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Mundo

Aquello que deviene, es decir, lo otro, lo vivo, lo que emana, lo que ofrece resistencia a la
hegemonía, corresponde a las intensidades que pueden surgir entre los diferentes cuerpos y
elementos. No se constituye como algo contrario al Mismo, ni siquiera puede ser comparado con
la fuerza centrífuga (no se fuga desde un centro, sea el Yo o cualquier otro), sino que se sustenta
en los movimientos desnaturalizados de aquello no asimilado, de lo que escapa a los esfuerzos de
normalización. El aparecer es, y esto es un misterio. Lo otro es lo absolutamente diferenciado, por
ello es que no podría ser nunca alcanzado por un Sujeto, puesto que éste es la Sustancia
indiferenciada que somete todo lo real a la equivalencia entre objetos, transformándose a sí-
mismo en objeto, en mercancía que, como toda mercancía, está predispuesta a la gestión. Así las
cosas, otro aparece en el momento en que Sujeto se nos evidencia como lo objetivado, como
mercancía en circulación.

Sin embargo, cuando no estamos conscientes de aquella evidencia, otro puede caer en la captura,
y en ese momento deja de ser otro y pasa a ser lo Mismo: esto se nos muestra como el gran
proceso de proletarización. Ejemplarmente podemos mencionar lo que ha ocurrido con las
sexualidades no hegemónicas, las que últimamente se han transformado de manera bastante
degradante en objeto de asimilación por el espectáculo, principalmente a través de la legalización
de los matrimonios entre personas no heterosexuales en diferentes países en un proceso que
tiende a ser global, lo que habla de los enormes esfuerzos para cercar todo cuerpo-otro dentro de
los marcos políticos y morales de la familia, la ciudadanía y la producción mercantil. Los cuerpos-
otros (o también llamadas anormales) no requerimos especialistas, ni instituciones, ni legitimación
Social, sino apercibirnos conjuntamente, elevando nuestras potencias a través de afectaciones
libres, políticas, eróticas. Todo esfuerzo de normalización consiste en la destrucción de las formas-
de-vida otras para inscribirlas a la Mismidad mercantil.

Basta de la dictadura burguesa, devenir singularidad cualquiera es un intento de cortar en la


consciencia los flujos mentales que impone el liberalismo existencial. (1) Cualquiera podría percibir
todas las posibilidades de subversión porque ya ha dejado de ser in-dividux que se somete a la
gestión, ha hecho tangible los límites de los dispositivos... luego hay que abrirse al deseo de
superarlos. Como indican los autores de Capitalismo y Esquizofrenia, los deseos revolucionarios –
conscientes e inconscientes- podrían exhibir “el interés de las clases dominadas” haciendo correr
flujos capaces de desmenuzar “todas las segregaciones y sus aplicaciones edípicas, capaces de
alucinar la historia, delirar las razas y abrazar los continentes. No, no soy de los vuestros, soy el
exterior y el desterritorializado, «soy de raza inferior desde toda la eternidad... soy una bestia, un
negro». Cualquiera puede también acusar la prepotencia del Sujeto haciendo un juego: pararse en
el borde del abismo y dar el salto a la otra orilla, aunque ésta no sea ya tierra firme, sino el espacio
que abre un mundo.

Mientras más alienada se encuentra un sujeto, más la nada espectacular le lleva a la inmovilidad
total, a la separación originaria, al aislamiento, al orgullo de su alienación. En cambio a nosotras, la
nada que asoma debajo de toda apariencia producida por el llamado hetero-capitalismo-cognitivo
nos lleva a la revuelta, a la deserción del mundo mercantil que Se nos impone buscando comunes
complicidades: la salida nunca puede abrirse de forma in-dividual, es común porque nos llama a la
construcción de otra existencia que aquella ofrecida por el sí-mismo.

