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1.7.

NOCIÓN DE NIVEL ESTRUCTURAL


Las estructuras de compresión que aparecen en las cadenas son evidentemente muy
variadas, ya que han podido formarse en condiciones muy diferentes, desde la superficie
hasta unos 40km de profundidad y excepcionalmente mucho más. Las condiciones de
presión y temperatura en las que se originaron estas estructuras son de hasta más de 10
kilo bares y más de mil grados, no hay rigurosamente ninguna relación entre una
deformación originada cerca de la superficie y la que se produce a gran profundidad. Por
lo tanto no se pueden estudiar todas las estructuras de compresión a la vez, ya que según
el nivel considerado tendrán una geometría diferente, mecanismos distintos y por
consiguiente leyes diferentes.

Para estudiar las deformaciones que aparecen en una cadena, es necesario por lo tanto
subdividir este gran conjunto en una serie de dominios en los que las leyes de la
deformación permanezcan análogas y en donde podamos entonces esperar interpretar las
estructuras.

Llamaremos niveles estructurales a los diferentes dominios de la corteza en los que los
mecanismos dominantes de la deformación permanecen iguales. Utilizamos el término de
nivel para indicar que estos diferentes dominios están generalmente superpuestos unos
sobre otros.

1.7.1. PRINCIPIOS DE DEFINICIÓN DE LOS NIVELES ESTRUCTURALES.


Puesto que hemos definido un nivel estructural como el caracterizado por un mismo
mecanismo de deformación, es necesario evidentemente estudiar con anterioridad los
diferentes mecanismos que intervienen en una corteza sometida a compresión.

En suma, equivale a estudiar el comportamiento de las rocas cuando se comprimen en


condiciones de presiones y temperaturas crecientes. Así pues, los datos de la mecánica de
rocas suministran sobre este punto toda una serie de enseñanzas.

Se sabe que las rocas tienen primeramente un comportamiento frágil, después, si las
condiciones de presión y de temperatura aumentan, un comportamiento dúctil y
finalmente, alcanzan su punto de fusión y se comportan entonces como líquidos muy
viscosos. La siguiente figura da la disposición general de estos diferentes dominios en
función de la presión y de la temperatura; para algunas rocas, las curvas que limitan los
diferentes dominios pueden ser dibujadas con precisión, gracias a una serie de ensayos
efectuados en el laboratorio.
Fig. a. Disposición esquemática de los dominios de los diferentes comportamientos de los cuerpos en
función de la presión y de la temperatura y a mecanismos elementales de las deformaciones
correspondientes.

Evidentemente los mecanismos de la deformación dependen directamente de los


diferentes comportamientos de las rocas. Cuando éstas son frágiles, la deformación no
podrá manifestarse más que por los planos de rotura, es decir fallas; tendremos entonces
un dominio sin pliegues pero con numerosas fracturas. Diremos en este caso que el
mecanismo elemental es el cizallamiento.

Cuando las rocas adquieren una cierta ductilidad pueden deformarse sin romperse, es
decir sin fallarse. Se forman entonces pliegues. Pero estos pliegues pueden originarse de
dos maneras muy diferentes. Cuando la ductilidad no es todavía muy importante los
estratos no hacen más que apenas plegarse de manera simple, manteniendo su espesor y
así no siendo importante la deformación de las rocas más que en las charnelas: se forman
pliegues isópacos. Diremos que en este caso el mecanismo elemental es la flexión. En un
estado más evolucionado, las rocas se vuelven muy dúctiles y se deforman fácilmente. La
deformación es entonces a la vez intensa y generalizada; provoca la transformación de
todo elemento de referencia esférico en elipsoide aplanado; en una palabra, todas las
rocas sufren un aplanamiento generalizado y adquieren una anisotropía de origen
mecánico que es la esquistosidad; los pliegues se tornan anisópacos. Diremos que en este
caso el mecanismo elemental es el aplanamiento. (Figura b)
Finalmente se llega a una profundidad en la que las rocas están en una temperatura
próxima o superior a su punto de fusión; entonces se comportan como líquidos más o
menos viscosos y por consiguiente fluyen como tales.

