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Centurión

El centurión romano (en latín, centurio, y en griego, hekatontarchos) es el rango militar de


la Antigua Roma que ha recibido una mayor atención por parte de los estudiosos del ejército
romano
Se trata de oficiales con un mando táctico y administrativo, siendo escogidos por sus
cualidades de resistencia, templanza y mando. Comandaban una centuria, formada por 80
hombres, en función de las fuerzas en el momento dado y de si la centuria pertenecía o no a
la Primera Cohorte (agrupación). Cada cohorte está formada por 6 centurias, excepto la
primera cohorte que tiene 5 centurias, pero el doble de hombres en cada una de ellas.

Centuria
Pese a lo que se suele pensar, su nombre no procede de que en un principio constase de cien
hombres, ya que es anterior al propio rango de centurión, sino que deriva de la propia
centuria, unidad administrativa y política que en Roma tenía su propia vertiente civil. De
hecho, la centuria en sí nunca adoptó un tamaño de cien hombres, sino que en época
republicana osciló entre los treinta de una centuria de triarii (triarios) y los sesenta de
los hastati y príncipes (lanceros y principales). Hacia finales del siglo II a. C., la centuria pasó a
contar con unos ochenta hombres, cifra que se mantendrá a lo largo del Alto Imperio (siglos I-
III), teniendo, así, la Legio Augustea sesenta centurias de ochenta hombres que hacían un
total de cuatro mil ochocientos hombres. Más adelante, hacia la época Flavia, la primera
cohorte duplicará los efectivos de sus centurias, pero se reducirá el número de las mismas a
cinco, con lo que la legión contará ahora con cinco mil ciento veinte hombres de armas.
El grueso de la legión era dirigido por los centuriones, ya que cada cohorte contaba con seis
de ellos para dirigir cada una de sus seis centurias. Cada uno de estos centuriones se
acomodaba, dentro de cada cohorte, a una estricta jerarquía. Ésta, en orden ascendente, es:
un hastatus posterior, un hastatus prior, un princeps posterior, un princeps prior, un pilus
posterior y un pilus prior. Este último puede haber actuado, de facto, como comandante de la
cohorte al completo en función de su veteranía. Por otro lado, esta estructura se altera en las
primeras cohortes desde época Flavia, ya que sólo existen cinco centuriones, los primi
ordines, de los que el primus pilus es el más valorado. Lo normal es que tras un año
ejerciendo tal cargo, el primipilo lograse ser ascendido al ordo equestris. A mayores legiones,
pueden existir más centuriones de lo que es habitual, y ello se debe a la presencia
de veterani o supernumerariique, si bien no ejercen un mando militar efectivo, sí tienen
encomendada una función administrativa.

Uniforme
De acuerdo con las fuentes iconográficas, reflejadas mayoritariamente en algunos relieves
históricos -p.ej. Arco de Orange-, en algunos sarcófagos de los siglos II, III y IV, y en algunas
inscripciones funerarias, el centurión romano se distinguía por su particular uniforme, que
estaba constituido por:

Una túnica corta de color blanco (decursio albata), que en los climas fríos se complementaba
con unos pantalones cortos.

Una armadura de cota de malla (lorica hamata) o de escamas (lorica squamata), muchas
veces cubierta por phalerae o condecoraciones en forma de medallón y torquex o pulseras
colgantes.
Portaba la espada corta -gladius- en el lado izquierdo en lugar del derecho, habitual en los
simples milites, sujeta al cuerpo mediante un cingulus o cinturón con la funda del arma.

Usaba protecciones en las piernas (grebas)

Sobre el casco (cassis) lucía una cresta (crista), que cruzaba lateralmente la cabeza. Algunas
teorías de historia militar atribuyen la disposición transversal de este penacho a la necesidad
de hacerse visible por la espalda para sus soldados, pero en época imperial el resto de los
soldados no utilizaba cresta ordinariamente, ya que se reservaba para las armaduras de
parada, por lo que solamente los centuriones llevaban este vistoso elemento, que permitía
identificarlos fácilmente. Carecemos de evidencias arqueológicas sobre su color aunque se
barajan el blanco, negro o rojo.

Calzaba caligae o sandalias claveteadas, similares a las de sus hombres.

Los centuriones también llevaban un bastón de mando, habitualmente una vara de vid,
llamada vitis, como símbolo de su autoridad, y que, durante las tareas de entrenamiento,
utilizaban a discreción para golpear a los torpes y rezagados.

Suboficiales
Cada centurión era asistido en su centuria por un optio, un signifer y un tesserarius,
suboficiales que reciben el nombre de "principales". El primero era el lugarteniente del
centurión –lo ayudaba en la táctica y en el mantenimiento de la disciplina y la forma física de
los soldados…-, el segundo era el portaestandarte y tesorero de la centuria, y el último se
encargaba de suministrar las contraseñas y de actuar de oficial de enlace.

En el campo de batalla, el centurión se situaba en el extremo derecho de la primera fila de


hombres de su unidad, junto al signifer, mientras que el optio se situaba en la retaguardia,
para evitar, si era necesario, la desbandada de las tropas, y garantizar los relevos entre líneas
típicos del orden cerrado utilizado por el ejército romano.

Superiores
Eran rangos superiores a los de centurión el de tribuno que solían ser los jóvenes de la clase
senatorial que están realizando su primer servicio en la legión antes de recibir los cargos
públicos en la vida civil aunque hay tribunos quienes han elegido la vida militar como la
profesión (tanto angusticlavius -del orden ecuestre- como laticlavius -senatorial-) o el
de praefectus castrorum -generalmente un antiguo centurión-, estando todos ellos
subordinados al legado de la legión. En comparación a la organización militar moderna, el
legado podría ser el equivalente a un general; un tribuno a un coronel; los centuriones de
mayor antigüedad comparables al rango de comandante, siendo el resto de centuriones
equiparables a capitanes.

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