Manuel Fraijé
Fragmentos
de esperanza
evd
EDITORIAL VERBO DIVINO
Avda. de Pamplona, 41
31200 ESTELLA (Navarra)
1992hhabfa muerto Nietzsche, En tan solemne ocasi6n, la herma-
nna de Nietzsche, para atestiguar el antisemitismo de le fami~
lia, ley6 un texto de B. Foerster. De Nietzsche no habia nada
aque leer al respecto. El Fiihrer escuché cl texto de Foerster
con el bastén de Nietzsche en la mano. Se lo habia regalado
su hermana. Nietzsche, en cambio, habia escrito, en 1887, 2
‘Theodor Fritsch: «Pero, en resumen, equé eree Vd. que
siento yo cuando el nombre de Zaratustra sale de la boca de
los antisemitas?» ”.
Y algo en lo que no se suele reparar: este, aparentemente
despiadado predicador del superhombre, contrajo la difteria,
y la disenteria cuidando, voluntariamente, a enfermos conts-
giosos.
‘Terminamos. Nietesche intuyé, antes que nadie, que la
modernidad se aproximaba a su fin. Nadie ha criticado tan
despiadgdamente a su tiempo como él. Su inconformismo
fue radical. Carg6 sobre sus hombros, débiles y enfermizos
desde la infancia, la pesada tarea de crear tna neva cultura,
de subvertir todos Jos valores recibidos. Acudié al mundo
clisico para resucitar viejos y olvidados ideales de educa-
cién, En hoteles de mala muerte, aterido de frio y castigado
por fuertes dolores de cabera, quiso hacer frente al debilita-
miento de las instituciones de su época. Sod con un mundo,
en el que fuese posible desear el eterno retorno de lo igual.
‘Todos sabemos que sucumbié en su empresa. Su metafisica
trdgica le condujo 2 la locura. No sabemos si fue 0 no el
lilimo metafisico de oceidente, pero lo que si es cierto es
que nadie ha intentado nunca una revoluci6n de tanto alean-
‘ee cous la suya, Y tampoco parece que nadie le haya iguala-
do nunca en fuerza visionaria. Buena prueba de ello es que,
‘casi un siglo después de su muerte, nos hallamos plenamente
envueltos on la crisis que él predijo, en la crisis de la moder-
nidad.
Ibid. 209.
”
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La reconstruccién de Dilthey:
bisqueda humilde
de lo relativo
1, Dilthey y Nietzsche *
Hegel pretendid una explicacién total de la realidad. Le
dolian los desajustes de la vida, pero los integraba. Supo
asomarse al abismo del mal en la historia, pero sin cacr en la
desesperacién. Describié con crudeza la caducidad de los
pueblos y de los individuos, pero siempre creyé en el triunfo
de una finalidad oculta. Los despojos de la historia servian
para algo. De tanta muerte surgia nueva vida. Siempre se
salva lo esencial. Su poderosa vision religiosa de la vida le
impulsaba a confiar en el triunfo final del plan divino. Su
Dios siempre tenfa razén.
" Para el desarrollo de ese aparcado, me apoyo, sobre todo, en Paz,
El pensimiento de Dilthey (Fondo de Culsura Econmics, México 1973)
“He liao también los prologos de Ima ase traduccidncastelana de loe
dice primeros voldmenes de ln obras de Dilthey, publicados tambien por
Fondo de Cultura Econémica ete 1944-1963. De especial interés me ha
sido a introduecion al volumen VII, gue lleva por tala BI manda bistro.
‘Ours estudios valiosos que he tenido en cients: F. Diar de Cerio, W.
