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Santo Tomás y Pedagogía
Santo Tomás y Pedagogía
Resumen
El
tema
de
la
educación
es
motivo
de
preocupación
tanto
para
católicos
como
para
no
católicos
en
nuestro
tiempo.
¿En
qué
consiste
educar?
¿Cuándo
empieza
la
educación?
¿Quién
debe
educar?
Estas
son
algunas
de
las
preguntas
que
se
tratan
de
responder
en
el
presente
estudio.
Tratamos
de
desarrollar
la
educación
entendida
como
paideia,
o
bien
formación
integral
en
donde
se
promueva
al
hombre
en
todas
sus
potencialidades.
Se
debe
formar
al
hombre
para
que
sea
feliz
en
el
sentido
trascendente
del
término,
alegrándose
en
el
bien
y
en
la
verdad,
gozándose
en
la
belleza,
y
desde
la
plena
realización
de
su
naturaleza
se
pueda
abrir
a
la
vida
trascendente
de
la
Gracia,
coronación
de
toda
la
existencia
del
cristiano.
Autor
Guillermo
Alberto
Romero,
53
años,
argentino,
médico
(UBA),
especializado
en
Clínica
Médica,
Cardiología
y
Medicina
Legal.
Coordinador
del
Comité
de
Etica
Biomédica
del
Hospital
Municipal
E.
Tornú,
Miembro
de
la
Comisión
Directiva
de
la
Sociedad
Tomista
Argentina.
Autor
de
diversos
artículos
sobre
Filosofía
y
Etica
Biomédica.
Introducción
El
tema
de
la
educación
que
ocupa
hoy
la
atención
en
esta
Semana
Tomista
es
motivo
de
preocupación
a
lo
largo
y
a
lo
ancho
del
mundo,
tanto
para
católicos
como
para
no
católicos.
¿En
qué
consiste
educar?
¿Se
reduce
a
la
instrucción
de
los
contenidos
de
orden
intelectual,
o
su
concepto
es
más
amplio?
¿Cuándo
empieza?
¿En
los
primeros
años
de
vida
en
el
medio
familiar
o
en
la
vida
escolar
y
en
medios
oficiales?
¿Es
exclusividad
del
Estado?
¿Tiene
injerencia
la
Iglesia
Católica
o
alguna
otra
confesionalidad
según
las
distintas
creencias
de
este
mundo
pluralista
que
nos
toca
vivir?
Estas
son
algunas
de
las
preguntas
entre
otras,
que
buscan
respuesta
y
sobre
las
que,
en
el
pasado
siglo
XX,
la
Iglesia
Católica
se
expidió
en
numerosos
documentos,
entre
ellos
Divini
Illius
Magistri
de
Pío
XI
(1929),
Declaración
Gravissimum
Educationis
Momentum,
documento
para
la
Educación
Cristiana
del
Concilio
Vaticano
II
(1965),
Evangelii
Nuntiandi
de
Pablo
VI
(1975),
Catechesi
Tradendae
de
Juan
Pablo
II
(1979).
A
los
anteriores
hay
que
sumarle
los
Documentos
de
la
Sagrada
Congregación
para
la
Educación
Católica:
La
Escuela
Católica
(1977),
El
Laico
Católico
Testigo
de
la
Fe
en
la
Escuela
(1982),
Orientaciones
Educativas
sobre
el
Amor
Humano
(1983)
y
Dimensión
Religiosa
de
la
Educación
en
la
Escuela
Católica
(1988),
amen
de
otros
documentos
y
declaraciones
sobre
el
tema
que
los
Papas
y
otros
dignatarios
eclesiásticos
difundieron
y
promocionaron
en
diversos
foros
internacionales.
Se
destaca
entre
estos
últimos
el
discurso
de
SS
Juan
Pablo
II
en
la
UNESCO
en
1980.
Fuera
del
ámbito
católico,
no
son
escasos
tampoco
los
esfuerzos
por
responder
a
los
diversos
interrogantes
que
plantea
la
educación,
más
teniendo
en
cuenta
que
educar
pertenece
al
orden
práctico
y
es
preciso
poner
en
claro
los
conceptos
fundamentales
para
desarrollar
a
la
brevedad
posible
una
acción
coherente
en
este
crucial
problema.
¿Qué
es
educar
y
quiénes
deben
hacerlo?
Santo
Tomás
en
muchos
lugares
de
sus
obras
remarca
el
imprescindible
papel
que
la
familia
estable
tiene
en
la
educación
de
los
hijos.
Es
uno
de
las
razones
que
alega
para
explicar
la
permanencia
o
indisolubilidad
del
matrimonio
con
carácter
de
ley
natural.
En
efecto
dice
en
la
SCG:
:
“En
la
especie
humana
no
sólo
necesita
el
hijo
de
nutrición
corporal
como
los
demás
animales,
sino
también
de
instrucción
en
cuanto
al
alma.”
(...)
