervioso estaba. Después de todo
Bella ya era mi esposa, era lo normal. Así que tomé aire profundamente, y cuando volví a hablar,
mi voz volvió a sonar razonablemente normal. "El agua estará caliente. Esta es la clase de playa
que apruebas."

"Suena bien." Bella respondió y su voz se quebró al final. Era más fácil para mí el controlar mis
emociones que para ella.

"Estoy seguro que querrás un minuto o dos para ser humana... Fue un largo viaje." Le daría
oportunidad para estar sola y pensar seriamente en lo que quería hacer, si es que seguía segura
de querer hacerlo.

Lo mejor sería que se arrepintiera y me pidiera que lo dejáramos para cuando ella fuera un
vampiro. La verdad era que no quería esperar, pero lo que quería y lo que debía ser, eran dos
cosas muy diferentes. Así que cuando asintió una vez con su cabeza a mis palabras, me sentí un
poco tramposo, estaba alentándola a hacerlo.

Acerqué mi cabeza a sus hombros, puse mis labios sobre la piel de su garganta, rocé suavemente
su piel desde su garganta hasta la parte inferior de su oído. Luego le susurré. Su ahora demasiado
caliente piel, causaba que la corriente eléctrica que sentía al estar tan cerca de ella me recorriera,
me hizo sonreír, que bien se sentía el tener su hermosa piel tan cerca de mis labios. Sentí como
un cosquilleo recorrió la parte de su cuello donde mi frío aliento tocaba su piel desnuda.

"No tarde demasiado, Sra. Cullen." Saltó un poco cuando me escuchó llamarla por su nuevo
nombre. Me encantaba saber que mi piel tocando la suya todavía la estimulaba. La emocionaba.

Volví a poner mis labios sobre su piel, y recorriendo la piel de su cuello hasta la punta de su
hombro, le dije. "Te esperaré en el agua."

Sabía perfectamente que no debíamos hacer esto, no todavía. Pero ahora todo mi ser deseaba
tenerla y hacerla mía, solo mía. Pase a su frente, me dirigí hacia la puerta, donde iría a dar
directo a la playa, donde esperaría por mi ángel a venir a mí. Un pensamiento travieso se vino a
mi mente. Me llevé las manos hacia los botones de mi camisa, y los desabroché de forma lenta,
sentía como los ojos de Bella seguían cada movimiento que hacía, uno por uno fueron dejando
que mi camisa se abriera, hasta que llegué al último. Seguí caminando y dejé caer mi camisa en
el piso. Estaba tentándola, casi seduciéndola para que me siguiera. Salí por las puertas y sentí
como el aire entraba hacia la habitación.

Seguí caminando hacia la playa, mientras lo hacía a una velocidad humana. Pensaba cual sería la
mejor forma de esperar a mí Bella, una cosa le había dicho, "te esperaré en el agua", ya me había
quitado la camisa, y seguí pensando en que hacer ahora. Después de unos minutos de darle
vueltas al asunto, me detuve frente a un tronco torcido que estaba a la orilla del camino de arena.
Me quité los zapatos y los calcetines, después me llevé las manos, sin pensarlo, hacia mi
pantalón, quité mi cinto y desabroché el botón, bajé el zipper y me quité el pantalón, después la
ropa interior y las dejé a un lado del árbol. Me fui directo a la playa, y me sumergí.

El efecto que me hacía sentir el agua sobre mi piel desnuda, era tranquilizador, el sonido de las
olas golpeando suavemente contra la arena, contra mi cuerpo, me permitía tener la mente clara,
pensar con mayor facilidad acerca de la situación. No tenía ni idea de como lograría darle a Bella
lo que me pedía, como hacerlo sin lastimarla, cómo lograría reunir la fuerza suficiente para no
hacerle daño, para mantenerme concentrado.

¿Cómo mantenerme concentrado? Sí al estar solamente entre sus brazos, tocando sus labios con
los míos, sus manos en mi cabello, aferrándose a mí por el cuello. Me hacían perderme en ella, mi
mente se volvía loca y perdía toda la razón.

¿Cómo lo haría ahora, teniéndola tan cerca de mí cuerpo, su caliente piel sobre mi fría piel? Sus
manos llegando a lugares donde nunca le había permitido estar tan cerca, mis manos en lugares
que yo no me había permitido tener entre ellas. Mis labios sobre su piel desnuda, su rostro, su
cabello, sus hombros, sus piernas... sí en ese momento, solo imaginando que todo su cuerpo
estaría al alcance de mis manos, y todo mi cuerpo, todo mi ser, estaría al alcance de las suyas.
Temblaba de anticipado placer.

Me concentré en cada una de sus palabras, cada uno de sus suspiros, cada una de sus miradas,
cada una de sus sonrisas. Cada una de ellas dirigidas a mí. Cada vez que salían de sus labios un
"te amo", cada vez que la veía dormir y en sus sueños suspiraba mi nombre, cada vez que sus
ojos se sumergían en los míos, abriendo la única puerta que tenía hacia su alma, cada una de sus
sonrisas cuando me veía llegar, o cuando entendía mis intenciones al inclinarme hacia su rostro
buscando sus suaves y carnosos labios que me llamaban a tocarlos con mis labios. Cada vez que
su corazón se ponía frenético al tenerme tan cerca de ella, cuando su respiración se cortaba
después de mis besos. Como su manos se aferraban entre mi cabello, rogándome por no
separarme de sus labios, de la piel de su hermoso cuello, que mantuviera segura mi mano en su
espalda, jalándola más hacia mi cuerpo...

El sonido del agua cayendo de la regadera interrumpió mis pensamientos, escuché como la caída
de las gotas se veían interrumpidas por la entrada de alguien a ellas, mi Bella estaba tomando
una ducha. Eso era raro. Bañarse antes de entrar al agua salada del mar. El pensar en su cuerpo
bajo el agua en esos momentos, me puso absurdamente celoso de esas gotas de agua, estaban
recorriendo cada centímetro de la hermosa y suave piel de mi Bella como mis manos nunca
habían hecho. Me recorrió un deseo casi incontrolable de salir corriendo a su lado y tomarla entre
mis brazos en ese instante, hacerla mía de una vez por todas, nunca separarme de su lado,
nunca.

No supe como logré controlar ese deseo que me invadió de forma sorprendente, pero lo hice.
Bella merecía tener la opción de arrepentirse, o de estar completamente segura que aún quería
intentarlo. Intentarlo, eso era todo lo que le había prometido. Aunque estaba seguro que no
podría lastimarla, mi corazón me gritaba que no tuviera miedo, que me olvidara de ese miedo
irracional que me estaba invadiendo, que me estaba haciendo dudar de ser capaz de amar a Bella
de esa forma sin lastimarla.

Sabía que mi mente era más fuerte que mis deseos, lo había sabido desde el momento en que fui
capaz de tocar sus sabrosos labios con los míos, dos años atrás, cuando regresábamos de nuestro
prado. Todo este tiempo, había sido capaz de tocar su frágil piel con mis manos duras sin
lastimarla ni un poco. Había tenido su quebrantable cuerpo bajo el mío con facilidad, no había
perdido el control al sentirla de esa forma bajo mi cuerpo, había contenido mis ganas de tomarla
en ese momento, cuando mi Bella me rogó porque intentáramos esa locura antes de nuestra
boda, me había contenido en mi momento de debilidad, cuando sentí que ya no lo soportaría más,
ese día en nuestro prado, incluso mi Bella se contuvo, cuando en sus ojos veía el deseo, en sus
besos sentía el mismo deseo que yo sentía.

Habíamos hecho todo de la forma correcta, el alma de mi Bella seguía intacta, tan limpia y pura
como lo había sido desde el día que sus ojos vieron la luz por primera vez.

El agua que caía sobre su piel se apagó, escuché sus pasos girando y después una toalla
deslizándose sobre su cuerpo. ¿Qué usaría mi Bella para seducirme dentro de esta locura? No
importaba lo que fuera, no necesitaba usar nada para que mi ser deseara tenerla entre mis
brazos. Ni había nada en este mundo que me hiciera no desearla.

Sabía que en unos momentos mi Bella estaría caminando hacia mí, decidí sumergirme un poco
más, nadé rápidamente mar adentro, pensé que cazando unos cuantos animales iba a controlar
mi sed, si iba a estar tan cerca de ella y con mi mente concentrada en no lastimarla, sería bueno
que mi cuerpo estuviera nadando en sangre, de esa forma tendría menos oportunidad de desear
tener mis dientes dentro de su piel, y su sangre en mi boca. Después de unos minutos, regresé a
la superficie, me quedé de pie de vista al mar, la mitad de mi cuerpo estaba bajo el agua. Coloqué
mis manos por encima del agua, sintiendo las olas golpearme, mi cuerpo no se movía ni un
milímetro.

Me concentré en los latidos de su corazón y su respiración, esperando. Había algo en ellos, sus
latidos estaban un poco fuera de ritmo, su respiración era rápida y cortada.

¿Se estaba echando para atrás?

Sería lo mejor. Me repetí, convenciéndome que Bella debía decirme que no quería hacer lo
acordado, no todavía. Aún cuando estaba convencido de que esto era un grave error, no era
capaz de darle como respuesta a mi Bella un no, mi debilidad por querer darle todo lo que me
pidiera, me había metido en esta situación. Pero aquí el problema, es que no era solo el deseo de
decirle que sí a ella, sino que quería decirle que sí por mí, porque la deseaba como nunca antes
había codiciando el cuerpo de alguien, ni siquiera amarlo y desearlo de esa forma. Bella era la
única mujer que me tenía al cien por ciento a sus pies, y todo para ella.

¿Cómo íbamos a hacer esto? Mis dudas volvían a mí. ¿Cómo? Estaba a punto de decidir decirle no
a mi Bella, negarme rotundamente como no había tenido la fuerza necesaria para hacerlo esa
noche en que me lo pidió. Cuando en ese momento, escuché a mi Bella susurrar bajo su aliento,
tres palabras que me dieron el valor que se me había estado escapando, "No seas cobarde".
Escuché como Bella se levantaba del suelo y abría la puerta del baño. Sus pasos no se detuvieron
frente al tocador donde había dejado su maleta, los escuché cuando tocaron la suave arena del
camino que la traería hasta mí. Coloqué mi mirada hacia la luna, que esta noche sería testigo de
nuestro amor.

Escuché como sus pasos se apagaban por un momento, sentía sus ojos pegados en mi figura,
sentía como quemaban en mi piel, era todo suyo y siempre suyo. ¿Cómo negarme a entregarme a
sus deseos, cuando ella era mi dueña? Podía hacer lo que quisiera conmigo. Entonces me di
cuenta del lugar donde se había detenido, cuando dejó caer la toalla que cubría su cuerpo a lado
del sonido que hacía el viento al golpear mi ropa. Sabía que si mi corazón fuera capaz de latir, en
ese momento estaría haciéndolo como loco. Mi respiración se detuvo, Bella estaba desnuda,
acercándose a mí.

Sus pasos se volvieron a escuchar después de unos segundos, escuchaba como sus pies tocaban
suavemente la arena debajo de ellos, cuando llegó a la orilla de la playa, escuché las pequeñas
olas golpeando su piel, el sonido de su corazón se escuchaba más cerca, casi podía sentir el calor
de su piel quemando la mía, sentí como sus pasos eran cuidadosos, con miedo a caerse. La arena
debajo del agua seguía la forma de sus pies sobre ella, dejándola caminar sin problema alguno.

Unos segundos más, me dije.

Sentí como su hermosa y suave mano se colocaba sobre la mía, el agua que bañaba nuestros
cuerpos no se comparaba en nada con el calor de su cuerpo, solo su calor y su piel podían
hacerme sentir como en el cielo, sentir la corriente eléctrica que tanto había llegado a amar, como
los latidos de su corazón, su respiración, toda ella.

"Hermosa." Fue lo primero que salió de sus labios al estar a mí lado. ¿La luna? ¿Cómo podía
compararla con ella? Era imposible.

"Todo está bien." Le dije suavemente, mientras me volteaba en su dirección para admirar la
verdadera belleza que solo podía ver con ella a mí lado. Nuestros ojos se encontraron, sentía
como mi cuerpo formaba pequeñas olas que chocaban contra su piel, su mano seguía sobre la
mía, así que la volteé de forma que quedaran palma sobre palma, y entrelacé nuestros dedos
juntos. De esa forma sumergí nuestras manos bajo el agua del mar. La frialdad de mi piel contra
el calor del agua era suficiente para no hacerla temblar.

"Pero yo no usaría la palabra hermosa, no contigo aquí en comparación." Le dije a mi ángel, quien
sonrió a mis palabras, sin quejarse por primera vez de que le dijera lo hermosa que era. No me
había atrevido a dejar que mi mirada se perdiera en su cuerpo desnudo, porque no podría evitar
el tomarla en ese momento, sin darle oportunidad de pensarlo bien. Vi como su mano, la que no
estaba entrelazada entre la mía, se levantaba del agua y la colocaba sobre mi pecho. Sobre el
lugar exacto donde mi corazón debería estar latiendo descontroladamente si fuera posible. Su
mano sobre mi piel, envió la corriente eléctrica directo a mi corazón muerto. Sentí como un
temblor me recorría, mi respiración se volvía entrecortada. Intentarlo, estar con ella, ella en mis
brazos, de esa forma...

"Te prometí que lo intentaríamos," le susurré, en mi voz se escuchaba la preocupación que me


llenaba en el momento. Aún no estaba seguro de como terminaría esto. "Si… si hago algo mal, si
te lastimo, me debes decir inmediatamente." Le exigí, sin dejarla escuchar como mi voz le rogaba
porque me dijera que no. Que ya no quería intentarlo.

Bella afirmó con su cabeza, sus ojos nunca dejaron los míos, en ellos veía la promesa, la
confianza que me estaba entregando. No veía ninguna señal de desconfianza, de miedo. ¿Cómo
fallarle a este bello ángel que había sido destinado a ser mío? No lo haría.

Sin despegar nuestras miradas, Bella tomó un paso hacia adelante, cortando la pequeña distancia
que se interponía entre nosotros. Vi como su cabeza se inclinaba hacia mi pecho, recostando su
rostro sobre mí, sentía cada centímetro de su cuerpo contra el mío. El calor de su cuerpo me
llenaba por completo.
"No tengas miedo." Me dijo en un susurro. "Nos pertenecemos." Y con esas palabras no había
forma de negarme, de negar la verdad en ellas. Había sido suyo y solo suyo, desde el momento
en que mis ojos se habían posado en su rostro, en sus hermosos ojos café chocolate la primera
vez que la vi cruzar mi camino en aquella cafetería. Había sido suyo, y ni siquiera me había dado
cuenta, del poder y el control que desde ese momento su belleza, su inteligencia y su silencio
tendrían sobre mí.

Puse mis brazos a su alrededor, y le susurré. "Para siempre." Y entonces la tomé entre mis
brazos, y nos dirigimos a aguas más profundas.

¡Dios! Apenas habían pasado unos minutos desde que mi ángel había caído rendida en mis brazos,
en ese momento estaba profundamente dormida. Como deseaba el poder interrumpir su sueño
para comenzar donde su energía había terminado con sus deseos de seguir. Aún no podía creer
que mi Bella, mi ángel estuviera entre mis brazos, intacta, literalmente. Ahora no había nada ni
nadie que pudiera separarme de esta hermosa persona que me había elegido a mí para ser el
dueño de su ser, de su amor, de ella, tanto como ella era mí dueña.

Los recuerdos de este primer encuentro entre nuestros cuerpos estaría grabado en mi memoria
para toda mi existencia, no tenía idea que Bella era capaz de darme mayor felicidad de la que ya
me daba con tan solo estar conmigo, con tan solo haberme dicho sí a mí. Ese sí tan anhelado por
otros, pero que yo había sido el afortunado de escucharlo de sus labios.

La Bella que tenía en mis brazos, era la misma de la que me había enamorado para toda mi
existencia, y aún así, era completamente diferente, nunca pensé que podría experimentar mayor
felicidad, pero el escuchar mi nombre salir de sus labios en esa posición, no se podía comparar
con escucharlo en sus sueños, en sus sueños solo podía imaginar que era yo con quien soñaba,
que eran buenos sus sueños sobre mí y no pesadillas; de esta forma, con nuestros cuerpos
hechos uno solo, no había forma de negar que era feliz a mí lado. Que no había nadie más con
quien ella quisiera estar que conmigo.