En el mundo de la mercancía autoritaria todo es puesto a trabajar, incluso los afectos, y mientras
más se afianza su dominio sobre lxs humanas, más la enajenación se inscribe a nivel microfísico.
Los flujos dentro del capitalismo se corresponden con el creciente aislamiento de lxs humanas
entre sí, fenómeno que –como aparece en Teoría Bloom- puede tomar aspectos extremos y
crueles, como ocurre con el amok. Aquellos asesinos de masas inocentes, seres lo suficientemente
vengativos y reaccionarios ante la falta de sentido, cuerpos que ya no saben más que acumular
rabia y angustia ante la imposición de la nada capitalista y la violencia de los dispositivos, un buen
día toman un arma para realizar una implacable represalia ante la indiferencia colectiva. En un
mundo sin sentido, una resolución sin sentido, de ahí que las pocas veces en que los agresores no
cometen suicidio, se someten a un estricto mutismo. Lamentablemente, toda capacidad de
transformación radical por parte del Bloom en cuestión se pierde en una respuesta individual
vacía; ante un daño que fue causado en conjunto, de nuevo la tiranía de la existencia privada se
impone ante un espíritu que se agita. No es casualidad que estos asesinatos de produzcan en el
más extremo Imperio de lo privado, más que en cualquier otro lugar del planeta.

El control Social necesita irremediablemente del Yo hegemónico para abrir la posibilidad de


obediencia, lo que más teme es la liberación de energías y potencias en flujos que devienen en lo
anónimo, fuera de la identidad: ¿cómo podría darse alguna dominación en formas-de-vida que
renuncian a la necesidad de pertenencia, estructuras o máquinas de captura; en qué tipo de
deseos, materia o sentimientos podría aferrarse si son invisibles a los ojos del poder? ¿Sería
posible cercarlas? Asumir lo insustancial del mundo permite entregarse a una búsqueda en la cual
las formas de deseo emancipadas activan la fuga y el sabotaje. La orgía es revuelta y viceversa.

Por eso el inconsciente es tan fundamental en el gesto de sublevación como cualquier acto
consciente, y quizás hasta más. Éste puede incubar deseos en relación al desenvolvimiento de los
otros cuerpos según el máximo incremento conjunto y estratégico de las potencias. Por decirlo de
alguna manera, podríamos pensar en una potenciación anónima conjunta, deseante,
revolucionaria y situacional entre afines, lo que no quita que aspiremos siempre a la generalidad
de la revuelta; si la dominación es global, también debe ser la revolución. Aquí, comunismo gira a
una concepción no espectacular, por ello la molecularidad estratégica de la revuelta sólo podemos
concebirla en relación a un desenvolvimiento íntegro expansivo: mundo no es la suma de
fracciones particulares, es una disposición plena de los espíritus, es una inclinación metafísica. Si al
mundo privado le pertenece la metafísica de la mercancía; nosotras tendremos que ser capaces de
oponer una magia que rompa con el encantamiento mercantil, de lo contrario corremos el riesgo
de fortalecer al espectáculo.

Existencia y mundo se corresponden, por eso nuestros medios, nuestras formas-de-vida


corresponden a la creación de un conjunto expropiado a la mera sobrevivencia capitalista
individual. Cortar los flujos del mundo mercantil para crear otros.
Vamos por el gesto de asumir y reafirmarnos. Por un lado, que la salida a la imposición de la nada
Social sólo puede ser común, por el otro, hacernos cargo de nuestro destino y expropiárselo al
Mismo totalitario. Se nos quiere hacer creer constantemente que poseemos privilegios, pero ya
hemos llegado lejos, sólo ignorantes e ingenuas podrían negar la evidencia: privilegio significa
esclavitud.

Reconocer una posición estratégica fuera del Mismo no se cumple por medio de características
físicas o corporales, sino por cierta perspectiva de rebeldía ética, política, emocional, mental,
erótica. Para ejemplificar hasta qué punto es así, baste recordar que hay transexuales que se
casan, o de forma más general, que aspiran a un lugar de reconocimiento en el entramado de las
mafias institucionales. Son cuerpos “anormales” sólo superficialmente, puesto que desean
integrarse al Mismo. Yo produce espectáculo: establece distancias irreductibles, señala márgenes,
identidades, roles, protocolos, el lenguaje Uno de la “buena consciencia”, de las instituciones, de
la heteronormatividad, redundando siempre en el mismo conjunto de mediaciones -todas ellas
mercancías- entre el viviente humano y sus modos de estar.

