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TEMA 6.

LAS ENCUESTAS
MATERIALES:
- ¿Por qué fallan las encuestas electorales? Ciencia para llevar CSIC
- Consultora de 40bb. Encuesta sobre el impacto de la crisis. de el país. El 82%
de los españoles prevén otra crisis económica antes de 2023.
- Entrevista a josé felix tezanos. El presidente del CIS “el nuevo método no
pretende acertar, no somos adivinos”.

1. ¿Por qué fallan las encuestas electorales? Ciencia para llevar CSIC
Los medios venden a la gente q va a haber crisis y cuando la gente ya piensa que va
a haber una, entonces contratan una encuesta y la encuesta sale q la gente dice que va
a haber crisis. Hay una influencia perversa. En relación con Frankfurt. En realidad no
lo afirma la gente por si misma, se lo han hecho creer y se le da la vuelta.

¿Por qué fallan las encuestas electorales?


“El día que fallaron las encuestas electorales”, “Otra vez fallaron las encuestas”,
“Todas las encuestas fallan”. Estos son titulares aparecidos en prensa en los días
posteriores a algunas elecciones recientes. Lo cierto es que hasta el momento las
encuestas electorales han acertado más que fallado en sus pronósticos: por ejemplo,
de las doce elecciones generales realizadas en España entre 1977 y 2015, solo en dos
ocasiones avanzaron la victoria de un partido que se quedó en la oposición. Sin
embargo,algunos datos apuntan a que su precisión está empeorando en los últimos
años en todo el mundo.

Muchas de las encuestas realizadas con motivo de las elecciones legislativas de 2014
en Estados Unidos fueron incapaces de predecir la amplia mayoría obtenida por los
republicanos en ambas cámaras. Ese mismo año, los sondeos no supieron anticipar la
sorpresa que supuso la irrupción de Podemos en la escena política española al lograr
cinco escaños en las elecciones europeas. Ya en 2015, subestimaron mucho la fuerza
con que los partidos en el gobierno ganaron la reelección en países tan distantes entre
sí como Israel y Gran Bretaña.

Es un hecho constatado que todas las encuestas electorales, incluidas las de mejor
calidad, tienen problemas para identificar correctamente a quienes irán a votar el día
de las elecciones y suelen proporcionar datos de participación muy superiores a los
que luego se producen. Tampoco las respuestas a las preguntas de intención de voto
reflejan siempre bien la distribución del voto entre los diferentes partidos.

Esto se debe básicamente a dos motivos. El primero es que una parte importante de
las personas entrevistadas no responde a la pregunta de a quién piensa votar. En los
barómetros del CIS, por ejemplo, el porcentaje de no respuesta a esa pregunta
oscila entre el 15% y el 30%, una cifra muy superior a las que presentan otras
preguntas. Es más, el porcentaje de personas que no revela su opinión electoral se
dispara justo en los meses previos a la celebración de los comicios.
El porcentaje de personas que no revela su opción electoral se dispara justo en los
meses previos a las elecciones, señaladas en el gráfico con una flecha. / Joan Font y
Sara pasadas a partir de datos del CIS.

La otra razón que explica las dificultadas de las encuestas electorales es que es
habitual que las muestras obtenidas –es decir, el conjunto de las personas
entrevistadas– representen mal a los abstencionistas y a los votantes de los distintos
partidos. Un ejemplo de ello es que en España los datos brutos (antes de pasar por la
famosa ‘cocina’) de las encuestas tienden a infrarrepresentar a los votantes del PP.

Una de las causas por las que esto sucede tiene que ver con la deseabilidad social: la
tendencia a elegir más aquellas respuestas que nos hacen quedar bien con nuestros
interlocutores y a evitar las que dan una imagen menos favorable de nosotros mismos.
Este mecanismo es el que explica que respondamos que por supuesto que iremos a
votar, aunque no tengamos la menor intención de hacerlo, o que nunca hemos tirado
una botella de vidrio a la basura porque fíjate qué pereza tener que ir a estas horas y
en chanclas al contenedor verde.

