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Brown, Raymond E. - Las Iglesias Que Los Apóstoles Nos Dejaron (4a. Ed.) PDF
Brown, Raymond E. - Las Iglesias Que Los Apóstoles Nos Dejaron (4a. Ed.) PDF
Brown
4ª edición
Raymond E. Brown
4ª edición
DESCLEÉ DE BROUWER
BILBAO - 1998
Título de la edición original:
The churches the apostles left behind
© Paulist Press, Mahwah, 1983
PREFACIO .................................................................... 11
CAPÍTULO 1
La era sub-apostólica en el Nuevo Testamento .............. 17
CAPÍTULO 2
La tradición paulina en las Pastorales:
La importancia de la estructura eclesial ........................ 41
CAPÍTULO 3
La tradición paulina en Colosenses/Efesios:
Amar a la Iglesia como Cuerpo de Cristo ...................... 63
CAPÍTULO 4
La tradición paulina en Lucas/Hechos:
La Iglesia y el Espíritu .................................................. 83
CAPÍTULO 5
La tradición petrina en 1 Pedro:
La Iglesia como pueblo de Dios .................................... 101
CAPÍTULO 6
La tradición del Discípulo Amado
En el cuarto evangelio:
Una comunidad de personas unidas
individualmente a Jesús ................................................ 113
8 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
CAPÍTULO 7
La tradición del Discípulo Amado
en las cartas de Juan:
Una comunidad de personas guiadas
por el Espíritu-Paráclito ................................................ 137
CAPÍTULO 8
La tradición de la cristiandad judeo-gentil en Mateo:
Autoridad que no sustituye a Jesús................................ 167
CONCLUSIÓN.............................................................. 197
BIBLIOGRAFÍA............................................................ 203
LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES
NOS DEJARON
20. Barret, “Acts”; también del mismo autor: “Pauline Controversies”. Ver: de
Boer: “Images of Paul”, y Conzelmann, “Die Schule”.
21. Barret habla de Efesios, no de Colosenses. Es muy probable que no fuera el
autor de Efesios quien escribiera Colosenses, pero la utilizó como su fuente prin-
cipal. En relación con la pregunta que formularé más adelante, las dos cartas
poseen un pensamiento lo suficientemente afín y reflejan una misma tendencia.
22. Que la carta a los Colosenses se dirige a Colosas, en Asia Menor, casi no se
discute. Pero que la de Efesios se enviara realmente a Éfeso es poco seguro, ya que
la expresión “en Éfeso” de 1,1 no aparece en los mejores manuscritos griegos.
Aparentemente, las Pastorales están dirigidas a Timoteo, en Éfeso, y a Tito, en
Creta; pero es imposible determinar hasta qué punto este marco de localización
es o no ficticio. No se conoce nada, geográficamente hablando, de la comunidad
o grupos a los que se dirigió Lucas/Hechos.
LA ERA SUB-APOSTÓLICA EN EL NUEVO TESTAMENTO 27
los celos de los judíos, y que, al final, los mismos judíos se con-
vertirán, ya que los gentiles son una rama de acebuche injerta-
da en el árbol de Israel (cf Rom 11,11-26).
Si analizamos las Pastorales (1 y 2 a Timoteo y Tito) nos en-
contramos con otra situación post-paulina diferente. Al autor de
estos escritos le preocupan, entre otros, los judaizantes y su exi-
gencia de la circuncisión. En el capítulo 2, trataré con detalle la
fuerte insistencia del autor de las Pastorales en el tema de la
estructura de la Iglesia y de la elección de los cargos eclesiales.
Es una insistencia que falta tanto en Colosenses/Efesios como en
Lucas/Hechos, a pesar de que ambos escritos conocen la existen-
cia de cargos en la Iglesia. Mas adelante veremos que el autor de
las Pastorales, el autor o autores de Colosenses/Efesios, y el autor
de Lucas/Hechos presentan una dinámica diferente a la hora de
acentuar lo que consideran importante en sus respectivas con-
cepciones de Iglesia. Toda esta variedad tiene lugar en la tradi-
ción paulina, en escritos relacionados directa o indirectamente
con el apóstol. Los probables contactos que se dieran entre estas
iglesias se dieron en el contexto de la koinonia o comunión recí-
proca (en los escritos no hay nada explícito que indique lo con-
trario), pero sus modos de pensar son diferentes, ya que han
subrayado aspectos distintos de la tradición paulina.
Si existen estas tendencias dentro de una misma tradición,
no es sorprendente que haya también tendencias en las distin-
tas tradiciones del período sub-apostólico. En un libro recien-
te, La Comunidad del Discípulo amado, he estudiado la
comunidad de Juan (o, las comunidades23, ya que desde los
23. Es discutible si en un libro que trata sobre las iglesias del período sub-apos-
tólico del Nuevo Testamento, debería tratarse el asunto de los cismáticos de 1 Jn
2,19, ya que el autor de las cartas los descalifica por negar a Cristo (2,22). Pero,
este grupo, a pesar de ser llamado “cismático”, se consideraba a sí mismo como
el auténtico heredero del evangelio de Juan. Para ellos, el autor de las cartas y sus
seguidores serían los cismáticos. Ver Brown, Epistles, 69-71.
LA ERA SUB-APOSTÓLICA EN EL NUEVO TESTAMENTO 29
24. Ver mi “New Testament Background for the Concept of Local Church”, Acts
of the Catholic Theological Society of America 36 (1981), 1-14.
30 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
25. En Epistles afirmo que tanto el autor de las cartas como sus adversarios acep-
taban la tradición de Juan, tal como quedó reflejada en el cuarto evangelio, pero
la interpretaban de forma diferente. Con frecuencia, los conflictos entre cristia-
nos no se producen tanto porque un grupo acepte un documento fundacional,
que el otro rechaza, sino porque cada grupo interpreta de forma diferente un
documento aceptado en principio por ambos.
26. Para las semejanzas entre Apocalipsis y los escritos de Juan, ver O. Bocher,
L’Apocalypse Johannique et L’Apocalypse dans le Nouveau Testament, ed. J. Lambrecht
(Bibliotheca Ephemeridum Theologicarum Lovaniensum 53; Gembloux,
Duculot, 1980), 289-301.
LA ERA SUB-APOSTÓLICA EN EL NUEVO TESTAMENTO 31
30. Elisabeth Schüssler Fiorenza, en L’Apocalypse (ver nota 26), trata Apocalipsis
en el contexto de la primera profecía cristiana primitiva. Separa radicalmente
Apocalipsis de los escritos joánicos.
31. Brown, Antioch, 137-138; 172-173; 180-182.
LA ERA SUB-APOSTÓLICA EN EL NUEVO TESTAMENTO 33
37. Meier, Antioch, 62-63, presenta una evaluación matizada de las diferencias
entre Mateo y Pablo.
38. L. Goppelt, Theology of the New Testament (2vols. Grand Rapids; Eerdmans,
1982) II. XI (J. Roloff’s Foreword).
LA ERA SUB-APOSTÓLICA EN EL NUEVO TESTAMENTO 37
39. E. Best, Following Jesus. Discipleship in the Gospel of Mark (JSNT Supp. Series
4; Sheffield; JSOT Press, 1981).
