Está en la página 1de 176

Meta-modelo ECO2:

Apuntes sobre prevención y reducción


de riesgos y daños asociados al
consumo de sustancias psicoactivas

JUAN MACHÍN RAMÍREZ


ANAYELLI MENDOZA

1
Meta-modelo ECO2: Apuntes sobre prevención y reducción de riesgos y daños
asociados al consumo de sustancias psicoactivas

Primera edición, diciembre de 2015


© Anayelli Mendoza
© Juan Machín Ramírez
© Centro Cáritas de Formación para la Atención de las
Farmacodependencias y Situaciones Críticas Asociadas

Ilustración de portada Pilar Hinojosa

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
Printed and made in Mexico

Este libro se realizó con el generoso patrocinio de

Y con el apoyo histórico de

Empero, la Fundación Gonzalo Río Arronte, el Ministerio Federal y


Caritas Alemana no necesariamente comparten los puntos de vista
expresados por la autora y el autor del presente texto.

2
PRESENTACIÓN

El presente libro pretende ser un apoyo para los equipos

de promotores que trabajan o quieren trabajar en la

prevención y en la reducción de riesgos y daños

relacionados con el uso de sustancias psicoactivas, en

base al meta-modelo ECO2.

Este texto ha sido posible por el generoso patrocinio de

la Fundación Gonzalo Río Arronte y no habría sido

posible sin el histórico y generoso apoyo que el gobierno

alemán y la fundación Deutscher Caritasverband han

dado a este Centro y a las redes que se han articulado en

torno al ECO2, a quienes expresamos nuestro

agradecimiento.

México, D.F. a 8 de junio de 2015, en el 14 aniversario de

la constitución legal del Centro de formación

JUAN MACHÍN
Director de Cafac

3
4
¿De qué hablamos cuando hablamos de drogas?
JUAN MACHÍN

Para la Organización Mundial de la Salud, droga es una

sustancia que, introducida en un organismo vivo, puede

modificar una o más funciones de éste, especialmente

del sistema nervioso central. “Droga es un término de

uso variado: en Medicina toda sustancia con potencial

para prevenir o curar una enfermedad o aumentar la

salud física o mental y en Farmacología como toda

sustancia química que modifica los procesos fisiológicos

y bioquímicos de los tejidos o los organismos. De ahí que

una droga sea una sustancia que está o pueda estar

incluida en la Farmacopea… En el lenguaje coloquial, el

término suele referirse concretamente a las sustancias

psicoactivas y, a menudo, de forma aún más concreta, a

las drogas ilegales. Las teorías profesionales intentan

normalmente demostrar que la cafeína, el tabaco, el

alcohol y otras sustancias utilizadas a menudo con fines

no médicos son también drogas en el sentido de que se

toman, el menos en parte, por sus efectos psicoactivos.

5
Tal vez sea mejor usar palabras más descriptivas y

genéricas: sustancia psicotrópica (del griego psyche,

"mente" y tropein, "tornar") o psicoactivas, en el sentido

que son agentes químicos que actúan sobre el sistema

nervioso central, produciendo cambios temporales en la

percepción, estado de ánimo, conciencia y

comportamiento... 'Psicoactivo' no implica necesariamente

que produzca dependencia” (BABOR ET AL, 1994).

Así, cuando se introduce en nuestro cuerpo (por

vía oral, nasal, cutánea, intravenosa, etc.) alcohol, café,

chocolate, marihuana, aspirina, barbitúricos, tabaco,

mate, heroína, LSD, peyote, metadona, y un larguísimo

etcétera, se están consumiendo, lo sepamos o no, drogas,

fármacos o sustancias psicoactivas. Es más, el cuerpo

humano produce sus propios fármacos: estimulantes

como la adrenalina y noradrenalina, depresores como la

serotonina y el ácido gamma–amino–butírico, opiáceos

como las endorfinas, etcétera. Recienmente se ha

encontrado que el cerebro incluso produce sustancias

6
similares a las que contiene la marihuana o cannabis, por

lo que se les llama endocanabinoides.

Oriol Romaní, uno de los autores más importantes en

el tema, define las drogas como “sustancias químicas,

que se incorporan al organismo humano, con capacidad

de modificar varias funciones de éste (percepción,

conducta, motricidad, etcétera), pero cuyos efectos,

consecuencias y funciones están condicionados, sobre

todo, por las definiciones sociales, económicas y

culturales que generan los conjuntos sociales que las

utilizan”. Esta definición es muy relevante porque

remarca la necesidad de superar una visión unidimensional,

que reduce la interacción drogas-personas a un aspecto

meramente bioquímico o fisiológico, olvidando que las

personas somos seres sociales y complejos.

En griego se usaba la palabra fármaco (del griego

 que significa lo mismo remedio o medicina,

que veneno, brebaje mágico o encantamiento. Galeno

definió a los fármacos como aquellas substancias que

vencían al cuerpo (suscitando efectos orgánicos,

7
anímicos o ambos, desproporcionados a la cantidad

ingerida) en lugar de ser vencidas por él (es decir, ser

simplemente asimiladas como alimento). Hipócrates, el

padre de la Medicina, diferenciaba fármaco de alimento

por la capacidad del primero de modificar el “estado

presente” y del segundo de mantenerlo. Ambos pueden

tener efectos positivos o negativos: sólo la cantidad y

calidad de ambos es la que distingue su acción como remedio

o veneno, que produzcan dolores, enfermedades y muerte o,

por el contrario, nutrición, crecimiento y salud. De esta

manera, ya desde tiempo de la Grecia clásica se sabe de

la ambivalencia y ambigüedad de las transformaciones

inducidas por las substancias.

Por otra parte, uno de los estudiosos más

influyentes sobre la historia de las drogas, Antonio

Escohotado, hace notar que hay una gran semejanza,

que no puede ser casual, entre  y que

es la palabra con que se designaba a los jóvenes que, con

la letanía ‘sed nuestras heces’ o ‘pagad nuestras culpas’,

eran arrojados desde peñascos como chivos expiatorios

8
con la finalidad de purificar a una comunidad afligida

por una enfermedad o cualquier tipo de calamidad

colectiva producida por un miasma. Ante esto

Escohotado afirma “eso nos parece ahora una crueldad

tan monstruosa como inútil”, sin embargo, al estudiar la

historia vemos que lamentablemente el sacrificio de

ciertos grupos de personas donde se proyecta el “mal”

ha sido muy difundido como mecanismo de control

ideológico y social: por ejemplo, la Inquisición contra las

denominadas brujas, los nazis contra los judíos y otros

grupos, el macartismo contra los comunistas, en muchos

países del llamado “primer mundo” contra los

migrantes pobres, etcétera. Incluso lo encontramos hoy

en día en algunas modalidades de organización

comunitaria modernas contra sus jóvenes (MACHÍN,

2000). De esta forma vemos que la construcción de chivos

expiatorios y la expiación comunitaria no ha perdido su

vigencia y tal arraigo se puede explicar como una

herencia cultural del cristianismo y otras culturas,

donde los sacrificios sirven para “lavar” culpas,

9
“purificar” la comunidad, pero sobre todo para ejercer

el poder, un biopoder como diría Foucault, o más

específicamente un necropoder. Incluso muchas de las

intervenciones relacionadas con las drogas parecen

reproducir esta mecánica de etiquetar y querer eliminar

simbólica o realmente a las y los jóvenes usuarios de

drogas.

Hasta donde sabemos, todas las culturas, sin

excepción, han utilizado fármacos con el propósito de

modificar los estados de conciencia: estimular, sedar,

producir alucinaciones, paliar el dolor, experimentar

placer, y, sin duda, su historia es tan antigua y universal

como la de los seres humanos. Sin embargo, debido a la

fuerza y variedad de efectos que producen, podemos

entender que las diferentes culturas comprendieron

muy pronto la necesidad de construir mecanismos

sociales de regulación. Así, las diferentes culturas

desarrollaron, por ejemplo, reglas, rituales, pautas y

muy diversos dispositivos comunitarios de regulación

del uso de fármacos, lo que hoy llamamos “prevención”,

10
“reducción de riesgos y daños” o “cura” de su uso

cuando es problemático, pero también de gestión de los

efectos buscados y deseados: placer, tranquilidad,

anestesia, energía, iluminación, etcétera. Así, por ejemplo,

se puede mencionar cómo el consumo del pulque

(bebida fermentada obtenida del maguey) entre los

mexicas (nombre que derivaría de Metl–Citli, “hombre-

liebre criado en aquella penca de maguey”) era estricta

y exactamente controlado por todo un entramado

cultural de sentidos, prácticas, normas, mitos, etcétera.

El consumo de pulque encajaba en una cosmovisión

religiosa: tenía un origen divino y se asociaba a muy

diversos dioses, por ejemplo: Mayáhuel, diosa del

pulque joven; Huitzilopochtli, dios que acompaña el

origen del pueblo mexica; Tezcatlipoca, dios de lo

indescifrable, ambivalente, contradictorio, la alegría

engañosa; Centzontotochtli, los cuatrocientos conejos,

los numerosos hijos de Mayáhuel y que representaban

las múltiples formas de la embriaguez. Alrededor de su

consumo se integraba todo un sistema de prescripciones

11
y creencias que regulaban tanto el comportamiento

diario como el relacionado a situaciones extraordinarias

(si bien lo extraordinario es parte de la vida cotidiana):

festividades de la cosecha, inicio o fin de la “guerra

florida”, etcétera. Así, a partir de la distribución

temporal codificada por el tonalpohualli (calendario que,

sumergiéndose en un tiempo arquetípico en ciclos de

260 días, preveía las influencias diarias) se definían

diversas fiestas en que era perfectamente lícito beber

pulque y, conforme al xiuhpohualli (calendario

estructurado en ciclos de 52 años de 365 días, que

preveía el destino individual y guiaba su conducta

pública), los nacidos en la fecha ome totchli (dos conejo)

ineluctablemente estarían inclinados a beber pulque sin

remedio: en este día, la fuerza de los cuatrocientos

conejos, los incontables dioses del pulque, penetraba a

las personas de forma tal que fatídicamente la

embriaguez los poseería como destino. Al orden

relacionado a la distribución temporal, hay que agregar

el ordenamiento del espacio social derivado de la

12
división en diferentes grupos por género, edad, rol

social: ancianos, guerreros, productores de pulque,

sacerdotes, etcétera. Para cada grupo existían normas y

pautas claras y precisas que determinaban la cantidad y

frecuencia con que podían beber, etcétera. Así, por

ejemplo, a las personas mayores de cincuenta y dos años

es estaba permitido permanecer en un estado

ininterrumpido de ebriedad. Y, todavía en nuestros días,

en Tepoztlán, Morelos, los alcohólicos consuetudinarios

(llamados iguanitas) no sólo son tolerados sino que se

les considera un altar viviente de las deidades antiguas.

Lo mismo que hemos dicho del pulque se puede decir,

mutatis mutandis, de una gran cantidad de otros

fármacos empleados, según sus propiedades

particulares, como alucinógenos, euforizantes,

embriagantes, estimulantes, somníferos, inductores de

trance, deliriógenos: por ejemplo, los teonanácatl (“Carne

del Dios”, hongos Psilocybe mexicana), el peyote (cactácea

Lophophora williamsii), el “Manto de la Virgen” u

ololiuhqui (trepadora Turbina corymbosa), la “Hoja de la

13
pastora” o pipiltzintzintli (Salvia divinorum), el botón del

siniquiche, la semilla del tlápatl y el toloache o

tolohuaxíhuitl (“yerba del diablo”, diversas especies de

Daturas), vinculados muchos de ellos a Xochipilli,

príncipe de las flores, dios del amor, los juegos, la

belleza, la danza, la poesía, el maíz, el placer, las artes y

las canciones, es decir, la divinidad asociada a muchas

de las cosas más importantes de la vida, esposo de

Mayáhuel y que hasta hace poco estaba en los billetes de

cien pesos, paradójicamente durante la guerra a las

drogas del presidente Calderón.

14
Como muchas de estas sustancias psicoactivas son la

base de rituales chamánicos (ELIADE, 2001), a los

fármacos también se les ha denominado entéogenos, es

decir, que engendran a Dios en el interior, incluso,

existen estudios antropológicos que les atribuyen un

papel protagónico en el desarrollo del homo sapiens.

Pero, también podríamos llamarles, encaósgenos,

productores de un Caos interior, con todas las

significaciones que las culturas antiguas le atribuían:

fuente de confusión o claridad, energía o paz, acceso a

formas distintas de conocimiento, cielo al mismo tiempo

que infierno, medio de purificación y contaminación,

orden y desorden, dador de vida y muerte. Todavía, hoy

en día, el uso de fármacos es parte integral de muchos

rituales en México y otros países como la eucaristía

cristiana, la peregrinación de los huicholes a Wirikuta,

las curaciones mazatecas, el movimiento rastafari, los

rituales amazónicos con ayahuasca, etcétera.

Pero no todas las culturas han desarrollado

estrategias y dispositivos comunitarios de autocontrol y

15
regulación social para el uso de las sustancias, basados

en la tolerancia, respeto y aceptación. Para ciertos

grupos, fármaco, droga o cualquiera de sus sinónimos

no son conceptos que hay que definir con precisión, sino

que han devenido consignas, en las llamadas Retóricas

de las Drogas por Jacques Derrida, cuya función social

es la de identificar al enemigo para convocar a una lucha

contra el “flagelo, plaga, calamidad, peste, catástrofe”

que nos amenaza a todas las personas, en especial a las

y los jóvenes, adolescentes, niñas y niños. Esta forma de

mirar el uso de los fármacos se ha ido construyendo en

nuestro país desde la Conquista y la Colonia, y se

vincula necesariamente a complejos procesos, violentos

en gran medida, especialmente a la interacción no lineal

(de confrontación, de resistencia activa o pasiva, abierta

o disfrazada, de negociación y transformación, etcétera)

entre la pluralidad de sistemas culturales heterogéneos

presentes en el mismo territorio: culturas indias (azteca,

zapoteca, etcétera), europeas (principalmente hispánicas,

fruto a su vez de diversas influencias como las romana,

16
ibérica, morisca, judía), afros, etcétera. Interacción que

asumió diferentes dinámicas, por ejemplo: sustitución,

donde elementos de las culturas indias fueron

desplazados completamente por sus homólogos

españoles, como cuando la Corona Española prohibió en

1537 la venta de “ponzoñas, hierbas u otras cosas

venenosas” y comenzó a introducir la obligación de

venta de medicamentos por medio de receta; explante

de elementos que siguieron evolucionando bajo las

culturas dominantes: como el caso del pulque, que

pervive hasta nuestros días y cuya tecnología siguió

evolucionando y cuyo consumo ha creado toda una

cultura a su alrededor (ROCATO, 2015), pero sin el

entramado simbólico que lo contenía; fragmentación de

elementos de las culturas indias que fueron recreados

fuera de su contexto original y desligados de su

propósito y sentido originarios: como ha sido el uso del

peyote y los hongos alucinógenos fuera de su trama

simbólico-ritual; sincretismo, donde algunos elementos

se revistieron de otros nombres pero mantuvieron su

17
identidad profunda: por ejemplo, las letanías de María

Sabina (ESTRADA, 1977) y las peregrinaciones (GIMÉNEZ,

1978). De esta manera, el uso de fármacos estuvo

estrechamente ligado, por un lado, a mecanismos de

control político-económico (reglamentos para instalar

boticas o farmacias, establecimiento de gravámenes,

reglamentación sobre la preparación y expendio de

medicamentos, etcétera) y, por el otro, a mecanismos de

control político-ideológico (normas contra el uso de

hierbas calificadas como “diabólicas” (por ejemplo, en

1575 la Iglesia Católica prohíbe fumar en cualquier lugar

de adoración en las colonias españolas), proceso de

alcoholización en la colonia (MENÉNDEZ, 1990),

proscripción de rituales “idolátricos”, etcétera). Sin

embargo, en el México independiente, no fue sino hasta

la publicación del Código Sanitario de 1926 (que

abrogaba el de 1902, y éste el primero de 1891) en que se

empieza a hacer mención (y, en consecuencia, controlar

oficialmente en mayor o menor medida) de la

marihuana, la morfina, la heroína, el opio, la cocaína y

18
derivados de éstas como “drogas enervantes”, la

mayoría consideradas anteriormente sólo como

medicamentos. Pérez Montfort (1999) encuentra como

causa de este cambio la decisión del Presidente Obregón

para congraciarse con el gobierno estadunidense11 y

para poner fin a rumores sobre su adicción a la morfina,

atribuidos a una táctica de presión diplomática de

Estados Unidos. El Presidente Calles, su sucesor, creó

una policía sanitaria “para impedir legalmente el

comercio ilícito de drogas”. Con el tiempo se fue

volviendo más y más rígida la legislación sanitaria,

respondiendo a las presiones de nuestro vecino del

norte: así, el Código Sanitario de 1934 aumentó la lista

de sustancias prohibidas de siete a once, y, para 1997, la

Ley general de Salud contemplaba ya más de 200. En

consecuencia, por ejemplo, a la Iglesia Nativa

Americana de Iztazoquitlán se le niega el registro como

asociación religiosa por que emplea en sus ritos peyote,

1Cuya política de intolerancia empezaba a imponerse, por ejemplo, en las


Conferencias Internacionales de 1911 (cuyo fruto fue el Convenio
Internacional del Opio de la Haya de 1912), 1913 y 1914.
19
hongos alucinógenos, ayahuasca y coca (MANSFERRER,

2003). Aunado a esto, el afán persecutorio y punitivo fue

ganando terreno y así, en 1937, el Juez Jorge Salazar

llegó a proponer que los culpables de “delitos contra la

salud” fueran relegados a perpetuidad en islas desiertas

y, a los declarados incurables, se les aplicara la

“esterilización de sus órganos genitales” (PÉREZ

M ONTFORT , 1999). Afortunadamente, también ha

habido algunas voces que se manifiestan en sentido

contrario, basadas en la investigación científica sin

condicionamientos moralistas o ideológicos, como el

caso del Dr. Leopoldo Salazar Viniegras, director de

Toxicomanías del Departamento de Salubridad y el

Hospital de Toxicómanos anexo al manicomio de la

Castañeda. El Dr. Salazar preparó un largo estudio

científico sobre la marihuana para la Academia Nacional

de Medicina en 1938, con el título “El mito de la

marihuana”, donde concluía que:

“Frente a nuestro real y formidable problema de

alcoholismo, la cuestión de la marihuana no merece la

20
importancia de problema social ni humano… La

instrucción, la cultura, la orientación de nuestro pueblo,

permitirá que el calumniado y hermoso arbusto no sea

en lo futuro más que lo que debe ser: una rica fuente de

abastecimiento de fibras textiles.”

Salazar propuso que el gobierno distribuyera las

sustancias psicoactivas entre las personas dependientes

que las necesitaran. Así, en febrero de 1940 se publicó el

nuevo Reglamento Federal de Toxicomanía, con el cual

el Estado pretendía crear un monopolio para la venta de

fármacos prohibidos, que serían distribuidos a su costo

a las personas adictas, evitando el narcotráfico y

reconociéndoles como personas con un problema de

salud. Esta medida duró solamente unos meses porque

el gobierno de Estados Unidos presionó al de México

para derogarla.

Así la respuesta ante el uso de sustancias

psicoactivas en nuestro país, a partir del siglo pasado,

como hemos visto ha estado condicionada e impulsada

en gran medida como parte de un proceso más amplio

21
que se ha ido imponiendo a nivel mundial: la tendencia

a satanizar a algunas de las sustancias psicoactivas que

arbitrariamente se definen como las más peligrosas y,

por lo tanto, les da un estatuto de ilegales. De esta

manera, el hecho de que el uso del cannabis o la hoja de

coca, por ejemplo, sean consideradas como uno de los

problemas más graves de nuestra época es producto de

la construcción de una representación social y de

elaboración política. En muchos sentidos, en nuestro

país podemos considerar, entre otros, a la deserción

escolar o al desempleo juvenil como problemas mucho

más graves (tanto en número como en consecuencias

para nuestros países) que, sin embargo, no tienen la

misma atención en los medios, ni son considerados tan

preocupante por los políticos. Incluso el uso del tabaco

o del alcohol plantean problemas más graves que el

consumo de marihuana o cocaína, según las mismas

autoridades reconocen en sus documentos oficiales (por

ejemplo, el número de muertes atribuibles directamente

a cada sustancia).

22
En un proceso sinérgico con la satanización de

ciertas sustancias psicoactivas, desde principios de siglo

se va creando una figura estigmatizada de los

consumidores, calificados como vagos, rateros, viciosos.

Estos procesos se han edificado sobre bases racistas y

clasistas, como es especialmente claro en la política

prohibicionista estadounidense: así, por ejemplo, la

ordenanza de 1875 en San Francisco, primera ley

estadounidense antidroga, prohibía fumar opio por el

temor a que chinos engañaran a mujeres blancas en los

“fumaderos” y las llevaran a la perdición. Similarmente,

se prohibió la cocaína por el temor a que las mujeres

blancas fueran violadas por los “Negro Cocaine

Friends” o a los “Cocainized Niggers”, y la marihuana

como medida represiva contra los inmigrantes

mexicanos (y para defender los negocios de William

Randolph Hearst y la compañía Dupont, amenazados

por las ventajas de los usos industriales del cáñamo). En

México, por ejemplo, el Dr. J. Rodríguez apela al “hecho

demostrado” de la “degeneración de la raza” por el uso

23
de sustancias como la marihuana o el opio, en un

discurso en el Congreso Constituyente de 1917 (PÉREZ

MONTFORT, 1999).