Pero además hay estudios que apuntan a un problema previo, como es que buena
parte de los abstencionistas ni siquiera llega a formar parte de las muestras, bien
porque son excluidos del marco que estas emplean, bien porque rechazan participar
en ellas. La mayoría de las encuestas electorales que se llevan a cabo en nuestro país
son telefónicas y se dirigen exclusivamente a teléfonos fijos, por lo que dejan fuera a
las personas que no tienen teléfono o solo disponen de teléfono móvil. Estas personas
son más jóvenes, tienen un nivel de estudios menor y se enfrentan a una mayor
precariedad laboral y económica que quienes disponen de teléfono fijo en sus casas,
un perfil que sabemos que suele estar menos interesado en la política y es más
probable que se abstenga en las elecciones. Por otro lado, sabemos también que,
incluso cuando llegan a ser contactadas, estas personas se muestran más reacias a
participar en una encuesta política y, cuando lo hacen, dan poca información,
refugiándose en mucha mayor medida en las opciones “No sabe” y “No contesta”.

Todas las encuestas están sujetas a error en la medida en que es imposible evitar al
100% los distintos factores que lo provocan. Siguiendo con el ejemplo anterior, una
encuesta preelectoral con entrevistas en líneas móviles y fijas eliminará buena parte
de los sesgos producidos por el error de cobertura (excluiría a menos del 1% de la
población que no tiene teléfono). Si además hace esfuerzos extra para convencer a las
personas menos interesadas en política de que contesten el cuestionario (por ejemplo,
ofreciéndoles un incentivo económico o haciendo intentos de transformar los rechazos
en participación), reducirá significativamente la influencia del error de no respuesta.
Pero sus resultados seguirán estando afectados por la deseabilidad social, una fuente
de error que es mucho más difícil de evitar.

Lo que diferencia a las encuestas buenas de las malas es que las primeras se diseñan
y se realizan tratando de reducir al máximo el efecto de estos errores. Algo que se
traduce en que estas encuestas fallan en menos ocasiones y, cuando lo hacen, en un
grado mucho menor que las que no tienen en cuenta estos problemas. Pero eso
encarece las encuestas y también puede hacerlas algo más lentas, por lo que las
buenas encuestas son menos habituales de lo que deberían.

* Joan Font Fàbregas y Sara Pasadas del Amo son investigadores del CSIC en el
Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) y autores del libro Las encuestas de
opinión (CSIC-Catarata).

El 82% de los españoles prevén otra crisis económica antes de 2023

Las mujeres vivieron el desplome económico con más preocupación que los hombres.

Varias personas compran en un mercado de Madrid. INMA FLORES

La Gran Recesión que estalló hace una década es la crisis de las mil caras y puede que
aún tenga una vida extra: la gran mayoría de los españoles temen la llegada de una
nueva crisis en el medio plazo. El 81,7% de los encuestados están convencidos de que
España sufrirá una tercera recesión (tras las de los años 2008-2010 y 2013); casi una
cuarta parte lo da por seguro (23,2%). Los votantes del PSOE, sin embargo, son algo
más optimistas y ese porcentaje se queda en el 15%. Así se desprende de una encuesta
llevada a cabo por la consultora 40dB para EL PAÍS sobre el impacto de la crisis.
Dentro de la corriente de desconfianza hacia las élites, el informe pone de manifiesto
que prácticamente la totalidad de la población opina que no se han activado los
mecanismos y regulaciones suficientes para prevenir una nueva crisis económica;
aquella prometida “refundación del capitalismo” —según el expresidente francés
Nicolas Sarkozy— se ha quedado en agua de borrajas, especialmente en la necesidad
de aplicar más regulación al sector financiero y las grandes empresas: el 91,8% de los
encuestados defiende ese mayor control.

Los españoles reclaman políticas para reducir los niveles de desigualdad, que durante
la crisis se han elevado más en España que en la gran mayoría de los países de la Unión
Europea. Las encuestas demuestran que los españoles soportan peor la desigualdad y
la pobreza que los ciudadanos de otros países; de ahí la desafección al poder político
y económico. Casi dos tercios (65,3%) creen que se debería asegurar una menor
desigualdad entre clases sociales, aunque para eso haya que subir impuestos.