Teniéndola recostada sobre mi pecho, su cuerpo aún desnudo sobre cada parte del mío, sabiendo
que había sido capaz de controlarme y no lastimarla. Estaba seguro, Bella no se había quejado ni
siquiera una vez, en lugar de eso, cuando me alejaba de ella, aunque fuera un milímetro, Bella se
aferraba a mí con más fuerza pidiéndome por más placer. Y cada vez que cumplía con sus deseos,
se escapaban de sus seductores labios, los sonidos más sensuales que de ella jamás había
escuchado salir por mí causa. Cada vez que mi mente amenazaba con distraerse, trataba de
alejarme de mi ángel, para recuperarme y no lastimarla, entonces sus labios me pedían más.
Había trazado con mi mano cada parte de su hermoso cuerpo. Mis labios lo habían recorrido como
nunca había soñado poder, mi lengua tocando suavemente su piel desnuda, y cada vez, Bella
rogando por más.

Sí el ser capaz de conocer cada línea de su cuerpo me hacía feliz, me causaba un placer
desconocido hasta ese momento, sentía incluso más placer, al sentir a Bella conociendo mi
cuerpo, tantas veces le había negado el deleitarse con mi figura, sus manos recorrieron cada
parte mi, sus labios besaron todo lo que quería, no podía negarme a permitirle desear lo que ya
era de ella. Cada una de sus caricias enviaba una corriente eléctrica más fuerte, con más
descarga que las que había sentido antes, cada una me hacía temblar de placer, me hacían querer
aún más de ella. Poder entregarme completamente a su cuerpo, con todas mis fuerzas, sin
restricciones, sin miedo, por ella o por lo que yo pudiera hacerle.

Su cuerpo seguía sobre el mío, me hacía feliz el pensar que en esos momentos, mi Bella ansiaba
tener la frialdad de mi cuerpo contra cada poro de su piel caliente. En ese momento no odiaba la
frialdad que había formado parte de mí desde el momento en que me convertí en este monstruo.
Podría tener a Bella el resto de su vida aquí, de esta forma, en mis brazos, sin necesidad de estar
arropada con un edredón para no congelarse con mi frío.

Seguiría mi vida entera de la misma manera. Lo había logrado, los dos. Pero en ese momento vi
los restos de las plumas de las almohadas de Esme que aún estaban regadas por toda la cama,
por el cuerpo de mi Bella e incluso el mío, y recordé lo cerca que estuve de fallarle a este hermoso
ángel que se había entregado a mí, que había puesto toda su confianza en mí. Y volví a odiar al
monstruo sediento de sangre que vivía dentro de mí. Había estado recorriendo con mi lengua,
saboreando el dulce sabor que tenía la piel de mi Bella, escuchando a su corazón latir de una
forma que nunca había escuchado, su sangre latiendo por cada una de sus venas, sentí el
monstruo despertar por un momento, mi ángel ni siquiera se dio cuenta de mi momento de
debilidad, de miedo total por perder mi control, tomé lo primero que estuvo al alcance de mis
manos, y me lo llevé a la boca, había destrozado las almohadas en mi intento por recuperar el
control de mí mente, de mí sed. Cuando Bella sintió que la dejaba, se aferró a mí, y pronunció las
únicas palabras que quería escuchar por el resto de mi existencia. "Edward, te amo." El monstruo
desapareció en ese instante y volví a tener a Bella en mis brazos, dándole lo que me rogaba en el
momento.

En ese momentos me conformé con recorrer cada línea de su cuerpo que estaba al alcance de mis
manos, su rostro, su cabello, sus labios, sus brazos, su espalda desnuda... su piel era tan suave,
tan delicada, tan hermosa, la temperatura que su cuerpo emanaba hacía que mis dedos
absorbieran el calor de su piel, como si fuera mi calor, la corriente eléctrica no dejaba mi cuerpo,
y cada vez que tocaba alguna parte de su frágil piel, los recuerdos se venían a mi mente,
haciéndome temblar internamente de placer.

Las relaciones físicas son casi tan poderosas como beber sangre humana. Escuché la voz de mi
hermano diciéndome, solo unas horas antes de la boda.

No, me dije. Había probado la dulce sangre de mí Bella, y había podido resistir de algún modo,
que aún no estaba seguro, había podido pasar los últimos dos años luchando mi sed por su
sangre, y lo único que había logrado que eso pasara, era mi amor por Bella, mi deseo por ella. No
había nada más poderoso que estar con ella de esa forma, estaba seguro que no soportaría
mucho tiempo sin tener a Bella de nuevo entre mis brazos, en estos momentos era casi imposible
mantener en línea el deseo que me invadía de hacerla mía otra vez, solo la imagen de mi ángel
completamente dormida en mis brazos me detenía. Apenas.

Fue entonces cuando lo vi.

Grandes moretones empezaban a querer formarse en la blanca piel de mi Bella, moretones sobre
su espalda, sus hombros, sus brazos, su rostro, incluso sus piernas y su pecho, seguramente,
aunque no podía verlos porque estaban escondidos de mi vista. La había lastimado, después de
todo. No podía creer que hubiera permitido que pasara eso. Era un monstruo, ¿qué más esperaba
que pasara? Teníamos suerte que sus huesos estuvieran intactos, cuando casi perdí el control.
¿Suerte? ¿Esto era suerte? ¿Que Bella hubiera salido sin huesos rotos? No tenía idea de lo que
estaba hablando. Suerte hubiera sido que Bella no se hubiera enamorado de un monstruo como
yo, que nunca hubiera decidido irse a vivir a lado de su padre en Forks, o que mi familia nunca
hubiera regresado. Que yo nunca hubiera regresado. Bella no se hubiera enterado de la terrible
verdad que mi familia y yo escondíamos, que yo nunca hubiera escuchado a mi Bella diciendo
esas palabras que me unieron a ella para siempre, que hicieron que mi corazón muerto volviera a
vivir.

Pero esto no era culpa de mi Bella, era mía, solo mía. No había nadie más a quien culpar en esta
historia. Yo, por aferrarme a este hermoso ángel, que teniendo tantas opciones para ser feliz
como humana, decidió elegir al monstruo sediento de su sangre. Entregar su alma para pasar el
resto de la eternidad con alguien que ni siquiera podía amarla físicamente sin lastimarla. ¿En qué
estaba pensando? En nada, seguramente. Me engañé a mí mismo al pensar que podría hacerlo sin
consecuencias. Seguramente mi Bella estaba muy lastimada, ¿qué tanto? No sabía. Sus huesos
estaban intactos, no había escuchado ninguna fractura.

Cuando pensé que nada podía ser mejor, que la vida no me podía dar más felicidad, tenía que
pasar esto. Los moretones se empezaban a notar con los minutos cada vez más. Cada lugar en
que mis manos habían experimentado la suave y ahora más que nunca frágil piel de su cuerpo.
Sentí revulsión hacia lo que había hecho, lo que le había causado a mi Bella, que suavemente
moví a Bella hacia mí lado, ya no estaba más entre mis brazos, y dolía el separarme de ella. Me
levanté de la cama, y me fui directo a una de las maletas con mi ropa, tomé un pantalón color
caqui, me di un baño en lo que duraron diez de sus latidos, y me senté en la orilla de la cama.
Admirando su belleza.

¿Cómo no odiarme cuando se despierte de su sueño y vea lo que le hice? Seguramente no querrá
que me acerque a ella. Eso sería lo mejor. Y así sería. ¿Pero qué estaba diciendo? ¿Cuándo Bella
había reaccionado como una persona normal lo haría? Sus reacciones siempre eran lo contrario a
lo que esperaba o a lo que deberían ser. Seguramente trataría de convencerme que estaba
perfectamente bien, que no le dolía, todo por hacerme sentir mejor. No me iba a engañar esta
vez.

Bella no había pronunciado ni una sola palabra desde que había caído dormida. Y el hecho empezó
a preocuparme. Quizá subestimé el daño que le había causado. ¿Estaba bien? ¿Estaba
inconsciente? ¡Dios! Me iba a volver loco de la desesperación, tenía que saber cuan herida estaba.
Ni siquiera se movía, Bella se movía mucho al dormir. ¿Era una señal de que algo estaba mal con
ella? Quizá la había lastimado más de lo que podía ver. Empezó a darme un ataque de pánico. No
podía soportar la idea de que mi Bella estuviera sufriendo, y regresé en menos de un segundo a
su lado. Gotas de sudor empezaban a caer por su frente y su espalda. Volví a colocarme debajo
de su cuerpo, la tomé entre mis brazos de una forma en la que nunca había hecho, imaginaba que
su cuerpo era algo mucho más delicado que una burbuja. No debía moverla indebidamente, no
quería que le doliera más, de lo que seguro ya le dolía. Su cuerpo estuvo de nuevo encima del
mío, el cambio fue inmediato, recorrí mi mano sobre su frente, su cuello, su espalda, tratando de
calmar el repentino calor que mi ausencia le había causado.

Me dolía el ver lo que le había hecho, pero aparte del hecho de que no podía apartar mi vista de
su piel, era que debía obligarme a ver lo que le había hecho, grabarlo en mi memoria, no podía
permitir que esto volviera a pasar. No volvería a tener sexo con mi ángel hasta que fuera un
vampiro, no volvería a lastimarla. La próxima vez los dos seríamos iguales, mi fuerza no la
lastimaría, no tendría que retenerme, que cuidarme de perder el control, por el contrario, me
podría perder todo lo que quisiera en su cuerpo sin hacerle ningún daño.

El sol tenía varios minutos de haber empezado a salir. La luz que traía con él, me dejaba ver aún
más como los moretones en su cuerpo se esparcían por todos lados. Cuidadosamente, puse mis
dedos en las marcas que había dejado, y sin sorprenderme, mis dedos coincidían perfectamente,
cada uno de los lugares que mis manos se habían permitido tocar con más fuerza de la necesaria,
habían dejado una marca, un recordatorio temporal de no volver a tocarla hasta que fuera como
yo.

Mi memoria fotográfica y las marcas en su cuerpo, no me dejarían olvidar lo que le había hecho.
Yo no me permitiría olvidarlo.

Mientras el sol seguía subiendo, sentí como los brazos de mi Bella empezaron a moverse. Me
preocupé. ¿Debería estar haciendo eso? No tuve oportunidad de pensar mucho en su movimiento,
sus brazos subieron por mi pecho, hasta que alcanzaron mi cuello. Los entrelazó en el, y se quedó
tan quieta como antes. ¿Es acaso que le dolían y estaba buscando el frío de mi piel para calmar el
dolor? Fue una tortura el no poder leer su mente, para saber que estaba pasando por ella, fue una
tortura todas esas horas en que sus ojos se mantuvieron cerrados, una tortura de la que no veía
que pudiera despertar o dejar atrás.

Habían pasado más de diez horas desde que había caído dormida. Bella no era del tipo que dormía
tantas horas. Quizá el cansancio y agotamiento de esa noche había sido demasiado. Después de
todo, ella solo era aún humana. Su cuerpo y su mente necesitaban descanso, recuperar energía,
algo que mí cuerpo no necesitaba.

Esperando a que mi ángel despertara de su sueño, me dediqué a trazar los patrones que mis
dedos, demasiado fuertes contra su piel, habían dejado. No eran muchos los que se podían ver,
pero sabía que sería peor conforme los días pasaran, apenas se estaban formando. Dejé de
repasar el daño que le había causado a su hermosa piel, mantuve mis brazos quietos sobre su
espalda. La tenía abrazada, manteniendo el frío de mi piel sobre su caliente cuerpo. Los rayos del
sol empezaron a entrar por el cristal, cayendo sobre su piel desnuda. Sentí como los rayos
calentaban la piel de su cuerpo donde mis brazos no alcanzaban a cubrirla.

Escuché como su respiración empezaba a cambiar, y los latidos de su corazón también. Empecé a
trazar de nuevo las marcas en su piel, suavemente, delicadamente, cada una de ellas, como si
estuviera dibujando patrones sobre ella. Bella sintió el cambio, y sus brazos se apretaron a mi
cuello. ¿Le dolía? Bella no pronunció palabra alguna, mis dedos dibujando sobre la piel desnuda de
su espalda. Unos segundos después escuché a su estomago rugir. Tenía hambre. Bella sonrió ante
un pensamiento que cruzó su mente. Pero no podía encontrar nada en el momento que pudiera
hacerla sonreír. No podía entenderlo, y me frustraba el no poder leer su mente, como siempre que
sus reacciones me tomaban por sorpresa.

"¿Qué es lo chistoso?" Le susurré, no podía hacer que mis manos se separaran de su piel, seguía
trazando los moretones que se hacían cada vez más notables. Bella no respondió, y en lugar de
eso vi como la piel de su cuello se sonrojaba, un hermoso color rojo coloreaba su piel blanca, su
rostro se había puesto más caliente de lo normal, seguramente la piel de su rostro estaba igual de
sonrojada que la piel de su cuello.

En ese momento me odiaba tanto, que ni siquiera el flujo de sangre coloreando su piel, hizo que
mi boca nadara en veneno, ni que mis músculos se tensaran como preparándose para atacar.

Su estomago volvió a gruñir, y escuché la risa musical de mi Bella salir de sus labios. ¿Qué era lo
chistoso? Bella respondió a mi pregunta. "No se puede escapar de ser humana por mucho
tiempo."

Bella no dijo nada más. No pude reír de su "chiste" como de seguro ella lo consideró. ¿Escapar de
ser humana? ¿Qué se había considerado en las últimas horas? ¿Algún tipo de súper mujer que
podía soportar lo que fuera? Pues se equivocaba. Seguía siendo la misma humana que hace dos
horas, o diez, o dos días antes cuando me decía frente al altar "Sí, acepto".

Sí, algo estaba completamente mal con el funcionamiento de su cerebro y lógica. No podía ver su
expresión, tenía mi mentón sobre su cabeza, que repentinamente se había puesta tensa con su
comentario. Mis ojos estaban viendo hacia el dosel de la cama. Sentí como Bella movió su cabeza
de debajo de mi mentón, sentí su movimiento, y sus ojos ahora estudiando cuidadosamente mi
rostro. Su corazón se detuvo por un segundo, luego empezó a latir de nuevo, algo en mi la había
sorprendido o asustado. Su respiración se mantuvo estable.
"Edward." Bella me dijo, su voz sonaba como si tuviera un nudo en la garganta. "¿Qué pasa?
¿Qué está mal?" Me preguntó, y me molestó, acaso quería que sacara las palabras de mí boca.
Que le dijera que tanto daño le había hecho.

"¿Tienes que preguntarlo?"

Mi tono salió mi boca con más dureza de la que pretendía. Pero no podía fingir que estaba bien.
Bella se estaba haciendo la tonta, tratando de ocultar sus sentimientos de seguro. Ya lo había
dicho, no me iba a engañar esta vez. Bella se quedó pensando por un momento. Su expresión
cambió tan radicalmente que casi no lo soporté. Las líneas de su frente se hicieron más
pronunciadas. ¿De verdad no entendía mi mal humor? ¿No entendía o no quería aceptar la
verdad?

Sus ojos solo me decían una cosa. Preocupación. ¿De qué tenía que estar preocupada? Oh, claro.
Saber que tanto daño le había causado en tan solo una noche. A mí también me preocupaba. No
sabía exactamente que tanto dolor estaba sufriendo en ese momento mi Bella.

Llevé uno de mis dedos hacia su frente, y los suavicé hasta hacerlos desaparecer.

"¿En qué piensas?" Le pregunté, no entendía bien porque sus ojos me decían que estaban
preocupados. La tortura que había sentido durante toda la noche regresaba a mí.

"Estás molesto. No lo entiendo. ¿Acaso hice…?" ¿Acaso hice qué? No quería pensar que Bella
quisiera echarse la culpa de esta situación. Ella no tenía la culpa de que yo fuera un monstruo que
no podía controlar su deseo, su fuerza para amar a su esposa sin lastimarla. No era su culpa, era
mía.

Era hora de la verdad.

"¿Qué tan lastimada estás, Bella? La verdad – no trates de minimizarlo." Exigí a mi ángel. No te
dejes engañar, me dijo a mí mismo.

"¿Lastimada?" Bella repitió, su voz salió de sus labios más alta. ¿Sorpresa? Quizá había pensado
que no me daría cuenta de ese hecho, y que lo dejaría pasar. Era la única explicación lógica que
encontraba.

Levanté una ceja, diciéndole que no tratara de engañarme. Que sabía que estaba lastimada. Tenía
los labios apretados, esperando por una respuesta de su parte. Bella, entendiendo mi pregunta,
empezó a checar sus brazos, sus piernas, estaba revisando su cuerpo, luego tensó y flexionó los
músculos de cada parte de su cuerpo. Para ser honesto, no veía en sus ojos, o en sus expresiones
dolor alguno, pero Bella había aprendido como esconder sus verdaderas emociones muy bien. No
te dejes engañar, me volví a decir. Sus ojos volvieron a mi rostro, y estaban enfadados. Entonces
sí se había dado cuenta de a que me refería. Ahora estaba molesta conmigo por lo que le había
hecho. Eso era lo mejor.

