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MOTIVACIÓN PARA DIRIGIR

Dirigir empresarialmente es tratar de obtener los objetivos planteados,


llevando el timón del buque de la empresa o negocio en las manos, por
medio de un equipo de personas- los empleados de la empresa- y con los
medios materiales de que se dispone. Eso se llama en la empresa
“gestionar” los recursos para alcanzar los fines.

Pues bien, para ser un buen Gerente hay que llevar o sentir dentro el deseo
de querer dirigir al grupo, querer pilotar ese buque. Y esto es por tanto una
vivencia interior. Con las motivaciones que sean – de prestigio, de hacer
carrera, económicas, sociales- tener activado ese deseo o esa motivación
de estar dispuesto ya para tomar la salida.

INTELIGENCIA

Sin entrar en debates de que si es mejor ser muy listo para ser buen
dirigente o si es mejor ser muy “pillo”, un profesional de la empresa, dotado
de lo que se llama “una buena cabeza” o “una cabeza bien amueblada” tiene
siempre más posibilidades de éxito que aquel de cabeza poco dotada o
“medianía” hablando en términos de inteligencia. Aunque no se trata de
coeficiente de inteligencia puro y duro. La inteligencia natural abarca otros
muchos aspectos y recovecos mentales, de mayor amplitud, A esto nos
referimos. Una buena inteligencia dentro de una buena y formada
personalidad.

La inteligencia no va unívocamente ligada a un buen expediente académico


o unos altísimos resultados en unos test. Esto influye pero no es definitivo. Y
además, la inteligencia sola, aislada de los otros factores, llevan a un perfil
de fracaso en la gerencia de una empresa.

CAPACIDAD DE ANÁLISIS Y DE SÍNTESIS

Se trata de esa condición mental de la persona humana de poder desarrollar


una idea o un problema, por ejemplo, desbrozándolo hasta sus últimas
consecuencias. Y de poder hacer lo contrario, de un cúmulo de
circunstancias o de datos, poder llegar a un síntesis o conclusión global.

Así, de este modo, la capacidad de análisis sería como una pirámide bien
apoyada por su base. Y la capacidad de síntesis sería esa pirámide
invertida.

Ambas capacidades se precisan para el ejercicio del día a día de la vida


profesional de un Gerente. Cada mañana, se presentan sobre la mesa del
Gerente, multitud de problemas y cuestiones sobre las que hay que tomar
decisiones. Pero antes hay que analizarlas, estudiarlas. Y después, tomar la
decisión que corresponda.

Además, con frecuencia hay multitud de informaciones y de datos sobre uno


o mil problemas de la empresa. Todos juntos, así esparcidos sobre la mesa
o sobre “el cerebro” del Gerente, llevan al caos e inviabilizan la toma
correcta de decisiones, impidiendo tener un conocimiento adecuado de la
situación. Hay que hacer un ejercicio de síntesis. Globalizar todo aquello y
sacar consecuencias válidas.

Por eso estas capacidades de mentalidad analítica y mentalidad de síntesis


son siempre necesarias.

CAPACIDAD DE COMUNICACIÓN

Es la capacidad de llegar a los demás, de saber hablar y saber escuchar. Es


la posibilidad de entender y hacerse entender. Sin ella, el Gerente de los
tiempos actuales está condenado, por lo general, al fracaso. El ordeno y
mando... y ¡a callar!, puede seguir vigente en muchas empresas, pero no
suele ser el mejor sistema. El Gerente que se rodea de incomunicación
vertical y horizontal, y que arrea un “látigo” con su mano y dice para sus
adentros o para sus “afueras”: “si quieres lo tomas y si no lo dejas. ¡Ahí está
la puerta!”, será relativamente frecuente en esta sociedad nuestra, pero no
será nunca un buen Gerente o directivo. Y con frecuencia... acabará
fracasando en una u otra forma.

Un buen Gerente sabe comunicar a su gente. Les transmite sus órdenes,


sus entusiasmos, sus objetivos... Les motiva y les tiene informados. Se
dirige a ellos, recibe sus opiniones. La comunicación interna en la empresa
se verá favorecida siempre ante un Gerente comunicador.