“El
hombre
vive
con
3
razón,
la
cual
llega
al
a
madurez
después
de
muy
larga
experiencia.
Por
donde
es
necesario
que
los
hijos
sean
instruidos
por
los
padres
como
por
experientados.”
(...)
“Para
esto
no
es
bastante
la
mujer
sola,
antes
se
precisa
el
concurso
del
varón.”1
Pero
por
supuesto
la
familia
no
es
una
sociedad
perfecta
y
necesita
el
concurso
de
otros
miembros
de
la
sociedad
para
completar
y
perfeccionar
la
educación
de
sus
hijos.
Así
es
como
entra
a
jugar
un
papel
muy
importante
la
escuela
en
sus
diversos
estamentos,
primaria,
secundaria
y
terciaria
o
universitaria.
Esta
debe
tener
afinidad
profunda
con
la
visión
del
mundo
y
de
los
valores
que
tenga
la
familia,
de
ahí
la
importancia
de
que
existan
las
escuelas
confesionales
y
la
libertad
de
enseñanza
porque
entra
“en
la
dinámica
de
toda
opción
porque
es
importante
que
una
vez
que
se
eligió
el
tipo
de
enseñanza
para
los
hijos,
todos
los
miembros
de
la
comunidad
escolar
tengan
una
visión
de
la
realidad
común,
aún
cuando
sea
según
diversos
grados
de
conciencia,
para
conferir
unidad
a
toda
la
enseñanza.”2
En
otras
palabras,
tal
como
sea
el
concepto
que
tengamos
de
la
persona
humana,
tal
ha
de
ser
la
educación
que
trataremos
de
darle.
Hoy
vivimos
una
época
de
conflicto
en
el
ámbito
de
la
cultura
porque
en
esa
dimensión
se
expresa
el
conflicto
interior
del
hombre
que
arranca
en
los
albores
de
la
modernidad.
En
mayor
o
en
menor
medida
vivimos
hoy
del
conflicto
creado
por
la
filosofía
cartesiana
entre
el
mundo
de
los
valores
materiales
y
los
del
espíritu.
Decía
Fray
Mario
Petit
de
Murat.
OP,
“
De
la
filosofía
cartesiana
deriva
una
psicología
de
conflicto.
Según
ella
están
los
sentidos
que
engañan,
que
traicionan
al
hombre,
y
está
otra
parte
segura,
la
espiritual.
¿Se
dan
cuenta
que
ésta
es
una
creencia
que
se
ha
extendido
y
que
se
ha
hecho
común?
¿No
piensan
algunos
cristianos
que
estamos
en
un
eterno
conflicto
entre
una
felicidad
terrena
y
una
felicidad
celestial
y
que
el
decidirse
por
una
es
morir
a
otra?
¿No
se
piensa
que
estamos
en
una
disyuntiva;
nacemos
en
una
disyuntiva?
Que
si
yo
me
decido
por
una
celestial
entonces
pierdo
la
vida
terrena
temporal,
y
que
si
me
decido
por
la
vida
terrenal
pierdo
la
celestial,
cosa
que
no
es
tal,
porque
en
el
buen
vivir
de
la
Tierra
yo
voy
a
adquirir
el
Cielo,
y
el
Cielo
no
se
posterga
sino
que
viene
a
mí
y
va
depositándose
en
mí,
en
la
medida
en
que
yo
sea
fiel
a
la
esencia
y
a
la
definición
que
Dios
me
ha
dado,
en
la
medida
que
yo
sea
auténtico
hombre.”3
De
esto
precisamente
se
trata,
de
hacer
auténticos
hombres.
Y
esto
es
un
imperativo
para
todos
sin
distinción,
porque
cuando
la
Iglesia
aboga
por
estas
realidades
lo
hace
en
defensa
de
la
ley
natural
como
participación
de
la
Ley
Eterna
de
Dios
en
la
creatura.
El
perfecto
hombre
a
la
postre
termina
siendo
el
perfecto
cristiano,
sin
olvidar
por
supuesto
la
distinción
en
el
orden
natural
y
el
sobrenatural.
Con
esto
queremos
decir
que
defendemos
la
promoción
total
del
hombre
y
por
eso
es
que
tenemos
una
preferencia
en
el
ámbito
de
la
educación.
1
Sto. Tomás, SCG L3 C122
2
La Escuela Católica, Documento de la Sgda. Congregación para la Educación Católica, 1977.-
3
Petit de Murat, Mario OP, tomado de Angustia y Esperanza en el Pensamiento de Petit de Murat OP
de Pascual Viejobueno, Cuadernos de Espiritualidad y Teologían Nº 24, 1999, San Luis, Argentina.
4
Decía
SS
Juan
Pablo
II
ante
la
UNESCO
en
1980
“Genus
humanum
arte
et
ratione
vivit
–
citando
a
Santo
Tomás
“...
el
hombre
que
en
el
mundo
visible
es
el
único
sujeto
óntico
de
la
cultura,
es
también
su
único
objeto
y
su
término”.