INMIGRACIÓN | El 28% culpa a los inmigrantes

El 28,6% de la población en España responsabiliza a los inmigrantes —mucho o


bastante— de la crisis económica. Es la última causa, de 12, nombrada por los
encuestados. Esta visión diverge según el nivel socioeconómico de los encuestados. En
las clases medias y medias-bajas esta percepción aumenta 8,4 y 8 puntos,
respectivamente. El sentimiento de amenaza es más perceptible en las clases más
bajas, donde un 43,6% de los ciudadanos ve a los inmigrantes como responsables.
Contrarrestan esta visión las clases más altas, en las que el porcentaje cae 9,3 puntos.
Un 19,3% de los entrevistados en las clases más acomodadas culpan a la inmigración
de las dificultades económicas.

La percepción sobre la llegada de inmigrantes a España depende también del partido


político al que se vota. Entre los electores del Partido Popular, el porcentaje de los que
culpan a los inmigrantes de la crisis alcanza el 42,2%. Entre los votantes de Unidos
Podemos un 11,7% los responsabiliza. España continua apareciendo las encuestas
como uno de los países europeos más receptivos a la inmigración. El último
Eurobarómetro, publicado en febrero, reveló que un 58% de los españoles se
mostraban favorables a la llegada de inmigrantes de fuera de la UE, frente al 39% de la
media europea.

UNIÓN EUROPEA | Europa no fue una aliada

Europa fue muy dura con las exigencias que impuso a España para salir de la crisis. El
término “austeridad” se popularizó en la acepción más peyorativa posible, aplicado a
las medidas propuestas por la Unión Europea. El 43,5% de los consultados declara que
fueron políticas contraproducentes que agravaron la crisis. Ni un tercio acepta que las
medidas de ajuste contribuyeron a la recuperación de la crisis.

No sale nada bien parada La troika, formada por el Banco Central Europeo, el Fondo
Monetario Internacional y la Comisión Europea. Su política y sus directrices son para el
67,2% de la población muy o bastante responsables de la crisis económica. Los más
duros son los adultos de entre 55 y 64 años y los votantes de Unidos Podemos que la
rechazan en un 83%. Esa desafección hacia el poder real europeo no lo es tanto entre
los votantes del PP. Solo un 50% denosta a las tres instituticones europeas.

No percibieron los ciudadanos que la Unión Europea fuera un escudo protector. A la


Unión Europea le atribuyen responsabilidad en la crisis las personas de más edad. A
más nivel socioeconómico más aceptación de las medidas ( 39,7%). Entre los más
débiles solo el 21% considera que fueron las medidas justas y necesarias

LAS ESPAÑOLAS, MÁS PREOCUPADAS Y MÁS PESIMISTAS

Las mujeres han vivido la crisis de una forma muy diferente a los hombres, según la
encuesta realizado por la consultora 40dB. Con mayor preocupación (66%, cinco
puntos porcentuales por encima de los hombres) y angustia (18,6% frente al 13,2%).
También son más pesimistas acerca de la recuperación: frente al 16,5% de los hombres
que consideran que España está saliendo de la crisis, solo el 10,7% de las mujeres
muestran la misma opinión. Y tienen una percepción diferente de lo que ésta significa:
la reducción del paro no es un indicador tan importante para ellas (46,4% de las
mujeres frente al 50,2%), como tampoco lo es el crecimiento económico (27,1% frente
al 32%). Y, sin embargo, sí lo son la mejora en las condiciones laborales, donde superan
la media (36% de las encuestadas frente al 32,8% del total). A pesar de ello, las
mujeres creen en mayor medida que la sociedad española es ahora más solidaria
(45,1% frente al 36,2% de los hombres). Y son más críticas con el capitalismo: si el
50,6% de los hombres encuestados consideran que éste es compatible con la
democracia a pesar de generar ciertos niveles de desigualdad, ese porcentaje
disminuye hasta el 33,2% cuando la que responde es una mujer.

