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Hay, desde luego una distinción esencial entre nuestra construcción de os cardinales y la de los
ordinales. Los ordinales son conjuntos particulares, específicos, en tanto que los cardinales son
objetos que no podemos clasificar aun como conjuntos o individuos.
A este respecto nuestra posición con respecto al carácter de los cardinales es semejante a la
del matemático laborioso respecto a los números naturales: no está interesado en una
definición explicita de los números naturales en términos de otras entidades conocidas, sino
solamente en conocer sus propiedades matemáticas esenciales. En particular requiere que los
números naturales satisfaga a los cinco axiomas de Peano, los cuales pueden formularse en
lógica elemental, independientes de la teoría de conjuntos. Estos axiomas están basados en
tres símbolos primitivos: el predicado “es un numero natural”, el símbolo de operación unaria
“ ~ “ para la función sucesor (intuitivamente, s(x) = x +1), y la constante individual ‘o’ para el
número cero. Los axiomas de Peano son:
P5. 𝑆𝑖
El axioma P3 dice que cero no es el sucesor de ningún numero natural, o sea que expresa el
hecho intuitivamente obvio de que no hay numero natural x tal que.
X+1 = 0
Consideremos X = {n ∈ ℕ : s(n) ≠ n }
Es claro que X ⊆ ℕ
s(1) ƒ= 1
Considerando n ∈ X entonces s(n) ƒ= n, ahora por ser s una función inyectiva
s(s(n)) ƒ= s(n)