Está en la página 1de 7
Introduccién. Familia e individuo: dos sistemas en evolucién ‘Aungue Ja familia es la unidad de observactén que sirve de sustento a nuestras jones, el principal interés que nos mueve es investigar al individuo y la complejidad de su conducta por medio de la, comprensién de su desarrollo en el seno de aquella. Le posicién de la familia como punto de encuentro entre necesidades indioiduales e instencias so- ciales, justamente, es 1o que nos ha levado a integrar di- vyersas modalidades de interpretacién del comportamiento homano. En este sentido, por un lado decidimos observar la fami- lia como un sistema relacional que supera a sus miembros individuales y los articula las formulaciones de los principios vilides para Jos sistemas Por otro ypusieron Bowen Searles (1974). Todo lacional, exagerado por muchos de lo: diseiplinas atinentes a la familia, utilizamos el método rela- cional con el propésito de obtener una mejor comprensién del hombre y su ciclo evolutivo. Es probable que en la tentativa de integrar Jenguajes y métodos diferentes las cosas se hayan complicado en lugar de simplificarse, pero nos parecié que valia Ia pena correr este riesgo en aras de un objetivo fundamental, a saber, el intento de proporcionar una visién dindmica del individuo en su contexto familiar. 6 Procesos de diferenciacién en el interior del sistema familiar Nuestra investigacién parte del supuesto de que la fa- milia es un sistema actico en trasformacién constante; dicho rganismo complejo que se modifica en el tiempo a fin de asegurar continuidad y crecimiento psieo- social a los miembros que lo componen. Este proceso doble de continuidad y de crecimiento permite que la familia se desarrolle como’ un «conjunto» y al propio tiempo asegura Ja diferenciacién de sus miembre La necesidad de diferenciacién, de expresién del simismo, de tonces con la necesidad de cohesién y de mantenimiento de la unidad del grupo en el tiempo. De esta manera se hace posible que el individuo, con la seguridad de su per- teneneia a un grupo familiar suficientemente cohesionado, se diferencie poco a poco en su si-mismo individual; en esto proceso so volverd cada vez menos esencial para el fun- cionamiento de su sistema familiar de origen, hasta que al fin se separe de este y pueda constituir a su vez, con fun- ciones diferentes, un sistema nuevo. Diversos autores han deserito en el desarrollo psicolégico del individuo la progresién gradual de un estado de fusién- indiferenciacién a un estado de diferenciacién y de sepa- racién cada vez mayores. Hoy sabemos que este camino no s6lo esti determinado por estimulos biolégicos y por la Peripecia de la diada psicolégica madre-hijo (Mahler et al., 1978), sino por el conjunto de los procesos de interaccién que tienen por teatro un sistema de referencia siguificativo nis amplio, como lo es la familia. A juicio de algunos in- vestigadores, por ejemplo Bowen. 1a impronta fami- liar es tan determinante quo el nivel de autonomia indivi- dual se puede definir muy precozmento en la infancia, y ¢s previsible su historia futura, «sobre la base del grado de diferenciacién de los progenitores y del clima afectivo do- minante en la familia de origen». La unidad estructural que contribuye a determinar la au- tonomia individual de cada quien es Ja xelacién triangular ue se instaura entre progenitores e hijo; en esta, el tercer elemento, que cada uno de los tres representa por turno, constituye el término de cotejo para cualquier interacciéa entre los otros dos. Y en efecto, en una relacién dual ex- clusiva es imposible Ja diferenciacién si ninguno de los fendida como necesidad quien, se integra en- 16 dos interactuantes consigne definir con respecto a quién se debe producir Ia diferenciacién. Ser gante que pretendiera definir su posici6 tun nico punto de referencia. Atin en que la relacién parece diddica, por ejemplo en las familias do un solo progenitor o en las parejas, comprobamos que cada uno de los miembros forma parte de una amplia red de relaciones que incluye a las respectivas familias de ori- gen. En Ja relacién més circunscrita se reflejan los innume- ables triéngulos que cada individuo integra en aquellas. Toda familia va creando y deshaciendo sus propios tridn- gulos relacionales, y estas peripecias condicionan la evo- lucién de su estructura. En virtud de interacciones que permiten a los miembros experimentar lo que esté permiti- do en la relaciéa y lo que. no, se forma una unidad sisté- mica gobemada por modalidades de relacién que son pro- pias del sistema como tal y susceptibles de nuevas formu- laciones y adaptaciones con el paso del tiempo, segin cam- Ban las aecesidades do Tos thembros fod y del grupo como un todo. La posibilidad de variar estas mo- dalidades relacionales permite a cada quien experimentar nuevas partes de si mismo, en que se espeja el grado de diferenciacién adquirido en el interior de la familia, Cabe suponer que, para diferenciarse, cada miembro ten- rd que ensanchar y deslindar un espacio personal por Ja via de los intercambios con el exterior; asi definird su iden- tidad, Esta se enriquecerd en la medida en que el individuo aprenda y experimente nuevas modalidades relacionales que Je permifan variar las funciones que cumple dentro de los sistemas a que pertenece, en momentos evolutivos diver- s05-y con personas diferentes, sin perder por ello el sen- tido’de su personal continuidad (Menghi, 1977). La