En base a la construcción del "gran problema de

las drogas", se emprende una política de guerra a las

drogas, supuestamente enfocada en el ideal (ilusión

delirante de omnipotencia) de “un mundo libre de

drogas” (en realidad libre solamente de ciertas drogas,

declaradas arbitrariamente como las “malas”, pues la

cafeína, la nicotina y el alcohol son profusamente

difundidas, llegando la cafeína a ser la droga más

consumida en el mundo y con pocos controles a pesar

de que puede presentar problemas muy serios, en

especial el abuso de las bebidas llamadas

“energetizantes”), en la lógica de la reducción de la

oferta: a partir de la definición, clasificación y regulación

legal (mediante Convenios, Convenciones, Protocolos y

Declaraciones2 ) de las drogas y todas las actividades con

2 Por ejemplo, cf. Naciones Unidas. “Convención única de 1961 sobre


estupefacientes enmendada por el Protocolo de 1972 de modificación de
la Convención única de 1961 sobre estupefacientes”. Ediciones de las
24
ellas relacionadas (producción, distribución, consumo,

etcétera), divide a las drogas en lícitas e ilícitas (según

criterios tautológicos, de control social e intereses

económicos (ESCOHOTADO, 1999. pp. 887-907)), se

pretende terminar con las denominadas ilegales, a

través del combate (mediante un complejo sistema legal,

policial, penal, militar, etcétera) tanto a la producción de

ciertas sustancias psicoactivas o de sus precursores (por

ejemplo, mediante la erradicación de cultivos de

marihuana, coca, amapola, etcétera) como a su tráfico y

distribución (por ejemplo, mediante la detención o

Naciones Unidas. Nueva York, E.U.A. 1977. Naciones Unidas.


“Convenio sobre sustancias sicotrópicas”. Naciones Unidas. Nueva York,
E.U.A. 1971. Naciones Unidas. “Convención de las Naciones Unidas
contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas”.
Naciones Unidas. Nueva York, E.U.A. 1988. Naciones Unidas.
“Declaración Política. Principios rectores de la reducción de la demanda
de drogas y medidas de fomento de la cooperación internacional en la
lucha contra el problema mundial de las drogas”. Naciones Unidas. Nueva
York, E.U.A. 1998. Para una relación completa y con una descripción
sintética de los principales eventos e instrumentos de cooperación
internacional en el campo del control de las drogas cf. United Nations
Internacional Drug Control Programme. “The United Nations and drug
abuse control”. United Nations Publication. 1992. pp. 63-75.
ESCOHOTADO, 1999, pp. 699-705, 755-758.

25
asesinato3 de los traficantes, y, sospechosamente en

mucho menor grado, enfrentando el lavado de dinero).

Lo que se busca, se dice, es erradicar o prevenir el

consumo: la abstinencia como premisa y finalidad. A

pesar de que, en relación al uso y abuso de sustancias,

las mismas autoridades reconocen en sus documentos

técnicos oficiales (las encuestas nacionales de

adicciones, los programas contra el alcohol, el tabaco y

otras drogas, etcétera) que nuestro país no alcanza las

proporciones de consumo de otros países y que el uso,

abuso y dependencias de drogas ilegales no son

conductas comunes. Además, en todos los países se ha

demostrado que, entre quienes han probado alguna vez

cualquier tipo de droga, sólo un número reducido

continúa consumiéndola y también que hay una

proporción de usuarios que las consume de manera

3 Aunque en lugar de asesinar dicen “abatir”, eufemismo que inútilmente


las autoridades han querido convencer a la opinión pública no significa
matar en el caso de las ejecuciones extrajudiciales en Tlatlaya, en junio de
2014.

26
completamente funcional, sin presentar problemas que

requieran atención en servicios de salud.

En el proceso de institucionalizar “el problema”

(importado de los Estados Unidos y definido así cuando

no se tenían datos en nuestro país y que, cuando se

tuvieron, no se tomaron en cuenta) y produciéndolo en

realidad, como una perversa profecía que se auto-

cumple, se crean en los setentas tanto los Centro de

Integración Juvenil como el Centro Mexicano de

Estudios en Farmacodependencia (CEMEF).

Posteriormente, las funciones del CEMEF son

absorbidas por el Instituto Mexicano de Psiquiatría

(IMP) fundado en 1979. En 1986 es creado el Consejo

Nacional contra las Adicciones (CONADIC) que

pretende articular las acciones aisladas de numerosas

instituciones en los programas de salud pública contra

el alcoholismo, el tabaquismo y la farmacodependencia.

Paralelamente al enfoque de salud pública se ha

implementado un modelo de represión a cargo

inicialmente de la Procuraduría General de la República

27
(PGR) que, por las presiones estadounidenses,

paulatinamente se ha ido militarizando, hasta llegar a

una verdadera guerra contra las drogas en el sexenio de

Calderón. Contra toda evidencia, la primera

justificación de Calderón para declarar la “guerra contra

el narco” fue que nuestro país ya no era sólo un país de

tránsito sino que se había convertido en un país

consumidor de drogas, había que salvarnos, en especial

a niños y jóvenes del demonio, de ahí su consigna y la

necesidad de una guerra: “Que la droga no llegue a tus

hijos”. En realidad, esta justificación es injustificable:

según las estadísticas de la propia Secretaría de Salud y

Consejo Nacional contra las Adicciones (2009) el

consumo de drogas en México seguía siendo mínimo en

relación con la población, con tasas de prevalencia e

incidencia muy bajas si se compara a nivel regional o

mundial. Ha habido un aumento, es cierto, (en adultos,

más que en niños ni adolescentes), pero ha sido

pequeño, y a partir de una base insignificante.

28
Sin embargo, a pesar de invertir miles de millones de

dólares en su guerra contra las drogas (aunque después,

ante las críticas negó que hubiera hablado de guerra y

sacó un desplegado a dos páginas en los diarios

hablando de “lucha por la seguridad pública”), la

realidad socioeconómica de nuestros países,

caracterizada por la pobreza y la pobreza extrema de

amplios sectores, así como la existencia real de múltiples

narcoestados, que sustentan la economía ilegal

relacionada con los fármacos, hace que esta estrategia

sea prácticamente inoperante (a esto hay que añadir la

corrupción muy generalizada y los oscuros intereses que

se tejen en Estados Unidos en torno al consumo, el

tráfico de armas, el lavado de dinero, las operaciones

secretas de financiamiento de contras, afganos,

guerrillas del Triángulo dorado, la intromisión en los

asuntos internos de otros países, etcétera, (Escohotado,

1999)). Así, la política actual de guerra a las drogas ha

tenido como resultado, principalmente:

29
1) La formación y mantenimiento de múltiples
formas de crimen organizado, de un Estado
criminal, una cultura que promueve y exalta al
crimen, etcétera, y una espiral de violencia que
va en aumento, tanto por el número de muertos
(que ha crecido de manera prácticamente
constante cada año en los últimos nueve,
sumando mucho más de ciento setenta mil
personas asesinadas, más de veinte y siete mil
desaparecidas y ciento sesenta mil desplazadas),
como por la naturaleza de los homicidios, hasta
llegar a actos de verdadero terrorismo.
2) La consolidación de una representación de
impotencia de la comunidad civil ante esta
“tragedia”, llevando a la desesperación en
muchas comunidades que han terminado por
formar sus propios grupos armados de
autodefensa o a tomar la justicia por mano propia
(ejecutando linchamientos, por ejemplo) con
todos los problemas que eso significa.
3) Múltiples violaciones a los derechos humanos y
un uso político del combate al tráfico de drogas.
4) Una mayor marginación y exclusión de las
personas farmacodependientes y un incremento
en las formas de marginación social
(particularmente acentuadas con la aparición del

30
SIDA), dificultando paradójicamente que
quienes realmente necesitan ayuda no puedan o
no quieran hacerlo debido al estigma que se les
atribuye (especialmente grave con las mujeres).
5) La difusión, paradójicamente, de muchas formas
de consumo de sustancias en todos los niveles de
la población. Muy lógico si pensamos en la
violencia e inseguridad que se vive a nivel
nacional, así como por la presión al consumismo
en paralelo a la falta de perspectivas económicas,
educativas, de salud, culturales, etcétera (hace
años, los jóvenes punk decían “No hay futuro”,
nuestras y nuestros jóvenes ahora dicen: “No
habrá futuro”).
Un grupo de investigadores ha sistematizado (ROLLES ET

AL, 2012) los costos que la sociedad mundial está

teniendo que pagar en la política de guerra a las drogas:

• Desperdicio de miles de millones de dólares y


daño a las economías nacionales.4.
• Daño al desarrollo internacional y a la
seguridad, alimentando conflictos.

44Para darse una idea de los enormes costos económicos que implica,
mencionamos un informe de 2010 que descubrió que sólo los Estados
Unidos gastaron aproximadamente 49 mil millones de dólares en 2008
para la prohibición de drogas (MIRON, 2010) y a nivel mundial anual el
gasto es de más de 100 mil millones de dólares (KRIER & FIELDING, 2011).

31
• Amenaza a la salud pública, esparciendo
enfermedades y causando muertes.
• Debilitando y dañando derechos humanos.
• Promoviendo estigma y discriminación.
• Creando crimen y enriqueciendo criminales.
• Causando deforestación y contaminación.
Incluso, la propia Organización de Naciones Unidas

para la Droga y el Delito reconoce en uno de sus reportes

anuales (UNODC, 2008) que el enfoque de guerra a las

drogas tiene un rango de consecuencias no deseadas

negativas (daños colaterales le ha llamado

eufemísticamente el gobierno), incluyendo la creación

de un vasto mercado criminal, el desplazamiento del

mercado de drogas ilegales a nuevas áreas, la distracción

de fondos para resolver problemas más graves de salud

(y de otras áreas prioritarias como educación,

investigación, por mencionar algunas), la estigmatización

de las y los usuarios, etcétera.

En Colombia y en México, que han sido los países

más golpeados por la violencia asociada a las drogas y

las políticas de drogas (Plan Colombia e Iniciativa

Mérida, incluidos), se escuchan más y más voces críticas


32
(paradójica o cínicamente, incluso del mismo presidente

Calderón en su último discurso ante la ONU), de

expresidentes (Zedillo y Fox en México, Gaviria en

Colombia), presidentes (el depuesto Otto Molina de

Guatemala, Mujica de Uruguay y Santos de Colombia),

legisladores, jueces, académicos (especialmente el Dr.

Astorga, desde hace años y reciente pero con mucha

fuerza el CIDE), OSC, iniciativas culturales, personas

usuarias, familiares de las personas asesinadas y

desaparecidas (muchas de ellas articuladas en el

Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad),

empresarios, Comisiones de Derechos Humanos,

etcétera. Incluso Gil Kerlikowske, zar antidrogas en la

administración Obama, llegó a declarar el 11 de mayo de

2010: “desde que el presidente Richard Nixon declaró a

las drogas como el enemigo público número uno [de la

nación], hemos estado hablando de la guerra contra las

drogas, y la verdad no creo que el pueblo

estadounidense haya visto un gran nivel de éxito…

Seguir llamándola ‘guerra’ nos limita en recursos.

33
Tenemos que ver este como un problema de seguridad,

pero también de salud.”5 La Comisión Global de

Políticas sobre Drogas, presidida por el ex secretario de

la ONU, Kofi Annan,6 concluyó que "Cincuenta años

después de que empezara la Convención Única de

Estupefacientes de la ONU, en 1961, y cuarenta desde

que el presidente Richard Nxon lanzara por parte del

gobierno de Estados Unidos la guerra global contra las

drogas, es urgente que haya reformas fundamentales

en las políticas globales y nacionales de control.

Empecemos tratando la drogadicción como un tema de

salud, reduciendo la demanda de las drogas a través de

probadas iniciativas educativas y, en vez de

criminalizar, regular por la vía legal el cannabis". En

5
HTTP://WWW.ELUNIVERSAL.COM.MX/NACION/177665.HTML
6 En 1998, el Lindesmith Center hizo llegar a Kofi Annan una carta firmada
por 600 personalidades (8 premios Nobel, entre otros) donde en resumen
se planteaba que "La guerra contra las drogas está causando más daños y
sufrimientos que el mismo abuso de drogas" (Romaní, 1999: 199) y ese
mismo año el Consejo Europeo de ONG de drogas y desarrollo
(ENCOD) promovió un manifiesto en los mismos términos (Romaní,
1999: 200-201). Es decir, que las iniciativas serias pro-reforma de la
política de guerra a las drogas no son recientes. ¡Es impresionante la inercia
y resistencia de las instituciones responsables!

34
cierta manera, este texto resume las tres grandes

estrategias necesarias de un cambio de paradigma en la

política de drogas de los últimos cien años: un

desplazamiento de enfoque de "guerra a las drogas" a la

atención de los problemas asociados a las drogas (como

temas de salud y educación, principalmente),

despenalizar y descriminalizar el consumo, y regular la

producción y comercialización de las drogas,

comenzando por la mariguana.

Como consecuencia de la presión creciente a

revisar y replantear la política de guerra para las drogas

en la región, la Organización de Estados Americanos

(OEA) ha formulado una nueva Estrategia Hemisférica

sobre Drogas que “... va de la mano con un giro reciente

en la política anunciada por los Estados Unidos. La

promesa del Presidente Barack Obama de destinar más

recursos para la prevención y el tratamiento de la

drogadicción va de forma paralela a la perspectiva que

existe en el Hemisferio, la cual considera el consumo y

la dependencia de drogas como problemas de salud

35
pública y no únicamente como actos criminales. Le

damos la bienvenida a este giro de política, basado en la

evidencia, el cual se apoya en principios de salud

pública, seguridad, y el respeto por los derechos

humanos”, y considera que “Ha llegado el momento

para nuevas ideas, diálogo y para una acción más

proactiva que nunca”. (INSULZA, 2010). Esperemos que

sea verdad y no mera retórica,7 como ha sucedido en

tantas ocasiones.

Analizando esta nueva Estrategia se detectan

ciertas ventanas de oportunidad para empujar a la

adopción de principios fundamentales, que debieron

estar desde un inicio en las políticas de drogas y que, sin

embargo, con el discurso belicista se dejaron de lado:

7 Un ejemplo de un cambio de política sólo en las palabras pero no en el


fondo (la misma gata pero revolcada) son los “Principios de Política de
Drogas Moderna” de la Casa Blanca”
https://www.whitehouse.gov/ondcp/policy-and-research/principles-of-
modern-drug-policy.

36
(Artículo 1) El pleno respeto al Derecho Internacional y

a la Declaración Universal de los Derechos Humanos,

observando los principios de soberanía e integridad

territorial de los Estados, la no intervención en los

asuntos internos de los Estados, las libertades

fundamentales y la dignidad inherente a las personas y

de igualdad de derechos y respeto mutuo entre Estados.

(Artículo 2) Al enfrentar el problema mundial de las

drogas, debe hacerse especial énfasis en su impacto

sobre la pobreza y la marginalización, e impulsar la

implementación de políticas y acciones que favorezcan

la inclusión social y la reducción de esas

vulnerabilidades.

No llegan tan lejos como la Comisión Global,

pero empieza a desplazar el énfasis hacia un enfoque

más social.

Así, vemos cómo en los últimos años se ha

multiplicado la discusión de más alto nivel y casi la

mitad de los estados de Estados Unidos permiten el

uso de marihuana con fines medicinales o está

37
despenalizado, y en noviembre de 2012, los estados de

Colorado y Washington aprobaron la legalización de la

marihuana para uso recreativo, lo propio hizo Alaska en

febrero de 2015. El 10 de diciembre de 2013, Uruguay

aprobó una ley que regula el mercado de la marihuana,

la producción (controlada por el Estado), la

comercialización, la tenencia y los usos recreativos,

medicinales e industriales, convirtiéndose en el primer

país del mundo en abandonar el modelo prohibicionista

en relación al cannabis. En nuestro país el debate está

abierto (sobre todo por las resoluciones judiciales

favorables en los casos de SMART y la niña Grace que

padece el síndrome de Lenox-Gastaut y le recetan una

medicina con cannabidiol) y es probable que haya

cambios en el mediano plazo.

En el siguiente capítulo analizaremos algunos de

los principales abordajes para atender el tema de las

drogas.

38
Principales abordajes al tema de drogas
JUAN MACHÍN

A continuación veremos los principales enfoques,

presupuestos teóricos y metodológicos de los modelos

de atención en prevención de las farmacodependencias

en nuestro país.

Al hablar de modelos nos referimos a esquemas

que sirven para ordenar, en forma sintética y abstracta,

elementos de la realidad.8 Estos esquemas tienen, junto

a sus principios y métodos explícitos y declarados, un

sustrato epistémico e ideológico que la mayoría de las

veces no es explícito. Los programas de prevención no

necesariamente se pueden ubicar claramente en uno u

otro, a menudo se mezclan, o no poseen todos y cada

uno de los elementos que caracterizan cierto modelo. Sin

embargo, la utilidad de su uso es permitirnos no perder

de vista el bosque por la gran cantidad y diversidad de

8 A la manera de los tipos ideales cf. WEBER, Max. “Sobre la teoría de las
ciencias sociales”. Península. Barcelona, España. 1971. pp. 60-65

39
árboles, entender las lógicas y estructuras que están más

allá de las especificidades.

Los supuestos básicos que sustentan a los principales

modelos de prevención de las farmacodependencias se

orientan en gran medida según:

a) La concepción que se tiene de la droga:


substancia mágica, contaminante, médium
sociocultural, algo equiparable a un virus, peste,
etcétera.
b) La concepción que se tiene del consumo
sustancias psicoactivas: enfermedad, vicio,
adicción, problema de salud pública, problema
social, argumento político, construcción socio-
cultural, actividad recreativa, autocuidado,
etcétera.
c) La concepción que se tiene de la persona que
consume sustancias psicoactivas: vicioso,
criminal, enfermo, ser humano que sufre,
persona que gestiona su placer, etcétera.
d) La concepción que se tiene de la misión: reprimir,
castigar, excluir, curar, rehabilitar, reintegrar,
acompañar, escuchar, orientar, etcétera.
e) La concepción que se tiene del nivel en el que se
tiene que actuar: persona, grupo, familia, red(es)
40
social(es), comunidad, municipio, estado, país,
mundo entero.
Tradicionalmente, se habla de cuatro modelos de

prevención de las farmacodependencias9 que retoman

diferentes supuestos básicos:

• Modelo médico–sanitario
• Modelo ético–jurídico
• Modelo psico–social
• Modelo socio–cultural

Modelo médico–sanitario

El modelo médico-sanitario, desde el concepto naturalizado

de enfermedad, considera a los fármacos como si fueran

"gérmenes" o "virus" (agentes patológicos) que infectan

el cuerpo (agente huésped). Así, la prevención se

entiende como una defensa ante la amenaza externa que

significa la droga, a semejanza de la prevención que

9 GARCÍA, Roberto. "Estrategias de Prevención: Niveles y Modelos" en


García, Jesús et al. "Elementos básicos para promotores juveniles
sobre prevención de adicciones". Instituto Mexicano de la Juventud.
México, D.F. 2000

41
suministra la vacunación en las enfermedades

infectocontagiosas. El énfasis está puesto en que los

“preventores” conozcan la bioquímica y la

neurofisiología de las sustancias (se privilegia la

exhaustiva descripción de los efectos de cada sustancia

en el organismo), las consecuencias para la salud

(detallada enumeración de los trastornos asociados con

su consumo, haciendo énfasis en aquellos de carácter

crónico, irreversible, incapacitante y letal) y, desde la

perspectiva epidemiológica, las distribuciones del

consumo, el perfil de los usuarios, las repercusiones en

morbilidad y mortalidad. Gran parte de la acción

preventiva para padres y madres consiste en brindarles

información sobre los síntomas que delaten la

“infección”. La consecuencia lógica de estas premisas es

el diseño de campañas (el término militar no es casual)

de propaganda (el uso de este término tampoco es

casual) adversa, basada principalmente en información

(a menudo exagerada y sin sustento) sobre los efectos

dañinos, información que se esperaba produjera temor

42
en los posibles usuarios, generalmente jóvenes y

adolescentes (tampoco por casualidad considerados

como los principales blancos de la “enfermedad” y el

“contagio”). De esta manera, podemos decir que este

modelo se basa por completo en la disuasión, es decir,

en la seducción del terror. El temor es considerado el

instrumento más eficaz: se advierte a los posibles

consumidores de la amenaza que sobre su propia vida

representa la sustancia. “La droga o la vida”, “vivir sin

drogas es vivir”, “di no las drogas, di sí a la vida” son

lemas paradigmáticos en este sentido.

No es casualidad que este modelo surgiera en los

años sesenta, es decir, en el contexto de la guerra de

Vietnam y los movimientos juveniles pacifistas. Así, por

ejemplo, Nixon en pleno apogeo de la guerra de

Vietnam declara que “el abuso de drogas es el enemigo

público número uno de América”.10 En el México de

esos años, a menudo se habla del “germen del

10 Citados por ESCOHOTADO, Op. Cit. p. 880.

43
comunismo” que puede infectar a los jóvenes y hay una

represión tanto a los jóvenes estudiantes como a los

jipitecas (AGUSTÍN, 1990: 234-264).

Las evaluaciones que se hicieron de las

numerosas campañas que se realizaron siguiendo este

modelo en Estados Unidos y en Europa occidental

demostraron que contribuyeron a incrementar los

índices de consumo en la población juvenil a la cual -se

suponía- iban dirigidas. Algunas de las razones que se

han aducido para este resultado contraproducente son

las siguientes:

a) La poca credibilidad en los mensajes debido al


tono sensacionalista y muy a menudo falso de la
información, así como al trato diferenciado dado
a las sustancias legales respecto a las ilegales
(implicando ante los jóvenes una muestra más de
la hipocresía del mundo adulto) y el envío de
dobles mensajes, contradictorios entre sí (como el
affaire derivado del asesinato de Paco Stanley
[TV Azteca]).
b) Las diferentes respuestas que presentan los
jóvenes y adolescentes ante el peligro y la

44
creencia generalizada que se les atribuye de
sentirse inmortales e inmunes.
c) La curiosidad y el deseo de experimentar que se
despiertan en los jóvenes y adolescentes al
hablarles de los efectos misteriosos y
espectaculares que les dicen tienen los fármacos.
A pesar de que este modelo muy pronto mostró sus

deficiencias (al grado de que la UNESCO, por ejemplo,

acuñó el lema: “el problema de las drogas crece al hablar

de él”)11 sigue siendo la base de muchos de los esfuerzos

que se realizan tanto a nivel gubernamental como

paragubernamental o no gubernamental. Así, por

ejemplo, la Fundación Azteca promueve la campaña

“Vive sin drogas” (la cual afirma que “hasta la fecha es

la campaña antidrogas más importante que se ha

llevado a cabo en México”, sin importarle contravenir en

sus spots televisivos la norma oficial mexicana NOM–

028)12 que tiene por objetivo: “educar a la sociedad

mexicana, particularmente a los jóvenes, sobre los daños

11 Citada por GARCÍA LIÑÁN, Carmen. “Mariguana”. Serie “Qué son las
drogas”. Árbol Editorial. México, D.F. 1990. p. 79.
12 FUNDACIÓN AZTECA. Folleto promocional, Fundación Azteca, s/f, p.