"¿Porqué sacarías esa conclusión? Nunca he estado mejor de lo que estoy ahora." ¡Rayos! Lo
sabía, lo sabía. Tal como me lo había temido. Bella estaba tratando de esconder la verdad. ¿Por
qué me hacía eso? Eso me hacía sentir peor que escuchar que se quejara, y por primera vez me
pidiera que me alejara de ella. Era lo menos que me merecía. Cerré mis ojos en exasperación.

"Detén eso." Tenía que dejar de fingir. Por favor.

"¿Detener qué?" Me preguntó. ¿Había que decirlo? No había de otra. Tenía que hacerla ver.
"Deja de actuar como si no fuera un monstruo por haber accedido a esto." ¿Cuántas veces le
había dicho la clase de monstruo sin alma que era? Creí que su amor me había cambiado aunque
sea un poco. Pero el haber accedido a esto, fue la gota que derramó el vaso. No había otra forma
de considerarme en ese momento. Era un monstruo, y no había más verdad que esa.

"¡Edward!" Bella susurró, y su tono estaba realmente molesto ahora. ¿Por fin aceptaría la verdad
de mis palabras? "Nunca digas eso de nuevo." No, no, no. No veía la forma de hacer entender a
este hermoso ángel la verdad de mis palabras.

"Mírate Bella. Y luego me dices que no soy un monstruo." No pude ver en sus ojos, como cada
emoción que sentía cruzaba por su mirada. ¡Que frustración! Y cuando empezaba a creer que
nunca se convencería de la realidad. Escuché un grito ahogado. Estaba realmente asustada. Con
mucha razón. Contuve la respiración, esperando por lo gritos. Pero escuché como Bella sacudió la
cabeza y las plumas que habían permanecido en su cabello durante la noche empezaron a caer.
Escuché a su mano tomar una de las plumas entre sus dedos, ¿examinándola?

"¿Porqué estoy cubierta en plumas?" Ah, mi Bella. Dejé salir el aire que había contenido. La
exasperación ganando campo dentro de mí. Abrí mis ojos y le respondí.

"Mordí una almohada. O dos. Pero eso no es de lo que hablo." Sabía que mi respuesta la
desconcertaría. Y trataría de cambiar el tema. Bella no me decepcionó.

"¿Mordiste una almohada? ¿Por qué?" No quería recordar como casi mi ataque de debilidad me
llevó a acabar con su preciada vida. Sus atesorados latidos y su respiración, todo lo que me decía
que seguía con vida.

"¡Mira, Bella!" Le dije casi gritando. ¿Por qué no me escuchaba? Tomé entre mis manos, una de
sus manos, lo más delicadamente que pude. La estiré en frente de sus ojos para que viera a lo
que me refería. "Mira eso."

Esta vez pude ver que por fin Bella se había percatado de lo que había estado tratando de decirle.
Sus ojos se fueron hacia los moretones que se formaban en su pecho, desde sus costillas hasta su
hombro. Bella se llevó su mano sobre el pecho, estiró uno de sus dedos y lo hundió sobre su piel,
observando como desaparecía un momento para reaparecer al siguiente.

De la misma forma que había tomado su mano, llevé mi mano hacia su brazo. Coloqué mis dedos
sobre cada uno de los moretones, dejándola ver que mis dedos eran del exacto tamaño que sus
moretones.

"Oh." Fue todo lo que dijo. Se quedó pensativa por un momento. No dijo otra palabra. Me
aterraba escuchar sus palabras pidiéndome que me alejara de ella, que era un monstruo terrible
en verdad, que se arrepentía de haberme elegido. Que me odiaba. No sabía que haría si lo hacía.
Pero también sabía que sería lo mejor. Bella aún era muy joven, podría rehacer su vida. Habían
demasiados hombres que darían todo por tener el cariño de semejante ángel. No quería pensar en
quien sería su primera opción.

"Lo... siento tanto, Bella." Le dije en un susurro, sin despegar mi vista de los moretones. "Sabía
bien que esto pasaría. No debí –" Imágenes del momento en que me había dado cuenta de lo que
había hecho llenaron mi vista. Se vinieron al frente de mi mente. Quería gritar, pero apagué el
sonido que amenazaba con salir de mi boca. Solo escuché como mi voz se revolvía de forma
asquerosa por lo que le había causado a mi hermosa Bella. ¿Cómo había sido capaz de lastimarla?
"Estoy más apenado de lo que puedo decirte."
Nunca podría decirle lo que sentía en ese momento. Nunca saldrían de mi boca las palabras
apropiadas para merecer su perdón. No había forma de pedírselo, me merecía que nunca me lo
otorgara.

Sentía que todo mi dolor, mi pena, mi vergüenza, todo se mostraba en mi rostro. No soportaba la
idea de que Bella me viera en ese estado, y que por lástima ignorara sus sentimientos. Me llevé
un brazo hacia mi rostro, escondiéndolo de sus ojos.

Me quedé completamente quieto. Mi cuerpo parecía una piedra, lo que en realidad era, una piedra
sin vida, sin nada. Traté de apagar mi mente, de no pensar, de no recordar.

Bella también se quedó quieta, no decía ni una palabra. Lo único que escuchaba de ella, era los
latidos de su corazón y su respiración. Era todo lo que me decía, me gritaba que estaba viva.
Seguramente yo parecía una estatua. Eso era lo que era, una estatua sin vida que tenía la
facultad de moverse y pensar, eso era lo único que me hacía tan diferente.

No sabía que decir ni que hacer. Estaba esperando por Bella a que me odiara, que me detestara.
¿Qué está pensando? Me preguntaba. Que podía estar pasando por su mente. Me sentía tan
miserable que sentía ese sentimiento marcado en mi cuerpo, como una gran señal que avisaba a
los demás la tristeza que sentía en el momento. Tristeza, odio, coraje... no había nada que dijera
o mostrara lo feliz que había sido hasta hace unas horas, cuando la verdad se había dejado
mostrar en su cuerpo, esos moretones eran prueba de la verdad, que Bella se negaba a ver, a
aceptar.

¿Por fin lo haría?

Después de unos minutos, Bella por fin se movió. Llevó sus manos al brazo que escondía mi
rostro. Su esfuerzo era inútil, por más que hubiera jalado e intentado removerlo de su lugar,
nunca lo hubiera logrado, ni un centímetro. Sentí como su mano recorrió mi brazo hasta llegar a
mi muñeca donde envolvió sus dedos para intentar de nuevo moverme. Sentía cuanto esfuerzo
ejercía para lograr mover mi brazo. Era un intento fútil.

"Edward."

Por más que mi ser deseaba responder a su voz, me contuve. No me moví ni un milímetro.

"¿Edward?"

Seguí sin responder. Me tomó un gran intento, y control para no contestar a su voz. No me
gustaba escucharla rogando por mi atención, cuando era toda suya. Estaba a punto de rendirme
cuando la escuché empezar a hablar.

"Yo no lo siento, Edward. Estoy… ni siquiera puedo decírtelo. Estoy tan feliz." ¿Feliz? ¿Cómo podía
estarlo? "Eso no lo cubre. No estés enojado. No lo estés. Estoy realmente b-"

No esa palabra. Me iba a volver a loco.

"No digas la palabra "bien"." Mi voz volvió a ser tan fría y dura como al principio. "Si valoras mi
salud, no digas que estás bien."

"Pero lo estoy." Bella susurró. No lo estás, pensé. No te dejes engañar, me volví a repetir.
"Bella. No." Le rogué, mi voz estaba tan saturada de dolor, todo mi ser estaba lleno de dolor. Que
por una vez deseé ser capaz de producir lágrimas. De sacarlo todo de mi sistema.

"No. ¡No tú, Edward!" Bella casi gritó. Ya no soportaba el no ver su rostro. Y esta conversación
debía ser tomada cara a cara. No me podía esconder. Yo era el culpable y Bella la víctima. La miré
cautelosamente, esperando a escuchar sus siguientes palabras. ¿Qué inventaría ahora para no
hacerme sentir culpable?

"No lo arruines." Demasiado tarde. "Estoy. Muy. Feliz." No te dejes engañar. ¿Cómo podía creer
en sus palabras? Por más que quisiera. No podía.

"Ya lo he arruinado." No había más verdad que esa.

"¡Deja eso!" Me contestó de manera brusca. Callándome. Mis dientes chocaron y resonaron
fuertemente. Tratando de detener la ira que repentinamente me atacó.

"¡Ugh!" Bella se quejó. ¿Qué estaba pensando ahora? "¿Por qué no puedes simplemente leer mi
mente? ¡Es muy inconveniente ser una muda mental!" ¿Qué?

Sus palabras me tomaron tan por sorpresa, que mis ojos se abrieron un poco más. Bella adoraba
que ella fuese la única persona a la que yo no podía acceder a su mente. ¿Por qué el cambio?

"Eso es nuevo. Te encanta que no sea capaz de leer tu mente." Le dije, deseando ahora más que
nunca el tener aunque sea un vistazo rápido a través de sus pensamientos.

"No hoy." Bella me dijo, aún sorprendiéndome sus palabras. No entendía nada.

Puse mis ojos fijamente en los suyos, tratando de encontrar la respuesta en ellos. "¿Por qué?" Le
dije rendido. No podía entender sus reacciones ese día.

Bella lanzó sus manos al aire, frustración escrita por todo su rostro. Después vi una pizca de dolor
en sus ojos, en ese momento no sabía si su dolor era físico o de otra clase. Sus manos volaron
hacia mi pecho, golpeándome con las manos hechas puños. Ahora hasta sus manos le dolerían.
Empezó a hablar de nuevo, y su tono era molesto.

"¡Porque toda esta angustia sería innecesaria si pudieras ver como me siento ahora! O hace cinco
minutos, de cualquier forma. Estaba perfectamente feliz. Total y completamente fuera de este
mundo. Ahora-bueno, estoy algo enojada, de hecho."

Claro que había estado feliz, ella misma lo dijo, fuera de este mundo no se había percatado del
daño que le había causado, pero ahora que estaba consciente de ello, estaba enojada. Conmigo.

"Deberías estarlo." Fue todo lo que le dije. No había nada más que pudiera decirle. Esa era la
verdad.

"Pues lo estoy. ¿Eso te hace sentir mejor?"

¿Cómo me haría sentir mejor? Porque aunque sabía que debía estar enojada conmigo, no
soportaba la idea de que mi ángel me odiara.

Dejé salir un poco de mi respiración. Para poder decir lo siguiente. "No. No creo que nada pudiera
hacerme sentir mejor."
"Eso." ¿Ahora qué? "Eso es por lo que estoy molesta. Estás matando mi alegría, Edward."

¡Ay, por Dios! ¿Cuál alegría podría salir de esa situación?

Rolé los ojos, sacudí mi cabeza porque todavía no entendía como ella no entendía la seriedad del
asunto. Escuché como Bella e exhalaba un gran trago aire. Y cuando volvió a hablar, no podía
creer que su voz ya no tuviera ese tono que me decía cuan enojada estaba.

"Sabíamos que esto iba a ser difícil. Pensé que eso estaba asumido. Y entonces-bueno, fue mucho
más fácil de lo que pensé. Y esto no es nada de verdad." Me dijo mientras su mirada y su mano
se iban a su brazo, señalándome los moretones que estaban allí. "Creo que para ser la primera
vez, sin saber que esperar, lo hicimos increíble. Con un poco de práctica-"

Mis ojos estaban de repente furiosos, sentí el mismo odio que cuando Bella entró a aquella clase
de Biología dos años atrás, el mismo odio dirigido a mí. Nunca sería capaz de odiarla, ni nada
cercano a eso. Sentí odio hacia mí. Tan bien sabía que yo era un monstruo que había pensado en
todo eso.

"¿Asumido? ¿Esperabas esto Bella? ¿Estabas anticipando que te lastimaría? ¿Pensabas que sería
peor? ¿Consideras este experimento un triunfo porque puedes salir caminando? Sin huesos rotos-
¿eso significa una victoria?"

Dejé salir todo mi coraje, mi respiración se había vuelto difícil. Sentía que me ahogaba de odio.
Era una buena manera de sacarlo de mi sistema, tenía que calmarme. ¿Cómo era posible que
Bella me hubiera envuelto con sus palabras, hasta convencerme de que no la lastimaría, cuando
ella misma no lo creía? Mi maldito egoísmo me había llevado a eso. Había escuchado en sus
palabras lo que yo quería escuchar. No había otra explicación. ¿Cómo lo había logrado? ¿Por qué
había arriesgado su vida, si estaba consciente del gran peligro que corría a mí lado? ¿Acaso era
masoquista?

Sentí que la razón volvía a mi mente, que se calmaba. El control que estaba perdiendo regresaba
a mí. Pude controlar mi respiración, y sentí como toda esa desesperación dejaba mis ojos, mi
rostro.

"No sé que esperar-pero definitivamente no esperaba que... que... fuera tan increíble como fue."
Eso no me lo esperaba yo. Bella hablaba lentamente, como obligándome a escucharla y creerle.
No sé que seguía, pero su voz se volvió un susurro, y sus ojos cayeron de mis ojos a sus manos.
¿Estaba apenada? ¿Pero por qué? "Quiero decir, no sé como fue para ti, pero así fue para mí."

Oh, eso era...

Llevé uno de mis dedos hacia su mentón, y levanté su rostro sin lograr que sus ojos volvieran a
encontrarse con los míos.

"¿Es eso de lo que estás preocupada?" Apenas pude sacar las palabras. De todo lo que tenía que
estar preocupada, decidía preocuparse ¿por mí? "¿Que no haya disfrutado?"

No tenía idea de lo que había sido para mí. No tenía palabras para explicarlo, para describir los
sentimientos, sensaciones que me habían recorrido el cuerpo cada segundo...

"Sé que no es lo mismo. No eres humano. Solo trataba de explicarte que, para un humano,
bueno, no puedo imaginar que la vida pueda dar algo mejor que eso."
Sus ojos permanecieron agachados casi cerrados mientras me explicaba lo que sentía. No sabía
que decir. Lo que yo sentía y lo que ella sentía en ese momento eran tan diferentes como el agua
y el aceite. ¿De verdad lo había disfrutado? ¿No me estaba mintiendo? ¿Sería posible que en
realidad me estuviera diciendo la verdad? Sí así era, tenía tanto porque disculparme...

Esperé a que Bella levantara su mirada hacia la mía, tenía que decírselo y que viera en mis ojos
que de verdad lo sentía.

Las líneas de mi rostro habían desaparecido, mis pensamientos seguían dándole vueltas a la
posibilidad de que Bella no me estaba mintiendo. Que de verdad había disfrutado de ese placer sin
dolor, quizá en ese momento si le dolía, pero no cuando éramos uno solo. No se había quejado
porque de verdad estaba disfrutando de ser mía, y de entregarse físicamente a mí, como yo me
entregué a ella.

Sus ojos se levantaron y encontraron con los míos.

"Parece que tengo más cosas de las cuales disculparme." Le dije y mi entrecejo se arrugaba,
mientras pensaba en todo, en lo que mi Bella sentía y había malinterpretado de mi actitud. "No
imaginé que interpretarías la forma en que me siento por lo que te hice que signifique que anoche
no fue... bueno, la mejor noche de mi existencia. Pero no quiero pensarlo de esa forma, no
cuando tú fuiste..."

Me detuve en ese momento, los labios de Bella se había empezado a torcer, formando una sonrisa
mientras decía lo que pensaba.

"¿De verdad? ¿La mejor de tu existencia?" Me preguntó en una voz pequeña, sonaba apenada por
mis palabras, como si ahora ella fuera la que no creyera mis palabras.

Había pasado tanto tiempo desde que su rostro había estado entre mis manos, que con la
situación suavizándose un poco, no pude evitar tomarla entre mis manos. "Hablé con Carlisle
después de que tú y yo hicimos el acuerdo, esperando que pudiera ayudarme. Por supuesto me
advirtió que esto sería muy peligroso para ti" Cuanta razón tenía. Aunque no había necesitado de
sus palabras para saber que era cierto. "Aunque, él tenía fe en mi-fe que no merecía."

Como me lo esperaba, Bella empezó a protestar.

"No, Edwa..." Puse dos dedos sobre sus labios, y seguí explicándole.

