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Oro orogénico

FILONES CUARZO-AURÍFEROS

Durante varias décadas el estudio del origen de los depósitos minerales ha ocupado un
campo de las investigaciones geológicas y mineras, en especial las mineralizaciones
auríferas correspondientes a los denominados depósitos de oro mesotermal, también
conocidos como venas de cuarzo y oro, “Mother Lode”, Filones de oro arcaico (Alldrick,
1996).

Estos depósitos se encuentran presentes en diferentes litologías con edades desde el


Precámbrico hasta el Mesozoico (Goldfarb et al., 2001), emplazados en un amplio
rango de profundidades. Con base a esto el término “mesotermal” no es aplicable en
su totalidad, siendo su vinculación más acorde con las orogenias, por lo cual es más
conveniente denominarlos depósitos de oro orogénico (Groves et al., 1998). Se
caracterizan por sistemas hidrotermales que representan un fluido regional inherente a
un tectonismo a lo largo de márgenes convergentes, que a diferencia de otros sistemas
vetíticos de oro como el epitermal de baja sulfuración que no existen en orógenos y
son de sistemas extensivos locales, asociados con aguas magmáticas y meteóricas.

Las ocurrencias minerales son filones en rocas competentes y lentes en litologías


menos competentes. Aparecen típicamente como un sistema de venas en “echelon”,
caracterizadas por estilos de mineralización de bajo tonelaje y relacionadas con
amplias áreas de fracturamiento con oro y sulfuros asociados a redes de lentes de
cuarzo (Alldrick, 1996).

Los depósitos se forman en zonas de fracturas como respuesta a la colisión de


terrenos. Las fallas actúan como conductores del fluido acuoso rico en CO 2 (5-30 %
mol. (CO2), baja salinidad (<3 wt% NaCl), con alto contenido de Au, Ag, As, (±Sb, Te, W,
Mo) y bajo en metales como Cu, Pb, Zn. Estos fluidos son conducidos tectónica o
sísmicamente por un ciclo de acumulación de presión, posteriormente liberada en la
apertura de fallas, sellamiento y repetición del proceso (Sibson et al., 1988).

Se ha comprobado una asociación directa entre la mineralización y fallas inversas de


alto ángulo. Las fracturas son el medio de transporte de las soluciones mineralizadas, y
en ellas se dan las condiciones fisicoquímicas para la precipitación del oro. De esta
manera aparece un modelo estructural dominante, teniendo las vetas un desarrollo
sintectónico en compresión horizontal o régimen transpresivo (Sibson et al., 1988).
Modelo generalizado de los estilos estructurales de precipitación de metales en depósitos
vetíticos de oro. Estilo de mineralización vetítica acorde con la profundidad y la temperatura de
formación. Estas particularidades propician las condiciones físico-químicas de precipitación,
sucediendo varios tipos de figuras estructurales. La zona dúctil frágil está muy relacionada con
los depósitos de oro. Colvine et al., 1988.

La migración de fluidos a lo largo de estructuras profundas es inherente a las


orogenias, y cuando la temperatura de la corteza asciende de media a alta (400 -
500ºC). En estas condiciones son diseminados sulfuros liberados en el fluido
hidrotermal por reacciones de desulfidización prograda durante el calentamiento de la
corteza (Goldfarb et al., 2001).

Esquema general del evento de colisión de terrenos, la desarticulación de una zona de


subducción y la creación del sistema de fallas profundas que alcanzan a provocar la fusión
parcial en la base del arco, el ascenso de volátiles y la precipitación de metales en depósitos
vetíticos de oro (Adaptada de Canet, 2005).
Si tales fluidos con sulfuros migran a través de fracturas, cuando éstas se ponen en
contacto con zonas de fallas mayores son capaces de transportar oro lixiviado, que es
depositado en fallas secundarias a niveles corticales del orógeno levantado. Si las
temperaturas exceden los 700ºC en las áreas fluidas los líquidos y fundidos migrarán
simultáneamente (Goldfarb et al., 2001).

El origen de los fluidos mineralizantes es polémico. Algunas de las teorías involucran


modelos magmáticos, metamórficos y estructural (Goldfarb et al., 2001), aunque todos
poseen debilidades en lo referente a las cantidades de oro que concentran y la
eficiencia en los procesos requeridas para su deposición (Rocks y Groves, 1988). Han
sido sugeridas fuentes magmáticas, metamórficas y mantélicas dentro de un ambiente
de engrosamiento tectónico de la corteza en respuesta a la colisión del terreno,
devolatización metamórfica o fusión parcial de la corteza más baja o el bloque
subducido (Alldrick, 1996).

En terrenos acrecionados los depósitos filonianos se asocian a estructuras regionales y


deformación transpresiva, levantamiento, mineralización tardía y magmatismo
shoshonítico, eventos relacionados con el reequilibrio termal de la corteza
tectónicamente engrosada. La deformación asociada a fallas transcurrentes y tectónica
transpresiva por acortamiento de la corteza, produce algún magmatismo derivado de
pequeños grados de fusión parcial en la placa subducida. El metamorfismo progrado
en el complejo subducido causa la liberación de fluidos metamórficos portadores de
oro, emplazados a lo largo de estructuras (Kerrich y Wyman, 1990).

Eventos térmicos relacionados con procesos de transpresión en márgenes


convergentes de orogenias colisionales y acrecionales, con gradientes geotérmicos
elevados episódicamente dentro de secuencias acrecionadas hidratadas, inician y
conducen la migración del fluido hidrotermal a través de grandes distancias (Groves et
al., 1998). Se propone un origen metamórfico a partir de fluidos a gran profundidad
que interactuaron con la roca encajante y extrajeron el oro presente en ella. Este fluido
asciende a la superficie a través de zonas de permeabilidad relacionadas con fallas y
fracturas preexistentes, donde se presentan condiciones de disminución de la presión
del fluido y favoreciendo así la deposición del oro en condiciones específicas de
presión y temperatura (Goldfarb et al., 1988).
Modelo esquemático del complejo tectono magmático de postcolisión y su implicación en la
génesis de oro vetítico. Obsérvese la correspondencia con los regímenes de transpresión.
(Goldfarb et al.,2001).