La
cultura
es
aquello
a
través
de
lo
cual
el
hombre
en
cuanto
hombre,
se
hace
más
hombre,
“es”
más,
accede
más
al
“ser”.
En
e
sto
encuentra
también
su
fundamento
la
distinción
capital
entre
lo
que
el
hombre
es
y
lo
que
tiene,
entre
el
ser
y
el
tener.
La
cultura
se
sitúa
siempre
en
relación
esencial
y
necesaria
a
lo
que
el
hombre
es,
mientras
que
la
relación
a
lo
que
el
hombre
tiene,
a
su
tener,
no
sólo
es
secundaria
,
sino
totalmente
relativa.
Todo
el
tener
del
hombre
no
es
importante
para
la
cultura,
sino
en
la
medida
en
que
el
hombre
por
medio
de
su
tener,
puede
al
mismo
tiempo
ser
más
plenamente
hombre
en
todas
las
dimensiones
de
su
existencia,
en
todo
lo
que
caracteriza
a
su
humanidad.
La
experiencia
de
las
diversas
épocas
in
excluir
la
presente,
demuestra
que
se
piensa
en
la
cultura
y
se
habla
de
ella
principalmente
en
relación
con
la
naturaleza
del
hombre,
y
luego
solamente
de
manera
secundaria
e
indirecta
en
relación
con
el
mundo
de
sus
productos.4
El
hombre,
nos
enseña
Santo
Tomás
siguiendo
a
Aristóteles,
es
un
animal
racional,
de
modo
que
su
auténtica
plenitud
la
alcanza
en
la
medida
que
actualiza
las
potencias
contenidas
en
su
diferencia
específica,
esto
es
en
su
racionalidad.
Creemos
que
una
vez
más
conviene
recordar
someramente
la
historia
de
la
educación
de
Occidente.
En
efecto,
es
en
Grecia
que
se
concibe
la
educación
como
paideia,
es
decir
formación
integral
tanto
en
el
aspecto
intelectual
y
moral
de
la
persona,
donde
se
busca
como
meta
la
areté,
esto
es
la
nobleza
y
perfección
de
tipo
en
formación.
En
la
época
herioica
nos
describe
Homero,
el
gran
poeta
de
la
Paideia
Griega,
el
mundo
en
la
guerra
y
en
la
paz
para
los
griegos
representado
en
el
escudo
de
Aquiles
en
La
Iliada
como
relata
W.Jaeger.5
En
éste
se
hallan
representados
entre
otras
cosas
las
dos
más
bellas
ciudades
de
los
hombres.
En
una
hay
bodas
y
fiestas
y
la
otra
es
una
ciudad
sitiada
por
dos
ejércitos
numerosos.
En
el
se
encuentran
de
algún
modo
presentes
los
dos
aspectos
del
mundo
griego:
la
familia
y
el
momento
heroico
de
la
guerra,
y
con
el
contenidas
las
virtudes
ciudadanas
y
las
heroicas.
Es
el
momento
tradicional
de
las
virtudes
recibidas.
Pero
es
en
Platón
y
más
aún
en
Aristóteles,
cuando
se
llega
al
análisis,
dinamismo
y
desarrollo
de
todas
las
virtualidades
de
la
naturaleza
humana,
en
ese
monumento
intelectual
que
es
la
Etica
a
Nicómaco.
En
efecto,
allí
analiza
Aristóteles
la
vida
del
hombre
según
sus
diversas
manifestaciones
y
según
se
conciben
los
diversos
tipos
humanos
de
que
tenemos
experiencia
en
este
mundo.
Hay
algo
en
lo
que
todos
coinciden,
y
es
en
que
todos
los
hombres
quieren
ser
felices,
pero
es
en
esto
precisamente
en
lo
que
difieren
,
pues
para
los
hombres
la
felicidad
consiste
en
cosas
distintas
según
se
orienten
las
distintas
naturalezas.
Dicho
en
términos
más
precisos,
todos
los
hombres
buscan
ser
felices,
y
en
esto
consiste
el
último
fin
formalmente
considerado.
Pero
los
hombres
difieren
en
aquello
que
los
hará
felices
y
esto
es
el
último
fin
que
persiguen
materialmente
considerado.
4
Discurso de SS Juan Pablo II a la UNESCO en junio de 1980, Ed. Claretiana, Documentos del
Magisterio de la Iglesia sobre la Educación Católica, pp. 372 y 55.
5
Jaeger W. Paideia Pág. 60, Fondo de Cultura Económica, Mexico, 1983.
5
Según
sea
el
último
fin
de
la
vida
de
los
hombres,
así
serán
los
medios
que
pondrán
en
práctica
para
alcanzarlo,
y
así
también
la
vida
práctica
que
seguirán.
Esto
es
objeto
de
la
consideración
de
Aristóteles
en
el
primer
libro
de
la
Etica
a
Nicómaco.