40. Ver Brown, Antioch 191-201.
38 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
41. Que Mateo y Lucas dependan de Marcos no deja de ser también una hipóte-
sis, aunque defendida por un 90% de los investigadores. La reconstrucción de las
fuentes de Marcos es mucho más problemática.
42. Se podría mencionar igualmente la 2Pedro. Presuponiendo la 1 Pedro, está
escrita en su nombre. Se hace un no fácil reconocimiento de Pablo, al admitir la
distorsión que habían provocado los entusiastas paulinos (3,15-16); implícita-
mente se piensa en Judas, hermano de Santiago.
LA ERA SUB-APOSTÓLICA EN EL NUEVO TESTAMENTO 39
44. Para los tres primeros testimonios que he mencionado entre paréntesis, Pablo
habría realizado esta función; Pedro la habría realizado para 1 Ped y Mt; y el
Discípulo Amado para Juan y las cartas joánicas. Como se indica en la nota 4,
parece poco probable que el último fuese un “apóstol”, término significativa-
mente ausente en Jn y en 1, 2 y 3 Jn.
CAPÍTULO 2
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES:
LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL
45. Estoy de acuerdo con la mayoría de los estudiosos del tema en que Pablo
había muerto ya y que, escribiendo en nombre de Pablo, un autor desconocido
se sirve de la autoridad del apóstol para resolver problemas post-paulinos.
Ahora bien, lo que escribo arriba no depende, para su validez, de la cuestión del
autor. Aun siendo post-paulinas, las Pastorales conservan ciertas líneas del
auténtico pensamiento de Pablo. Ver notas 54, 66 y 73.
42 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
46. 1 Ped fue probablemente escrita después de la muerte de Pedro, por un autor
que la puso bajo la autoridad de Pedro. (En cualquier introducción crítica al
Nuevo Testamento se puede encontrar la cuestión del autor). Ver el comienzo del
capítulo 5.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES: LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL 43
47. Ver en mis libros Priest and Bishop (New York; Paulist, 1970), 34-43; 65-72;
y Critical Meaning, 136-144. Prácticamente no se conoce nada de la función de
los diáconos en tiempos del Nuevo Testamento, ni de su diferencia con los pres-
bíteros.
44 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
48. En escritos cristianos algo posteriores al año 100 d.C., por ejemplo, los de
Ignacio de Antioquía, se atestigua el modelo según el cual sólo había un episkopos
u obispo, presidiendo a un grupo de presbíteros (y diáconos). La utilización en las
Pastorales del término presbyteros tanto en singular como en plural y, en cambio,
el de episkopos sólo en singular (en dos ocasiones) ha hecho suponer a algunos que
el sistema de obispo único estaba ya establecido en el tiempo de las Pastorales
(¿años 80?) Sin embargo, en Tit 1,5-7 los dos términos se utilizan indistinta-
mente, ya que hay presbíteros-obispos (en plural) en la iglesia de una determina-
da ciudad que aparece en las Pastorales. Una observación de 1Tim 5,7 sugiere que
no todos los presbíteros ejercían la supervisión o la enseñanza, y que la tarea de
supervisor u obispo iba siendo cada vez más estimada.
49. Sin embargo, en Sant 5,14 aparecen los presbíteros de la iglesia desempeñando
una función especial en la oración y la unción. En tiempos de Ignacio, la presiden-
cia de la eucaristía y el bautismo estaba reservada a sólo el obispo, o a su delegado.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES: LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL 45
50. Lc 6,15 y Hch 1,8 llaman a Simón “el celote”, mientras Mt 10,3 llama a
Mateo “recaudador de impuestos”.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES: LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL 47
51. Ver la breve argumentación que hago en The Jerome Biblical Commentary (tra-
ducción española: Comentario Biblico “San Jerónimo”, Ediciones Cristiandad;
Madrid 1972), art. 67, 94-97; y el excelente artículo de D. Harrington, “The
‘Early Catholic’. Writings of the New Testament: The church Adjusting to
World History”, en The Word in the World, ed. R.F. Clifford y G.W. MacRoe
(F.L.Moriarty Festshirift; Cambridge, Mass; Weston, 1977) 97-113; reproduci-
do en Harringtong, Light 61-78.
52. J. W. Gager, Kingdom and Community: The Social World of Early Cristianity
(Englewood Clifs, NJ; Prentice-Hall, 1974), 67.
53. R. Bultmann, Theology of the New Testament (2 vols; Nueva York; Scriners
1951.1955) II. 97-98 (traducción española: Teología del Nuevo Testamento, Edicio-
nes Sígueme, Salamanca, 1982)
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES: LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL 49
54. R.F. Collins, “The Image of Paul in the Pastorals”, Laval Théologique et Philoso-
phique 31 (1935), 147-173. En Kertelge, Paulus ,70-121. 122-145, aparecen artí-
culos aclaratorios de G. Lohfink y P. Trummer sobre la tradición paulina en las
Pastorales. El último (pg 143) resalta la importancia de las Pastorales para salvar
canónicamente el corpus paulino en la Iglesia, y afirma (pg 144) que no deberían
considerarse como contradictorias las Pastorales y las cartas auténticas de Pablo.
55. Ver las diferentes descripciones en 1Tim 1,3ss; 4,1ss; 6,20-21; 2Tim 2,2.16-
18; 3,1-9; 4,3-4; Tit 1,10-16; 3,.9.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES: LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL 51
56. En realidad no está claro que el blanco de estas afirmaciones fuese única-
mente una forma de pensamiento herético, puesto que 1Tim 1,7 y Tit 1,10 tie-
nen en cuenta a los judíos o a los adversarios judeo-cristianos, que no pueden
ser los mismos que los gnósticos.
57. Adversus haereses 3.3.3. comienza con la sucesión de los obispos en Roma, que
podía ser el lugar en el que 2Tim 4,7 piensa como término de la carrera de Pablo.
52 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
60. La asamblea de Jerusalén, que trató el problema de si los gentiles debían ser
o no circuncidados (esto es, convertirse en judíos) para ser cristianos, se describe
de forma diferente en Hch 15 y Gal 2, pero en ninguna de ellas los que defien-
den que la circuncisión no es necesaria se apoyan en el Jesús histórico para defen-
der su postura. Podemos sospechar que los partidarios de las circuncisión serían
los que se apoyaran en el Jesús histórico, insistiendo en el hecho de que nunca
dispensó de esta práctica.
56 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
61. En otro lugar de las Pastorales se muestra estima por las “viudas verdaderas”
(1Tim 5,3), y se piensa en las mujeres como posibles diáconos (3,11). Las muje-
res mayores tienen que enseñar lo bueno (Tit 2,3) y ser estimadas (1 Tim 5,2).
Para la cuestionable sugerencia de que éstas últimas son mujeres-presbíteros, ver
Brown, Critical Meaning, 141. Sin embargo, el autor de las Pastorales no permi-
te que la mujer enseñe o que tanga autoridad sobre los hombres (1 Tim 2,12).
