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Un cuerpo está en equilibrio indiferente cuando fuerzas externas aplicadas no tienen ningún
efecto sobre el equilibrio, dando a lugar a que encuentre una nueva posición de equilibrio similar
a la que tenía antes de aplicarse las fuerzas. Si un agente externo lo saca momentáneamente de
su configuración de equilibrio original, este no presenta tendencia ni a retornar a su
configuración original ni a apartarse aún más de esta.
Ejemplos:
Los balones en agua o aire, pues al cabo de un tiempo, por muy grande que sea la
fuerza aplicada, estos objetos vuelven a tener una posición de equilibrio semejante a
la principiante.