DOTES DE PSICOLOGÍA

Todo aquel que manda sobre un grupo de personas debe de ser un poco- o
un mucho- psicólogo. Esto debemos de traducirlo como que debe saber
conocer a la gente. Entenderla en sus extractos psíquicos, lógicamente
hasta donde esto es posible y conveniente. El no es un doctor psicólogo. Se
trata de otra cosa.

Siendo observador, sabiendo escuchar y analizando actitudes y reacciones


del personal, el Gerente ha de saber conocer bien a su grupo de
empleados, sus recursos humanos. Y así con un trato desigual- que no
quiere decir injusto ni de favoritismos- ha de tratar a personas desiguales
psíquicamente hablando. Una buena dosis de ésta “psicología” le viene muy
bien al Gerente para dirigir a su grupo.

CAPACIDAD DE ESCUCHA

Ya hemos mencionado varias veces en este trabajo esta capacidad. Es


importante saber oír y escuchar al personal. A los mandos intermedios de la
empresa, a nuestros colaboradores más directos, a los diferentes
empleados de la organización. No es cuestión solo de tiempo-siempre
escaso por supuesto- es más bien de actitud de escucha. De estar en los
momentos de conversación o diálogo abierto a recibir los inputs de nuestro
interlocutor.
Lógicamente, no se trata de estar hablando a todas horas con todo el
mundo. Es otra cosa. Es ese saber captar mensajes, informaciones o datos
que nos dice o quiere decir nuestro interlocutor. El mayor enemigo de esta
capacidad- enemigo, por otra parte, muy frecuente- es el querer hablar
siempre nosotros, el egocentrismo en la conversación. Esta actitud egoísta
del trato con los que nos rodean, impide escuchar. Y el Gerente tiene y debe
de saber escuchar.

ESPÍRITU DE OBSERVACIÓN

Es otra capacidad mental y de nuestros sentidos de poder estar atentos para


captar bien, en sus justas dimensiones y términos, aquello que ocupa
nuestra atención en cada instante. Observación conlleva dedicar la atención
necesaria. La observación puede ir referida a cuestiones tangibles o
intangibles, materiales o espirituales. El espíritu de observación que se
concreta en de “ser buen observador” es una cualidad muy apreciable en un
Gerente o directivo. Aunque tiene sus dificultades y quizás precisa un cierto
entrenamiento.

Es, en cierto sentido, lo contrario del espíritu “frívolo” en sentido amplio, del
que pasa por todo, lo mira todo y no se entera de nada. Del que no capta
bien los matices y las formas de las cosas.

Aplicado al mundo de la empresa. Se requiere observación frente al trabajo


de nuestros empleados, frente al comportamiento de nuestros clientes y
competidores, ante el desarrollo de nuestros negocios o ante el aluvión de
avances tecnológicos, por poner unos pocos ejemplos.

Para todas las situaciones del desarrollo de cada día de un directivo se


precisa tener un buen espíritu de observación. Esto permitirá ir por delante,
verla venir como suele decirse.

DOTES DE MANDO

Es evidente que quien está al frente de un grupo humano y tiene que


dirigirlo- tal como sucede en la empresa- ha de saber mandar. Esto no
admite discusión alguna. Luego el Gerente deberá tener dotes de mando,
aptitudes para hacerlo. Y decisión interna para ello.

Cómo sea ese mando ya es otra cuestión. Desde el mando puramente


autoritario, de jerarquía y organigrama, hasta el mando netamente diluido en
unas prácticas de autocontrol y autodominio del empleado, hay un largo
trecho. Un buen equilibrio sería aquel que combina adecuadamente el
“ordeno y mando” con “la comprensión”. En este caben diversas figuras,
pero el Gerente no puede tener miedo al mando ni huir de él cuando se hace
necesario.
CAPACIDAD DE TRABAJO

La capacidad de trabajo, podemos entenderla como la posibilidad de pasar


muchas horas trabajando, con intensidad alta, la necesidad de largas
sesiones de trabajo en equipo con colaboradores, de negociación con
clientes o proveedores, de análisis de problema de la empresa, por poner
unos breves ejemplos.