Pero
hay
algo
que
ya
tenemos,
todos
buscan
la
felicidad,
y
ésta
la
define
el
Estagirita
como
una
actividad
del
alma
de
acuerdo
con
la
virtud
perfecta.
Entonces,
si
todos
los
hombres
buscan
la
felicidad
que
consiste
en
una
actividad
del
alma
de
acuerdo
con
la
virtud
perfecta,
el
llevar
al
hombre
a
su
plenitud
es
llevarlo
a
su
felicidad,
es
decir
educarlo
para
que
sea
feliz,
y
educarlo
para
que
sea
feliz
es
educarlo
de
acuerdo
con
la
virtud
perfecta.
Pero
a
cada
paso
que
avanzamos
surgen
más
interrogantes:
¿Qué
es
una
virtud?
¿Es
necesario
tener
virtud?
¿Es
una
o
son
muchas?
¿Cómo
se
adquieren?
Todas
estas
son
preguntas
esenciales
a
nuestro
tema
que
nos
colocan
en
el
meollo
de
la
cuestión.
6
Aristóteles, Etic. Nic. LII 11056-20
7
Aristóteles, Et. Nic. 1107a 1-2
8
Sto. Tomás S.Th. 1-2-q 55 a.4.c
6
9
Sto. Tomás, Ibidem.
10
Platón, Leyes II 653a
11
Aristóteles, Et. Nic. LII 1104b
12
Sto. Tomás en Coment. Et.Nic LIII 165
13
Sto Tomás En Coment Et. Nic. LIII 166
7
de
Santo
Tomás:
las
pasiones
no
deben
ser
suprimidas
o
excluidas
sino
gobernadas
por
lo
más
propio
del
hombre,
o
sea
su
razón
(recta
ratio
agilibum),
y
este
gobierno
no
debe
ser
despótico
sino
político,
conservado
y
orientado
siempre
en
busca
de
la
justa
medida
frente
a
los
desbordes
tanto
en
exceso
como
en
defecto
en
que
consisten
los
vicios.
Es
sintomático
de
este
hecho
lo
que
sigue
“…el
deleite
es
el
fin
principal
de
todas
las
virtudes
morales…”
En
cada
virtud
moral
se
requiere
que
cada
uno
se
deleite
y
se
entristezca
en
lo
que
corresponde”
(…)
“porque
la
intención
de
cualquier
virtud
moral
es
que
alguien
rectamente
se
halle
en
el
deleite
y
en
la
tristeza”14
Toda
la
fuerza
vital
de
nuestra
vida
práctica
se
la
dan
las
pasiones
con
las
que
emprendemos
todos
nuestros
proyectos,
es
así
que
el
justo
medio
asegura
la
medida
de
cada
acto.
En
tanto
sea
buena
una
acción
,
el
virtuoso
se
emplea
entero
por
cumplirla
pues
ello
le
da
una
satisfacción
interior
especial
que
sólo
la
conocen
los
que
gustan
del
bien.
Es
de
remarcar
esta
característica
de
la
Moral
Tomista.
No
es
represiva
ni
anula
ninguno
de
los
aspectos
de
nuestra
naturaleza,
por
el
contrario
se
funda
en
el
ejercicio
positivo
de
la
vida
recta
buscando
ordenar
y
usar
de
todos
los
medios
de
la
naturaleza.
Y
esto
es
así
porque
el
placer
es
lo
más
común
a
la
vida
animal.
En
el
hombre
se
da
tanto
en
la
vida
intelectiva
como
en
la
sensitiva.
“Se
nutre
o
crece
a
la
par
que
todos
los
hombres,
desde
que
somos
pequeños,
porque
el
niño
recién
nacido
ya
se
deleita
en
la
lactancia”
“Por
eso,
es
difícil
pueda
dominar
esta
pasión
que
se
compara
a
la
vida,
porque
comienza
con
el
hombre
desde
el
inicio
de
la
misma.
Por
eso
la
virtud
moral
está
especialmente
vinculada
al
deleite.”15
Concluye
luego:
“Que
la
virtud
gira
en
torno
a
los
deleites
y
las
tristezas.”16
14
Sto. Tomás Ibidem 165
15
Ibidem 171
16
Ibidem 174
8
El
justo
medi o
Hemos
escrito
bastantes
cosas
de
las
virtudes
en
general
pero,
¿en
qué
consiste
obrar
bien
según
la
virtud?
Ante
todo
digamos
que
respecto
de
la
vida
práctica
hay
que
hablar
oportunamente
viendo
lo
que
es
coherente
en
cada
caso,
aunque
sea
en
detrimento
de
la
precisión.
No
hay
que
olvidar
que
se
está
buscando
el
mejor
modo
de
acción
en
casos
particulares,
es
decir
en
materia
contingente,
y
en
esto
no
hay
nada
establecido
con
precisión.17
Aristóteles,
y
en
esto
Santo
Tomás
lo
sigue,
sostiene
que
obrar
bien
según
la
virtud
consiste
en
obrar
en
cada
caso
según
el
justo
medio,
es
decir
ni
en
exceso
ni
en
defecto.
