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XXXIV Colloque international du GIREA, 2013, 71-90

Relaciones de dependencia en Siria-Palestina


durante la Edad del Bronce Tardío

Emanuel Pfoh
Universidad Nacional de La Plata
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Programa PEFSCEA (Argentina)

El escenario político
Los acontecimientos políticos en Siria-Palestina durante la Edad del Bronce
Tardío (ca. 1550-1150 a.C.) están ciertamente vinculados en gran medida a las
incursiones y presencias extranjeras de los grandes poderes en la región1. A comienzos
del siglo XVI a.C., la expansión militar de Mitanni hacia el oeste produjo el repliegue
de la presencia hitita en Siria septentrional, estableciendo una red de relaciones con los
modestos poderes locales. En este momento, algunos centros urbanos, como Aleppo
y Qadeš, dominaban una periferia de unidades sociopolíticas menores (por ejemplo,
Megiddo, Tunip, etc.). Como indica M. Liverani, esta fase marcó la transición de un
sistema de coaliciones locales dirigidas por reinos como Yamḫad, Qatna y tal vez Hazor, a
un sistema de sujeción a un rey único, poderoso y exterior a Siria-Palestina.
Hacia los inicios del siglo XV comenzaron las expediciones de los faraones
tutmósidas hacia Palestina y Siria, logrando una penetración considerable en el territorio
aunque sin concretar un dominio estable. El control egipcio de toda Palestina y de la
mitad meridional de Siria se alcanzó durante el reinado del faraón Tuthmosis III (1479-
1425 a.C.). Las campañas militares de este monarca se pueden agrupar en tres fases: la
primera, que comprende la campaña del primer año de reinado, y que culminó con la
batalla de Megiddo, le aseguró a Tuthmosis el control de Palestina2. La segunda fase, que
1  Cf. el panorama general en Liverani (2011, 393-410). En mayor detalle, Klengel (1992, 84-180).
2 Cf. ARE, II, §§ 412-43.

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comprende las campañas de los años quinto, sexto y séptimo, culminó con la conquista
de Qadeš y el sur de Siria3. La tercera fase, que comprende la campaña del octavo año
y subsiguientes, extendió el dominio egipcio hasta el río Éufrates, en pleno territorio
de Mitanni, al que le arrebató toda la costa hasta Ugarit y el valle del río Orontes (con
Tunip y Nuḫašše)4. Las campañas del faraón Amenḥotep II (1425-1400 a.C.), sucesor de
Tuthmosis III, no hicieron sino reafirmar el dominio egipcio en la región. Así, la frontera
egipcio-mitannia dividía a los reinos de Aleppo, Mukiš, Niya y Nuḫašše bajo el control
de Mitanni, y a Ugarit, Tunip y Qadeš bajo dominio egipcio. La posterior intervención
hitita en Siria bajo Šuppiluliuma I (ca. 1355-1320), dejó fuera de juego a Mitanni,
reajustando el conjunto de “vasallos” mitannios a hititas (con la también consecuente
reducción de principados bajo sujeción egipcia) y haciendo retroceder la frontera egipcia
de Ugarit a Biblos y de Qadeš a Beqa‘. La segunda mitad del siglo XIV y todo el XIII
fueron, en verdad, de una considerable estabilidad territorial bajo los dominios egipcio e
hitita, a pesar de los intentos egipcios por reajustar el alcance de la frontera septentrional
del imperio en Asia, como lo demuestra, por ejemplo, el enfrentamiento en la famosa
batalla de Qadeš entre Ramsés II y Muwatalli (1275 a.C.).
En suma, la vida política de los reinos locales de Siria-Palestina en este período
estuvo signada mayormente por la intervención y el dominio de poderes foráneos.
Inclusive centros de importancia, como Karkemiš, Amurru y Ugarit, en el norte del
Levante, mantuvieron, cada uno a su modo, una articulación externa vehiculizada por
los intereses políticos y/o económico-comerciales de Egipto y Ḫatti5, hasta que la crisis
general producida durante el siglo XII hizo desaparecer (siquiera, por algunos siglos) no
sólo el dominio exterior de la región sino también la articulación sociopolítica interna de
los reinos o principados locales.
Atendamos ahora a los modos específicos de administración de los territorios siro-
palestinos.
El reino de Ḫatti tuvo una política de administración interna, pero también de
los territorios conquistados, que ha sido caracterizada por gran parte de la historiografía
especializada como “feudal”6. En efecto, la incorporación de los reyes súbditos a la
esfera de control imperial hitita procedía a partir de vínculos personales de relación

3 Cf. ARE, II, §§ 455-75.


4 Cf. ARE, II, §§ 477-83, 491, 498-501, 509, 517-9, 525, 529-34.
5  Cf. Liverani (2011, 463-92).
6  Cf. Archi (1977); Imparati (1982). Sobre la dominación hitita en Siria, cf. Pfoh (2007).

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sociopolítica: el sometimiento se encontraba formalmente sellado a través de un tratado


con cláusulas en apariencia paritiarias, por el que ambos reyes se comprometían a asistirse
mutuamente; asimismo, era también usual que el rey hitita otorgara una de sus hermanas
o una de sus hijas en matrimonio al rey súbdito, como medio de establecer una mayor
influencia dentro de la corte sometida, pero también como manera de crear lazos de
fidelidad personal, a partir de vínculos de parentesco político7.
La presencia egipcia efectiva en Siria-Palestina, bajo la forma de estructuras
permanentes aunque de modesta representación, data de la época de las campañas de
Tuthmosis III y posee la siguiente organización8. Tres ciudades funcionaban como
centros administrativos egipcios para tres grandes zonas territoriales: Gaza, sobre la
costa palestina meridional, era el centro de la zona de Canaán (eg. Pȝ kȝn‘nȝ), vale decir,
Cisjordania9; Kumidi, en el valle de Beqa‘, era el centro de la zona de Ube/Upe, vale decir,
la Siria interior; y Ṣumur(a), sobre la costa siria, conformaba el centro para la zona de
Amurru, o sea, la Siria costera. En cada uno de estos centros residía un «comisionado»
(ac. rābiṣu), con un pequeño palacio y una guarnición militar10. De acuerdo con W. Helck
(1962, 257-61), se podrían distinguir así tres provincias formalmente constituidas; no
obstante, interpretaciones más recientes de la situación tienden a concebir un sistema
administrativo egipcio en la región mucho más “informal”, si se puede usar este término,
puesto que estos tres distritos formaban, en efecto, parte del dominio territorial de Egipto
en Asia pero no constituían formalmente provincias de la tierra de Egipto11; no obstante,
prácticas como la aculturación (o, mejor dicho, egiptización) de miembros de las cortes
nativas también eran realizadas por parte del poder egipcio12.
En otros sitios de menor rango (sin reyes locales) se situaban las sedes de las
guarniciones egipcias, por ejemplo, en Jaffa, en Palestina meridional; en Beth-Šean,

