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INTRODUCCION
Como hemos visto, el concepto del tiempo presenta varias acepciones que son
utilizadas tanto en la vida cotidiana, como en otros campos y ramas, se tornó en un uso casi
tan cotidiano, sin pensarlo ni analizarlo, y tiene un uso casi olvidado y obsoleto como el ser
del que nos habla Heidegger.
Ahora bien, con este concepto tan controversial nos podemos cuestionar un
sinfín de cosas, es que el concepto del tiempo es tan abstracto como escurridizo, que puede
resultar demasiado engorroso ponerlo en palabras. Presenta infinitos disparadores y la sola
idea de pensar en el tiempo nos conduce a diferentes ámbitos: a la religión, a la física, a la
gramática, como bien se puede apreciar en las definiciones que expuse en los párrafos
anteriores.
El tiempo vive en nosotros, y nosotros vivimos circunscriptos en el tiempo, de
hecho es una de las formas a priori de la sensibilidad o formas puras a la que alude Kant junto
con el espacio, fuera de las cuales nada puede percibirse ni puede darse ningún fenómeno.
En simples palabras todo fenómeno que ocurra y que nosotros captemos se da dentro del
escenario del espacio-tiempo, y ciertamente lo llamo “escenario” debido que todos los
fenómenos ocurren dentro de esta “dualidad”, y se llaman formas a priori de la sensibilidad,
porque el espacio y el tiempo —y me voy a permitir utilizar una familia de palabra del
tiempo— son atemporales, se da antes de cualquier impresión sensible que podamos tener,
antes de cualquier experiencia, y decimos que son atemporales porque se nos hace dificultoso
saber a ciencia cierta cuando comenzó la temporalidad, seguramente sea apenas comenzó la
creación(al menos decimos que a partir del nacimiento de Cristo comenzó el tiempo lineal
tal como lo conocemos, aunque hay otros de los que hablaré un poco más adelante) y junto
con ella el espacio, porque son inseparables, funcionan de la misma manera que la dualidad
“cuerpo-alma”. En simples palabras, estamos condenados y no podemos escapar de la
temporalidad y la espacialidad.
Bien también podemos aducir, que el tiempo comenzó con el inicio del
mundo, con el movimiento, esto, claro está, visto desde la concepción aristotélica.
Ahora bien, esto da lugar a un interrogante:
Imaginemos que no existiese una fluidez de las cosas sensibles en el mundo, que sean de
carácter inconmutable/inmutable, que no haya cambio y todo se mantuviese fijo, en una línea
recta y constante.
En primera instancia, si nada mutara, y haciendo alusión en esta parte a una concepción
agustiniana del tiempo, entonces podríamos decir que si nada se transformara, todo sería un
presente continuo, por lo que no podríamos remitirnos a hablar de “tiempo” sino de eternidad,
ya que, para hablar de tiempo, inevitablemente tiene que haber un pretérito, y hasta el mismo
tiempo tiende al no ser , como de hecho tienen propensión todas las cosas naturales, ya que el
futuro aún no es y el pasado ya no es, por lo que lo único que prevalece y tiene validez es el
presente, entonces esto lo lleva a Agustín a dudar realmente y preguntarse cómo podría ser
capaz de existir el tiempo si tiene constante tendencia a no ser , o a “desvanecerse” , pero no
nos desviemos del tema en cuestión.
El universo, como primera medida fue creado de forma voluntaria, con determinadas
finalidades, pero a fin de cuentas, tiende al no ser, al momento de la muerte, y en el transcurso
de ese camino hacia el punto culminante, podemos observar que, el hombre es un ser
inherentemente perecedero y, por ende, al hablar de mutabilidad estamos aptos para referirnos
indefectiblemente a un movimiento y un cambio.
Según lo leído, se puede esbozar una hermenéutica acerca de éste y construir una definición
acerca del tiempo, por lo cual, si se nos preguntara cuál es su significado, se podría responder
que, el tiempo es aquella entidad con la que medimos nuestra vida entera, nuestro SER, somos
una substancia dotada de esencia, que es aquello único que no se modifica en el hombre,
aquello que se mantiene vivo y firme de principio a fin, lo que lo hace ser lo que es y no otra
cosa; y por otro lado, dotada de accidentes que es lo que hace que el hombre por factores
extrínsecos, vaya modificándose constantemente hasta el día de su desaparición; y por lo tanto,
si hablamos de un cambio, movimiento o modificación, entonces hablamos con certeza de
tiempo.