Requiere constancia, “aguante” físico y mental, paciencia y perseverancia en


la tarea que se tiene entre manos. Es una capacidad necesaria para
soportar la dura lucha que, con frecuencia, ha de librar cada mañana y cada
atardecer un Gerente, con frecuencia solo- al final- ante su problema y su
necesidad de tomar decisiones.

ESPÍRITU DE LUCHA

Un Gerente ha de ser un luchador. Un gladiador en medio del circo, repleto


de leones. La vida de la empresa es cada vez más dura y exigente. La
competencia entre empresas y negocios, con frecuencia salpicada de
trampas, zancadillas y mucha agresividad, hace que haya que salir a la
palestra del mercado y de la sociedad a ganar la batalla de cada día.

No son tiempos de gentes medrosas, ni timoratas. No sirven los que tienen


miedo y vacilan ante la toma de decisiones empresariales o se quedan
clavados en la rutina de cada día, siempre más cómoda que ir a por todas y
pelear en el mercado de la empresa.

Este espíritu de lucha no ha de entenderse como un espíritu agresivo, capaz


de llevarse por delante y “triturar” al que se ponga por delante, ha de
entenderse, más bien, como espíritu deportivo, de lucha en pos del
triunfo...pero, sin ir “cortando cabezas” o “dejando cadáveres “ por doquier.

PERSEVERANCIA Y CONSTANCIA

Ya las hemos mencionado antes como componentes básicas de un perfil


gerencial. Sin esa perseverancia renovada de cada mañana, ni esa
constancia de la brega ante todas las dificultades- que seguro aparecerán
en el horizonte de la empresa- no es posible la mayor parte de lo señalado
hasta aquí.

FORTALEZA MENTAL Y FÍSICA

Quien no está ni se siente fuerte por dentro y por fuera, es decir en su


mente, en su psiquis y en su cuerpo, lleva un fuerte lastre para dirigir bien la
nave de la empresa. Y con frecuencia, andará a bandazos.

La fortaleza mental y física se tiene, pero también se adquiere y se


mantiene. Esto lo saben bien aquellos Gerentes o directivos que organizan
su vida en base a dedicar un “algo” de su tiempo a este aspecto de la
conservación de un buen nivel mental y físico.
La solución no va por la vía equivocada –aunque bastante de moda en los
últimos años entre los profesionales jóvenes y llenos de lógicas ambiciones
de progreso- de buscar estímulos artificiales. No está en el uso de
sustancias o productos que momentáneamente estimulen la mente, ayuden
a soportar la presión y el esfuerzo, apoyen la capacidad de hablar y dar
buena imagen. Esto es una forma de engañarse que lleva al fracaso más o
menos rápidamente. Y no sirve apoyarse en ejemplos del mundo
circundante.

La fortaleza mental y física se mantiene por medios tan absolutamente


naturales, como la combinación de los tiempos de trabajo, de descanso, de
vida de familia, de relación social, de ejercicio físico, de algún pequeño
hobby... En la vida del Gerente y el directivo seguramente ocupará mucho
más tiempo-medido en horas- el trabajo que el resto. Pero esto, que no es
cuestión tanto de cantidad como de calidad, no ha de llevar a anular todo lo
demás.

CAPACIDAD DE LIDERAZGO

Este aspecto es quizás el que está más de moda en estos momentos. Los
gurus de la vida de la empresa, casi siempre con nombre en inglés y
residencia en los EEUU, han descubierto el valor del liderazgo en las
organizaciones. Algo que siempre ha sido absolutamente obvio.

No cabe ser un Gerente- perdurando en el puesto- sin capacidad de


liderazgo. Los empleados de la empresa necesitan al “patrón” de la
embarcación que es la empresa, requieren que alguien les guíe con sentido
hacia alguna parte.

El líder, que ha de estar dotado de la mayor parte de las capacidades y


aptitudes mencionadas antes en este trabajo, es aquel que toma el timón y
dice ¡seguidme! Y los demás, que creen en él y en sus posibilidades, le
siguen. Pero ese espíritu de liderazgo se viene abajo, ante actitudes tales
como el autoritarismo, la incomunicación, la inconstancia, la falta de un
criterio objetivo, los bandazos de carácter o de trato...

