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Lillian Céspedes González, ‘La Mujer Vikinga’,

publicado en Revista Medieval, Vol. 43, (Abril, 2012), pp.


38-47.

Se suele decir que en la Edad Media las mujeres carecían de poder alguno en la sociedad de
su época, excepto tal vez las que eran de familia noble. El caso de las mujeres vikingas no es ninguna
excepción, si acaso la imagen suele agravarse por el hecho de pertenecer a una sociedad considerada
típicamente barbárica. Por desgracia, la mayoría de los historiadores y expertos en el tema, suelen
centrarse demasiado en las representaciones de estas mujeres en las Sagas, tratando de discernir si
realmente eran unas frías y manipuladoras amas de casa, en lugar de intentar averiguar si realmente
eran simples amas de casa o no. No obstante, es uno de los pasajes en la saga de Gisli lo que nos hace
replantearnos la naturaleza de estos personajes y el papel que estas mujeres desempeñaban en la
sociedad.

El autor anónimo del escrito nos cuenta como Aud, la mujer de Gisli, hace frente con gran
coraje al rencoroso Eyiolf y sus secuaces, que vienen en busca de su marido con intención de saldar
deudas. Como su marido se ha marchado tratando de evitar el problema, Aud se encuentra al mando
de la casa y por tanto tiene que hacerse cargo de la situación. Sus enemigos intentan sobornarle y
amenazarle para que ella les de la información del paradero de su esposo. Ella acepta la pesada bolsa
de dinero, y con ella en la mano golpea fuertemente en la cara a Eyiolf, causando un gran daño más
moral que físico ya que tal acto se consideraba una gran ofensa. Acompañando el acto, Aud pronuncia
estas palabras: “Recordarás toda tu vida, hombre miserable, que una mujer te ha golpeado”. Los
maleantes acaban por marcharse ya que es evidente que la mujer es de armas tomar y así no van a
arreglar nada, sin contar que además en la cultura vikinga estaba sancionado por la ley usar la
violencia en contra de cualquier miembro del género femenino. Una vez se conocen estos hechos
cabe la posibilidad de hacer la siguiente pregunta: ¿eran las mujeres nórdicas nada más que el género
débil con todo lo que ello conlleva, o tal vez eran algo más?¿Sería posible considerar que poseían
algún tipo de poder o influencia, o que se las guardaba algún tipo de respeto? Este artículo pretende
demostrar que, al menos hasta cierto punto, las mujeres de la antigua Escandinavia tal vez eran más
poderosas e importantes para sus comunidades de lo que se suele creer.

Poder Y Género: Dos Términos en Conflicto


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Normalmente, la definición de poder está ligada con las palabras autoridad e influencia,
especialmente en el ámbito público y en cuestiones de política. También suele encontrarse en el
contexto de la ley y derechos del individuo, y por supuesto en el de fuerza de cualquier tipo (ej.
militar, física, económica, etc.). Según esta definición, la mujer no ha tenido ningún tipo de poder
propiamente dicho hasta el siglo XX, ya que siempre ha sido vista como el género débil. Por tanto, el
género y el poder van de la mano. Es posible que la definición de género débil se convirtiese en un
tipo de clase social que agrupase a todos aquellos sin poder, lo cual incluye a las mujeres pero también
a niños, ancianos y enfermos. En este contexto, las transgresiones de género podrían haber sido más
comunes de lo que se cree. No obstante, hay otros tipos de poder, tal vez más sutiles, que escapen
nuestra a nuestra comprensión y que no por ello dejan de ser menos válidos.

En primer lugar estaría el poder familiar, que era muy importante para todas las personas. Hay
que tener en cuenta que personajes importantes de la sociedad como los nobles se basaban, al menos
en parte, en sus relaciones familiares y contactos para sus decisiones políticas, sociales y económicas,
lo mismo que hacía el estado llano aunque a un nivel más ordinario. Las mujeres jugaban un gran
papel en este asunto. Ellas estaban al mando de la hacienda, y además tenían influencia en las
decisiones de la casa, ya que contribuían de forma económica, y eran fuentes de consejo y ayuda para
sus familiares. También hay que tener en cuenta el tipo de influencia que las mujeres podían llegar a
tener debido a las relaciones sexuales. Fuera del núcleo familiar, el género femenino se aprovechaba
de su interacción social en la comunidad para subir peldaños. El cotilleo y la hospitalidad eran
elementos muy a tener en cuenta para este tipo influencia.