El presidente del CIS: “El nuevo método no pretende acertar, no somos


adivinos”
José Félix Tezanos responde a las preguntas de EL PAÍS tras los polémicos cambios
que ha introducido en la ‘cocina’ del instituto público

El nuevo equipo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), bajo el mando de


José Félix Tezanos (Santander, 1946), nombrado en junio, ha tenido un arranque
polémico. Catedrático de Sociología y hasta entonces miembro de la ejecutiva federal
del PSOE, su sondeo electoral de septiembre, con un controvertido cambio de método
y que daba gran ventaja a Pedro Sánchez, ha desatado críticas.

Pregunta. Qué revuelo. ¿En el CIS se han vuelto locos?

Respuesta. Aquí reina la tranquilidad y el rigor científico más absoluto. No hay que
confundir el ruido con la realidad.

P. El último sondeo da diez puntos de ventaja al PSOE sobre el segundo. ¿Hay otras
encuestas que le den tanta diferencia?

R. No, pero lo importante son las tendencias. Las encuestas son fotos fijas, no son un
artículo de fe ni de ciencia exacta, todas se mueven con un margen teórico de error.

P. Pero el CIS está dando una diferencia mayor del PSOE con el segundo.

R. Sí, pero no hay que obsesionarse con la proyección. En el CIS no vamos a hacer
proyecciones hasta que no exista consenso en un modelo fiable y consolidado.
Científicamente ya no existe un pronóstico inequívoco para hacer proyección de votos.
Porque cada vez una proporción mayor de encuestados no nos dicen a quién van a
votar. Los que lo dicen son del 53% al 57%. Hasta ahí es ciencia, lo demás es un
elemento añadido. Cuanto más especulativo y creativo sea ese modelo, más riesgo
tenemos de equivocarnos. La historia de las proyecciones en los últimos años es una
historia fallida.

“Casi todas las encuestas se equivocan en la misma dirección. Los partidos de centro-
izquierda son infravalorados.”

P. Pero, en general, las encuestas sí están acertando en los últimos años. [Lo afirma,
por ejemplo, este estudio publicado en Nature en 2018]

R. Conozco ese debate. Mira Suecia, daban una subida espectacular de la extrema
derecha. Es curioso, casi todas las encuestas se equivocan en la misma dirección. Los
partidos de centro-izquierda son infravalorados.

P. Bueno, si aplicamos su nuevo sistema al sondeo del CIS previo a las elecciones
españolas de 2016 habría sido un desastre, salía que ganaba Podemos.

R. No, no, el CIS no. Eso eran las proyecciones.

“No hay modelos, así que el único modelo es tomar exactamente lo que dice el
ciudadano”
P. No, si aplicamos su nueva fórmula, solo intención de voto más simpatía, el CIS
habría dado eso.

R. No recuerdo eso. Estamos haciendo pronósticos que son casuales, puedes acertar o
no. Los que trabajamos en esto tenemos que presentar los datos tal como son. Luego
podemos escribir artículos de opinión. No hay modelos, así que el único modelo es
tomar exactamente lo que dice el ciudadano. Y partimos de la hipótesis de que la
mayor probabilidad de voto es al partido con el que simpatizan más. Y en ese caso el
PSOE tiene muchos más simpatizantes, y claro, en el voto más simpatía, marca
distancias. Pero, insisto, es que eso no es una manipulación, eso el dato. Hasta que no
exista una solución sobre qué modelo es fiable, no lo vamos a aplicar porque nos
parece que es engañar al ciudadano.

P. No habrá consenso sobre un modelo, pero sí en que casi nadie se cree lo que ha
hecho ahora el CIS.

R. Yo creo que no, que eso es mentira.

P. ¿Puede mencionar algún experto que haya salido a defender el nuevo sistema de
estimación?

“Aquí lo que hay es una batalla política, no nos engañemos”

R. ¿Pero por qué tienes que defender una cosa que es obvia? ¿Quiere que llame a
gente para publicar una lista de quien piensa que esto es así? Es absurdo. Es un
revuelo en una taza de café. En el mundo científico no ha habido nada. No me salen
más de seis o siete que lo critiquen.