INTEGRIDAD MORAL Y ÉTICA

Quizás sea este uno de los puntos más discutidos en esta cuestión que nos
ocupa. Es posible que buenos Gerentes que lean hasta aquí, dejen de estar
de acuerdo en este punto. Parece como si la integridad moral y la ética ya
fuesen cuestiones de otra galaxia, poco terrenas en el siglo XXI.

Nuestra opinión es que no es así. El que no tiene o no actúa con integridad y


ética en su vida profesional o al frente de sus negocios, busca el beneficio
de su empresa y el alcanzar sus objetivos como sea, a costa de lo que sea,
sin barrera.
La moral y la ética empresarial parecen poner cotos y límites a esa
actuación. Y así
es en efecto. Existe la licitud y la ilicitud de los actos, también en la vida de
la empresa. No todo vale. No todos los medios son justos ni debieran
usarse.

Lo contrario es la selva, la lucha a cualquier precio. Todos haríamos lo


mismo, al margen de leyes y sin barreras. Y la experiencia demuestra que
quien actúa, al frente de sus negocios, sin el menor resto de moralidad y
ética, acaba siendo devorado por esos mismos métodos. Otros harán con él
lo mismo que él hace con otros. Y además, existe siempre un rechazo
colectivo a los comportamientos sin ética ni moralidad.

Y, por terminar este punto, el Gerente o directivo ha de ser una persona que
pueda dormir tranquilo, sin el sobresalto de lo que pueda suceder por
desarrollar su trabajo y su importante función empresarial, lejos de todo
comportamiento moral y ético.

ESPÍRITU CRÍTICO

Hemos dejado para el final esta faceta, tan importante en la vida y en el


mundo moderno. El Gerente debe de tener espíritu crítico. Ha de ser capaz
de no dejarse llevar por la corriente, de no tragarse “ruedas de molino”. Ha
de saber discernir entre toda la información que le llega, aquella que es
fiable de la que no lo es. La que le interesa de aquella que es irrelevante o
no sirve. Y esto es una actitud tan válida a la hora de una reunión de trabajo
con sus colaboradores como ante la lectura de la prensa o el ver la TV.

Sólo con espíritu crítico es posible una toma acertada y fundamentada de


decisiones. Y esto es tarea diaria de un Gerente. Tomar decisiones que la
empresa requiere que sean acertadas.

De todo lo anterior pudiera concluirse que el Gerente ha de ser una especie


de Superman. Y esto es verdad a medias. De un lado no se requiere dar el
100 por 100 en todas las capacidades y aptitudes reseñadas. Eso sería
imposible. De otro, cuanto más y mejor se detenten todas o parte de ellas,
mejor preparado se estará para el ejercicio de un puesto gerencial.

Se habrá ya reparado que no hemos indicado nada acerca de la titulación


académica, la formación profesional o la experiencia del Gerente. Y así
es. Se debe a que esa es otra dimensión. Estos componentes curriculares
de un Gerente, sin duda ayudan, son herramienta válida. Pero la cuestión
primordial es que sin esa serie de capacidades que hemos comentado,
formando parte del perfil personal en mayor o menor medida, es más difícil
triunfar como Gerente
LA INFORMACION DE LO PÚBLICO, LO PRIVADO Y LO INTIMO

CUENTA Y RAZON
Carlos Soria

La información de lo público, lo privado y lo íntimo es un tema espinoso, difícil,


pero ineludible. Están demasiadas cosas en juego.

No sólo se trata de encontrar las diferencias existentes entre el periodismo y


una simple faena de comadres. Hay algo más.

Está en juego, sobre todo, un modo de pensar y vivir la vida. Apostar por un
pensamiento dialéctico o armónico, recrearse en el gusto por la disociación o
mantener a capa y espada que pensar es unificar; aceptar que el individuo es
el primer principio, y lo público lo secundario y mínimo o intentar racionalizar la
sociedad para resolver el individualismo radical. Tener de la modernidad una
comprensión cronológica o una comprensión cultural.

Todo esto y quizás mucho más, está sobre el tapete porque el fenómeno de la
información pública está dando a la dimensión social del hombre un relieve sin
precedentes.