Fig. b. Esquema ilustrando los diferentes mecanismos de la deformación. 1) Cizallamiento, 2) Flexión, 3)


Aplanamiento, 4) Flujo. Obsérvese que el acortamiento varía según los mecanismos: es máximo con el
aplanamiento y nulo con el flujo.
Fig. c. Dos aspectos de la deformación de una parte de terrenos. Arriba: por fallas (fallas en dirección).
Abajo: por plegamiento isópaco

Resultarán pliegues diferentes de los dos tipos encontrados anteriormente. Diremos que
en este caso el mecanismo elemental es el flujo. (Figura d).
Figura d. Dos aspectos de la deformación de una parte de terrenos. Arriba por fallas de dirección. Abajo por
plegamientos isópacos.

Podemos entonces individualizar un cierto número de mecanismos elementales que


aparecen en la deformación a medida que se profundiza en el seno de la cadena. Es
posible situar aproximadamente los dominios de la presión y la temperatura en estos
diferentes mecanismos. (Figura a).

Ni que decir tiene que no se pasa bruscamente de un mecanismo a otro, sino que, por el
contrario, hay una evolución progresiva; de este modo tenemos dominios en los que
intervienen al mismo tiempo varios mecanismos. Nos encontramos ante una modificación
general de los mecanismos conforme a lo que hemos esquematizado y siempre hay un
mecanismo dominante.

Sabemos por lo tanto cuál es la disposición general de los diferentes niveles estructurales
sobre los diagramas de presión-temperatura.

1.7.2. DEFINICIÓN DEL NIVEL ESTRUCTURAL SUPERIOR, MEDIO E INFERIOR


Es cómodo no distinguir, en una primera etapa, más de tres niveles estructurales; han sido
elegidos y delimitados de manera que se enlacen fácilmente con las subdivisiones técnicas
habituales (Figura e).
Fig. e. Corte teórico de una parte de la corteza mostrando la superposición de los diferentes niveles
estructurales y la forma de las estructuras correspondientes.
Fig. f. disposición del límite de los diferentes niveles estructurales sobre un diagrama presión-temperatura.

Nivel estructural superior. El mecanismo dominante es el cizallamiento es por


lo tanto el dominio de las fallas.
Nivel estructural medio. El mecanismo dominante es la flexión. Es el dominio
del plegamiento isópaco.

Fig. g. disposición de los niveles estructurales de una cadena andina.

Nivel estructural inferior. El mecanismo dominante es primeramente el


aplanamiento, luego el flujo. Es el dominio de los pliegues anisópacos. En una
parte superior, estos pliegues van acompañados por unas esquistosidad
generalizada. Que en un tramo inferior, la esquistosidad desaparece y la materia se
funde o se comporta de manera fluidal.
Este nivel está limitado hacia arriba por el frente superior de esquistosidad. El nivel
con esquistosidad puede ser subdividido en subniveles gracias a los diferentes
tipos de esquistosidad (de fractura, de flujo, foliación). El nivel inferior es el
dominio del metamorfismo, el cual permite efectuar toda una serie de
subdivisiones.

Fig. h. diagrama mostrando la influencia del gradiente térmico sobre la disposición de los niveles
estructurales y en particular sobre la profundidad del frente superior de esquistosidad y la potencia
de la zona con esquistosidad. Esta profundidad varía de P’ (para el perfil A, con grado geotérmico
elevado) a P’’ (para el perfil C, con grado débil); el espesor de la zona con esquistosidad varía de eA
a eC. Obtenido (1970).

1.7.3. DISPOSICIÓN DE LOS NIVELES ESTRUCTURALES

1.7.3.1. A escala regional


La observación muestra que a escala de la cadena los límites entre los diferentes niveles
estructurales no son ni planos ni horizontales; por término medio, presentan una forma
anticlinal que en detalle puede ser muy irregular.

La potencia de cada nivel estructural es muy variada. (Figura j y k).