Medida
ésta
que
será
establecida
por
la
razón
práctica
y
en
orden
proporcional
para
nosotros,
el
acto
por
el
cual
se
establece
es
acto
de
la
prudencia
y
es
propio
del
juicio
de
cada
uno.
En
esto
se
busca
la
armonía
de
la
obra
a
la
que
no
le
debe
faltar
ni
sobrar
nada.
En
la
doctrina
del
justo
medio
ser
resume
la
búsqueda
de
la
armonía
griega.
Aristóteles
en
la
Etica
se
introduce
a
este
concepto
por
medio
de
un
ejemplo
extraído
de
la
medicina.
“
Platón
traza
el
paralelo
entre
las
virtudes
del
cuerpo
y
las
virtudes
del
alma18.
El
término
medio
aristotélico
es
una
vuelta
consciente
a
este
punto
de
partida.”
“
La
medida
del
médico
es
también
un
justo
término
medio
que
tendría
que
determinarse
subjetivamente
y
al
que
habría
que
apuntar,
y
todo
ello
era
doctrina
médica
cuando
menos
desde
la
época
de
Hipócrates”19
Dice
Aristóteles
“…la
virtud
del
hombre
se
va
también
al
modo
de
ser
por
el
cual
el
hombre
se
hace
bueno
y
por
el
cual
realiza
bien
en
función
propia”.
(…)
“En
todo
lo
continuo
y
divisible
es
posible
tomar
una
cantidad
mayor,
menor
o
igual,
y
esto
o
bien
con
relación
a
la
cosa
misma
o
a
nosotros;
y
lo
igual
es
un
término
medio
entre
el
exceso
17
Coment. E. Nic. LII 1104 a 5
18
Werner Jaeger Aristóteles- pág. 57 donde cita a Platón Rep.IX 591, Leyes ,I,631,c
19
Ibidem
9
y
el
defecto.
Llama
término
medio
de
una
cosa
al
que
dista
lo
mismo
de
ambos
extremos,
y
éste
es
uno
y
el
mismo
para
todos;
y
en
relación
con
nosotros
al
que
ni
excede
ni
se
quede
corto,
y
éste
no
es
uno
ni
el
mismo
para
todos.”
En
el
primer
caso
tenemos
el
medio
según
una
proporción
aritmética.
Pero
el
medio
relativo
a
nosotros
no
se
ha
de
tomar
de
la
misma
manera.
(…)
“Así
pues,
todo
conocedor
evita
el
exceso
y
el
defecto
y
busca
el
término
medio
y
lo
prefiere;
pero
no
el
término
medio
de
la
cosa
sino
el
relativo
a
nosotros.
Dice
Santo
Tomás:
“Por
eso
este
medio
no
es
el
mismo
para
todos.
Si
tomamos
lo
medio
para
nosotros
en
los
zapatos,
nada
ha
de
faltar
ni
de
sobrar
de
la
medida
del
pie:
Como
no
todos
tienen
los
pies
del
mismo
tamaño
este
medio
no
es
el
mismo
para
todos”.20
Aristóteles
por
su
parte
da
el
ejemplo
de
la
comida
en
los
atletas.
Nosotros
podemos
hacernos
una
idea
con
la
virtud
de
la
templanza
que
debe
buscar
la
moderación
en
l
os
alimentos.
Una
cantidad
determinada
de
alimento
puede
ser
un
exceso
para
un
niño
y
sin
embargo
ser
escasa
para
un
hombre
fornido
y
voluminoso.
Y
así
en
las
demás
virtudes.
Concluye
Santo
Tomás:
“Toda
ciencia
operativa
hace
bien
su
obra
porque
según
la
intención
mira
al
medio
y
según
la
ejecución
conduce
su
obra
al
medio”21.
Resta
sin
embargo
completar
lo
dicho
respecto
del
justo
medio
virtuoso,
el
cual
según
enseña
Aristóteles:
“es
un
medio
entre
dos
vicios,
uno
por
exceso
y
otro
por
defecto...”
Por
eso
de
acuerdo
con
su
entidad
y
con
la
definición
que
establece
su
esencia,
la
virtud
es
un
término
medio
pero
con
respecto
a
lo
mejor
y
al
bien,
es
un
extremo.”22
Y
completa
Santo
Tomás:
“el
medio
compete
a
la
virtud
y
los
extremos
al
vicio.
(...)
Según
la
razón
de
bien
la
virtud
se
halla
en
lo
extremo
pero
según
la
especie
sustancial
en
lo
medio.”23
Esto
es
así
excepto
en
el
caso
de
ciertas
acciones
y
pasiones
que
su
mismo
nombre
connota
malicia.
