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de las
especies
Ignoradas en general por los políticos, las advertencias
de los ecólogos sobre la actual extinción en masa se reciben
con escepticismo en determinados círculos. Resulta harto difícil
conocer las dimensiones de la mortandad, la naturaleza
de su alcance y la forma de detenerla
W. Wayt Gibbs
S
obre el estado de ánimo de los profesionales de la eco-
logía constituye un buen punto de referencia la conven-
ción anual de la Sociedad para la Biología de la Con-
servación. En la última, celebrada en agosto del año pasado
en Hilo, Hawai, Robert M. May, profesor de la Univer-
sidad de Oxford y presidente de la Regia Sociedad, se encargó de
disipar cualquier atisbo de esperanza. De acuerdo con sus cálcu-
los, la tasa de extinción (el ritmo al que las especies desaparecen)
se aceleró durante los últimos 100 años; se ha multiplicado por
1000 la tasa que se supone había antes de que aparecieran los se-
res humanos. Varias líneas de razonamiento sugieren, explicó, una
aceleración por un factor de 10 a lo largo del próximo siglo, lo
que nos coloca en el frente de la sexta ola de extinción en masa
de los organismos.
May se lamentó del “chauvinismo de vertebrados total”, en que
han caído biólogos y conservacionistas. El sesgo hacia los mamí-
feros, las aves y los peces impide predecir de manera fiable el al-
cance y las consecuencias de la pérdida de biodiversidad, cuya ma-
yor parte reside en otros grupos. En la orilla opuesta milita el
estadístico Bjørn Lomborg, de la Universidad de Århus, para quien
los informes sobre la muerte de la biodiversidad se han exagerado
mucho.
■
de años. Sin embargo, desde la paleontología y la
estadística se pone sordina a tales augurios.
Es difícil saber con qué rapidez están
M ay y Wilson se apoyaban en datos elaborados
por David M. Raup. Este paleontólogo vio, sin
embargo, graves defectos en las hipótesis de los dos
desapareciendo las especies. Los modelos basados primeros que, a su entender, partían de tres supues-
en la velocidad de la deforestación tropical o en el tos falsos. Primero, aceptar que las especies de plan-
crecimiento de las listas de especies amenazadas tas, mamíferos, insectos, invertebrados marinos y otros
predicen tasas de extinción crecientes. Pero el
grupos perduran aproximadamente el mismo tiempo;
sesgo de los biólogos hacia las plantas y los ver-
tebrados, que representan una minoría de los se-
en realidad, el tiempo de supervivencia típico parece
res vivos, socava dichas predicciones. Puesto que variar entre los distintos grupos por un factor de 10
el 90 por ciento de las especies no tienen todavía o más, siendo las especies de mamíferos las que an-
nombre, y mucho menos censos, son imposibles tes se extinguen. En segundo lugar, May y Wilson
de verificar. conceden a todos los organismos la misma probabi-
■ Frente a la inseguridad sobre la reducción de la lidad de aparecer en el registro fósil, en tanto que
biodiversidad y su valor económico, se debate si la paleontología reconoce que no llegan al 4 por
las especies raras debieran ser el foco de la con- ciento las especies extintas que fosilizan; además, las
servación. Quizá, sugieren algunos, deberíamos pri- especies que vemos son las que gozaron de una am-
mero intentar salvar tierras vírgenes (y baratas),
plia dispersión y notable éxito. Las especies débiles,
donde la evolución pueda proseguir sin verse afec-
tada por la actividad humana.
confinadas en cimas montañosas o a una isla, se ex-
tinguieron todas antes de poder fosilizarse, apostilla
Cámbrico Ordovícico Silúrico Devónico Carbonífero Pérmico Triásico Jurásico Cretácico Terciario
Cuaternario
Fuentes: Comité sobre Organismos Recientemente Extinguidos; BirdLife International; Sociedad Xerces; World Wildlife Fund.
ciento de especies se están ahora extinguiendo o se el desmonte de más del 98 por ciento de los bos-
hallan condenadas a desaparecer mucho antes de lo ques primarios no eliminó la mitad de las especies
que les correspondería. De un conjunto de 10 mi- de aves. Y lo refuerza con unas cifras aplastantes:
llones de especies deberíamos esperar que desapare- tras cuatro siglos de talas sólo se extinguió, de las
cieran cada año unas 25.000. 200 que había en los Estados Unidos, una especie
Lomborg no participa de esa opinión. Por tres ra- de ave forestal; de las 60 especies nativas en Puerto
zones. Las relaciones especies-área se establecieron Rico, siete.