7  La documentación de la Edad del Bronce permite evidenciar el matrimonio de una hermana del rey Šuppiluliumaš
I con Ḫukkana de Ḫayaša y dos hijas del rey con Šattiwaza de Mitanni y Maššḫuiluwa de Mira; de una hermana del rey
Muwatalli con un “vasallo” anatólico de Mašturi, y dos matrimonios consecutivos con la casa de Amurru, el primero de
ellos entre la hija de Ḫattušili III y Bentešina (cf. Pintore, 1978, 71-5).
8  Véase Frandsen (1979, 174-9); Weinstein (1981, 12-7). Sobre el impacto egipcio en Palestina, especialmente en el
aspecto iconográfico, cf. Giveon (1978).
9  Sobre el término «Canaán» y derivados para el segundo milenio a.C., véase Lemche (1999, 25-52).
10  Véase la arqueología “palacial” de los principales sitios del Bronce Tardío en Nigro (1995, 119-91).
11  Véase Hachmann (1982); Redford (1992, 198-206).
12  Sobre la aculturación/deculturación en Siria-Palestina, cf. Liverani (1983a). Esta situación es de particular interés
puesto que se podría explicar de este modo la presencia de una fraseología egipcia en varias de las cartas de El Amarna,
teniendo en cuenta también la formación de los propios escribas; cf. Pfoh (2011a, Cap. 2).

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en Palestina septentrional; en Ullasa, sobre la costa siria. Las tropas de guarnición


(ṣabe maṣarti o maṣ(ṣ)artu en la correspondencia amarniana13) tenían un número
modestísimo, casi simbólico: en condiciones normales, la presencia egipcia comprendía
unos 200-300 soldados en guarnición permanente14. Hacia el siglo XIII a.C., durante las
dinastías XIX y XX en Egipto, la presencia egipcia en el sur de Palestina se intensificó a
través de una red de fuertes y residencias administrativas, y también templos dedicados a
divinidades egipcias, notablemente a lo largo del norte de la península de Sinaí, el norte
del Negev, la llanura costera y el valle de Beth-Šean15.
Existían también zonas de explotación económica directa por parte de Egipto.
En las cartas de El Amarna se menciona a Yarimuta, zona de producción cerealícola
presumiblemente cerca de Megiddo16. No obstante, bien se puede afirmar que la economía
de Siria-Palestina no estaba integrada estructuralmente a la economía egipcia17.
Egipto es quien posee la hegemonía política del Levante meridional y, en tal caso
y si agregamos al factor político el factor de la explotación económica, no obstante su
exceptuación con la economía interna de Egipto, sería sensato caracterizar de «imperial»
el dominio egipcio en la región, aunque se deben explicitar las condiciones específicas
de esa dominación18. Debemos tomar en cuenta, asimismo, factores sociopolíticos:
la estructuración del poder en Palestina, dadas sus características constitutivas, no
hacía necesaria la existencia de grandes estructuras militares o administrativas para
dominar los diversos pero pequeños reinos locales (“principados”, tal vez sea una mejor

13  Véase EA 114:31; 117:79 (ma-ṣa-ar-ra).


14  Véase especialmente, Pintore (1973).
15  Weinstein (1981, 17-23); Mazar (1990, 279-87).
16 Aḥituv (1978, 104) ha relativizado el interés económico egipcio en el Levante: “It is indeed probable that there was
no economic interest the Egyptian conquest of Canaan, and if such an interest existed it was very limited. Canaan itself
had very little to offer to Egypt, for it was not worthwhile to transport agricultural products of great bulk, since Egypt
itself was rich and self-sufficient”. Por otra parte, Na’aman (1981) ha sugerido que, antes bien, “[the] existence of a network
of supply for the Egyptian army embarking on military campaigns to the north, both along inland roads and along the
coast, was an important military and economic factor of the Egyptian occupation of the land” (1981, 184); cf. también
Pintore (1972, 112-15; 1973, 300-302); y Wengrow (1996), para la fase ramésida de ocupación del Levante, quien, por
su parte, sostiene que la presencia de collared-rim pithoi (vasijas de borde abultado) en la región se vincula a la demanda
egipcia de productos agrícolas locales (pp. 321-323).
17  Frandsen (1979, 177).
18  Cf. Kemp (1978, 20 y 43-4): “At a very general level it might be said that […] Western Asia provided the main scope
for military shows. […] From the point of view of the history of imperialism, the western Asiatic side of the Egyptian
empire is of less interest than Nubia, in that it was merely a variation on the common theme of vassalage and tribute”.

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caracterización) que, además, servían como tejido de contención frente a la penetración


de otras potencias, como Ḫatti o Mitanni. La ordenación sociopolítica de las polities
siro-palestinas parecía funcionar bien bajo esta aparente laxitud por parte de Egipto (si
atendemos a los numerosos reclamos de asistencia y protección de parte de los súbditos
asiáticos del faraón), pero no porque hubiese un código «internacional» compartido19
o porque los pequeños reyes fueron efectivamente incorporados a la administración
egipcia20, sino porque, en primer lugar, existe una exageración, por parte de los pequeños
reyes en sus misivas hacia el faraón, de situaciones de inminente caos, peligro o amenaza,
que no representa en verdad una alteración real del dominio faraónico en la región y, en
segundo lugar, porque el tipo de conducta sociopolítica local en Siria-Palestina no fue
mayormente afectado por la presencia egipcia, como tampoco sucedió en el caso de la
dominación imperial hitita de Siria21.