Cuando los terrenos son comprimidos debajo del margen continental se someten a
metamorfismo progrado progresivo, resultando grandes volúmenes de fluido liberado,
lo cual juega un papel importante en la génesis de las venas auríferas (Goldfarb et
al., 1988).

Un modelo involucra a los lamprófidos asociados espacialmente y coexistiendo como


indicadores de la presencia de oro mesotermal (Rocks y Groves, 1988).

El oro se deposita en una zona de transición de propiedades físicas entre frágil y dúctil
de la masa rocosa, a presiones entre 1 y 3 kb. y temperaturas entre los 200 y 400ºC. A
partir de este concepto se plantearon hipótesis para explicar la asociación de los
lamprófidos calco-alcalinos con oro mesotermal. Se sugiere que magmas a alta
temperatura, ricos en volátiles como lamprófidos, pueden iniciar una circulación
metamórfica hidrotermal de fluidos. Si los lamprófidos son ricos en Au así como en S y
CO2, podrían proporcionar Au, S y CO2 a los sistemas mesotermales (Chris y Alldrick,
1996).

Las orogenias Fanerozoicas alrededor de las márgenes de Gondwana y el océano


Paleo-Thetys, antes de la amalgamación de Pangea, y al borde del Pacífico,
subsecuente a la separación de Pangea, causan la formación de depósitos de oro
orogénico. Sin embargo, donde las orogenias fueron de baja temperatura y alta
presión, las vetas de oro no son importantes, y donde ocurrieron eventos de alta
temperatura, no existen estructuras profundas, como en prismas de acreción
relativamente delgados sobre márgenes orógenas, los depósitos de oro son menores
(Goldfarb et al., 2001).

La no existencia de grandes provincias de oro más jóvenes de 50 Ma., proporciona un


umbral para el tiempo mínimo aproximado que se requiere para aflorar los sistemas de
oro orogénico. El hecho de que la edad de la mayoría de los sistemas de oro
Fanerozoico sea superior a 100 Ma. indica la corta vida natural de estos tipos de
depósitos de oro, a menos que sea preservado por procesos de cratonización
(Goldfarb et al., 2001).

FENÓMENOS ESTRUCTURALES

El régimen transpresional fue definido originalmente por Harland (1971). Transpresión


y transtensión corresponden a los estadios finales de los fenómenos de convergencia,
extensión y transcurrencia. Dos placas hipotéticas se mueven la una con respecto a la
otra, una de ellas está incluida octagonalmente en la otra. A lo largo de los diferentes
lados del octágono, coexisten los diferentes regímenes tectónicos. Tanto la
transpresión como la transtensión se exponen con la transcurrencia; sin embargo, la
transpresión se relaciona con la convergencia y la transtensión con la extensión
(Harland, 1971).

Fenómeno de transpresión y transtensión en un escenario de fallas transcurentes. Harland


(1971).
Transpresión en fallas transcurrentes paralelas tipo dúplex, que permiten el desarrollo de
estructuras comprimidas de tipo flor positiva (Kerrich y Wyman, 1990).

Vectores de diferentes tipos de esfuerzos en el acortamiento de la corteza crea un patrón de


fracturas del tipo transpresional homogéneo o particionado (Rey, 2006).

El régimen tectónico de transpresión involucra una componente de acortamiento


perpendicular al límite transformante. El esfuerzo transpresional puede ser distribuido
transversal a este límite o particionado. En este caso el acortamiento total sucede como
fallas de rumbo.
Zonas de dilatación (áreas gris oscuras) desarrolladas en el modelo de una falla y de dos fallas
respectivamente. El volumen máximo se incrementa en estas zonas y es alrededor de 2% en (a)
y 5% en (b). Las flechas indican el sentido de cizalla. (c) y (d) Estructuras de permeabilidad y el
vector instantáneo del flujo de fluidos Darcy para el modelo de una falla aislada (La parte del
modelo cercano a la parte final baja de la falla) y el de dos fallas aisladas (la parte central del
modelo), respectivamente. La zona blanca muestra las estructuras de alta permeabilidad (5x10 -
12
m2) desarrollado como consecuencia del fallamiento. La máxima velocidad del flujo es 1.5x10 -
6
m/s en (c) y 0.9x10-6 m/s en (d). En Zhang et al. (2003).

Es evidente la relación entre vetas de oro y fallas, y de manera cuantitativa se ha


estudiado la relación de las fallas pareadas, la deformación, el flujo de fluidos y los
procesos de reacción química resultantes de esta asociación. Se estableció un modelo
de la deformación resultante del fallamiento y la permeabilidad (Fig. a y b), el patrón
de flujo de los fluidos y la localización de un centro de mezclas de fluidos (Zhang et al.,
2003).
Distribución de las tasas de precipitación de oro para los modelos de una y dos fallas aisladas,
respectivamente, sólo en la porción central de los modelos. La tasa de precipitación está dada
en ppm. (Peso por millones de años). En Zhang et al. (2003).

Este modelo permitió observar el transporte de fluidos a través de rocas de baja


permeabilidad, con fallas aisladas de mayor permeabilidad. El patrón de precipitación
de los minerales se produjo por reacciones químicas durante procesos acoplados, lo
cual es relevante para el entendimiento de la relación de los depósitos de oro con las
fallas (Fig. a y b). En tal sentido el fenómeno de fallamiento y deformación acentúan la
permeabilidad de la roca encajante y genera conductos para la mezcla de fluidos en
zonas de dilatación y generación de estructuras de mayor permeabilidad, que
representan una descarga de tensiones y una fracturación relacionada con el
incremento de la permeabilidad (Zhang et al., 2003).

Este mecanismo permite el transporte de fluidos a través de rocas impermeables y


centraliza la mezcla de fluidos en sectores favorables como zonas de dilatación o fallas
existentes. La tasa de precipitación mineral depende de la estructura, condiciones del
flujo y la relación entre la velocidad del fluido y el gradiente de concentración química
de la mezcla. La máxima tasa de precipitación de metales es posible cuando las zonas
de dilatación y fallas tienen una alta tasa de flujo, buena mezcla y altos gradientes de
concentración minerales formadores de menas (Zhang et al., 2003). Los fluidos pueden
ser trasportados a través de fallas permeables. Esto representa un buen material para
explicarnos la mineragénesis del oro orogénico, y es esencial entender los procesos
físicos y químicos que suceden para viabilizar la concentración de metales.

