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No Pase de Largo
No Pase de Largo
TEXTO:
Mateo 5. 7: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán mi-
sericordia.
INTRODUCCIÓN:
Lucas 10. 25-29: 25Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para
probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26Él le dijo:
¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27Aquél, respondiendo, dijo: Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas,
y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28Y le dijo: Bien has
respondido; haz esto, y vivirás. 29Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo
a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre des-
cendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despo-
jaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Jerusalén, ubicado a 800 metros sobre el nivel del mar, está a unos
30 Km de Jericó, ubicada a 300 metros bajo el nivel del mar mediterrá-
neo.
Es inmediatamente obvio que el descenso es bastante empinado. Este
camino corre por terreno montañoso. Es escabroso y rocoso, y durante el
tiempo de los días de Jesús —y en realidad hasta hace poco— era peli-
groso para viajar, bordeado como estaba por muchas cuevas y hondona-
das que podían facilitar la huida de ladrones y otros criminales.
DESARROLLO:
a pesar de ser odiados por ser mestizos (mezcla entre judío y gentil),
hizo una pausa en su agenda apretada, para tender una mano a esta per-
sona que estaba en esa condición precaria.
vendó sus heridas, le hecho aceite y vino. No había tiempo para pen-
sar si el herido era o no de la misma raza, o la misma fe. Era un necesitado
y había que actuar.
5. LA MISERICORDIA NOS VA A INCOMODAR
Lucas 10. 34: y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y
poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
le puso en su cabalgadura, es decir, este hombre tuvo que caminar a
pie, por darle lugar al necesitado. No importa si toca incomodarse un
poco, pero no paremos de ayudar.
Sacó dos denarios y le pagó, pero también le dijo que todo lo que
gaste, este samaritano lo devolvería. Es decir, no se iba a detener de ayu-
dar, hasta verlo completamente restaurado. Todo esto con una persona
que ni siquiera conocía.
CONCLUSIÓN:
Lucas 10. 30-36-37: 36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo
del que cayó en manos de los ladrones? 37Él dijo: El que usó de misericordia
con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
Ante la pregunta “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús ahora le pregunta:
“¿Cuál de los tres demostró ser [o: era] prójimo a este hombre?” Lo que
Jesús está enfatizando es esto: “La pregunta no es, ‘¿Quién es mi pró-
jimo?’ sino ‘¿Me estoy comportando como prójimo a las personas nece-
sitadas que el Señor pone en mi camino?’
Este hombre no dijo “el samaritano” porque se dio cuenta que lo que
interesa es qué estamos haciendo.