"También le pregunté que debería esperar. No sabía como sería para mí... conmigo siendo un
vampiro." Le dediqué una pequeña sonrisa. "Carlisle me dijo que era algo muy poderoso, como
nada en el mundo. Me dijo que el amor físico era algo que no debía tomar a la ligera. Con
nuestros raros cambios de temperamento, emociones fuertes pueden alterarnos de forma
permanente. Pero me dijo también que no necesitaba preocuparme por esa parte-tú ya me habías
cambiado completamente." Mi sonrisa estaba vez fue desde mi corazón. Y lo mostré en ella.

"Hablé con mis hermanos, también. Me dijeron que era un gran placer. Detrás únicamente de
tomar sangre humana." Mi frente se arrugó al recordar sus palabras, y las mías propias después
de haber estado con ella. "Pero he probado tu sangre, y no existe sangre más potente que eso…
No creo que estén equivocados, realmente. Solo que fue diferente para nosotros. Algo más"

"Fue más. Lo fue todo." Bella me dijo, y no podía negarlo No había forma de hacerlo.
"Eso no cambia el hecho de que estuvo mal. Aún cuando sea posible que realmente te sientas de
esa forma." Todavía no creía completamente que Bella sintiera eso. Me sentí mal de pensarlo,
pero no podía evitarlo.

"¿Qué significa eso? ¿Crees que estoy inventando esto? ¿Por qué?" Tenía que preguntarlo.

"Para calmar mi culpa. No puedo ignorar la evidencia Bella. O tu historia tratando de eximirme
cuando cometo errores."

Bella tomó mi mentón entre sus manos, y acercó mi rostro al de ella, dejando apenas unos
centímetros entre nuestros rostros.

"Escúchame, Edward Cullen. No estoy inventando nada por ti, ¿de acuerdo? Ni siquiera sabía que
había una razón para hacerte sentir mejor hasta que empezaste a ser miserable. Nunca he estado
más feliz en mi vida-no estuve así de feliz cuando decidiste que me amabas más de lo que
deseabas matarme, o la primer mañana cuando desperté y estabas ahí esperando por mí... Ni
cuando escuché tu voz en el salón de ballet" – me estremecí cuando el recuerdo de esa terrible
tarde se vino a mi mente, pero Bella siguió hablando. – "o cuando dijiste "acepto" y me dí cuenta
que, de alguna forma, te tendría para siempre. Esos son los recuerdos más felices que tengo, y
esto es mejor que cualquiera de ellos. Así que acostúmbrate."

Esa pequeña arruga que se formaba entre sus cejas se formó mientras hablaba. Puse mi dedo
sobre ella para suavizarla.

"Te estoy haciendo infeliz ahora. No quiero hacer eso." Era lo último que quería, había jurado ante
todo el mundo y ante mi ángel que la haría feliz todos los días de su existencia. No lo estaba
cumpliendo.

"Entonces no seas infeliz. Es lo único que está mal aquí." Sus palabras eran ciertas. Si ella era
infeliz, yo también lo era. Y ahora que yo era infeliz, ella lo era.

Entrecerré un poco mis ojos ante la verdad de esas palabras. Tomé un gran suspiro, y asentí con
la cabeza. Desde ahora en adelante me dedicaría a hacerla completamente feliz. No volvería a ser
la causa de su tristeza. "Tienes razón. El pasado es pasado y no puedo hacer nada para
cambiarlo. No tiene sentido dejar que mi mal humor te amargue este momento. Haré lo que sea
por hacerte feliz ahora."

Sus ojos observaron cuidadosamente mi rostro, leía en ellos desconfianza, me lo merecía.


Después de todo... decidí asegurarle que mis palabras eran verdaderas, y le sonreí.

"¿Lo que sea que me haga feliz?" Luché por no imaginarme lo que había detrás de sus palabras.
Me salvó el escuchar su estomago rugir de nuevo. Había tenido hambre desde que se despertó y
se lo había impedido con mi mal humor.

"Tienes hambre." Le dije rápidamente, antes que pudiera negarse y pedirme algo que no pudiera
darle. Salté de la cama en un brinco, miré desde mi vista periférica como las plumas salían
volando tras de mí. Un recordatorio para ella y la oportunidad de sacar un nuevo tópico.

"Entonces, ¿por qué exactamente decidiste destruir las almohadas de Esme?" Tal como lo pensé.
Estaba a punto de cruzar la puerta cuando sus palabras me detuvieron, volteé a verla, y estaba
sentada sacudiéndose las plumas que bañaban su cuerpo y cabello principalmente. Me sacudí
unas plumas que tenía en mi cabello, no había tenido oportunidad de quitarlas cuando me di el
baño.
"No sé si decidí hacer algo anoche." Le dije mientras luchaba por controlar mis pensamientos, no
quería recordarlo. "Simplemente somos afortunados de que hayan sido las almohadas y no tú."
Tomé un gran suspiro, y sacudí la cabeza, tratando de ahuyentar los recuerdos que amenazaban
por ocupar toda mi mente.

Con mis ojos todavía en Bella, la vi deslizarse fuera de la cama, vi como se estiraba, y temí por
esos moretones otra vez, que estuvieran lastimándola. Ahogué un grito de miedo al verla pararse,
su cuerpo aún estaba desnudo y ahora podía ver cada uno de los moretones en su pecho y sus
piernas. No lo soporté y me di la vuelta de inmediato. Cobarde, me dije a mí mismo. Deberías de
ver lo que le hiciste, y dejarlo bien grabado en tu memoria. No volverá a pasar. Me decía una y
otra vez, tratando de convencerme. No la volveré a tocar, no de esa forma. Mis manos apuñadas,
de la impotencia que sentía al no poder hacer nada para aliviar su dolor.

"¿Luzco tan horrible?"

Definitivamente no era la mejor manera para tratar de quitarle la tensión al momento. Solo me
hizo sentir peor. La respiración se me había quedado atorada en la garganta, no me atrevía a
girar y ver la imagen de lo que el monstruo dentro de mí era capaz.

Escuché sus pasos avanzando, ¿hacia el baño? Sí, escuché cuando entraba. Y la respiración seguía
sin poder soltarla, cuando se viera de forma completa, no tendría duda de que yo era un
monstruo. Era lo mejor. ¿Qué pensaría de mí? No podía soportar la miseria que me recorría al
pensar en su reacción. Bella seguía sin decir palabra, seguramente estaba checando cada parte de
su cuerpo, revisando que tanto daño le había causado, que tanto dolor sentía...

Me quedé en el mismo lugar en que había estado cuando Bella entró al baño. No podía encontrar
la fuerza necesaria para moverme, reaccionar, salir de ese trance en el que estaba. Mi mente
estaba llena de imágenes de mi Bella llena de moretones, incluso su hermoso rostro había sufrido
por mi fuerza, sus labios se habían hinchado con la fuerza que había ejercido al besarla, no había
sido ni la mitad de fuerza que podía usar para besarla profunda y completamente. Podía matarla
solo por darle un beso. Claro que era un monstruo, y ella un ángel indefenso.

En ese instante escuché a mi Bella quejarse. ¿Qué? ¿Qué era? ¿Qué le dolía?

En un segundo estaba a su lado.

"¿Bella?"

"¡Nunca podré quitarme todo esto del cabello!" Me dijo mientras apuntaba con su mano hacia su
cabeza. Estaba llena de plumas, si la situación no hubiera sido tan tensa, me hubiera reído de su
cabeza. Parecía el nido de una gallina... Basta, me dije, esto no tiene nada de gracioso. Bella
comenzó a jalar las plumas en un intento por sacarlas de su cabello.

"Deberías preocuparte por tu cabello." Le dije, mientras me movía para pararme detrás de ella,
podía quitar más de diez plumas en lo que ella apenas quitaba una.

"¿Cómo te contienes de reír? Me veo ridícula." Bella me preguntó. No respondí nada, lo ridículo
eran sus intentos de hacerme reír ante esa situación. Lo ridículo era que tratara de minimizar lo
serio de todo. Seguí jalando las plumas, pero eran demasiadas. Bella se dio cuenta de lo mismo, y
después de un minuto me lo dijo.

"Esto no va a funcionar. Está enredado. Voy a intentar el lavarlo." Bella se dio la media vuelta
hacia mí, y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Una tentación casi imposible de ignorar.
"¿Quieres ayudarme?"
Ay, si supiera cuanto deseaba darle un sí por respuesta. Pero no podía.

"Mejor buscaré algo de comida para ti." Traté de mantener mi voz calmada, de no mostrarle
cuanto deseaba darle otra respuesta, usando mi fuerza de forma gentil para no lastimarla otra
vez, separé sus brazos de mi cintura. El calor de su piel contra el frío de la mía, enviaba esa
corriente eléctrica, recorría todo mi cuerpo, tenía que alejarme antes que perdiera el control, mi
resolución...

Escuché como Bella suspiraba cuando me vio salir, casi escapando de la tentación, rápidamente
del cuarto. Me dirigí a la cocina, donde esperaría por ella.

Fui directamente hacia el refrigerador, busqué lo necesario para hacerle desayuno a mi ángel.
Entonces escuché como el agua volvía a caer en su cuerpo, y estuve aún más celoso que la noche
anterior, no podría tocarla de nuevo, no hasta que fuera un vampiro. El pensamiento, y la verdad
en las palabras trajeron un ataque de rabia, que tuve que controlar inmediatamente, mi mano
estaba sujetando la caja de huevos y estos se reventaron con la presión. Rápidamente tomé algo
para limpiar el desastre y me concentré en recordar cada receta que había visto en Food Network
meses atrás. Tomé otra caja de huevos, un poco de ¿tocino?, sí, tocino, al menos así lo habían
llamado, y después algo de queso cheddar, el resultado sería un omelet, al menos eso había
visto... era más difícil de lo que pensaba. Bella parecía tan buena en la cocina. Yo ni siquiera podía
comprobar que estuviera bueno, me parecía asqueroso, incluso el olor.

Después de unos minutos escuché los pasos de Bella hacia la cocina. Yo aún estaba parado frente
a la estufa, terminando su desayuno, asegurándome que la textura fuera la correcta, lo veía y
veía hasta asegurarme que se veía como el de la receta.

Justo cuando estaba colocando el omelet en un plato, el estomago de Bella volvió a rugir. Me
regañé a mi mismo por dejarla que ahora se estuviera muriendo de hambre. No volvería a pasar.

"Aquí está." Le dije a mí Bella tanto como a mí. Me di la vuelta para ver a mi Bella, traía puesto
un vestido blanco que nunca había visto entre su ropa. Alice.

Le dediqué una sonrisa y puse el plato sobre la mesa. Bella se sentó en una de las sillas, escuché
como exhalaba el olor de los huevos, por lo que vi, parecía que tenían buen olor. Una buena
señal. Se los llevó a lo boca y vi en sus ojos como le causó un poco de dolor, todavía estaban muy
calientes para su garganta. Al parecer no le importó, porque siguió comiendo de la misma forma.
Me senté frente a ella.

"No te estoy alimentando lo suficientemente seguido."

En su boca aún habían bocados, escuché como los tragaba y caían por su garganta.

"Estaba dormida. Esto está realmente bueno, por cierto. Impresionante de alguien que no come."

"Food Network." Le dije como explicación, le mostré la sonrisa que sabía tanto le gustaba.

Vi en sus ojos algo que cambió, una chispa como de felicidad. Me estaba comportando más
normal, como ella me conocía, quizá el verme así le causaba felicidad.

"¿De dónde salieron los huevos?" Me preguntó.

"Le pedí al equipo de limpieza que llenaran la cocina. Por primera vez en este lugar. Tendré que
pedirles que se encarguen de las plumas..." Le dije, mientras miraba directo hacia el lugar donde
estaba la recamara, traté de no recordar. Me distraje con el hecho de que Bella no hizo
comentario alguno. Quizá de verdad se había asustado con mi actitud, y mejor no dijo nada que
me alterara.

Después de unos cortos minutos, Bella se había comido todo lo que había hecho. No sabía que
tanto comían los humanos, pero me pareció que era demasiada comida como para que ella sola se
la hubiera terminado. Recordé que la receta y la cantidad de ingredientes decían que eran para
dos personas.

"Gracias." Me dijo mi Bella, se inclinó sobre la mesa acercándose a mí. Supe su intención desde el
momento en que sus brazos tocaron la mesa y empezó a acercar su cabeza. La besé por un corto
momento, de forma dulce y controlada. Pero los recuerdos sobre la noche pasada me invadieron,
mi cuerpo se quedo tieso, y me alejé de sus labios.

Bella apretó sus dientes a mi reacción.

"¿No me volverás a tocar mientras estemos aquí, verdad?" Obviamente me preguntó mi Bella,
pero su tono me confundió. Tuve que suprimir las ganas de reír al escuchar su tono. Era más
como una acusación. Como un niño berrinchudo que le llora a sus papás porque lo dejen ver la
televisión.

No sabía si responder a su pregunta o hacer qué. Entonces sonreí un poco, levanté mi mano y la
llevé hacia la suave piel de su rostro, acaricié un poco su piel, rozándola suavemente. Bella
recostó su rostro en mi mano, y me dijo.

"Sabes que esto no es a lo que me referí."

Sabía que me diría eso. Suspiré, no queriendo mucho el contestar, pero necesario. Dejé caer mi
mano.

"Lo sé. Y estás en lo cierto."

Y con fuerte convicción, le juré como me había jurado a mí mismo. Traté de que en mi voz
escuchara que no me podría hacer cambiar de opinión.

"No haré el amor contigo hasta que te hayas transformado. No volveré a lastimarte."

No volveré a lastimarte. Lo volví a jurar para mí mismo.

CAPÍTULO 6. Distracciones

Desde ese día me comprometí a hacer todo lo posible por hacer feliz a mí Bella, que tuviera la
mejor luna de miel que nadie hubiera tenido, a mí lado.

Las playas del Antártico eran hermosas, y la vista que Isla Esme nos regalaba no tenían
descripción. Bella estaba encantada con la isla, veía su cara iluminada, no de la misma forma que
la mía, bajo los rayos del sol, estaba feliz, y eso era lo que importaba. Lo único que a mí me
importaba. Habían demasiados lugares a donde llevarla, aún cuando no era una isla demasiado
grande, pero tenía lo suficiente para lograr mi objetivo, bueno, dos objetivos. Hacerla feliz y
distraerla. Mantener su mente ocupada, limpia de querer pensar en lo que me temía, otra noche
desastrosa. Y aunque yo me moría por tenerla para mí de nuevo, no podía hacerlo. Así que me
dediqué a mostrarle los lugares más hermosos de la isla, poco a poco, recorrimos cada kilómetro
de distancia, tanto en tierra como en mar.
El primer día todo resultó de maravilla, decidí que lo tomaría tranquilo, Bella era humana y
cualquier actividad que requiriera demasiada actividad física la agotaba. Un punto de ventaja a mí
propósito. Estuvimos recostados gran parte de la tarde a la orilla de la playa. Colocamos una gran
sombrilla sobre nosotros, principalmente por el brillo que mi piel tenía a los rayos del sol, a veces
Bella se quedaba recostada a mí lado, sus brazos sobre mi pecho, y sus piernas enlazadas en las
mías, tratando de mantener un poco de frío para que el calor no fuera demasiado para ella. Esa
posición no me molestaba en nada, amaba el sentir su piel sobre la mía. Sus ojos de seguido
permanecían pegados a mi rostro, y tenía que recordarle que la vista que nos ofrecía la isla
también merecía un poco de su atención, mis palabras causaban que un hermoso color rojo
apareciera sobre la piel de su rostro.

Milagrosamente, esa noche después de nuestra noche de bodas, Bella no habló sobre el tema del
sexo otra vez. Lo agradecí, principalmente porque no quería darle una respuesta negativa aunque
muy necesaria. Odiaba quitarle cosas a Bella, pero eso no se lo daría por nada del mundo, no
hasta que fuera un vampiro.

Bella parecía no querer hablar del tema, y por mí tampoco saldría el tema. Lo peor de todo, era
que aunque Bella no hablara directamente del tema, lo hacía de otra forma que era peor para mi
pobre control en esos momentos. Me costaba muchísimo trabajo dejarla creer que me era
indiferente la ropa que usara para dormir... lo cierto es que era un cambio radical, si la deseaba
cuando usaba esas viejas sudadera llenas de hoyos cuando la conocí, la ropa que había empacado
-Alice, seguramente- no me ayudaban mucho a contenerme.

Dos días después de nuestra llegada a Isla Esme decidí llevar a mí Bella a hacer snorkel, las
playas llamaban y había demasiado que hacer para mantenerla ocupada. Era hora de poner mi
plan en acción, antes que Bella decidiera empezar a discutir el tema, que ahora era casi prohibido.