En el ambiente estructural de los depósitos de oro mesotermal las fluctuaciones cíclicas


en la presión del fluido deben acompañar un fracturamiento intermitente de fallas
conjugadas. La mineralización en un escenario estructural requiere cambios de
esfuerzo dinámico acompañando cada episodio de fallamiento sísmico y este efecto
sobre el régimen del fluido. El desarrollo de los filones de oro y cuarzo parecen
pertenecer la última fase de reactivación de la actividad magmática dentro de un
cinturón orogénico (Sibson et al., 1988).

MODELACIÓN DE DEPÓSITOS VETÍTICOS


La modelación de depósitos minerales tuvo un impacto positivo para los trabajos
científicos y de exploración mineral, en lo cual fue pionero el Servicio Geológico de los
Estados Unidos (USGS). En cuanto a los depósitos de oro vetítico, es la primera vez
que se explican de manera coherente sus características, esencialmente la mención a su
asociación a eventos metamórficos por compresión y no específicamente a
magmatismo de arco y se ofrece un extenso listado de los depósitos de esta afinidad
(Berger, 1986). Se establece además su relación con la zona de transición frágil dúctil,
la generación de magmatismo filoniano a lo largo de las fracturas y la generación de
estructuras vetíticas (Goldfarb et al., 1996).

Un perfil explicativo del “British Columbia Geological Survey” de Canadá, representa la


referencia más completa de los depósitos mesotermales de baja sulfuración en vetas
de cuarzo. Consideran filones de cuarzo con baja sulfuración, epigenéticos a la roca de
caja y con límites muy marcados con la misma, a veces con cierta alteración
hidrotermal. El control de la mineralización está sujeto al régimen de fracturas tardías
sincolisionales. El modelo genético de las vetas de cuarzo con oro se sustenta en una
fuente profunda afectada por fracturas profundas en respuesta a una colisión de
terrenos. Estas fallas actúan como conductos para fluidos hidrotermales ricos en CO 2,
H2O (5 – 30 mol% de CO2), baja salinidad (<3 wt% de NaCl). Los fluidos son dirigidos
cíclicamente donde la tectónica y la sismisidad favorecen un aumento de la presión
(Ash y Alldrick, 1996).

Es importante considerar los factores mineragénicos y evolutivos de la mineralización


aurífera, presentando un nuevo modelo de generación de mineralización. Es
interesante además tenerlo en consideración debido a que la evolución geológica de la
Columbia Británica del Canadá y la parte Sur de Alaska poseen varias coincidencias con
los procesos geológicos acaecidos en los Andes Colombianos, tanto en lo geológico
como en lo metalogénico (Haeussler et al., 1995).

Se presenta claramente la coincidencia de signos de magmatismo intraplaca y


generación de hidrotermalismo vinculado con los depósitos auríferos. Sin embargo, el
análisis del proceso que contempla una apertura de una ventana del manto en la zona
de subducción, debajo del prisma de acreción, nos trae más dudas que soluciones al
modelo planteado, de lo cual el tipo de magmatismo y la evolución de los fluidos
mineralizantes no tiene sustento, considerando todo lo que ya se conoce acerca de los
mecanismos y procesos geológicos generadores de depósitos minerales (Haeussler et
al., 1995).
Diagrama de un corte esquemático en diferentes estadios de márgenes activos. Enmarcado en
rojo se muestra un orógeno de colisión como consecuencia de la aproximación de dos terrenos
y el acortamiento de la corteza provocando magmatismo filoniano y depósitos de oro.
Adaptado de White, 2005.

Esto sugiere, que de existir este fenómeno, su resultado debería ser intrusivos
ultrabásicos e incluso komatiíticos, de afinidad (Ni, Cu, PGE +Au), en los denominados
complejos alaskanos, sin existir algunos signos de control estructural de la
mineralización vetítica.

En Kerrich y Wyman (1990), se explica que a lo largo de fracturas profundas regionales


suelen acrecionar terrenos alóctonos pertenecientes a arcos que colisionan con
márgenes continentales sucediendo fenómenos de transpresión. Estos generan
deformación, levantamiento y cinemática, que produce magmatismo, mineralización y
reequilibrio térmico en una corteza engrosada entre 10 y 40 Ma., que es una condición
necesaria para la formación de los depósitos mesotermales (Kerrich y Wyman, 1990).

En cuanto a la fuente primaria de mineralización se plantea vincular esta mineralización


aurífera a los fenómenos de magmatismo lamprofírico, proveniente de fundidos ricos
en elementos químicos, dentro de estos el oro. Sin embargo, aunque se considere que
contexto de post colisión debe existir magmatismo filoniano, no es precisamente de
carácter lamprofírico, ni es necesario que la fuente de mineralización sea tan profunda
como desde el manto o el núcleo de la tierra, como se plantea en este trabajo (Rock y
Groves, 1988). No obstante se muestra una hipótesis para el origen primario de la
mineralización a partir de una fuente profunda de magmatismo filoniano quizás tipo
diques que cortan las rocas graníticas del batolito y a menudo acompañan la
mineralización vetítica. Estos están muy ligados a la mineralización.