CINCO CONCLUSIONES ANTICIPADAS

Precisamente porque el tema tiene fuertes raíces y fuertes ramas, vale la pena
formular desde el principio, con la mayor claridad posible, las ideas centrales
de este artículo:
a) El ámbito de lo que puede ser objeto de información y comunicación
pública se determina con ayuda de tres categorías básicas: existe lo
público; existe lo privado; y existe lo íntimo. Me parece, pues,
insuficiente la clasificación del ámbito de lo informable sólo en dos
categorías básicas, por ejemplo, lo íntimo y lo público, o lo privado y lo
público.
b) Existen diferencias entre el ámbito íntimo, privado y público. Son
diferencias de orden cultural, no diferencias físicas ni matemáticas. Lo
íntimo, lo privado y lo público tienen la unidad de la persona humana;
reflejan la diversidad de la persona humana; y aspiran a la armonía y la
coherencia propia de la personalidad humana.
c) Lo íntimo es sólo informable, es decir, objeto de información y
comunicación pública, si se dan dos condiciones, la primera condición
requiere que la intimidad haya sido exteriorizada libremente,
voluntariamente, por la persona que es su sujeto, y la segunda es que
esa exteriorización voluntaria de la intimidad tenga relevancia
comunitaria.
d) Lo privado no es, en principio, objeto de información y comunicación
pública. La regla general es, pues, la exclusión de lo privado del objeto
de la información. Pero precisamente por tratarse de una regla general
admite excepciones. Cabe el consentimiento, a través del cual se
legitima la transferencia de lo que es privado al ámbito de la información
pública. Y cabe también informar de lo privado --aunque no exista ese
consentimiento o incluso contra la voluntad del interesado-- si esos
hechos, acciones o circunstancias privadas tienen una conexión
inmediata, directa y clara con el ámbito de lo público.
e) Lo público es el ámbito propio de la información y la comunicación
social. Lo público ha de tratarse públicamente. Las excepciones a la
publicidad de lo público, si existen han de ser mínimas y plenamente
justificadas por la defensa y salvaguarda de un derecho que sintetiza
todos los intereses sociales: el derecho a la paz.

ENTRE LA ABSOLUTA SOLEDAD Y LA ABSOLUTA PUBLICIDAD

El hombre es uno y el mismo desde que nace hasta que muere. Es uno y uno
mismo, aunque cada hombre sea en su vida múltiple y diverso. Como una
fuente o como un río de muchas aguas.

También el hombre es, desde lo íntimo a lo privado o lo público, uno y único.


No se divide la persona en múltiples personajes, en todo caso, los diferentes
personajes que el hombre ha de desempeñar en el ámbito privado o público,
son en realidad, una misma e idéntica persona.
Entre la absoluta soledad --esa soledad radical y alegre donde el hombre
encuentra la verdad de su propia vida-- y la absoluta publicidad donde el
personaje lucha por imponerse a la persona, veía García Morente infinitas
gradaciones y matices: desde el clamoroso silencio del yo viviente hasta el
confuso ruido de la persona que se hace sociedad.

EL AMBITO DE LA INTIMIDAD

La intimidad es, como ha escrito Desantes, algo tan singular que solamente se
da en el hombre: referida a su mundo interior, la intimidad sólo puede existir en
la medida en que el hombre es consciente de ella y comprende su sentido; es
la intimidad algo insondable porque admite una profundidad sin límites teóricos;
genuina, incapaz de toda ficción o dramatización; punto de apoyo y de partida
para la proyección de la persona en la vida social; instancia que filtra y
amortigua las influencias no deseadas por la persona.

Quizá así se entiende lo que González Gaitano ha dejado escrito: la intimidad


no es ni la vida privada ni la vida pública, pero en toda vida --privada o pública--
está presente la intimidad y debe ser respetada.

Toda la fortaleza sustantiva de la intimidad se hace fragilidad pura al plantearse


su comunicación. Hasta el punto de que algunos de nuestros contemporáneos
piensan que resulta incomunicable. Tendrían razón si la intimidad fuera un
juego de la imaginación y de la abstracción en busca de la propia
individualidad. La intimidad resulta incomunicable si se confunde con
subjetividad, pero no si se entiende como una realidad trascendente.

