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Para estudiar las deformaciones que aparecen en una cadena, es necesario por lo tanto
subdividir este gran conjunto en una serie de dominios en los que las leyes de la
deformación permanezcan análogas y en donde podamos entonces esperar interpretar las
estructuras.
Llamaremos niveles estructurales a los diferentes dominios de la corteza en los que los
mecanismos dominantes de la deformación permanecen iguales. Utilizamos el término de
nivel para indicar que estos diferentes dominios están generalmente superpuestos unos
sobre otros.
Se sabe que las rocas tienen primeramente un comportamiento frágil, después, si las
condiciones de presión y de temperatura aumentan, un comportamiento dúctil y
finalmente, alcanzan su punto de fusión y se comportan entonces como líquidos muy
viscosos. La siguiente figura da la disposición general de estos diferentes dominios en
función de la presión y de la temperatura; para algunas rocas, las curvas que limitan los
diferentes dominios pueden ser dibujadas con precisión, gracias a una serie de ensayos
efectuados en el laboratorio.
Fig. a. Disposición esquemática de los dominios de los diferentes comportamientos de los cuerpos en
función de la presión y de la temperatura y a mecanismos elementales de las deformaciones
correspondientes.
Cuando las rocas adquieren una cierta ductilidad pueden deformarse sin romperse, es
decir sin fallarse. Se forman entonces pliegues. Pero estos pliegues pueden originarse de
dos maneras muy diferentes. Cuando la ductilidad no es todavía muy importante los
estratos no hacen más que apenas plegarse de manera simple, manteniendo su espesor y
así no siendo importante la deformación de las rocas más que en las charnelas: se forman
pliegues isópacos. Diremos que en este caso el mecanismo elemental es la flexión. En un
estado más evolucionado, las rocas se vuelven muy dúctiles y se deforman fácilmente. La
deformación es entonces a la vez intensa y generalizada; provoca la transformación de
todo elemento de referencia esférico en elipsoide aplanado; en una palabra, todas las
rocas sufren un aplanamiento generalizado y adquieren una anisotropía de origen
mecánico que es la esquistosidad; los pliegues se tornan anisópacos. Diremos que en este
caso el mecanismo elemental es el aplanamiento. (Figura b)
Finalmente se llega a una profundidad en la que las rocas están en una temperatura
próxima o superior a su punto de fusión; entonces se comportan como líquidos más o
menos viscosos y por consiguiente fluyen como tales.
Resultarán pliegues diferentes de los dos tipos encontrados anteriormente. Diremos que
en este caso el mecanismo elemental es el flujo. (Figura d).
Figura d. Dos aspectos de la deformación de una parte de terrenos. Arriba por fallas de dirección. Abajo por
plegamientos isópacos.
Ni que decir tiene que no se pasa bruscamente de un mecanismo a otro, sino que, por el
contrario, hay una evolución progresiva; de este modo tenemos dominios en los que
intervienen al mismo tiempo varios mecanismos. Nos encontramos ante una modificación
general de los mecanismos conforme a lo que hemos esquematizado y siempre hay un
mecanismo dominante.
Sabemos por lo tanto cuál es la disposición general de los diferentes niveles estructurales
sobre los diagramas de presión-temperatura.
Fig. h. diagrama mostrando la influencia del gradiente térmico sobre la disposición de los niveles
estructurales y en particular sobre la profundidad del frente superior de esquistosidad y la potencia
de la zona con esquistosidad. Esta profundidad varía de P’ (para el perfil A, con grado geotérmico
elevado) a P’’ (para el perfil C, con grado débil); el espesor de la zona con esquistosidad varía de eA
a eC. Obtenido (1970).
El gradiente térmico.
En el caso de un gradiente elevado, la roca se torna dúctil y alcanza su punto de fusión
más rápidamente que en el caso de un gradiente débil (Figura h). los límites entre los
diferentes niveles estructurales se encontrarán entonces a una profundidad menor; el
frente superior de esquistosidad podrá, por ejemplo, encontrarse a 2000m de
profundidad, mientras que en otra parte se encontrará a 10000m.
Si el gradiente es elevado las propiedades mecánicas de las rocas varían también más
rápidamente; por consiguiente, el espesor de los niveles estructurales será más débil; por
ejemplo, el espesor de la zona con esquistosidad será de 1000m, mientras que en otra
parte es de 5000m (Figura h).
El gradiente tectónico.