Podemos considerar que una fase filoniana acompaña al oro orogénico producto de un
magmatismo de colisión, debido a calentamiento por presión en la base del arco de
carácter básico - medio, rico en volátiles confinados que lixivian la roca circundante
cargada de metales. En el proceso de postcolisión, al suceder fenómenos de tectónica
transcurrente y la apertura de fallas profundas, aparece el magmatismo filoniano, junto
a procesos de metasomatismo y liberación posterior de una fase fluida hidrotermal en
las aperturas vecinas a la raíz del dique. De aquí suponemos una variante muy
específica de lo que explica Rock y Groves (1988), muy probable en la región del
Nordeste Antioqueño.
Diagrama de un corte hipotético del orógeno de Lachlan en el cual se interpretan los procesos
metalogénicos de oro orogénico ligados a la evolución tectono magmática. (Bierlein et al.,
2002).
En el trabajo de Bierlein et al. (2002), se estudia la evolución tectónica de un distrito al
SW de Australia donde los procesos geológicos acaecidos poseen una gran analogía
con la evolución de Colombia en determinada edad. Se detalla como un complejo de
arcos de islas con cierto desarrollo de corteza semi-continentalizada, a través de micro
colisiones de sucesivas etapas de arco, se edificó como un micro continente, a veces
cruzados por cuencas interiores, que a la postre se aproximó al cratón australiano por
consumo de la corteza oceánica. En este proceso comenzaron las etapas de colisión de
un complejo de micro continentes y el continente australiano, creando un fenómeno
orogénico de choque, magmatismo de poscolisión, sucesivas etapas de fallamiento
transcurrente, liberación de fluidos y generación de oro orogénico (Bierlein et al.,
2002). Si analizamos lo expuesto, podremos establecer ciertas analogías con la
evolución geológica y metalogénica de Colombia, que muestra complejos de acreción
y microcolisiones de arcos, así como variedad de depósitos minerales testigos de esos
eventos.

En Goldfarb et al. (2001) , se expone la distribución de los depósitos de oro orogénico


en el espacio y el tiempo, enmarcados en el contexto de evolución tectónica del
planeta desde el Arcaico hasta el presente, y se observa que un mismo estilo de
mineralización queda marcado con ciertas diferencias condicionadas a cada época.
Distribución de las provincias de oro en América con relación a su edad y contenido de metal.
Algunas de ellas corresponden a los tipos de oro orogénico tales como cinturón de oro de
Juneau, Alaska, Cordillera del Este en Perú y Sierra Pampeana en Argentina. (Goldfarb et
al., 2001).

Distribución de las provincias de oro en el planeta con relación a su edad y relacionadas con
orógenos de colisión. (Goldfarb et al., 2001).
GENERALIDADES

Un estudio profundo de la información acerca de los depósitos vetíticos de oro, nos


señala que es necesario considerar varios factores y procesos geológicos que influyen
en los aspectos de la evolución metalogénica. En este caso específico son de
importancia el establecimiento del sistema estructural, las relaciones de campo de los
cuerpos mineralizados, las particularidades microscópicas de la mineralización y el
entendimiento de los procesos evolutivos regionales a nivel magmático y geodinámico.

RASGOS ESTRUCTURALES

En los depósitos de oro filoniano ha sido recurrente la consideración de que el sistema


estructural, dado por fracturas, diaclasas y fisuras, son los factores más importantes en
el control de la mineralización, y el relleno de espacios es el elemento que permite la
cristalización de las soluciones hidrotermales, independiente de la fuente de los fluidos
(Groves et al. 1998).

Sin embargo, el hecho de relacionar la estructura como controladora de la


mineralización es demasiado simple, siendo necesario establecer el tipo de estructuras,
la evolución de las mismas y su papel esencial en la mineralización. Por la diversidad
estructural y sus regularidades variadas deben hacerse ciertas precisiones para lograr
entender y reconocer las estructuras relacionadas con la mineralización y establecer su
patrón.

El oro orogénico, como otros tipos de depósitos auríferos poseen control estructural
(Haeberlin et al. 2001). No obstante, existen particularidades distintivas que permiten
establecer si un estilo estructural corresponde para cada tipo de depósito y utilizar este
argumento para afianzar el concepto de modelo de depósito. Por esta razón se planteó
como un resultado a obtener el estudio estructural del distrito.

SISTEMA ESTRUCTURAL

Considerando las particularidades estructurales ocurridas en zonas mineras, como por


ejemplo en la fractura regional Boulder-Lefroy en el Suroeste de Australia, es de anotar
la existencia de rasgos que detallan la interrelación entre las zonas de fallas y las
acumulaciones minerales. Fundamentalmente se refiere a la estrecha relación entre las
fracturas regionales con orientación preferencial, que en algunos de sus tramos
presentan inflexiones y cambios en la dirección del rumbo.

En estos sitios se desarrollan sistemas secundarios de fracturas que favorecen la


permeabilidad cortical y de cierta manera la posibilidad para el ascenso de soluciones
que conllevan a la formación de depósitos minerales de carácter filoniano,
comprobado en la existencia de cuatro prospectos de gran importancia económica
para la minería de oro orogénico. De todo esto es interesante considerar los cambios
de rumbo en los sistemas de fallas regionales como un criterio efectivo en el
reconocimiento de prospectos para la exploración de depósitos de oro de origen
orogénico.
Relación entre mineralización filoniana e inflexiones en la dirección del rumbo en fracturas
regionales. Un ejemplo La Zona de fractura Boulder-Lefroy en Australia. Obsérvese la
coincidencia de los prospectos auríferos y las zonas de inflexión. Hodkiewicz, P., 2003.

Esto además posee un fundamento teórico, explicado al menos desde el punto de vista
estructural por Wilson, et al. 2003, donde se destaca el fenómeno de inflexiones y
offset en fallas regionales, donde la concentración de tensiones debidas a un vector
oblicuo de esfuerzos resulta en un patrón de fracturas secundarias superpuestas y
desarrolladas en direcciones perpendiculares y paralelas a la dirección preferencial,
fundamentalmente en estas zonas de inflexiones.

Esto significa que existe un fenómeno estructural para la mineralización en estas zonas,
que definitivamente es de importancia en el sentido del desarrollo de espacios fisurales
y permeabilidad con suficiente envergadura como para constituir condiciones propicias
para el desarrollo de la mineralización filoniana. Todo esto se sucede en condiciones
de acortamiento de la corteza terrestre debido a una etapa de colisión regional tardía y
vectores oblicuos de esfuerzos en la interacción de terrenos.

Diagrama esquemático de fracturas asociado a fallas. Se desarrollan en la zona de


concentración del stress por inflexión. Las fracturas poseen orientación diferente al campo de
esfuerzos. En condiciones de carga o fallamiento débil, las fracturas se forman normales y
paralelas a la superficie de la falla (Wilson, et al. 2003).