Sí que es cierto que la opinión general es que las mujeres de la sociedad de los nórdicos tenían
una posición de mayor privilegio que la del resto de sus congéneres. Se podría decir que su nivel de
igualdad para con el género masculino estaba más ajustado que el del resto. Por ejemplo, el mito
vikingo de la creación narra que el primer hombre, Ask, y la primera mujer, Embla, fueron creados al
mismo tiempo. Además de esto, hay que considerar que en el panteón politeísta de los nórdicos la
cantidad de deidades femeninas era relativamente numerosa: Freya, Frigg, Skadi...Por tanto, debemos
considerar que existe la posibilidad de nuestras protagonistas tuviesen un poder que ejercían en
silencio, desde la sombras.

Mujeres, Hacienda y Ley

El papel fundamental de la mujer, y su forma de poder más básica, lo encontramos en lo que


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podría llamarse su “entorno natural”: la casa, donde se encargaba de criar a los niños al mismo tiempo
que de proporcionar comida y ropa. Además, muchas viviendas escandinavas no eran solo una casa
sino también una granja, y por tanto era responsabilidad de la mujer hacerse cargo de ésta también.
Las actividades que estas mujeres realizaban como parte de su vida cotidiana podrían ser muy útiles
para el resto de su comunidad, hasta extremos insospechados. Tomemos como ejemplo las mujeres
islandesas. La historiadora J. Jochens defiende la teoría de que el trabajo de estas mujeres era uno de
los más recompensados y valorados de su época, ya que ellas se encargaban de la producción del tipo
de ropa que era típico de la sociedad vikinga y que era clave para su economía. Estas prendas no solo
se usaban para vestirse, sino también como base fundamental del comercio nórdico, ya que estas
piezas de ropa se usaban del mismo modo como elemento de trueque en caso de que no hubiese
suficiente plata como para pagar una transacción comercial. Desde luego, si el negocio al que nuestras
protagonistas ayudaban era próspero, la calidad de vida de todos los implicados mejoraría, y asimismo
tendrían la oportunidad de obtener más poder.

Las leyes escandinavas nos demuestran la situación privilegiada de estas personas.


Curiosamente las mujeres tenían derechos sobre la dote de su matrimonio, además de poder heredar
propiedades y estar al mando de éstas. Por este motivo las viudas escandinavas eran mujeres de gran
poder y privilegios, muy respetadas dentro de sus comunidades. Ergo, se puede decir que de algún
modo u otro el género débil en esta sociedad podía llegar a adquirir el mismo tipo de
responsabilidades y derechos que los miembros del género fuerte, transformándose así en parte del
mismo. Tal es el caso que hay leyes noruegas del final del periodo vikingo que dictaminan que una
mujer al mando de una propiedad tenía la obligación de asistir a las reuniones del 'Thing'-que era por
así decirlo su parlamento o asamblea-, o en caso de que ellas no pudieran, deberían mandar a alguien
en su lugar ya que era su obligación acudir a la asamblea. Esto resulta extremadamente curioso ya
que, tradicionalmente, se suponía que los miembros del género femenino no podían asistir al 'Thing'.
No obstante, hay que tener en cuenta que estas reuniones solían tener lugar en primavera y verano,
que eran las estaciones de más trabajo en las haciendas y, por consecuencia, los momentos del año en
los que las mujeres estaban más ocupadas. De este modo, ellas no tendrían tiempo para acudir al
evento. Sin embargo, no porque ellas no fuesen capaces de acudir, debemos asumir que no se les
admitía en la asamblea si no que no tenían tiempo para asistir.

Para finalizar con esta sección, cabe mencionar que las mujeres vikingas tenían derecho al
divorcio. Divorciarse era relativamente común en la sociedad escandinava, y tanto hombres como
mujeres eran capaces de terminar su relación matrimonial siempre y cuando sus argumentos fuesen
válidos. Normalmente, una mujer iniciaría el proceso si su marido trataba de manipular su dote sin su
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consentimiento, si se usaba la violencia contra ella, o si el hombre adoptaba un comportamiento
propio del género débil. Además, si el hombre era el que iniciaba la separación, la mujer tenía derecho
a retirar la dote. Esto demuestra que hasta cierto punto las mujeres podían tomar parte en cuestiones
serias y ser tratadas como iguales ante tales circunstancias. También deberíamos considerarlo algo
importante ya que tal derecho no se consiguió para una gran mayoría de las mujeres hasta el siglo
XX.