19  Como indica Frandsen (1979, 175): “We have here a clear indication of the existence of a shared system of
values”; cf. también Cohen y Westbrook (2000); Bryce (2003); Liverani (2003 [2001]). Por supuesto, existían normas
de comunicación diplomática entre los reinos del período, pero, precisamente, dichas normas parecen no aplicarse
plenamente al caso particular de Egipto y los pequeños reyes siro-palestinos (véase Liverani, 1967; 1983b).
20  Si bien Liverani (1967, 11-2) indica que “[l]’assorbimento della concezione egiziana da parte dei re siro-palestinesi
non si limita a dechiarazioni evidentemente strumentali per l’ottenimento dei loro scopi, ma ci sembra penetrare abbastanza
profondamente nel senzo dell’assimilazione della posizione del re vassallo a quela del funzionario. Tale assimilazione è
evidente soprattutto nella questione della difesa della città. La posizione del re vassallo è quella di difendere la propia città
per sé stesso, e di essere aiutato in ciò dal suo signore; la posizione del funzionario è invece quella di difendere la città del
suo signore, per il segnore stesso, che gli ha affidato tale incarico”, esto no significa que los pequeños reyes siro-palestinos
adopten una práctica sociopolítica realmente propia de un funcionario estatal. El faraón ordena a los pequeños reyes en los
términos burocráticos de Egipto, y los pequeños reyes (p.ej., el “rey” de Amiya, cf. EA 99:6-9; Rib-Hadda de Biblos, cf. EA
119:15-6; etc.) dicen obedecer en similares términos, pero el hecho documentado de que reclamen reciprocidad de parte
del faraón ante el cumplimiento de las órdenes desplaza la naturaleza de las prácticas sociopolíticas de los pequeños reyes a
un ámbito no-estatal y signado por las relaciones inter-personales (como, por otra parte, bien indica Liverani).
21  Cf. Mazar (1990, 236): “The Egyptian conquests in the Levant were carried out in order to guard the main routes
to Lebanon and Syria, and for the gains from the economic exploitation of the occupied country. Wood, oil, wine, wheat,
cattle, copper, slaves, and concubines were brought from Canaan to Egypt. The Egyptians retained the structure of the
Canaanite independent city-states established during the previous period; however, these city-states now became their
vassals”. Asimismo, desde un punto de vista económico: “Our sources offer no evidence of drastic changes in the ownership
of land in Canaan as a result of the Egyptian conquest. The whole land became the property of the Pharaoh, but this was
only a continuation of the formal ownership upon which the feudal-like Canaanite régime had been based” (Aḥituv, 1978,
93).

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Alternativas interpretativas: Feudalismo, modo de producción asiático


y patrimonialismo
La manera en que las sociedades de Siria-Palestina se relacionaron con los grandes
poderes en control de los territorios de los pequeños reinos levantinos puede proveernos,
precisamente, una clave con respecto al modo en que estos reinos se organizaban y
estructuraban sus relaciones internas. En efecto, la organización interna de un reino y
su “política exterior” encuentran una particular unidad de criterio en Siria-Palestina, al
analizar la documentación22.
Dos modelos interpretativos han sido principalmente utilizados para explicar
el funcionamiento socioeconómico de los reinos de Siria-Palestina, tomando como
ejemplo paradigmático al reino de Ugarit: un modelo feudal y un modelo llamado de “los
dos sectores” (y que, por cierto, bien puede ser vinculado con el concepto de “modo de
producción asiático”, basado en las ideas de K. Marx (2004 [1857-1858]).
Como sostiene J.D. Schloen23, hasta los años ’60 del siglo XX el modelo del
feudalismo medieval fue utilizado para describir la sociedad paleobabilónica de
Ḫammurabi, la Babilonia kasita, la sociedad medioasiria, Nuzi y el reino de Arrapḫa, el
imperio hitita y la sociedad del Bronce Medio y Tardío en Siria-Palestina. Siguiendo los
lineamientos teóricos del marxismo, varios investigadores, no necesariamente marxistas,
como J. Gray, G. Boyer, A. Alt y A. Rainey24, sostuvieron en general este modelo
interpretativo que implicaba que en estas sociedades no existía la propiedad privada de

22  Tal es la conclusión del estudio sistemático y exhaustivo de Schloen (2001) sobre el patrimonialismo en el Cercano
Oriente antiguo, en especial, el reino de Ugarit. Cf. también Pfoh (2011a).
23  Cf. para la siguiente descripción Schloen (2001, 187-94), y la discusión en las pp. 201-19 (feudalismo en Ugarit) y
pp. 221-54 (modo de producción asiático en Ugarit); cf. también el recorrido historiográfico en Zamora (1997).
24  Gray (1952a; 1952b); Boyer (1955); Alt (1959a; 1959b); Rainey (1962). “For Rainey, as for Alt and Boyer, the
‘feudalism’ of Ugarit essentially consisted of a land-tenure system characterized by hereditary rights of usufruct in return
for service or payment. Unlike Gray, Rainey attributes no special political role to the maryannu-charioteers or any other
military corps. On the contrary, he places heavy emphasis on royal authority, in a way that tends to contradict the usual
picture of feudal government as a somewhat decentralized arrangement in which powerful nobles wield substantial
influence. […] Rainey… goes so far as to call the king of Ugarit ‘a typical oriental despot’, a comparison sharply at odds
with the normal use of the term ‘feudal’. But this comparison may be more apt that the feudal model itself. In my opinion,
‘Oriental despotism’, properly defined, is not a bad description of Ugarit. […] The royal service system of Ugarit, as Rainey
describes it, resembles not so much feudalism as a miniature version of Ottoman sultanism and other Middle Eastern
political systems like it–examples of what Max Weber called patrimonial regimes” (Schloen 2001, 218). Cf. Abrahamian
(1975), quien llegó mucho antes a una conclusión similar a la de Schloen; no obstante, el poder del rey ugarita se hallaba
considerablemente limitado como para caracterizarlo como “déspota”; cf. Liverani (1974, 347-56), y nuestra discusión
más adelante.

