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RESUMEN DEL CASO

La Ley N° 26271 creó el derecho a los denominados "pases libres" y "pasajes


diferenciados" para el uso de los servicios de transporte a nivel urbano e interurbano
dentro del ámbito provincial, los cuales benefician solamente a las personas
mencionadas en la referida ley.

En realidad, lo que el derecho a pases libres y pasajes diferenciados supone, es la


obligación de las empresas de transporte de no cobrar pasajes a los miembros de la
Policía Nacional del Perú que hacen uso de sus vehículos para movilizarse de un lugar a
otro, y de cobrar medios pasajes a los estudiantes universitarios y escolares, de tal
manera que éstos no paguen más del 50% de lo que normalmente se cobra a un pasajero
adulto.

Ante los beneficios creados por la Ley N° 26271 en favor de policías, bomberos,
estudiantes universitarios y escolares, más de cinco mil ciudadanos, en su mayoría
transportistas, choferes y cobradores, interpusieron una demanda de inconstitucionalidad
contra sus artículos 1°, 2°, 3°, 4° y 5° de dicha ley.

En concreto, lo que pretendían los demandantes era que se declare la


inconstitucionalidad de las normas que creaban los pases libres y pasajes diferenciados
que obligaban a las empresas de transporte urbano e interurbano de pasajeros a no
cobrar pasajes a policías, y cobrar sólo medio pasaje a estudiantes universitarios y
escolares.

La demanda fue resuelta por el Tribunal Constitucional en una sentencia que la declaró
infundada sobre la base de dos argumentos. El primero de ellos gira en torno a la
definición del servicio de transporte como un servicio público, y el segundo en torno a
los alcances de la intervención estatal respecto de actividades de especial interés
público.

DERECHOS CONSTITUCIONALES AFECTADOS

Los demandantes plantean la demanda de inconstitucionalidad contra los artículos 1°,


2°, 3°, 4° y 5° de la Ley Nº 26271, Ley que norma el derecho al pasaje libre y pasaje
diferenciado cobrado por las empresas de transporte urbano e interurbano de pasajeros,
por considerar que dicha norma vulnera la Constitución en lo que toca al derecho de
igualdad (inciso 2), artículo 2°, a los deberes primordiales del Estado (artículo 44° de la
Constitución), al rol económico del Estado (artículo 59° de la Constitución), al
pluralismo económico (artículo 60° de la Constitución) y a la libre competencia
(artículo 61 0 de la Constitución).

ROL DEL ESTADO EN LA ECONOMÍA

Nuestro régimen económico, según el artículo 58° de la Constitución, se ejerce dentro


de una economía social de mercado. Este es representativo de los valores
constitucionales de la libertad y la justicia, y, por ende, es compatible con los
fundamentos axiológicos y teleológicos que inspiran a un Estado Social y Democrático
de Derecho. En ésta imperan los principios de libertad y promoción de la igualdad
material dentro de un orden democrático garantizado por el Estado.

De manera que, dado el carácter “social” del modelo económico establecido en la


Constitución vigente, el Estado no puede permanecer indiferente a las actividades
económicas, lo que en modo alguno supone la posibilidad de interferir arbitraria e
injustificadamente en el ámbito de libertad reservado a los agentes económicos.

El Estado emerge como garante final del interés general, desde el momento en que su
tarea consiste en la intervención directa para satisfacer una necesidad real de la
sociedad, cuando la colectividad y los grupos sociales, a los cuales corresponde en
primer lugar la labor de intervenir, no están en condiciones de hacerlo.

No cabe duda que el Estado puede intervenir de manera excepcional en la vida


económica de los particulares, a fin de garantizar bienes constitucionales que pueden
ponerse en riesgo por las imperfecciones del mercado y respecto de los cuales existe un
mandato constitucional directo de promoción en tanto actividad y/o protección del
grupo menos favorecido.

LIBRE COMPETENCIA

El concepto de libre competencia al que apunta la Constitución Política del Perú se


adscribe al cuadro más amplio de la libertad económica. Como tal supone dos aspectos
esenciales:

a) La libertad de acceso al mercado por parte de los diversos agentes económicos.

b) La libertad de iniciativa o actuación dentro del mercado.

Desde la primera perspectiva, queda claro que quien tiene la capacidad de producir
un bien o prestar un servicio, debe acceder al mercado en condiciones
autodeterminativas, esto es, sin que nadie (ni el Estado ni el resto de agentes
económicos) pueda impedir o restringir dicha participación.

Desde la segunda perspectiva, es evidente que tras haberse accedido al mercado, se


debe gozar de la suficiente capacidad de autodeterminación para competir conforme a
las propias condiciones y variables económicas impuestas por la llamada ley de la oferta
y la demanda.