Ahora bien, ¿Por qué insistimos en remarcar que si hay movimiento es de la única forma en
que podemos concebir una existencia del tiempo? Pues por la sencilla razón de que si hablamos
de movimiento, entonces podríamos afirmar que algo que en determinado momento era de un
modo, más luego se transformó en otra cosa, entonces allí podemos establecer la noción de un
antes y un después.
Es decir, no es que a partir del movimiento se crea el tiempo, sino que el movimiento mismo
es el tiempo. El concepto de tiempo siempre se refiere a la medida de algún movimiento.
Las cosas naturales tienden a tener una temporalidad determinada, y si las cosas no tuviesen
temporalidad no cambiarían, por ende nada cambiaría; no habría ninguna clase de movimiento,
y entonces el tiempo sería nulo.
Desde que venimos al mundo, somos seres constantemente en potencia, en plena y constante
realización hacia algo, esa constante realización hacia algo son los cambios que ejercemos
durante toda nuestra vida, estos movimientos constantes que ejercemos hacia el momento de
la muerte, nos va marcando y advirtiendo nuestra temporalidad en este mundo. Esa
temporalidad existe independientemente de la idea abstracta que tengamos de ella en nuestra
mente, porque nosotros en el lenguaje ordinario tratamos de medir el tiempo constantemente
y de conceptualizarlo a través de los números, los días, los años, las semanas, etc. pero esto
nos sirve como punto de referencia para explicar e ir refiriéndonos a los hechos que vamos
viviendo a lo largo de nuestra existencia y que van quedando en nuestra memoria ; pero la
temporalidad en sí misma existe, al ser nosotros seres naturales; y ya de por sí nuestra
duración en la Tierra es limitada, a esta limitación, le ponemos el nombre de tiempo y la
conceptualizamos y llamamos de diversas formas.
La Tierra tarda 24 horas en rotar sobre su propio eje, y tarda aproximadamente 365 días en
realizar el movimiento de traslación alrededor del sol. Allí hay movimiento, hay un cambio, y
como tal HAY tiempo. La duración de lo que tarda la Tierra en realizar cualquiera de sus
movimientos es natural, es real, mientras que el valor de “24” o “365” o incluso el término
“hora” o “día” es una construcción humana.
El futuro, fue previo a mover la mano, el presente fue el preciso instante en que la mano se
encontraba en movimiento y el pasado o pretérito cuando ya se finalizó el movimiento. Y así
continuamente en la cotidianidad de nuestra vida, continuamos moviéndonos y pasando por las
tres clasificaciones de tiempo constantemente: futuro, presente y pasado, rápidamente de un
momento a otro y casi de forma imperceptible. Y esto es lo que en definitiva define al tiempo,
como vinimos argumentando, el movimiento en sí mismo.
Como conclusión de lo dicho, nos otorgamos y concedemos la aptitud de
responder a este interrogante planteado, y finalmente se puede afirmar que no existe el tiempo
independientemente del movimiento, pues ambos se perciben juntos, por la simple razón de
que si no hay existencia de las cosas naturales, no habría movimiento, y consideramos que
las cosas naturales fueron creadas con un objetivo y este es el de mutar constantemente para
llegar a sucumbir en algún momento, y si no hay movimiento, como ya se expuso, en
definitiva podemos concluir en que no hay existencia de tiempo porque el movimiento ES el
tiempo, es lo que lo define, lo advierte e insinúa.
Sin embargo, por otro lado, es interesante la concepción que plantea San
Agustín acerca del tiempo que la mencioné recientemente, y nos dice que podemos hablar de
tiempo desde el momento en que hay un pretérito, ya que sino, si fuera un constante presente
contínuo sería eternidad y no tiempo, ya mismo la palabra “tiempo” nos marca algún pasado
acaecido, me remonta más a un pretérito que a un presente, porque el presente es escurridizo
e imperceptible, en cuestiones de nanosegundos ya no hay presente, y esto se da
constantemente en cada paso y cosa que realizamos. El tiempo presente si lo radicalizamos,
es escurridizo, ahora si queremos referirnos a contextos más globales y amplios, podemos
hablar de un presente, verbigracia: actualmente estoy estudiando una carrera, estoy en el
presente, cuando finalice la carrera mi presente va a ser otro (el de profesora) y mi posición
de “estudiante del profesorado de filosofía” ya va a haber cesado y va a pasar a ser pasado.