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la tierra, siendo esta propiedad exclusiva del rey, y sin que los productores poseyeran
los medios de producción (lo cual, en rigor, acerca el modelo más hacia una sociedad
esclavista, a partir de una interpretación marxista más estricta, que a una sociedad feudal,
en la que los productores sí poseen los medios de producción). Así, el rey concedería
tierras (“feudos”), de base usualmente hereditaria, a sus hombres (“vasallos”) que le
prestan en retorno servicio (“fidelidad”). Quienes reciben la tierra, a su vez, pueden
dividirla para que sea explotada por sus propios sirvientes (“siervos”). El resultado es una
especie de jerarquía con reminiscencias feudales, pero que carece en realidad de todo
el aparato jurídico y político del feudalismo medieval, que se sostenía sobre el contrato
entre hombres libres con derechos y deberes institucionalizados para ambas partes, algo
no existente en el Cercano Oriente antiguo y medieval25.
Por otra parte, desde los años’50, el orientalista ruso Igor M. Diakonoff había
propuesto en una serie de estudios un modelo socioeconómico para las sociedades del
Cercano Oriente antiguo que se apartaba de las interpretaciones más ortodoxas de la
teoría marxista, conocido como “modelo de los dos sectores”, el cual, según Diakonoff,
habría estado activo desde los inicios de la urbanización hasta fines del segundo milenio
a.C. en Mesopotamia, Anatolia y Siria-Palestina. Desde el punto de vista marxista
tradicional, como ya notamos más arriba, el modo de producción feudal contempla
la propiedad de los medios de producción por parte de los productores, y puesto que
las interpretaciones marxistas tradicionales consideraban a la sociedad del Cercano
Oriente antiguo como esencialmente esclavista, vale decir, sin la propiedad de los medios
de producción por parte de los productores26, se rechazaba el modelo feudal como
apropiado para la interpretación de la documentación. Diakonoff propuso un modelo
que se apartaba de la ortodoxia marxista y que proponía diferencias entre dos sectores
en la sociedad antigua-oriental: además de la propiedad productiva del templo o del
palacio, existía un sector productivo de base comunal-parental que poseía la propiedad
privada de la tierra y que era jurídicamente libre, vale decir, que no era dependiente de
las “grandes organizaciones” del templo y el palacio. De acuerdo con Diakonoff, el rey
antes que “propietario” era “soberano” del territorio y sus habitantes y, en esa calidad,
requería “impuestos” antes que “renta” de la población libre del reino. Este modelo,
equiparable en su funcionamiento al concepto marxiano de «modo de producción

25  Cf. Boutruche (1995 [1968]). La relativamente reciente antología sobre diversos casos de feudalismo, editada por
Bournazel y Poly (1998), aún nomina como ejemplos válidos de relaciones feudales situaciones de dependencia política en
el Cercano Oriente antiguo del tercer al primer milenio a.C.; cf. las pp. 515-630.
26  Cf., notablemente, Struve (1969 [1933]).

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asiático», implica también un rechazo de las connotaciones de “despotismo oriental” que


poseían los registros e imágenes que los autores europeos decimonónicos de los cuales
Marx había recabado información para formular el modelo. Asimismo, el modelo ha sido
empleado y perfeccionado por M. Heltzer y, notablemente, por M. Liverani para analizar
la configuración socioeconómica del reino costero de Ugarit en Siria27.
Atendamos, pues, en detalle a la caracterización que realizó Liverani de la sociedad
siria durante el Bronce Tardío a partir del caso de Ugarit28. En un nivel estructural, la
sociedad se encontraba organizada a partir de la superposición de dos niveles distintos,
con desarrollos tecnológicos y formas de producción diferentes: en el nivel inferior, las
aldeas o comunidades locales, y en el nivel superior la organización palatina. La aldea
(ac. ālu) era un mundo relativamente cerrado, compuesta por un grupo de casas y de
familias29. En su organización ejecutiva, el consejo de “ancianos” (ac. šibūtu, los jefes
de las casas principales, con leyes internas de solidaridad y responsabilidad colectiva)
era la figura preponderante30; el palacio, además, designaba a un ḫazānu, o “alcalde”,
que residía en la aldea y gestionaba las órdenes provenientes de la capital31. No existía
diferenciación productiva sino que el orden económico de la aldea era la autosuficiencia.
Por su parte, el palacio (ac. ekallu) controlaba económica y políticamente el territorio
(ac. mātu) en donde se encontraban las aldeas32. El palacio (y la ciudad), a diferencia de
la aldea, conservaba los efectos de la “revolución urbana”: división de especializaciones,
acumulación de surplus productivo, especialistas del culto, de la administración, etc.33
El palacio concentraba la producción económica de las aldeas autosuficientes y de