La fragilidad informativa de la intimidad quiere decir otra cosa: quiere decir que
la intimidad se destruye en tanto en cuanto es conocida por otro. Se da así una
paradoja que ha descrito muy bien María A. Desantes Fernández: por una
parte, el concepto objetivado de intimidad se fundamenta en el espacio que,
consciente y voluntariamente, le atribuye su titular, la propia persona. Ni la ley
ni el criterio de historicidad pueden configurar la esfera de protección de la
intimidad voluntariamente comunicada o, por el contrario, asaltada, manipulada
o robada desde fuera por un extraño se destruye por el simple hecho de su
comunicación: a partir de ese momento ni es intimidad ni puede volver a serlo.
Dicho con otras palabras: sólo la voluntad personal puede convertir la intimidad
en objeto de información; pero la información de la intimidad es su misma
destrucción.

Desde esta perspectiva, me parece irreprochable la decisión de regalar la


intimidad a la información o enajenarla por un precio. ¿Algo se opone a
contratar gratis o por dinero la redacción de unas memorias íntimas con la
finalidad de editarse? Lo que quizá sea reprochable es otra cosa. De la
intimidad nace toda la ternura humana, la percepción poética, los sentimientos
más nobles; pero también de la intimidad del hombre nace toda la vileza, toda
la miseria, todo el horror de los que el hombre es capaz. Toda intimidad es
comunicable. Toda intimidad comunicada se quema y se destruye. El
problema que subsiste es resolver una cuestión de educación: ¿en qué sede
tiene sentido sacar afuera la intimidad, comunicarla voluntariamente, quemarla
y destruirla?

COMUNICACIÓN PRIVADA O PUBLICA DE LA INTIMIDAD

La necesidad de que la comunicación de la intimidad se produzca en su sede


oportuna plantea el tema de su finalidad. ¿Para qué se comunica la intimidad?
Adelanto que la respuesta a esta pregunta arroja también mucha luz sobre la
sede adecuada para manifestar la intimidad.

Ha escrito Amando de Miguel, con humor pero con pleno sentido, que aquellos
que viven de airear su vida sentimental o su conducta extravagante o
escandalosa, en el fondo, se hallan cerca de la prostitución porque comercian
con su cuerpo. ¿Existe algún ámbito, alguna sede, donde tenga sentido sacar
afuera la vida sentimental, las extravagancias o los escándalos? Posiblemente
sí, pero lo que es seguro es que el ámbito de la comunicación pública no es su
ámbito adecuado.

La riqueza de la vida social está en la riqueza de sus mediaciones. La


ausencia o inutilización de las mediaciones no conduce al hombre a
constituirse en autosuficiente o en superhombre, sino a vivir en desamparo y en
fragilidad. Los propios medios de comunicación, que son esencialmente
mediadores sociales, ni pueden ni deben monopolizar la mediación. Hay
cosas, por decirlo de una forma gráfica, que deben darse a conocer sólo y
exclusivamente en la sede familiar, o en el pequeño círculo de amigos, o en el
Consejo de Administración de una pequeña o mediana sociedad anónima, o en
la consulta de un médico, de un siquiatra o de un abogado, o ante la rejilla de
un confesionario, o en unas cuartillas autógrafas de uso restringido. Lo que
resulta inadecuado e ineficaz es desplazar la comunicación que pertenece a
estas sedes y trasladarla hasta la mediación pública de un periódico, una radio
o una televisión.
En la comunicación de la intimidad pueden darse todas las finalidades
imaginables, pero cuando esta comunicación quiere hacerse social y pública se
requiere de una determinada y precisa finalidad: que aquello sirva para la
construcción de la comunidad, es decir, que tenga relevancia comunitaria.
Corresponde, en primer término, a cada persona calibrar si su intimidad tiene
ese valor y corresponde, en todo caso, a los informadores profesionales afirmar
o negar el pretendido valor comunitario de aquella intimidad.