9 (el subrayado es nuestro)


45
físicos que se derivan del consumo de drogas y también

cómo evitar caer en la tentación del consumo”; para

lograr su propósito de reducir el consumo de drogas en

México, “Vive sin drogas crea conciencia sobre los

riesgos que representan las drogas con su campaña

publicitaria masiva”.13

Por la simplicidad de este modelo y como las

premisas de las que parte son funcionales al sistema

social capitalista, cientificista, patriarcal (por ejemplo, el

presupuesto del sujeto cartesiano que siempre realiza

una “elección racional” sopesando riesgos/beneficios),

este modelo no ha desaparecido y, en cambio, ha

evolucionado. Como gran parte de las críticas a este

modelo se centraron en el carácter sensacionalista y

exagerado de la información, los defensores de este

modelo proponen el empleo de información “objetiva y

realista”, “fidedigna” en una palabra (si tal cosa puede

existir independientemente del transmisor, el receptor,

los canales de transmisión, la forma, el medio, los

13 Ídem (el subrayado es nuestro)


46
mensajes implícitos, etcétera).14 Otra vertiente de

evolución de este modelo ha consistido en el cambio de

las formas y mecanismos de transmisión de la información:

así se ha ido pasando de programas de orientación no

interactiva (presentaciones escolarizadas, con maestros

como conductores–expositores, enfocados en el conocimiento

individual, altamente estructurados y con una

participación pasiva de los jóvenes), a programas

interactivos (empleando técnicas grupales, con maestros

como facilitadores y los jóvenes asumiendo diversos

roles, enfocados en el proceso grupal y la experiencia

grupal, estructuras limitadas, participación activa).15 Sin

embargo, los programas que superan el paradigma

“bancario”16 de la enseñanza puede ser más efectivos

14 Cf. SÁNCHEZ, Jesús. “Los medios de comunicación social ante el


fenómeno de la drogodependencia” en “El fenómeno social de las
drogodependencias”. Revista de estudios de juventud. No. 40. Centro de
estudios, formación e información de Juventud –Instituto de la Juventud.
España. Octubre 1997. pp. 72-76
15 Esquema tomado de TOBLER, Nancy. “Meta-Analysis of Adolescent

Drug Prevention Programs: Results of the 1993 Meta-Analysis” en


BUKOSKI, William (ed.). “Metanalysis of drug abuse prevention
programs”. National Institute on Drug Abuse. Research Monograph
series. No. 170. U.S.A. 1997
16 Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI. México.

47
para la adquisición de conocimientos, pero este

conocimiento no es suficiente para prevenir el consumo

de fármacos. Así, por ejemplo, las campañas contra el

tabaquismo han demostrado la ineficacia de este tipo de

enfoque: todos los consumidores pueden saber (tener la

información “objetiva y realista”) los riesgos y efectos

nocivos que tiene el tabaquismo (por ejemplo, que:

“fumar durante el embarazo, aumenta el riesgo de parto

prematuro y de bajo peso en el recién nacido”, “este

producto es nocivo para la salud”, “fumar puede causar

cáncer” “Este producto contiene NICOTINA. La

nicotina es una sustancia altamente psicoadictiva”, “este

producto puede contener AMONIACO. Sustancia tóxica

que facilita la absorción de nicotina, manteniendo la

adicción”, “Este producto puede contener PLOMO.

Metal tóxico para el cerebro”, “Fumando te buscas una

muerte lenta y dolorosa”, hasta las pictogramas actuales

con fotos de bebés y ratones muertos, personas

intubadas o con cáncer, etcétera, cuya inclusión es

obligatoria desde septiembre de 2010) y, sin embargo,

48
muy pocos dejan de fumar y el número de nuevos

consumidores no deja de aumentar. Incluso, hasta muy

recientemente, las personas con mayor índice de

tabaquismo se encontraban entre los médicos, en

especial, aquellos relacionados con oncología y

enfermedades respiratorias.17 ¿Dónde queda el supuesto

de la “elección racional”? En cambio, medidas como

aumentar los impuestos de los cigarros o las bebidas

alcohólicas que han demostrado ser muy efectivas para

disminuir el consumo son sistemáticamente limitadas y

bloqueadas por el cabildeo de las industrias tabacalera y

del alcohol, con la complicidad de diferentes

legisladores.

17 Ponencia del Comisionado Nacional, Lic. Ernesto Enríquez Rubio,


durante la reunión de Coordinación interinstitucional organizada por el
Instituto Mexicano de la Juventud, Conadic y la Coalición de
Organizaciones Juveniles para la Prevención de las Adicciones realizado
en la Ciudad de México el 16 de agosto de 2000.

49
Modelo ético–jurídico

El llamado modelo ético-jurídico está centrado en la

definición, clasificación y regulación legal de las drogas

y todas las actividades con ellas relacionadas:

producción, distribución, consumo, etcétera. Construye

el “problema droga” desde una aparente defensa del

orden social, definiendo a las drogas ilícitas como el

agente causal de la trasgresión. Como las drogas son el

agente activo, el consumidor no es culpable sino una

víctima, un enfermo (cruzando el aspecto jurídico con el

sanitario, en una combinación funcional legitimadora de

ambos) que se debe canalizar para su tratamiento; los

delincuentes, victimarios, son los que producen y

trafican con las drogas. Pero, como la diferencia entre

poseer una cantidad de droga para consumir o para

traficar es muy tenue, la frontera entre

víctima/victimario es saltada frecuentemente por las

fuerzas del orden (más adelante retomamos este

problema). El bien jurídico tutelado es la salud de la

colectividad, la salud pública: quien produce, trafica,

50
etcétera, comete delitos contra la salud, tipificados por

el Código Penal Federal como “Delitos contra la salud”

y son clasificados de la siguiente manera:

a) Según la conducta del agente: puede ser de


acción o de omisión. Por acción, tenemos los
delitos de producir, transportar, traficar,
suministrar o prescribir un narcótico sin la
autorización debida. Por omisión, los delitos de
permitir, autorizar o tolerar cualesquiera de las
conductas señaladas por parte de un servidor
público en el ejercicio de sus funciones.
b) Según el resultado (si producen o no un
resultado objetivo o material), el daño que
causan (que causan un daño directo y efectivo al
bien jurídico –de lesión- o que lo ponen en
peligro –de peligro), su duración (instantáneos,
permanentes, continuados), su forma de
persecución (de oficio o por querella). Los delitos
contra la salud son formales, de peligro y se
persiguen de oficio.
Como mencionamos antes, se supone que la persona que

consume no es delincuente pero el modelo ético jurídico

(eje del prohibicionismo), propicia su criminalización y

51
se vuelve una perversa profecía que se auto-cumple. Un

ejemplo paradigmático fue el cambio, a través de la

llamada ley del narcomenudeo aprobada en 2009, que

resolvía la indefinición de la ley anterior que dejaba a

criterio de la autoridad las cantidades máximas de

posesión de cada sustancia psicoactiva que pueden ser

consideradas como dosis para inmediato consumo

personal y, por lo tanto, no son punibles con penas de

prisión, a través de una “Tabla de Orientación de Dosis

Máximas y Consumo Personal”. Al rebasar esas

cantidades máximas, la posesión es considerada como

narcomenudeo y queda en el ámbito de competencia de

los Estados. Cuando la posesión es 1000 veces más lo

establecido en la tabla, se considera narcotráfico y queda

en el ámbito de competencia federal. Sin embargo, las

dosis máximas de consumo son absurdas y, en realidad

se ha convertido en una forma disfrazada de penalizar

el consumo personal: así, por ejemplo, mientras que en

el mercado la cocaína se vende por gramo (la famosa

“grapa”) la dosis máxima definida en la tabla es medio

52
gramo: una persona que compre la dosis mínima de

cocaína disponible en el mercado puede ser detenida,

acusada de ser narcomenudista. Carlos Zamudio,

integrante de CUPIHD y formador en CAFAC realizó

un estudio sobre esta ley (descargable en internet:

http://idpc.net/es/publications/2011/03/mexico–y–su–ley–

contra–el–narcomenudeo) y llega a las siguientes

conclusiones y recomendaciones:
“En su contenido, la ‘Ley contra el narcomenudeo’
limita la discrecionalidad de las autoridades para
discernir entre consumidores y narcomenudistas,
pero las disposiciones implican la posibilidad de
que simples consumidores sean tratados como
delincuentes, pues sugiere que quienes sean
encontrados en posesión de cantidades mayores a
las indicadas sean castigados con cárcel, incluso
cuando dicha cantidad no sea para su
comercialización. Por otra parte, la
discrecionalidad se mantiene en cómo obligarán a
recibir tratamiento a quienes sean sorprendidos con
cantidades de drogas en el margen de lo establecido
por las nuevas disposiciones.
Esta situación puede derivar, por un lado, en un
agravamiento de la saturación del sistema
penitenciario nacional. De hecho, es en argumentos
de este tipo donde algunos gobiernos locales
sostienen su indisposición a homologar las
53
reformas. Por tanto, se recomienda que los
gobiernos locales establezcan penas alternativas a
la privación de la libertad. Una de las opciones que
se sugieren son las penas educativas, ya que están
previstas en la Constitución mexicana y no
contravienen ninguna de las convenciones ni
tratados suscritos. Asimismo, las penas que
involucran el trabajo comunitario son una
alternativa que suele tener buenos resultados ya
que incorporan elementos de la justicia
restaurativa.
Por otro lado, las penas de cárcel por posesión de
pequeñas cantidades de drogas pueden conducir a
que policías corruptos las usen como argumento
para amedrentar a los consumidores sorprendidos
en posesión de cantidades dentro del límite
establecido. Una recomendación importante sería
entonces la incorporación de medidas que inhiban
la extorsión de consumidores por parte de agentes
estatales y, a la par, el sentimiento de exclusión de
quienes son víctimas de ese abuso de poder. En ese
sentido, correspondería a los organismos de
derechos humanos habilitar opciones que hagan
valer los derechos de los consumidores y que, por
tanto, incidan en su inclusión en la sociedad.
Por último, una recomendación ya repetida por
múltiples voces sería invertir una mayor
proporción de los recursos usados en programas de
seguridad en programas de salud pública, pues
mientras mayor sea la proporción de recursos
invertida en la reducción de la demanda y

54
tratamiento de adicciones, menor será la necesidad
de invertir en represión.”
Como el modelo está centrado en los aspectos legales y

de control social, las actividades de prevención

derivadas se enfocan, por ejemplo, en la represión del

narcotráfico, la fiscalización de la producción y la

distribución, la determinación de las penas por la

producción, venta y consumo de drogas ilícitas, el

establecimiento de convenios y acuerdos internacionales

de lucha contra las drogas. A similitud del modelo

médico-sanitario la prevención, (en sus dos vertientes de

reducción de la oferta y de la demanda) se basa en

campañas de propaganda adversa, basada en un primer

momento en información sobre las consecuencias

jurídicas de ciertas conductas, información que se espera

produzca temor en los posibles usuarios/delincuentes:

quien se meta con las drogas no pierde la vida (¡aunque

en el contexto de guerra actual sí puede perderla!), pero

sí la libertad, por la aplicación de castigos muy severos,

la mayoría de las veces desproporcionados (PÉREZ, 2012)

(en algunos casos, por ejemplo, un narcotraficante de

55
poca monta puede purgar una pena más larga que la de

un homicida) y un abuso de la detención preventiva

para los sospechosos de delitos de drogas (a menudo la

detención puede prolongarse incluso durante años sin

que su situación se resuelva; en México, hay un período

hasta 80 días durante el cual el acusado puede ser

detenido (arraigo) sin cargos formales), así como de

aplicación muy desigual en términos de clase social, raza

o sexo. Existen numerosas evidencias que el peso de esta

legislación ha caído con mayor fuerza entre los sectores

más vulnerables: personas de poca educación, pobres,

desempleados o con trabajos informales, extranjeros,

mujeres (se les dan condenas hasta 30% más largas que

a un hombre por el mismo delito). El costo humano y

económico, así como las repercusiones del

encarcelamiento en sus propias vidas, sus familias, sus

comunidades y en el país, ha sido enorme e inútil.

Recomendamos especialmente el estudio de WOLA y

TNI (METAAL, Youngers: 2010) para profundizar en este

tema. Apoyados en el así denominado derecho penal

56
máximo, se espera que este sistema de represión tenga

efectos intimidatorios; sin embargo, la realidad es que

este modelo ha sido un fracaso histórico mundial, que

actualmente está haciendo agua por todos lados,

principalmente en nuestro continente: no ha logrado

disminuir el consumo pero sí ha producido una

sobresaturación de tribunales y cárceles por la

criminalización de usuarios y pequeños traficantes,

especialmente trágico en el caso de mujeres (sufrimiento

de decenas de miles de personas encarceladas por

pequeños delitos de drogas o por su simple posesión,

sufrimiento de las familias, en especial, de las mujeres).

El ejemplo paradigmático lo representa EU, que durante

los primeros 70 años del siglo veinte, tuvo una tasa de

encarcelamiento bastante estable, con aproximadamente

100 por cada 100,000 personas. Durante los 35 años

siguientes se ha ido acelerando esa tasa, llegando a casi

500 por 100,000 en 2005, más de 700 por 100,000 en 2007

y, en 2009, 756 personas encarceladas por cada 100,000

habitantes (BEWLEY–TAYLOR ET AL. 2009: 6), que es la

57
mayor tasa en el mundo. De esos, 53% del fuero federal

y 19.5% del estatal son por delitos relacionados con

drogas ilegales: casi 82% esos arrestos fueron por

posesión, y poco más de 42% fueron por posesión de

mariguana.

Los arrestos por drogas se han triplicado en los

últimos 25 años: de poco más de 580,000 en 1980 a más

de 1, 800,000 en 2005 (MAUER & KING, 2007). El

incremento más importante en el porcentaje de arrestos

se concentra en los relacionados a la posesión de

mariguana, la mayoría individuos no violentos. Además

son claros sesgos raciales y sociales de la población

encarcelada: entre 1985 y 1995, hubo un incremento de

200% en el número de encarcelamiento de mujeres, la

mayoría por delitos no violentos y afroamericanas

(BUSH–BASKETTE, 1999). Predominantemente las minorías

están sobre representadas en los arrestos por venta de

drogas: por ejemplo, en 2005, el 44.8% de los prisioneros

eran negros, 20.2% hispanos y 28.5% blancos, cuando los

negros representan sólo 12.85% de la población general,

58
los hispanos el 15.1% y los blancos el 79.96%. Los

afroamericanos representan el 14% de los usuarios de

mariguana en la población general pero el 30% de los

arrestos (KING & MAUER, 2005).

En México, la tasa también es alta (202 por cada

100,000) y más de la mitad son por delitos relacionados

con drogas ilegales.18

De esta manera, podemos decir que este modelo

también se basa por completo en la seducción del terror,

en la llamada, por Escohotado, “Farmacracia” y el poder

que el Estado se arroga para tutelar el “juicio y el estado

de ánimo”, en la actitud paternalista que la Suprema

Corte de Justicia recién criticó en un fallo histórico el 4

de noviembre de 2015 a favor de la Sociedad Mexicana

de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART). Cuando

no funciona (que es siempre, porque se proponen

objetivos por sí mismos utópicos, en el delirio de la

18Fuente: Anexo Estadístico del Quinto Informe de Gobierno, p. 406


(http://quinto.informe.gob.mx/archivos/anexo_estadistico/pdf/est_x_
ent_estado_de_derecho.pdf, consulta 2 de agosto de 2012)

59
omnipotencia, como “acabar en todos los países con

todas las dependencias y con todas las drogas”) se pasa,

simplemente, de la seducción del terror al terror mismo:

la represión policial-militar con todo el peso de la ley. Y

del terror se pasa fácilmente al terrorismo: un caso

paradigmático lo constituyeron Los Zetas, formados por

los grupos de élite del Ejército Mexicano (Grupo

Aeromóvil de Fuerzas Especiales, Grupo Anfibio de

Fuerzas Especiales y de la Brigada de Fusileros

Paracaidistas), egresados de la nefasta ‘Escuela de las

Américas’, donde les entrenaron como terroristas y en

cuanto regresaron a territorio mexicano se incorporaron

al crimen organizado, primero con la organización del

Golfo, luego de manera independiente, escalando los

niveles de violencia en el país (hecho que estableció

como aún más insostenibles las declaraciones del

presidente Calderón, quien que adujo como principal

razón para meter al ejército a la guerra contra las drogas

que era la única institución incorruptible). La violencia

en México a raíz de eso ha alcanzado niveles

60
abominables, que no se pueden calificar de dementes

porque como escribe Johann Hari (citando Philippe

Bougois): “la prohibición… crea un sistema en el que la

violencia más loca y sádica tiene una lógica funcional y

sana. Porque es necesaria. Porque es recompensada”.

Independientemente de las suspicacias que nos genera

el hecho de que la infausta Escuela de las Américas sea

quien haya entrenado a este grupo criminal.19

En México, prácticamente ninguna organización

civil se fundamenta en este modelo, aunque las

actividades de todas se encuentran reguladas por el

marco jurídico que de él emana y para algunas sea

perfectamente funcional (como la campaña mencionada

de Fundación Azteca). Al contrario, diversos grupos y

procesos nacionales de articulación en red se han

planteado como uno de sus objetivos el incidir en la

definición de nuevas políticas públicas en la materia, en

un sentido completamente diferente del actual.

19 Otro factor para esa escalada de violencia es la liberación fáctica del


tráfico de armas a nuestro país de parte de Estados Unidos, puesto en
evidencia en la fallida operación Rápido y Furioso.
61
Podemos fácilmente comprender que este

modelo forma la otra pierna de la estrategia hegemónica

de combate a las drogas, junto con el médico-sanitario,

al que le da el marco jurídico-legal que lo sostiene y

aquél le da la legitimidad que una apariencia de

cientificidad le confiere (ahora muy fundamentada en el

uso exacerbado de la imagenología médica). La estrategia

dominante de los gobiernos está basada en estos

modelos, no obstante las evidencias históricas de su

ineficacia.20

Ante la sociedad esta estrategia mantiene cierta

credibilidad porque también se expresa con un

razonamiento bastante simple (simplista en realidad) y

claro que, en síntesis, afirma que hay que hacer dos cosas

para eliminar los daños de la droga: disuadir el consumo

cuando existe droga y reprimirlo cuando se da. Así, a la

mayoría de la gente le suena como una buena idea y

desconoce que, en la práctica, saber los daños que

20 Cf. Por ejemplo, ESCOHOTADO. Op. Cit. pp. 1144-1146.

62
causan las drogas (fisiológicos, sociales, penales,

etcétera) no tienen efectos de aliciente para interrumpir

la experiencia misma o para no emprenderla. Esta

hipótesis es el fruto de cuatro errores de percepción

macroscópica cultural y científica.21

El primero, que ya analizamos en relación al

modelo médico-sanitario, supone que la conducta

humana es condicionada totalmente por la racionalidad

de la cultura dominante.

El segundo error es considerar que la

drogadicción está determinada exclusivamente por los

factores bioquímicos de las sustancias y por la falta de

las sanciones “suficientes” que obliguen a rechazarlas.

Sabemos que el placer dado por las sustancias integra

efectos bioquímicos, pero también elementos simbólicos

y rituales que intervienen en procesos de construcción

de identidad y pertenencia (independientemente del

21 Basados en MERLO, Roberto. “La prevención como estrategia de


desarrollo en las comunidades y reducción de los daños derivados del
consumo de droga” en “Prevención, reducción del daño y cura de las
farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de
investigación en la acción”. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar
Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999. pp. 58-59.
63
sentido positivo o negativo que se les pueda asignar).

Así, el intento de “quitar placer” al consumo mediante

la estigmatización y criminalización del consumidor,

produce muy a menudo el efecto de reforzar la misma

identidad, pertenencia y placer.22 Además, el miedo a

ciertas consecuencias ciertamente funciona como un

mecanismo de confirmación de que estamos en lo justo;

por eso, quien nunca abusará de drogas le parecen

oportunas y eficaces estas campañas, porque, entre otras

cosas, ayudan a delimitar las diferencias entre el “sí

normal” y el “sí” que se le atribuye a la desviación. Pero,

como ya mencionamos, para el “sí” desviante tienen el

efecto de confirmar su representación y reforzar su

identidad, no cambiarla. De esta manera, estas

campañas producen estigmatización, no prevención. El

error está en el hecho de pensar que aplicar un estigma

22Presidenza del Consiglio dei Ministri. Labos "comunicazione e droga"


vol. 1, 2 y 3 años 1985, 1986, Roma; BERGERET, Jean. "Chi é
tossicomane". DEDALO, Bari, 1983; MARTIGNONI, Graziano. "A como
Alice", ANTENNA Alice, BELLINZONA, 1986, 5) E. GIUS "condizione
giovanile e droga" Prov. autinima di Trento, 1979; L. ZOJA "nascere non
basta"; R. CORTINA, Milano, 1985, G. MARTIGNONi "seduzioni di
normalitá Alice, BELLINZONA, 1990.

64
sea un procedimiento que puede funcionar de cualquier

manera y sobre cualquier persona. Los defensores de

esta política ponen el ejemplo de la aplicación en Europa

del estigma social para los fumadores. Es cierto que la

estigmatización ha producido una disminución del

tabaquismo. Pero, en este caso, el estigma funciona en

las personas para quienes tiene sentido la pertenencia a

un mundo de “normalidad” pero, obviamente, no

funciona cuando se trata de personas para quienes tiene

sentido la pertenencia a un mundo “desviante”. Y la

amenaza del mensaje de: “si aún quieres pertenecer al

mundo de normalidad, deja la droga”, no tiene ningún

sentido.