capacidad de trasladarse de un lugar a otro, de par- ticipar, de separarse, de pertenecer a subsistemas diversos permite desempeiiar funciones diferentes de las que otros cumplen, trocar unas funciones por otras y adquirir nuevas, Proceso en el cual se expresarén aspectos més y mis dife. renciados del propio si-mismo, Esto enfenta a la familia con fases de desorganizacién, necesarias para modificar 1 equilibrio de un estadio y para aleanzar un equilibrio mis adecuado, En este proceso se pasa por periodos de inestabilidad en que son reajustadas las relaciones de cohesién-diferenciacién entre Jos miembros, Son fases ca- racterizadas por Ja eonfusién y la incestidumbre, y por Ww ello mismo sedalan el paso hacia nuevos equilibrios fun- ionales que se alcanzarin sélo si la familia puede tolerar al acrecentamiento de Ia diversidad La analogia con los fenémenos ygicos es sorpren- dente. En efecto, los miembros de un sistema se compor- tan como las células de un organis ‘al curso de la evolucién embriogenttica, Un con| confuso se convierte poco a poco, se de i maciones provenientes del niicleo y de los tojidos circun- antes, en un érgano especifico compuesto por células que poseen caracteristicas y funcfones diferentes. De esta ma- nera, Ja funcién cobra una dimensién doble: es una carac teristica de cierta eélula, pero al mismo tiempo el pro- dueto de Ia interaccién con otras y con el patri- monio genético. Del mismno modo, humano, en virtud de un intercambio continuo de conduc- tas‘informaciones, cada i al par que se diferen- cia, adquiere una identidad especifica y funciones pecu- iares que evolucfonan en el tiempo, Estas funciones, que Jos miembros de un sistema han negociado ticitamente, pemniten Ia adaptacién al ambiente y el despliegue de Ja vida de relacién. La mudanza en Jas funciones de uno de los miembros produce el cambio contempordneo en Jas funciones complementarias de los demis, y ¢s lo que ca- racteriza tanto al proceso de crecimiento del individuo cuanto a Ja continua reorganizacién del sistema familiar en el curso del ciclo vital. Pero no siempre esta evoluctin se puede producir. En efecto, a veces sucede que las reglas de asociacién que gobiernan al sistema familiar impiden Ja individuacién y Ta autonomia de Jos miembros. Esta falta de autonomfa, expresada en Ia impostbilidad de modificar las funciones ‘con el paso del tiempo, determina que las personas coexis- tan s6lo en el nivel de funciones, esto es, las constritie a vivir solamente en funcién de los demés. En una situacién asi, todos los miembros experimentan Ja dificultad de afir- mar y reconocer la identidad de s{ mismas y de los dems; ninguno podré elegir libremente entre poner en escena cier- tas funciones 0 dejar vacio el papel, sino que estarén constrefidos a ser siempre como el sistema To impone (Pi- perno, 1979). Si de hecho los procesos de diferenciacién se tienen que efectuar dentro de un sistema en que preexisten ex- pectativas especificas con respecto a las funciones de cada 18 quien, Ja individuacién de los miembros tropezaré con serios obsticulos. Por ejemplo, si los padres obligan a un nifio a comportarse de continuo como ura persona madu- za, exigiéndole las prestaciones de un adulto, el pequefio deberd hacer wn esfuerzo para adecuarse a esa demanda; este empefio seré el precio que tiene que pagar para man- tener una relaci6n en que le va mucho. Ahora bien, el re- sultado final ser una progresiva alienacién en la funcién que le asignaron; el desequilibrio entre la prestacién que Te demandan y la madurez emotiva que deberia acompa- aria, pero que él no tiene, asimilaré su conducta a un recitado automético. Su situacién se agravard con poste- rioridad si en algin momento se le requieren prestaciones contradictorias con la conducta adulta; por ejemplo, que siga siendo pequefito y no alcance la ‘maduracién sexual, Esto inevitablemente disminuiri su posibilidad de diferen- iarse en todos los campos en que Jas demandas son con- flictivas 0, por lo menos, muy desequilibradas. Si Ia funcién representa el conjunto de las conductas que ‘dentro de una relacién satisfacen Jas demandas reciprocas, es evidente que, segtin las familias, puede cobrar una con: ‘notacién positiva 0 una negativa. En el primer caso, cada quien adquiete poco a poco una imagen diferenciada de si mismo, de los demés y de si respecto de los demis, que puede ser «proyectada» en el espacio. Esto supone que cada uno sabe que puede compartir su espacio personal ‘con el de los demis, pero sin sentirse constrefiido a existir s6lo en funcién de ellos. Para que el encuentro produzca i » es necesario que no se lo , sino que ocura sobre Ia base de un intercambio real en que cada participante da y re- cibe al mismo tiempo. En cambio, la funcién cobra una connotacién negati- va cuando st asignacin es rigida e irreversible 0 cuando entra en contradiccién con la funcién biclégica; es el caso en que la funcién patema se asigna a un hijo y no al pa- dre, Esto determina ‘una alienacién progresiva del indi- viduo més involucrado, a expensas del desarrollo de su stmismo y de su espacio personal. Cuando este proceso tiende a hhacerse imeversible, rigido © indiferenciado, se engendra la situacién patolégica. Si el hijo asume la fun- cién del padre —y no en momentos de imperiosa necesi- dad, sino de manera indiscriminada y sin limites tempo- rales, esa funcién se convertiré en una céxcel para él y 19

También podría gustarte