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“NO PASE DE LARGO”

Lunes, 5 de febrero del 2018. Mensaje para la IPUIE Caf Cuenca

TEXTO:
Mateo 5. 7: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán mi-
sericordia.

INTRODUCCIÓN:
Lucas 10. 25-29: 25Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para
probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26Él le dijo:
¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27Aquél, respondiendo, dijo: Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas,
y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28Y le dijo: Bien has
respondido; haz esto, y vivirás. 29Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo
a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre des-
cendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despo-
jaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Jerusalén, ubicado a 800 metros sobre el nivel del mar, está a unos
30 Km de Jericó, ubicada a 300 metros bajo el nivel del mar mediterrá-
neo.
Es inmediatamente obvio que el descenso es bastante empinado. Este
camino corre por terreno montañoso. Es escabroso y rocoso, y durante el
tiempo de los días de Jesús —y en realidad hasta hace poco— era peli-
groso para viajar, bordeado como estaba por muchas cuevas y hondona-
das que podían facilitar la huida de ladrones y otros criminales.

Un hombre descendía. Había tomado la decisión de alejarse de la tie-


rra de bendición, e ir hacia abajo. Ese fue su más grande error.

DESARROLLO:

1. CAYÓ EN MANO DE LADRONES


Lucas 10. 30: Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a
Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se
fueron, dejándole medio muerto.
Lo despojaron y esto, podemos estar seguros, no solamente de sus
ropas, sino de todo lo que llevaba consigo. Si hasta este punto había es-
tado cabalgando en un burro, ahora se lo quitaron. Si llevaba dinero, no
le permitieron quedar con ello, etc. Rápidamente quedó indefenso, por-
que lo golpearon repetidas veces, golpe tras golpe. Podríamos decir:
“Ellos lo molieron a palos, pegándole una y otra vez”, hasta que lo deja-
ron tirado en la orilla del camino, medio muerto.
Esa es la realidad de una persona sin el Señor, siempre vive bajo la
violencia y maltratos del enemigo.

2. UN SACERDOTE Y UN LEVITA INDIFERENTES


Lucas 10. 31-32: 31Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y
viéndole, pasó de largo. 32Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y
viéndole, pasó de largo.
¡Qué falta de sentimientos! ¡Y eso un sacerdote, un hombre santo!
De hecho, uno que solamente hacía un rato probablemente había estado
ocupado en los deberes sagrados del templo, y que ahora es muy proba-
ble que estuviera en su camino de regreso a casa, viajando desde Jerusa-
lén a Jericó, donde vivían muchos sacerdotes y levitas.

El intento de absolverlo por medio de la teoría que al entrar en con-


tacto con un cadáver él incurriría la impureza ritual haciendo imposible
el ejercicio de sus funciones en el templo, no sirve. En primer lugar,
ahora no iba camino al templo sino hacia su casa y es posible que no
tuviera que regresar al templo sino hasta después de una temporada.

El levita, ayudante del sacerdote no es mejor que el sacerdote. El tam-


bién, tan pronto como ve al hombre gravemente herido, se asegura de
quedarse lo más lejos posible de él y pasa por el otro lado del camino.
¿Es que el hombre judío que yace en el camino, asaltado, robado y
herido será dejado allí para que muera? Así parece.

Dos personas muy religiosas, que tenían un amplio conocimiento de


la Biblia, y quizá eran líderes en la iglesia, pero al ver la necesidad del
afligido, quedaron indiferentes.
3. UN BUEN SAMARITANO
Lucas 10. 33: Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y vién-
dole, fue movido a misericordia;
Para el colmo de este infeliz hombre, se acerca un samaritano, un
hombre de una cultura que odiaba a los judíos. Sin duda se está acabando
la esperanza de este pobre hombre.

a pesar de ser odiados por ser mestizos (mezcla entre judío y gentil),
hizo una pausa en su agenda apretada, para tender una mano a esta per-
sona que estaba en esa condición precaria.

4. LA MISERICORDIA ACTÚA INMEDIATAMENTE


Lucas 10. 34: y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y
poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Cuando el samaritano vio al individuo gravemente afligido, su cora-
zón “se salió a él”. Esto nos hace pensar en Jesús mismo, aunque sería
incorrecto decir que el samaritano representa o simboliza a Jesús.
Mateo 9. 36: Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor
No dejó para luego, sino que inmediatamente ACTUÓ. Se acercó,
vendó sus heridas, le hecho aceite y vino.

Habiendo desmontado, el samaritano cruza al lado del camino donde


yace el hombre medio muerto. Inmediatamente le administra los prime-
ros auxilios lavándole las heridas con vino (por su contenido alcohólico
era un desinfectante y antiséptico) y echando sobre ellas aceite suavi-
zante, que actuaba como un tipo de pomada.

vendó sus heridas, le hecho aceite y vino. No había tiempo para pen-
sar si el herido era o no de la misma raza, o la misma fe. Era un necesitado
y había que actuar.
5. LA MISERICORDIA NOS VA A INCOMODAR
Lucas 10. 34: y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y
poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
le puso en su cabalgadura, es decir, este hombre tuvo que caminar a
pie, por darle lugar al necesitado. No importa si toca incomodarse un
poco, pero no paremos de ayudar.

6. LA MISERICORDIA NO SE DETIENE HASTA VER


RESULTADOS
Lucas 10. 30-35: Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y
le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
Cuando llegaron, el samaritano no dijo: “Aquí es donde termina mi
responsabilidad. Ya he perdido demasiado tiempo con este hombre.
Que otros ahora se hagan cargo de él”. No. “Se cuidó de él” personal-
mente. ¿Veló toda la noche, levantándose de vez en cuando para ver
cómo estaba el enfermo?
Llega el día siguiente. El samaritano—¿hombre de negocios qui-
zás?—debe seguir su camino. Sin embargo, aun ahora no dice: “Ya he
cumplido con todo mi deber. De aquí en adelante le toca al posadero y
al hombre mismo seguir adelante”. No. El texto dice lo contrario.
Lucas 10. 30-35: Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y
le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
Dos denarios era una suma igual a dos días de salario para el obrero
promedio (cf. 20:9), suma que de acuerdo con los precios de su tiempo
para “alojamiento y comida”, bastaba abundantemente para varios días.
El samaritano tiene cuidado en asegurar al posadero que no sufrirá pér-
dida alguna por el buen cuidado que brinde al judío. Afirma, para decirlo
así: “Cuando venga de regreso, yo mismo pagaré toda gasto adicional en
que puedas incurrir. Así que cárgalo a mi cuenta, no le cobres a él”.

Sacó dos denarios y le pagó, pero también le dijo que todo lo que
gaste, este samaritano lo devolvería. Es decir, no se iba a detener de ayu-
dar, hasta verlo completamente restaurado. Todo esto con una persona
que ni siquiera conocía.
CONCLUSIÓN:
Lucas 10. 30-36-37: 36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo
del que cayó en manos de los ladrones? 37Él dijo: El que usó de misericordia
con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
Ante la pregunta “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús ahora le pregunta:
“¿Cuál de los tres demostró ser [o: era] prójimo a este hombre?” Lo que
Jesús está enfatizando es esto: “La pregunta no es, ‘¿Quién es mi pró-
jimo?’ sino ‘¿Me estoy comportando como prójimo a las personas nece-
sitadas que el Señor pone en mi camino?’
Este hombre no dijo “el samaritano” porque se dio cuenta que lo que
interesa es qué estamos haciendo.

Preparado y Presentado por


Rev. Christian Chicaiza

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