27  Véase, por ejemplo, Diakonoff (1982); Heltzer (1976; 1982); Liverani (1974; 1975; 1976; 1984); y Zaccagnini
(1981), quien defiende el modelo en tanto herramienta heurística. Sobre la idea de “despotismo oriental” en la Europa
decimonónica, cf. Curtis, 2009; sobre su aplicación en las llamadas “sociedades hidráulicas”, la obra clave es la de Wittfogel
(1966 [1957]). Una reevaluación crítica de estas ideas, tanto en lo político como en lo económico, para el Cercano Oriente
antiguo se encuentra, por ejemplo, en Liverani (1993); Briant (2002); Charpin (2002); Durand (2002). Sobre el modo
del producción asiático, en general, cf. la discusión historiográfica en Sofri (1971 [1969]); y para el caso de Ugarit, la
presentación en Zamora (1997).
28  La siguiente caracterización se basa esencialmente en Liverani (1974).
29  Cf. ahora Von Dassow (2008, 131-232).
30  Cf. AT 2:27; AT 3:38; RS 20.239:21-7 (Ug V, pp. 142-3).
31  Lo cual no transcurre siempre sin dificultad; cf. EA 73:23-33; 74:35-6; 272:10-7; 286: 51-2.
32  Cf. EA 228:15-16, “Hazor y sus aldeas”; RS 17.382:14-7 (PRU IV, pp. 80-1), “Siyannu con las aldeas de su territorio,
Ušnatu con las aldeas de sus territorios”; EA 189:9-12, “(Biryawaza) ha tomado mi casa paterna (= palacio) de Qadeš, y
ha destruido mis aldeas”.
33  Sobre la “revolución urbana” en general, cf. ahora Liverani (2011, 89-118).

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la explotación de granjas reales. Así, Liverani (1974, 331) indica que “le palais, par le
monopole de l’emploi du surplus et par le monopole de l’utilisation organisée et légale de
la force, se présente comme «l’État»”.
La organización palatina se centraba en el rey (ac. šarru, ug. mlk), de quien depende
toda la población, y luego encontramos la figura del šaknu (ac. šakin māti), funcionario
encargado de gestionar las funciones del resto de los funcionarios (ac. aklu). Los miembros
de la organización palatina eran los “hombres del rey” (ug. bnš mlk, ac. arde šarri), que no
poseían los medios de producción, sino que dependían económicamente del palacio, vale
decir, no eran “libres”34. Los hombres de las aldeas eran, por su parte, económicamente
libres, pero políticamente no, por lo que debían tributar un cierto surplus económico o
aportar en forma de trabajo o servicio militar al rey (corvea)35.
Ahora bien, esta descripción básica de la sociedad ugarita a partir del modelo
de los dos sectores ha sido puesta en cuestión recientemente, en especial en lo que
hace a la articulación social total de los reinos, por J.D. Schloen (2001), en un estudio
sistemático de la sociedad del Cercano Oriente durante la Edad del Bronce. En particular,
Schloen apela a la formulación weberiana de sociedad patrimonial para interpretar los
documentos políticos y económicos, rebatiendo formulaciones ancladas en modelos
feudales o derivaciones del modo de producción asiático, especialmente en el aspecto
ejecutivo y jerárquico de la sociedad oriental:
“[a] Patrimonial ruler, according to Weber’s definition, organizes his domain as an extension
of his own household. Government officials are his personal servants and members of his
household. In theory, all property belongs to the ruler because the entire kingdom is viewed
as a single ‘household’ of which the king is master and owner”36.

El modelo patrimonial weberiano, como el propio Schloen escribe, “agrees with the
very durable native terminology used for all manner of political and social relationships
throughout the Near East in the pre-Hellenistic period”37. Este modelo patrimonial
34  Los textos de Ugarit distinguen categorías dentro de los “hombres del rey”: los rabutu, hombres más cercanos al
rey, probablemente sus parientes directos; los maryannu, la casta guerrera; y luego especialistas de menor rango, como
artesanos, administradores, etc. (cf., por ejemplo, RS 17.133:15 = PRU IV, p. 119; Liverani 1974, 334). Por su parte, los
documentos provenientes del vecino reino de Alalaḫ, distinguen claramente entre maryannu y el resto de los dependientes
de palacio, los eḫelena, además del resto de la población (2/3) conformada por los ḫupše, vale decir, “clientes”, si incluimos
a los ḫaniaḫḫe (“pobres”) como una subclase de este último grupo; cf. Von Dassow (2008, 233-348). Sobre el término
ḫupše/ḫupše y su equivalente en hebreo ḥofšî, cf. Mendelsohn (1941; 1955; 1962); Lemche (1974).
35  Liverani (1974, 329-32).
36  Schloen (2001, 218).
37  Schloen (2001, 255).

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se basaba en una terminología política propia de las relaciones familiares y, asimismo,


“familiar household relationships provided the pattern not only for governmental
authority and obedience but also for the organization of production and consumption
and for the integration of the gods with human society”38. Así pues, de lo que se trata
es de tomar seriamente el modelo nativo de nomenclatura de las relaciones políticas,
de no considerarlo meras metáforas personalizadas que encubren un orden social más
impersonal, sino que en la manifestación de dicho modelo nativo en una terminología de
parentesco o propio de la “casa solariega” (household) se encuentra precisamente la clave
de la conformación social total de los reinos siro-palestinos.
Ahora bien, si retomamos la propia caracterización que realiza Liverani de la
sociedad siria, es posible encontrar elementos que bien coinciden con la propuesta de
un modelo patrimonial que realiza Schloen. En principio, Liverani (1974, 332) sostiene
que “[Le] roi est le chef et le bénéficiaire de l’organisation administrative du territoire
placé sous son contrôle. Il est le propriétaire d’une grande entreprise qui correspond à
l’état (oikos)”. Tomando solamente esta definición, la diferenciación en dos sectores de
la sociedad toma un rol secundario ante la estructuración como un todo de la unidad
“estatal”, en palabras del propio Liverani, el oikos.
Asimismo, al analizar varios de los factores que Liverani explicita, es legítimo
preguntarse hasta qué punto el rey de Ugarit poseía el monopolio legítimo de la coerción
dentro del reino. En primer lugar, de acuerdo con la documentación textual, el rey
poseía una función de gestión y de administración dentro del reino pero no una función
plenamente judicial39. En segundo lugar, tampoco la función militar, su liderazgo, estaba
a cargo del rey, sino de un estamento guerrero, los maryannu, a quienes al parecer les
había sido conferida40. Por otra parte, el único rol en el que el rey de Ugarit parecía
38  Schloen (2001, 255).
39  Cf. Liverani (1974, 333): “Le rôle du roi en tant que juge, important dans l’autre temps et dans d’autre milieux,
est évanescent en Syrie pendant l’âge du bronze récent, probablement du fait du désintéressement évident du roi.
Les nombreux documents «juridiques» trouvés à Ugarit ne sont que des actes notariés qui rentrent pleinement et
exclusivement dans le rôle administratif du roi, sans aucune implication judiciaire: en effet, il s’agit de décrets royaux de
transferts ou d’attributions de terres, de fonctions, d’exemptions. Il est évident que le modèle du roi en tant que «juge
juste», tel qu’il existe dans la rhétorique littéraire des poèmes d’Ugarit, n’était pas connu dans la pratique; peut-être, la
population résolvait les cas en ayant recours au jugement des «anciens»”.
40  Cf. Liverani (1974, 333-34): “le rôle militaire semble être propre à toute la caste nobiliaire (maryannu) plutôt qu’au
roi. […] Pratiquement, le rôle militaire était pour l’essentiel délégué par le roi aux «frères» et aux maryannu, et il ne
représentait qu’une des nombreuses fonctions spécialisées que les «hommes du roi» exerçaient contre paiement. Le roi
est donc le chef de militaires professionnels entretenus par lui, plutôt que le chef du peuple armé”; cf. también PRU II 12
y Ug V pp. 69-76. Véase más recientemente sobre el ejército en Ugarit, Vita (1995).