Otro ejemplo puede ser la niñez, que dura años (entre los cuáles también hay pasado, presente
y futuro dentro de ese AMPLIO presente al que nos referimos en la niñez), de manera que
cada dia, incluso cada hora, minuto y segundo vividos dentro de los años que duran la niñez
se van transformando en pasado constantemente, y lo por vivir dentro de esa hora, minuto o
segundo es futuro, hasta que pasaron y pasa a ser pasado, pero el presente generalmente como
decía es tan escurridizo que recurrimos a aspectos más amplios para referirnos a él, tomamos
una referencia, por ejemplo: una hora, por ejemplo lo que yo esté realizando dentro de esos
sesenta minutos va a ser PRESENTE, el MIENTRAS TANTO, mientras esa hora dure si me
refiero a eso y tomo UNA HORA como punto de referencia el presente sólo va a ser ese
MIENTRAS TANTO, el futuro va a ser antes de ESA HORA, y el pasado una vez que pasó
esa hora, pero el día tiene 24 horas, por lo tanto, en un solo día habremos experimentado 24
veces el presente, pasado y futuro de un tirón, y sin darnos cuenta, eso si nos referimos a las
horas, si tomamos como punto de referencia y queremos ir más al extremo y radicalizar el
tiempo, si nos referimos a minutos, segundos ( y más fracciones y divisiones de segundos,
como milisegundos, nanosegundos, microsegundos, etc) vamos a haber experimentado aún
más veces la trilogía presente, pasado y futuro. Toda esta trilogía temporal (vamos a llamarla
así) retomando, se da dentro del período de la niñez que si tomamos como punto de referencia
éste que es más amplio, mientras lo estamos transcurriendo, es decir, el DURANTE, decimos
que ese período es el presente, pero con todo esto, quise hacer referencia a que podemos
hablar de presente sólo en aspectos más generales, luego hilando más fino como expliqué
recién, decimos que dentro de ese tiempo presente (en este caso el período de la niñez) nos
encontramos constantemente con presente, pasado y futuro que transcurren constantemente
y de manera fatal, es inevitable, se escapa de las manos de lo incontrolable que resulta y de
lo condenados que estamos a este tiempo y estas trilogías, por eso siempre depende a lo que
nos refiramos, es decir dentro de un tiempo determinado (de un presente en un aspecto global
como vengo explicando) hay más tiempo y hay un sinfín de trilogías temporales dentro de
ese tiempo presente que sería la niñez, sería como comenzar un espiral por la parte grande(
la niñez) que llamamos presente en ese momento que la transcurrimos, pero cada vez se va
achicando, dentro de ese período llamado niñez encontramos presente, pasado y futuro y el
espiral se va haciendo cada vez más pequeño. Luego que culminamos el período de la niñez
(la parte grande del espiral), nuestro “presente” en un aspecto general que contiene muchos
otros presentes pasados o futuros dependiendo de qué punto de referencia tomemos, o la
cantidad de tiempo que tomemos, serían como otros mundos paralelos dentro de un mundo,
mientras más chica la cantidad de tiempo que tomemos de presente menos va a durar este
presente, es decir en un nanosegundo casi que hay más pretérito que presente porque fue
imperceptible ese tiempo, sin embargo lo transcurrimos, y si nos moviéramos en slow
motion, es decir, en cámara lenta, seguramente podríamos percibir ese nanosegundo, y si el
tiempo transcurre muy lento, un pequeño presente dentro de ese nanosegundo se puede notar,
pero no a la velocidad que transcurre nuestro sistema de tiempo, sino que no se percibiría un
presente en nuestra velocidad habitual y se percibiría más pasado que otra cosa, y si incluso
achicamos esa fracción de nanosegundo también se reduciría el tiempo “presente perceptible”
pero en cámara lenta se notaría un pequeño presente, duraría menos que el nanosegundo aún
pero si ralentizamos más aún la cámara lenta seguro se notaría.
Es decir, el presente se nota y lo deducimos en función de la cantidad de
tiempo a la que nos refiramos como expliqué. Del paso de un año a otro, hay pasado presente
y futuro con las fracciones de horas, minutos y segundos recientemente explicado, pero si
nos referimos al MIENTRAS TANTO de ese año, es presente. Dentro del período de la niñez
mientras lo transcurrimos es presente, y dentro hay muchos otros presentes dependiendo del
tiempo y la cantidad de tiempo al que nos refiramos, y por supuesto pasado y futuro hay. Una
vez finalizado este período entramos en la pubertad, y así se dan constantemente estos
cambios temporales.