Los diagramas P-T (Figura h) han sido simplificados; en la realidad se está, en efecto, en
presencia de campos de esfuerzo triaxiales (debidos a la superposición de un esfuerzo
litostático y de un esfuerzo tectónico) que no pueden ser representados por un único eje
de presión. Con todo rigor, sería necesario entonces efectuar diagramas con dos ejes de
presión, uno correspondiente a la P litostática y otro a la P tectónica.
Cuando el esfuerzo tectónico varía, provoca necesariamente una variación de la
disposición de los niveles estructurales; de una manera general, si la P tectónica aumenta,
se produce una ascensión de los niveles estructurales. Se puede explicar por tales
gradientes tectónicos la existencia de fuentes de esquistosidad elevados.
La litología.
Tomemos algunos ejemplos para estudiar la influencia de la litología sobre la forma del
frente superior de esquistosidad (Figura i). Consideremos una parte de corteza de 10km
de potencia y una tectónica determinada; hagamos variar la litología. Si se trata de una
serie totalmente margosa, el frente de esquistosidad subirá muy arriba; si se trata de una
serie totalmente cristalina (por ejemplo granítica) el mismo frente no aparecerá más que a
gran profundidad, ya que es mucho más difícil aplanar un granito que una marga. En un
caso intermedio (parte inferior cristalina recubierta por una serie margosa), se podrá
tener una serie esquistosada reposando sobre granito que se comportará todavía de una
forma frágil sin adquirir la menor esquistosidad; en este caso tendremos por lo tanto una
anomalía debida a la influencia de la litología.
Cuando la litología es muy diversa, las anomalías pueden ser numerosas y es preciso
entonces observar los hechos de forma global.
Las heterogeneidades litológicas son por lo tanto incómodas para trazar el límite de los
niveles estructurales; pero veremos que, por el contrario, son muy valiosas para estudiar
con detalle los mecanismos de la deformación (figura i).
Fig. i. ejemplo de variaciones de la forma de los niveles estructurales en función de la litología. 1) Toda la
serie es margosa. 2) La serie es esencialmente granítica. 3) Una remanente serie sedimentaria cubre el
granito.
En una etapa más evolucionada tendremos las cadenas en las que aparecen al mismo
tiempo zonas con esquistosidad y zonas más profundas. El acortamiento se vuelve
entonces importante y la tectónica es por lo general muy compleja.
Fig. l. dominios Presión-Temperatura o perfiles tectónicos de tres segmentos de la cadena hercínica. Según
Arthuad (1970).
Finalmente, en una última etapa, afloran sólo zonas profundas situadas bajo la zona con
esquistosidad. Es el caso de algunas cadenas precámbricas. Fuera de esta clasificación,
que en definitiva tiene en cuenta el valor del acortamiento, podemos hacer otra basada
en algunas modalidades de este acortamiento.
En los diferentes tipos de cadenas que acabamos de definir, los límites entre los niveles
estructurales pueden estar más o menos próximos; por ejemplo se podrá tener una zona
en la que la esquistosidad tiene en un caso 2000m de espesor y en el otro 10 000m. las
cadenas tienen por lo tanto perfiles diferentes.
Podemos advertir que la diferencia entre los perfiles puede teóricamente deberse por
completo a diferencias de comportamiento térmico. En efecto, si nos encontramos en una
región en la que el gradiente térmico es grande, se provocará un estrechamiento de los
niveles estructurales; si el gradiente es débil sucederá lo contrario. Por lo tanto, podemos
esperar definir diferentes tipos de perfiles tectónicos (Figura l)., al igual que se han
definido varios tipos de metamorfismo; hay teóricamente todos los estados intermedios
entre perfiles de bajas presiones-altas temperaturas y de altas presiones-bajas
temperaturas. (Figura m).
Pero las variaciones del esfuerzo tectónico pueden igualmente intervenir para modificar
un perfil tectónico. Quizá se podrán distinguir un día perfiles con grandes esfuerzos
tectónicos, a los que se opondrán los de esfuerzos débiles; es cierto que no estamos
todavía en esta etapa, ya que no se sabe aún cuál es el orden de magnitud de este
esfuerzo tectónico.
Fig. m. corte esquemático de los tres segmentos de cadena de la figura l, mostrando las variaciones de
potencia y de profundidad de los diferentes niveles estructurales.
Obsérvese la diferencia considerable entre la potencia de la zona con esquistosidad de Cerdeña y la de
Cévennes. Según Arthaud (1970).
1.7.3.3. NIVELES ESTUCTURALES Y TECTÓNICA SUPERPUESTA