EL MUNDO O EL ABSOLUTO FUERA

Pensaba Ortega que el mundo es la total exterioridad, el absoluto fuera, que no


consiente ningún fuera más allá de él. El único fuera de ese fuera que cabe es
un intus, un dentro, la intimidad del hombre.

Desde la pared externa de la intimidad se extiende lo privado y lo público, se


despliega en sucesivas gradaciones desde la privacidad micrográfica hasta la
máxima expresión de la publicidad, que es --en frase de Desantes-- la vida
política o la vida externa del político.

A diferencia de la intimidad, que era genuina e incapaz de ficción o dramatismo,


el mundo exterior, el fuera, es el mundo de la representación, de la soberanía
compartida y limitada, el mundo de la participación, donde la propia vida se
entrelaza y completa con la vida de los demás. Desde su intimidad el hombre
se proyecta hacia fuera tal cual es, pero su dimensión social requiere ya un
rostro, un gesto, un lenguaje, unos silencios, presencias y ausencias sociales
que dan a su vida una dosificación de dramatismo. No deja de ser significativo
que Ortega, en 1946, dijera que lo político tiene siempre ingredientes de
teatralidad porque se desarrolla de cara al público y se expresa de una manera
metafórica.

LO PRIVADO Y LO PUBLICO A LA LUZ DE LAS MEDIACIONES SOCIALES

La línea que en ese fuera señala las categorías de lo privado y lo público está
claramente influida por un factor histórico. Hay una percepción variable de lo
que es privado o público en función del tiempo, de las revoluciones, o de la
forma de entender el hombre y los hombres. Así la cuestión se ve zarandeada
por la pretensión de politizar todo --¡todo es público-- o de privatizar todo -¡todo
es privado!-.

La divisoria entre lo público y lo privado se mueve también a impulsos de los


propios actos personales. Hay hombres que acotan un campo mayor o menor
de privacidad que otros. Y personalidades que en sí, por la función que
desempeñan, o por circunstancias sobrevenidas, ven concentrarse sobre ellos
todos los ojos, lo que les supone una reducción más o menos temporal de su
privacidad.

También aquí --en la delimitación cultural de lo público y lo privado-- el sentido


de las mediaciones sociales ayuda al acotamiento. La pregunta básica sigue
siendo ésta: ¿qué finalidad tiene el hacer pública una información?.
El interés comunitario de la información admite grados y una cierta
jerarquización. No parece defendible una posición maniquea, puramente
dualista, que viniera a afirmar que lo que ocurre fuera o no tiene ningún interés
comunitario o tiene un interés comunitario tan grande que la información debe
adquirir la cualidad de información pública.

Todo lo que ocurre en ese fuera, todo absolutamente, tiene un interés


comunitario. Nada de lo que ocurre en el mundo exterior es irrelevante en
términos sociales. La cuestión decisiva es entender que todo tiene relevancia
comunitaria pero en relación a un determinado ámbito social; todo es relevante
en términos sociales precisamente por su engarce con la adecuada mediación
social.

La vida familiar en el sentido más amplio; la vida personal religiosa; la salud o


la enfermedad; la vida moral personal, con sus virtudes, errores y miserias; o el
ocio y el descanso constituyen actividades de relevancia social, que pueden y
deben ser conocidas en un ámbito vertebrado por el amor o la amistad, pero
que fuera de ese ámbito son informaciones desplazadas y, por tanto, inútiles.
El conocimiento de la vida privada sólo necesita una mediación privada y agota
su conocimiento en el ámbito privado.

SOLO EXCEPCIONALMENTE LO PRIVADO ES INFORMABLE

El principio de que no puede ser vulnerada por la información pública la vida


privada, constituye la regla general. Sólo por excepción cabe informar
públicamente de las dimensiones que integran la vida privada. Así ocurrirá
cuando lo privado tiene -circunstancialmente o no- una conexión con lo
público.

Cuando un político --un ministro, por ejemplo-- mantiene en su vida privada


relaciones con una modelo acusada de espía soviética, el asunto --se ha
escrito en nuestros días-- pasa lógicamente de las páginas frívolas a los diarios
serios.