Así como constantemente se procura cercar los deseos revolucionarios, así también el poder
dominante es impotente ante las vivientes humanas que asumen conscientemente líneas de fuga
efectivas fuera del mercado y las instituciones. Ante la interrupción de los flujos que hacen posible
el desarrollo mercantil, cuando todas las técnicas de dominación fracasan, sólo les queda el
aplanamiento. La potenciación debe ser estratégica y cautelosa porque aquellas que se apartan
del Mismo arriesgan sanciones, no olvidemos que es lo más despótico y prepotente; no duda en
torturar, violar, asesinar y hasta cometer genocidio si el contexto que afecta sus interese así lo
amerita.

“El Imperio no tiene lugar. Administra la ausencia haciendo planear por todas partes la amenaza
palpable de la intervención policial. Quien busca en el Imperio un adversario al que medirse
encontrará el aniquilamiento preventivo.” (Tiqqun, Cómo hacer) – En Tiqqun, Imperio designa un orden
policial internalizado en las consciencias modernas, por eso su despliegue está en todas partes. También designa la red
de mecanismos represivos. En este texto le añadimos la acepción corriente: también toma un carácter geopolítico, lo
cual nos permite hablar de imperialismos corporativos para referirnos a la organización que toman sectores de la
burguesía a nivel planetario.

Evidentemente no todo lenguaje implica sistema, podemos expropiar el lenguaje de la


redundancia. Las múltiples corporalidades (humanas o no humanas) nos aproximamos en infinitas
intimidades más allá de los dispositivos mentales totalitarios de apropiación de la realidad, quizás
el comunismo vaya de la mano con un cierto momento, el de aceptarnos como devenires que
diluyen lo que antes estaba cerrado, profundizando las intensidades que permiten multiplicar las
posibilidades teniendo la cautela de cortar los flujos de mercancías. Organizar la comuna y
reapropiarse del territorio para vivirlo ya no de manera unívoca, sino múltiple.

Queremos recrear, comenzando en el inconsciente, las posibilidades de abrir espacios hacia otras
formas-de-vida, y esto implica hacerse cargo de una disposición experiencial y afectiva que marca
una abismo de diferencia con La Vida, esa que el Biopoder intenta establecer como la única
legítima. Alcanzar por fin la experiencia, cosa tan imposible para las modernas. Ésta acontece toda
vez que se desintegra la certeza absolutista del sujeto, no olvidemos que sólo en la modernidad la
experiencia ha sido cercada por la epistemología científica.

Aquella “diferencia abismal” indica que sólo criticar tal o cual parcela de la realidad como
sometida a cierto poder mercantil no es una salida real; la crítica intelectual escindida a la
representación de un problema –por ejemplo- económico, ecológico o social, siempre es funcional
al mercado, se vende como crítica. El mundo moderno, el del progreso Social, impone modos de
vida específicos que intentan controlar –siempre insuficientemente- la totalidad de lo asimilable
en la consciencia, y también en la inconsciencia, lo cual significa una cierta totalidad de vivencias,
significaciones y representaciones articuladas entre sí, suscritas directa o indirectamente por el
axioma moral de la transacción mercantil. Por ello el deslizamiento de fuga es a la vez total y
molecular: no se va a cambiar el mundo del capital mientras se permanezca dirigiendo los ataques
hacia una delimitación cualquiera de una zona separada de dominación (como pueden ser las
críticas a la transgenia, el ecologismo, las luchas estudiantiles, el feminismo de mujeres, etc.),
perseverando en la reificación del Sujeto y la continuación del funcionamiento Social, del
espectáculo.