Configurada en la forma descrita, la libre competencia aparecería, en principio, como


una libertad presuntamente ilimitada en tanto la competencia misma es en esencia un
fenómeno de la realidad. Ocurre, sin embargo, que el hecho de que tal fenómeno
responda a circunstancias de suyo fácticas no significa tampoco que no existan o no
puedan darse desde el Derecho elementales criterios de limitación.

Dentro de tal contexto, no se trata naturalmente de que el Derecho intervenga con el


objeto de alterar las reglas propias del mercado, sino más bien (y en eso reside su
intervención) de garantizar que este funcione de la manera más correcta y efectiva y que
a su vez ofrezca la garantía de que las propias condiciones de libre competencia que la
Constitución presupone, estén siendo realmente cumplidas. Intervenciones en el ámbito
de acceso al mercado pueden darse, por ejemplo, cuando el producto o servicio que
pueda ser ofertado no se encuentre permitido por la ley. Por el contrario, intervenciones
en el ámbito de la autodeterminación dentro del mercado pueden darse, cuando tras la
puesta en movimiento de las propias reglas que lo caracterizan, se generen situaciones
distorsionantes de la libre competencia, como sucede con los monopolios o las prácticas
dominantes.

LIBRE MERCADO

Supone, por un lado, el respeto a la propiedad, a la iniciativa privada y a una libre


competencia regida, prima facie, por la oferta y la demanda en el mercado; y, por otro,
el combate a los oligopolios y monopolios.

CONTENIDO ESENCIAL DE LA LIBERTAD DE EMPRESA

El contenido esencial de la libertad de empresa comprende tanto la libertad de creación


y acceso al mercado, como la libertad de organización, la libertad de competencia y de
cese de actividades.

EL DERECHO A LA LIBRE CONTRATACIÓN

Establecido en el inciso 14) del artículo 2° de la Constitución, se concibe como el


acuerdo o convención de voluntades entre dos o más personas naturales y/o jurídicas
para crear, regular, modificar o extinguir una relación jurídica de carácter patrimonial.
Dicho vínculo -fruto de la concertación de voluntades- debe versar sobre bienes o
intereses que poseen apreciación económica, tener fines lícitos y no contravenir las
leyes de orden público.

Tal derecho garantiza, prima facie:

• Autodeterminación para decidir la celebración de un contrato, así como la potestad de


elegir al co-celebrante.

• Autodeterminación para decidir, de común acuerdo, la materia objeto de regulación


contractual.

A lo expuesto debe agregarse que la libertad contractual constituye un derecho


relacional, pues, con su ejercicio, se ejecutan también otros derechos tales como la
libertad al comercio, la libertad al trabajo, etc.

ROL SOCIAL DE LA ECONOMIA SOCIAL DE MERCADO

El Estado social y democrático de derecho, como alternativa política frente al Estado


liberal, asume los fundamentos de éste, pero además le imprime funciones de carácter
social. Pretende que los principios que lo sustentan y justifican tengan una base y un
contenido material. Y es que la libertad reclama condiciones materiales mínimas para
hacer factible su ejercicio. Por ejemplo, la propiedad privada no sólo debe ser
inviolable, sino que debe ejercerse en armonía con el bien común, y dentro de los
límites de la ley.

La seguridad e igualdad jurídicas requieren de una estructura económica adecuada que


haga posible estos principios.

La configuración del Estado social y democrático de derecho requiere de dos aspectos


básicos: la existencia de condiciones materiales para alcanzar sus presupuestos, lo que
exige una relación directa con las posibilidades reales y objetivas del Estado y con una
participación activa de los ciudadanos en el quehacer estatal; y la identificación del
Estado con los fines de su contenido social, de forma tal que pueda evaluar, con criterio
prudente, tanto los contextos que justifiquen su accionar como su abstención, evitando
tornarse en obstáculo para el desarrollo social.

ROL DE INDECOPI

Compete, dentro de sus correspondientes ámbitos sectoriales, la supervisión, regulación


y fiscalización de las empresas que ofrecen servicios al público, así como la aplicación
de las sanciones a que hubiere lugar, en caso de que los oferentes de servicios
contravengan las disposiciones legales y técnicas que regulan su labor, o quebranten las
reglas de mercado que garantizan una competencia eficiente y leal. Deben, asimismo,
actuar con eficiencia en la solución de toda controversia que pudiera presentarse en el
sector que le compete.

Así, el papel de los organismos reguladores puede resumirse en la función de


suministrar el marco regulador necesario a fin de promover nuevas inversiones, así
como el ingreso de nuevos operadores, desarrollando al mismo tiempo mayores niveles
de bienestar para los usuarios de los servicios bajo su supervisión.

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