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Carla Prestigiacomo

Análisis discursivo de El humorismo de R. Gómez de la Serna

Por sus características, el ensayo se presta especialmente a un análisis discursivo. Siendo un


enunciado básicamente monólogico, el locutor muestra su subjetividad estructurando a su antojo el
tema elegido y disponiendo jerárquicamente su material lingüístico (los elementos léxicos, la
colocación de los adjetivos y la estructura sintáctica y semántica), tanto en el plano
macroestructural como en el microestructural. La organización sintagmática del texto y el diferente
peso atribuido a cada enunciado, las secuencias expositivas – que pueden entrelazarse con breves
secuencias descriptivas o, incluso, con secuencias dialogadas -, el recurso a citas en discurso directo
o indirecto, o la adopción de modalidades enunciativas y registros diferentes, son los instrumentos
de los que dispone el locutor para construir un enunciado cuya intención es fundamentalmente
argumentativa.
Un discurso con características similares parece rehuir de cualquier clasificación genérica
definitiva. Aún sin considerar la amplísima bibliografía relativa a los aspectos estrictamente
teóricos, nos podemos hacer una idea de la dificultad a la hora de definir el término ensayo leyendo
las entradas de los principales diccionarios, los cuales despachan la cuestión de la siguiente manera:
“Obra o escrito, generalmente breve, en que se trata de alguna materia sin el aparato ni la extensión
propios de un tratado completo”1, “Composición literaria constituida por meditaciones del autor
sobre un tema más o menos profundo, pero sin sistematización filosófica.” 2 o, finalmente, “Escrito
en el cual el autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito. Género literario
al que pertenece este tipo de escrito.”3

Efectivamente, tanto la heterogeneidad discursiva y secuencial, como la absoluta libertad de


temas hacen del ensayo el “género antigenérico”4 por excelencia, “el gran prototipo moderno, la
gran creación de la modernidad”5, aunque, como es sabido, cuente con notables antecedentes
clásicos6.

1
Julio Casares, Diccionario ideológicos de la lengua española, Barcelona, Gustavo Gili, 1992.
2
María Moliner, Diccionario de uso del español, Edición electrónica, Versión 2.0 monousuario, Madrid,
Gredos, 2005.
3
D.R.A.E., 22ª ed., www.rae.es. La Real Academia incluye la entrada Ensayo en este sentido sólo en 1869.
Para un análisis exhaustivo de la historia del término, remito a Manuel Alvar, "Historia de la palabra ensayo
en español", en Ensayo, Málaga, Diputación provincial de Málaga, 1980, pp. 11-43.
4
Pedro Aullón de Haro, “El género ensayo, los géneros ensayísticos y el sistema de géneros”, en Vicente
Cervera, Belén Hernández y Mª Dolores Adsuar (editores), El ensayo como género literario, Universidad de
Murcia, Murcia, 2005, 15.
5
Ibídem.
1
Es indiscutible, sin embargo, que sea cual sea el tema tratado o la modalidad discursiva
elegida, el ensayo es el terreno ideal de la subjetividad humana, espacio en el que el sujeto
enunciador, más que transmitir nociones, interpreta, sugiere, propone. Sólo es definible, en palabras
de Aullón de Haro, “mediante la habilitación de una nueva categoría, la de libre discurso reflexivo”7
cuyas formas de lenguaje se encuentran en una zona intermedia, es decir “entre los géneros
científicos y los géneros artísticos, entre la tensión antiestándar del lenguaje artístico y la
univocidad denotativa promovida por el lenguaje científico.”8
Dicho esto, es fácil reconocer en Ramón Gómez de la Serna una de las mejores voces de este
género “impuro”.
Adentrarse en el Ramonismo significa sumergirse en el piélago de su escritura proteica, de su
inmensa producción literaria, de su inagotable voluntad creadora, recreadora y, a la vez, destructora.
Sí, porque crear, en Ramón, es antes que nada, deshacer, descomponer, romper con todos los
clichés, sociales, políticos, literarios, lingüísticos... Todo, en su laboratorio de alquimista, adquiere
forma y sentido nuevos, desde el más anodino objeto del Rastro hasta el más noble de los temas
literarios. Probablemente nadie como él, con resultados más o menos meritorios, ha querido ensayar
todas las posibilidades de la creación literaria.
“Pescando” diariamente greguerías, género definitorio por antonomasia de la realidad
ramoniana, el escritor madrileño dedica su vida a la exploración de las formas del discurso literario.
Exceptuando el verso, y después de unas breves incursiones en el mundo del teatro, somete a
auténtica subversión todas las formas literarias en prosa, investigando desde el entramado textual,
hasta los elementos de la microestructura, haciendo de la palabra – sometida continuamente a
procedimientos compositivos, derivativos y neológicos – el instrumento privilegiado de su afán
renovador.
Se han vertido ríos de tinta sobre su contribución a la evolución de las letras españolas, sobre
su influencia en la poesía del 27 o, incluso, sobre su presunta afinidad con el generalísimo. Lo cierto
es que nos ha dejado novelas, cortas, grandes, de la nebulosa, superhistóricas y falsas; biografías,
autobiografías, artículos, conferencias y... ensayos, demostrando la fragilidad de las categorías
impuestas por la tradición y las teorías de los géneros literarios.
Dicho esto, hay que preguntarse hasta qué punto una distinción genérica se ajusta a sus
páginas, impregnadas por un espíritu experimentador y en las que el personaje Ramón, real o
ficticio, actúa constantemente, filtrando y fundiendo el mundo, cortando y rescribiendo, y forjando