Por todas estas razones es posible aproximar que desde el punto de vista estructural se
ha notado una serie de evidencias que justifican la relación de la mineralización con
eventos estructurales definidos. En tal sentido se considera que los eventos
estructurales han evolucionado en etapas de acortamiento de la corteza en fases
tardías de desarrollo de complejos tectono magmáticos de suprasubducción,
comenzando con una acreción de terrenos, el desarrollo de una tectónica regional de
fallas pareadas transcurrentes intracorticales que favorecen fenómenos distritales de
transpresión, que se acentúan en las inflexiones de estas fracturas y como
consecuencia suceden fenómenos disyuntivos secundarios que sin duda dan lugar a la
mineralización.

La cadena de eventos estructurales que suceden a escala intracortical, regional y


distrital tienen estrecha relación con la sucesión de eventos metalogénicos que
posibilitan el ascenso de soluciones mineralizadas, su transporte y direccionamiento a
profundidades medias y la precipitación de las soluciones en espacios abiertos por
fracturas secundarias subordinadas al patrón general, pero que finalmente posibilitan
la culminación de todo un recorrido de las soluciones minerales desde la fuente
profunda hasta la formación de un distrito mineral compuesto por filones de oro
orogénico.

En esta cadena los eventos, de magmatismo filoniano representado por los diques
andesíticos, y las propias manifestaciones de mineralización cuarzo aurífera con baja
sulfuración, son los cuerpos geológicos resultantes de las condiciones de
permeabilidad y generación de vías, conductos y espacios, dados por eventos
estructurales que en definitiva definen el control y las regularidades de la
mineralización.

Mineralogía.
Aparecen muchas manifestaciones vetíticas de oro que presentan un estilo
mineralógico y paragenético bastante parecido. Sin embargo, se notan ciertas
particularidades distintivas y diferencias que contribuyen a la definición de una
secuencia paragenética y texturas diferenciables interesantes de ser consideradas.

La mineralogía de las menas poseen generalmente como fases minerales importantes


la pirita, galena, esfalerita, pirrotita, calcopirita, oro, marcasita y como mineral de ganga
el cuarzo, el cual está presente en todas las etapas de formación.
Fotografía 1. Inclusiones de oro y galena I en Fotografía 2. Oro como inclusión en pirita I.
pirita I. La galena I intercrece con pirita I.

Fotografía 3. Oro y galena I llenan fracturas en Fotografía 4. Textura en flama de


pirita I. Galena I reemplaza pirita I. Cuarzo en intercrecimiento entre galena I y cuarzo.
fracturas de galena I, pirita I y esfalerita I. Galena I reemplazando pirita I.

Oro (Au): Se presenta como granos anhedrales asociados con galena I, principalmente
rellenando fisuras en pirita I. También como inclusiones en pirita I, galena I y esfalerita
I (Fotografías 1, 2, 3, 5, 6 ,7 y 8).

Fotografía 5. Oro y cuarzo rellenando Fotografía 6. Oro en pirita I. El cuarzo, rellena


microfracturas en pirita I. fisuras en pirita I.
Fotografía 7. Asociación de oro y galena I en Fotografía 8. Pirita I intercrece con galena I.
fracturas de pirita I. Oro y galena I intercrecen en pirita I.

Paragénesis mineral.

Es común a modo de ejemplo diferenciar varias etapas para la formación de minerales,


cada etapa enmarcada por la aparición de nuevas especies minerales e importantes
eventos, tales como la formación de fracturas, relleno de ellas e intensidad en los
procesos de reemplazamiento.

El cuarzo es el mineral de ganga presente en la mineralización, y representa mucho


mayor porcentaje con respecto a las demás especies minerales asociadas, y está
presente en todas las etapas de formación.

Primera etapa: De cristalización, caracterizada por la formación de cuarzo y pirita I.


Prosigue un evento de fracturamiento que da lugar a la formación de fisuras,
principalmente en la pirita I, a través de las cuales se deposita cuarzo, oro y galena I.
(Fotografías 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 11).

Segunda etapa: Crecen esfalerita I y pirrotita. La esfalerita I reemplaza pirita I y galena I;


la pirrotita se presenta como inclusiones en pirita I y galena I. (Fotografías 13, 14 y 15).
Tercera etapa: Se forman esfalerita II y pirita II, creciendo en esfalerita I. No existen
estos minerales asociados con especies formadas en etapas anteriores. (Fotografía 25)

Cuarta etapa: Se depositan marcasita y pirita III como pequeños cristales cúbicos sobre
galena I, marcasita y esfalerita I. Aparecen exsoluciones de calcopirita en esfalerita I.
(Fotografías 9, 10, 12, 14, 17, 19 y 24).

Entre la cuarta y la quinta etapa sucedió un segundo evento de esfuerzos y


fracturamiento, que ocasionó deformación en los minerales existentes y removilización
de oro.

Quinta etapa: A través de microfisuras en esfalerita I, se forma galena II. (Fotografía 23).
Ejemplo de secuencia paragenética para los depósitos vetíticos de oro.

Los resultados del estudio mineralógico muestran una composición mineralógica


donde predomina el cuarzo, que en variadas formas cristalinas y texturales interviene e
influye en el proceso de cristalización de los metales. Estos últimos están constituidos
principalmente por pirita, esfalerita, galena, calcopirita, pirrotita, marcasita y oro.

Los sucesos de cristalización de fluidos hidrotermales de este depósito han sucedido


por etapas, asociados a procesos de relleno de fisuras y espacios abiertos.

Durante la primera etapa y la segunda etapa de depositación se forman las especies


minerales más importantes y abundantes que conforman la mineralización. Está
caracterizada por la formación de cuarzo, pirita I, galena I, esfalerita I, pirrotita y oro. El
oro, la galena I y el cuarzo, generalmente se hospedan en fisuras de cuarzo y pirita I.
Durante la tercera y cuarta etapa se forman esfalerita II, pirita II, pirita III y marcasita. La
esfalerita II y la pirita II crecen en esfalerita I. La marcasita y la pirita III crecen asociados
con galena I y esfalerita I. Entre la cuarta y la quinta etapa sucedió un segundo evento
de distensión y fracturamiento, que ocasionó fracturas y deformación en los minerales
existentes y removilización de oro. Finalmente, en la quinta etapa, a través de
microfisuras en esfalerita I, se forma galena II.
Es notable que la precipitación de fases mineralógicas metálicas sucedan en varios
estadios o etapas, las cuales son muy difíciles de generalizar, pero en efecto aparecen
señales de condiciones físico químicas que provocan un cambio, al parecer brusco y
que desencadenan un desequilibrio de las soluciones hidrotermales y como
consecuencia precipitación de parte de sus solutos para formar fases mineralógicas
nuevas.