En
las
pasiones
el
gozo
de
lo
malo
,
la
desvergüenza
y
la
envidia,
en
tanto
que
en
las
acciones
connotan
malicia
el
adulterio,
el
robo
y
el
homicidio.
Estos
no
son
malos
en
exceso
ni
en
defecto
sino
en
sí
mismos.”
Podemos
extender
el
concepto
a
todos
los
actos
que
vayan
contra
la
ley
moral.
20
Sto. Tomás En Coment Et. Nic. L. VI-196
21
Sto. Tomás, Ibidem.
22
Aristóteles, Et. a Nic. L II 1107 a
23
Sto. Tomás Ibidem p.205.
10
24
Et. Nic..L VI
11
embargo
dos
hábitos
distintos:
el
arte,
que
tiene
por
objeto
la
producción
o
el
hacer,
y
es
un
hábito
cuyo
acto
propio
consiste
en
operar
de
modo
transeúnte
con
transformación
de
una
materia
exterior,
por
ejemplo
el
arquitecto
que
edifica
una
casa.
La
disposición
intelectual
que
tiene
es
lo
que
le
permite
concebir
en
su
mente
el
tipo
de
casa
que
va
a
producir
en
la
realidad,
con
anterioridad
a
su
edificación.
Este
es
el
hábito
de
lo
fáctico,
o
la
recta
razón
(recta
ratio
factibilium)
en
el
dominio
de
un
arte.
Pero
la
razón
práctica
tiene
también
el
hábito
de
aquellas
operaciones
que
no
se
ordenan
a
la
producción
de
algo
exterior,
sino
que
tienen
su
fin
en
la
acción
misma
del
que
obra.
Este
es
el
orden
práctico
del
agere,
o
sea
el
dominio
de
lo
agible
(recta
ratio
agibilium).
Este
hábito
de
la
razón
práctica
en
el
orden
de
lo
agible
es
la
virtud
de
la
Prudencia,
que
tiene
por
objeto
deliberar
acerca
de
los
medios
más
adecuados
para
lograr
un
fin,
y
por
supuesto
establecer
el
justo
medio
de
cada
una
de
las
virtudes
morales.
De
aquí
que
ninguna
virtud
se
puede
dar
sin
la
Prudencia,
así
como
la
misma
prudencia
no
se
puede
desarrollar
sin
las
demás
virtudes.
Esto
constituye
la
circularidad
de
las
virtudes
en
el
ámbito
de
la
vida
moral.
De
modo
que
al
ser
la
Prudencia
la
disposición
intelectual
que
asigna
el
justo
medio
de
cada
una
de
las
demás
virtudes,
se
constituye
en
la
forma
de
las
demás
virtudes
morales.
Y
por
lo
mismo
la
razón
práctica
es
lo
propiamente
forma
de
la
vida
moral,
lo
que
confiere
lucidez
intelectual
a
toda
la
vida
práctica
del
hombre.
Por
eso
es
que
decimos
que
el
vicio
y
la
maldad
moral
consisten
en
obrar
en
contra
de
la
recta
razón,
o
bien
no
acomodarse
al
orden
de
la
recta
razón.
Y
concluimos
por
lo
anterior
definiendo
con
Santo
Tomás
que
“La
Prudencia
es
un
hábito
activo
con
razón
verdadera
que
versa
sobre
el
bien
y
el
mal
del
hombre
mismo”.25
Pero
la
Prudencia
ano
sólo
delibera,
sino
que
una
vez
establecido
el
último
juicio
práctico
de
preferencia
sobre
el
medio
más
apto
(indicium
discretivum)
la
voluntad
(apetito
racional)
procede
a
la
elección
(electio)
libre.
Y
luego
la
razón
por
la
prudencia
procede
al
imperio
y
ejecución
del
medio
elegido
para
completar
el
acto,
alcanzando
así
el
fin
intentado.
De
este
modo,
la
primacía
de
la
virtud
Prudencia
sobre
el
orden
práctico
la
coloca
en
una
especialísima
situación
en
el
aspecto
educativo.
En
efecto,
por
ella
accedemos
al
dominio
de
toda
la
vida
moral
que
es
básico
para
lograr
una
educación
integral.
En
el
tratamiento
de
las
virtudes
no
debemos
olvidar
nunca
que
el
virtuoso
siente
placer
en
obrar
el
bien,
porque
el
placer
es
el
signo
de
la
virtud
generada
que
enseña
Santo
Tomás.26
Lo
que
tiene
como
consecuencia
que
no
es
la
dificultad
lo
que
le
confiere
el
carácter
de
virtud
a
dicha
disposición,
sino
el
hábito,
que
siendo
a
modo
de
segunda
naturaleza
hace
placentero
el
obrar
virtuoso,
porque
en
última
instancia
no
gusta
lo
que
nos
es
natural
y
el
objeto
último
de
la
virtud
es
la
felicidad.