El tercer error supone que los individuos son

receptivos a los mensajes centrados en el riesgo de poder

morir (explícitos en la estrategia de la seducción del

terror). Gracias a diversas investigaciones, se sabe que la

percepción que tiene el farmacodependiente de la

muerte es vivida tanto como una experiencia pasada (y

a menudo borrada), como una forma de encanto

65
(paradójicamente, desafiar la muerte es una de las

maneras como las personas y las culturas celebran la

vida). La amenaza de muerte, de esta forma, no logra ser

disuasiva para las personas que intentan sentirse vivas.23

El cuarto error consiste en ignorar (porque no es

congruente con sus deseos disuasivos) que la

farmacodependencia también es, como nos dice Merlo,24

“una construcción social, un mito, una de las formas

posibles de la dependencia (elemento esencial para cada

vida y cultura), un idioma simbólico e históricamente

una necesidad social, un mercado, etcétera. Por esta

razón es un fenómeno hipercomplejo, que como tal no

puede ser ‘eliminado’, sino que puede ser cuando

mucho, en parte, gobernado; fenómeno sobre el cual,

simplificaciones, como las de las campañas o de las

formas de disuasión de masa, no tienen efecto”.

23
Consultar entre otros E. GIUS “Condizione giovanile e droga” Provincia
Autonoma di Tranto, 1979; Luigi ZOJA “Nascere non basta” Raffaello
CORTINA, Milano, 1985; G. MARTIGNONI “Seduzioni di normalitá” Alice,
BELLINZONA, 1990
24 Cf. MERLO, Roberto. Op. Cit.

66
Modelo psico–social

Ante las notorias deficiencias de los modelos anteriores,

se han desarrollado modelos alternativos, con hipótesis

menos simplistas, como el modelo psico-social (que

veremos en este apartado) y el socio-cultural (que

veremos en el siguiente apartado). El modelo psico-

social desplaza la atención hacia el interior y el ambiente

próximo del individuo (la familia, el grupo de pares).

Concibe a la farmacodependencia como un problema

de personas que no cuentan con las capacidades

individuales y sociales adecuadas. Así, el contexto

inmediato del individuo puede actuar tanto como factor

patogénico como agente de protección. Desde esta

perspectiva, no se distingue entre tipos de drogas (según

su estatus farmacológico o legal), puesto que lo

importante es el tipo de relación que el individuo

establece con la sustancia. Y, de esta forma, distingue

entre uso (experimental, ocasional, controlado), abuso y

67
dependencia. 25 No se centra en la información sino

en la formación de actitudes de autocuidado y

comportamientos que lleven a un mejoramiento de las

relaciones interpersonales (prevención inespecífica y

primordial), es decir, en una educación, mediante

programas alternativos de actividades, para la salud

integral y el desarrollo humano y personal. La

farmacodependencia se presenta como consecuencia de

trastornos de la conducta, como una forma de satisfacer

alguna necesidad del individuo o de resolver un

conflicto. Este modelo busca promover patrones o

estilos de vida “sanos” y valores de autocuidado que

eviten el consumo de sustancias.

Existen dos grandes bases empíricas de este

acercamiento:

a) el análisis de los casos de las personas en


tratamiento.

25 El trastorno por consumo de sustancias se incorpora en el DSM-5


(versión 5 (la más reciente) del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders)
para agrupar los trastornos por abuso de sustancias y la dependencia de
sustancias.
68
b) el análisis, desde una perspectiva psicosocial de
los factores de riesgo y/o protección, de los datos
epidemiológicos.
A. Del análisis de los casos de las personas en
tratamiento, en las reconstrucciones
anamnésicas, se han detectado organizaciones de
personalidad que se manifiestan en edad precoz
(trastornos de la infancia y de la adolescencia) 26:
trastorno de déficit de atención con
hiperactividad, disocial, negativista desafiante,
de comportamiento perturbador, de ansiedad
por separación, reactivo de la vinculación de la
infancia, trastorno de personalidad por evitación
y trastorno de personalidad por dependencia.27
Obviamente, estas conductas son como el
elemento visible que sirven para significar un
mundo interior de sufrimiento y de falsas
soluciones. Según este modelo, actuar sobre estos
trastornos nos permitiría prevenir posteriores
conductas que lleven a una persona a una

26 Referidos por el DSMIV


27 Referidos por MILANESE, Efrem. “Las farmacodependencias:
prevención, reducción del daño, cura y rehabilitación psicosocial en una
perspectiva de comunidad” en “Prevención, reducción del daño y cura de
las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de
investigación en la acción”. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar
Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999

69
situación de farmacodependencia. Aunque es
importante hacer una advertencia: el hecho de
que manifestaciones de estos trastornos se
observen en la infancia o adolescencia no
significa que ineluctablemente se desarrolle
farmacodependencia con posterioridad. Pensar
de esta manera, sería reducir procesos muy
complejos a una lógica de causalidad lineal
simplista y absolutamente inoperante. Es más se
correría el riesgo, en muchos casos, de caer en el
mecanismo de las profecías que se
autocumplen.28
B. Del análisis de las investigaciones
epidemiológicas y psicosociales se pueden
construir indicadores de riesgo (por ejemplo, el
uso de drogas o alcohol entre padres y hermanos,
facilidad para conseguir una droga, amigos
usuarios, etcétera) y de protección para el
consumo de drogas (por ejemplo, aseo y cuidado
personal, hablar sobre la sexualidad con seres
queridos, uso del condón, etcétera).

28 Cf. MERTON, Robert. “Social Theoryand Social Estructure”. Free Press.


New York, U.S.A. 1965. BECKER, Howard. “Outsiders. Sociology of
Deviation”. Free Press. New York, U.S.A. 1963

70
Creemos que la experiencia más importante de este

modelo, desde el punto de las organizaciones civiles, es

el programa denominado “Chimalli”,29 que en náhuatl

significa escudo o protección, desarrollado desde 1991

por el Instituto de educación preventiva y atención de

riesgos A.C. (INEPAR).30 Decimos que es la experiencia

más importante por los siguientes aspectos:

a) Es un programa sistematizado que integra la


investigación,31 la participación comunitaria y la
intervención en grupos. Así como un
componente importante de evaluación.
b) Su gran difusión y alcance, gracias a la adopción
por parte de instancias gubernamentales como
los Centros de Estudios del Bachillerato de la

29 Cf. CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial


en la adolescencia: Chimalli”. En “Unidos por una sociedad libre de drogas.
Contribuciones de expertos en reducción de la demanda de drogas de
México y Centroamérica”. Programa de las Naciones Unidas para la
Fiscalización Internacional de Drogas. Oficina Regional para México y
Centroamérica. México, D.F. 1998. pp. 3-17. CASTRO, Ma. Elena et al.
“Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia, Chimalli”.
Pax. México. 1997. CONADIC. “Herramientas para la acción preventiva.
Guía de prevención del consumo de drogas”. CONADIC. México. Sin
fecha. Pp. 53-57
30 Tomado del texto “Modelo preventivo de riesgos psicosociales en la

adolescencia Chimalli”. INEPAR A.C. sin fecha.


31 CASTRO, Ma. Elena. “Investigación preventiva con el modelo Chimalli”.

INEPAR. México. 1999

71
Secretaría de Educación Pública,32 el Consejo
nacional contra las adicciones,33 el Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia
(se está piloteando en municipios de Guerrero,
Baja California y San Luis Potosí)34 y diversos
gobiernos estatales (Zacatecas, Aguascalientes,
Jalisco, San Luis Potosí, Querétaro, Guanajuato)35
y en el DF. Reportan alrededor de 3,000 personas
entrenadas para aplicar el programa en escuelas
y 200 para aplicarlo en comunidades abiertas.36
c) El énfasis puesto por sus creadores en la
transferencia de tecnología social, lo que ha se ha
traducido en la creación de gran cantidad de
manuales, instrumentos37 y cursos.

32 CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la


adolescencia: Chimalli”. p. 9
33 CASTRO, Ma. Elena & Llanes, Jorge. “Construye tu vida sin adicciones.

Manual del facilitador. Población objetivo: preadolescentes y adolescentes


tempranos”. Conadic. México. 1997
34 Modelo preventivo de riesgos psicosociales en la adolescencia Chimalli.

INEPAR A.C. Sin fecha.


35 ídem
36 ídem
37 Por ejemplo, el Inventario Riesgo Protección para Adolescentes (IRPA),

Escalas de actitud Chimalli, el Inventario de disposición al cambio de la


comunidad (INDICE), el Cuestionario de Habilidades de Protección
(CHP). Cf. MARGAIN, Mónica. “IRPA. Instrumento epidemiológico para
medir conductas de riesgo-protección en poblaciones adolescentes”.
INEPAR A.C. México, 1999
72
Los autores del modelo Chimalli, fueron investigadores

de once estudios epidemiológicos realizados por

sucesivas instancias gubernamentales38 con jóvenes

escolarizados y no escolarizados, dos a nivel nacional en

1976 y 1986, y nueve en la ciudad de México y zona

metropolitana.39 Con base a los datos obtenidos en los 13

años de estas investigaciones, identificaron los factores

de riesgo y protectores en relación a la posibilidad de

entrar a la subcultura de la droga.40 A partir de estos

datos psicosociales, de la teoría de la Resiliencia41 y de la

intervención grupal desarrollaron su modelo Chimalli

38 El Centro Mexicano de Estudios de la Farmacodependencia, creado en


1972 cuyas funciones fueron absorbidas por el Instituto Mexicano de
Psiquiatría (en 1979), el IMP y la Secretaría de Educación Pública.
39 CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la

adolescencia: Chimalli”. p. 5
40 ídem. p. 6
41 La teoría de la resiliencia se desarrolla en los setentas para explicar cómo

ciertas personas son capaces de enfrentar exitosamente la adversidad, a


partir de la existencia de factores que actúan como protectores o de
mecanismos de negociación. Cf. KOTLIARENCO, Ma. Angélica; Cáceres,
Irma & Fontecilla, Marcelo. “Estado de Arte en Resiliencia”. Organización
Panamericana de la Salud, Fundación W.K. Kellog, Agencia Sueca de
Cooperación Internacional para el Desarrollo, Centro de Estudios y
Atención del Niño y la Mujer. 1997. Una crítica profunda a esta teoría es
la circularidad tautológica en que a menudo caen sus líneas de
razonamiento similares a las que se le hacen a la teoría darwiniana de la
evolución.

73
que pone énfasis en los factores que protegen (de ahí el

nombre de “escudo” en náhuatl) el desarrollo de niños

y adolescentes. El modelo tiene por objetivo lograr

actitudes y habilidades de protección que los capaciten

para enfrentar con éxito el riesgo individual y ambiental

a que están expuestos en su entorno.

En relación a los modelos anteriores, el modelo

psicosocial presenta diversos avances:

a) Reconocimiento de que el fenómeno droga es


más complejo que lo que suponen los modelos
médico–sanitario y ético–jurídico: se resalta la
importancia del contexto y se reconocen las
diferencias entre individuos.
b) Cambio de paradigma en relación al contenido
(mensajes persuasivos proactivos, que muestran
las ventajas de los estilos de vida “sanos”; en
lugar de mensajes disuasivos negativos, que
muestran las consecuencias de los estilos de vida
“desviados”) y a los métodos (intervenciones
sistemáticas, consistentes, constantes, por
períodos de tiempo considerables; en lugar de
campañas masiva y eventos esporádicos,
espontáneos; trabajo grupal participativo,

74
interactivo, en vez de lecciones o conferencias,
etcétera).
c) Cambio de paradigma de la comunidad42 (se da
el paso de considerarla como receptor pasivo de
los servicios, la información, etcétera, a
considerarla como sujeto activo con capacidad de
planear, instrumentar, etcétera), principalmente
mediante la implementación de procesos de
transferencia de tecnología social y a la
responsabilidad y toma de decisiones
compartidas.
d) Parte de diagnósticos, realiza evaluaciones de sus
intervenciones, investiga.
Sin embargo, a pesar de estos avances, también es

posible realizar una serie de críticas de fondo a este

modelo. En primer lugar, podemos aceptar que este

modelo tiene una visión más compleja que la de los

anteriores, pero no lo suficiente. Así, por ejemplo, José

Vila cuestiona al modelo psico–social porque olvida que

en el occidente contemporáneo, el uso indebido y abuso

de las drogas se asocia, en los jóvenes, a una

42CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la


adolescencia: Chimalli”. p. 4

75
manifestación de cultura, de comunicación identitaria, a

una manifestación de renuncia y automarginación del

sistema, a una filosofía del ocio sin finalidad y sin

medida.43 Es decir, que se concentra demasiado en el

contexto inmediato de los individuos y deja fuera todo

el contexto amplio sociocultural de profundos cambios

acelerados que implican hondas crisis de sentido. No se puede

concebir, continúa Vila, que las farmacodependencias sean

ajenas a fenómenos como el auge de la violencia o la

xenofobia. Es decir, que este modelo sigue sin considerar

que la farmacodependencia es el fenómeno

hipercomplejo del que nos habla Merlo: construcción

social, mito, idioma simbólico, una de las muchas

formas posibles de la dependencia, una necesidad social,

un mercado, etcétera.

En segundo lugar, la farmacodependencia también

es una catarsis o algo que mucho se acerca a ésta y que

43 VILA, José. “Prevención escolar en drogodependencias: la asignatura


pendiente” en “El fenómeno social de las drogodependencias”. Revista de
estudios de juventud. No. 40. Centro de Estudios, Formación e
Información de Juventud–Instituto de la Juventud. España. Octubre
1997. pp. 43-45
76
se presenta como una buena solución a una disonancia

biológica y/o cognitiva percibida como no resoluble,44

que la mueve y la hace persistir. Para quien ya ha

experimentado como una “buena” solución el uso de

sustancias el modelo psicosocial no le brinda ninguna

razón para estimular el cambio. ¿Por qué paraíso tendría

que renunciar a algo que le permite solucionar sus

problemas?

En tercer lugar, gran parte de este modelo

proviene de la importación, no de los datos, pero sí de

modelos de prevención de EUA.45 Obviamente, estos

modelos no cuestionan un sistema social injusto y

excluyente. Al contrario, parten del pensamiento

funcionalista que busca adaptar o readaptar a los

“desviados” a un sistema que funciona bien. Coherentes

44Cf. FESTINGER, 1987


45Ver, por ejemplo, el citado folleto de CONADIC, “Herramientas para la
acción preventiva”, basado en folleto “Preventing Drug Use Among
Children and Adolescents. A Research–Based Guide”. National Institute
on Drug Abuse. U.S.A. 1997, la campaña antidroga de medios (Office of
National Drug Control Policy. “The national youth anti-drug media
campaign. Communication Strategy Statement”. U.S.A. 1997), etc.

77
con este pensamiento, la prevención se entiende como la

aplicación de procesos lineales de intervención en las

escuelas y las comunidades. Después de una

intervención la comunidad queda “protegida”, pero,

como al pasar del tiempo se va debilitando esa

protección,46 uno de sus problemas de investigación es

el determinar cuántos ciclos de aplicación del modelo se

necesitan para que una pequeña comunidad pueda

declararse completamente “protegida”.47 La metáfora

del escudo es ilustrativa: no se entiende que la

farmacodependencia también es construida por la

comunidad y deja de lado los procesos de exclusión y

marginación que se le asocian. Pervive (si bien matizada

en cierta manera) la concepción médico-sanitaria de la

amenaza externa de la droga. No por casualidad el

46 “Al hacer una medición seis meses después de la intervención (de trece
semanas) pudo comprobarse que en las respuestas a la escala, que la actitud
ganada tendía a desparecer” cf. CASTRO, Ma. Elena. “Investigación
preventiva con el modelo Chimalli”. INEPAR. México. 1999 p. 4
47 CASTRO, Ma. Elena. “Estado actual de la prevención en México”.

Ponencia presentada en el grupo de trabajo en Prevención durante la


Segunda Conferencia Binacional México–Estados Unidos sobre
Reducción de la Demanda de Drogas en Tijuana, Baja California. 1999 p.4
78
modelo Chimalli (también llamado ecológico)48 se

desarrolla a partir de las investigaciones

epidemiológicas. La ecuación sanitarista agente (droga)

+ huésped (individuo) = farmacodependencia, es

modificada sustituyendo el agente por el ambiente

(factores protectores) + huésped (individuo) = estilo de

vida sano.

En cuarto lugar, hay que reconocer que no

absolutiza lo que se considera como factores

protectores.49 Sin embargo, en la mayoría de los

razonamientos y los manuales pareciera que existe una

determinación directa entre factores y conductas.

Aunque se recomienda mucho la adaptación para su

aplicación a contextos diferentes y se parte de la

posibilidad de transferencia de la tecnología, se corre el

riesgo de caer en meras “recetas” y la repetición acrítica

de prácticas.

48CASTRO, Ma. Elena & LLANES, Jorge. Op. Cit. pp. 13-18
49CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la
adolescencia: Chimalli. p. 14. CASTRO, Ma. Elena & LLANES, Jorge. Op.
Cit. p. 17

79
En quinto lugar, el cambio de paradigma de la

comunidad es más discursivo que real y corre el riesgo

de ser una visión ideológica funcional al neoliberalismo

y las recomendaciones de los organismos internacionales. En

este sentido, olvida que la farmacodependencia también

es una solución muy poderosa para las comunidades.50

Por último, la extensión de un modelo diseñado

para comunidades cerradas como las escuelas a

comunidades abiertas, es mucho más complejo.

Si bien presenta las limitaciones que

mencionamos, este modelo ha seguido evolucionando y

mejorando.

50 Ver, por ejemplo, ALMADA, Teresa. “La construcción social de la


farmacodependencia: drogas, representaciones sociales y juegos de poder
en los barrios de Ciudad Juárez” en “Prevención, reducción del daño y
cura de las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un
proyecto de investigación en la acción”. Cáritas Arquidiócesis de México,
Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999. pp.
81-93. ALMADA, Teresa & ARROYO, Manuel. “Los barrios de la frontera:
drogas, representaciones sociales y juegos de poder” en Revista Jóvenes.
Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud. Cuarta época, año 1, núm. 4.
México, D.F. abril-junio 1997. pp. 60-71
80
Modelo socio–cultural

El modelo socio–cultural enfoca su atención en el

contexto ampliado de los individuos, bajo la premisa de

que las condiciones socioeconómicas (pobreza,

hacinamiento, migración, urbanización, industrialización,

desempleo, etcétera) y socioculturales (crisis de sentido,

malestar, movimientos culturales e identidades

juveniles) son las variables importantes que influyen en

la aparición de las farmacodependencias, más que en

categorías psicológicas. De esta manera, su estrategia de

intervención se orienta hacia la Promoción y el

Desarrollo Comunitario, es decir, la realización de

actividades que mejoren la infraestructura de servicio

públicos, oportunidades de estudio y empleo,

participación comunitaria, cambio en las estructuras y

relaciones sociales, etcétera. El mejoramiento general de

las condiciones de vida y la justicia social son los

elementos clave de la prevención.

Existen diversas organizaciones que se orientan o

se han orientado según este modelo. Entre las

81
organizaciones más importantes que han impulsado

este tipo de modelo, se encuentra el Centro Juvenil

Promoción Integral A.C. (más conocido como el Cejuv).

Consideramos que es una experiencia importante por

las siguientes razones, entre otras:

a) Tiene una experiencia acumulada de más de 30


años y es una referencia nacional obligada en el
tema de promoción juvenil en el ámbito de la
sociedad civil nacional e internacional.
b) Ha realizado una labor constante de
sistematización y evaluación de su experiencia.
c) Ha dado origen a procesos en varias
comunidades locales del D.F., algunos de ellos
actualmente autogestivos en gran medida.
d) Ha acompañado el surgimiento de otras
organizaciones en diversas ciudades del país
(Cejuver A.C. en Jalapa, Veracruz, Cultura Joven
A.C. en Morelos, Casa A.C. en Ciudad Juárez),
que a su vez se han vuelto referencias
importantes en sus estados.
e) Ha producido gran cantidad de material
didáctico y formado muchos agentes de
promoción juvenil comunitaria.
f) Es, además, una organización que ha
evolucionado hacia un enfoque de intervención
82
según un modelo más integral que veremos en
una próxima sección.
El Cejuv tiene como antecedente directo la experiencia

de trabajo, a partir de 1982, del Pbro. Manuel Zubillaga

con jóvenes, a través del Centro Educativo Juvenil de la

Parroquia de la Asunción, en la colonia Merced Gómez,

Mixcoac, de la ciudad de México. Esta experiencia,

durante los años de 1984 a 1986, se llevó a cabo con la

participación del Instituto Mexicano de Estudios

Sociales A. C., dirigido por el Dr. Luis Leñero, y el apoyo

financiero de la fundación alemana Misereor. La

experiencia en esta etapa fue concebida y realizada

como proyecto piloto con la finalidad de crear un centro

juvenil de autogestión educativa, a través de una

metodología de trabajo flexible de servicio comunitario

e investigación participativa que fuera respuesta a los

requerimientos que la realidad presentaba. De esta

forma se logró dar alternativas a dos sectores de la

población juvenil de la zona: los grupos parroquiales y

las bandas juveniles. Durante la experiencia se generó

un proceso educativo de personalización, de integración


83
comunitaria y de servicio comunitario, a partir de

actividades tales como un Taller de Sociocultura

Mexicana que consistía en una investigación

participativa de la realidad de la colonia, reflexiones,

conferencias, excursiones, talleres de expresión artística,

encuentros, convivencias y un servicio de apoyo para

becas.

Con las bandas, se realizó una “semana del

pandillero”, actividad en la que colaboró el P. Alejandro

García “Chinchachoma” y Joaquín del Bosque,

fundador de Hogar Integral de Juventud. Trabajo que

favoreció la conciencia de sus valores como grupo y dio

origen a iniciativas de trabajo como la Brigada

Antidroga, cine clubes, campamentos de convivencia

entre bandas, capacitación laboral, etcétera.

La consolidación de esa primera etapa en el

contexto de la Parroquia de la Asunción, tuvo diversos

efectos. Se inició el proceso de constituir legalmente al

Cejuv como Asociación Civil y de iniciar la

conformación de un incipiente equipo de jóvenes

84
profesionistas para impulsar la operación del mismo. En

esta etapa se abrió también un nuevo y significativo

campo al Cejuv a partir de la primera sistematización de

la experiencia piloto (“Manual para la formación de un

Centro Juvenil Parroquial”), así como de las

metodologías (principalmente, “El Taller de

Sociocultura Mexicana”). Por otro lado, el trabajo inicial

en la parroquia dio lugar a una acción de comunicación

y participación con otras comunidades parroquiales del

V decanato de la VI Vicaría arquidiocesana, cuya

población juvenil enfrenta una problemática similar y

tiene las mismas características en cuanto a formación

del joven; las acciones se hicieron extensivas a otras

comunidades parroquiales en colonias como Águilas,

Cerro del Judío, Guerrero, Tepepan, San Felipe de Jesús

y se continuó el trabajo en Merced Gómez.