Dilber y el problema del undo hutoico. Eseudi genttee-evolati, com
‘naa biblografa general san Fors, Barcelona 1959); rtvodncion ola
filesfa de W. Dithey Quan Fors, Barcelona 1963); C. Moya, Ineraciny
efit eel pensentene de ithe (Boda Jan March, Haid
BCon Nietzsche, la cosmovisién hegeliana salta hecha
aficos. En el capitulo anterior hemos sido testigos aténitos
de la subversi6n nietzscheana. El profeta del superhombre
desmomt6, pieza por pieza, el bien trabado sistema hegelia~
no. La esperanza de Hegel, fundada en una reconciliacién
final de todos los antagonismos, es denostada pot Nietzsche.
Al evocador de Zaratustra le estallan todas las herencias
centre las manos. Nada de lo recibido le convence. De ahi que
se apreste a «lilosofar con el martillo». El resultado fue una
acumulacién de escombros y ruinas. En el plano filoséfico,
Nietzsche carecié de piedad. Hemos visto que rechaz6 sin,
matices el universo axiol6gico heredado; ridiculiz a casi
todos los filésofos que le precedieron; declaré inservible la
cultura de su época; pronuncié su gran maldicién sobre el
cristianismo; consum6 su desarraigo lanzando duras diatri-
bas contra Tos alemanes. En las paginas anteriores hemos
cevocado el precio de tanta rebelidn: soledad y, durante los
‘ltimos 11 aos, locura
Estamos ante dos sistemas de pensamiento radicalmente
antagonicos. Es muy posible que, a finales del siglo XX, nos,
sintamos incapaces de asumir el aplomo afirmativo de He-
gel. Desde su muerte, lo real y lo racional han consumado,
con excesiva frecuencia, su sangrante divorcio, Por otra
parte, es bien comprensible que Nietzsche nos dé miedo
Habria que poseer una psicologia muy fuerte para soportar
su furia destructiva
Pienso que tal vez. Dilthey pueda ser un buen mediador
centre Heegel y Niewsche, Fue un hombre apacible, amable,
integrador, dialogante. Evocé con frecuencia el antagonismo
de los sistemas filosoficos, pero nunca practicé Ia polémica.
Es el gran tedrico de la hermenéutica, el forjador de la
distinci6n entre ciencias naturales y ciencias del espiritu.
Dedie6 toda su vida a reflexionar sobre estas dtimas. Su
legado alcanza los 32 voltimenes. A pesar de esta amplia
produccién, Ortega y Gasset lo lama «genial tarcamudo de
Ia filosofia». ¥ es que Dilthey nunca logré erear un sistema
filoséfico. Multiplicé los esbozos, los borradores, los
proyectos, ls fragmentos, Raramente termin6 alguno de los
%
proyectos iniciados. Al final nos dejé escritos sueltos, pero
no una obra completa y acabada,
Alguien ha llamado a Dilthey «anciano filésofo y joven
pensadore. Y es que su mente nunca envejeci6, Mantuvo
siempre una ejemplar vivacidad intelectual. A ello contri-
bbuy6, sin duda, la atmésfera de miisica y poesia en la que se
movia
Las historias de la filosofiacalifican a Dilthey de «filéso-
fo de la vidae, También Nietzsche suele entrar dentro de esta
clasificacién, Pero, como veremos, su talante frente a la vida
es bien diferente del de Dilthey.
‘Afirmar de alguien que es «fil6sofo de la vida» no parece
muy iluminador. En efecto: parece que la vida humana, con
sus enigmas y vicisitudes, deberia ser el tema de toda filoso-
fia y no sélo de la de Dilthey. Sin embargo, hay algo de justo
en esta atribu es que a Dilthey lo distingue una
machacona insistencia en este tema. El es consciente de que
también otros fildsofos han cstudiado ¢l tema de la vida,
pero cree que lo han hecho parcialmente, que se han fijado
Sinicamente en aspectos parciales de la vida. Su ambicién va
mucho més alla: quiere analizar le vida en toda su compleja
invegeidad. De ahi que se abra al campo de la cultura, de la
literatura, de la religion, del arte y de tantos otros ambitos de
Ja vida, La filosofia de Dilthey se abre a la experiencia total,
plena, no mutilada,
Dilthey definia la vida como