P. ¿Y seis o siete que lo defiendan?

R. ¡Muchos, todos! Es que es una discusión absurda. Aquí lo que hay es una batalla
política, no nos engañemos.

P. ¿Cuál?

R. La batalla que se ha producido en un partido que ha salido por el método


constitucional del Gobierno y no lo acaba de asimilar. Desde el primer momento a mí
se me objetaba que era del PSOE. Todos los presidentes del CIS han sido de una
ideología. Lo que tienes que objetar es si sabe o no de sociología y va a respetar los
procedimientos científicos.

P. Pero admitirá el efecto que hace que cambie el Gobierno, cambie el CIS y diga que le
va fenomenal al partido que gobierna.

“Nosotros no inventamos nada, lo otro son invenciones y especulaciones, es


parasociología”
R. No le va fenomenal, son posiciones relativas. Porque de Pedro Sánchez se ha venido
trabajando el cliché de que es un peligro. Que si llegaba a La Moncloa se hundía la
Bolsa, se rompía España, las siete plagas de Egipto, y no pasó nada. ¿No es lógico que a
partir de todo eso el ciudadano valore más positivamente a Pedro Sánchez?

P. La crítica es que la nueva forma de trabajar es demasiado simplista.

R. No, es veraz y es científica. Nosotros no inventamos nada, lo otro hoy por hoy son
invenciones y especulaciones, es parasociología. Pero insisto, cualquiera puede hacer
las proyecciones que quiera.

P. Pero no están aún disponibles los microdatos [las respuestas individuales] y los
expertos querrán tenerlos para hacer una cocina sofisticada.

R. Con los datos que hay es suficiente. ¿Cómo crees que se han hecho las proyecciones
del CIS? Además ¿qué países hablan de cocina? ¡Esto no es propio de países serios!

P. ¿Por qué ‘cocina’ tiene para usted un matiz peyorativo?

R. Porque supone transformar un alimento que está en el estado de la naturaleza y tú


lo cambias por otra cosa.

P. O en algo comestible.

R. O indigerible.

P. Pero el término se refiere a un conjunto de técnicas para aproximar el pronóstico a


la realidad.

R. No, no, aquí hacemos ciencia, y damos facilidades para que cualquier pueda hacer
proyecciones.

P. Lo otro también es ciencia, ¿por qué desprestigiarlo?

R. No, yo no desprestigio a nadie. Nosotros sacamos lo que dice el ciudadano. Suponer


que se equivoca y que hay que hacer un modelo de interpretación de lo que dice es
propio de la psiquiatría.

P. Es que a veces si no se aplican correcciones pueden salir cosas disparatadas. Por


ejemplo, usted confía mucho en las respuestas directas. ¿Cómo explican que el PSOE
sea el partido que más encuestados recuerdan haber votado en las elecciones de 2016,
aunque quedó lejos del PP?

R. Es igual que Ciudadanos: tiene más recuerdo de voto del que tuvo y el PP tiene
menos.

P. ¿Y eso no habría que corregirlo?


R. ¿Cómo lo vas a corregir?

P. Ponderando por recuerdo de voto, por ejemplo.

Tezanos, sobre las ponderaciones que ha usado el CIS: “Por recuerdo de voto, nunca”

R. Pero ¿cómo vas a ponderar por recuerdo de voto? ¿Preguntando a la gente: oiga
usted por quién votó, y lo eliges o no lo eliges? Tienes que hacerlo aleatoriamente. La
muestra tiene que garantizar que la persona sea entrevistada por selección aleatoria y
con los criterios que están inventados. Lo otro que dices es imposible en la práctica.
Sobre el terreno sería imposible hacerlo. Imagínate que te abra el portero, y entras y
dices, quiero preguntarle a quién votó usted la última vez.

P. Decimos ponderar a posteriori. Aplicando una fórmula una vez tengo las respuestas.

R. Pues hazlo. Tienes los datos…

P. Pero el CIS lo hacía, ponderaba por recuerdo de voto.

R. Por recuerdo de voto nunca.

P. ¿No ponderaba por recuerdo de voto? [En julio de este año, la nota metodológica
del CISdecía: “El modelo aplicado es el basado en la ponderación de los datos por
recuerdo de voto”]

R. No. Cómo va a ponderar por recuerdo de voto. Si a ti te parece que esto es un buen
método, hazlo. A lo mejor me convences.