58 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
62. R.E. Brown, “The Passion According to John”, Worship 49 (nº 3, marzo
1975), 131.
63. Critical Meaning (1-22) trata detalladamente este punto.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES: LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL 59
dad. Es cierto que 2 Tim 3,6-7 no espera que las mujeres pue-
dan por ellas mismas detectar alguna vez falsedades en lo que
se les dice, o que, incluso, tengan algo que enseñar a los pres-
bíteros. El hecho de que el autor no permita ideas de “abajo-
arriba”, como si en la estructura eclesial toda idea válida
debiera venir de “arriba-abajo”, no prepara al lector ordinario
de las Pastorales para el desempeño de una función de ense-
ñanza.
Una situación tan parcial es aún peor allí donde los laicos
están muy bien formados, siendo capaces de aportar significa-
tivamente al crecimiento religioso de la comunidad. Por
supuesto que, incluso los laicos con mayor formación necesitan
aprender la gran tradición cristiana. Es ésta una gran tarea de
los maestros oficiales de la iglesia que han sido, o deberían
haber sido, formados en dicha tradición. Pero, una vez forma-
dos, algunos laicos pueden enseñar no sólo transmitiendo lo
que recibieron, sino haciendo sus propias aportaciones. Las
Pastorales se escribieron en una época en que al autor le pare-
ció que tenía que decir a Tito (3,1): “recuerda a todos que sean
sumisos al gobierno y a las autoridades”. Probablemente el autor
suponía que el sentido común haría que en otra época se dije-
se: “recuerda a todos que sean creativos y activos”. Pero la rea-
lidad es que tal recomendación nunca pasó a las Escrituras, lo
que hubiera sido pastoralmente determinante. Este es un
punto débil de las Pastorales.
La necesidad de insistir en la debilidad de la propuesta de
las Pastorales: una administración fuerte, llevada por los
maestros oficiales; es un cumplido a la enorme fuerza de esta
propuesta, que ha tendido a ser dominante en la historia de
la Iglesia, precisamente por su buen funcionamiento. Las
comunidades que reaccionaron negando este hecho, han teni-
do normalmente una vida corta. En el capítulo 7 vamos a ver
LA TRADICIÓN PAULINA EN LAS PASTORALES: LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA ECLESIAL 61
66. Es difícil fechar la carta a los Efesios, aunque parece bastante probable que
fue escrita hacia el 90-100 d.C. Es cuestionable la tendencia a situar las Pas-
torales en el siglo II. No estoy de acuerdo con H.F. Von Campenhausen y con H.
Koester que tienden a situarlas hacia mediados del siglo segundo, a la misma dis-
tancia de Pablo que Policarpo. Ver G. Lohfink, en Kertelge, Paulus, 119. Sin
embargo, el Pablo de los 60 está separado de las Pastorales por varias décadas (lo
que se puede inferir de 2 Tim 1,5, ya que se supone a Pablo contemporáneo de
la abuela de Timoteo). P. Trummer, Die Paulustradition der Pastoralbriefe (Beiträge
zur biblischen Exegese und Theologie 8; Frankfurt; Lang, 1978) se inclina por
la tercera generación después de Pablo. El que Marción no recoja las Pastorales
en su canon (esto supone más bien que no las conoce y no que las ignore inten-
cionadamente) y el no estar incluidas en el P46 puede indicar, tal vez, que se con-
servaron de modo diferente al resto del conjunto paulino.
64 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
67. Se discute hasta qué punto el autor de las Pastorales conocería otras cartas pau-
linas, pero la relación entre las dos series de escritos no es puramente literaria.
68. Como ya señalé en la nota 21, se pueden tratar conjuntamente las dos cartas.
Para ser más precisos, la eclesiología de Efesios va más allá de la de Colosenses.
Para este asunto, aconsejo ver H. Merklein, “Paulinische Theologie in der
Rezeption der Kolosser-und Epheserbriefes”, en Kertelge, Paulus, 25-69, espe-
cialmente en 58-82, donde señala que, incluso la cruz, se ha convertido en ecle-
siología en Efesios. Contradice la tesis de Kässemann que afirma que en Efesios la
cristología ha cedido a la eclesiología; más bien, Efesios presenta una “cristología
eclesiológica”.
69. Ef 2,20; 3,5 y 4,11 habla de “apóstoles” en plural; pero en Ef 31-13, donde
se hacen referencias a la carrera de Pablo, la imagen que domnina claramente es
la del “yo” apostólico de Pablo.
LA TRADICIÓN PAULINA EN COLOSENSES/EFESIOS: AMAR A LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO 65
72. Ver también Rom 12,4-5. La concatenación de ideas consiste en que, a tra-
vés del bautismo, cada cristiano se identifica con Cristo, que murió y resucitó:
“por la muerte corporal de Cristo habéis muerto a la ley”.
73. Así hizo también el autor de las Pastorales, desarrollando la autoridad pas-
toral que se encontraba ya en las cartas auténticas de Pablo: por ejemplo en 1Tes
5,12; Filp 1,1. En cada caso, el desarrollo es innovador, pero la línea desarrolla-
da proviene indudablemente de Pablo. Observamos diferentes “trayectorias”
dentro de la tradición paulina. Meeks, en Firts Urbans, 8 (traducción española:
Los primeros cristianos urbanos, Sígueme, Salamanca, 1988) es contrario a esta opi-
nión en el caso de las Pastorales, ya que duda que procedan de alguna escuela
paulina. Simplemente se ha adoptado el nombre de Pablo. Las Pastorales “ no
pueden utilizarse con confianza, ni como evidencia de ningún tipo de continui-
dad social, ni como testimonio independiente de cualquiera de las tradiciones de
los grupos paulinos”.
LA TRADICIÓN PAULINA EN COLOSENSES/EFESIOS: AMAR A LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO 67
75. Col 4,11 menciona a los “trabajadores por el reino de Dios”, y Ef 5,5 se refiere al
“reino de Cristo y de Dios”; pero no está claro si se conciben como dos reinos o, por el
contrario, como dos estadios del mismo (como en Mateo); tampoco está claro si se debe
identificar la iglesia con el reino de Dios. Más aún, en Ef 1,14 se habla de una herencia
que aún no hemos adquirido.
70 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
76. Pablo (1 Tes 4,14; Rom 6,5 y Filp 3,10-12) considera la resurrección de los
cristianos tras la muerte como algo futuro. La tendencia a considerar la resurrec-
ción e, incluso, la ascensión al cielo como algo ya ocurrido a los cristianos, es un
paso que lleva al gnosticismo. El autor valentiniano de Nag Hammadi, autor
gnóstico del Tratado sobre la resurrección (I 45,24-28), escribe: “como dice el após-
tol: ‘sufrimos con él; ascendimos al cielo con él’” (Notar cómo la postura “pauli-
na” se ha ampliado e,incluso, reforzado más allá de Efesios). Por eso, 2 Tim 2,18
condena a aquellos que “se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya
se ha realizado”. No obstante, hay pasajes, incluso en las cartas auténticas de
Pablo, que pueden haber precipitado el movimiento hacia la escatología realiza-
da: en Rom 5,18 se dice que la obra de salvación de Jesucristo nos ha llevado a
todos a la vida; y en Rom 8,24: “estamos salvados en esperanza”.