La transacción todo quiere absorber, pero a la vez las intensidades entre los cuerpos se potencian
siempre fuera de los flujos mercantiles. La huelga laboral o las demandas ciudadanas son
completamente estériles (e incluso funcionales) frente al capitalismo que todo consume, que todo
hace desear. Inmersas en tal totalitarismo, lo que nos resta de vida se juega, precisamente, en la
huelga de vida, deserción de la vida dispuesta por la sociedad del espectáculo.

Si el capital, como decíamos, esconde una magia que le es inherente; la revolución -la creación de
mundo- va unida a la crítica de los fundamentos mágicos de la mercancía. “Debord, como la mayor
parte de los teóricos revolucionarios hasta ahora, para criticar la metafísica mercantil no ha
querido o no ha sabido reconocer que se colocaba dentro del terreno de la metafísica. Lo que
revela la Metafísica Crítica es, sin embargo, este hecho y su necesidad… La crítica del Espectáculo
es metafísica o no es. Ella lo es explícitamente, o si no se vuelve contra sí misma, y refuerza al
Espectáculo.” (De la economía considerada como magia negra, tesis 42)2

Mientras que el orden policial está hambriento de identidades, el espectáculo se focaliza con
preeminencia en sus productos estrella: las subjetividades. De ahí que una de las cosas más
difíciles de lograr para lxs ciudadanas críticxs, normales y de buena consciencia sea el abandono de
las luchas identitarias. Es más fácil reafirmar el vacío espectacular que subyace a la Sociedad, que
comenzar a cuestionar la idea que se tiene de Uno-Mismo. El problema aún es que las
individualidades, a costa de una latente frustración existencial, prefieren aceptar a regañadientes
la ficción de la normalidad impuesta antes que asumir una presencia que no sea funcional a los
deseos dominantes. Si vamos a destruir máquinas, que sean todas las que reproducen el proyecto
moderno.

Cada uno se despoja de todo sentimiento de unidad, salvo la del Mismo. Sin llegar a las
contradicciones, el Sujeto puede tener muchas manifestaciones, pero esta diversidad no implica
que dejen de ser funcionales a la Mismidad mercantil. Así tenemos que lxs individuxs son
permanentemente desterritorializadas por los flujos del mercado para ser inmediatamente
después absorbidas dentro de una subjetividad cualquiera que resulte cómoda a los dispositivos
de colonización. Un atributo es impuesto por el espectáculo, y es en sí una mercancía.

Pero llamando a abandonar las luchas modernas dentro de los márgenes de la identidad no nos
alejamos de una revuelta común, todo lo contrario. Y cómo no atrevernos a proponerlo cuando
vemos las miserias y mediaciones espectaculares de los proyectos de “lucha” de las identidades
progresistas, ecológicas o LGBT, por mencionar algunas de las más conocidas críticas
espectaculares. El capitalismo produce sus propias readecuaciones.

Claro está que no llamamos a abandonar las luchas contra hegemónicas, sino a desertar de
aquellas que son funcionales a la producción. Por ejemplo, ciertos grupos feministas no-
identitarios de tendencia anárquica fueron los primeros en hacer visible que las luchas del
feminismo-de-mujeres terminaban transformando a los cuerpos biopolíticamente asignados
mujeres en entes más productivos, más dóciles al hetero-capitalismo. Así también ¿no es el
ecologismo una excelente forma de hacer a la Sociedad mercantil mucho más expansiva al
inscribirla en las dinámicas de la “sustentabilidad” ecológica? Tamaño daño de esta representación
específicamente ideada para negar algo evidente: todo desarrollo capitalista implica
necesariamente la destrucción de la tierra. Por otro lado ¿No ha logrado la identidad LGBT
profundizar la dominación espectacular mediante el matrimonio igualitario? Las máquinas de
captura hetero-mercantiles son Expertas en producir y canalizar sus propias disidencias.