Es también destacada la situación de coexistencia de un número limitado de iones


metálicos en una solución que no es constantemente alimentada, y a la cual poco a
poco se le agotan sus solutos metálicos, donde las variaciones de temperatura y
presión gobiernan la formación e interrelación de las fases minerales, evidenciado por
los constantes intercrecimientos, exsolución y sustituciones de un mismo mineral en
varias etapas.
Es observable la influencia de las tensiones en el interior del sistema fisural donde
aparecen deformaciones tempranas en un régimen dúctil, dúctil - frágil y frágil,
evidenciado en las diversas etapas de fracturamiento y deformación de la galena en su
clivaje triangular y el curvamiento de los mismos.

La paragénesis mineral define una fuente confinada de minerales de baja sulfuración


dada su correspondencia con escasas fases mineralógicas metálicas y el alto porcentaje
de cuarzo asociado, y el estrecho control estructural de la mineralización.

RELACIONES DE CAMPO.

Existen unos elementos de las relaciones de campo que permiten generalizar una serie
de consideraciones al respecto. El hecho de que las estructuras minerales sean de casi
nula alteración hidrotermal significa que fueron formadas por rellenos de soluciones
hidrotermales en espacios confinados, y que tanto en la etapa de cristalización como
en la posterior, existieron condiciones de esfuerzos, lo cual desembocó en la creación
de filones foliados. Esto nos señala un régimen de esfuerzos dinámicos en torno a la
mineralización, de lo cual, una vez emplazadas las soluciones en las fisuras, en las
etapas tempranas suceden extensiones en forma de pulsos, que posteriormente, con el
relleno de espacios comienza una etapa de autodeformación provocada por cambios
en el vector de esfuerzos que provocaron fracturación y nuevas etapas de crecimiento
mineral.

EVOLUCIÓN GEOLÓGICA E IMPLICACIONES METALOGÉNICAS.

La evolución geodinámica y magmática parte de sucesivos procesos tectónicos y


magmáticos, desarrollados por encima de la subducción, separados de la corteza
continental, produciendo en la margen continental diversas etapas de magmatismo de
arco, consecuente apertura de cuencas retro arco, desarrollo de nueva corteza
oceánica, así como la aproximación y acreción de fragmentos de corteza continental y
corteza oceánica anómala. Todo esto crea un mosaico geológico muy complejo el cual
es sometido a diversos esfuerzos corticales, que resultan en un fraccionamiento de los
terrenos previamente suturados, convirtiéndose en un sistema de sub bloques
corticales separados por fracturas regionales., de lo cual surge un megabloque.

Esto sugiere un contexto geológico que nombramos como “Complejo Tectono


Magmático de Supra Subducción”, es decir, cambios espaciales y temporales de
eventos en una zona de convergencia por encima de la subducción, sucesivas
microcolisiones y la generación de nueva corteza continental. Como producto de la
orogenia de estos arcos sucede la amalgamación de terrenos al borde continental.

El papel de la interacción de sucesivos eventos magmáticos y la presencia de fallas


transcurrentes, conduce a eventos orogénicos de colisión arco-arco, cierre de cuencas
marginales de varios órdenes y formación de terrenos "acrecionados". Estos últimos
son referidos a los complejos petrológicos antiguos exhumados, resultantes de
procesos de acortamiento de la corteza “cuasi” continental, relacionados con eventos
magmáticos de colisiones moderadas, y enmarcado en un mosaico geológico que
constituyen fragmentos de diferentes facies de la evolución de un complejo tectónico
magmático de subducción.

En este escenario se edifica la evolución geológica del oro orogénico y con ella la
existencia de depósitos minerales marcados por eventos metalogénicos específicos.
Los fenómenos de colisión propician metamorfismo, justo donde convergen la base
magmática del arco, materiales de corteza oceánica, sedimentos y fluidos procedentes
del fondo oceánico asimilado en la subducción (Kerrich y Wyman, 1990).

La aproximación de terrenos genera aumento de las tensiones, cizallamiento,


fallamiento profundo. Se propicia la fusión parcial y como consecuencia el
magmatismo de postcolisión de carácter filoniano tipo lamprofírico medio - ácido y
alto en volátiles. Estos materiales al ascender por la corteza a ciertos niveles lixivian
metales del medio petrológico, y se somete a cambios de presión y temperatura que
conduce a la precipitación de fases minerales (Kerrich y Wyman, 1990).

Las soluciones hidrotermales que migran hacia espacios abiertos por los sistemas de
fracturas, siguiendo un patrón caracterizado por fallas profundas transversales al vector
de stress colisional, y de manera subordinada fallas transcurrentes en mosaicos
distritales de transpresión que le da vía al magmatismo filoniano y celdas de
transtensión subordinadas como componentes fisurales a nivel de la zona de transición
dúctil frágil (Sibson et al., 1998).

Con el avance de los procesos de post colisión, donde es común un patrón estructural
de fallamiento, se crean sistemas secundarios de fracturas como respuesta a los
movimientos de rumbo de las fallas pareadas, permitiendo una alta permeabilidad
(Zhang et al., 2003).

Acá se alojan fluidos hidrotermales confinados a una temperatura y presión que


permiten el equilibrio en estado líquido. La tectónica activa y los eventos sísmicos de
acomodamiento cortical generan desequilibrios sucesivos de las soluciones,
sucediendo la precipitación de las sales minerales cuando un cambio brusco de estas
variables permite la insolubilidad de los solutos y la consecuente cristalización de
especies minerales. De esta manera aparecen precipitados por etapas de componentes
silíceos, sulfuros y metales preciosos y de acá la presencia de oro orogénico (Sibson,
1986).