Con todo esto, quise hacer referencia a la constante tendencia al no-ser a la
que nos remite San Agustín, porque dice que lo único que prevalece es el tiempo presente;
pero luego de lo explicado ¿En qué punto podríamos hablar de tiempo presente? De acuerdo
a referencias, y vemos que dentro de esos tiempos presentes hay otros, y que si lo
radicalizamos a una mínima fracción de tiempo como el segundo, fracciones de segundos el
presente es nulo y es imperceptible, es más pasado que otra cosa, pasa muy rápidamente a
ser pasado. Por eso San Agustín nos habla de que el tiempo tiende constantemente al no-ser,
incluso el presente se desmorona con celeridad y ligereza, porque el pasado ya no es (y se
llega a velocidad de la luz prácticamente), y futuro aún no es (que también en medidas y
referencias radicales de tiempo llega con mucha prontitud), entonces ¿en qué medida
podemos hablar del tiempo si tiende al no-ser, de manera tal que hasta el presente que nos
dice Agustín que es lo que prevalece se escapa con tanta presteza y se desvanece?
Hay tres concepciones del tiempo: el tiempo lineal que comenzó con el
cristianismo, es decir comienza, la historia comienza con el pecado original y culmina con la
salvación, para el griego la concepción del tiempo es circular, cíclico, se repite, todo vuelve
a lo mismo. Y el moderno mantiene una concepción lineal del tiempo, aunque algunos
sostienen una concepción espiralada del tiempo (con avances y retrocesos).
Aunque en este punto vamos a hacer hincapié en la concepción circular/cíclica
del tiempo.
En este punto nos encontramos con Mircea Eliade, quien sostiene una
concepción cíclica del tiempo, y de esto en esencia va a tratarse una de sus principales obras
“El mito del eterno retorno”.
Esto del eterno retorno, sostiene que todo lo sucedido volverá a suceder; es
propio de la etapa pre-filosófica; anterior al paso del mito al logos. Los mitos actualmente
siguen existiendo; algunos siguen creyendo en un eterno retorno.
Según Mircea Eliade, el mito del Eterno Retorno expresa la angustia humana
por el transcurrir del tiempo, es un intento del hombre por anular el tiempo. Niega el paso
del tiempo; niega la vejez, la muerte, lo efímero.
El mito del eterno retorno tiene rituales en los que se celebra y manifiesta la
anulación del tiempo, y esto está presente en todas las culturas, verbigracia: La celebración
del año nuevo expresa la anulación del tiempo(es decir, un año termina y comienza uno
nuevo), otra cosa que simboliza esto es la serpiente, decimos que hay una concepción cíclica
porque se come su propia cola y se vuelve a regenerar.
Hay pueblos milenarios incluso que siguen adoptando esta concepción cíclica
del tiempo, como por ejemplo el karma, la reencarnación.
Entonces, en resumidas cuentas, según M.E el sentido del mito del eterno
retorno es la abolición del tiempo, la regeneración. Esto tiene que ver con la propia finitud,
el terror al paso del tiempo. El eterno retorno tiene como fin la anulación del tiempo (niega
el tiempo como sucesión).
Los mitos siempre estuvieron ligados a la cosmogonía, sobre todo en la
antigüedad (como por ejemplo los presocráticos con el cosmos, queriendo explicar el arjé).
Los mitos transcurren en un tiempo primigenio (originario).
Encontramos en la antigüedad y en las diferentes culturas rituales que
expresan estos contenidos míticos, por ejemplo: En la antigua Grecia existían hierbas que
tenían un carácter mágico, de las cuales al beber la infusión, las personas, los hombres se
sentían transportados, por esto a la planta se le daba un valor sagrado, divino. Y al estar bajo
el efecto de esa planta, es como si el tiempo dejase de transcurrir, se lograba abolir el tiempo
al menos durante ese instante.
Después como mencionamos en párrafos anteriores, Eliade refiere a que toda
cultura tiene el simbolismo del año nuevo, aún las culturas más arcaicas, lo que para él pone
de manifiesto es la dificultad esencial del hombre para soportar el paso del tiempo.
A su vez, refiere a que las leyendas míticas siempre tienen un personaje
arquetípico. Ese personaje es el héroe, es decir, el modelo que los humanos van a imitar.
Desde el punto de vista del eterno retorno, todo se va a repetir, no hay
novedad; en cambio para nosotros hoy en día cada hecho es nuevo. Todo hecho es reversible
y modificable.
Si hay eterno retorno, no hay libertad, por lo tanto no hay historia. Si vemos
los acontecimientos desde el punto de vista del eterno retorno hay destino, pero no libertad.
CONCLUSIÓN