6
Si bien cuenta con algunos antecedentes griegos y latinos, es Montaigne el primero en usar el término
ensayo para una forma literaria que se hace expresión de una época de grandes cambios culturales en que el
ser humano se confronta sistemáticamente con el mundo exterior.
7
Ibídem, p. 17.
8
Ibídem, p. 19.
2
en ellas – en sus páginas - una única gran obra que abarca toda su parábola existencial y artística. La
naturaleza polimórfica y flexible del discurso ensayístico, la función predominante que en él
adquiere la voz autorial, probablemente convierten el ensayo en la superestructura privilegiada para
aprehender a Ramón y, a través de él, a la convulsa atmósfera que caracteriza la creación literaria
del primer tercio del siglo XX.
No disponiendo del espacio suficiente para proponer una lectura panorámica de la función que
desempeña su amplísima producción ensayística, o pseudoensayística -término más adecuado para
reflejar las dificultades categoriales que ésta presenta- me centraré en uno de los textos que
mayormente arrojan luz sobre su obra y sobre uno de sus aspectos más controvertidos: el
humorismo9.
Publicado por primera vez en 1930 en la Revista de Occidente10, Gravedad e importancia del
humorismo, es incluido un año después en Ismos11, con el escueto título de Humorismo.
El ensayo se compone de seis secciones de distinta extensión, cada una de las cuales
desarrolla un aspecto diferente del tema tratado. En la primera propone distintas definiciones de
humorismo; en la segunda, como un químico, analiza los elementos que lo componen (grotesco,
sarcasmo, bufo) y los que quedan excluidos (chiste, retruécano, tomadura de pelo, burla, chotes); en
la tercera presenta las definiciones que del humorismo nos han dejado escritores y filósofos; en la
cuarta, analiza la función “existencial” del humorismo12 y su relación con la muerte, subrayando
cómo “Los momentos de supremo humorismo han sido al borde de la tumba” (219); en la quinta, la
más breve, examina los humorismos europeos (el de Italia, Francia, Inglaterra, Alemania y Rusia) y
el norteamericano. Finalmente, en la sexta sección, constata la importancia del humorismo en el arte