Zona extensional en un sistema de enrejado de fallas transcurrentes. Estas aperturas secundarias


facilitan la permeabilidad y ascenso de soluciones mineralizadas (Sibson, 1986).
El colapso de eventos sucesivos tectono-magmáticos de suprasubducción crea una
corteza cuasi continental engrosada que obstaculiza el desarrollo normal de la
subducción. Comienza un proceso de acortamiento, obducción del prisma de acreción
y formación de suturas a lo largo de la paleo zona de subducción. Se exhuman la
corteza del núcleo de los paleoarcos colisionados. Las secuencias profundas
metamórficas y magmáticas quedan expuestas en suturas de terrenos alóctonos, que
representan niveles profundos del arco aflorados por vasculación de bloques.

Si las estructuras vetíticas fueran singenéticas con intrusivos, tendríamos zonaciones y


halos distritales alteración hidrotermal, por ser este un proceso invasivo, y el tipo de
depósitos existentes serían epitermales, de lo cual no existen rasgos ni estilo de la
mineralización. De acá que es poco probable que los depósitos minerales estén
relacionados directamente con la roca que los hospedan, teniendo estos solo casuales
vínculos espaciales. En este proceso son generados los depósitos vetíticos, por encima
de una zona de magmatismo colisional, pero muy por debajo de la superficie.

Los eventos de continentalización, prolongación del fallamiento inverso, así como el


nivel del corte de erosión provoca que en aproximadamente 50 millones de años estos
depósitos queden expuestos y junto a ellos todo su patrón genético, donde coexisten
espacialmente los depósitos filonianos originados en eventos tardíos asociados a
orógenos posteriores al arco (Goldfarb et al. 2001).

La definición de la edad relativa de este suceso metalogénico responde a un análisis de


eventos geológicos datados, de los cuales se considera que los depósitos
definitivamente no pertenecen al tipo de los denominados intrusion related, sino en
parte a los llamados intrusion hosted, pues estos también aparecen en complejos de
rocas metamórficas. Cabe anotar que los depósitos tipo intrusion related, reportan
contenidos de minerales tales como estaño y wolframio, y los de tipo orogénico
epizonal, presentan mineralización del tipo Sb-Hg. No obstante, lo notable de este
acotamiento es que los depósitos no son singenéticos con eventos intrusivos, sino mas
bien epigenéticos y hospedados en esta rocas posterior al enfriamiento de las mismas.
Adicionalmente se destaca que son también posteriores a generación de suturas de
terrenos.

Kesler and Wilkinson B., 2006, y más adelante en Groves and Goldfarb 2007, se sugiere
que los depósitos de oro orogénico son formados a profundidades estimadas en unos
20 km. de la superficie, considerados mesozonales de baja sulfuración. En esta
situación se considera que dado el coeficiente de exhumación de la corteza por erosión
y la profundidad estimada de formación del oro orogénico es sustentable estimar
como máximo 50 millones de años una edad relativa consecuente con el contexto
geológico y el estilo de mineralización.

ASPECTOS ESENCIALES QUE DEFINEN EL MODELO METALOGÉNICO

A partir de la concatenación de resultados de la interpretación de las relaciones de


campo, la definición del sistema estructural, la caracterización de las particularidades
mineralógicas, relaciones texturales y su evolución paragenética, junto a un análisis de
los eventos regionales sincrónicos al suceso metalogénico, es posible definir la
conexión de procesos geológicos en torno a la mineralización filoniana como su
fuente, el transporte y emplazamiento.
Se percibe una concatenación de rasgos geológicos con desarrollo de sistemas de
fracturas regionales. Sobre el sistema de primer orden aparecen sistemas superpuestos
en etapas de deformación postacreción que denotan en principio estados de
deformación transpresional. Son notables fenómenos ligados a permeabilidad y
eventos mineralizantes, tales como inflexiones en el rumbo de las estructuras
regionales, generación de fracturas subordinadas y su relación con la mineralización
filoniana. Es evidente la superposición de un mosaico estructural relacionado con
magmatismo filoniano y depósitos vetíticos, donde la mineralización y diques
andesíticos coexisten y pueden tener sincronismo en sus edades.

Las relaciones de campo denotan magmatismo filoniano y vetas de cuarzo con oro que
coexisten en diferentes litologías de terrenos acrecionados, separados por fallas
regionales, que evidencian su emplazamiento posterior al magmatismo que origina los
terrenos y más joven que la acreción de los mismos. La mineralización es discordante y
epigenética con la roca de caja, muy circunscrita a filones en fisuras rellenas de fluidos
hidrotermales confinados.

El estudio mineralógico indica una evolución de los fluidos y condiciones de


precipitación de fases minerales no metálicas y metálicas, caracterizado por una
composición de fluidos y cristalización con saturación de fuente silícea de baja
sulfuración. Precipitación de minerales metálicos tales como pirita, esfalerita, galena y
otros en trazas relativos al plomo. En menor proporción aparece calcopirita, pirrotita,
marcasita, además de otras posibles fases minerales subordinadas a estas, los cuales se
manifiestan como una evolución en etapas, donde los efectos dinámicos cíclicos
suceden en regímenes que dúctiles y frágiles, con variaciones de presión intrafisural.
Esto provoca repentinos cambios físicos en la relación temperatura presión, y
variaciones en el quimismo, conducente a un estilo textural marcado por eventos micro
estructurales en torno al espacio fisural de relleno de la mineralización.

Es notable alteración hidrotermal en la roca de caja donde los filones se acompañan de


diques andesíticos con texturas porfídicas, lo cual señala a la interacción de los diques
y los filones como el fenómeno generador de alteración, más que la influencia de los
filones mineralizados cuando están solos. Tampoco es notable la existencia
generalizada de minerales típicos de fenómenos epitermales, ni fases minerales que
señalan un origen relacionado a depósitos cordilleranos, relativos a intrusivos o de
ambientes epizonales.

Lo referente al control estructural y a las particularidades mineralógicas conduce a


considerar a este distrito como enmarcado en un contexto de evolución orogénico
tardío con filones mesotermales. Su profundidad de formación es difícil de estimar
dado que cualquier indicador geobarométrico dentro de los filones no arrojaría datos
de profundidad de confinamiento por presión litostática, sino más bien un estadío de
las presiones muy variables dentro del sistema cerrado fisural generador de los filones.