Podemos entonces concluir que la forma de los niveles estructurales no depende
únicamente de la profundidad, intervienen otros factores. Como consecuencia de las
observaciones efectuadas en toda una serie de cadenas, se puede señalar que los factores
más importantes son:

El gradiente térmico.
En el caso de un gradiente elevado, la roca se torna dúctil y alcanza su punto de fusión
más rápidamente que en el caso de un gradiente débil (Figura h). los límites entre los
diferentes niveles estructurales se encontrarán entonces a una profundidad menor; el
frente superior de esquistosidad podrá, por ejemplo, encontrarse a 2000m de
profundidad, mientras que en otra parte se encontrará a 10000m.
Si el gradiente es elevado las propiedades mecánicas de las rocas varían también más
rápidamente; por consiguiente, el espesor de los niveles estructurales será más débil; por
ejemplo, el espesor de la zona con esquistosidad será de 1000m, mientras que en otra
parte es de 5000m (Figura h).

El gradiente tectónico.
Los diagramas P-T (Figura h) han sido simplificados; en la realidad se está, en efecto, en
presencia de campos de esfuerzo triaxiales (debidos a la superposición de un esfuerzo
litostático y de un esfuerzo tectónico) que no pueden ser representados por un único eje
de presión. Con todo rigor, sería necesario entonces efectuar diagramas con dos ejes de
presión, uno correspondiente a la P litostática y otro a la P tectónica.
Cuando el esfuerzo tectónico varía, provoca necesariamente una variación de la
disposición de los niveles estructurales; de una manera general, si la P tectónica aumenta,
se produce una ascensión de los niveles estructurales. Se puede explicar por tales
gradientes tectónicos la existencia de fuentes de esquistosidad elevados.

La litología.
Tomemos algunos ejemplos para estudiar la influencia de la litología sobre la forma del
frente superior de esquistosidad (Figura i). Consideremos una parte de corteza de 10km
de potencia y una tectónica determinada; hagamos variar la litología. Si se trata de una
serie totalmente margosa, el frente de esquistosidad subirá muy arriba; si se trata de una
serie totalmente cristalina (por ejemplo granítica) el mismo frente no aparecerá más que a
gran profundidad, ya que es mucho más difícil aplanar un granito que una marga. En un
caso intermedio (parte inferior cristalina recubierta por una serie margosa), se podrá
tener una serie esquistosada reposando sobre granito que se comportará todavía de una
forma frágil sin adquirir la menor esquistosidad; en este caso tendremos por lo tanto una
anomalía debida a la influencia de la litología.
Cuando la litología es muy diversa, las anomalías pueden ser numerosas y es preciso
entonces observar los hechos de forma global.

Las heterogeneidades litológicas son por lo tanto incómodas para trazar el límite de los
niveles estructurales; pero veremos que, por el contrario, son muy valiosas para estudiar
con detalle los mecanismos de la deformación (figura i).

Fig. i. ejemplo de variaciones de la forma de los niveles estructurales en función de la litología. 1) Toda la
serie es margosa. 2) La serie es esencialmente granítica. 3) Una remanente serie sedimentaria cubre el
granito.

1.7.3.2. A escala de la cadena


Las figuras j y k visualizan una disposición teórica posible de los niveles estructurales en
cadenas recientes simétricas y disimétricas. Se observa súbitamente que en este caso el
nivel estructural inferior el que, con mucho, es el más importante y que el nivel estructural
medio no corresponde más que a un volumen muy pequeño. A simple vista, se
comprende así la importancia del estudio de la tectónica profunda. Evidentemente es en
las cadenas antiguas, que han sufrido un reajuste isostático, en donde estas zonas
profundas afloran más ampliamente: sucede incluso que las cadenas no sean conocidas
más que por tales zonas profundas.

Si se consideran los hechos no en corte sino en planta, se observa que se pueden


cartografiar los límites de los niveles estructurales de una cadena. Esta cartografía da
inmediatamente una idea de la importancia de la cadena y de los métodos a utilizar para
su estudio. Permite también hacer una clasificación de las cadenas que tiene
verdaderamente en cuenta todas sus estructuras (Michot).
Fig. j. corte teórico de una cadena simétrica con acortamiento débil y disposición de los niveles estructurales
correspondientes.
Se observa que a consecuencia del contraste litológico entre los sedimentos y su sustrato cristalino, el
cizallamiento puede aparecer bajo la flexión.