En 1988, se llevó a cabo una segunda

sistematización de la experiencia compilada en el libro

“Juventud y Barrio”, con un aporte teórico muy

significativo del Dr. Leñero sobre el sentido del barrio

85
como unidad autogestiva de acción social. En este

documento, el Cejuv define su objetivo en los siguientes

términos:

“Contribuir al desarrollo integral de los sectores

más amplios de la población juvenil en México... a fin de

que los jóvenes encuentren alternativas para su

desarrollo y encauzamiento personal, asuman

organizadamente su derecho a la participación social y

con responsabilidad histórica cooperen a forjar una

sociedad mejor”.51 De esta manera queda claro que la

perspectiva de abordaje del fenómeno farmacodependencia

se inscribe en la necesidad de construir una sociedad

alternativa. La conceptualización misma de juventud

tiene este sentido socio–cultural y orientado al cambio

de las estructuras sociales: “En las sociedades

modernas... se crea culturalmente a la Juventud... La

modernización en países como el nuestro se vuelve

contradictoria. Más aún frustrante, ya que sus beneficios

51ZUBILLAGA, Manuel (comp.). “Juventud y Barrio”. Cejuv. México, D.F.


1988. p. 44.

86
prometidos sólo lo son para unos cuantos y con altos

costos en todos los sentidos...”,52 “Si estructuralmente la

juventud como tiempo y oportunidades de promoción,

está condicionada, la sociedad civil, desde sus barrios, es

capaz de generar espacios que hacen posible la Juventud

para los jóvenes mayoritarios, a los que se les ha

expropiado ese su derecho”.53 Los jóvenes son, al mismo

tiempo considerados agentes dinamizadores de los

procesos de promoción comunitaria y destinatarios/

beneficiarios de esos mismos procesos. Se busca, a partir

de estos microprocesos, llegar a incidir en el cambio de

modelo de desarrollo del país, según una perspectiva

más convivencial.54

Para el Cejuv, “la situación crítica en que viven

los jóvenes tiene principalmente una causalidad

histórica en los sistemas reductivos que ha implicado el

modelo de desarrollo que ha seguido el país:

52 Op. cit. p. 5
53 Op. cit. p. 6
54 Illich, Iván. “La convivencialidad”. Joaquín Mortiz. México. 1974

87
industrialismo (proletarización, estandarización,

consumismo inútil de unos cuantos, con el desprecio al

campo por casi todos), urbanismo (crecimiento

desmedido de las ciudades, despersonalización,

anonimato creciente, abandono y explotación al campo,

destrucción de redes de comunicación e interrelación),

burocratismo (ruptura de redes primarias de relación

humana, instancias al servicio de un sistema de poder y

conveniencias grupales y personales), cientificismo

(combate y destrucción de la sabiduría popular, pérdida

de la explicación vital del hombre, del ser cotidiano,

marginación social)... Todo lo anterior indica la

necesidad urgente de buscar otro modelo de desarrollo,

pero ¿sobre qué bases se puede revisar y replantear?

Esto tiene que ver con la acción social. Acción que

significa una solución parcial y que apunta a un modo

de encauzar los procesos de las acciones colectivas para

que éstas, por sí mismas generen su propio modelo de

desarrollo, es decir, apuntalar a la sociedad civil en su

fuerza de interrelación grupal propia y por ello actúa en

88
el barrio, porque él es el que hace orgánica a la ciudad e

integra a los habitantes inter-familiarmente. Acción que

busca rescatar la organicidad natural del vecindaje como

fuerza autogestiva. El Cejuv asume la organización

comunitaria como una de las posibilidades de expresión

y fortalecimiento de la sociedad civil”.55

Para que se pueda dar esta acción se requieren de

los siguientes condicionantes:

• Investigación de las instancias de barrios


susceptibles de unidad de acción, de las
necesidades y los recursos de las comunidades.
• Investigación en términos de una teoría de la
prevención para la definición de una estrategia
sobre el sistema social.
• Formación de agentes de promoción social, a
diferentes niveles, desde el de trabajo
voluntario y semivoluntario, al de tipo
profesional. Agentes que pueden o no
pertenecer a la comunidad (promotores
internos o externos).

LANZAGORTA, Tere & MACHÍN, Juan (comps.) “Juventud y Barrio”.


55

Documento base para la 2°. edición, corregida y aumentada. Cejuv.


México. 1994
89
• Sensibilización y concientización en las redes
vecinales.
• Promover en el mismo seno de las
comunidades, comités promotores para el
encauzamiento de acciones de activación
directa: detección de necesidades, fomento de
grupos, acciones para superar condiciones de
pobreza extrema (cooperativas, asociaciones de
ayuda mutua, etcétera), para crear espacios de
juventud, etcétera.
• Establecer servicios especializados y de
intercambio
Como método de intervención, se propone partir del

ciclo cultural del barrio (en función de alguna

celebración importante de la comunidad), ya que

permite relacionar el trabajo de grupos y el masivo. El

ciclo busca despertar el interés de los jóvenes sobre los

problemas de la comunidad y de ésta por sus jóvenes,

mediante la dinamización de los grupos juveniles y

vecinales proyectándolos hacia su comunidad y

generando programas de promoción autogestiva,

comunitaria y juvenil.

90
El ciclo se divide en una etapa previa de

programación (donde se define un objetivo en relación a

algún problema juvenil) y tres momentos consecutivos:

El primero, de sensibilización del problema a las redes

vecinales (grupos de amigos, grupos naturales, de

vecinos o familias) y a los líderes de la comunidad. Se

detectan simpatizantes y se les invita a participar en los

siguientes momentos.

En el segundo momento se realiza un trabajo de

concientización vecinal y se participa en la celebración

de la fiesta comunitaria, reforzando los elementos de

concientización.

En el último, se realiza una evaluación y se analiza la

manera de organizar la puesta en marcha del objetivo,

derivando hacia acciones promocionales de respuesta al

problema detectado. También supone “disfrutar lo

realizado” y un receso.

Después de esta sistematización se vivió una etapa de

intentos de hacer realidad la experiencia en otras

comunidades. Hubo intentos que no se lograron

91
consolidar, esto debido a diversas causas. Por ello, se vio

la necesidad de profundizar en los criterios a tener en

cuenta para elegir una comunidad. También se empezó

a trabajar la idea o necesidad de "diversos modelos de

Centro Juvenil de Barrio" ya que un mismo modelo no

funciona para diversas comunidades. Finalmente, el

Cejuv junto con otras 2 organizaciones empezaron a

desarrollar una investigación en la acción que les llevó a

crear el meta-modelo ECO2.

92
Introducción al Meta-modelo ECO2
JUAN MACHÍN

Una situación a atender

El desarrollo del meta–modelo ECO2 respondió

precisamente a las deficiencias que existían en el abordaje

tradicional al fenómeno de las farmacodependencias,

aunque su aplicación se ha extendido ampliamente a

otros campos.

Entre los principales rasgos de la situación

dominante del tratamiento en México que motivaron a

desarrollar una propuesta diferente se encontraban los

siguientes (adaptados de MILANESE: 1999: 13-15):

- ineficacia de las respuestas estándar,


caracterizadas por la rigidez y cronicidad de los
servicios y las organizaciones; frente a la extrema
variabilidad del fenómeno, caracterizado por el
ingreso en el mercado de nuevas drogas y de
nuevas modalidades y estilos de vida que
“definen” el uso y el abuso.
- en la mayoría de los casos, el tratamiento se refiere
a personas que se encuentran en situaciones que

93
tienden a la cronicidad (es decir, por un periodo
superior a 5 años).
- la mayoría de los farmacodependientes viven el
mismo proceso de rehabilitación múltiples veces,
hasta depender de él y de sus fracasos, volviéndose
crónico en este proceso de repetición e
institucionalizando la situación de sufrimiento, y
esto está ligado, en particular, a la ausencia de un
proyecto que permita una conexión operativa
entre las instituciones y los servicios que trabajan
con ellos, contribuyendo en transformar una
interrupción momentánea en un fracaso del
proceso.
- existe un alto índice de fracasos (alrededor del 65-
70%) que, sin embargo, son negados por las
instituciones.
- la mayoría de los fracasos están ligados a tres tipos
de acontecimientos: un diagnóstico y/o
tratamiento equivocado, el abandono o
interrupción del programa, el hecho que los
farmacodependientes no expresan directamente su
demanda de tratamiento sino que obedecen a una
presión social/familiar.
- la alta incidencia de recaídas después de la
conclusión del programa terapéutico con éxito
(que indica un problema de planteamiento general

94
de la rehabilitación y de la cura, de su evaluación
y de su conexión con la vida en la sociedad real).
- La ausencia o deficiencia de evaluación en las
intervenciones.
- la separación teórica, estratégica y metodológica
entre la prevención primaria, el tratamiento y la
reinserción social.
- la sumisión teórica y metodológica de la
prevención al tratamiento.
- el contraste, desde el punto de vista del encuadre
teórico, entre teorías (por ejemplo, el psicoanálisis)
muy eficaces en el plano explicativo y muy
ineficaces en el plano terapéutico, u otros
acercamiento muy ineficaces en el plano de la
comprensión del problema y de las personas y
aparentemente muy eficaces en el plano de la
reeducación momentánea.
- la exclusión social asociada a las y los
consumidores de sustancias psicoactivas, que
quedaba fuera del abordaje clásico binario de
prevención o tratamiento.
- el abordaje sobre-simplificador de una realidad
hipercompleja.

95
Una respuesta basada en la investigación en la acción

Una de las propuestas iniciales de abordaje diferente

fue des-individualizar y des-patologizar el “síntoma”:

reconocer que la población meta de la intervención no

eran las personas aisladas y a quienes se les atribuye “el

problema” y se les considera “enfermas” (o delincuentes,

etcétera), y que comenzamos a denominar “pacientes

designados” (en el sentido de que no es que sean sino

que así se les designa). Así, pasamos a pensar en

términos de redes sociales, comunidad y complejidad.

Al plantear el tema de la intervención desde estos

términos, se vio la necesidad de realizar un proceso de

investigación en la acción para ver cómo trabajar sobre

la recontextualización de las farmacodependencias,

entre otros elementos de vida cotidiana de una

comunidad, sin privilegiar un punto de entrada

específico. Gracias a la conjunción en México de cuatro

organizaciones de la sociedad civil (OSC)56 con Roberto

56Estas organizaciones son: Hogar Integral de Juventud, Centro Juvenil


de Promoción Integral, Cultura Joven y Cáritas Arquidiócesis de México
96
Merlo y Efrem Milanese (expertos italianos en temas de

farmacodependencias y profundos conocedores de la

realidad latinoamericana), se tuvo la oportunidad de

elaborar un protocolo de investigación de acuerdo a este

cambio de abordaje con énfasis en la comunidad. Este

proyecto de investigación fue apoyado por Cáritas

Alemana, el gobierno alemán y la Unión Europea de

1995 a 1998, con el objetivo inicial de desarrollar un

modelo para la prevención, la reducción de daños, el

tratamiento de farmacodependencias tanto en

comunidad terapéutica como en la comunidad local

misma, así como para la formación de agentes para estas

tareas.

Uno de los principales resultados de la

investigación fue la conformación de un metamodelo, es

decir, un modelo para elaborar modelos de

intervención, que posteriormente se denominó ECO2,

como un juego de palabras, a partir de algunos de sus

elementos esenciales: Epistemología de la Complejidad

(ECO), Ética y Comunitaria (ECO), por lo tanto, (ECO)

97
(ECO), algebraicamente: ECO2. La palabra ECO hace

referencia también a la raíz griega que significa “Casa”

y está en la etimología de Ecumenismo y Ecología,

aludiendo a los procesos de inclusión social que

promueve el modelo.

“Epistemología de la complejidad”, más que a

una teoría determinada y acabada, hace referencia a un

metanivel (disciplina o reflexión de segundo orden) que

nos brinda la posibilidad de enlazar aportes que

diversas ciencias (antropología, sociología, psicología

social, psicoanálisis, etcétera) hacen para entender la

realidad humana (las personas, los grupos, las comunidades

y fenómenos como las farmacodependencias, las

situaciones de calle, etcétera). Cada disciplina constituye

un sistema de modelos que privilegia una cierta mirada

sobre la realidad, por lo que es necesario vincularlas

entre sí de manera reticular y transdisciplinaria; más

aún, es necesario hacer una crítica epistemológica de

cada una y buscar su articulación en un metanivel, a

98
partir de los aportes que la filosofía y las ciencias de la

complejidad han hecho.

“Ética y Comunitaria”, por otro lado, apuntan a

dos de las opciones de base en la intervención: el énfasis

en la perspectiva comunitaria, que implica considerar el

rol central de la Comunidad como espacio-tiempo (físico

pero, sobre todo, relacional y simbólico) productor y

reproductor de procesos de inclusión y exclusión, así

como actor protagónico de la intervención, y en la

perspectiva ética, que implica el respeto irrestricto a la

dignidad de las personas y las comunidades, por lo

tanto, la promoción de los derechos humanos, y la

exigencia de buscar limitar y contrarrestar los

fenómenos de exclusión y sufrimiento social, de manera

profesional, es decir, que se satisfagan criterios de

deontología, eficacia, eficiencia, calidad. Implica, así

mismo, el reconocimiento y la reflexión, por parte de

quienes intervenimos, de nuestras propias

motivaciones, limitaciones, errores y la necesidad de

evaluación y supervisión constante.

99
Actualmente, ECO2 es aplicado por cientos de

organizaciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia,

Costa Rica, Chile, El Salvador, Guatemala, Honduras,

México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay

articuladas muchas de ellas en una gran red de redes

denominada “Red Americana de Intervención en

Situaciones de Sufrimiento Social” (RAISSS). Así mismo,

se ha experimentado de manera autónoma en

Bangladesh, Afganistán, India, Pakistán y Rusia.

La participación de cada una de estas

organizaciones y experiencias ha enriquecido

enormemente al modelo, utilizándose en una gran

variedad de campos de la atención de las situaciones de

sufrimiento social como son: personas privadas de

libertad, adolescentes en conflicto con la ley penal,

personas viviendo con SIDA o VIH+, indígenas

migrantes, población callejera, exclusión social grave,

violencia de género, etcétera. Así mismo, se han

desarrollado políticas públicas en base al modelo en

Brasil, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay.

100
Meta–modelo ECO2

En esencia el metamodelo ECO2, a partir de un marco

teórico y metodológico, consiste en desarrollar un

proceso de formación en la relación y en la acción (que

sintetizamos, con otro juego de palabras, como rel–

acción) de un equipo de agentes sociales para que, en un

contexto determinado, se lleve a cabo una investigación

en la rel–acción, que permita construir un modelo de

intervención sobre algún fenómeno de sufrimiento

social específico, en base a un diagnóstico a profundidad

y el diseño de una estrategia, así como para contar con

elementos para ejecutarla y evaluarla.

Diagrama 1. Estrategia general del metamodelo ECO2


101
Una intervención, según el ECO2, busca, dentro de una

comunidad local, desarrollar una estrategia orientada a

los siguientes objetivos:

a) Disminuir las situaciones de sufrimiento social


b) Promover la seguridad y la salud de todas las
personas.
c) Contrarrestar los procesos de exclusión de la
participación de la vida social.
d) Aumentar la complejidad efectiva de los sistemas
sociales.
Los cuatro objetivos son sinérgicos y se encuentran

articulados: sufrimiento social es un concepto referido a

situaciones que son resultado de relaciones sociales que

producen una afectación de la salud (en sentido amplio)

y el bienestar de las personas, en general asociadas a

procesos de exclusión.

El metamodelo ECO2 plantea que el equipo de

operadores realice una serie de iniciativas de

investigación en la rel–acción, que permitan producir

una organización comunitaria que incluya los siguientes

elementos (MILANESE: 2009: 82):

102
1. diagnóstico de comunidad
2. diagnóstico de personas
3. red subjetiva comunitaria
4. red operativa
5. red de recursos comunitarios
Por diagnóstico (de comunidad y de personas)

entendemos un sistema de información que nos

sirva como modelo (de la comunidad y de las

personas), es decir, un conjunto de información mínima

indispensable que tenga una relación de analogía (de

isomorfismo, si es posible) tal que muestre cuáles son las

reglas de base que organizan el sistema para poder

planear una estrategia de intervención. El modelo ECO2

contempla la organización de la información en el

Sistema de Diagnóstico Estratégico (SiDiEs) para cada

comunidad, (Milanese, Merlo & Laffay: 2001: 330-363) y

el Sistema de Diagnóstico Terapéutico (SiDiTer) para las

personas con las que se establece una relación de ayuda.

El SiDiEs incluye, además del análisis de la red de

líderes de una comunidad, elementos como una breve

historia de la comunidad, el sistema de símbolos, ritos y

mitos, representaciones sociales sobre ciertos temas,


103
análisis de los conflictos y los fracasos, datos

sociológicos, entre otros. La red de los líderes de opinión

es una de las formas en que la comunidad local se auto-

organiza, principalmente a partir del sistema relacional

entre ellos mismos, es decir, la red de los líderes es un

modelo de la comunidad, un escenario donde se busca

solucionar los conflictos de la comunidad (se pueden

resolver de manera simbólica como en las fiestas o, más

a menudo, “resolver” negándolos de múltiples formas:

proyectándolas en chivos expiatorios, institucionalizándolos,

etcétera (MACHÍN: 2000: 53-64)). Por eso el conocimiento

detallado de la red de líderes es un elemento

fundamental del proceso diagnóstico.

La red sujetiva comunitaria es el conjunto de

relaciones personales por medio de los cuales el equipo

de operadores externos se inserta en la comunidad local,

viviendo algunas experiencias típicas de la vida

comunitaria.

La red operativa la forman los agentes

(operadores externos, promotores de la comunidad y

104
operadores pares (es decir, usuarios de sustancias

psicoactivas, trabajadores sexuales, etcétera)) que

constituyen el equipo de trabajo. El metamodelo ECO2

propone que esta red trabaje en conformarse como una

minoría activa (MOSCOVICI: 1999) y es la responsable de

la investigación en la rel-acción y el desarrollo de la

estrategia de intervención. Suponemos que esta red, por

su formación y organización, está orientada hacia el

cambio de la comunidad en el sentido del gradiente de

mayor complejidad efectiva (GELL-MANN: 1998), incidiendo

principalmente en la modificación de representaciones

sociales (MOSCOVICI: 1993) y articulando una red de

recursos comunitarios. Por medio de la investigación en

la acción estamos en condiciones de evidenciar las

situaciones definidas como problemáticas, así como, el

capital social actual o potencial que la comunidad posee.

Así, partiendo del hecho de que las redes sociales son las

mediaciones a través de las cuales la comunidad local se

organiza (red de líderes de opinión, redes de recursos

comunitarios, redes subjetivas, etcétera), interviniendo

105
en ellas a través de la red subjetiva comunitaria y la red

operativa, nosotros propiciamos la reorganización de la

comunidad.

106
Propuestas de intervención en situaciones de uso de

sustancias psicoactivas

ANAYELLI MENDOZA

Actualmente el consumo de sustancias psicoactivas

ocupa un lugar importante en el imaginario colectivo57

como uno de los principales “problemas” que amenazan

a la población; es decir que más allá de tener un análisis

epidemiológico del consumo de sustancias psicoactivas

que nos permita sustentar si es así o no, lo que tenemos

es una representación social58 del consumo de drogas

como un hecho amenazante que ha ido en aumento y del

cual debemos protegernos. Si preguntamos en algún

contexto escolar o comunitario sobre las principales

“problemáticas” del lugar, seguramente enunciarán el

57
Considerando la definición de Edgar Morín de Imaginario Colectivo
que responde a un conjunto de mitos, símbolos, formas,
58 Para Moscovici una Representación Social es un sistema de valores,

ideas y prácticas con una función doble: en primer lugar, establecer un


orden que posibilita a los individuos a orientarse a sí mismos y a controlar
el mundo social en el que viven y en segundo lugar, facilitar la
comunicación entre los miembros de una comunidad proveyéndoles de
un código para nombrar y clasificar los diversos aspectos de su mundo y
de su historia individual y grupal.

107
consumo de “drogas” entre las y los jóvenes como una

temática prioritaria, se habla del consumo de sustancias

y de quien las consume como si éstas tuvieran vida

propia, y así es común escuchar frases como “cayó en las

drogas”, “la droga mata”, “las drogas te atrapan”, “para

que las drogas no lleguen a tus hijos” y, proponen

entonces sentencias como “Vive tu vida sin adicciones”

o “Vivir sin Drogas es Vivir”. Frecuentemente en el

mismo imaginario social se asocia el consumo de drogas

a la delincuencia, la violencia y las juventudes,

obviamente ante esta representación respondemos de

manera inmediata y defensiva con acciones irreflexivas

y sin sustento científico que no resuelven las

problemáticas sino que favorecen la exclusión, la

estigmatización, la represión y el miedo, y, por lo tanto,

contribuyen a construcción de situaciones de

sufrimiento social en las comunidades. A menudo, estas

respuestas paradójicamente causan más daños que las

drogas mismas.

108
Es por esto, que ante esta representación social

del consumo de sustancias psicoactivas y las respuestas

que se han dado, que se necesita repensar el enfoque y

buscar formas más innovadoras y complejas de

intervención que vayan dirigidas a incidir en la

modificación de la representación del consumo y no sólo

a la eliminación o desaparición de las “drogas” (objetivo

de por sí iluso e imposible de conseguir). Se ha

comprobado que son las condiciones de exclusión,

estigmatización, pobreza, baja calidad de vida, desamor

y sufrimiento social (KORMAN & DÍAZ, 1996) las que

contribuyen a que una persona establezca una relación

problemática con algún tipo de droga y no la droga

como tal (ver el experimento llamado ‘Rat park’ de

Bruce Alexander y su equipo, por ejemplo).