El lugar era de verdad maravilloso, y sabía que Bella disfrutaba más de lo que me dejaba ver,
queriendo de seguro estar en casa con toda la energía del mundo para discutir nuestra situación,
siempre encontraba las palabras para convencerla de salir y disfrutar del paisaje. Ese día,
estuvimos nadando en la playa, hicimos snorkel, y simplemente disfrutamos de la compañía del
uno y el otro.

"Edward, ¿podrías por favor salir a la superficie?" Su voz, como usual, jadeante, después de
varios minutos aguantando la respiración.

Me rogó mi ángel una de las tantas ocasiones en las que me sumergí más tiempo del que ella
hubiera podido soportar sin oxígeno.

"¿Qué pasa?" Le dije a Bella en un tono burlón y juguetón. "¿No puedes aguantar otro rato más?"

Bella solo rolaba los ojos cada vez que bromeaba acerca de su incapacidad humana de aguantar el
oxígeno. Mi sonrisa se expandía, y su corazón latía descontrolado. Cuando volvía a sonreír cada
vez que lo escuchaba, Bella no podía evitar sonreír conmigo.

La tarde empezaba a caer, y después de haber pasado tantas horas dentro del agua. La mayoría
del tiempo Bella estaba entre mis brazos alrededor de su cuerpo, los suyos alrededor de mi
cuerpo, sus manos a veces aferradas a mi cuello mientras la besaba. Era el paraíso, no me
hubiera importado pasar el resto de la existencia de esa forma, mientras estuviera a su lado, era
feliz. Bella terminaba agotada por la actividad que realizábamos por momentos, a veces
nadábamos en círculos hasta que me rogaba por detenernos un momento, se recostaba sobre la
superficie mientras mis brazos la sostenían por debajo. Era un alivio de la siempre calurosa agua
en la que nadábamos, el frío de mi cuerpo.
Bella terminaba tan agotada al final del día, que ni siquiera le quedaban fuerzas suficientes para
discutir conmigo acerca del tema del sexo. Esa misma noche, mi plan no funcionó del todo,
intentó hacerme cambiar de parecer. Su primer intento, había sido razonable, quería hacerme
entender que no habría peligro en intentarlo de nuevo. Había sido razonable, porque intentaba
hacerme ver que ella no había salido herida de forma drástica, grave o permanente. Incluso
comparó lo que sintió, con el dolor que sientes después de hacer demasiado ejercicio y al día
siguiente no puedes ni moverte, me había dicho que lo que había sentido esa mañana no era ni la
mitad de doloroso. No me convenció.

Bella se quedó dormida después de algunos minutos, toda la noche se quedaba en el mismo
lugar, de la misma forma entre mis brazos. Necesitaba el frío de mi piel para soportar el calor de
la isla. Sus sueños seguían ausentes o tranquilos, no hablaba ni se movía durante toda la noche.

El tercer día, decidí que el entretenimiento de esa tarde tenía que ser agotador, más de lo normal,
nuestras discusiones acerca del tema iban a ir empeorando, estaba seguro, sí Bella ya lo había
intentado la noche pasada, ahora no descansaría hasta lograr su objetivo. Bueno, veríamos quien
era más terco.

Para ese día elegí llevar a mi Bella a explorar la jungla, habían varios sitios que quería que Bella
viera. En la zona sur de la isla había una pajarera de loros, nunca había estado allí, pero lo había
visto en algunos recuerdos de la visita que Esme y Carlisle habían hecho al estar aquí años atrás.

Bella se quejó la mayoría del tiempo, insistiendo que hubiera preferido pasar un día tranquilo en
la casa, viendo uno de los DVDs, simplemente disfrutando de una tarde juntos. Pero sabía que no
le molestaba la vista que ofrecía la isla, en parte era muy parecido a lo que había aprendido a
amar de Forks, todo era verde a nuestro alrededor, y aunque tenía muchos colores exóticos, los
troncos de las palmas y algunos arbustos estaban llenos de moho, el verde reinaba.

Esta vez no fue como nuestro viaje a nuestro prado la primera vez, que ni siquiera me atrevía a
tocarla o a caminar muy cerca de ella, solo la ayudaba cuando algún tronco caído impedía que
Bella pasara sin peligro a caerse. Esta vez, caminamos de la mano durante todo el recorrido,
haciendo paradas en lugares donde Bella quedaba encantada con la vegetación, o simplemente
para que descansara. A veces la sostenía entre mis brazos, no lo permitía de seguido, Bella seguía
teniendo problemas con tratarla como si fuera débil o necesitara protección. El cual era el caso.

Habíamos pasado gran parte de la tarde recorriendo cada rincón de la jungla, pero Bella no era
muy rápida para avanzar por la selva, la oscuridad nos alcanzaría demasiado pronto como para
tener tiempo de llevarla a ver a los loros, no lo disfrutaría, así que decidimos volver. No
importaba, el recorrido de ese día había sido suficiente para agotarla. Casi se había quedado
dormida mientras cenaba, no supe como logró mantener sus ojos abiertos, pero lo hizo. Volvió a
empezar la misma discusión de la noche anterior. Esa ocasión cambio su estrategia.

"Edward, por favor." Bella me suplicó, después de haber salido del baño, con una de las quien
sabe que tantas piezas de lencería mi hermana había empacado para Bella. Apenas era capaz de
contenerme.

"No." Fue mi única respuesta.

Bella sabía que mi debilidad estaba en la forma que me suplicaba, ya lo había logrado una vez.
Por favor, esa palabra acababa con mi fuerza de voluntad, pero ahora no.

"Por favor, Edward. Solo hay que intentarlo, solo eso."

"Bella no insistas."
"Pero..."

"Pero nada, te he dicho una y mil veces que no. No me harás cambiar de parecer."

Bella había hecho pucheros, sus labios se veían tan tentadores... pero no. No me daría por
vencido. Bella lo había hecho, al menos por esa noche. El plan de dejarla exhausta funcionada. No
pasaba mucho tiempo tratando de convencerme cuando el sueño la vencía y caía dormida.

Cada día era lo mismo, pasábamos toda la tarde recorriendo la isla. El cuarto día la había llevado
a ver a los loros, nos había tomado la mitad de tiempo que el anterior llegar allí, porque no nos
tuvimos que detener tantas veces, Bella ya conocía el camino, y le era más fácil. Cuando
regresamos a la casa, se había quedado dormida con la cabeza sobre la mesa. Su rostro por unos
centímetros casi había quedado sobre el plato de comida. Tuve que llevarla a la recamara en
brazos. Por un momento había pensado que me libré de sus intentos de seducción, cuando al
sentirse sobre la cama y en mis brazos, sus ojos se abrieron, rápidamente se disculpó y me dijo
que tenía que ir al baño, su momento para ser humana, me decía. Escuché como se preparaba
para venir a la cama.

Fue la misma que la noche pasada, lo volvió a intentar, sus suplicas casi eran insoportables, pero
su cuerpo aún tenía la evidencia de la primera vez y la razón por la cual tenía que decirle que no.

Los demás días siguieron pasando de la misma manera, seguíamos recorriendo la isla, nos
pasábamos la tarde nadando en las aguas azules que nos ofrecía el Antártico, nos quedábamos
recostados sobre la arena hasta que el sol se ocultaba por completo. En una ocasión llevé a Bella
a una parte de la playa donde los delfines nadaban cerca de la orilla, la mayoría del tiempo
permanecí en tierra, porque los delfines, con su agudo sentido de supervivencia, se alejaban cada
vez que ponía un pie dentro del agua. A Bella no le importaba, porque cada vez que entraba al
agua con ella, era porque ella me lo pedía. Aún así le daba oportunidad de disfrutar de nadar con
los delfines.

Durante las noches, no mejoraba la situación. Cada noche que pasaba, Bella elegía alguna pieza
más reveladora que la anterior, eso no lo hacía más fácil para mí. Los moretones en su cuerpo
estaban desapareciendo en algunas partes, en otras casi no se notaban, casi hacía su piel tan
perfecta como antes de esa noche. Y cada vez que salía del baño, lista para empezar su plan, me
tomaba un esfuerzo increíble el no dejarla ver cuanto me afectaba verla de esa manera. Era
bueno que pudiera escuchar cada uno de sus respiros, cada uno de sus movimientos, y sabía
perfectamente el momento en que saldría, y eso me tenía preparado.

Después de tener seis días en la isla, Bella había vuelto a tratar de convencerme. ¿Es que no se
daría por vencida? Hasta el momento no le había dado razones para creer que lo lograría.

"¡Edward!"

"¿Qué?" Le pregunté en tono inocente. Como no entendiendo de lo que me hablaba.

"Escúchame bien. Sabes de sobra que no hay peligro..."

"Eso no es cierto. Y ahora escúchame tú bien." Le dije cuando vi que estaba a punto de
interrumpirme.

"Ni lo intentes, no vas a lograrlo."

"¡Agh!"
"Entiéndelo, Bella. Pronto serás un vampiro y tendrás todo lo que quieras." Le dije mientras
temblaba por dentro de solo pensarlo.

"Sí, claro. Después de un año de lograr controlar mi sed por sangre humana." Bella recalcó las
palabras sangre humana. Era casi el mismo argumento que me había dado para convencerme
antes de nuestra boda.

"Preferible, a arriesgarnos a que termines bañada en sangre por mí causa."

"¡No, Edward! Eso no pasará." Bella seguía refunfuñando. Se había cansado de tratar de razonar
conmigo, o de rogarme.

"No. Y es mí última palabra."

Bella intentó abrir la boca para discutir lo que dije. Puse mí mano sobre su boca para callarla.

"No."

"Agh." Volvió a renegar Bella contra mi mano en sus labios.

La solté, y se quedó acurrucada en mis brazos. Por fin, dándose por vencida. Por esa noche, al
menos.

Realmente no entendía cual era su prisa, o porque insistía tanto en querer tener sexo conmigo de
nuevo. Bueno, en realidad, no era totalmente cierto, porque la verdad era que a mí me costaba
tanto trabajo aceptar que no estuviéramos juntos de nuevo como quizá a ella también. Solo que a
mí me costaba menos trabajo el mostrarle lo contrario, que no quería, cuando cada noche me
quemaban las ganas de hacerla mía, durmiendo en mis brazos, su piel contra la mía, estaba tan
cerca de mí, y su ropa era tan delgada...

Interrumpí el pensamiento en ese momento, no me podía permitir perderme en la fantasía de


tenerla otra vez. Pero esa noche, mis deseos de tenerla estaban acabando con mi voluntad. No
sabía cuanto tiempo más podría soportar, y Bella no lo haría más fácil. Me moría de ganas por
verla salir de esa puerta, y descubrir que había elegido esa noche para seducirme.

Cada noche le echaba una gota más de agua al vaso, que ya estaba lleno, era cuestión de tiempo
para que el agua se derramara. Por más que tratara y que quisiera que no pasara, sabía que no lo
podría impedir... No, me regañé por pensar que no lo lograría. Tenía que. Cuando Bella fuera
vampiro, tendríamos toda la eternidad para estar juntos. Unos días no eran nada.

Me estaba tratando de convencer de eso, cuando escuché que Bella se estremecía por algo. Eran
en esos momentos cuando me frustraba más que nunca el no poder leer sus pensamientos.

¿Por qué se estremecía?

Sabía que era inútil el preguntarme eso, así que me di por vencido.

Después de unos minutos, escuché a Bella prepararse para salir del baño. Contuve el aliento,
esperando por mi Bella a salir. Escuché como abría la puerta, y sabía que si mi corazón hubiera
sido capaz de latir, se hubiera detenido en esta ocasión, de la expectación... entonces la vi.

No pude evitar la cara que hice, sentía como los ojos casi se me salían de su lugar. Rápidamente
recuperé el control, y traté de poner una cara lisa. Guau. No habían más palabras, simplemente
Bella era la mujer más hermosa del mundo, y era mía. ¿Cómo podía aguantar el no ceder a sus
deseos? No sabría si esta ocasión lo lograría, pero si fallaba, no sería sin luchar antes.

En sus ojos vi la satisfacción de haber logrado una reacción diferente a las de las últimas noches,
donde no me había permitido reaccionar ante ella.

"¿Qué te parece?" Me dijo, mientras giraba, permitiéndome ver cada una de sus curvas. Era estar
en la gloria el poder tener a un ángel tan hermoso.

¿Cómo intentaría esta vez seducirme? No importaría el que lo intentara...

Todavía retenía el aire, y tuve que aclarar mi garganta para poder responderle. No era bueno que
hiciera eso, eso le decía aún más cuanto me gustaba verla así. Pero tuve que hacerlo para
responder.

"Estás muy hermosa. Siempre lo estás."

Le dije. La verdad, claro. Bella siempre estaba hermosa, siempre lo estaba. Solo que ella creía
que nunca la veía de esa forma. Incluso cuando usaba ropa holgada que no acentuaba las curvas
de su cuerpo, haciéndola más tentadora de lo usual.

"Gracias." Y no escuché en su tono algo que me dijera que le daba gusto mi reacción. O quizá era
el cansancio, porque rápidamente se subió en la cama, y ahora sin poder evitarlo más que nunca,
puse mis brazos a su alrededor. Aunque el clima hubiera sido frío, y Bella hubiera preferido no
tener mis brazos a su alrededor, yo no lo hubiera podido evitar. Tenía la excusa del calor. Incluso
cuando en esos momentos no me hubiera importado nada, ni siquiera el no tener excusas.

"Te propondré un trato." Me dijo después de unos minutos, se estaba quedando dormida, pero no
lo haría completamente hasta que hubiera discutido de nuevo su caso. En ese momento lo
deseaba, quizá me daría por vencido y le daría lo que me rogaba. No... no podía.

"No haré ningún trato contigo." No lo haré.

"Ni siquiera has escuchado lo que te ofrezco." Bella me contestó. Ni lo haría... ¿o sí? Sí quería
algo, más seguramente no podría aguantar el poder darle algo. Algo que no fuera el sexo. No aún.

"No importa." ¿Qué es lo que quieres? Te daré lo que quieras. Le decía en la mente.

Bella dio un suspiro. De verdad lo quería. Pero...

"¡Maldición! Y de verdad quería... Oh bueno."

Rolé los ojos a su respuesta. Pero Bella no dijo nada más. Sus ojos se cerraron y estaba
empezando a quedarse dormida, mientras yo pensaba y pensaba en eso que Bella quería
pedirme. Pero era inútil el preguntármelo, nunca lo sabría sino lo escuchaba salir de sus labios.
Tenía que saber por lo menos lo que quería, aunque no se lo pudiera dar. Aunque sea saberlo...

"De acuerdo. ¿Qué es lo que quieres?"

Escuché a Bella rechinar los dientes, y por su expresión, parecía que se aguantaba las ganas de
sonreír. Sabía otra de mis debilidades, y estaba completamente consciente de eso.
"Bueno, estaba pensando... sé que todo el rollo de Dartmouth era supuestamente un historia
cubierta, pero honestamente, un semestre en la universidad probablemente no me mataría." me
dijo, repitiendo las misma palabras que tantas veces había usado yo para tratar de convencerla de
esperar. ¿Qué quería? ¿Volverme loco? Cada vez la entendía menos. "Apuesto a que Charlie se
emocionaría con las historias de Dartmouth. Claro, podría ser embarazoso si no consigo seguir el
ritmo de esos cerebritos. Aún así... dieciocho, diecinueve. No es realmente una gran diferencia.
No es como si me fueran a salir patas de gallo el próximo año."

¿Qué? ¿De qué manera funcionaba su cerebro? Nunca lo entendería. Pero no podía darle eso, no
podía. No merecía la pena arriesgar su vida por lograr que Bella esperara unos cuantos años.
¿Cuánto tiempo me forzaría a negarme a su cuerpo si cumplía con su deseo? ¿O es que quería
que tuviera sexo con ella a cambio de quedarse humana unos años más?

Bella me iba a volver loco. No era suficiente con todo lo que hacía cada noche para hacerme caer.
Pero tenía que incluir a la lista eso. Era la segunda cosa que más deseaba, que Bella esperara más
tiempo.

No. Ya habíamos hecho lo acordado, y no se echaría para atrás.

Pero...

"Lo harías. Permanecerías humana." Le dije en voz baja. Aún no creía que lo dijera en serio.
Seguramente mañana me diría que ya no quería esperar. No caería en la trampa.

"¿Por qué me haces esto?" Le dije entre dientes, me daba coraje que Bella jugara conmigo y con
su vida de forma tan irresponsable. ¿Qué no entendía que sin ella yo no podría vivir? Estaba
realmente enojado en ese momento. No lo soportaba. "¿No es ya bastante duro sin todo esto?" Le
pregunté, tomando un puño del encaje de su ropa entre mi mano, traté de no romperlo, por más
que deseara arrancarlo y darle lo que quería... No puedo, me dije. "No importa. No haré ningún
trato contigo."