Primeramente tendremos cadenas sin esquistosidad, en las que sólo aparecerán


estructuras del nivel medio y superior. Tales cadenas serán no necesariamente cadenas
con acortamiento débil; son poco numerosas; generalmente más que a los bordes de
cadenas más importantes.

Fig. k. disposición teórica de los niveles estructurales en una cadena disimétrica.


Luego tenemos cadenas con esquistosidad, pero en las que no se pasa de dominios más
evolucionados que los de la esquistosidad de fracturas o de flujo, es decir no sobrepasa,
desde el punto de vista metamórfico, la epizona. El acortamiento no es todavía muy
importante y la tectónica es aun relativamente simple.

En una etapa más evolucionada tendremos las cadenas en las que aparecen al mismo
tiempo zonas con esquistosidad y zonas más profundas. El acortamiento se vuelve
entonces importante y la tectónica es por lo general muy compleja.

Fig. l. dominios Presión-Temperatura o perfiles tectónicos de tres segmentos de la cadena hercínica. Según
Arthuad (1970).

Finalmente, en una última etapa, afloran sólo zonas profundas situadas bajo la zona con
esquistosidad. Es el caso de algunas cadenas precámbricas. Fuera de esta clasificación,
que en definitiva tiene en cuenta el valor del acortamiento, podemos hacer otra basada
en algunas modalidades de este acortamiento.

En los diferentes tipos de cadenas que acabamos de definir, los límites entre los niveles
estructurales pueden estar más o menos próximos; por ejemplo se podrá tener una zona
en la que la esquistosidad tiene en un caso 2000m de espesor y en el otro 10 000m. las
cadenas tienen por lo tanto perfiles diferentes.
Podemos advertir que la diferencia entre los perfiles puede teóricamente deberse por
completo a diferencias de comportamiento térmico. En efecto, si nos encontramos en una
región en la que el gradiente térmico es grande, se provocará un estrechamiento de los
niveles estructurales; si el gradiente es débil sucederá lo contrario. Por lo tanto, podemos
esperar definir diferentes tipos de perfiles tectónicos (Figura l)., al igual que se han
definido varios tipos de metamorfismo; hay teóricamente todos los estados intermedios
entre perfiles de bajas presiones-altas temperaturas y de altas presiones-bajas
temperaturas. (Figura m).

Pero las variaciones del esfuerzo tectónico pueden igualmente intervenir para modificar
un perfil tectónico. Quizá se podrán distinguir un día perfiles con grandes esfuerzos
tectónicos, a los que se opondrán los de esfuerzos débiles; es cierto que no estamos
todavía en esta etapa, ya que no se sabe aún cuál es el orden de magnitud de este
esfuerzo tectónico.

No cabe duda que, mientras no podamos cuantificar estos parámetros, la simple


cartografía de los niveles estructurales y la determinación de los perfiles que le
corresponden, suministra enseñanzas muy valiosas sobre la estructura general de las
cadenas.

Fig. m. corte esquemático de los tres segmentos de cadena de la figura l, mostrando las variaciones de
potencia y de profundidad de los diferentes niveles estructurales.
Obsérvese la diferencia considerable entre la potencia de la zona con esquistosidad de Cerdeña y la de
Cévennes. Según Arthaud (1970).
1.7.3.3. NIVELES ESTUCTURALES Y TECTÓNICA SUPERPUESTA

Evidentemente no es preciso olvidar nunca, que la noción de nivel estructural no está


definida más que para una fase de compresión determinada. Cuando una región está
sometida a varias fases de deformación sucesivas, es decir cuando existen tectónicas
superpuestas, también se tienen evidentemente niveles estructurales superpuestos. Por
ejemplo, los terrenos afectados por esquistosidad en una primera fase podrán estar
fallados por una segunda fase. Es necesario por lo tanto, antes delimitar los diferentes
niveles estructurales de una región, efectuar el inventario de las diferentes fases de
deformación.
Se puede también, en una primera etapa, delimitar los niveles estructurales, considerando
en cada punto sólo la fase principal; tendremos así un primer balance general de la
deformación.

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