9
Se trata de una faceta que, de alguna manera, ha contribuido a una interpretación distorsionada de la obra
del escritor madrileño durante mucho tiempo. Sin pretender restar importancia al papel que juega el elemento
humorístico, sobre todo en la época más esplendorosa de la vanguardia, no se puede negar que en Ramón el
humorismo adquiere un tinte trágico que marca su producción literaria. En 1947 escribirá: “El alma del
escritor, humorística a ratos y a ratos trágica, debe ser un alma en pena, extasiada en sus divagaciones,
maestra en invenciones pintorescas pero sin dejar de contar ni un momento con el Dios intrincado de la
muerte -al que anuncia ese ángel que se llama el genio de la muerte- y en definitiva sólo absorbido en medio
de la tenaz tarea con el mismo Dios reflejado más allá de la muerte.” (Prólogo a las novelas de la nebulosa,
en El hombre perdido, Madrid, Espasa-Calpe 1962, p. 16).
10
Ramón Gómez de la Serna, “Gravedad e importancia del humorismo”, en Revista de Occidente, n. 28,
1930, pp. 348-391.
11
Ramón Gómez de la Serna, Ismos, Biblioteca nueva, Madrid, 1931. Para mi estudio he utilizado la edición
de Guadarrama, Madrid 1975, pp. 197-232. Después de cada cita del texto indicaré solamente la página.
12
El humorismo es, en síntesis, lo único que se le ha concedido al hombre para afrontar su existencia: “El
humorismo español está dedicado a pasar el trago de la muerte, y de paso para atravesar mejor el trago de la
vida. No es para hacer gracias, ni es un juego de enredos. Es para transitar entre el hambre y la
desgracia.” (217).
3
contemporáneo13 y en el cine de Charlot, gracias al cual el humorismo adquiere el poder profético
que Ramón explicita en el epílogo de su ensayo:

En el espejo del cinema se han mirado las gentes más serias y se han afeitado rostro y alma según la
imagen anterior de ese espejo.
Ya nadie lleva un bigote fastuoso y erizado, sino bigote de forma humorística. El solemne alemán va
contrarrestado en lo que tiene de imponente gracias a su bigote humorístico.
El humorista se ha adelantado al gran contraste que será la tierra caliente, y con sentido humano junto a la
tierra al cabo de la consumación de los siglos fría y con una sonrisa desdentada frente a otros mundos
vivos y lejanos.
El humorista se puede decir que adivina el final del mundo y obra ya un poco de acuerdo con la
incongruencia. (232)

La densidad de contenidos a la que he aludido, la disposición secuencial del texto, las diversas
modalidades del discurso elegidas y la peculiaridad de la materia lingüística, requerirían un análisis
tan detallado que sobrepasaría los límites de este estudio. Sin poder responder a todas las cuestiones
que plantea el escritor, me ceñiré a la primera sección, la más extensa junto a la cuarta, en la que,
como he dicho, Gómez de la Serna, con su peculiar estilo, trata de definir el fenómeno del
humorismo y, a la vez, anticipa gran parte de los temas tratados en las demás secciones.
La manipulación de la materia por parte del sujeto enunciador se detecta ya en el título. De
hecho, reduciéndolo al sustantivo Humorismo, Ramón oculta la función catafórica que
desempeñaban los sustantivos gravedad e importancia en el título de la edición de la Revista de
Occidente, y a la vez incluye el humorismo, que él mismo define como “la actitud más cierta ante la
efimeridad de la vida”14 (199), entre los demás Ismos que caracterizaron las artes de principios del
siglo XX.
Sin embargo, la vaguedad del título es aclarada en seguida por los dos primeros párrafos que
sintéticamente anuncian no sólo los aspectos tratados en esta primera sección, sino también aquellos
en que se detendrá a lo largo de su discurso:

Sin querérsele reconocer del todo estado, el humorismo inunda la vida contemporánea, domina casi todos
los estilos y subvierte y exige posturas en la novela dramática contemporánea.
No es una cosa concreta, sino expansiva y diversificada, que ha de merecer concesiones en toda obra que
se quiera sostener en pie sobre el terreno movedizo del terráqueo.15 (197)