comparando el número de especies en las islas; no A esos dos argumentos de Lomborg, replica Stuart
tienen por qué ser de aplicación necesaria en hábi- L. Pimm, de la Universidad de Columbia. Le repro-
tats continentales fragmentados. A este respecto, Gret- cha que haga un uso abusivo de la teoría de la re-
chen Daily, de la Universidad de Stanford, publicaba lación especies-área. Para Pimm sólo las especies
hace poco que más de la mitad de las especies de confinadas a la zona afectada desaparecen, no las
aves nativas de Costa Rica se encuentran en hábitats que gozan de una distribución más amplia. Salvo 28,
rurales, en su mayoría deforestados, junto con frac- las 200 especies de aves que medran en los bosques
ciones similares de mamíferos y mariposas. Aunque de los EE.UU. orientales vivían también en otros lu-
pudiera ser que no prosperasen, una gran fracción de gares. Además, el bosque se taló gradualmente, y
especies forestales podría sobrevivir en tierras de la- gradualmente se regeneró tras el abandono de los
bor y en parques forestales, si bien nadie sabe toda- campos. De modo que incluso en el momento álgido,
vía durante cuánto tiempo. alrededor de 1872, la mitad de la extensión del bos-
Lomborg esgrime en segundo lugar que, lo mismo que original estaba cubierta por tierras forestadas.
en los Estados Unidos orientales que en Puerto Rico, La teoría de la relación especies-área predice que un
PIRAMIDE DE LA DIVERSIDAD
En una primera aproximación, todas las especies plurice- FUENTES: Encyclopedia of Biodiversity, dirigida por S. A. Levin; “Biodiversity
lulares son insectos. Los biólogos conocen todavía muy Hotspots for Conservation Priorities”, de N. Myers et al. en Nature, vol. 403,
poco acerca de la verdadera diversidad y de la importan- págs. 853-858, 24 febrero 2000; William Eschemeyer (especies de peces); Marc
cia ecológica de los grupos más comunes. Van Regenmartel (especies de virus); Lista Roja de la IUCN 2000.
INSECTOS MOLUSCOS
especies totales estimadas: 8.750.000 200.000
especies identificadas: 1.025.000 70.000
HONGOS PROTOZOOS
1.500.000 200.000
72.000 40.000
BACTERIAS Y ARQUEOS CRUSTACEOS
1.000.000 150.000
4000 43.000
ALGAS PECES
400.000 35.000
40.000 26.959
NEMATODOS Y GUSANOS AVES
400.000 9881
25.000 9700
VIRUS REPTILES
400.000 7828
1550 7150
PLANTAS MAMIFEROS
320.000 4809
270.000 4650
OTROS ANFIBIOS
ORGANISMOS 4780
250.000 4780
110.000
50 por ciento de reducción debería eliminar un 16 por den a ser bastante benignas y respetadas por la se-
ciento de las especies endémicas: en este caso, cua- lección natural. Ello recorta de forma espectacular su
tro especies de aves. Y cuatro especies son las que persistencia hasta la extinción. Por tanto, advierte
se extinguieron. Lomborg no tiene en cuenta una de Higgins, con la mengua de hábitats y la extermina-
estas cuatro, que quizá fuera una subespecie, y otras ción de las poblaciones (a una tasa de quizá 16 mi-
dos, que sucumbieron tal vez por agresiones de otro llones por año, según ha estimado Daily) nos en-
tenor. contramos ante una bomba retardada, un episodio de
A ello responde Lomborg. Aun cuando se mantu- extinción subyacente.
viera la relación especies-área, las estadísticas oficia- ¿Y qué les ocurrirá a las higueras, del género Fi-
les sugieren que la deforestación se ha ido reducien- cus, el más extendido de los géneros vegetales en
do y ahora se encuentra muy por debajo del 1 por los trópicos, si pierden la única variedad de avispa
ciento anual. La Organización de las Naciones Uni- parásita que poliniza a cada una de sus 900 espe-
das para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha cies? ¿O al 79 por ciento de árboles de la bóveda
calculado que desde el año 1990 al 2000 la cubierta arbórea de las pluviselvas de Samoa, si los cazado-
forestal del mundo ha venido reduciéndose a una tasa res acaban con los zorros voladores de los que de-
media anual del 0,2 por ciento (11,5 millones de hec- penden? Muchos conservacionistas temen que los ar-
táreas taladas, menos 2,5 millones de hectáreas de cos de ecosistemas enteros se vengan abajo si se
repoblación). eliminan las especies “clave”.
Pero esos datos, matiza Carlos A. Peres, de la Uni- Una metáfora que no todos comparten, dada la re-
versidad de East Anglia, deben completarse con otros: dundancia que, según estudios recientes, parece darse
la pérdida anual de selva fue de alrededor del 0,5 por en los ecosistemas. De esa idea participa Melodie A.
ciento en la mayor parte de los trópicos, y allí es McGeoch, de la Universidad de Pretoria, aunque ma-
donde vive la mayoría de las especies raras y ame- tiza que lo redundante hoy quizá no lo sea mañana.
nazadas. Por consiguiente, aun cuando se equivoquen MacPhee añade que carece de sentido pensar que la
alguna que otra vez con las cifras quienes hacen pre- mayoría de las especies desaparecerían con presiones
visiones, se trata sólo de un asunto de escala tem- marginalmente mayores que las que tendrían si los
poral. seres humanos no estuvieran en escena; la evolución
debería haberlas hecho resilientes, es decir, dotadas
Un futuro incierto de capacidad de volver a la situación precedente a
la presión.