Pero
la
educación
también
tiene
en
cuenta
a
las
otras
virtudes
intelectuales,
pues
por
el
arte
se
procede
al
desarrollo
de
todo
el
quehacer
productivo
técnico
y
artesanal,
así
como
al
dominio
de
las
bellas
artes.
25
En Coment. a la Et. Nic. L V Lectio IV –832-
26
En Coment. Et. Nic. L II, Lectio III – 165 -
12
Es
así
que
con
la
educación
de
la
virtud
del
Arte
es
que
será
posible
la
formación
de
arquitectos,
médicos
e
ingenieros,
así
como
escultores,
pintores
y
músicos,
por
nombrar
sólo
algunas
de
las
actividades
comprendidas
en
la
techne
aristotélica.27
La
razón
especulativa
tiene
como
dijimos
anteriormente,
tres
hábitos
o
virtudes:
el
Intelecto,
la
Ciencia
y
la
Sabiduría.28
El
Intelecto
no
es
la
potencia
intelectiva,
no
es
facultad,
sino
virtud
o
modo
de
ser;
recordar
que
en
el
alma
Aristóteles
distingue
facultades,
pasiones
o
emociones
y
modos
de
ser;
es
como
enseña
el
Angélico
“cierto
hábito
por
el
cual
el
hombre
por
la
luz
del
intelecto
agente,
conoce
naturalmente
los
principios
indemostrables.
El
nombre
es
muy
acertado
pues
al
instante
estos
principios
son
captados,
conocidos
sus
términos.
29”
Tales
como
el
Principio
de
no
contradicción,
el
de
tercero
excluido,
causalidad
o
el
todo
y
la
parte,
etc.
La
ciencia
es
un
hábito
demostrativo,
es
conocimiento
cierto
de
las
cosas
por
sus
causas.
Es
un
saber
por
razones
necesarias.
Están
entre
ellas
las
ciencias
físicas
que
tienen
por
objeto
el
ente
móvil
tales
como
la
filosofía
de
la
naturaleza,
la
mecánica,
la
biología,
la
psicología,
las
matemáticas,
las
ciencias
medias
que
aplican
las
matemáticas
a
las
ciencias
físicas,
por
ejemplo
la
física
de
I.
Newton,
la
mecanica
cuántica,
la
física
relativista,
etc.
Es
un
saber
especulativo
que
aparte
de
su
cultivo
por
sí
mismo,
sirve
de
fundamento
a
algunas
artes
o
technes,
por
ejemplo
la
biología
a
la
medicina,
la
física
y
las
matemáticas
a
la
ingeniería
y
la
arquitectura,
etc.
De
modo
que
son
parte
muy
importante
de
la
educación.
Por
último
la
Sabiduría
es
un
hábito
demostrativo
como
la
ciencia,
pero
que
versa
sobre
los
primeros
principios
de
las
cosas
que
son
los
más
conocidos
en
sí
mismos,
como
dice
el
Angélico:
“La
Sabiduría
en
absoluto
es
la
más
cierta
de
todas
las
ciencias,
en
cuanto
alcanza
los
primeros
principios
de
los
entes,
que
son
los
más
conocidos
en
sí
mismos,
aunque
algunos
de
ellos
como
los
inmateriales,
sean
menos
conocidos
para
nosotros.
Pero
los
principios
más
universales
son
más
conocidos
también
para
nosotros
como
los
que
pertenecen
al
ente
en
cuanto
ente,
cuyo
conocimiento
incumbe
a
la
sabiduría
en
sentido
cabal,
como
se
ve
en
le
Libro
IV
de
la
Metafísica
(Metaph.
IV
(III)
1005ª
19-‐34)”30
Es
Ciencia
en
cuanto
es
un
hábito
demostrativo,
es
un
saber
universal
por
las
primeras
causas
de
todas
las
cosas.
Y
también
es
Intelecto
en
tanto
también
versa
sobre
los
Primeros
Principios,
por
eso
es
que:
“
La
Sabiduría
en
cuanto
dice
la
verdad
sobre
los
principios
es
Intelecto;
pero
en
cuanto
conoce
lo
que
se
concluye
a
partir
de
los
principios
es
Ciencia.
Se
distingue
empero
de
la
ciencia,
comúnmente
considerada
por
la
eminencia
que
tiene
entre
las
demás
ciencias,
pues
es
cierta
virtud
de
todas
las
ciencias.”31
27
Et.Nic. L VI
28
En Coment. Et. Nic. L VI, Lectio III – 818 -
29
En Coment. Et. Nic. L VI, Lectio V – 840 -
30
En Coment. Et. Nic. L VI, Lectio V – 842 -
31
En Coment. Et. Nic. L V, Lectio V – 843 -
13
Por
eso
es
que
se
puede
decir
con
Aristóteles
que
la
Sabiduría
es
Ciencia
con
Intelecto.32
Luego
de
esta
breve
reseña
de
las
principales
virtudes,
cabría
recordar
con
Santo
Tomás
cuál
es
el
orden
que
correspondería
a
su
enseñanza.