Religión

La religión era una parte de fundamental de la vida de los vikingos. Desde tiempos
prehistóricos la mujer estaba asociada con la naturaleza y los dioses, y sobre todo con el culto de la
fertilidad. De alguna forma se la veía como intermediarias de lo místico, de hecho parte de su trabajo
era mirar por el bien espiritual de su familia, ya que nadie deseaba desatar la ira de los dioses. En
general, se supone que ellas se encargaban de realizar rituales y ofrendas a los espíritus y elfos que
tenían influencia sobre el bienestar de la familia y la granja. Es posible que alguna de estas mujeres
fuese sacerdotisa en un templo o santuario. Como ejemplo de esta teoría, los expertos consideran que
uno de los dos cuerpos hallados en el barco funerario de Oseberg, podría ser el de una de estas 'volvas'-
practicantes de magia y del chamanismo- o incluso de una sacerdotisa de Freya.

No obstante, la situación cambió con la llegada del Cristianismo, y es necesario decir que las
mujeres tuvieron un papel fundamental en la conversión de Escandinavia. Resulta que las
escandinavas eran muy devotas y las ideas que los misioneros cristianos promulgaban les resultaban
esperanzadoras. Y cuál es el motivo de tal reacción, se preguntarán algunos. Pues bien, la nueva fe
ofrecía igualdad espiritual y salvación para todos al contrario que las creencias vikingas donde sólo
los guerreros muertos en batalla podían acceder al Valhalla. La vida después de la muerte para los
miembros del género femenino no presentaba muchas posibilidades que fuesen atrayentes: podría
servir las bebidas en Valhalla en compañía de las Valquirias, o bien ir a Hel, que era algo así como el
inframundo. En última instancia, y si eran lo suficientemente afortunadas, podrían entrar en el reino
de Frigg-por así decirlo el paraíso de los enamorados- siempre y cuando muriesen en compañía de su
amado. Por tanto, resulta comprensible que la nueva religión les resultase más llamativa.

Para ganarse el favor divino, estas mujeres desarrollaron la tradición de erigir puentes, ya que
según los misioneros era necesario crear conexiones con Dios. Estos puentes se solían levantar en
memoria de o por una mujer. Otro tipo de monumentos y memoriales se levantaban en su nombre:
las conocidas piedras rúnicas con cruces. Un ejemplo es la cruz erigida a Arinbjorg en Kirk Andreas(
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Isla de Man) por su marido Sandurlfr, lo cual podría demostrar que no sólo ella era cristiana, sino que
también lo era su marido, o al menos éste comprendía lo importante que era tal creencia para su mujer
como para levantar una cruz en su memoria. Además, las mujeres nórdicas eran conocidas por sus
donaciones caritativas como las de Gyda, la madre del Rey Harold Godwinson, la cual destinaba
grandes donaciones de sus bienes a la iglesia de St.Olaf en Exeter.

Sin embargo, no todo resultó ser bueno para las nuestras protagonistas con la llegada del
cristianismo. A pesar de haberse ganado una nueva vida después de la muerte, su posición se resintió
en el mundo físico. Para la Iglesia, el divorcio no era una opción a tener en cuenta, como tampoco lo
eran las sacerdotisas o aquellas mujeres que estaban al mando de sus haciendas. La mente tan cerrada
de los monjes hizo que las mujeres tuvieran que pagar un precio muy alto por su salvación: sus
privilegios. Tal vez sea por este motivo que toda la influencia que nuestras protagonistas tenían en su
tiempo nos es desconocida; si tenemos en cuenta que aquellas personas capaces de escribir en la Edad
Media eran normalmente los monjes, cabe que pensar en la posibilidad de que desde su punto de vista
un tanto misógino, el papel de la mujer se viera reducido a escombros.

