Está en la página 1de 2

Buenas tardes a todos los presentes.

María Fernanda Heredia, gracias por trasladarnos a través de sus


palabras a otro mundo. He titulado este discurso:

LOS NUDOS DE MI PULSERA


La pregunta y seguramente el dilema hoy en día es: ¿Qué es la vida?, y es que la vida puede definirse
de varias maneras; puede ser todo y a la vez nada. Tal vez no podría dar un significado universal, ya
que es probable que en Marte científicamente sea lo mismo, pero emocionalmente nunca tendría
un significado.

La vida, se puede asemejar a un trampolín, una montaña rusa, una pulsera, o a un lazo siempre
enredado; que impacienta cuando lo intentamos desatar, pero que una vez logrado, te llena de
tranquilidad y felicidad. Qué más que un rin de boxeo, donde estás ganando y torturando a tu
contrincante; cuando de la nada recibes un golpe que te deja inconsciente y no sabes si hacerte el
fuerte, seguir magullado, fingir inconciencia y huir fácilmente.

La vida es como los resortes de papel, si los estiras rápidamente se encogen y sí repites la acción
pueden romperse por su fragilidad. Así sucede en nuestro diario vivir, casi siempre queremos
conseguir lo que nos proponemos, sin embargo, se presentan muchas situaciones contrarias a
nuestros objetivos.

Por ejemplo, imaginen que nacen en una familia donde tu papá con sus actos, muestra total
indiferencia hacia tu mamá; como si en ningún momento la haya amado. En esta situación cuando
eres pequeño no te das cuenta y actúas como si todo estuviera bien, a pesar de que no te gusta
estar en tu casa porque el ambiente es asfixiante, así que tienes tres opciones: la primera; te
conviertes prácticamente en un deambulante, porque prefieres estar en cualquier otro lugar que
no sea tu casa. La segunda; te deprimes a tal punto que no sabes si tu vida tiene algún valor o sería
mejor todo sin ti, porque te sientes el problema. La tercera comprende las anteriores, esta produce
la más desagradable sensación; la cual se opone a nuestros ideales y genera ganas de querer renacer
en una mejor vida o simplemente, dejar de existir.

Han pasado varios años, pues ahora eres un estudiante de secundaria; haces amigos y podríamos
considerarlo como uno de tus mejores logros. Parece todo un sueño, hasta sufragar puedes ya, ¿qué
te podría quitar tal regocijo?

Cuando crees que la tormenta se quedó con tu niñez, empieza a llover a cántaros; mientras te dan
la triste noticia de que tu madre debe irse lejos para poder seguir siendo tu sustento; esto gracias a
la inoportuna crisis económica que llegó sin previo aviso, junto con su íntima amiga: la dolarización.
Te resistes, pues no quieres quedarte solo, ya que tu único soporte, consuelo y refugio no estará
por un periodo indefinido. Tu corazón vuelve a estremecerse, a contristarse, a no querer ya sentir
más. No sabes qué hacer, tú mente divaga, no sabes quién eres ni hacia dónde vas.

Es el momento perfecto, donde aparecen los “amigos” para cumplir su destacado papel. Ellos son
solo quieren tu bienestar en todo tiempo. Por ello, se desprende la idea de hacer una fiesta para
dejar de pensar tanto en las circunstancias y sonreír, así sea por un par de horas. En medio de la
diversión, en medio de risas, fotografías, confesiones y un toque de alcohol; graban y suben una
historia, la que entre tanta algarabía navegó por la red, se podría decir que había viajado hasta
Urano en cuestión de minutos.
Pero no ha pasado ni un día, debes ir a tu colegio, aun con el miedo que te carcome y al mismo
tiempo con una leve esperanza que te anima a creer que todo estará bien. Al llegar, tus compañeros
parecen asombrados, sientes todas sus miradas como tentáculos que se adhieren a tu piel. Todos
te ven con desprecio, pues por lo general las fotos dicen más que mil palabras, aunque en este caso
la foto miente; eso a nadie le importa, nadie te cree, todos te señalan y tratan mal. Ante los demás
eres la única culpable, los amigos dejaron de ser, se olvidaron que los necesitas, se olvidaron de lo
que es la amistad, o es más probable que jamás entendieron ese concepto.

Te sientes sola, muy sola, incomprendida y una perfecta desconocida para el resto del mundo… lo
único que quieres es despertar de esta pesadilla. Pero no todo está perdido, porque la lluvia, aunque
parezca una daña planes, siempre trae claridad después del torrencial.

Me pregunto: ¿Qué es lo típico que hace una persona cuando se siente mal?, tratar de sentirse bien,
¿verdad? A pesar de que no lo logre en primera instancia, porque todos esos desgarradores
sentimientos, se duplicarán y te harán callar.

Después de todo ese jugo extraído directamente del inframundo a tu mesa, aparece alguien; que
justamente no es un conocido, familiar o amigo; pero que se da cuenta con tan solo mínimos
detalles, que estás atravesando por un sin número de problemas, y sigilosamente te demuestra que
no estás sola y te ayuda a desatar esos nudos, mas no a cortar la pulsera porque así lo permites al
darte cuenta de que hay alguien que cree en ti.

Sé que en algún momento ustedes tuvieron que desatar al menos uno de estos nudos en su vida; si
fue o no así, dale siempre gracias a Dios y valora todo lo que tienes. Porque la vida siempre estará
llena nudos, sin embargo, eres tú, quien al final decide desatarlos por más difíciles que parezcan,
utilizarás los dientes si es necesario, tal vez los dañes todos en el intento, pero saldrás de aquel
problema, podrás verte surgir y ser cada día ser mejor.

“No te desesperes por el mañana, pues cada día trae su propio afán”.

Gracias a todos por escucharme, hasta luego.

También podría gustarte