"Quiero ir a la universidad." Bella insistió. No tenía caso, no me iba a engañar. Lo que quería era
que yo me rindiera y le diera lo que quería.

"No, no quieres. Y no hay nada que merezca tanto la pena como para arriesgar tu vida otra vez.
Que valga la pena hacerte daño."

Sí, lo hay. Me gritaba el deseo que me atacaba en el momento, pero mi lógica me decía que no.

"Pero si quiero ir a la universidad. Bueno, no es la universidad en si lo que quiero, pero quiero ser
humana durante un tiempo más."

¿Por qué no me impresionaba? Sabía bien que era lo que en realidad quería.

Cerré los ojos, y el aire salió por mi nariz. ¿Por qué me haces esto? Me repetía. ¿Por qué?

"Me estás volviendo loco, Bella. ¿No hemos tenido esta discusión un millón de veces, siempre
suplicando el ser vampiro sin demora?"

"Si, pero... bueno, tengo una razón para ser humana que antes no tenía."

Sí, yo también la tendría. Pero no cedería. Tenía que escucharlo de ella, estar seguro que eso era.
"¿Y qué razón es?"

"Adivina..." Me dijo, y empezó a arrastrarse sobre las almohadas, buscando mis labios.

Era una posición tan tentadora. Pero no podía, me dolía el no poder dárselo. El ser tan débil, tan
cobarde para no intentarlo de nuevo, sabía a la perfección que debía y no debía hacer para no
lastimarla otra vez.

Respondí su beso, pero fui cuidadoso de no mostrarle la lucha interna en la que me encontraba.
La besé de una manera dulce, controlando mis ganas de meterme más al beso, de llevar mis
manos a su rostro, y tocar su suave y caliente piel, de enlazar mis dedos en su cabello, de
atraerla más hacia mi cuerpo por la espalda... después de un momento, la alejé de mí, tratando
de no herir sus sentimientos. No había logrado lo que quería. Todavía no.

"Eres demasiado humana, Bella. Te controlan las hormonas." Le dije con una risa. Había sabido
todo esto desde hace tiempo. Era algo a mí favor, y a mí contra. Bella no dejaba de insistir.

"Ese es todo mi punto, Edward. Me gusta esta parte de ser humana. No quiero dejarlo todavía. No
quiero esperar durante años de ser una neófita loca por la sangre para que sólo parte de esto
vuelva a mí."

Claro, ese era el supuesto problema. Pero ella misma me salvó. Bella bostezó, tenía sueño. Yo
sonreí. ¿Cómo se suponía que quería tener sexo conmigo si se estaba durmiendo?

"Estás cansada. Duerme, amor." Empecé a tararear su nana, sabía que eso calmaba sus sueños, y
le permitía dormir más tranquila y rápido.

"Me pregunto por que estaré tan cansada." Me dijo Bella, insinuando algo. "No puede ser parte de
tu plan ni nada."

Me acusó. Claro que había sido obvio. Me reí de nuevo, cuanta razón tenía, y aún así no dejaba de
insistir.

"Con todo lo cansada que he estado, pensarías que dormiría mejor."

Bella me respondió, y eso paró en seco mi tarareo. ¿Cómo que dormiría mejor? ¿No había sido
así? ¿Cómo era posible, si no había hablado, ni se había movido durante ninguna de las noches
desde que habíamos llegado a Isla Esme?

"Has estado durmiendo como un tronco, Bella. No has dicho ni una sola palabra en sueños desde
que llegamos aquí. Si no fuera por los ronquidos, me preocuparía que te estuvieras quedando en
coma."

Le dije, y bromeé acerca de los ronquidos, no por completo. No eran ronquidos fuertes, o
escandalosos de los que Bella se pudiera avergonzar.

Lo que me dijo a continuación me perturbó.

"¿No he estado dando vueltas en la cama? Eso es raro. Usualmente me muevo mucho por la cama
cuando tengo pesadillas. Y grito."

No eran solo sueños, ¿sino pesadillas? Era yo, seguramente. Lastimándola, ¿qué más?
"¿Has estado teniendo pesadillas?" Tenía que asegurarme.

"Y muy vívidas. Me dejan agotada." Me dijo mientras bostezaba. Ya me parecía muy raro que
durmiera tantas horas. No era normal, no en ella. "No puedo creer que no haya estado
balbuceando acerca de ellas toda la noche."

"¿De qué tratan?" Le pregunté, aún cuando no quería escuchar la respuesta.

"Diferentes cosas-pero iguales, sabes, por los colores." ¿Ah?

"¿Colores?" ¿A qué se refería?

"Todo es muy brillante y real. Normalmente, cuando estoy soñando, sé que lo estoy. Con éstas,
no sé que estoy dormida. Las hace más aterradoras."

¿Sobre mí? ¿Qué era? Tenía que hacer algo por aliviar sus miedos.

"¿Qué es lo que te está asustando?"

Le pregunté, tenía que saberlo. La cosa parecía peor de lo que me imaginaba. Bella se estremeció,
recordando.

"Sobre todo…"

"¿Sobre todo...?" ¿No era una sola cosa la que la aterraba en sueños? ¿Qué había hecho este
ángel para merecer ese trato?

Esperé a que Bella contestara. Parecía que trataba de recordar que era lo que la aterraba en sus
pesadillas. ¿No estaría tratando de editar sus pensamientos?

"Los Volturi."

Ah. Eso era. Pero no había porque. Ella sabía la razón. Pero parecía olvidarla de repente.

La acerqué más a mi cuerpo, abrazándola con un poco más de fuerza, que sintiera mi protección.
Que no tenía absolutamente nada que temer a mí lado.

"No nos van a molestar nunca más. Serás inmortal pronto, y no tendrán razones."

Bella no dijo nada. Se quedó callada y recostada en mi pecho. Sus pensamientos iban avanzando,
quizá recordando lo que veía cada noche. No sabía que más decirle para hacerla entender que no
tenía nada que temer. Haría lo que fuese para alejar las pesadillas. Cantaría toda la noche, la
mantendría despierta, aunque sabía que eso era más que imposible, Bella necesitaba el descanso.

Su expresión fue cambiando. Y me mataba el verla de esa forma, me dolía cada fibra de mí ser,
sentí mi corazón más muerto que nunca, me hacía infeliz el verla así. Pero no podía encontrar la
mejor manera de cuidar de sus sueños, no tenía acceso a ellos, no podría despertarla en el
momento que empezaran, no podía protegerla de ellos, era lo que más terror le causaba y no
podía hacer nada al respecto.

Tristeza me invadió, impotencia, coraje, todo por no lograr encontrar una manera de cuidarla.
Su expresión seguía cambiando, y sentía que la tristeza que me invadía la transmitía a mi Bella, y
ella a mí. Éramos como uno solo, lo que ella sentía yo lo hacía. Siempre había sido de esa forma,
y nunca cambiaría.

¿Cómo se lograría?

Lo prefería de esa forma, no me gustaría ser feliz mientras ella fuera infeliz. Nunca pasaría eso.
Nunca la dejaría sufrir sola, me tendría a su lado para toda la vida. Feliz o infeliz, saludable o
enferma, rica o pobre, como lo había prometido ante el altar, ante su familia y la mía, ante todo el
mundo.

"¿Qué puedo hacer para ayudar?" Le pregunté urgentemente, cuando vi que la desolación no
dejaba sus facciones.

Pero Bella sacudió la cabeza. "Son sólo sueños, Edward."

Siempre tratando de hacerse la fuerte.

"¿Quieres que cante para ti? Cantaré toda la noche si eso sirve para mantener los malos sueños
lejos."

"No todos son malos. Algunos son bonitos. Muy... coloridos. Bajo el agua, con los peces y los
corales. Todo parece que está sucediendo de verdad-no sé que estoy soñando. Puede que la isla
sea el problema. Es demasiado brillante aquí."

Si la isla era el problema, podía arreglarlo en ese mismo momento.

"¿Quieres volver a casa?"

"No. No, todavía no. ¿No podemos quedarnos un poco más?"

Sí ella lo quería así, no podía negarme.

"Podemos quedarnos tanto tiempo como quieras, Bella."

Le dije como promesa, sus deseos eran como ordenes para mí.

"¿Cuándo empieza el semestre? No estaba prestando atención antes."

Oh, otra vez con lo mismo. Suspiré, y no le contesté. Empecé a tararear de nuevo su nana. Pero
su respiración y los latidos de su corazón me decían que ya estaba dormida.

No dejé de tararear su nana, tenía que alejar los malos sueños, había funcionado antes.

Me pasé la noche pensando que era lo que soñaba que tanto la asustaba. Me había dicho que los
Volturi. ¿Qué soñaba acerca de ellos? Quería saberlo al tiempo que me temía la infinita posibilidad
que tenía. Y no sabía porque sentía que había algo más aparte de los Volturi, algo que me
escondía, que no quería que yo supiera. ¿Pero qué podía ser?

Así me pasé el resto de la noche, hasta que escuché a Bella gritar, estaba aterrorizada. La vi
sentarse de manera rápida, estaba completamente asustada. ¿Qué era?
"¿Bella?" Le dije en un susurro, no queriendo asustarla más. Puse mis manos a sus lados,
tratando de sacudirla para hacerla entrar en la realidad. "¿Estás bien, cariño?"

"Oh." Bella jadeó, y sin siquiera adivinar que pasaría, empezó a llorar, las lagrimas caían sobre su
rostro descontroladamente, todavía no me respondía. ¿Estaba en shock? La forma en que se
había despertado me había asustado, su grito, sus lágrimas... me asustaron aún más.

"¡Bella! ¿Qué pasa?"

Llevé mis manos hacia su rostro, mis dedos acariciaban la piel donde las lágrimas iban dejando un
rastro húmedo. No importaba cuantas veces o que tan rápido limpiara las lágrimas, más seguían
cayendo. No veía que Bella recuperara control sobre si misma.

"Sólo era un sueño."

Salió de Bella un sollozo que hizo que su voz se rompiera al responderme, las lágrimas seguían
cayendo por su rostro. Su rostro lucía más desolado que cuando me contaba de sus sueños. Debió
ser algo muy malo para causarle tanta pena, tanto miedo.

"Está bien, amor, estás a salvo. Estoy aquí." Le dije, mientras la mecía, tratando de calmarla, de
asegurarle que todo estaba bien, de verdad. "¿Tuviste otra pesadilla? No era real, no era real."

"No era una pesadilla." ¿Qué? Sus palabras me confundieron. Sacudió la cabeza, y sus manos se
fueron a sus ojos frotándoselos, tratando de limpiar las lágrimas que aún quedaban. "Era un buen
sueño." Me dijo, y su voz se volvió a quebrar.

¿Cómo pudo haber sido un buen sueño con sus reacciones?

"Entonces ¿por qué lloras?" Le preguntó desconcertado. No entendía su lógica.

"Porque desperté." Me respondió, y llevó sus manos hacia mi cuello, donde las envolvió, su rostro
contra mi garganta, seguía sollozando.

Todavía estaba preocupado por lo que había soñado, no me convencía que hubiera sido bueno, si
la hacía llorar de esa forma. Me reí de sus palabras, pero en ella se escuchaba lo que sentía.

"Todo está bien, Bella. Respira hondo." ¿Cómo hacer que se calmara?

"Era muy real." Me dijo mientras empezaba a llorar otra vez. "Quería que fuera real."

"Cuéntamelo. Tal vez eso ayude."

Algo tenía que hacer para calmarla. Quizá el hablar con ella la ayudaría.

"Estábamos en la playa…" Sentí como Bella se apartaba de mi garganta. Puso su rostro frente al
mío a unos cuantos centímetros para poder verme, sus ojos todavía estaban llenos de lágrimas.
La imagen me rompía el corazón.

"¿Y?"

"Oh, Edward…" Me dijo, sus ojos pestañeando, tratando de limpiar las lágrimas que tenía aún en
sus ojos.
"Cuéntame, Bella…" Le rogué. Algo tenía que haber para hacerla sentir mejor. El dolor que había
en sus ojos me estaba matando, su voz estaba saturada del mismo dolor que veía en sus
hermosos ojos color café chocolate.

Bella no me respondió. Me frustraba el que mi ángel no hablara de eso, algo malo debía ser. No
bueno, como me había dicho, no quería preocuparme. Pero era peor el que no me dijera nada.

Mi ángel empezó a besarme, y yo le respondí. Quería tanto seguir, pero me detuve. No podía.
Bella sintió que me alejaba y se agarró de mis hombros, tratando de impedir que me alejara. Pero
mi fuerza era demasiado para ella. ¿Cómo era posible que siguiera insistiendo?

"No, Bella." Le dije, mientras la miraba a los ojos, me preocupaba la reacción que tenía. Sus ojos
seguían llenos de pena y dolor. Algo que no entendía. ¿Era por el sueño o porqué yo no cedía?

Bella dejó caer los brazos a sus lados, liberándome. En sus ojos veía más, se había dado por
vencida, pero las lágrimas y el dolor seguían en su rostro. Cada vez poniéndose peor, el sollozo
que salía de sus labios se hacía cada vez más pronunciado. No sabía que hacer. Me dolía el no
tenerla en mis brazos, el no poder confortarla como ella deseaba.

"Lo s-s-s-siento..." Apenas pudo decirme. La voz se le quebraba entre sollozos.

El control se estaba escapando de mí, lo sentía desvanecerse, una palabra suya y me tendría
como quería. La atraje a mis brazos, y la abracé fuertemente contra mi pecho.

"¡No puedo Bella, no puedo!" Casi sentía mi voz quebrarse, las lágrimas que no podía llorar
estancadas dentro de mí. Solo una palabra... No puedo, pero quiero... pensé.

"Por favor." Sus palabras apenas salieron de sus labios, su rostro sobre mi piel. Sentía el temblor
de su voz y su aliento sobre mi pecho. "¿Por favor, Edward?"

Y no me pude negar. Me di por vencido con un gruñido. No podía creer que me diera por vencido.
Que me fuera a entregar a ella otra vez. Pero mi deseo era tan insoportable como el de ella. Llevé
mis labios contra los suyos y la hice mía de nuevo.

Lo más extraño de la situación, fue que no dolió la forma como debía, el haber perdido.

Lo primero que hice cuando Bella se durmió, fue revisar que no la hubiera lastimado más de lo
que hice la primera vez. Sus moretones seguían igual que antes, y ninguno nuevo se veía, por el
momento. Estaría pendiente de ella y cada cambio durante toda la noche y el día. Aunque en el
fondo sabía que mi preocupación había sido innecesaria, me había dado por vencido, porque
estaba seguro de que no la volvería a lastimar, sabía perfectamente que hacer y que no hacer
para lastimarla de nuevo. La fuerza necesaria que tenía que ejercer en cada momento y en cada
una de las partes de su cuerpo. Estaba un poco más confiado. Eso me había convencido. Había
estado pensándolo durante los últimos días, pero había logrado manejar mi deseo, hasta esta
noche. Bella lo había hecho mucho más que insoportable, más que eso, por esa razón no me pude
negar al ver las lágrimas en sus ojos, la forma como me rogaba y me pedía por darle lo que
quería.

Bella estaba recostada sobre mi pecho, tal y como había pasado la primera noche. La sábana
blanca cubría hasta la parte baja de su espalda, tenía mis brazos rodeándola. Y de vez en cuando
veía en su cabello, en las sábanas o sobre la cama algunas astillas de la madera que había
arrancada en mí intento por canalizar mi fuerza hacia otro lugar que no fuera Bella.
Sorprendentemente Bella no notó nada, en ningún momento se detuvo cuando la madera siendo
arrancada de su lugar causaba un ruido escandaloso, mi ángel de verdad estaba metida en el
momento.

El recordar que la atención de mi Bella cuando estaba conmigo no podía ser arrancada de mí,
causó que una sonrisa se estrechara en mí rostro.

Esta vez había sido igual o mejor que la primera, pude disfrutar más de ella, no estaba tan
preocupado como la primera vez, sin saber que esperar, ahora sabía lo que debía hacer, y lo que
salió perdiendo esta noche fue la cama.

Había sido tan disfrutable el tenerla conmigo otra vez, sentir las mismas emociones recorriéndome
mientras Bella hacía lo mismo. Incluso duró más tiempo que la primera vez. Y eso me decía que
Bella no quería que terminara tanto como yo no lo quería. Sus labios nunca dejaron mi piel,
cuando no estaban sobre los míos, estaban sobre la piel de mi garganta, todo mi cuello, mi pecho,
todo lo que quería. Podía tener todo lo que quería, no me importaba. Era demasiado feliz a su
lado. Sus manos en mi cabello, en mi rostro, mi cuello, mi espalda...