Por ejemplo; un joven puede probar el alcohol en

el contexto escolar, pero si cuenta con una buena

autoestima, existe comunicación en su familia y una

buena aceptación social, la probabilidad de que tenga un

problema con el consumo de drogas es menor y si así

109
fuere cuenta con una red de apoyo que podría

movilizarse para ayudarle, si por el contrario centramos

nuestra atención sólo en la eliminación de la sustancia

con acciones como “operación mochila”, criminalización

del consumo, saturar de información sobre el daño que

las drogas hacen y centrar nuestras acciones sólo en

atacar la oferta, estaremos en un proceso interminable y

con bajos resultados o peor aun haciendo mucho daño a

las y los jóvenes a quienes se supone queremos ayudar.

Como parte de las acciones encaminadas a la

prevención del uso de sustancias psicoactivas desde el

Modelo ECO2, retomamos el uso de las brigadas59

comunitarias y/o escolares, para dar sentido a una serie

de elementos que organizan una acción social en

contextos comunitarios, responden generalmente a una

demanda de ayuda que hace una o más personas de la

59 Para el diseño de las brigadas se tomó como referencia la propuesta


metodológica de las Brigadas Comunitarias implementadas por el Centro
Juvenil Promoción Integral A.C., para impulsar acciones con promotores
comunitarios en diversas temáticas como; Brigada por los derechos de la
banda, Brigada por los derechos de la niñez y la Brigada Anti-droga, entre
otras.

110
comunidad y surgen a partir de la necesidad de acercar

elementos teóricos, metodológicos y prácticos que nos

permitan partir de los recursos humanos, materiales y

operativos propios, para impulsar acciones de

prevención en sus contextos, considerando los sistemas

de relaciones como el lugar en donde se construyen las

situaciones de sufrimiento y/o de bienestar social.

Partimos de que una comunidad, incluso escolar, tiene

en sus manos los recursos necesarios para producir

sufrimiento y/o bienestar para todos sus integrantes.

La brigada sugiere una serie de fases a modo de

guía para la realización de acciones en temáticas

consideradas de interés para la comunidad, aunque se

enfocan en una temática específica, por ejemplo la

prevención del uso de sustancias psicoactivas, las

acciones están enfocadas en contribuir al incremento de

las capacidades de prevención y gestión de la seguridad

de toda la comunidad, no sólo de la población

consumidora.

111
La brigada incorpora tres elementos básicos para

favorecer procesos de prevención y reducción de los

riesgos y daños en las comunidades: Provención, es

decir, dotar y fortalecer las habilidades y capacidades de

las y los actores y grupos. Promoción, o sea, formación

de promotores comunitarios que impulsen y garanticen

acciones en beneficio de sus comunidades. Protección,

es decir, la realización de acciones comunitarias y la

generación de mecanismos de atención a situaciones o

personas en riesgo.

Incrementar las capacidades y habilidades de las personas

La provención,60 es un término que surge asociado a la

resolución no violenta de conflictos, para referirse a una

fase previa a éstos, se basa en la posibilidad de que las

personas y grupos cuenten con más herramientas y

habilidades para afrontar las situaciones conflictivas,

para lograrlo se busca fortalecer a nivel personal y

60 Término utilizado por J. Burton para referirse al proceso de proveer a


las personas y grupos de habilidades y capacidades para enfrentar un
conflicto.
112
grupal el conocimiento de sí mismos, el aprecio, la

comunicación y la confianza como bases para favorecer

la cooperación y resolución de conflictos. Para nosotros

la provención también implica un trabajo de red a través

del cual buscamos dinamizar las relaciones, resignificar

vínculos, hacer eficiente la comunicación, la escucha, la

confianza y la empatía, para la contención y el apoyo de

las personas que conforman la red, pasar de colocar el

“problema” en una persona o actor a una visión en la

que toda la red está involucrada en la búsqueda de

alternativas y soluciones que den respuesta desde la

inclusión y la cooperación.

Formación de Promotores Comunitarios

El término Promoción, tiene su origen del latín promotĭo

y se refiere a la acción y efecto de promover, que

significa iniciar o impulsar un proceso o una cosa, tomar

la iniciativa para realizar algo. Como parte de las

acciones de promoción, la conformación de un equipo

de promotores se basa en la importancia que tiene

113
formar y potencializar pequeñas minorías,61 que puedan

retomar e impulsar los procesos de prevención y

atención de las situaciones de uso de sustancias

psicoactivas en su comunidad. La formación de

promotores/as comunitarias para impulsar una brigada

de prevención del uso de sustancias psicoactivas

contempla dos grandes bloques:

1) Construcción de un equipo de
promotores (Minoría Activa).
2) Enfoque sobre el fenómeno del uso de
sustancias psicoactivas.
El primer bloque está encaminado a la sensibilización

del equipo promotor desde el enfoque de una minoría

que buscará incidir o perturbar en la representación

social del consumo de sustancias psicoactivas de la

comunidad o un contexto más amplio. Este equipo es el

punto de partida para la dinamización de la red

61Nos referimos al concepto de minoría activa propuesto por Moscovici,


en el cual plantea la posibilidad de que una minoría puede influir en la
mayoría, es decir, cambiar sus opiniones en la medida en que su estilo de
comportamiento sea consistente, autónomo, rígido y manifieste equidad y
esfuerzo, independientemente de su poder o status relativos.

114
comunitaria, ya que funcionarán como multiplicadores

con sus redes cercanas a ellos, de ahí la importancia de

brindarles herramientas que favorezcan el trabajo

cooperativo y la comprensión del fenómeno del

consumo de sustancias psicoactivas.

El segundo bloque, considera brindar

herramientas a las y los promotores para el desarrollo de

acciones preventivas del consumo de sustancias

psicoactivas en sus contextos, busca sensibilizar a los

actores para construir un marco, lenguaje y objetivos

comunes acerca de la temática.

Acciones de integración, contención y dinamización

comunitaria

Un aspecto importante del proceso de prevención, es el

de la protección, el cual se asocia constantemente a una

serie de elementos externos de los que echamos mano al

momento de exponernos a una situación de riesgo, por

ejemplo; usar casco al andar en motocicleta, usar

protectores solares al exponernos al sol, etcétera.

115
A diferencia de la provención, que tiene como

función potencializar y/o desarrollar las capacidades

que un sujeto o que un grupo tiene, para incrementar su

capacidad de enfrentarse a situaciones de riesgo, la

protección se construye de elementos que están en el

entorno y que nos servirán en una situación adversa.

Desde luego los elementos y las formas de

favorecer la protección pueden ser muy distintas y

diversas y/o más o menos efectivas según sea el caso y

el contexto en el cual se desarrollan. En el caso de los

contextos comunitarios y escolares, apostamos por el

desarrollo de actividades de integración y estrategias de

protección basadas en la construcción y dinamización de

las redes comunitarias, así como en la construcción y

operación de protocolos de atención a casos de manera

eficaz. El impulso y dinamización de las redes son el

primer elemento de protección, al favorecer la

integración, contención y el apoyo entre los actores,

posteriormente la escucha y la construcción de

protocolos de atención a casos, permitirán a los actores,

116
tener mayor claridad ante la detección de situaciones de

riesgo y los procedimientos a seguir.

Sugerencias para el diseño de acciones de prevención

y reducción de daños y riesgos en la comunidad

• Las acciones de la Brigada de prevención de


consumo de sustancias, deben identificar los
problemas y representaciones sociales específicas
de cada comunidad, para actuar sobre ellos,
tomando en cuenta que la prevención es local, es
decir, que debe estar adaptada a las necesidades
y recursos de cada una de las comunidades en las
cuales se pretende incidir, ya que en muchas
ocasiones se piensa en programas generales que
se apliquen por igual en distintos contextos,
cuando existen realidades y poblaciones muy
distintas.
• Evitar reforzar las actitudes de rechazo social a
las personas consumidoras de drogas, estas
posturas responden más a una lógica política que
a una reflexión real de su impacto social, justo
estas acciones tan radicales plasmadas en frases
como – “Di no a las drogas” “Una manzana
podrida, pudre a las demás”, etcétera,
contribuyen a la estigmatización de las personas
117
que ya tienen un consumo problemático. Otro
elemento importante para reflexionar es el hecho
comprobado del efecto que tiene en las y los
adolescentes “lo prohibido”, cuando le damos
este énfasis al consumo de Droga, lo volvemos
algo más atractivo para algunos grupos de la
población. Esto no significa considerar que se
debe actuar de manera contraria, simplemente se
trata de no favorecer los procesos de
estigmatización y rechazo ante las personas que
ya consumen.
• Fortalecer los factores protectores y debilitar los
factores de riesgo. Se define riesgo como un
evento o acción asociado a las probabilidades de
daño, es decir que buscamos debilitar la
posibilidad de un daño. La vulnerabilidad
también está ligada a estos conceptos, ya que se
considera que una persona está en esta condición
cuando se encuentra más expuesta al daño. En
este sentido es importante considerar estos
factores en distintos niveles; individual, familiar
comunitario e institucional. Sin duda elementos
como el incremento de la resiliencia y los factores
de protección, son indispensables en toda acción
preventiva.

118
• Reconocer que el tabaco, el alcohol y los
inhalables son sustancias psicoactivas, drogas,
así sean legales, debido a que en muchas
ocasiones, se hacen separaciones que parten
principalmente del desconocimiento, señalando
sólo a las drogas ilegales o utilizando frases como
el “alcohol y las drogas”, como si se tratara de
dos cosas distintas. De hecho, los problemas de
salud más importantes en realidad se deben
precisamente al tabaco, el alcohol y los
inhalables.
• No se puede dejar de lado en el momento de
planeación de las acciones de prevención y
reducción de los riesgos y daños, el ámbito
jurídico, las drogas legales e ilegales,
considerando también aspectos sobre los
derechos de las y los consumidores, como las
cantidades máximas de portación, los
procedimientos legales en caso de detención,
etcétera, recordando que nuestras acciones
preventivas van dirigidas a todos los actores del
contexto.
• Y por último, identificar la población a la que van
dirigidas nuestras acciones; población general,
usuarios de sustancias psicoactivas, jóvenes en
situación de riesgo, niños y niñas, etcétera. Para

119
este punto se pueden retomar los niveles de
prevención (universal, selectiva e indicada); lo
que nos permitirá diseñar acciones más dirigidas,
controladas, con un mejor impacto y sobre todo,
evitar la realización de acciones erróneas, que
lejos de beneficiar causen daño.
Nosotros proponemos que existan acciones que vayan

dirigidas a toda la población y que estén enfocadas en

favorecer la integración, la convivencia y encuentro de

todos los actores, centrarnos en crear posibilidades y no

en defendernos de amenazas. Otro grupo de acciones

pueden ir dirigidas a grupos en riesgo, en donde

podemos incorporar además de lo anterior, información

o acciones relevantes o focalizadas y por último

considerar acciones dirigidas a grupos que se

encuentran en un nivel de riesgo alto o consumo

problemático, en el cual además de las acciones

anteriores se implementan mecanismos que contribuyan

a contar con una atención especializada (canalización),

disminuir los riesgos asociados al consumo

(estigmatización, exclusión, enfermedades asociadas,

etcétera).
120
• Compartir la propuesta de acciones con la
comunidad, con fechas y horarios tentativos,
además de los materiales y espacios necesarios
para llevarlo a cabo, de esta manera se busca
contar con el apoyo y validez de la comunidad.
• Invitar a todos los actores a involucrarse en
alguna de las iniciativas, si no como
promotores/as, se pueden incorporar en la
logística, la difusión, etcétera, buscando que se
sientan parte de la iniciativa.
• Tomar en cuenta los tiempos y espacios que se
requerirán durante la iniciativa; si alguna de las
actividades propuestas afectará la tarea de una u
más personas de la comunidad, es importante
informar con tiempo y si es el caso, estar
dispuestos a negociar opciones, una iniciativa
que se basa en acciones que afecten de una u otra
manera a otros actores de la comunidad tiene
pocas posibilidades de ser exitosa.
En conclusión, es importante reflexionar sobre la

conceptualización de la prevención del consumo de

drogas, tomando en consideración que estas no son

buenas, ni malas, simplemente están presentes en

nuestra vida cotidiana. El problema existe cuando la

relación que se establece con éstas afecta la vida de la


121
persona y de quienes se encuentran a su alrededor,

como en el caso de beber hasta embriagarse y manejar

en ese estado. Cuando se presenta un fenómeno como el

de las farmacodependencias, es porque hubo un

contexto que lo propició, busquemos entonces

dinamizar esos contextos para que incrementen sus

capacidades de producir bienestar, centremos la mayor

parte de nuestras acciones, en crear posibilidades para

las personas y los grupos y no sólo en defendernos de

las amenazas.

122
¿Qué política de drogas es coherente con el ECO2?

JUAN MACHÍN

La política actual de guerra a las drogas ha tenido

muchas consecuencias negativas y generado una

representación social alarmista y sobre-simplificada del

consumo, reduciendo, por ejemplo, las drogas a las

drogas ilegales y equiparando sustancias tan distintas

como la cannabis o la hoja de coca con la cocaína o la

heroína. En base a esta política se han diseñado gran

cantidad de programas "preventivos" que buscan

disuadir el consumo en base al temor e incluso el terror,

pero que han resultado un fracaso e, incluso, han

provocado paradójicamente un aumento en el número

de personas que consumen, además, de extensos

procesos de estigmatización, exclusión social y

criminalización.

A continuación haremos una breve reflexión

sobre algunos principios que deben formar parte

integral de una política de atención al consumo de

123
sustancias psicoactivas y que deben considerar a la

preservación de la vida y la salud como un derecho

primordial, instrumentando una estrategia nacional,

cuyo objetivo general debería ser la búsqueda de

mejores niveles de “buen vivir/buen convivir”

(TORTOSA, 2009) de las personas. No sólo mediante la

reducción de la carga de la enfermedad atribuible al

consumo de drogas, sino, en primer lugar, con un

cambio fundamental de paradigma y enfoque, a través

de la promoción del autocuidado y la gestión de los

riesgos y daños asociados al consumo de sustancias

psicoactivas, especialmente el alcohol y el tabaco, pero

también favorecer la inclusión social y la reducción de

vulnerabilidades.

Como hemos visto antes, en realidad, los

verdaderos problemas serios relacionados con el uso de

sustancias psicoactivas tienen que ver con algunas de las

drogas catalogadas como legales: tabaco, alcohol e

inhalables. Sin embargo, a pesar de que estadísticamente

el fenómeno del consumo de drogas ilegales es poco

124
relevante (versus el problema del abuso de las drogas

legales) en el discurso oficial a menudo éste se presenta

como “el” problema de la juventud mexicana. ¿Cómo se

puede entender esto? Por la imposición de la lógica de

un discurso puritano disfrazado de cientificidad

(médico-sanitario, epidemiológico) y legalidad que ha

construido potentes representaciones sociales (incluso

los mismos jóvenes participan de éstas: por ejemplo, en

su rechazo mayoritario a consumir drogas y en su

oposición a que no sea delito consumirlas (Pérez Islas,

2002)) simplificadoras de la realidad, que no son sino

una máscara del control social, una consecuencia de la

mirada persecutoria y represiva dominante impulsada,

cuando no impuesta, por E.U.A. como verdadera

“cruzada contra las drogas”, en lo que se ha calificado

acertadamente como localismo globalizado (UPRIMNY,

2002), en su autodenominado papel de policía del

mundo, para criminalizar y perseguir productores,

traficantes y drogadictos. Como mencionamos antes,

esta política ha sido ineficaz y contraproducente,

125
generando un mayor daño asociado al control del

consumo de drogas que el producido por el consumo

mismo.

La persistencia de estos modelos que

(ESCOHOTADO. 1999: 1045) ha denominado el mal

permanente y el permanente progreso: “desde su

germen hasta su actual florecimiento en organismos

internacionales, interrregionales y regionales, la

doctrina de esta institución presenta un aterrador

panorama para cada presente y una inquebrantable

adhesión a los métodos del ayer como únicas

soluciones”) se explica, en gran medida porque, como

han señalado diversos autores, la ‘guerra contra las

drogas’ (como la “guerra al terrorismo”, a la que se le

pretende asimilar) es una forma de legitimación

ideológica tanto de Estados Unidos (AMBOS, 1998: 115-

133) hace de la defensa de sus intereses geopolíticos

(muy claros en los resultados del Plan Colombia y la

Iniciativa Mérida), así como de otros gobiernos

nacionales, y porque ante el fracaso de esta estrategia,

126
paradójicamente se receta aplicar más de lo mismo, en

la lógica lineal de que “más es mejor” y de que “aún no

es suficiente” (sin preguntarse jamás cuánto es suficiente

y, como no existe una medida que nos lo indique,

podemos estar seguros que nunca será suficiente). Esta

política es, además, cínica porque los Estados Unidos

han empleado el narcotráfico cuando así les ha

convenido (LABROUSSE, 1993; ESCOHOTADO, 1999), han

lanzado una guerra contra los grandes traficantes de

drogas en muchas partes del mundo pero no en su

propio territorio; criminalizan, fumigan (con el glifosato,

herbicida no selectivo de amplio espectro, que está

prohibido en su propio territorio y que la OMS ha

señalado como cancerígeno) y reprimen a los

campesinos pobres latinoamericanos y, en su propio

país, persiguen y castigan a jóvenes pobres, en especial,

negros y latinos, mientras olvidan a las grandes mafias

de “cuello blanco” que se benefician del narcotráfico y el

lavado de dinero (Yates, 1997) (paradigmático el caso de

HSBC que por lavar miles de millones de dólares sólo

127
fue multado pero ningún funcionario fue a la cárcel); son

el principal consumidor de droga del mundo y nos

exportan su puritanismo fundamentalista. Olvidan que

el comercio (legal o no) de drogas fue una piedra

angular del Estado moderno y de los imperios coloniales

europeos, que el consumismo (incluyendo el de drogas)

y sus efectos externos son manifestaciones del giro

radical del capitalismo maduro con su creciente interés

por el placer y la gratificación emocional, el aumento de

malestar y crisis de sentido que le acompañan, etcétera.

Por todo lo escrito anteriormente, es importante

contemplar también una dimensión política de la

prevención y reducción de riesgos y daños, porque,

como hemos visto, a menudo y en más de un sentido la

política actual de drogas causa más daños a nuestras

comunidades y las poblaciones juveniles e infantiles que

las drogas mismas.

Una política más racional de atención del

consumo problemático de drogas tendría que basarse en

los siguientes principios:

128
1) El consumo de sustancias psicoactivas es un
fenómeno hipercomplejo que no va a
desaparecer. Por lo tanto, se debe abordar desde
una epistemología de la complejidad (no
reducible sólo a un marco de salud y/o de
criminalidad) y aprender a convivir con él, por lo
tanto, es imprescindible que se incorpore una
perspectiva de reducción de riesgos y daños.
2) Las políticas, los programas y las acciones se
deben desarrollar a partir de modelos basados en
evidencias, científicamente fundamentados,
socio-culturalmente apropiados, que sean
procesuales y evaluables, y en diálogo abierto y
constructivo con la sociedad civil, en especial con
los grupos involucrados (personas usuarias,
jóvenes, mujeres, etcétera). Es importante que
incluyan perspectivas de género, generacionales,
de derechos humanos, etcétera.
3) Las políticas, los programas y las acciones se
deben someter a un sistema de evaluación
estructurada, autónoma e independiente, en base
a criterios de calidad pragmáticos, simples y
evidentes. Las políticas y programas más
efectivos deben ser aplicados o continuados (por
ejemplo, en el caso del alcohol y tabaco, aquellos
que se orientan al control de la producción,

129
distribución y venta del alcohol, así como al
control de precios e impuestos (SÁNCHEZ, 2012:
15-17) o la aplicación del alcoholímetro). Es
importante conocer y evitar las acciones que han
demostrado su ineficacia (por ejemplo, las
conferencias para grandes audiencias, clases
sobre los daños que producen las sustancias
psicoactivas [con información desproporcionada,
falsa y alarmista], testimoniales de ex-usuarios,
carteles con mensajes del tipo: "Di no a las
drogas", o que producen estigma sobre las
personas que consumen, programas del tipo
DARE (Drug Abuse Resistance Education) que
pretenden generar capacidades de resistencia a la
presión de pares y "Just say no" a las drogas
(CLAYTON ET AL, 1996: 307-318).
4) Todas las actividades derivadas de las políticas y
programas de prevención, reducción de riesgos y
daños, tratamiento y reinserción, deben apegarse
plenamente a los tratados y las convenciones
internacionales de derechos humanos.62 Las
personas pueden ser conscientes de los riesgos y

62 Muy importante en este punto es la carta abierta que le dirigió Dainius


Pūras relator especial sobre el Derecho de toda persona a disfrutar el más
alto estándar de salud física y mental, al responsable de ONUDD,Yury
Fedotov, en el contexto de la preparación de la sesión especial de la
asamblea general de la ONU (UNGASS) para abril de 2016
130
daños asociados al consumo de sustancias
psicoactivas, pero los pueden asumir por las
expectativas de beneficios determinados y
porque existen diversos aspectos de
funcionalidad y utilidad para quienes consumen.
Consumir o no, por lo tanto, está
fundamentalmente relacionado con el ámbito
ético y de discrecionalidad y responsabilidad de
las personas, como lo reafirma la reciente
sentencia de la Suprema Corte de Justicia ante el
amparo interpuesto por la asociación SMART
para el auto-cultivo de cannabis.
5) Las políticas deben orientarse a mejorar y
promover: -
- La salud pública: desarrollar programas
efectivos de prevención, reducción de
daños, tratamiento y todas las formas de
atención. Los efectos en el ámbito de salud
no sólo abarcan posibles enfermedades,
sino accidentes, violencia, exclusión,
etcétera.
- El desarrollo sustentable: reducción de la
pobreza, disminución de la desigualdad,
mejora de la educación, el trabajo, la
seguridad social, etcétera.