LA TRADICIÓN PAULINA EN COLOSENSES/EFESIOS: AMAR A LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO 71
• Puntos fuertes:
Primero: La imagen del cuerpo de Cristo personaliza a la
iglesia y estimula nuestro amor hacia ella, a imitación del
amor de Cristo por su esposa. Los consejos de las Pastorales
promueven una administración eficaz y cuidadosa; pero, en
último término, no se ama una estructura o una institución
por sí misma. Voy a ilustrar esto con una imagen personal y
otra institucional, de la experiencia corriente. Antes del
Vaticano II, en mi propia iglesia, se podía escuchar frecuente-
mente la expresión “madre iglesia”. Es verdad que esta imagen
podía producir una sensación de exagerada protección y de
maternalismo, que nos reducía a todos a una situación infantil
y pueril. Este punto débil explica, en parte, que esta imagen
haya perdido su popularidad; pero no se ha encontrado otra
mejor para sustituirla. Las referencias a la “iglesia institucio-
nal”, después del Vaticano II, llevan con frecuencia a pensar
• Puntos débiles:
Primero: la acentuación de la santidad de la iglesia puede
ser paradójicamente un punto débil, cuando se intenta ocultar
sus fallos. Una eclesiología de la santidad ha llevado a los cris-
tianos a ocultar, en ocasiones, los pecados e insensateces, espe-
cialmente de las figuras públicas de la iglesia; se pensaba en el
escándalo que supondría que llegaran a ser de dominio públi-
LA TRADICIÓN PAULINA EN COLOSENSES/EFESIOS: AMAR A LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO 75
78. Como es obvio, hay otras respuestas protestantes más sofisticadas a esta cues-
tión del alto catolicismo.
LA TRADICIÓN PAULINA EN COLOSENSES/EFESIOS: AMAR A LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO 79
79. No quiero decir que la imagen de “cuerpo de Cristo” fuera rechazada ni que
desapareciera, pero perdió su relevancia.
80 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
83. P.G. Muller, en Kertelge, Paulus, 156-201, afirma que las circunstancias del
contexto en que Lucas recibe la tradición paulina pueden ser más importantes
que los destinatarios.
84. Algunos estudiosos, basándose en el acento que Lucas pone en que muchos
judíos creyeron en Jesús, y en la descripción, generalmente no hostil, que hace,
incluso, de los judíos no creyentes (Gamaliel, por ejemplo), han defendido que
los destinatarios de Lucas fueron total o parcialmente judeocristianos. No admi-
ten que Lucas describa una situación cristiana avanzada, cuando los choques con
los judíos ya habrían cesado. A pesar de que no habla de enfrentamiento entre
Jesús y el judaísmo, como algunos judíos reconocieron, la situación contempo-
ránea de Lucas la expresa en las últimas líneas de Hechos (28,25—28): los judíos
nunca entenderán; sus ojos están cerrados; la salvación de Dios se destina a los
gentiles. Ver mi Birth of the Messiah (Garden City, NY; Dpubleday, 1977), 236-
237 (traducción española: El nacimiento del Masías, Cristiandad, Madrid, 1982)
85. Recuerdo al lector que no hay nada en Lucas/Hechos que identifique al autor.
La tesis de que fuera Lucas, compañero de Pablo, que aparece mencionado en
Film 24, Col 4,14 y 2Tim 4,11, es producto de la investigación de finales del
siglo II. El que sea una cuestión controvertida por los investigadores del siglo
XX es un problema académico, no religioso.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LUCAS/HECHOS: LA IGLESIA Y EL ESPÍRITU. 85
86. Generalmente se propone una fecha alrededor de los 80, aunque algunos críti-
cos eminentes (Haenchen, Conzelmann) se inclinan por el inicio del siglo segundo.
87. Puede decirse que la iglesia posterior, con el canon, deshizo la labor que Lucas
intentaba realizar, porque separó el evangelio de Lucas, poniéndolo junto al de
Marcos, mientras que Hechos se presentan independientemente, sin relación con
el evangelio.
88. Lucas prefiere el verbo evangelizesthai al sustantivo evangelion, para referirse a la
proclamación de la buena nueva.
86 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
90. K. Löning, en Kertelge, Paulus, 202-234, señala que Lucas hace hablar a
todas las autoridades de comienzos del cristianismo en defensa de la justificación
por la fe, y, así, las “pauliniza”.
91. Hechos se aproximan aquí a las Pastorales, pero en ellos no se encuentra cla-
ramente el “depósito de la fe”. Más aún, para Hechos, el término “continuidad”
es más excato que el de “sucesión apostólica”, que se ajusta más a las Pastorales.
92. J.A. Fitzmyer, The Gospel According to Luke (I-IX) (Garden City, NY, Double-
day, 1981), 9 (Traducción española: El Evangelio según Lucas I-III, Crisrandad,
Madrid, 1986-1987 –falta el tomo IV por traducir), sostiene que la intención de
Lucas fue escribir una continuación de la historia bíblica, presentando el cristia-
nismo como continuación lógica y legítima del judaísmo.
88 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
93. Obviamente, la imagen de Pablo aparece aquí teñida por el modo de pensar
de Lucas. El Pablo de Gálatas hace un contraste apocalíptico entre maldición y
pecado antes de Cristo, y gracia y adopción, después de Él. El Pablo de Rom 9-
11 habla con un lenguaje más cercano al de la continuidad. Tales diferencias en
Pablo me inducen a pensar que Lucas ha simplificado, seleccionando aspectos
genuinos del Pablo histórico. No estoy totalmente de acuerdo con la armoniosa
visión de F.F. Bruce, “Is the Paul of Acts the Real Paul?”, Bulletin John Rylands
Library 58 (1976), 283-305; sus puntos de vista, sin embargo, previenen contra
la creación de una brecha demasiado honda entre las dos imágenes de Pablo.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LUCAS/HECHOS: LA IGLESIA Y EL ESPÍRITU. 89
94. Ver mi artículo “Diverse Uses of the Spirit in the New Testament”, Worship
57 (nº 3, Mayo 1983), 225-236.
95. Las menciones no eclesiológicas incluyen referencias a la resurrección de
Cristo (1Tim 3,16) y a la profecía (1Tim 4,1).
90 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
99. C.F.D. Moule, “Jesus of Nazareth and the Church’s Lord”, en Die Mitte des
Neuen Testaments, ed. U. Lzand y H. Weder (E. Schweizer Festschrift; Göttingen;
Vandenhoeck and Ruprecht, 1983), 176-186, trata de modo sugerente este pro-
blema. Algunas distorsiones contemporáneas tienden a identificar la permanen-
cia de Jesús con la presencia del Espíritu, haciendo de Jesús únicamente una
figura del pasado.