P. El primer test para ver si el nuevo sistema acierta o no acierta serán las elecciones
andaluzas.

R. Es que no pretende acertar, no somos adivinos.

P. No adivinar, pero aproximarse a la realidad.

R. Solo pretendemos reflejar fielmente lo que piensa el ciudadano español. En


Andalucía haremos una muestra de 5.000 personas y daremos los datos que salgan.

P. ¿Y cómo será la estimación de voto?

R. Lo mismo: voto más simpatía.

P. Entonces en Andalucía el CIS hará una fotografía y luego se verá si era eso lo que
pensaban los andaluces o no. ¿Si no tiene nada que ver están dispuestos a revisar el
modelo?
R. Estamos a dispuestos a señalar una vez más que un tercio de esos andaluces toman
la decisión de a quién van a votar después de la encuesta. ¿Quién pronostica eso? Es
imposible.

P. ¿Entonces para qué hacer encuestas?

R. Pues para tener la tendencia.

P. ¿Pero algunos sí que aciertan, no?

R. Muy poco.

P. Las empresas del sector son todas muy críticas.

R. No. Las grandes empresas yo te digo que no. No conozco a ninguna.

P. Hemos hablado con grandes empresas y están horrorizadas.

R. Dime dos, solo dos. Algunos piensan, no sé si legítimamente, que el hecho de que el
CIS proporcione información mensual les quita negocio. Porque la gente luego tiene un
negocio.

P. ¿Está diciendo que las críticas parten solo de quien tiene un interés comercial?

R. Bueno, vamos a hacer un seminario y estoy dispuesto a que estas personas vengan y
nos digan sus modelos. Y que veamos si saben matemática y estadística y demás.

P. Hay quien piensa que el CIS debería dar solo los microdatos en bruto y no hacer
estimación.

R. Eso es lo que hemos hecho nosotros.

P. No, han publicado una proyección de voto.

“Si tú haces una muestra muy grande, los datos son representativos”

R. La simpatía es un dato bruto.

P. La imputan. Es un modelo sencillo, pero es un modelo.

R. No es un modelo. Es el dato directo, ¿no? Lo importante para que una encuesta sea
representativa es la muestra. Es decir, para tener proyección por escaños, provincial,
tendrías que hacer 50.000 entrevistas en España. Eso no hay quien lo haga. Si tú haces
una muestra muy grande, los datos son representativos. Y eliges bien a la persona final
que seleccionas. Y la muestra está certificada por edad, sexo y tamaño de hábitat.

P. Mirando los datos de los últimos barómetros, ¿usted cree, comparando julio y
septiembre, que los datos del PSOE no han empeorado?
R. No, no. Han empeorado, bueno, sí. El primer efecto que se produjo no se ha
mantenido. El primer efecto fue muy espectacular. Es decir, llegar una persona a La
Moncloa, no se produce la catástrofe que anunciaban algunos.

P. Pero en su estimación el PSOE ha subido.

R. No, no sube, sube el voto más simpatía. Si lo hubiéramos aplicado así en el mes
anterior el PSOE hubiese salido como al 33%. Pero claro, fue muy espectacular. Fue a
Bruselas, Merkel vino aquí, abrazos. Es bastante espectacular para un país. Te dan
5.000 millones...

P. ¿Le parece oportuno que el presidente del CIS haga valoraciones políticas?

R. ¿No me vais a dejar un espacio para ser ciudadano y tener mis opiniones? Yo he
corregido exámenes, y jamás, cuando viene una persona de derechas a mis exámenes,
se me ha ocurrido tratarle mal. Jamás.

P. Solo faltaba.

R. Ya, ya. Y cuando alguien me ha preguntado cosas directamente políticas le decía:


estoy aquí como profesor. Hay un debate famoso, el del político y el científico, de Max
Weber: el científico no debe ser político, porque influye mucho. Y el político no debe
ser científico. Yo tengo la conciencia muy clara de que en mi vida he cambiado un
dato. Y a veces he hecho encuestas en temas que salían mal para el PSOE.

P. ¿Usted se considera más científico o político?

R. Es una buena pregunta. Yo me considero tan científico como político. Creo que son
dos dimensiones de la vida irrenunciables.

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