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XXXIV Colloque international du GIREA
Relaciones de dependencia en Siria-Palestina durante la Edad del Bronce Tardío 81

ser irremplazable era el de sacerdote, función ritual de importancia que establecía un


contacto, una mediación entre la comunidad a la que el rey representa y los dioses del
reino41.
Otro aspecto importante que señala Liverani son los límites que tenía el poder
del rey ugarita42. En primer lugar, se encontraba una limitación “por lo alto”, vale decir,
relacionada a la posición geopolítica de Ugarit en el escenario de la expansión imperial
de los grandes poderes del período (esencialmente, Ḫatti y Egipto). El rey ugarita, bajo
dominio de Ḫatti, estaba vinculado por un pacto de subordinación con el rey hitita, por el
cual le debía servicio personal y asistencia, y en retorno, el rey hitita protegía la ocupación
del trono por la dinastía ugarita y no intervenía en la gestión interna del reino. En este
aspecto, la posibilidad expansiva del reino ugarita se encontraba severamente limitada,
así como sus relaciones políticas con reinos vecinos, ya sean de alianza o enfrentamiento.
En segundo lugar, el ámbito de la propia corte de Ugarit condicionaba el poder
efectivo del rey. La situación más visible de ello es la relación que el rey mantiene con
la “nobleza” y especialmente con los maryannu. A cambio del servicio personal que
se le prestaba al rey (ac. ilku), la nobleza recibía tierras en usufructo. En el caso de los
maryannu, la prestación se diferenciaba entre (a) una “asistencia o ayuda” (ac. reṣūtu),
esencialmente militar43, (b) el reemplazo del servicio personal por una cantidad de
plata44, o (c) la exención explícita del servicio45. El principal peligro en esta relación
de cesión de tierras consistía en el potencial empoderamiento de la parte receptora y la
posibilidad de traición o abandono al rey para asociarse a otro rey o para independizarse
políticamente46. Además, existe evidencia en la documentación de conjuras en la corte

41  Cf. Liverani (1974, 334): “Ce rôle sacerdotal, même s’il ne semble pas influencer sensiblement la figure du roi, est
très important; en effet, le seul aspect qui pouvait faire considérer le roi comme le représentant de la communauté et pas
seulement comme le percepteur de contributions odieuses, c’était celui-là. C’est dans ce rôle que le roi paraissait comme
partie intégrante du groupe et non comme un élément superposé au groupe”; cf. también Wyatt (2001).
42  Cf. Liverani 1974 (347-56).
43  Cf. RS 16.239:14 = PRU III p. 80; RS 16.132:17 = PRU III p. 140.
44  Cf. RS 16.239:17-9 = PRU III p. 80; RS 16.143:20-1 = PRU III p. 82; RS 16.157:20-1 = PRU III p. 84; RS
16.250:15-6 = PRU III p. 85; RS 16.353:30-1 = PRU III p. 114; RS 15.137:13-4 = PRU III p. 135; RS 16.348:7-8 = PRU
III p. 162; RS 16.386:14´-5´ = PRU III p. 166.
45  Cf. RS 16.239:31-3 = PRU III p. 81; RS 16.157:22-3 = PRU III p. 84; RS 16.250:17-9 = PRU III p. 86; RS
15.137:15-6 = PRU III p. 135; RS 16.132:16-24 = PRU III pp. 140-1.
46  Véase el caso en RS 16.269:7-10 = PRU p. 68.

Rapports de subordination personnelle et pouvoir politique dans la Méditerranée antique et au-delà