100. Lucas está influido por el formato de evangelio, recibido de Marcos, donde
la narración de la historia de Jesús concluye con la muerte y resurrección. De este
modo, Lucas se aparta de la tradición paulina, pues tanto las cartas post-pauli-
nas, como las auténticas de Pablo, no dicen nada del ministerio terreno de Jesús,
previo a su crucifixión y resurrección.
101. No intento tratar todos y cada uno de los aspectos de la obra del Espíritu
en Hechos; sólo las aportaciones eclesiológicas más importantes. Ver E. Haen-
chen, The Acts of the Apostles (Oxford, Blackwell, 1971), 92-93; y Fitzmyer, Luke
(nota 92), 1.227-1.231.
102. Tanto en hebreo como en griego se utiliza la misma palabra para designar
al “viento” y al “espíritu”.
92 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
104. El retraso de la segunda venida sirve para dar a los israelitas una oportuni-
dad de convertirse (3,17-20). El único desastre, aparentemente definitivo, es el
profetizado por Isaías: que Israel nunca entenderá ni acogerá la palabra de Dios
sobre Jesús (28,25-26). Algunos estudiosos modernos desdramatizan ese juicio,
considerando que no cuadra con el tono benévolo de Lucas a lo largo de su obra
(ver nota 84). Pero, en el comienzo del evangelio de Lucas (2,34), se recuerda la
profecía de que Jesús sería causa de tropiezo para muchos en Israel.
96 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
105. Merece la pena recordar que, en el año 1.000, el cristianismo no estaba divi-
dido, con excepción de las iglesias monofisitas, que eran relativamente pequeñas.
Hemos malgastado mil años deshaciendo la unidad cristiana.
LA TRADICIÓN PAULINA EN LUCAS/HECHOS: LA IGLESIA Y EL ESPÍRITU. 99
108. En Antioch, 1-9, y en “Not Jewish Christianity and Gentile Christianity but
Types of Jewish/Gentile Christianity”, CBQ 45 (1983), 74-79, propongo, al
menos, cuatro tipo de misiones judeocristianas a los gentiles. Dos de ellas habrí-
an sido más conservadoras que Pablo, obligando a los conversos gentiles a man-
tener algunos aspectos del judaísmo. Asocio a Pedro y a Santiago a una misión
que no insistió en la circuncisión, pero sí en la observancia de ciertas costumbres
judías, y en el culto.
LA TRADICIÓN PETRINA EN 1 PEDRO: LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS 103
109. La carta atribuida a Santiago (1.1) se dirige “a las doce tribus de la disper-
sión”, lo que sugiere que, para los judíos fuera de Palestina, el nombre de
Santiago estaba asociado con la misión de Jerusalén (ver también Hch 21,20)
110. Ignacio, en la introducción a Romanos, habla de la primacía en el amor de
la iglesia romana; y en Rom 3,1 comenta cómo la iglesia romana enseñó a las
otras. Evidentemente la iglesia de Roma se sintió libre para enviar la 1ª Clemente,
amonestando a la iglesia de Corinto (había allí un grupo de seguidores de Pedro,
en vida de Pablo); y Dionisio de Corinto menciona otra carta anterior de Roma
a Corinto (Eusebio, HE IV,23. 10-11).
111. No necesitamos entrar en largos debates sobre si 1 Ped, 1 y parte del 2 son,
parcial o totalmente, una homilía bautismal, una liturgia bautismal, un himno
bautismal o una confesión bautismal.
104 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
113. Estas pasiones se condenan en 4,2ss, y se desprecian con una frase, que reve-
la el trasfondo judío del autor (y de la iglesia de Roma): “conforme al querer de los
gentiles”.
LA TRADICIÓN PETRINA EN 1 PEDRO: LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS 107
114. En ningún lugar del Nuevo Testamento se llama “sacerdotes” a los presbí-
teros u obispos de la iglesia. Este desarrollo tuvo lugar, en el caso de los obispos,
en el siglo II; y posteriormente se extendió a los presbíteros (5,1), pero sin cone-
xión entre ambos desarrollos.
115. Otros católicos temen que tal acentuación ponga en peligro la condición
única y exclusiva del ministerio ordenado. Por ser la naturaleza humana como es,
el acento en uno de los extremos pone existencialmente en peligro la verdad del
otro, aunque se afirme que la otra verdad no debe pasarse por alto. Cuando se trata
de percibir cuál de los sacerdocios debe ser reforzado, encuentro al sacerdocio
ordenado marcado por muchos signos externos (ropa talar, vestimentas, vida céli-
be), mientras que la mayoría de los laicos católicos ignoran completamente que se
pueda aplicar a ellos el término de sacerdotes.
LA TRADICIÓN PETRINA EN 1 PEDRO: LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS 109
116. Hay, por supuesto, quienes creen que sólo los cristianos (o un tipo de cris-
tianos) se salvan. Citan, a menudo, a Jn 3,5: “Yo te aseguro que nadie puede entrar
en el reino de Dios, si no nace del agua y del Espíritu” (presuponiendo, con razón, que
este nacimiento se refiere al bautismo). Llaman la atención sobre la universali-
dad de la negación: “si no”; e insisten en que tal afirmación es palabra de Dios,
que zanja la cuestión. Por desgracia, no consideran necesario preguntarse cuál fue
la intención del autor al escribir estas palabras, pues no admiten los condiciona-
mientos humanos de las palabras de la Escritura. En este caso, el escritor refuta-
ba la creencia judía de que una persona llega a ser pueblo de Dios por el solo
hecho de haber nacido de una madre judía. Para esta teología sólo la procreación
o nacimiento de Dios nos hace hijos suyos, y lo que nace de la carne es simple-
mente carne. No trata aquí la cuestión de los que se esfuerzan por servir a Dios,
pero no encuentran suficientemente convincente la proclamación de Cristo, espe-
cialmente mediante el ejemplo, como garantía de su fe. No es, pues, obvia la
aplicación de la frase de Juan a situaciones posteriores.
LA TRADICIÓN PETRINA EN 1 PEDRO: LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS 111
117. La frase: “vosotros que en otro tiempo erais no-pueblo”, dirigida a los gen-
tiles, refleja un punto de vista judío de fondo, pero no explicita nada sobre la
condición de Israel en aquel tiempo.
118. Es más, algunos grupos llevan la exclusividad más lejos, al negar que otros
grupos, también cristianos, merezcan este título.
112 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
119. Igualmente, para otros autores del Nuevo Testamento, sólo los creyentes
son hijos de Dios.
CAPÍTULO 6
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO
EN EL CUARTO EVANGELIO:
UNA COMUNIDAD DE PERSONAS
UNIDAS INDIVIDUALMENTE A JESÚS
124. Para Juan, Jesús es el Hijo de Dios, mientras que nosotros nos hacemos hijos de
Dios. Ni el verbo ni el sustantivo “hijo” pueden intercambiarse en ambos títu-
los. Por otro lado, nosotros somos engendrados por Dios, mientras que en nin-
gún pasaje se dice claramente que Jesús fuera engendrado por Dios (a pesar de la
variante de Jn 1,13, con un sujeto en singular; una interpretación discutible de
Jn 5,18; y una tendencia a traducir monogenés como “el solo engendrado”, en vez
de hacerlo literalmente como “el único”)
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN EL CUARTO EVANGELIO 117
133. Parece que hay escasa relación entre Apocalipsis y los escritos de Juan. En
la atribución de la dignidad cultual del Antiguo Testamento al pueblo cristia-
no, Apocalipsis está más cerca de 1 Pedro que de Juan: Jesucristo “nos ha consti-
tuido en reino y hecho sacerdotes para Dios, su Padre” (Apc 1,6; 5,10). En Apocalipsis
hay también referencias a apóstoles y profetas cristianos, que no aparecen en
Juan.