¿Cómo había aguantado tanto tiempo?

Eso ya no tenía importancia. No me volvería a negar a sus deseos, nunca. Sí todo resultaba como
me imaginaba, Bella sin más moretones o dolor, no habría porque negarme. Yo la amaba y ella a
mí, era lo más natural.

Me pasé toda la noche admirando a este ángel que me había sido entregado. Recordando cada
momento de esa noche, cada toque, cada caricia, cada beso, cada gemido que había salido de sus
labios cuando cumplía con lo que quería, cada vez que sus labios me tocaban, sus manos, cada
corriente eléctrica que me recorría al sentirla conmigo, nunca me dejó, incluso en esos momentos
la sentía, con solo tener su piel caliente sobre mi piel fría.

No me cansaba de recordar, y mis manos no dejaban su piel...

A cierta hora de la madrugada, me levanté a tomar un baño, y deshacerme de los pedazos de


madera de la cabecera. Cuando terminé, que no me tomó más de cinco minutos, regresé de
inmediato a su lado. Como si nunca nos hubiéramos separado. Su cuerpo no tuvo tiempo de
reaccionar al calor, cuando el frío de mi piel ya estaba de regreso.

El sol ya había salido, eran las primeras horas de la mañana, y yo seguía observando como la piel
de mi Bella seguía igual, sin cambios. No habían moretones que la marcaran ese día, eran los
mismos que antes. No la había lastimado. La felicidad que sentía hace momentos solo se
incrementó, era lo único que me faltaba para poder disfrutar completamente de la alegría que me
llenaba. Sentía que iba a explotar de felicidad. Ahora todo era perfecto.

Sabía que podría volver a estar con ella, sin preocuparme de lastimarla, de perder el control.
Podía amarla y dejarla amarme por completo, disfrutar de nosotros mismos. No había nada mejor
que esa verdad.

¿Sería que Bella aún querría ser humana por un tiempo más?

No, me dije. Bella solo lo había hecho por estar conmigo de nuevo. No te dejes caer en la
esperanza de que sí haya sido honesta contigo. Pero no lo podía evitar. Me mostraría neutro a su
propuesta, a menos que me demostrara que era eso lo que quería en verdad, y que no lo había
dicho solo por convencerme.
Las posibilidades de que Bella disfrutara de unos años más como humana, que no tuviera que
perderse de la oportunidad de seguir teniendo contacto con sus padres, y no solo por teléfono,
que pudiera ir a la universidad, que pudiéramos ser como una real pareja de recién casados y
disfrutar de las mieles de eso, sin peligro de que la eternidad no llegue a nosotros cuando ella
esté preparada para dejar sus días humanos detrás. Que no extrañase hacer nada o conocer algo
mientras aún fuera humana por haberse apresurado a convertirse en un monstruo. En realidad
nunca la podría ver como a un monstruo, como yo me veía a mí mismo. A veces me era difícil ver
a personas como mí familia como si fueran monstruos. Éramos tan diferentes a otros vampiros,
luchando por retener nuestro lado humano, era algo que a los demás no les importaba. Pero Bella
sería el vampiro más puro y limpio que en nuestra historia hubiera existido, me encargaría de eso.

Las horas pasaron, y después de doce horas de estar sumida en un profundo sueño, escuché los
latidos de su corazón cambiar diminutamente, y escuché como se esforzaba por mantener su
respiración pareja. No quería que me diera cuenta de que estaba despierta. Antes de que
estuviera completamente consciente, al escuchar el cambio, quité mis brazos de su espalda y me
los llevé detrás de la cabeza y puse la mirada al techo. Sabía que eso la preocuparía. Pero estaba
de tan buen humor, que quería bromear con ella un poco.

Después de unos minutos, escuché como sus ojos se abrían, y sentí su mirada en mi rostro, no
volteé. Luego la sentí separarse de mí, y no me gustaba. Mantuve mi cara limpia de emociones,
sin dejarla ver que sentía o pensaba en el momento. Me costó mucho trabajo el no reírme de sus
acciones. Parecía un niño asustado, esperando por sus padres a que le coloquen un castigo
después de hacer algo indebido.

"¿En qué tanto lío estoy metida?" Me preguntó en una voz pequeña. Esperando por el castigo. Ja,
no tenía idea del cambio esta mañana.

"Montones." Le dije bromeando. Volteé mi cabeza para verla por fin, y le mostré una sonrisa que
le decía que no tenía que preocuparse. Me sentía presumido esa mañana. Era mía.

Mi Bella suspiró, y en el se escuchaba como eran un alivio mis palabras. ¿Qué pensó que le haría
al despertar? "Lo siento. No pretendía... Bueno, no sé exactamente que me pasó anoche." Me
dijo. Su voz se escuchaba honesta. En realidad había sido necesidad, no lo dudaba, era la misma
que yo sentía.

Bella sacudió la cabeza. Quizá recordando todo lo que pasó la noche pasada. Y yo recordé algo
más.

"Nunca me dijiste de que trataba tu sueño."

La curiosidad me estaba matando.

"Supongo que no lo hice-pero más o menos te mostré de que trataba." Me respondió Bella con
una risita, ¿nerviosa?

¿Acaso era que...?

Increíble.

"Oh." Le dije mientras mis ojos se agrandaban con la sorpresa. Era... "Interesante."

No la podía culpar, si yo hubiera sido capaz de soñar, creo que hubiera sido lo mismo.
"Era un sueño muy bueno." Me dijo en un murmuro cuando no dije nada más. Había estado
pensando en su sueño y lo que yo hubiera soñado. Claro que sí era muy bueno, si ella lo decía.

"¿Estoy perdonada?" Me preguntó después de unos segundos de silencio.

Todavía consideraba que estaba bien seguir bromeando con ella. ¿Cómo no perdonarla? No podía.

"Lo estoy pensando."

Bella se sentó en la cama. Vi como su mirada recorría su alrededor. ¿Buscando plumas? Me reí
internamente, cuando viera lo que era ahora. Pero no pasó mucho tiempo, apenas se incorporó,
cayó de regreso a las almohadas, de espalda.

¿Qué era ahora? Me preocupé instantáneamente.

"Whoa… un mareo."

Puse mis brazos a su alrededor. Quizá había sido la luz brillante. O el que había dormido tanto.
Solo era un mareo, me dije. No exageres.

"Dormiste mucho tiempo. Doce horas."

"¿Doce?" Me preguntó, pero en su tono no había sorpresa. No era raro que desde que habíamos
llegado durmiera tantas horas.

Seguí hablando, tratando de adivinar que había causado el mareo. Quizá que no había comido. No
sabía. Pero mientras lo hacía, observé como trataba de checar si había algo de que preocuparse, y
creí, que según ella, lo hacía disimuladamente.

Sus ojos se fueron primero a sus brazos, recorriendo los moretones que aún estaban allí. Me
aguanté las ganas de reír. Luego pretendió estirarse de la forma que uno hace al despertarse.
Parecía que no había nada de que preocuparse. Lo vi en sus acciones, no volvió a intentar otra
forma de buscar algo nuevo.

"¿Está el inventario completo?"

Le pregunté, medio bromeando y medio serio. Aunque tenía algo de seguridad de que no la había
lastimado, tenía que escucharlo de ella.

Bella asintió con la cabeza, de forma tímida por haberme dado cuenta de que hacía.

"Parece que todas las almohadas han sobrevivido." Me dijo Bella de la misma forma tímida. Sí, las
almohadas y tú nada más.

En ese momento se vino a mi memoria el momento en que me había rendido a Bella, como mis
manos habían arrancado su camisón, para hacerla mía...

"Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo de tu, ehm, camisón." Le dije mientras inclinaba mi
cabeza hacia el pie de la cama, para mostrarle donde ver a lo que me refería. La prueba del
crimen. No sabía porque había decidido dejar los restos de su camisón sobre las sábanas. Había
sido el que hasta el momento más había disfrutado de ver en su cuerpo. Negro y con encaje,
hacía resaltar su belleza de forma excepcional. Extrañaría verlo en ella.
"Eso es malo. Ese me gustaba,"

Dímelo a mí.

"A mi, también."

"¿Hubieron algunas otras bajas?" Me preguntó de la misma forma tímida que hace momentos.
Pregunta equivocada. Me daba un poco de pena, lo bueno era que no podía sonrojarme, sino le
haría competencia a su hermoso rojo.

"Tendré que comprarle a Esme una cabecera de cama nueva."

Le dije, mientras volteaba a ver sobre mi hombro los pedazos de madera faltantes de la cabecera.
Bella siguió mi mirada, y estaba sorprendida. Yo no.

"Hmm." Bella dijo frunciendo el ceño. "Pensarías que habría escuchado eso."

"Pareces ser extremadamente inobservadora cuando tu atención está de otra manera ocupada."

"Estaba un poco absorta." Bella me dijo, mientras ese hermoso color rojo le daba color a sus
mejillas.

Llevé una de mis manos hacia sus mejillas, que estaban hirviendo con el sonrojo del momento.
Eran adorables. Suspiré, pensando en lo mucho que amaba el color que subía a su piel cada vez
que estaba avergonzada o emocionada.

"Realmente voy a extrañar esto."

Bella estaba observando mi rostro. En sus ojos veía como buscaban por algo en mi rostro. Todavía
estaba preocupada porque yo estuviera enojado. Pero ahora no podía, no con ella. Nunca estaba
enojado con ella. No podía ni siquiera estar enojado conmigo, porque después de todo, no la
había lastimado, y era todo lo que importaba.

"¿Qué tal te sientes?" Me preguntó. Casi escuchaba, ¿De verdad no estás enojado? En su tono. Me
reí, no pude evitarlo.

"¿Qué?" Me preguntó cuando me reí en lugar de contestarle.

"Luces tan culpable-como si hubieses cometido un crimen."

Era exactamente como se veía.

"Me siento culpable." Bueno, aún podía ver sus emociones perfectamente en su rostro.

"Sedujiste a tu demasiado dispuesto marido. Ese no es un pecado capital." Le dije en broma, aún
no me cansaba, mientras Bella se sintiera culpable. Su cara no tenía precio.

Sus mejillas se pusieron aún más rojas cuando escuchó mis palabras.

"La palabra seducción implica cierta cantidad de premeditación."

¿Qué no la había? ¿No era eso lo que había estado tratando de hacer desde las últimas noches?
"Puede que esa fuera la palabra incorrecta." Le dije aunque sabía que así era.

"¿No estás enfadado?" ¡Vaya! Hasta que lo preguntaba directamente.

Pero ya había sido suficiente. No tenía porque sentirse culpable. No cuando en realidad no estaba
enfadado. Vaya impresión debí haberle dejado la primera vez que estaba tan preocupada de mi
reacción. Le sonreí.

"No estoy enfadado." Le respondí honestamente. Esperando su duda. Siempre dudando de mis
respuestas. Pero yo tenía la culpa de su falta de confianza.

"¿Por qué no?" Me preguntó mi ángel. Aún sin entender mí cambio.

"Bueno…" Me detuve un momento. ¿Qué le decía primero? Lo que era más importante para mí.
"No te lastimé, primeramente. Esta vez fue más fácil controlarme, canalizar los excesos." Mis ojos
se fueron de nuevo a la cabecera. Recordando. "Tal vez porque tenía una mejor idea de que
esperar."

Una sonrisa se esparció por su rostro, y había algo más en ella. Sus ojos llenos de ¿esperanza?
Evité el pensar que estaba pasando por su mente.

"Te dije que todo era cuestión de práctica."

Puse los ojos en blanco al escuchar su respuesta. Aunque era cierta, en eso tenía razón. No lo
pude negar. Y me encantó.

En eso su estomago rugió, como de costumbre por las mañanas. Me reí de la situación y lo
parecido y diferente que era de esa mañana.

"¿Hora de desayunar para la humana?" Le pregunté, recordando que yo todavía no había cazado.
Sería mejor que lo hiciera lo más pronto posible.

"Por favor." Bella me respondió mientras daba un brinco animadamente fuera de la cama. El
mareo volvió, quizá. Porque Bella se tambaleó y sino hubiera sido porque la caché en mis brazos
justo a tiempo, se hubiera caído sobre la cómoda.

"¿Estás bien?"

"Si en mi próxima vida no tengo mejor sentido del equilibrio, exigiré un reembolso." Me dijo
ignorando mi pregunta. Queriendo tomar la situación como algo normal. Su desequilibrio no tenía
nada que ver, nunca lo habían causado mareos.

Aún así lo dejamos pasar. Nos dirigimos a la cocina tomados de la mano, no podía creer que
estuviera tan feliz, no había estado tan feliz desde que me había dicho que sí en el altar, porque
nuestra primera noche en la isla, la había manchado con mi pesimismo y con todo lo que le causé
esa primera vez. Ahora, todo era más que perfecto.

Bella cocinó en esta ocasión, ella también estaba de buen humor. Feliz. Y me lo contagiaba, quizá
como yo se lo contagiaba a ella.

Eligió volver a desayunar huevos. ¿Desde cuándo le gustaban tanto, que no se enfadaba de ellos?
Los puso sobre un plato apenas unos minutos después de empezar a cocinarlos, quizá no hubiera
sido experto ni nada, ni siquiera haber sido capaz de probarlos para saber si estaban listos, pero a
mí me había tomado unos cuantos minutos más, y en la receta lo decía también.

"¿Desde cuándo comes huevos con la yema casi cruda?"

"Desde ahora." Me respondió.

"¿Sabes cuantos huevos has comido sólo durante la semana pasada?"

Le pregunté, mientras me asomaba para tomar de debajo del fregadero el cubo de la basura que
estaba lleno de las cajas donde venían los huevos. Había comido demasiados ella sola. Era raro.

"Extraño." Me dijo cuando se tragó un bocado que estaba masticando mientras le hablaba. "Este
sitio está arruinando mi apetito." Y tu sueño y tu equilibrio. Aunque quisiera pasarlo como algo
normal para ella lo del equilibrio, no me hacía tonto. Y su sueño, bueno, eso lo había notado
desde la primera noche. "Pero me gusta aquí. Aunque tendremos que irnos pronto, ¿cierto? para
llegar a Dartmouth a tiempo. Wow, supongo que tenemos que encontrar un sitio para vivir y
cosas, también."

Seguía con lo mismo. Me fui a sentar a su lado, para seguir con la conversación, o terminarla más
bien.

"Ya puedes dejar de fingir acerca de la universidad-conseguiste lo que querías. Y no llegamos a


ningún acuerdo, así que no hay nada que te ate."

Bella dejó salir el aire, resoplando a mi respuesta. ¿Qué significaba eso?

"No estaba fingiendo, Edward. No paso mi tiempo libre tramando cosas como algunas personas
hacen. ¿Qué podemos hacer para agotar hoy a Bella?" Bella trató de imitarme, y su voz y el
encanto de su rostro la hacían adorable. Me hizo reír. Eso era cierto. Así pasé los últimos días. "De
verdad quiero un poco más de tiempo como humana." Entonces era cierto. ¿Por qué? Como
respondiendo a mi pregunta, Bella se inclinó sobre la mesa, sus ojos en mi pecho, y estiró una
mano, su dedo recorriendo de arriba a abajo mi pecho. Una corriente eléctrica me cruzó por el
exacto lugar que su dedo me tocaba. "Aún no he tenido suficiente."

Lo sabía.

¿Eso era de verdad, toda la razón que tenía para seguir siendo humana?

"¿De esto?" Le pregunté mientras tomaba la mano que seguía descendiendo por mi pecho. "¿El
sexo fue la clave todo el tiempo?" Bromeé con ella, mientras rolaba los ojos. Debí saberlo mejor.
"¿Por qué no pensé en eso?" Le respondí de forma sarcástica. "Pude haberme ahorrado muchas
discusiones."

Estaba seguro. Bella era tan humana y me encantaba. ¿Por qué querría dejarlo ahora?

"Si, probablemente." Me dijo mientras se reía.

"Eres demasiado humana."

"Lo sé." Claro que lo sabía, por eso quería seguir siéndolo. No me importaría. Habían tantas cosas
que quería mostrarle y compartir con ella mientras siguiera siendo humana. Como la
universidad...
¿De verdad hablaba en serio? La idea me emocionaba, empecé a querer sonreír, pero tenía que
asegurarme, antes de dejar que la esperanza creciera en mí

"¿Vamos a ir a Dartmouth? ¿En serio?"

"Probablemente reprobaré en solo un semestre." ¿Entonces era un sí?

"Seré tu tutor." Le dije con una gran sonrisa. Por fin Bella aceptaba mis ideas. "Te va a encantar
la universidad."