La Mujer Guerrera de las Sagas

La idea de que los miembros del género femenino eran combatientes y hábilmente capaces de
usar las armas es normalmente rechazada por los que estudian la materia. No obstante, algunos
historiadores, como J.Jochens, sugieren que, si la situación lo requería, las mujeres también se
dedicaban a la defensa de su hacienda en caso de emergencia. Ciertamente, la ley no les permitía
llevar armas y solía tener tendencia a apartarlas de los actos de violencia, lo cual no quiere decir que
no fuesen capaces de reaccionar de tal forma si era necesario. Hay evidencias que sugieren que en
Skúfey (Islas Faroe), una mujer llamada Puridr se armó y ayudó a proteger su hogar en compañía de
los hombres de su familia cuando eran asaltados por unos vándalos. Sus acompañantes le hicieron
múltiples cumplidos debido a su gran actuación, que según ellos fue tan buena como la de cualquier
otro hombre. Por otro lado tenemos el ejemplo de la reina Olga de Kiev, quien tomo las riendas de su
reino después de la muerte de su marido. En la Primera Crónica Rusa, también conocida como la
Crónica de Néstor, se cuenta como ella misma lideró a su ejército contra una de las tribus de eslavos
más poderosas de la zona. Del mismo modo, el historiador Saxo Grammaticus (c.1150-1220) narra la
historia de la batalla de Brávellir, en Dinamarca, donde según él, mujeres nórdicas como Hetha o
Visna lideraban sus propios escuadrones.

La misma figura de mujer guerrera la encontramos en las sagas. El ejemplo más recurrido es
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el de Hervör quien normalmente es considerada como transexual y fuera de los límites de la ley.
Hervör busca vengar a su padre y es por ello por lo que toma sus armas y armadura. No obstante, hay
que considerar que esto no lo hizo por rebeldía o voluntad propia, sino porque tenía que hacerlo: era
el único superviviente de su familia, no tenía padre, abuelo, hermanos o hijos que pudiesen hacerse
cargo de la situación por ella. Por tanto, Hervör tuvo que ascender en la escala social vikinga,
convertirse en “hijo” dentro del contexto social; tuvo que adquirir el poder físico y por consiguiente,
entrar a formar parte del género fuerte. Esta historia, como muchas otras en las sagas, demuestra que
existe la posibilidad de que estas mujeres ficticias fuesen un reflejo literario de una realidad social.
Ellas tenían que llevar a cabo sus responsabilidades; debían encargarse de que los hombres hiciesen
lo que se esperaba de ellos, así funcionaba el sistema. Su poder no era un poder naturalmente
adquirido, si no que les llegaba por pura necesidad, y es posible que este poder no fuese registrado en
los documentos oficiales de su sociedad porque era algo tan común que era simplemente asumido por
todos. Las mujeres vikingas eran realmente el cerebro y corazón que determinaba como el cuerpo
social, formado por los hombres, tenía que comportarse.

En conclusión, todavía queda mucho trabajo por hacer para desentrañar este asunto. Bien es
cierto que nunca podremos saber con certeza cómo estas mujeres se veían a sí mismas en su contexto
social ni cómo comprendían y valoraban su situación. Podría decirse con cierta seguridad que nuestras
protagonistas no tenían poder legal, o poder en el sentido estricto de la palabra, pero sí que ejercían
determinada influencia en otros ámbitos que resultaban ser tan importantes o incluso más. Y desde
luego hay algo que nos incita a pensar que los vikingos poseían una forma distinta de pensar en sus
mujeres que el resto de sus contemporáneos; les dejaban al mando de sus casas en sus largos viajes
al otro lado del mar, les permitían el derecho al divorcio...Podría decirse que incluso hoy en día queda
algo de esta mentalidad en las naciones del norte de Europa.

El claro ejemplo de esto es que Vigdis Finngobadothir ha sido elegida como presidenta de
Islandia en repetidas veces, algo que nunca ha ocurrido en lugares de tal vez más importancia política
como Estados Unidos, ni en muchos otros países de Europa con la excepción del Reino Unido y
Alemania que, curiosamente comparten el mismo origen germánico que sus primos nórdicos. Tal vez
sea parte de su carácter, o tal vez pura coincidencia, pero espero que tras esto se cree la duda y nos
paremos a pensar en que hay veces que la historia nos cuenta cosas de formas difíciles de entender,
que no son tan evidentes como otras, pero no por ello debemos hacer estimaciones precipitadas ni
tomarnos al pie de la letra los estereotipos generados con el paso del tiempo.

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BIBLIOGRAFÍA

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