13
Sus palabras, en algún momento, parecen desvelar cierta actitud crítica. Por ejemplo, recordando los
intentos surrealistas de los escritores españoles afirma que éstos “incurren en el humorismo más alterado, en
el superhumorismo. Las últimas imágenes dichas con todo empaque poético tienen dislate humorístico,
entremezclas de imposible.” (229)
14
Vuelve a subrayar la dimensión existencial del humorismo a la que me he referido antes. Más adelante
afirmará: “Más que un género literario es una manera de comportarse, es una obligación de alta mar de los
siglos, es una condición de superioridad.” (203)
15
Todos las cursivas en el texto de Ramón son mías.
4
Estas líneas merecen algunas consideraciones a resaltar. En primer lugar, notamos cómo el
sujeto enunciador, mediante el recurso a la forma verbal impersonal – querérsele - , y sobre todo a
la modalidad asertiva, asume el papel de observador objetivo, aceptando de forma neutra la
trascendencia de un fenómeno que inunda y domina la vida y, especialmente, el arte
contemporáneo. Una mirada a la microestructura sugiere algo más. La disposición sintáctica y la red
de correspondencias que crean verbos, sustantivos y adjetivos son reveladoras de la atención que el
escritor dedica a la forma del discurso. En concreto, los verbos inunda y domina enlazan con los
adjetivos expansiva y diversificada y el sintagma verbal exige posturas se liga simétricamente a ha
de merecer concesiones, enfocando la atención del interlocutor en la seriedad curiosamente
oximórica que implica el humorismo. En cuanto a los sustantivos, se nota la presencia de dos
isotopías. En concreto, estilos, novela y obra se refieren al ámbito del arte, mientras que vida y
terreno movedizo del terráqueo aluden a la existencia humana y a la inestabilidad social, e incluso
política, del mundo contemporáneo, temas que, junto con la alusión a la incapacidad de la mujer16
para el humorismo, cierran el ensayo.
Dos notas más. La indeterminación de la proforma léxica cosa anticipa la complejidad de
definición a la que pretende responder el texto17, y el verbo Subvierte insinúa la capacidad del
humorismo de revelar la realidad en su totalidad.

El anuncio de la tesis deja paso al desarrollo del tema. Éste, a primera vista, podría sugerir la
ausencia de una planificación previa, si no se considerara la naturaleza pseudo-caótica de la
escritura ramoniana que, como es sabido, es el reflejo de su concepción fragmentaria de la realidad18
y de un peculiar sentimiento trágico de la existencia humana. En efecto, la estructura secuencial se
presenta discontinua, desplegando una enumeración de párrafos, fundamentalmente expresados

16
El escritor manifiesta una actitud contradictoria hacia la mujer en toda su producción y, también, en la vida
real. En su universo de ficción, si por una parte el ser humano puede integrar su existencia sólo gracias a su
complementario medio ser, por otra las mujeres que cobran vida en sus páginas tienen casi siempre una
connotación negativa. En Humorismo, sin medios términos, explica las razones por las que una mujer no
puede ser humorista: “Una objeción que se hace al humorismo es que no suele ostentarlo la mujer, que la
mujer no es humorista. No es objeción seria esa; porque es que a la mujer se la ha acostumbrado demasiado a
llorar, y el humorismo es una nueva forma para evaporar las lágrimas. (...) Si la mujer no puede ser clown es
porque su coquetería se opone a ello, pero no por una razón antihumorística. Ese impedimiento de ser la que
ha de agradar con sus gracias, mantenidas en un solo sentido de armonía, es lo que evita que entre en la gran
experiencia de las contorsiones ultravertebradas.” (206-207)
17
Esta dificultad es claramente expresada por una intervención metadiscursiva: «Definir el humorismo, en
breves palabras, cuando es el antídoto de los más diverso, cuando es la restitución de todos los géneros a su
razón de vivir, es de lo más difícil del mundo» (198)
18
Esta manera de observar y percibir la realidad no se refleja sólo en la estructura global del discurso
ramoniano, sino también, come se ha dicho, en la función y en la estructura de las palabras mismas. El
recurso constante a la greguería, la presencia de extranjerismos y la creación de neologismos son elementos
fundamentales para poder comprender toda su obra.
5
mediante una modalidad asertiva o imperativa19, cuya breve extensión facilita y justifica el recurso a
una estructura paratáctica. Sirvan de ejemplos los siguientes fragmentos en que se enumeran unas
posibles definiciones de humorismo:

El humor parece que va excitar a la risa, y después aduerme en los sentimental. (...)
El humor es ver por dónde cojea todo, por dónde es efímero y convencional, de qué manera cae en la
nada antes de caer;...
El humor abaja las alcurnias y hace soportable en hecho de la autoridad. (...)
El humorismo tiene que tener genialidad y estar aquilatado, equilibrado y sopesado como nada.
El humorismo una situación sui generis y superior para juzgar la vida que pasa, para desarmar lo
alevoso. (201)

Llama la atención, además, la falta de conectores discursivos, la tendencia a la acumulación y


la continua y hasta obsesiva presencia de la mera reiteración o repetición de las palabras
humorismo, humor – siempre intencionadamente topicalizados - y de los sintagmas nominales que
lo definen; así como de sus contrarios (humorismo sistemático, seriedad, lo serio, cinismo,
amarguismo20):
Hay cosas que encuentra perfectamente serias el humorista y que acaricia como tales, pero sin
considerar esa seriedad más que como actitud momentánea que tiene que rematar un acto de humor,
un resumen jocoso o arbitrario, algo que pruebe que todo eso tan serio y tan emocionante puede tener
un desmentís completo, en última concomitancia con lo vacío y con lo incoordinable. (200)

La seriedad del tema tratado impone una postura, aparentemente, objetiva, una distancia
enunciativa que Ramón expresa también recurriendo a las autoridades científicas. Después de
recordar la etimología del término humorismo – confundiéndolo voluntariamente con humoralismo
y, por lo tanto, vinculándolo a los humores de cuyo equilibrio dependería, para Hipócrates y
Praxágoras, la salud física del hombre - vuelve a la actualidad citando, en discurso indirecto, al
doctor Marañón que “preconiza una inyección de alegría” y, mediante el estilo directo, a Pittaluga,
con el fin de reforzar la impresión de credibilidad y de veracidad que pretende atribuir a su
discurso:
surge el conjunto de las correlaciones bioquímicas humorales, dependientes, a su vez, de la actividad
trófica y glandular o diastásica de las células que integran nuestros órganos, muy en particular los órganos
de secreción interna. Ejercen éstos directa y continua acción sobre el sistema nervioso vegetativo; y por
medio de este último y del plasma sanguíneo, otorgan al sistema nervioso central las cualidades
específicas de nuestra sensibilidad. (198)

19
“No hay que creer que el hombre creado por el humorista es un hombre ficticio, creación abstracta del
intelectual frente al hombre real, que es creación del novelista.” (203) No faltan tampoco momentos en los
que el locutor se expresa mediante modalidad exclamativa o interrogativa: “¡Qué feo es ese humorismo
sistemático de sota, caballo y rey, sin la feracidad sentida del artista!” (200); “¡Qué sé yo cuántos más falsos
síntomas!” (214); “¿Qué es eso de la descarada alegría sin aprensiones últimas?” (217); “¿Que den más
razones y explicaciones?” (232)
20
“El amarguismo hace doloroso el humorismo y antipático, y es obra de mal genio, en vez de ser obra del
mejor genio; un genio tan bueno, que debe ser de algún modo desgraciado” (206)
6
La cita de los dos médicos y la sucesiva alusión a Galeno conectan con la intervención
personal de Ramón, convertido ahora en un sujeto enunciador de un discurso pseudocientífico.
Amparándose en las dos autoridades citadas y tomando como base el lenguaje de la medicina, el
escritor da prueba de cómo la palabra se puede convertir en un instrumento apto para producir
efectos inesperados en el lector:

Se sabe la influencia en la alegría de un buen endocrinismo21 y metabolismo y espero que pronto se


encuentre la glandulilla basamental del humorismo, y a que a los hipohumoristas les podría compensar
una inyección de preparado humorístico.