131
- La seguridad humana: promover la
cohesión social, la participación y la
ciudadanía. Abandonar la lógica bélica,
policial, judicial que no promueve en
realidad la seguridad, sino la ilusión de
seguridad. Buscar el fomento de la
inclusión social de grupos marginalizados
y excluidos, en lugar de centrarse en
medidas punitivas, discriminatorias o
estigmatizantes con respecto a ellos.
- La equidad de género: hay que reconocer
la importancia del machismo como una
de las principales causas de consumo
problemático entre los jóvenes, (violencia
contra sí mismos y contra las mujeres;
patrones de consumo de alto riesgo en el
consumo (principalmente el alcohol),
etcétera).
6) Las políticas deben integrar y equilibrar los
esfuerzos de regulación y control de la oferta,
reducción de la demanda (prevención,
tratamiento, reinserción social) y reducción de
riesgos y daños del consumo de las sustancias
psicoactivas; también, en términos financieros.
Así mismo, la prevención debe estar orientada a
todos los consumos, no sólo los relacionados a las

132
sustancias psicoactivas ilegales. El abordaje para
cada tipo de sustancia debe ser específico y
diferenciado, y se debe dar énfasis a los verdaderos
problemas asociados al consumo de sustancias
psicoactivas, es decir, enfocarse más en algunas a
las que ahora son definidas como legales y que se
asocian a más daños de salud (tabaco, alcohol e
inhalables). Así mismo, se debe reconocer que
existen contextos de acción en los que la premisa
puede ser el respeto a la decisión libre de
consumir sustancias psicoactivas, reconociendo
su responsabilidad, competencia y capacidad.
7) Las políticas públicas y, con más razón, los
programas y las acciones no se pueden
homogeneizar, se deben respetar las
particularidades. No todos los consumos son
iguales, ni todas las sustancias psicoactivas son
iguales. No es lo mismo un consumo
experimental que otro habitual. Todas las
sustancias entrañan algunos riesgos (incluso las
más inocuas como el agua), pero hay unas que
son más peligrosas que otras. Hay personas más
vulnerables que otras y los riesgos y daños
asociados dependen también de los contextos en
que se producen. Esto también implica un
desarrollo de políticas, programas y acciones

133
desde abajo hacia arriba o sea, en un proceso que
vaya de la comunidad local, al municipio, el
estado y el país. Implica, asimismo, el tomar
verdaderamente en cuenta para el diseño e
implementación de las políticas públicas, los
programas y las acciones a todos los actores,
especialmente, a las y los jóvenes, las
organizaciones juveniles, las instituciones civiles
y gubernamentales, la academia, el sector
privado, etcétera. Para esto, es importante crear
espacios de interlocución, por ejemplo,
impulsando Consejos municipales, estatales y
nacional con una verdadera representatividad.
8) Las estrategias de atención (prevención,
reducción de riesgos y daños, tratamiento,
rehabilitación y reinserción) deben ser diseñadas
y ejecutadas con la participación de todos los
actores sociales posibles: líderes de opinión y
organizaciones comunitarias, instituciones
locales, organizaciones de la sociedad civil (OSC),
colectivos juveniles, agencias internacionales. En
particular, el Estado debe considerar a las y los
jóvenes en un doble papel: como destinatarios de
la oferta de servicios definida por las políticas
públicas (especialmente orientadas a enfrentar
las diversas formas de exclusión social), y al

134
mismo tiempo como actores estratégicos de
desarrollo (RODRÍGUEZ, 2002: 111), protagonistas
en la definición y aplicación de las políticas
públicas, los programas, los proyectos y las
acciones, ya que constituyen, sin duda, recursos
humanos calificados y dispuestos a impulsar
decididamente la construcción de una sociedad
más libre, justa y democrática. Reconocer que a
pesar de que la juventud se encuentra en una
posición privilegiada para aportar al desarrollo
se da la paradoja de que aumenta la exclusión
social entre los jóvenes (Pérez Islas, 2000;
Cordera, 1996). Su aporte no se limita al aspecto
económico, sino que su participación es esencial
como una forma de inyectar flexibilidad en las
instituciones, necesaria para la adaptación a los
cambios acelerados de nuestros tiempos.
9) La respuesta institucional tiene que ser compleja,
es decir, diferenciada a través de la
implementación de estrategias y dispositivos en
múltiples dimensiones y escalas, y con diversos
actores sociales (comunidad, escuelas, instituciones
locales, OSC, colectivos juveniles, agencias
internacionales). Es preciso que las instancias de
gobierno (principalmente las municipales por ser
las más cercanas a la realidad local) dinamicen

135
procesos de concertación interinstitucional,
animación, articulación, así como el apoyo y
financiamiento de proyectos de organizaciones
civiles y juveniles. El papel de las organizaciones
de la sociedad civil especializadas: pueden ser
responsables del seguimiento y evaluación de las
políticas, los programas y proyectos, así como
proporcionar asesoramiento técnico.
10) Por otro lado, deben impulsarse estrategias de
descriminalización, promoviendo que la policía
no persiga ni extorsione a los consumidores,
procurando eliminar la corrupción en los
sectores policial y judicial. Reorientar los
esfuerzos de la aplicación de la ley dirigiéndolos
contra las grandes redes del tráfico de armas y
drogas, antes que contra los eslabones más
débiles de la cadena como los consumidores,
pequeños agricultores, distribuidores menores, y
las llamadas ‘mulas’. Incluso ir más allá y
avanzar en la regulación adecuada de las
sustancias psicoactivas, que incluya la
perspectiva de reducción de daños, la
descriminalización y legalización controlada,
entre otras (ROLLES, 2010; FORDHAM ET AL, 2010).
En especial, estas alternativas retoman los
ejemplos históricos de la ineficacia de las

136
políticas prohibicionistas, por ejemplo, los casos
del opio en China, del mate en Paraguay, del
tabaco en Asia Menor, el café (¡sí, el café, por
absurdo que hoy nos parezca!) en diversos
países, etcétera. (ESCOHOTADO, 1999: 1144-1146),
pero en especial la ley Volstead (más conocida
como la “ley Seca”) en Estados Unidos, que no
logró erradicar el alcoholismo ni “cerrar las
puertas del infierno” como había prometido el
senador A. Volstead, (ESCOHOTADO, 1999: 648)
pero que potenció el crimen organizado.
Para desarrollar programas efectivos de prevención y
reducción de riesgos y daños deben tomarse en cuenta
los siguientes principios:
a) Es preciso partir de diagnósticos a profundidad
para entender las comunidades como sistemas
relacionales y simbólicos; es importante conocer
no sólo los aspectos epidemiológicos, sino los
recursos, las redes sociales, los imaginarios
sociales y las particularidades de cada contexto.
Aquí la colaboración con OSC especializadas es
clave.
b) En base a los diagnósticos se deben diseñar
dispositivos y estrategias (sistemas de acciones),
dirigidas al contexto y no sólo a actores
específicos. Estos dispositivos y estrategias

137
deben incluir modalidades articuladas y
sinérgicas de prevención universal, selectiva e
indicada, así como reducción de riesgos y daños
y de canalización-acompañamiento. Así mismo,
es necesaria la continuidad de las estrategias y
dispositivos (lamentablemente prevalecen las
acciones episódicas y las intervenciones
extraordinarias que la mayoría de las veces son
inútiles y, a menudo, causan efectos
contraproducentes) y la integración de los
proyectos de intervención que se ponen en
marcha por los diversos actores sociales (para
evitar, por ejemplo, duplicidades y
contraposiciones). Nuevamente, aquí es clave la
colaboración con OSC especializadas.
c) Las acciones deben estar orientadas a la
intervención comunitaria, para la disminución
de fenómenos relacionados con el consumo de
sustancias (prevención de la interrupción de
estudios, exclusión social grave, expulsión de la
familia, enfermedades infecciosas, etcétera), a
través de cambios controlados en las
representaciones sociales, orientados siempre en
el sentido de una mayor complejidad efectiva
(GELL–MANN: 1998) y que permitan promover
que las y los jóvenes se involucren en actividades

138
lúdicas, artísticas, deportivas, culturales, a favor
del medio ambiente, los derechos humanos, la
participación social y comunitaria, formación de
promotores juveniles pares, mediación de
conflictos, la promoción de la participación y el
protagonismo juvenil, apoyo escolar,
orientación, etcétera. Y visibilizar siempre estas
actividades para fortalecer representaciones
sociales más positivas. La prevención no es sólo
información, toda acción informativa debe estar
acompañada de actividades que permitan a los
actores experimentar, discutir, discernir,
proponer y reflexionar sobre la información. Las
acciones deberán ser formativas, interactivas y
lideradas por jóvenes, secuenciales, progresivas,
continuas, de mediano plazo, orientadas a
desarrollar capacidades de conocimiento de sí y
de su red social, de análisis crítico, de reformular
las expectativas del uso de sustancias, de
cuestionar los efectos reales y quitar o disminuir
el glamur, ofrecer información sobre alternativas
para obtener los mismos efectos psicoactivos
(WEIL & ROSEN: 1999), favorecer la autonomía y
el auto-cuidado, etcétera.
d) El lugar de la intervención (ya sea con objetivos
de prevención, reducción de daños o

139
tratamiento) es sobre la trama simbólica de las
relaciones, ya que allí se da el pasaje de las
representaciones sociales a la construcción social
de la exclusión. El cambio de las representaciones
que hacen los grupos sociales tiene
principalmente una función simbólica. El lugar
en el que se da la mutación, la persistencia y los
diversos niveles del eventual cambio es la
comunidad de pertenencia que es un sistema
complejo adaptativo (GELL–MANN: 1998), por lo
tanto, irreducible. Los cambios suceden sólo con
la condición de que se perciban como ventajosos
para su persistencia y capacidad auto-reproductora.
e) Formación a todo el personal policial, judicial,
médico, educativo, etcétera, sobre la realidad
juvenil: es fundamental realizar acciones
formativas orientadas a la sensibilización,
concientización y capacitación de todo el
personal para que sean capaces de entender y
comprender mejor en su complejidad las grandes
condicionantes sociales de las juventudes
actuales, las diversas realidades, culturas y
estilos juveniles, de asumir una actitud crítica
ante posturas reduccionistas y de cuestionar sus
prejuicios e ideas preconcebidas, sus propias
representaciones sociales negativas sobre las y

140
los jóvenes, para evitar su estigmatización,
etiquetamiento, marginación y exclusión, en
especial de las y los usuarios, previniendo, de
esta manera, las profecías que se autocumplen
(KAPLAN: 1997: 23-31, 42-48; ROSENTHAL,
JACOBSON: 1968), reflexionando sobre su propio
rol ante la exclusión o la inclusión. Aquí las
alianzas con organizaciones juveniles y/o que
trabajan con jóvenes es muy importante, sobre
todo las que realizan actividades promocionales
y socioculturales.
f) Establecer de manera conjunta entre gobiernos
(en especial los municipales) y OSC dispositivos
de atención a jóvenes consumidores, en la lógica
de reducción de daños que permita:
- Abrir a las y los jóvenes consumidores canales
seguros de comunicación.
- Incorporarlo a las actividades posibles que
favorezcan la convivencia con otros actores.
- Determinar la necesidad o no de canalización a
servicios especializados.
- Dar seguimiento a las personas que hayan sido
canalizadas.
- Facilitar los procesos de re-inserción, si es el caso.
g) Para casos donde la persona manifieste su deseo
de dejar de consumir se deben canalizar a espacios

141
terapéuticos científicamente fundamentados y
socio–culturalmente apropiados. El servicio
terapéutico necesita diferentes niveles de atención,
interconectados entre sí y conectados a las
medidas de prevención y reducción de daños. Se
debe dar seguimiento y facilitar los procesos de
reinserción.
Para concluir, queremos reafirmar que es claro que

cuando se critica la política de guerra a las drogas o

prohibicionista, no se está afirmando que la disuasión es

totalmente ineficaz y la persuasión al revés. O que deben

desaparecer por completo los mecanismos de control

social, o que la información sobre los fármacos sea

innecesaria, o que el abuso de ciertas sustancias no tenga

efectos negativos, etcétera. Serían otras tantas

simplificaciones. Lo que se propone con estas críticas es

que dejemos de lado la ingenuidad (o perversidad) y

avancemos hacia una mayor comprensión de los

fenómenos involucrados para el diseño de políticas,

programas, proyectos y acciones más eficaces y

efectivos, que disminuyan el sufrimiento social en lugar

de aumentarlo.

142
Bibliografía y obras de referencia

—A.V. 1997. “El fenómeno social de las

drogodependencias”. Revista de estudios de juventud.

No. 40. España. Centro de estudios, formación e

información de Juventud-Instituto de la Juventud.

Octubre.

—A.V. 1999. “Prevención, reducción del daño y cura de

las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de

un proyecto de investigación en la acción”. México.

Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de

Juventud, Cejuv, Cultura Joven.

—AGUSTÍN, José. 1996. “La contracultura en México”.

México. Grijalbo

—ALMADA, Teresa & ARROYO, Manuel. “Los barrios de

la frontera: drogas, representaciones sociales y juegos de

poder” en Revista JOVENes. Centro de Investigación y

Estudios sobre Juventud. Cuarta época, año 1, núm. 4.

México, D.F. abril-junio 1997. pp. 60–71

143
—ALMADA, Teresa. “La construcción social de la

farmacodependencia: drogas, representaciones sociales

y juegos de poder en los Barrios de Ciudad Juárez” en

Prevención, reducción del daño y cura de las

farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un

proyecto de investigación en la acción. Cáritas

Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud,

Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999. pp. 81-93.

—AMBOS, Kai. 1988. “Control de drogas. Política y

legislación en América Latina, EUA y Europa. Eficacia y

alternativas”. Colombia. Ediciones jurídicas Gustavo

Ibáñez

—ARMENTA, Amira; METAAL, Pien y JELSMA, Martin.

2012. “Un proceso en ciernes. Cambios en el debate

sobre políticas de drogas en América Latina”. Países

Bajos. Transnational Institute (TNI)

—ASTORGA, Luis. 1996. “El siglo de las drogas”. México.

Espasa Calpe.

144
—ASTORGA, Luis. 2003. “Drogas sin fronteras. Los

expedientes de una guerra permanente”. México.

Editorial Grijalbo.

—ASTORGA, Luis. 2007. “Seguridad, traficantes y

militares”. México. Tusquets editores.

—BABOR, Thomas; CAMPBELL, Robert; ROOM, Robin &

SAUNDERS, John. 1994. “Glosario de términos de alcohol

y drogas”. Organización Mundial de la Salud.

http://www.who.int/substance_abuse/terminology/lexi

con_alcohol_drugs_spanish.pdf. Editado por

Organización Mundial de la Salud en 1994 bajo el título

Lexicon of Alcohol and Drug Terms. Ministerio de

Sanidad y de Consumo de España.

—BECKER, Howard. 1963. “Outsiders. Sociology of

Deviation”. U.S.A. Free Press.

—BENÍTEZ, Fernando. 1990. “Los indios de México”

Tomo II. “Los Huicholes”. México. ERA

—BERGERET, Jean. 1983. “Chi é tossicomane”. Italia.

Dedalo.

145
—Berridge, Virginia. Minimización de los daños y salud

pública: una perspectiva histórica. Grup IGIA. Inédito.

- Bewley – Taylor, Dave & Jelsma, Martín. 2012.

“Los límites de la flexibilidad. Las convenciones de

control de drogas de la ONU”. Países Bajos.

Transnational Institute (TNI)-IDPC

- Bewley-Taylor, D., Hall am, C., Allen, R. 2009.

“The Incarceration of Drug Offenders: An Overview”.

The Beckley Foundation. Disponible en

http://www.beckleyfoundation.org/pd

f/BF_Report_16.pdf

- Bierhorst, John. 1984. “Mitos y leyendas de los

aztecas”. España. EDAF

- Boyer, Jean-François. 2001. “La guerra perdida

contra las drogas”. México. Grijalbo.

- Brounstein, Paul & Zweig, Janine. 1999.

“Understanding Substance Abuse Prevention. Towards

the 21st Century: a primer on effective programs”.

U.S.A. Departament of Health and Human Services.

146
- Bukhart, Gregor. 2002. “Políticas europeas:

posibilidades y límites” en Vega, Amando. “Drogas.

Qué políticas para qué prevención”. España. Gakoa.

- Bukoski, William (ed.). 1997. “Metanalysis of

drug abuse prevention programs”. U.SA. National

Institute on Drug Abuse. Research Monograph series.

No. 170.

- Burton, J. 1990. “Conflict: Resolution and

Prevention”. E.U.A. St. Martin’s Press.

- Cárdenas, Alejandra. 1997. “Hechicería, saber y

transgresión”. México. Ed. Particular.

- Castro, Ma. Elena et al. 1997. “Modelo de

prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia,

Chimalli”. México.

- Castro, Ma. Elena. 1998. “Modelo de prevención

de riesgo psicosocial en la adolescencia: Chimalli”. En

“Unidos por una sociedad libre de drogas.

Contribuciones de expertos en reducción de la demanda

de drogas de México y Centroamérica”. México.

Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización

147
Internacional de Drogas. Oficina Regional para México

y Centroamérica.

- CICAD-OEA. Estrategia Hemisférica sobre

Drogas. CICAD-OEA, Washington, 2010

http://www.cicad.oas.org/Main/Template.asp?File=/ma

in/aboutcicad/basicdocuments/strategy_2010_spa.asp

- Clayton, R., Catarello, A. & Johnston, B. 1996.

“The effectiveness of Drug Abuse Resistance Education

(project DARE): 5-year follow-up results”. Preventive

Medicine. 25: 307-318.

- CONADIC. 1999. “El consumo de drogas en

México: diagnóstico, tendencias y acciones”. México.

- CONADIC. 2000. “Programa contra el

tabaquismo”. México. p. 28

- CONADIC. 2000. “Programa contra la

Farmacodependencia. Documento de trabajo”. México.

- CONADIC. Herramientas para la acción

preventiva. Guía de prevención del consumo de drogas.

CONADIC. México. Sin fecha (basado en folleto

Preventing Drug Use among Children and Adolescents.

148
A research-Based Guide. National Institute on Drug

Abuse. U.S.A. 1997)

- Cook, Catherine (Ed.). Global State of Harm

Reduction 2010. 2010. “Key issues for broadening the

response”. United Kingdom. International Harm

Reduction Association.

- Corcuera, Sonia. 1994. “Del amor al temor.

Borrachez, catequesis y control en la Nueva España

(1555-1771)”. México. Fondo de Cultura Económica

(FCE)

- Corcuera, Sonia. 1997. “El frayle, el indio y el

pulque”. México. FCE

- Cordera, Rafael et al. (coord.) 1996. “México

Joven. Políticas y propuestas para la discusión”. UNAM.

México.

- Courtwright, David. 2002. “Las drogas y la

formación del mundo moderno. Breve historia de las

sustancias adictivas”. España. Paidós

149
- Csete, Joanne. 2010. “From the Mountaintops.

What the World can learn from the Drug Policy Change

in Switzerland”. USA. OpenSociety.

- De la Cuesta, José; Blanco, Isidoro. 2002. “¿Es

posible la normalización de las drogas? Perspectiva

jurídico-penal” en Vega, Amando. “Drogas. Qué

políticas para qué prevención”. España. Gakoa.

- De Olmos, Fray Andrés. 1990. “Tratado de

hechicerías y sortilegios”. México. UNAM.

- De Sahagún, Fray Bernardino. 1999. “Historia

general de las cosas de la Nueva España”. México.

Porrúa

- Dean, Alan. 1995. “Chaos and Intoxication.

Complexity and adaptation in the structure of human

nature”. United Kingdom. Rourtledge.

- Del Bosque, Joaquín y Machín, Juan. 2000.

“Organizaciones de la sociedad civil con programas de

prevención y tratamiento de farmacodependencias para

jóvenes: análisis de experiencias y modelos” en Morales,

Héctor. Memoria del Encuentro “ONG con Programas

150
de Juventud. Evaluación de Experiencias de

Intervención Social”. Colección “Experiencias jóvenes,

lecciones aprendidas”. Número 6. Instituto Mexicano de

la Juventud. México.

- Del Olmo, Rosa. 2002. “La legislación en el

contexto de las intervenciones globales sobre drogas” en

Vega, Amando. Drogas. “Qué políticas para qué

prevención”. España. Gakoa.

- Derrida, Jacques. La farmacia de Platón, en La

Diseminación. Editorial Fundamentos. España. 2007.

- Derrida, Jacques. Retórica de las drogas: Revista

Colombiana de Psicología, Agosto 2010. Disponible en:

http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/

article/view/15898. Fecha de acceso: 01 ago. 2015. pp- 33-

44.

- Domostawski, Artur. 2011. “Drug Policy in

Portugal. The benefits of Decriminalizing Drug Use”.

Poland. Open Society.

- Douglas, Mary. 1973. “Pureza y Peligro”. España.

Siglo XXI

151
- Eliade, Mircea. 2001. “El Chamanismo y las

técnicas arcaicas del éxtasis”. España. FCE

- Elías, Norbert. 1998 “La civilización de los padres

y otros ensayos”. Colombia. Norma.

- Escohotado, Antonio. 1997. “Historia elemental

de las drogas”. España. Anagrama.

- Escohotado, Antonio. 1999. “Historia general de

las drogas”. España. Espasa Calpe

- Estrada, Alvaro. 1977. “Vida de María Sabina: la

Sabia de los Hongos”. México. Siglo XXI

- Festinger, Leon. 1987. “Teoría della dissonanza

cognitiva”. Italia. Franco Angeli.

- Findley, Jean (comp.). 1999. “Best practices and

promising practices. Guide to building a successful

prevention program”. U.S.A. Western Regional Center

for the Application of Prevention Technologies.

- Foucault, Michel. 1976. “Historia de la locura en

la época clásica”. Dos tomos. México. FCE

- Foucault, Michel. 1985. “El nacimiento de la

clínica”. México. Siglo XXI.

152
- Foucault, Michel. 1986. “Las palabras y las

cosas”. México. Siglo XXI.

- Foucault, Michel. 1990 a. “Historia de la

sexualidad”. Tres tomos. México. Siglo XXI.

- Foucault, Michel. 1990 b. “La vida de los hombres

infames”. España. La piqueta.

- Foucault, Michel. 1990 c. “Vigilar y castigar”.

México. Siglo XXI.

- Foucault, Michel. 1992. “Microfísica del poder”.

España. La piqueta.

- Foucault, Michel. 2001. “Los anormales”. México.

FCE

- Fournier, Guillaume. 2002. “Global drug policy.

A historical perspective”. France. The Senlis Council.

- Fundación de Ayuda contra la Drogadicción

(FAD). 2009. “La visión de la FAD. Problemas de drogas,

aquí y ahora. Documento de enfoque”. España. FAD.

http://www.fad.es/sala_lectura/VisionFAD_resumen.p

df

153
- García Liñán, Carmen. 1990. “Mariguana”. Serie

“Qué son las drogas”. Árbol Editorial. México.

- García, Jesús et al. 2000. "Elementos básicos para

promotores juveniles sobre prevención de adicciones".