El espectáculo tiene el descaro de asegurar que el capitalismo tuvo un desarrollo “natural” luego
de la crisis del feudalismo. Sin embargo, el mundo de lo privado jamás pudo haberse abierto y
asentado si no a costa de violencia, destrucción, sometimiento. Su nacimiento fue por la fuerza, y
hubo y aún hay innumerables fuerzas que se le oponen. La angustia generalizada del Sujeto y su
decadencia provienen de la aceptación del orden; en realidad el cuerpo y las energías extrínsecas
que lo acogen siempre están diciendo que la alegría y la tranquilidad no surgen de la Mismidad, y
si aún ellas existen, es a pesar del Mismo, no gracias a él. La dominación se vincula a la tristeza,
quizás por ello se encuentren a la orden del día un sinfín de estudios sociológicos relativos a la
felicidad de la población, nueva obsesión mercantil que se acrecienta en la misma medida en que
se generaliza la angustia y el resentimiento.

Incitamos a desertar del sí-mismo, volvernos cualquiera. Éste es el peligro real –y no para nosotras
precisamente: potenciar alegrías es activar la insurrección.

“…El Imperio tiene miedo de que nos volvamos cualquieras. Un medio delimitado, una organización
combatiente. No los teme. Pero una constelación expansiva de okupas, de granjas
autogestionadas, de viviendas colectivas, de reuniones fine a se stesso, de radios, de técnicas y de
ideas. El conjunto ligado por una intensa circulación de los cuerpos y de los afectos entre los
cuerpos. Ese es otro asunto." (Tiqqun. Cómo hacer).

Las revoluciones moleculares –aquellas que bloquean los flujos de mercancías allí donde se
manifiestan, las cuales incluyen roles, estructuras, significantes y representaciones espectaculares
de diversa calaña- no sólo tienen que abrirse anímicamente a la transformación íntima, sino que
tienen que estar dirigidas a ese gran punto de fuga metafísico que permita la creación real,
tangible, erótica de otro multiverso, un mundo-otro, transmutado. Querer la deserción implica
cortar las secreciones y flujos por donde se afianza todo poder Social: “En un mundo de flujos, el
partido de la insurrección no puede ser otra cosa que el partido del bloqueo, del bloqueo físico de
toda circulación mercantil. Pero como al mismo tiempo ese mundo de flujos es también el mundo
de la absoluta separación, el partido de la insurrección debe ser también el partido de la
comunización, de la puesta en común.” 3 ¡Decir no es abrirse a la orgía!

Las existencias otras están más acá de las palabras, el infinito es más cercano de lo que creemos, y
quizás no haya otra verdad que el misterio. Un cuerpo que se reconoce en las otras afines, que se
asume en relación a la otredad, al afuera, en un entramado comunitario, implica primeramente un
apartamiento de la maquinaria subjetivadora como una especie de muerte del Yo in-dividual
moderno para poder concebir, aunque sea inicialmente, cierta grieta hacia consciencias que sean
capaces de asumir el designio común del mundo, a contrapartida de los deseos de todo poder
totalitario de insistir en la comprensión privada de él. Lo triste es que cada uno pretende
individualmente apropiarse del mundo, por ello insistimos en que la vivencia de éste jamás podría
ser individual: un mundo es mundo porque es común, y precisamente porque es común – es decir,
abierto- alberga y parte desde las existencias-otras. Como dice Blanchot lo otro no tiene
interioridad, lo anónimo es su nombre, el afuera su pensamiento.

…………………………………………….
Un cuerpo humano no es sólo lo material orgánico, no es un conjunto de vísceras y células,
tampoco es “propio”, individual y cerrado: su origen está fuera de nosotros, más allá de nuestros
márgenes, en un no-lugar, como diría Foucault, en un espacio utópico. Un cuerpo es más que el
lugar que todas creemos que le corresponde. Está siempre afuera, nace del mundo en que nos
recreamos, de las energías que le rondan, de lo inteligible, también de lo inefable. Un cuerpo es
utópico en el sentido en que su devenir y nuestra comprensión de él se hayan afuera más que
adentro. De todas formas nuestro cuerpo tiene voz, es como la tierra ancha y siempre tan abierta,
extensa, expedita, expansiva; sus lenguajes indican por dónde tenemos que transitar y por dónde
no, y quizás ahí reside esa gran intensidad que nos llama a alejarnos de la dominación. Cuando esa
voz es denegada adviene la destrucción absoluta, aquella después de la cual no ocurre ninguna
regeneración.