Ocurre así por dos razones. En primer lugar, porque la vida privada tiene
siempre un valor ejemplar social y una influencia en el comportamiento público.
Pero es que, además –es forzoso conocerlo-, el ámbito de lo privado en los
hombres públicos es siempre menor –en razón de su función- que en los
ciudadanos corrientes.

Es, pues, la conexión clara, directa e inmediata de lo privado con lo público, lo


que excepcionalmente, restrictivamente, autoriza a mediar de forma pública en
ese ámbito privado.

PUBLICA PUBLICE

El viejo aforismo romano –publica publice- ha conservado toda su vigencia. La


comunicación pública se justifica plenamente porque versa precisamente sobre
las cosas públicas. Si lo público tiende de modo frontal a la construcción de la
comunidad, la comunicación pública tiene también ese fin. Por eso se puede
decir con razón que comunidad y comunicación son nociones
interdependientes. No existe comunicación sin la existencia de un ámbito
público; pero tampoco existe la comunidad sin la mediación de la comunicación
pública.

AVISO IMPORTANTE

Los medios informativos son ellos mismos parte de lo público. Con


independencia de que sean gestionados por actores públicos o privados, los
medios de comunicación social –mediadores de la comunicación pública-
cumplen siempre una función pública. Por eso deben ser un modelo de
transparencia. Como parte de esa función pública corresponde a los medios
de información –a empresarios y periodistas- decidir qué es lo íntimo, lo privado
y lo público a efectos informativos.

Y sólo después de que acierten o narren al decidir la información, serán los


jueces –llegado el caso- los llamados a decir la segunda y definitiva palabra.
TALENTO HUMANO

El talento humano es el recurso más importante para el funcionamiento de


cualquier entidad. Si el elemento humano está dispuesto a proporcionar su
esfuerzo, la entidad marchará, de lo contrario se detendrá.
Con el propósito de que nuestra Institución sea cada vez más eficiente y eficaz,
debemos adoptar nuevos valores, buscar soluciones y no culpables, atacar las
acciones y no las personas, gerenciar inculcando el liderazgo participativo y no
la obediencia, diseñar organigramas más horizontales y menos complejos,
escuchar al trabajador de los niveles operativos, hacerlo parte del proceso
decisorio ¿Quiénes mejor que ellos, conocen las necesidades de la empresa?
Pero, sobre todo, el gerente debe concientizarse de que el Talento Humano es
lo más importante de una empresa y qué sólo a través de un mejoramiento de
la Comunicación y la Capacitación Continua, podremos llegar a tener un
desarrollo pleno de nuestros recursos y así poder enfrentar el cambio
exitosamente. El talento humano constituye por tanto la ventaja competitiva de
las empresas, su verdadero conocimiento.
En una empresa, la comunicación como factor clave del talento humano se
entiende como el conjunto de mensajes que se intercambian entre los
integrantes de la organización, así como entre ésta y el entorno donde se esté
desarrollando. Sin ella, es casi seguro que no podría existir nada, ya que es la
base para construir estrategias y planear la subsistencia de la actividad
empresarial. La comunicación constituye por tanto un pilar que permite al
empleado el logro de todos los objetivos empresariales. Constituye herramienta
fundamental de la planeación, ejecución y posterior control de las estrategias
administrativas, de la retroalimentación de las fallas y de la prevención de las
mismas.
Dentro de las empresas se presentan inconvenientes, problemas y
malentendidos porque la comunicación no es realmente efectiva y las
directrices para el desarrollo de un trabajo no son las adecuadas. Muchas
empresas han fracasado en sus intentos por implementar programas de
cambio o estrategias de transformación, porque sus sistemas de comunicación,
tanto internos como externos, han sido deficientes gastando una gran cantidad
de esfuerzo y dinero difíciles de recuperar.
La Administración del Talento Humano consiste en la planeación, organización,
desarrollo y coordinación, así como también control de técnicas, capaces de
promover el desempeño eficiente del personal, a la vez que la organización
representa el medio que permite a las personas que colaboran en ella alcanzar
los objetivos individuales relacionados directa o indirectamente con el trabajo.
Significa conquistar y mantener a las personas en la organización, trabajando y
dando el máximo de si, con actitud positiva y favorable. Representa todas
aquellas cosas que hacen que el personal permanezca en la entidad.

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