México. Instituto Mexicano de la Juventud.

- Gell-Mann, Murray. 1998. “El Quark y el Jaguar.

Aventuras en lo simple y lo complejo”. España.

Tusquets

- Giménez, Gilberto. 1978. “Cultura popular y

Religión en el Anáhuac”. México. Centro de Estudios

Ecuménicos

- Girard, René. 1983. “La violencia y lo sagrado”.

España. Anagrama

- Girard, René. 1986. “El chivo expiatorio”.

España. Anagrama

- Gleick, James. 1987. “Chaos: making a New

Science”. Estados Unidos. Viking

- Global Commission on Drug Policy. 2011. “War

on Drugs. Report of the Global Commission on Drug

Policy. Global Commission on Drug Policy”. Brazil.

154
(http://www.globalcommissionondrugs.org/, leído el 20

de julio de 2015.

- Gomezjara, Francisco et al. 1987. “Las bandas en

tiempos de crisis”. México. Ediciones Nueva Sociología

- Gruzinski, Serge. 1996. “La colonización de lo

imaginario”. México. Fondo de cultura económica.

- Guzmán, Diana. 2012. “Las cortes de Drogas. Los

alcances y retos de una alternativa a la prisión”. Reino

Unido. IDCP.

- Hallam, Christopher; Werb, Dan; Lai, Gloria;

Nougier, Marie; Melis, Martina; Curtis, Matt. 2012.

“Guía sobre políticas de drogas”. IDPC. Inglaterra.

- Hari, Johann. 2015. “Tras el grito”. España.

Paidós

- Harm Reduction International. 2012. “The Global

State of Harm Reduction 2012”. UK. Harm Reduction

International.

- Hayles, Katherine. 1998 “La evolución del Caos”.

España. Gedisa

155
- Herrera, Andrea y García, Prospero. 2005. “La

marihuana ¿tiene potencial terapéutico?” núm. 85,

mayo-junio. ISSN 1405-6569. LiberAddictus

- Hipócrates, 1987. “De la medicina Antigua”.

México. UNAM.

- Hopenhayn, Martín. 1999. “La droga más allá de

la droga. Un signo de los tiempos juveniles”. JOVENes.

Nueva época. Año 3. No. 8 México, D.F. enero-junio. pp.

166-175

- Hughes, C.E., Stevens, A. 2010. “What can we

learn from the Portuguese decriminalization of illicit

drugs?” British Journal of Criminology; 50: 999–1022

- Husak, Douglas. 2001. “Drogas y derechos”.

México. FCE

- Illich, Iván. 1985. “La convivencialidad”. Joaquín

Mortiz. México.

- Insulza, José Miguel. 2010. “Un Enfoque Global

para Combatir las Drogas”. Washington. CICAD-OEA

disponible en

http://www.cicad.oas.org/Main/Template.asp?File=/ma

156
in/aboutcicad/basicdocuments/oas_sg-

on_drug_strategy_2010_spa.asp

- International Network of Cities on Drug Policy.

1993. “Conference Manual”. USA. International

Network of Cities on Drug Policy

- Junta nacional de drogas. 2011. “Estrategia

Nacional para el abordaje del problema DROGAS. 2011

– 2015”. Uruguay. JND

- Junta nacional de drogas. 2011. “Sobre ruidos y

nueces. Consumo de drogas legales e ilegales en la

adolescencia”. Uruguay. 1993.

- Kaplan, Carina. 1997. “Buenos y Malos Alumnos.

Descripciones que predicen”. Argentina. Aique.

- Korman, Víctor & Díaz, Miguel. 1996. “Y antes

que la droga, ¿qué?”. España. Grup Igia

- Krier, S., Fielding, A. 2011. “The Fiscal

Significance of Drugs”. The Beckley Foundation,

http://www.beckleyfoundation. org/2011/08/09/the-

fiscal-significance-of-drugs/

157
- Labrousse, Alain. 1993. “La droga, el dinero y las

armas”. México. Siglo XXI

- Lara, María A. & Salgado, Nelly (comp.). 2002

“Cálmese, son sus nervios, tómese un tecito...”. México.

Pax

- Levi, Giovanni & Schmitt, Jean-Claude. 1996.

“Historia de los jóvenes”. España. Santillana, Taurus.

- Machín, Juan & Velasco, Manuel. “Panorama de

la Reducción de daños asociados al consumo de

drogas”. Liberaddictus, México, D.F. Enero de 2004. No.

77

- Machín, Juan et al. 2002. “¿Minorías activas en la

aldea global? Una propuesta alternativa para la política

internacional sobre drogas” en Schreck, Dorothea.

“Farmacodependencia y Política de Drogas”. Colombia.

Cáritas Internacional

- Machín, Juan. 1999. “Chamucos, chinelos y

calacas. Fiestas tradicionales y promoción juvenil”.

México. Cultura Joven, Cáritas, Cejuv. Dirección

General de Cultura Populares Morelos

158
- Machín, Juan. 2000. “¡¡¡Páaaseeele al circo!!!” en

Merlo, Roberto & Milanese, Efrem (coord.). 2000.

“Miradas en la ciudad. Métodos de intervención juvenil

comunitaria”. México. Centro de Investigación y

Estudios sobre Juventud del Instituto Mexicano de la

Juventud. Colección JOVENes No. 8.

- Machín, Juan. 2003. “Jóvenes y

Farmacodependencias. Una compleja encrucijada de

miradas”. en Pérez; José Antonio; Valdéz, Mónica;

Gauthier, Madeleine & Gravel, Pierre-Luc (coord.)

“Nuevas miradas sobre los jóvenes. México-Quebec”.

Colección Jóvenes Número 13. México. Centro de

investigación y estudios de juventud del Instituto

Mexicano de la Juventud.

- Machín, Juan. 2003. “La prevención en el Modelo

Eco2” en A.V. “Modelos Preventivos”. Liberaddictus,

México. Octubre No. 75. pp. 55-56

- Machín, Juan. 2003. “Modelo Eco2” en A.V.

“Modelos Preventivos”. Serie Planeación. México.

CONADIC.

159
- Machín, Juan. 2004. “Propuesta Heurística hacia

un modelo teórico de la Reducción de daños asociados

al consumo de drogas”. Liberaddictus, México, D.F.

Enero. No. 77

- Machín, Juan. 2005. “Modelo Eco2” en A.V.

“Modelos Preventivos”. Serie Planeación. México.

CONADIC.

- Machín, Juan. 2008. “La juventud ante un

ambiente de riesgos y contradicciones. Panorama

latinoamericano sobre la violencia y adicciones

juveniles”. Memoria del Seminario Prevención de las

Conductas de Riesgo entre la Juventud Iberoamericana.

Ciudad de México. XVIII Cumbre Iberoamericana. 15 y

16 de octubre de 2008.

- Machín, Juan. 2010. “Modelo ECO2: redes

sociales, complejidad y sufrimiento social”. REDES-

Revista hispana para el análisis de redes sociales. Vol.

18, #12, Junio. http://revista-redes.rediris.es

- Machín, Juan. 2010. “Nuevas propuestas de

política de drogas en la lógica de promoción de la salud”

160
en Peña, Florencia y León, Beatriz. “La medicina social

en México V. Género, sexualidad, violencia y cultura”.

México. Asociación Latinoamericana de Medicina

Social, Región México, A.C, Ediciones Eón, Escuela

Nacional de Antropología e Historia, Universidad

Autónoma de Tamaulipas. pp. 129 – 139.

- Machín, Juan. 2011. “Redes sociales e incidencia

en políticas públicas. Estudio comparativo México-

Colombia”. México. Centro Cáritas de Formación para

la Atención de las Farmacodependencias y Situaciones

Críticas Asociadas.

- Machín, Juan. 2012. “Política de drogas y

derechos humanos”. DFensor. Comisión de Derechos

Humanos del DF. Número 12. Diciembre.

http://dfensor.cdhdf.org.mx/DFensor_12_2012.pdf

- Machín, Juan. 2013. “Teoría y praxis de un

metamodelo para la inclusión social comunitaria

(ECO2)” en Kniffki, Johannes & Reutlinger, Christian

(eds.). “Comunidad. Transnacionalidad. Trabajo social.

161
Una triangulación empírica América-Latina- Europa”.

España. Editorial Popular. p. 96-123.

- Machín, Juan. 2014. “Prevención del consumo

problemático de drogas” en Díaz, Germán; Dupré,

Hélène; García, Sergio, y Vanderschueren, Franz (eds).

“Hacia una cultura de la prevención: guía para la

intervención local” México. Centro de Seguridad

Urbana y Prevención SC. CESUP:

- Machín, Juan; Merlo, Roberto & Milanese, Efrem.

2009. “Redes Sociales y Farmacodependencias. Aportes

para la intervención”. México. CONADIC / Centro

Cáritas de Formación para la Atención de las

Farmacodependencias y Situaciones Críticas Asociadas.

- Machín, Juan; Velasco, Manuel; Silva, Elsy

Yaneth; Moreno, Alejandra. 2010. “ECO2 ¿Un modelo

de incidencia en políticas públicas? Estudio de caso de

la REMOISSS”. México. Centro Cáritas de Formación

para la Atención de las Farmacodependencias y

Situaciones Críticas Asociadas.

162
- Mansferrer, Elio. 2003. “Los alucinógenos en las

culturas contemporáneas. Un patrimonio cultural”. en

Arqueología Mexicana.Vol. X. Num. 59. Enero-febrero.

pp. 50-55

- McKenna, Terence. 1992. Food of the Gods: the

search of the original Tree of Knowledge. USA. Rider.

- Medina-Mora, María Elena. 2002. “La prevención

de las adicciones en jóvenes” en Nateras, Alfredo.

“Jóvenes, culturas e identidades urbanas”. México.

Universidad Autónoma Metropolitana, Porrúa.

- Menéndez, Eduardo. 1990. “Morir de alcohol”.

México. Alianza Editorial Mexicana- Conaculta

- Merlo, Roberto. “La prevención como estrategia

de desarrollo en las comunidades y reducción de los

daños derivados del consumo de droga” en Prevención,

reducción del daño y cura de las farmacodependencias.

Experiencias y reflexiones de un proyecto de

investigación en la acción. Cáritas Arquidiócesis de

México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura

Joven. México, D.F. 1999. pp. 58-59

163
- Metaal, Pien. 2009. “Indulto de mulas en

Ecuador, una propuesta sensate”. Serie reforma

legislativa en materia de drogas No. 1. TNI, WOLA.

http://www.tni.org/es/report/indulto-de-mulas-en-

ecuador

- Metaal, Pien; Youngers, Coletta (ed.). 2010.

“Sistemas sobrecargados - Leyes de drogas y cárceles en

América Latina”. TNI, WOLA.

http://www.druglawreform.info/index.php?option=co

m_flexicontent&view=items&id=920:sistemas-

sobrecargados

- Milanese, Efrem. 1999. “Las

farmacodependencias: prevención, reducción del daño,

cura y rehabilitación psicosocial en una perspectiva de

comunidad” en “Prevención, reducción del daño y cura

de las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones

de un proyecto de investigación en la acción”. Cáritas

Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud,

Cejuv, Cultura Joven. México, D.F.

164
- Milanese, Efrem; Merlo, Roberto & Laffay,

Brigitte. 2001. “Prevención y cura de la

farmacodependencia. Una propuesta comunitaria”.

México. CAFAC-Plaza y Valdés.

- Miron, A. 201. “The Budgetary Implications of

Drug Prohibition”. USA. Harvard.

http://scholar.harvard.edu/

miron/jmiron/files/budget_2010_final_0.pdf

- Morin, Edgar. 1983. “El Paradigma olvidado”.

España. Kairós

- Morin, Edgar. 1994. “Introducción al

pensamiento complejo”. España. Gedisa

- Morin, Edgar. 1995. “Sociología”. España. Tecnos

- Moscovici, Serge et al. 1993. “Psicología social”.

Tomo II. España. Paidós

- Moscovici, Serge. 1999. “Psicología de las

Minorías Activas”. España.Morata.

- Naciones Unidas. 1971. “Convenio sobre

sustancias sicotrópicas”. E.U.A. Ediciones de las

Naciones Unidas.

165
- Naciones Unidas. 1977. “Convención única de

1961 sobre estupefacientes enmendada por el Protocolo

de 1972 de modificación de la Convención única de 1961

sobre estupefacientes”. E.U.A. Ediciones de las Naciones

Unidas.

- Naciones Unidas. 1988. “Convención de las

Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de

estupefacientes y sustancias sicotrópicas”. E.U.A

Naciones Unidas.

- Naciones Unidas. 1998. “Declaración Política.

Principios rectores de la reducción de la demanda de

drogas y medidas de fomento de la cooperación

internacional en la lucha contra el problema mundial de

las drogas”. E.U.A. Ediciones de las Naciones Unidas.

- Naciones Unidas. Oficina contra la Droga y el

Delito. 2012. “Informe Mundial sobre las drogas 2012”.

Resumen ejecutivo. Ediciones de las Naciones Unidas.

http://www.unodc.org/documents/data-and-

analysis/WDR2012/Executive_summary_spanish.pdf

166
- Nateras, Alfredo. 2000. “De instituciones, drogas

y jóvenes” en Medina, Gabriel (comp.).

“Aproximaciones a la diversidad juvenil”.México. El

Colegio de México

- Newcombe, R. 1992. “The Reduction of drug-

related harm: A conceptual framework for theory,

practice and research.” En O’Hare, P.A. et al. (eds.). “The

reduction of drug-related harm”. United Kingdom.

Routledge.

- Nowlis, Helen. 1975. “La verdad sobre la droga”.

UNESCO.

- Office of National Drug Control Policy. 1997.

“The national youth anti-drug media campaign.

Comunication Strategy Statement”. U.S.A. Office of

National Drug Control Policy

- Oficina Federal de Sanidad. 2000. “La política de

drogas suiza”. Suiza. Oficina Federal de Sanidad

- Ortiz, Raúl; Ortiz, Luz; Magis, Carlos. 2009.

“Actividades de Reducción del Daño en Usuarios de

Drogas. Informe Final 2008”. México. Centro Nacional

167
para la Prevención y el Control del VIH/SIDA.

http://www.censida.salud.gob.mx/descargas/udi/inf_fi

nalprdud2008.pdf

- Pabon, José M. 1975. “Diccionario manual

español-griego”. España. Bibliograf.

- Pérez Islas, José Antonio & Valdez, Mónica. 2002.

“Encuesta Nacional de Juventud 2000”. México. Centro

de Investigación y Estudios sobre Juventud del Instituto

Mexicano de la Juventud

- Pérez Islas, José Antonio (coord.). 2000. “Jóvenes

e instituciones en México. 1994-2000”. México. Instituto

Mexicano de la Juventud

- Pérez Islas, José Antonio. 2000. “Visiones y

versiones. Los jóvenes y las políticas de juventud” en

Medina, Gabriel (comp.). “Aproximaciones a la

diversidad juvenil”. México. El Colegio de México

- Pérez Montfort, Ricardo. 1999. “Yerba, goma y

polvo”. México. ERA-CONACULTA-INAH

168
- Pérez, Catalina. 2012. “(Des)proporcionalidad y

delitos contra la salud en México”. Revista DFensor, No.

12. Pp. 55-59

- Pietrostefani, Giorgio. 1998. “Il sistema droga”.

Italia. Jaca Book

- Plan Nacional Sobre Drogas de España. 2000.

“Actuar es posible. Medios de comunicación y

drogodependencias”. España. Plan Nacional Sobre

Drogas.

- Ponce de León, Esmeralda. 1997. “De jóvenes,

sociedad y drogas. De la reflexión crítica a una

metodología de prevención significativa”. JOVENes.

Cuarta época. Año 1. No. 3. enero-junio. México

- Prigogine, Ilya & Stengers, Isabelle. 1994. “La

nueva alianza. metamorfosis de la ciencia”. España.

Alianza Editorial

- Ramos, Luciana; Pérez, Enrique, y Romero,

Martha. 1999. “La criminalización de la violencia

juvenil. El caso del consumo de drogas”. JOVENes.

Nueva época. Año 3. No. 8 México, D.F. enero-junio-

169
- Red todos los derechos para todos (RTDT). 2011.

“De la descalificación de la crítica a la manipulación de

las cifras: 10 Mitos para Justificar una Estrategia

equivocada frente a la Violencia. Una crítica sustentada

desde las organizaciones de la sociedad civil”. México.

RTDT.

- Restrepo, Luis Carlos. 2001. “La fruta prohibida.

La droga como espejo de la cultura”. Colombia. Editorial

Panamericana

- Rocato. 2015. “Poemas, pulques y pulcatas”.

México. Cascarón editorial.

- Rodríguez, Ernesto. 2002. “Actores estratégicos

para el desarrollo. Políticas de Juventud para el siglo

XXI”. México. Centro de Investigación y Estudios sobre

Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud.

Colección JOVENes No. 11

- Rolles, Stephen. 2009. “After the War on Drugs:

Blueprint for Regulation”. United Kingdom. Transform.

- Rolles, Steve; Murkin, George; Powell, Martin;

Kushlick, Danny; Slater, Jane. 2012. “The Alternative

170
World Drug Report. Counting the Costs of the War on

Drugs”. United Kingdom. Transform Drug Policy

Foundation.

- Romaní, Oriol. 1999. “Las drogas. Sueños y

Razones”. España. Ariel.

- Romaní, Oriol. 2008. “Políticas de drogas:

prevención, participación y reducción del daño”. Salud

colectiva v.4 n.3 Lanús sept./dic.

http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1851-

82652008000300004&script=sci_arttext

- Romero, Martha (coord.). 2004. “Mujeres en

prisión: una mirada a la salud mental”. México. Instituto

Nacional de Psiquiatría, Instituto de Capacitación

Penitenciaria del Gobierno del Distrito Federal.

- Romo, Nuria. 2001. “Mujeres y drogas de

diseño”. España. Tercera Prensa-Hirugarren Prentsa

- Rosenthal, Jacobson: 1968

- Rosenthal, Robert; Jacobson, Leonore. 1968.

“Pygmalion in the classroom”. USA. Holt, Rinehart &

Winston.

171
- Rosmarin, Ari & Eastwood, Niamh. 2012. “Una

revolución silenciosa: políticas en práctica para la

descriminalización de las drogas en todo el mundo”.

Release.

- Ruiz de Alarcón, Hernando. 1988. “Tratado de

supersticiones y costumbres gentilicias que hoy viven

entre los indios naturales desta Nueva España. México.

SEP.

- Sánchez, Gabriela; Carreón, Rubén. 2007. “La

reducción de daños en la atención de las poblaciones

vulnerables: usuarios de drogas inyectadas y VIH-SIDA

en Sonora. El Colegio de Sonora. México.

- Sánchez, Lisa. 2012. La política de alcohol en

México. Colección Visión Joven. México. Espolea.

- Savater, Fernando. 1991. “Ética como amor

propio”. México. Conaculta-Mondadori.

- Schindler, Norbert. 1996. “Los guardianes del

desorden. Rituales de la cultura juvenil en los albores de

la era moderna” en Levi, Giovanni & Schmitt, Jean-

172
Claude. 1996. “Historia de los jóvenes”. España.

Santillana, Taurus.

- Scott, James. 2000. “Los dominados y el arte de la

resistencia”. México. Era

- Soriano, P. C. 2000. “Educar en y Para el

Conflicto”. España. Cátedra UNESCO sobre Paz y

Derechos Humanos. Facultad de Ciencias de la

Educación. Universidad Autónoma de Barcelona.

- Strang, John. El uso de drogas y la reducción de

daños: respuestas a un reto. España. Grup IGIA. inédito

- Szasz, Thomas. 1993. “Nuestro derecho a las

drogas. En defensa de un mercado libre”. España.

Anagrama.

- United Nations Internacional Drug Control

Programme (UNIDCP). 1992. “The United Nations and

drug abuse control”. United Nations Publication.

- United Nations Office on Drugs and Crime.

World Drug Report 2008:

https://www.unodc.org/documents/wdr/WDR_2008/w

dr08_execsum_spanish.pdf

173
- Uprimny, Rodrigo. 2002. “El desfase entre los

que saben y los que hacen: reflexión sobre el marco

jurídico y cultural de la política contra las drogas en

Colombia” en Schrek, Dorotea. (coord.).

Farmacodependencia y Políticas de Drogas. Seminario

de Expertos. Berlín, Alemania, Mayo 2001. Colombia.

Kimpres- Cáritas Internacional.

- Van Gennep, Arnold. 1986. “Ritos de Paso”.

España. Taurus

- Vargas, Ricardo. 2002. “Cultivos ilícitos y

políticas antidrogas: hacia un cambio de paradigma” en

Schrek, Dorotea. (coord.). Farmacodependencia y

Políticas de Drogas. Seminario de Expertos. Berlín,

Alemania, Mayo 2001. Colombia. Kimpres- Cáritas

Internacional.

- Von Foerster, Heinz. 1991 “Las semillas de la

cibernética”. España. Gedisa

- Wasson, Gordon. 1983 “El hongo maravilloso.

Teonanácatl. Micolatría en Mesoamérica”. México. FCE

174
- Weil, Andrew & Rosen, Winfred. 1999. “Del café

a la morfina”. España. Integral

- Wilson, Andrew. 2002. “Ilicit drug convention

reform and the United Nations Agencies”. United

Kingdom. The Senlis Council.

- Yates, Donald. 1997. “Street vs “Mafia” gangs

pursuit: the social racism of contemporary criminal

justice gang policy” en Free inquiry in creative

sociology. Special Issue #2: Gangs, Violence and Drugs.

Volume 25, Number 1, May. 1997. EUA. Universidad de

Oklahoma

- Zamudio, Carlos. 2011. “Informe del IDPC:

México y su Ley contra el narcomenudeo”. IDPC.

(http://www.drogasmexico.org/?nota=3887)

- Zubillaga, Manuel (comp.). 1988. “Juventud y

Barrio”. México. Cejuv.

- Zubillaga, Manuel. 1989. “Brigada Anti-droga”.

México. Cejuv.

175
Meta-modelo ECO2:

apuntes para la prevención y la

reducción de riesgos y daños asociados

al consumo de sustancias psicoactivas

se terminó de imprimir en diciembre de 2015.

Tiraje: mil ejemplares.

176

También podría gustarte