82 Emanuel Pfoh

de Ugarit por parte de hermanos del rey para destronarlo47 y de traición del hermano del
rey de Biblos, el cual aprovechando la ausencia del rey de la ciudad, se hizo con el trono48.
Por último, existían limitaciones “por lo bajo”, es decir, proveniente de la población
de las aldeas, la cual ejercía una resistencia pasiva frente al rey o manifestaban una resistencia
de tipo más individual al abandonar la aldea y unirse a elementos forajidos, conocidos
en la documentación como ḫabiru49. Existía también la posibilidad, como en el caso de
Abdi-Aširta de Amurru con las aldeas de Biblos, en las que se instaba a rebelarse contra
el rey; específicamente, Abdi-Aširta insta a que “maten a sus señores”50. Finalmente, se
documentan cuatro ocasiones en las que una aldea (su consejo de ancianos) reemplaza al
rey en sus funciones ejecutivas, tanto en el ámbito interno como hacia el exterior51.
Así pues, y a partir de todas estas situaciones, sería posible pensar que el orden social
dentro de Ugarit se encontraba atravesado por focos de potencial y fácil inestabilidad que
el rey debía controlar para sostener el funcionamiento, no sólo económico sino también
político, del reino. Tal vez su mayor poder de gestión se encontraba en su rol como
sacerdote y la relevancia social que las funciones rituales reales tenían en la sociedad. En
ese sentido, el rey podría ser caracterizado más como un sujeto prestigioso dentro de la
sociedad que como una figura de poder indiscutible, concentrado en su persona o en su
cargo. Su rol religioso, económico y político parece ser más el de mediador entre las partes
que componen el reino y de gestionar la política exterior que el de un jefe de estado con
autonomía y soberanía plena. Así pues, la jerarquización de funciones dentro del reino de
Ugarit no parece ser la propia de una práctica estatal, en el sentido weberiano del término,
sino más bien la de una sociedad patrimonial; como observa Schloen (2001, 252):
“If Ugarit was indeed a patrimonial regime, the existence of official titles and delimited
duties should not be taken as evidence of the operation of an impersonal bureaucracy. […]
Although we call certain men ‘officials’, we should not imagine that their ‘offices’ could be
easily separated from their personal status and the constellation of social relationships in
which they were embedded”.

Ugarit tal vez sea el caso paradigmático de reino levantino, especialmente debido
a la importante cantidad de información administrativa y comercial que se recabó al

47  Cf. RS 17.352 = PRU IV, pp. 121-2.


48  Cf. EA 137:15-25; 142:15-24; 162:2-6.
49  Cf. EA 35:27-9; 89:39-43; 136:8-13; 137:46-8; 138:35-47, 71-3.
50  Cf. EA 73:26-9; 74:25-9; 81:11-23; cf. Barreyra (2006).
51  Cf. EA 59; 100; 139; 149:57-60. Véase Reviv (1969).

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XXXIV Colloque international du GIREA
Relaciones de dependencia en Siria-Palestina durante la Edad del Bronce Tardío 83

encontrarse las primeras tablillas de los archivos del palacio real en 192952. A la luz de
los planteos de Schloen, deberíamos reconsiderar su status sociopolítico atendiendo
especialmente al tipo de relaciones políticas que atraviesan el interior del reino pero
también las relaciones sociopolíticas con poderes mayores, en otras palabras, el imperio
hitita. En efecto, la terminología política clave de las relaciones inter-polity durante la
Edad del Bronce Tardío es la propia de la “casa solariega” (household): «padre», «hijo»,
«hermano», «amo», «sirviente». Su presencia es ubicua en la epistolografía política y
los tratados de subordinación de este período.
En el repertorio epistolográfico de El Amarna, por ejemplo, en las cartas EA 158
y 164, Aziru, regente de Amurru, se dirige al oficial egipcio Tutu llamándolo “mi señor,
mi padre”, mientras que él se presenta como “tu hijo, tu sirviente”53. En EA 73 y 82, Rib-
Hadda, regente de Biblos, escribe al funcionario egipcio Amanappa en términos similares
al caso anterior: Rib-Hadda es el hijo y Amanappa su padre54. Y también análogo es el
caso de una carta ugarita hallada en el sitio de Afek, en la que un oficial egipcio, Haya,
es llamado “mi padre, mi amo”, y el oficial ugarita que le corresponde se proclama “tu
hijo, tu sirviente”55. Asimismo, en Ḫatti, el virrey de Karkemiš, llamado Piḫawalwi, y
presentándose como “hijo del rey [hitita]”, escribe a ’Ibiramu, rey de Ugarit, llamándolo
“mi hijo”56. Y en un tratado entre el rey Muwattalli II y Talmi-Šarrumma, regente de
Aleppo, Muwattalli dice “somos todos hijos de Šuppiluliuma, el gran rey, que nuestra
casa sea una sola”57.
Finalmente, en esta serie de ejemplos, debemos tomar en cuenta un edicto de
Ḫattušili III promulgado para el reino de Ugarit58. En las líneas 3-10, el rey hitita declara:

52  Cf. Van Soldt (1995).


53  Se ha sostenido que el carácter tribal-pastoral del reino de Amurru es lo que da lugar a esta terminología de parentesco
en el ámbito de lo político; sin embargo, esta terminología, como ya notamos, aparece en toda la región de Siria-Palestina.
Sobre Amurru en el período de El Amarna, cf. Liverani (1979); también Barreyra (2006).
54  Cf. Fensham (1971). Liverani se ha opuesto a considerar esta terminología como política, sin embargo, es
precisamente la terminología de parentesco y personal (patrimonial) la que configura la praxis política en este período; cf.
Schloen (2001, 256-62).
55  Cf. Horowitz y Oshima (2006, 35-6).
56  Cf. RS 17.247:3 = PRU IV, p. 191.
57  Cf. Beckman (1996, 90, § 13).
58  Cf. RS 17.238 = PRU 4, pp. 107-8 (la siguiente traducción es mía).

Rapports de subordination personnelle et pouvoir politique dans la Méditerranée antique et au-delà


84 Emanuel Pfoh

3 šumma ÍR LUGAL KUR ú-ga-ri-it Si algún sirviente del rey de Ugarit


4 ù lu-ú DUMU KUR
ú-ga-ri-it o algún habitante de Ugarit
5 lu-ú ÍR ÍR LUGAL KUR ú-ga-ri-it o algún sirviente de un sirviente
del rey de Ugarit
6 ma-am-ma i-te-eb-bi-ma se pone en movimiento
7 ana ŠÀ A.ŠÀ SA.GAZ UTU ir-u-ub
BI LU D ŠI
y entra en territorio de ḫabiru del
Sol
8 LUGAL GAL ú-ul a-la-aq-qí-šu (yo), el Gran Rey, no lo aceptaré
9 a-na LUGAL KUR ú-ga-ri-it al rey de Ugarit
10 ú-ta-ar-šu lo devolveré.