Con una generalización de lo anterior, y contextualizando estos resultados con los


fenómenos regionales, se debe considerar que la evolución geológica se ha
caracterizado por eventos colisionales. Condiciones geodinámicas facilitan un
mecanismo que comienza por un magmatismo de postcolisión, generación de
fallamiento profundo, ascenso y acumulación de volátiles, una nueva etapa tardía de
esfuerzos estructurales y apertura de espacios para la cristalización de minerales
(Haeussler et al., 1995). De acá se asume que esta serie de sucesos coinciden con la
formación de los hoy conocidos depósitos de oro orogénico.
De todo lo anterior se sugiere que la mineralización filoniana corresponde al tipo de
oro orogénico (Goldfarb et al, 2000), conocidos anteriormente como Mesotermales
o mother lode (Cox and Singer, 1993), compuestos por cuarzo con oro y de baja
sulfuración. Es notable su control y relación entre estructuras regionales,
concentraciones de esfuerzos distritales y un patrón local definido por fracturas
permeables. La mineralización está circunscrita a filones con escasa alteración
hidrotermal de la roca de caja, existe magmatismo filoniano medio-básico relacionado
con la mineralización, que llega a ser expuesto por un corte de erosión que alcanza
niveles intermedios de la corteza de un complejo cuasi continental.

Los terrenos geológicos que conforman el entorno geológico se compone de una


sucesiva acreción terrenos alóctonos y complejos de arcos colisionados. Debido al
engrosamiento de la corteza cuasi continental y condiciones difíciles para la
subducción, acompañada de relaciones tectónicas entre placas tectónicas. Esto condce
a la creación de un sistema de colisión que obstaculiza la continuación la subducción,
y expone las raíces de los arcos y algunos eventos fases intrusivos..

En estas condiciones se crea un mosaico compresional, con fallas inversas y de rumbo


pareadas, que en determinados sectores suceden esfuerzos y tensión concentrados que
dan lugar a un complejo tectono magmático colisional, condiciones de permeabilidad
profunda por donde ascendió magmatismo filoniano acompañado de fluidos
mineralizados. Estructuras secundarias transpresivas en régimen frágil - dúctil, a
profundidades mesotermales descargan y precipitan las soluciones, generando filones
de oro orogénico.

Un ejemplo de evento de oro orogénico en Colombia. Se plantea una hipótesis evolutiva y


se plantea un perfil geológico esquemático de Colombia a la altura del paralelo N7º. Se
representa una tomografía actual donde quedan estampados los eventos tectono magmáticos
después de un proceso de colisión. En la Cordillera Central se observan los diques de andesitas
porfídicas que cortan los intrusivos y metamorfitas y desde ellos las estructuras filonianas de
oro orogénico, conformado el complejo metalogénico colisional del norte de la Cordillera
Central.

Apuntes finales.
En los distritos mineralizados aparecen rasgos suturales de una paleo acreción de
terrenos de la parte metamórfica y magmática de un complejo tectono magmático
de supra subducción. A este sistema se superponen esfuerzos de segundo y tercer
orden a ambos lados de los límites tectónicos distritales, creando un mosaico con
orientación preferencial vinculada a magmatismo filoniano y mineralización vetítica
de cuarzo portadoras de oro. Estas estructuras representan fenómenos de
transpresión correspondiente a aproximación de terrenos, y una segunda etapa
relacionada con la mineralización y una final de exhumación de los complejos
rocosos.

La mineralización se prolonga varios kilómetros por el rumbo y poseen mucha


persistencia por el buzamiento hasta más de 500 metros. Consiste en cuarzo como
ganga, pirita, esfalerita, galena, calcopirita, pirrotita, marcasita, en lo fundamental.
Poseen oro libre relacionado con pirita, galena y rellenando fracturas entre estas
dos fases metálicas. Los contactos de los filones con la roca encajante son
cortantes con pocos signos de alteración hidrotermal, solo una s alvanda que refleja
cierto tectonismo posterior a la mineralización. No aparecen aureolas de alteración
hidrotermal en el entorno.

Las rocas de caja de la mineralización pueden ser intrusivos y metamorfitas, en


contacto tectónico. Los filones cruzan las fallas con la misma tendencia estructural,
lo que sugiere un evento mineralizador posterior. Se observan diques andesíticos y
porfídicos, en ocasiones con alteración hidrotermal y que cortan al intrusivo,
mostrando un evento magmático más joven, relacionado con la mineralización.

Las relaciones de campo, estilo estructural, la caracterización mineralógica y la


evolución geológica del distrito nos permiten aproximar las particularidades de un
evento metalogénico ligado a la génesis y evolución de los depósitos de oro
orogénico. Estos evolucionaron en una etapa de postcolisión muy posterior al
enfriamiento del Batolito y a la acreción del mismo con las metamorfitas. Es notable
que los depósitos minerales no estén relacionados genéticamente con la roca que
los hospedan, teniendo solo vínculos espaciales.

Los rasgos mineralógicos muestran relaciones texturales y paragénesis


caracterizada por un fluido hidrotermal confinado en fisuras de material silíceo de
baja sulfuración. Esfuerzos locales en condiciones dúctiles y frágiles provocaron
fractura, deformación e intercrecimiento de fases minerales en 5 estadios de la
paragénesis mineral por desequilibrio y precipitación de minerales metálicos donde
cristalizó oro en fracturas abiertas en crecimientos de galena y pirita.

La geología del distrito se enmarca en un contexto influenciado por la subducción


de corteza oceánica engrosada. Suceden acreciones de terrenos, aproximación arco
- arco y colisión de un micro continente de arcos amalgamados contra el
continente, dando lugar a convergencia oblicua, fracturas profundas y magmatismo
post colisional filoniano. A profundidad de la zona de transición dúctil - frágil
sucede la descarga de soluciones en fisuras generadas por una tectónica
transpresiva donde sucede la cristalizaron en pulsos de carácter sísmico.
La evolución metalogenia se define como un complejo tectónico transpresivo y
magmático filoniano de etapa post colisional, generador de mineralización aurífera
orogénica que representa un suceso geológico enmarcado en la evolución
geológica.

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