La actitud epistémica explicitada mediante la expresión evidencial de la forma impersonal del


verbo saber es inmediatamente remplazada por una modalidad más afectiva, como demuestra la
presencia del verbo esperar, en primera persona singular, y del diminutivo glandulilla; finalmente,
las dos creaciones neológicas – basamental e hipohumoristas – preparan a la enunciación de su
hipótesis personal:

Conocidos los glóbulos blancos y los glóbulos rojos en la intimidad del ser, yo supondría unos terceros
glóbulos, que quizá se podrían llamar amarillos y que son los glóbulos humorísticos, que vienen a dar un
sentido superior a la circulación, redimida de su crudeza, consolada de su seriedad, cohonestada de su
rigurosa fórmula. (198)

La intervención humorística del escritor cierra la primera macrosecuencia de la sección y da


paso a la descripción de las propiedades y funciones del humorismo. Una vez más, un párrafo
introductorio anuncia catafóricamente el desarrollo del tema:

En el momento de girar la épica hacia otro avatar, surge lo humorístico como la fiesta más eternal, porque
es la fiesta del velatorio, de todo lo falso descubierto y de todo lo que estuvo implantado, y a lo que le
llega la hora de la subversión. (198-199)

Y, efectivamente, la dimensión subversiva del humorismo es uno de los temas sobre los que
se detiene de forma más detallada. Lingüísticamente la definición se realiza también mediante
expresiones antitéticas. Así el humorismo es el punto de encuentro de los opuestos, una “almohada
de trivialidades, mezclada de gravedades” (199) y, sobre todo, “es una anticipación, es echarlo todo
en el mortero del mundo, es devolvérselo todo al cosmos un poco disociado, macerado por la
paradoja, confuso, patas arriba.22” (ibídem) Sólo a través del humorismo se puede comprender la
realidad porque, como subraya mediante un doble quiasmo “muestra el doble de toda cosa, la

21
Actualmente, en el lenguaje científico, endocrinismo es sinónimo de endocrinopatía. Sin embargo, no se
puede sospechar un desliz del escritor, sino que, probablemente, se trate de una nueva formación y, en
concreto, de un neologismo semántico. Esta hipótesis es confirmada por la presencia de otras dos formas
neológicas: basamental y hipohumoristas.
22
Imposible no reconocer en estas palabras el espíritu que anima toda la escritura ramoniana y,
especialmente, el concepto de greguería.
7
grotesca sombra de los seres con tricornio y lo serio de las sombras grotescas. El humor hace
pariente de la mentira a la verdad y a la verdad de la mentira.”23 (200). Por esa razón no hay que
confundirlo ni con un tropo, ni con un género literario:

El humor, por ser tan extenso de significado, no puede ser considerado como un tropo literario, pues
debe ser función vital de las obras de arte más variadas, sentido profundo de toda obra de arte. (201)
Más que un género literario es una manera de comportarse, es una obligación de alta mar en los siglos,
es una condición de superioridad. (203)

La estructura fragmentaria, la complejidad discursiva y secuencial caracterizan también las


restantes secciones de Humorismo. El recurso a la cita en discurso directo e indirecto, a la greguería
o, más simplemente, a la metáfora, junto al orden de las palabras y la consiguiente topicalización
que define la organización informativa del texto24 merecerían sin duda un estudio mucho más
detallado. Por lo tanto, para concluir diré solamente que a la secuencia acumulativa de párrafos,
muchas veces inconexos, subyace una suerte de clímax temático ascendente que abarca todos los
ámbitos relacionados con el humorismo, desde su dimensión químico–humoral, hasta su relación
con la sociedad, la literatura y, sobre todo, con la existencia humana y su significado. De nada
sirven la seriedad y el amarguismo, porque “Sólo a través de esas disipaciones del humorismo se
entreabre una raja en la bóveda del cielo que deja transparentar el piélago inmenso del vacío, que se
sonríe por la hendidura.” (199-200)

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Manuel Casado Velarde, Introducción a la gramática del texto, Madrid, Arco/Libros, 1993.

23

24
Sobre este tema remito a Catalina Fuentes, La organización informativa del texto, Madrid, Arco/Libros,
1999.
8
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en Revista de filología hispánica, vol. 16, n. 2, 2000, pp. 247-262.

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