Este edicto nombra componentes sociales de Ugarit que ponen de relieve, precisamente,
aspectos sociopolíticos importantes del reino. En especial, y sin entrar en mayores detalles, la
referencia en la línea 5 a “un sirviente de un sirviente del rey de Ugarit” bien puede interpretarse
como una jerarquía de patrones y clientes, que incluye también al rey de Ugarit, sirviente del
rey hitita, componiendo una red piramidal de subordinación sociopolítica que comprende la
articulación interna del reino de Ugarit dentro de una ordenación mayor, en otras palabras,
patrimonial, con el rey hitita a la cabeza de todo el esquema.
Como ya indícamos, toda la terminología política del período, especialmente la
que señala relaciones entre reinos, grandes y pequeños, se sostiene sobre léxicos propios de
una ordenación patrimonial. Dichos términos, y la profunda connotación de relaciones
personales que conlleva su utilización, nos indica precisamente que la vehiculización del
poder político inter-polities depende de relaciones personales. La terminología nativa
habla de “padres” e “hijos” en relación de reciprocidad (o al menos, la expectativa de
que la misma se cumpla) y de protección y asistencia mutua; pero desde una perspectiva
analítica externa, bien podemos indicar que un conjunto de relaciones patrón-cliente
atraviesa toda la sociedad, desde los miembros menos favorecidos del reino hasta el
propio rey, e incluso proporciona el modo de vincularse con el mundo político exterior,
del pequeño rey con el gran rey59.
Por otra parte, sostiene Schloen (2001, 258), “there is no evidence for an abstract
conception of the impersonal state as a political agent during the Late Bronze Age;
this is an entirely anachronistic notion”. No es la “comunidad nacional” el sujeto de los
tratados internacionales, como ha sostenido G. Kestemont a partir de una lectura jurídica

59  Hemos analizado el alcance interpretativo del concepto de relaciones de patronazgo para la ordenación sociopolítica
de Siria-Palestina en Pfoh (2006; 2007; 2009; 2011a).

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XXXIV Colloque international du GIREA
Relaciones de dependencia en Siria-Palestina durante la Edad del Bronce Tardío 85

algo anacrónica60, sino la dinastía reinante, como se puede observar en el tratado entre
Muršili II de Ḫatti y Niqmepa‘ de Ugarit: el rey de Ugarit debe amar al rey hitita, a sus
hijos y a la tierra de Ḫatti (māt URU Ḫatti) como él se ama a sí mismo, ama a sus esposas, a
sus tropas y a su tierra (mātu), y debe permanecer en paz con el rey de la tierra de Ḫatti, los
hijos del rey, los hijos de los hijos del rey y la tierra de Ḫatti61. En suma, las vinculaciones
políticas entre los reinos son personales. En el caso de los reinos de Siria-Palestina, las
vinculaciones personales atraviesan todos los ámbitos de la sociedad y las esferas de
relaciones económicas, políticas y rituales.

Hacia una antropología de las prácticas políticas en Siria-Palestina


Desde una perspectiva crítica, hemos optado por atender antes a las prácticas
evidenciadas en la documentación que a las instituciones presupuestas por la existencia
o no de ciertas estructuras sociales. Que algún tipo de organización jerárquica existía en
varios sitios de Siria-Palestina durante la Edad del Bronce Tardío es indudable; que había un
sector más favorecido, que tenía un rol ejecutivo, y que otro se encontraba en una situación
más desfavorecida, debiendo acatar las órdenes centrales, es también perceptible de manera
clara en la evidencia textual. Sin embargo, estas constataciones no son suficientes para
caracterizar tipológicamente, y a través de analogías, a los reinos siro-palestinos a partir
de ejemplos más seguros, en los que sabemos si existe un Estado o no. En otras palabras,
debemos interpretar las prácticas y su articulación antes que la estructuración institucional
para comprender mejor el orden sociopolítico en Siria-Palestina.
En principio, y desde nuestra perspectiva, el entendimiento patrimonial de
Schloen y la preferencia de un modelo de dos sectores de Liverani podrían no ser
incompatibles del todo, puesto que lo que se acentúa en ambas perspectivas son distintos
aspectos de la sociedad oriental, o mejor dicho, el ordenamiento y la comprensión de los
elementos constitutivos del orden social. El modelo de los dos sectores hace hincapié
en una interpretación externa del problema, esto es, lo que los antropólogos llamarían
perspectiva etic, en tanto que Schloen atiende mayormente a la comprensión nativa de los
fenómenos sociopolíticos y socioeconómicos, vale decir, a una perspectiva emic62. En este

60  Cf. Kestemont (1974, 48-9).


61  Cf. Schloen (2001, 259 n. 5); cf. Beckman (1996, 60, § 1).
62  En efecto, Schloen (2001, 255) sostiene lo siguiente: “the native understanding of society is of prime importance in
sociohistorical reconstruction because the symbolically mediated interpretations attached to social relationships by those
who take part in them invariably affect social behavior, with the result that such behavior cannot be adequately explained
without taking this interpretations into account”.

Rapports de subordination personnelle et pouvoir politique dans la Méditerranée antique et au-delà


86 Emanuel Pfoh

sentido, y sin pretensión de formular una hibridación forzada de interpretaciones, tal


vez sea posible encontrar una postura que recoja los aspectos explicativos más ventajosos
de ambas opciones. Con todo, el modelo patrimonialista de Schloen parece ser el más
dinámico, puesto que le confiere flexibilidad al tipo de relaciones patrón-cliente que la
documentación refleja. En este sentido, y sin negar en absoluto la existencia de algún tipo
de configuración estatal, que, en un principio, habría que caracterizar y definir en sus
alcances63, las relaciones de dependencia personal bajo la forma del patrimonialismo y el
patronazgo, estructurando y articulando los modos de vinculación sociopolítica, parecen
ilustrar de mejor manera la cultura política de Siria-Palestina durante la Edad del Bronce
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63  Para una evaluación preliminar, cf. Pfoh (2011b).

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90 Emanuel Pfoh

Los principados sirios en el siglo XIV a.C. (tomado de Bryce, 2003, 130).

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