134. Hay referencias a los apóstoles en Santiago, Hebreos y Filemón. Hb 3,1
habla de Jesús como apóstol.
135. La palabra apostolos aparece en Jn 13,16: “os aseguro que un siervo no puede ser
mayor que su señor, ni un enviado puede ser superior a quien lo envió”. Aunque si se
quiere insistir en traducirla por “apóstol”, la palabra “enviado” de este versícu-
lo, no daría una imagen excesivamente favorable para los apóstoles.
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN EL CUARTO EVANGELIO 123
136. Según se divida la descripción de Jn 19,25, puede haber allí una, dos o tres
mujeres más.
137. Ver Mc 3,33; y R.E. Brown y otros, Mary in the New Testament (New York,
Paulist, 1978), 213. (Traducción española: María en el Nuevo testamento, Sígueme,
Salamanca, 1994)
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN EL CUARTO EVANGELIO 125
139. Ver mi estudio sobre “Roles in the Forth Gospel”, en La Comunidad del
Discípulo Amado (Community, 183-198),
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN EL CUARTO EVANGELIO 127
140. Es de suponer que Pablo contase a sus convertidos muchas más cosas sobre
la tradición de Jesús; muchas más cosas de las que aparecen en las cartas, que tie-
nen que ver con temas concretos (Algunos descubren, incluso, informaciones
acerca de Jesús en algunas referencias indirectas de las cartas). Pero no sabemos
cuánto conocían los autores de Colosenses y Efesios; el autor de Efesios depende
mucho de las otras cartas. En todo caso, la personalidad de Jesús no emerge de
Colosenses/Efesios más que en las cartas auténticas de Pablo.
130 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
141. En el conjunto del evangelio de Juan y las cartas, sólo aparece la palabra
ekklesía en 3 Jn 6.9.10, para referirse a las iglesias locales.
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN EL CUARTO EVANGELIO 133
142. Ver mi Epistles, 107.732-738, para una mayor información sobre las inten-
ciones de Diótrefes.
134 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
143. El hecho de que exponga aquí, y en el capítulo 5, las dificultades que com-
porta un sacerdocio ordenado (distinguiéndolo del ministerio ordenado) no signifi-
ca que opine que la iglesia católica deba prescindir de entender sacerdotalmente
el ministerio. En Critical Meaning señalo el valor y la enorme fuerza de este sacer-
docio. La ordenación no es sólo el nombramiento para un determinado oficio;
entraña una gracia especial. Pero, veánse en el capitulo 2 las limitaciones de todo
punto teológico fuerte.
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN EL CUARTO EVANGELIO 135
144. Se pueden reconstruir los rasgos que distinguen a los cristianos helenistas
de los cristianos hebreos a partir de las indicaciones de Hechos, pero sin una cer-
teza absoluta. Está el problema añadido de la exactitud de Hechos, y no sabe-
mos si esta diferencia entre los dos grupos de cristianos, existente en Jerusalén,
se daba también en otros lugares y, en caso afirmativo, si se daba de la misma
forma. Ver Brown-Meier, Antioch, 6-7.34.
145. En Jn 8,48, Jesús es tachado de samaritano. No hay nada en su vida que
lo pruebe, por lo que puede suponerse que se trata de una acusación contra la
cristiandad joánica. La presencia de muchos samaritanos entre los creyentes es
específica de Juan (4, 39-42).
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN LAS CARTAS DE JUAN 139
146. Muchos factores entraron en juego para forjar esta expresión cristológica;
especialmente, la reflexión sobre la sabiduría preexistente, como se describe en
el final del Antiguo Testamento y en la literatura intertestamentaria (Brown,
John, 1521-1523). Otro factor puede haber sido la acentuación de Moisés y no de
David como el analogado principal del Antiguo Testamento para entender a
Jesús. Moisés no fue famoso por llegar a ser rey, como David, sino porque habló
con Dios; quizás, incluso, lo vio y, después, bajó a contar al pueblo lo que había
visto y oído, cuando estuvo junto a Él. Los samaritanos rechazaban las preten-
siones de David sobre Jerusalén y se apoyaban en la alianza con Moisés que, para
ellos, era la figura principal de la historia sagrada.
147. Sobre este aspecto, es muy bueno J.L. Martyn History & Theology in the
Fourth Gospel (2ª. Ed.; Nashville; Abingdon, 1979)
140 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
148. Para Juan, los hermanos de Jesús podrían haber estado entre éstos, pues,
aunque parecían apoyarle, no creían en Él (7,3-5). Hacia finales del siglo,
Santiago, “el hermano del Señor” (ver Gal 1,19) se había convertido en el líder
de los judeocristianos, que mantenían la observancia de la mayor parte de las cos-
tumbres judías.
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN LAS CARTAS DE JUAN 141
150. Todas las referencias al Espíritu como Paráclito aparecen en cinco pasajes, en
la narración de la última cena (Jn 14,15-17; 14,25-26; 15,26-27; 16, 6-11;
16,12-15). Para una exposición detallada y para bibliografía de lo que aquí sólo
he bosquejado, ver Brown, John, 2.135-2.144.
151. Paraklètos aparece en 1 Jn 2,1: “tenemos ante el Padre un abogado, Jesucristo, el
Justo”. Jesús es el primer Paráclito y nos hace de abogado en el cielo; el Espíritu es
el “otro Paráclito” (Jn 14,16), que actúa en la tierra, en la ausencia física de Jesús.
LA TRADICIÓN DEL DISCÍPULO AMADO EN LAS CARTAS DE JUAN 143
de Jesús (cf Jn 16,14), sino que anuncia también las cosas veni-
deras (cf 16,13). Un ejemplo de lo que significa lo antiguo y
lo nuevo en la función de enseñar que se atribuye al Paráclito,
lo podemos encontrar en el hecho mismo del cuarto evangelio:
es el testimonio dado por el Paráclito a través del Discípulo
Amado y del evangelista. Es un evangelio que, como los otros,
se centra en la actividad pública de Jesús hasta su muerte y
resurrección, pero nos presenta esta historia de un modo ver-
daderamente innovador, de modo que cada página queda
transformada por la singular percepción joánica de la cristolo-
gía. (ver el capítulo 6).
154. Mantengo que fue uno el autor de las tres cartas, distinto del que escribió
el cuarto evangelio.
155. En un apéndice de mi Epistles, 762-763, recopilo todas las frases de las car-
tas que pueden ayudarnos a reconstruir el pensamiento de los secesionistas.