Era tan diferente a la secundaria, y a mí lado, no dejaría que se arrepintiera de haberlo decidido.

"¿Crees que podremos encontrar un apartamento a estas alturas?"

Claro que sí, amor, pensé. Pero eso no se lo había dicho, si hubiera sabido antes de esto, que ya
tenía todo preparado para obligarla a ir, me hubiera ahorcado. Si fuera posible. La culpa se
mostró en mi rostro, no podía esconderla.

"Bueno, ya tenemos algo así como una casa allí. Tú sabes, sólo por si acaso."

"¿Compraste una casa?"

Oh-uh.

"Las propiedades inmobiliarias son buenas inversiones."

Bella solo levantó una ceja, no dijo nada más acerca de nuestra casa. Nuestra casa. Que bien se
sentía el decirlo.

"Estamos listos, entonces."

"Tendré que ver si podemos quedarnos con tu coche "antes de" por un rato más..." Le dije, ojala
que Alice me viera pidiendo el favor de que hablara con las personas pertinentes.

"Si, que el cielo no permita que no me esté protegida de tanques."

Tuve que reírme de sus palabras. Pero era cierto; aún humana, aún Guardian.

"¿Cuánto tiempo más nos podemos quedar?"

Ya había pensado en eso, imaginando que lo que me había dicho era cierto. Lo era.

"Vamos bien de tiempo. Unas cuantas semanas más, si quieres. Y después podemos visitar a
Charlie antes de irnos a New Hampshire. Podríamos pasar las navidades con Renée…"

Era todo un plan, y ojala que a Bella le pareciera bien. Yo sabía que sí, Charlie la extrañaba desde
antes que Bella bajara por las escaleras para unirse en matrimonio conmigo, y Renée, no la había
visto desde ese día, y antes de eso, desde que fuimos a Florida, sabía que Renée se lo había
pedido y estaría más que feliz por vernos en Jacksonville visitándola.
Bella se quedó pensando en algo, quizá en lo que acababa de decir. Pero después de unos
minutos, vi algo diferente en sus ojos. Indecisión, ¿se estaba echando para atrás? No podía ser,
había sonado tan genuinamente honesta cuando me dijo que quería esperar.

¿Qué la podría hacer cambiar de parecer? ¿La edad otra vez? Eso no era problema, aún si
esperara diez años o los que quisiera, la seguiría amando de la misma forma que a sus cortos
dieciocho años, casi diecinueve, en unas semanas sería su cumpleaños, seguramente Alice querría
festejar, me aseguraría que en esta ocasión se respetara el deseo de Bella de no tener regalos, o
al menos no envueltos. No, nada de fiesta. No me arriesgaría. No la arriesgaría a ella,
principalmente.

"Unas cuantas semanas." Descansé, eso no era lo que estaba pensando. ¿Qué era? No tuve
tiempo de preocuparme mucho o de frustrarme otra vez por no poder leer sus pensamientos. "Así
que estaba pensando-¿sabes lo que decía sobre la práctica antes?"

Me reí, sí lo recordaba. Yo tampoco tenía suficiente, y me moría por decirle que sí, pero...

"¿Puedes esperar un momento? Oigo un barco. Los de la limpieza deben estar aquí."

Le dije, deseando ahora sí más que nunca, haberle dicho que sí, y haberle pedido a los de la
limpieza que regresaran otro día...

Bella sonrió, seguramente no perdió la primer parte. Esperar un momento. Le estaba pidiendo que
esperara, que mi respuesta era sí, nunca más sería no. Ahora no había nada que no le pudiera
dar, nada.

"Deja que le explique a Gustavo el desastre de la habitación blanca, y después podemos salir. Hay
un lugar en la jungla en el sur-"

Le dije, pensando en que me diría acerca de salir.

"No quiero salir. Hoy no pienso caminar por toda la isla. Quiero quedarme aquí y ver una
película."

Tus deseos son órdenes, pensé. Pero aunque hubiéramos salido, no hubiera importado, no sería
para dejarla exhausta, para nada. Podría cargarla todo el tiempo para que ni una gota de sudor ni
cansancio aparecieran en su cuerpo. Traté de no reírme a su tono, era casi como acusándome de
querer hacerle de nuevo la misma. Que equivocada estaba. Pero como había dicho, ya no había
nada que pudiera negarle.

"Está bien, como prefieras. ¿Por qué no eliges una mientras voy a abrir la puerta?" Le dije,
escuchando a Gustavo y Kaure a unos pasos de la puerta, en cualquier momento...

"No escuche que tocaran."

Por que no lo han hecho, pensé. Pero lo harán.

Moví mi cabeza hacia un lado como para escuchar mejor, y mostrarle a Bella mi razón, medio
segundo después, Gustavo tocaba la puerta de forma tímida, no sabía si estábamos dentro o
fuera de la casa. Le dediqué una sonrisa de burla y victoria, yo tenía la razón, y me levanté para ir
a abrir.
Abrí la puerta, y allí estaban los dos, Gustavo y Kaure. El hombre me saludó amistosa y
respetuosamente, pero la mujer estaba aterrada, apenas y podía controlar su expresión, pero sus
ojos y sobre todo sus pensamientos me decían todo. Era una mujer de supersticiones, y lo que
ella creía no estaba lejos de lo que yo era, pero tampoco muy cerca.

Los dos me siguieron dentro de la casa, había escuchado los pasos de Bella dirigirse hacia el
estante donde estaban los DVDs, se quedó parada, y me imaginé que había llegado al sitio
deseado.

Mientras avanzábamos por el pasillo íbamos conversando un poco acerca del mundo exterior, no
tenía mucho que decir, no había visto las noticias, mucho menos la televisión desde que habíamos
llegado, el mundo podía haberse partido en dos y nosotros no nos hubiéramos enterado. Me
contaban también un poco de ellos, y mientras lo hacían, la mujer me comparaba con las
supersticiones de su tribu. No había mucho de lo que valerse, lo único era que estaba a mitad de
la nada, en una isla, con una mujer hermosa para mí solo. Creía que pronto acabaría con ella. No
podía creer lo que pensaba, no era su culpa, lo sabía. ¿Pero acabar con mi Bella? Era demasiado,
no podía soportarlo.

En ese momento llegamos a la cocina y les expliqué lo que tenían que hacer, limpiar, llevarse la
basura y traer más comida, ellos me dijeron más de lo que les pude decir yo. Después pasamos al
lugar donde Bella estaba de frente al estante de DVDs buscando con la mirada algo que ver en
unos momentos. Cuando Bella me escuchó hablar con Gustavo y Kaure, volteó a vernos. Cuando
les dije que mi Bella, mi ángel hermoso era mi esposa, y estábamos en nuestra luna de miel, los
pensamientos de la mujer se llenaron de horror al darse cuenta del parecido a su demonio, luego
se preocupó por mi Bella, y por último, estaba aterrorizada de estar en la casa, pensando lo que
yo era.

Desde los pensamientos de cada uno, los vi reflejados desde los ojos de Bella, Gustavo sonrió
amablemente a Bella, pensando lo afortunada que era, el me veía como una buena persona,
mientras que Kaure no sonrió, sus pensamientos aún horrorizados. Les hice una señal con la
mano hacia la recamara, y seguimos avanzando.

Me apuré a darles una explicación creíble del porque las almohadas estaban destrozadas. Kaure
no creyó ni una sola palabra, pero sin decir nada, empezó a trabajar a lado de Gustavo que me
decía que no me preocupara, que todo estaría listo y limpio pronto.

Ojala, pensé. Estaba tan ansioso como Bella de estar solos otra vez. Pero al menos les tomaría
unas dos horas para dejar todo listo para irse.

Volví a la habitación donde Bella me esperaba, me apresuré a su lado cuando era seguro que no
me vieran, y al estar a su lado, puse mis brazos a su alrededor.

"¿Qué pasa con ella?" Me preguntó acerca de Kaure.

Claro que lo había notado, aún sin leer mentes era más que obvio. Pero no tenía importancia. Me
encogí de hombros para quitarle importancia ante ella.

"Kaure es mitad india, de la tribu Ticuna. Fue educada para ser más supersticiosa-o le podrías
decir más cauta-que aquellos que viven en el mundo moderno. Sospecha lo que soy, o lo
suficientemente cerca. Aquí tienen sus propias leyendas. El Libishomen-un demonio que bebe
sangre que se alimenta en exclusiva de mujeres hermosas."

Le lancé una mirada lasciva, mostrándole que pensaba lo mismo que ella. Mujer más hermosa no
había, no para mí. Y ella era mía.
"Parecía aterrorizada."

Observadora.

"Y lo está-pero principalmente está preocupada por ti."

Más de lo que debería. Era insultante que pensara que yo le haría algo a este hermoso ángel.

"¿Por mí?"

"Tiene miedo de por que te tengo aquí, a solas." Me reí de manera oscura, pensando en las cosas
que podría hacerle a Bella, pero no para matarla. Tendrás que esperar, pensé. Puse mis ojos no
muy dispuesto en el estante. "Oh bueno, ¿por qué no escoges algo para que veamos? Eso es algo
humano aceptable de hacer."

"Si, estoy segura de que una película la convencerá de que eres humano." Bella me dijo riendo.

Después se paró de puntitas, buscando alcanzar mis labios, pero ni así lo lograría, enlazó sus
brazos en mi cuello, obligándome a agacharme para alcanzarme de forma completa, me agaché
para darle acceso completo a ellos, buscando tener yo acceso a los suyos. Pasaron unos
segundos, y sin despegarme de sus suaves labios, apreté mis brazos a su alrededor para
levantarla del suelo, así mi cuerpo no tenía que estar doblado.

"Película, pfelicula." Bella dijo mientras mis labios se deslizaban de sus labios hacia su garganta, y
sentía sus dedos enlazarse aún más en mí cabello. Me encantaba cuando hacía eso, se sentía tan
bien, era casi lo mismo que su piel sobre la mía.

Entonces vi en la mente de Kaure nuestra imagen. Mis labios sobre su garganta como si fuera a
morderla para chupar toda su sangre... y jadeó tan alto que hasta Bella lo escuchó.
Inmediatamente solté a Bella y la puse de regreso en el suelo. Kaure estaba llena de plumas
mientras cargaba otra bolsa llena de más plumas. Sus ojos estaban aún más aterrorizados,
pensando que había llegado en el momento exacto para salvar a Bella. ¿Creía que la mataría con
ellos en la casa?

Miró fijamente a Bella, sus ojos casi se le salían, vi y sentí como Bella se sonrojaba con la mirada
que Kaure le estaba dando. La mujer se recuperó del trance y más que nada del susto que se dio,
dándose cuenta que lo más seguro es que no había sido lo que ella pensaba. Claro que no era,
pensé. Después de unos segundos, su mente estaba completamente avergonzada por lo que
había pasado. Se disculpó de inmediato, sonaba honesta, así que le sonreí y le pedí que no se
preocupara, que no había problema con lo pasado. Kaure se convenció un poco de mi tono, y se
retiró por el mismo pasillo por el que había venido.

"¿Estaba pensando lo que pienso que estaba pensando?"

"Si." Fue todo lo que le dije, riéndome.

"Esta." Me dijo mientras se estiraba para tomar una de las muchas películas en el estante, parecía
que ni siquiera la había elegido, simplemente donde cayó su mano. "Ponla y podemos fingir que la
estamos viendo."

Sí, simplemente donde cayó su mano.

"Muy 'luna de miel'."


La puse rápidamente, y empezamos a verla. Nos sentamos en el sofá frente la televisión. No pudo
haber elegido peor película, la verdad. Aunque no importaba, yo me conformaba con estar a su
lado, y verla a ella en lugar de la película. No había nada que pudiera distraerme de ella. Bella se
acurrucó entre mis brazos, no parecía que ella le pusiera mucha atención, tampoco.

Fingía mirarla de repente, cuando Gustavo o Kaure pasaban por el pasillo. Parte de la fachada.

Después de un rato de ver o intentar ver la película, Bella se dirigió a mí.

"¿Vamos a volver a la habitación blanca?"

¿Deberíamos? Si ya habíamos destruido casi por completo una habitación, por que seguir con la
otra...

"No sé… ya he destrozado el cabecero de la otra cama más allá de reparación-puede que si
limitamos la destrucción a una sola zona de la casa, Esme vuelva a invitarnos algún día."

Bella se rió de tal forma, que sentía que la cara no le alcanzaba.

"¿Así que habrá más destrucción?"

Solo sí tú quieres, pensé. Siempre su opción.

Me reí de la forma en que seguía riendo. Y ahora sí esperaba saber lo que pasaba por su mente.

"Creo que sería más seguro si es algo premeditado, en vez de esperar a que me ataques otra
vez."

Aunque no me importaría que me intentara seducir las veces que quisiera. Siempre que acabara
en lo mismo.

Su pulso empezó a correr más rápido por sus venas, su corazón latiendo como nunca. Como
amaba la reacción que siempre le causaba a su corazón.

"Eso sería sólo una cuestión de tiempo." Me dijo. Claro que sí. No tenía idea de cuanta razón
tenía.

"¿Tienes algún problema de corazón?" Bromeé, sabía a la perfección cual era la razón del cambio.

"Nop. Estoy sana como un caballo." Respondió. Se detuvo por un momento y luego siguió.
"¿Querías ir a hacer un reconocimiento de la zona de demolición ahora?"

No, no quería, pensé, quiero. Pero había que esperar todavía un rato más.

"Quizá sería más educado esperar hasta que estemos solos. Puede que tú no me notes cuando
rompo los muebles, pero a ellos probablemente los asustaría."

Especialmente a la mujer. Pensaría que estaba rompiéndole los huesos a Bella. O peor.

"Es verdad. Rayos."


Casi me reí de sus palabras. ¡Rayos! Yo también lo pensaba. Pero sabía que no faltaba mucho
para que terminaran. Mientras Bella siguió intentando el ver la película que había elegido, para mí
no sostenía ninguna atracción que pudiera distraerme de mi Bella. Mientras el equipo de limpieza
andaba de un lado a otro, yo me concentraba en ella, mis brazos rodeados a su cuerpo, y como
no quería separarlos de su piel, me pasé el tiempo tocando su cabello con mis labios, la piel de su
rostro, su garganta, sus hombros, su espalda, de vez en cuando volteaba para así poder besarla
en los labios, lo cual hacía encantado. No había nada mejor, bueno, lo había.

Cuando el final de la película se acercaba, y mencionaban el "felices para siempre" que ellos
nunca tendrían, no como Bella y yo, ese sí era un feliz para siempre. Para la eternidad juntos,
como lo habíamos estado deseando desde que nos conocíamos. Sentí a Bella empezar a quedarse
dormida, no quería realmente molestarla, aunque lo deseaba...

Los pasos de Gustavo acercándose para anunciarnos que ya estaban listos para irse,
interrumpieron mis pensamientos. Sin voltear a verlo hasta que su voz me hablara, esperé.
Cuando lo hizo, solo me levanté un poco para no seguir medio acostado, no solté a Bella, y me
dijo que se retiraban, le contesté que estaba bien, y le pedí que por favor trajeran comida lo más
pronto posible. Solo asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta donde lo esperaba Kaure, feliz de
por fin poderse ir.

"Han terminado." Le dije a mi ángel.

"¿Eso significa que ahora estamos solos?" Bella, Bella, Bella. Sí, pero había otra cosa por el
momento...

"¿Qué tal si comes primero?"

Bella no contestó, en lugar de eso se mordió el labio y casi me hizo cambiar de opinión. En sus
ojos veía la indecisión de que hacer primero. Pero era más importante su salud... Sí, lo era. Le
sonreí y tomé su mano para dirigirnos hacia la cocina de nuevo.

"Esto se me está yendo de las manos."

Tenía que acordar con ella, era cierto. Sentía a Bella un poco más llena de lo usual, su cuerpo
había estado formando más curvas, no que la hiciera menos deseable, por el contrario...

"¿Quieres nadar con los delfines esta tarde-quemar las calorías?" Bromeé con ella. No me
importaba para nada esa caloría que ingería.

"Tal vez más tarde. Tengo otra idea para quemar calorías." Yo también, pensé.

"¿Y qué era eso?"

Casi escuché la respuesta antes de que saliera de sus labios.

"Bueno, todavía queda un gran trozo de cabecero-" Ni siquiera le di tiempo para terminar. No
había necesidad.

La tomé entre mis brazos, sin darle oportunidad de seguir con sus palabras, mis labios silenciando
las palabras que decía. Nunca había tenido tanta prisa en mi vida, como en ese momento, corrí de
regreso con Bella en mis brazos, tan impaciente como ella para empezar donde nos habíamos
quedado en la noche.

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