La carta El Mundo del tarot nos habla de una realización plena y, si bien la figura que aparece es
femenina, indica el acontecimiento de la androginia perfecta, equilibrio también entre reflexión y
acción: el sufrimiento interno da lugar a su transfiguración por medio del cuidado hacia la tierra y
la humanidad en su unión alegre, en donde el cuerpo (no sólo humano), es decir, la energía
material, alcanza la cúspide. Las cuatro figuras de sus esquinas nos hablan de cuatro formas de
vida: la ofrenda y la ayuda; el aprendizaje emocional; la realización mental, que sin embargo se
asienta en un vacío inefable; y el león que nos grita su energía creativa, deseante, osada,
invulnerable, confiada. Consciencia y querer: la actividad vital trabaja con placer, el mundo se
acepta y se abre a la experiencia.

Alma mundi: el aparecer es, y esto es un misterio. El Mundo está ante todo y entre todo, ser del
deseo, del gozo y la energía vital que siempre dice sí, nos invita a bailar en su compañía, a cantar lo
que nos dice: la alegría de vivir es el orgasmo de las potencias andróginas deseantes del cosmos.
“…Ofréceme la jauría enloquecida de tus deseos para que enriquezca, como un manjar exquisito,
mi constante creatividad. Y que toda tu materia, con sus inevitables necesidades, se entregue a
esta transparencia que me anima…” Nos enseña la tranquilidad, la consciencia de nuestras
posibilidades, el querer genuino, el placer sin importar apegos ni la muerte. Concreción de los
sueños, la flor de donde emana permanentemente el abismo. El Mundo nos indica cómo vivir, el
tan esquivo “cómo”, ése es su mensaje.

Notas

(1) “Y añadimos que el hecho político central de estos últimos treinta años ha pasado
desapercibido. Porque se ha desarrollado en una capa de lo real tan profunda que no
puede llamarse “política” sin ocasionar una revolución en la noción misma de política.
Porque a fin de cuentas, esta capa de lo real es aquella donde se elabora la partición entre
lo que se admite como real y el resto. Este hecho central es el triunfo del liberalismo
existencial. El hecho de que se admita en lo sucesivo como natural una relación con el
mundo basada en la idea según la cual cada uno tiene su vida. Que ésta consiste en una
serie de elecciones, buenas o malas. Que cada uno se define por un conjunto de
cualidades, de propiedades, que hacen de él, según una ponderación variable, un ser único
e irremplazable. Que el contrato sintetiza adecuadamente el compromiso de los seres
entre sí, y el respeto, toda virtud. Que el lenguaje no es más que un medio para hacerse
entender. Que cada uno es un mi-yo entre los otros mi-yo. Que el mundo está en realidad
compuesto de cosas a gestionar y de un océano de mi-yoes. Que estos últimos tienen, por
otra parte, la enojosa tendencia a transformarse en cosas a fuerza de dejarse gestionar.
Por supuesto, el cinismo sólo es uno de los posibles rasgos del infinito cuadro clínico del
liberalismo existencial: la depresión, la apatía, la deficiencia inmunitaria –todo sistema
inmunitario es de entrada colectivo–, la mala fe, el hostigamiento judicial, la insatisfacción
crónica, los vínculos negados, el aislamiento, las ilusiones ciudadanas o la pérdida de toda
generosidad, también forman parte de este.” El texto original se encuentra en
“Llamamiento y otros fogonazos” de Tiqqun, pero también se puede encontrar en:
http://leomiau76.blogspot.com

(2) http://tiqqunim.blogspot.mx/2013/02/de-la-economia-considerada-como-magia.html
(3) http://izangabe.blogspot.com/2012/04/comunicado-n4.html

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