148 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
156. Es posible que no sólo el paso del tiempo, sino un movimiento geográfico
distanciara a la generación siguiente de los presupuestos de la anterior. Aunque
la comunidad joánica probablemente tuvo sus orígenes en Palestina, el cuarto
evangelio se escribió en otro lugar (en mi opinión pudo ser en la región de Éfeso,
pero algunos optan por Siria).
157. Jesús fue sentenciado a muerte a mediodía de la víspera del día de Pascua
(Jn 19,14), la hora en la que comenzaba el sacrificio de los corderos pascuales en
el Templo. Cuando Jesús gritó: “tengo sed”, sujetaron a una caña un hisopo
empapado en vinagre y se la acercaron a la boca (19,28-29); en Egipto se utilizó
el hisopo para marcar las puertas de los israelitas con la sangre del cordero.
Ninguno de los huesos de Jesús fue quebrado, de acuerdo con las prescripciones
que existían para el cordero pascual (19,33.36).
152 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
165. Se pensaba que el evangelio de Mateo había sido escrito por uno de los
Doce; que fue el primer evangelio que se escribió, en hebreo y arameo (la lengua
de Jesús), y que fue escrito como la narración más completa. La mayor parte de
estas teorías no son apoyadas, hoy, por investigadores serios; aunque algunos crí-
ticos todavía sostienen hoy la teoría de que Mateo es anterior a Marcos.
166. Unos 600 de los 661 versículos de Marcos aparecen en Mateo. Esto hacía
que no se sintiera la necesidad de leer a Marcos.
168 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
169. A diferencia del Jesús de Lucas que se va, ascendiendo al cielo (24,51), el
Jesús de Mateo continúa con sus discípulos hasta el fin de los tiempos (28.20).
170. Por supuesto, hay una perspectiva post-pascual en Marcos; lo que no está
claro es cómo queda asumida la historia del cristianismo conocida por Marcos en
el marco de esa perspectiva (ver el capítulo 1)
171. Sobre Jamnia, es muy importante W.D. Davies, The Setting of the Sermon on
the Mount (Cambridge Univ., 1964).(Traducción española: El sermón de la monta-
ña, Cristiandad, Madrid, 1975) Pudiera ser que, incluso en la vida de Jesús, los
fariseos hubieran sido el único grupo con el que Jesús discutió seriamente. Los
saduceos eran un grupo de aristócratas y políticos, sin influencia religiosa real
entre el pueblo. Los esenios eran un grupo sincero, pero excesivamente cerrado y
cuasi-monástico. En tiempos de Mateo, los fariseos eran, de hecho, la única “secta
de los judíos” que quedaba.
172. Tenemos cinco referencias a los fariseos y saduceos, como si fueran un único
grupo: Mt 3,7; 16,1.6.11.12.
170 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
173. Esta visión la hizo famosa K. Stendahl, The School of St. Metthew and Its Use
of the Old Testament (Philadelphia; Fortress, 1968). Stendahl describe al autor
como un rabí convertido, que trabajó en equipo. A pesar de las reservas que se le
puedan poner, es válida la idea de una aplicación de estudios del Antiguo
Testamento.
174. He percibido un fenómeno similar entre los estudiantes procedentes de
ambientes fundamentalistas, cuando han aprendido a utilizar positivamente la
crítica bíblica. Se sienten muy incómodos con los otros fundamentalistas que
denuncian la crítica bíblica como destructora de la Palabra de Dios; ellos han
aprendido, por su propia experiencia, que no tiene por qué ser así.
LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD JUDEO-GENTIL EN MATEO 171
175. A menos de un siglo del tiempo de Mateo se puso por escrito la tradición
oral de los rabinos, dando origen a la Mishnah, que, a su vez, daría pie a un
comentario oral, la Gemara, puesta por escrito tres siglos más tarde, dando lugar
al Talmud, que, a su vez, se convirtió en origen de comentarios. Sobre la polémi-
ca evaluación que hace Mateo de la tradición, ver nota 185.
176. Aparentemente, a Marcos le gusta designar a Jesús como rabí; Mateo utili-
za este título únicamente en boca de Judas y de los que no siguen a Jesús.
177. La interpretación de Mt 5,31-32 sobre el acta de divorcio pretende más que
una simple intensificación de la exigencia de la Ley, hasta el punto de contrade-
cir aparentemente la Ley. Mt 19,3-9, sin embargo, deja claro que el acta de
divorcio fue una concesión realizada por Moisés “por la dureza de vuestro cora-
zón”, pero no fue la intención de Dios “desde el principio”. En otras palabras,
para el evangelista, incluso la ley escrita es una actualización de la voluntad de
Dios para una época determinada, que no puede identificarse simplemente con
tal voluntad. Ver la exposición de B.L. Martin: “Matthew on Christ and the
Law”, Theological Studies 44 (1983), 53-70, que no acepta abolición real alguna
de la Ley por el Jesús de Marteo.
172 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
178. Ver nota 108. Para Mateo (16,18) Pedro es la roca sobre la que descansa la
iglesia apostólica. La comunidad de Pedro habría sido mediadora entre la de
Santiago y Pablo; pero, en cierto modo, los tres se situarían “a la derecha” del
cristianismo helenista.
179. La mezcla de judíos y gentiles en la comunidad de Mateo parece menos
pacífica que la imagen idílica de comunidad mixta ofrecida por Ef 2,11-19.
LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD JUDEO-GENTIL EN MATEO 175
181. La complacencia de Mateo en designar como reino del Hijo del Hombre a
un grupo tan variado, nos muestra el aprecio por la dignidad y santidad del con-
junto, a pesar de la existencia de pecadores. No encontramos ni purismo ni liber-
tinaje, ya que debe tener lugar la purificación antes de que el reino del Padre sea
una realidad donde brillen sólo los justos (13,40-43).
LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD JUDEO-GENTIL EN MATEO 179
182. En el libro ecuménico, Peter in the New Testament, Ed. E.R. Brown et al.
(New York; Paulist; and Minneapolis, Augsburg, 1973), hubo acuerdo en que
Mateo, en la presentación de Pedro como portavoz de los discípulos para dirigirse
a Jesús –después de la muerte de Pedro- es una ampliación de su imagen en la
vida de la iglesia. Se convirtió así en el símbolo de las autoridades eclesiales, que
tienen que interpretar la voluntad de Jesús, cuando se enfrentan a decisiones nue-
vas. Como señala Donfried, Word, 128, Mateo, en la descripción que hace de
Pedro, actualiza el mensaje del evangelio para su propia época.
180 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
tar las ofensas; una lección, aún más importante cuando postu-
ras fuertes, presentadas domo defensa del evangelio, pueden
implicar el prestigio personal.
Un último ejemplo de la peculiaridad de Mateo nos lleva al
tema de la autoridad eclesial. A pesar del rechazo del legalis-
mo farisáico, Mateo no dispensa de la Ley; afirma, más bien,
que Jesús no fue legalista, porque fue fiel a la Ley. A pesar de
que rechaza la postura de los fariseos y sus demandas de pre-
cedencias (cf 23,5-7), Mateo no rechaza indiscriminadamente
para su comunidad los principios fariseos de autoridad. En
23,1-2 se dice: “en la cátedra de Moisés se han sentado los maestros
de la ley y los fariseos. Obedecedles y haced lo que os digan, pero no
imitéis su ejemplo, porque no hacen lo que dicen”. Puesto que en
otros pasajes evangélicos rechaza claramente lo que “dicen” los
fariseos (cf 15,16), algunos críticos creen que Mateo ha con-
servado aquí el fósil de una obediencia primitiva, de cuando
judíos y judeocristianos acudían juntos a las mismas sinago-
gas183. Otros ven en Mt 23,1-2 un gesto de deferencia hacia los
más conservadores de su comunidad, los que no habían podi-
do separarse de la dependencia de las autoridades judías, pero
un gesto que contiene cierta crítica a las prácticas fariseas,
como no apropiadas para los cristianos. En cualquier caso, la
idea de una presidencia con autoridad no es extraña a los cris-
tianos de la comunidad de Mateo, pues en otro pasaje oímos
que los Doce se sentarán en doce tronos para juzgar a las tri-
bus de Israel (cf 19,28). Aunque esto vaya a tener lugar en el
184. En 16,19 y 18,18 se habla de este poder, pero no es seguro que tenga el
mismo significado en los dos textos. Puede referirse al poder de decidir en nom-
bre de Jesús lo que se ata o se desata en conciencia para toda la iglesia (16,19),
y/o del poder de admitir o excluir de la comunidad local (18,18).
182 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
185. Todo esto se deduce de la perspectiva de Mateo, que estuvo teñida por la
polémica. Los investigadores judíos señalan, con razón, que gran parte de los
rabinos de la época eran conscientes de los peligros de legalismo y autoritarismo,
y que lucharon contra esos peligros desde el judaísmo fariseo. La polémica siem-
pre oscurece los matices de la postura contraria.
186. El sermón de la Montaña (cps. 5-7), el sermón de la Misión (cp. 10), el ser-
món en parábolas (cp. 13), el sermón sobre la disciplina y la vida de la iglesia
(cp. 18), el sermón escatológico (cps. 24-25)
187. Este punto de vista lo he tomado de Schweizer, “Observance”, 217-218.
184 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
***
190. Cuando se dice a los discípulos que se hagan como niños (18,4), recorde-
mos que el mismo Jesús es humilde (11,29). El Mesías, Hijo de Dios, que se
enfrentó a la muerte para cumplir la voluntad de Dios (26,39.42), y que experi-
mentó lo que significa morir desamparado (27,46) es un ejemplo de lo que es la
grandeza en el reino.
188 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
191. En cierto sentido, Juan trata el mismo tema cuando da más relevancia al
Discípulo Amado que a Pedro (el apóstol)
LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD JUDEO-GENTIL EN MATEO 189
192. En la parábola paralela de Lc 15, 3-7, el mismo Jesús es el pastor que busca
a la oveja perdida (en vez de “extraviada”), que es identificada con el pecador.
Mateo ha adaptado la parábola, aplicándola más directamente a la vida de la
Iglesia.
190 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
193. La frase “contra ti”, en 18, 15 (“si tu hermano peca contra ti”) no es proba-
blemente original, sino introducida por influencia de Lc 17,4. Se amplía así la
concepción del pecado.
LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD JUDEO-GENTIL EN MATEO 191
194. El triple paso para hacer la corrección lo encontramos también en los docu-
mentos de Qunram, en el Mar Muerto (1QS 5,25-6,1; CD 9,2). Los principios
se basan en Lv 19,17-18 y Dt 19,5.
195. Los investigadores discuten a cuál de estas acciones se refiere. Algunos
comentaristas, que defienden que en la comunidad de Mateo no existían cargos
(ver nota 189), suponen que es la comunidad la que tiene autoridad para actuar.
Como “atar y desatar” fue la tarea encomendada a Pedro (16,19), algunos estu-
diosos protestantes afirman que, en tiempo de Mateo, la comunidad había susti-
tuido a Pedro. Otros afirman que en esta iglesia el poder se otorgaba tanto a las
autoridades, representadas por Pedro, como a la comunidad, y que ambas actua-
ban al unísono. Personalmente considero improbable que el poder de las llaves,
otorgado exclusivamente a Pedro (16,19) se exprese totalmente en el poder de
atar y desatar ejercido por la comunidad. El poder de las llaves hace referencia a
la función del primer ministro del reino davídico (capítulo 8), y parece suponer
que es ejercido por una persona de la comunidad.
192 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
196. En otra ocasión, “muchos publicanos” se sientan a la mesa con Jesús (9,10);
Jesús afirma que los publicanos aventajan a los sumos sacerdotes y escribas en la
entrada en el reino de los cielos, ya que se mostraron más disponibles a acoger el
mensaje de Juan Bautista.
LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD JUDEO-GENTIL EN MATEO 193
197. El texto griego nos deja en la incertidumbre: 70x7 (=490) veces, o 77 veces.
Pero el significado es el mismo. Jesús corrige claramente a Gn 4,24, donde, en
el caso de Caín, la venganza es siete veces y, en el de Lamec, setenta veces siete.
El amor es ahora más fuerte que el odio.
194 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
198. Los ingresos anuales del rey Herodes eran de 900 talentos; así que los
10.000 talentos perdonados por el amo equivaldrían, en términos actuales, a
“millones”. Serían unos cincuenta millones de denarios, en contraste con los cien
denarios no perdonados al compañero.
LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD JUDEO-GENTIL EN MATEO 195
199. Las Patorales y Mt 18 se acercan más a esta intención; son, sin embargo, res-
puestas a problemas específicos.
200. Estas acentuaciones pueden ser distintas y estar, lógicamente, en tensión
mutua, pero no son contradictorias; y no nos consta que ninguna de las comuni-
dades excluyera (aunque, tal vez, sí corrigiera) la acentuación de otra tradición,
en otra comunidad. Puede ser bueno recordar que no sabemos si los cristianos de
una comunidad determinada conocían los escritos del Nuevo Testamento vincu-
lados con otra comunidad, aunque sí les constase de las tradiciones y estilos de
vida de otros cristianos. Los grandes apóstoles (Pedro, Pablo, Santiago) estuvie-
ron en contacto mutuo, pero no sabemos si estos contactos se mantuvieron entre
sus discípulos de la generación siguiente.
198 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
202. Una de las razones de mi satisfacción de ser teólogo católico es que prefie-
ro que la iglesia se tome en serio la doctrina, aunque con esto limite, a veces, la
libertad. No me sentiría tan a gusto con una iglesia que permitiera una libertad
absoluta a los teólogos, por no considerar la doctrina como factor vital y deter-
minante para la vida eclesial. Ver mi crítica acerca de la situación de parte del
protestantismo contemporáneo, en Critical Meaning, 121-122.
202 LAS IGLESIAS QUE LOS APÓSTOLES NOS DEJARON
Bruce, FF., Peter, Stephen, James and John: Studies in Early Non-
Pauline Christianity (Grand Rapids; Eerdmans, 1979); Men
and Movements in the Primitive Church (Exeter; Paternoster,
1979).