Menciona
esta
recomendación
al
menos
en
dos
lugares
de
sus
obras,
en
el
Comentario
al
De
Trinitate
de
Boecio
y
en
el
Comentario
a
la
Etica
a
Nicomaco
de
Aristóteles,
y
lo
expresa
asi:
“El
orden
adecuado
de
enseñar
será
que
primero,
los
jóvenes
sean
instruidos
en
los
objetos
lógicos,
porque
la
lógica
enseña
el
modo
de
proceder
de
toda
la
filosofía
(y
la
ciencia).
Segundo,
en
matemáticas,
que
no
necesita
la
experiencia
ni
trasciende
la
imaginación.
Tercero,
en
las
ciencias
naturales
que,
aunque
no
exceden
el
sentido
ni
la
imaginación,
requieren
sin
embargo
la
experiencia.
Cuarto,
en
la
ciencia
moral,
que
requiere
tanto
la
experiencia
como
un
ánimo
libre
de
pasiones.
Quinto,
en
lo
sapiencial
y
divino
(Metafísica,
Teología),
que
trasciende
la
imaginación
y
requiere
de
un
entendimiento
vigoroso.”
Por
supuesto
a
este
orden
genérico
de
prioridad
en
la
enseñanza
que
nos
da
nuestro
Doctor,
se
lo
debe
particularizar
de
modo
parecido
a
como
expusimos
las
ciencias
de
los
distintos
órdenes,
y
mostrarlo
en
el
contexto
científico
de
nuestro
tiempo
de
modo
de
hacerlo
factible.
Resta
ahora
considerar
en
breves
palabras
cómo
accedemos
desde
el
quehacer
educativo
a
la
multiforme
amplitud
existencial
del
hombre.
Por
la
virtud
intelectual
de
la
Prudencia
accedemos
con
adecuada
formación
racional
a
toda
la
vida
moral,
como
mostramos
más
arriba.
Por
esta
disposición
se
hace
posible,
entre
otras
cosas,
el
ejercicio
pleno
del
libre
albedrío
que
si
bien
es
acto
de
la
voluntad,
requiere
como
conditio
sine
qua
non
del
acto
de
la
razón
que
delibera
sobre
los
medios
en
orden
al
fin.
Pero
la
Prudencia
requiere
aparte
de
la
razón
que
percibe
los
Primeros
principios,
de
otra
facultad,
porque
su
acto
se
resuelve
en
lo
particular
e
individual
que
es
objeto
de
los
sentidos,
esa
es
la
razón
por
la
que
Aristóteles
pone
lo
que
él
llama
la
razón
particular
o
cogitativa,
que
resuelve
y
valora
en
el
singular
tanto
el
fin
(que
es
principio
del
acto
moral)
como
los
medios
concretos
que
se
pondrán
en
juego
para
realizar
la
acción.
Esto
explica
que
la
experiencia
sensible
juegue
un
papel
importante
en
la
vida
práctica
y
el
ejercicio
de
la
prudencia,
y
por
eso
los
jóvenes
que
carecen
de
experiencia
generalmente
no
son
prudentes,
aunque
sean
muy
inteligentes
en
otros
aspectos.
Es
corriente
como
dice
el
mismo
Aristóteles,
ver
jóvenes
muy
talentosos
para
las
matemáticas
y
sin
embargo
imprudentes,
lo
cual
se
explica
porque
para
la
prudencia
se
requiere
la
experiencia
sensible,
y
eso
viene
con
el
tiempo
y
el
correcto
uso
de
la
razón
práctica.
También
por
eso
es
que
el
conocimiento
prudencial
es
falible,
porque
es
posible
equivocarse
en
la
estimación
correcta
de
las
cosas
concretas.
32
Et. Nic. L VI
14
Por
las
Ciencias
según
el
orden
que
propone
Tomás,
se
puede
acceder
a
la
multiforme
preparación
de
todo
el
horizonte
cultural.
Por
la
Sabiduría
accede
el
joven
al
ámbito
de
lo
trascendente.
Y
por
el
Arte
al
hacer.
Y
con
todas
estas
virtudes
adquiridas
más
las
virtudes
infusas
por
Dios
con
la
Gracia,
nos
elevamos
al
Orden
Sobrenatural.
Falta
recordar
que
al
desarrollo
de
la
vida
de
la
Fe
y
a
las
Virtudes
Teologales
accedemos
por
la
educación
que
nos
viene
por
la
Catequesis.
La
Prudencia
es
la
forma
de
las
virtudes
morales
adquiridas,
pero
comparada
con
la
Gracia,
viene
a
ser
materia
que,
junto
con
todas
las
otras
virtudes,
será
informada
por
la
Caridad.
En
el
ejercicio
de
la
educación
aparecen
no
pocas
dificultades,
por
eso
es
que
hay
que
recordar
que
debemos
educar
en
la
Prudencia,
a
fin
de
promover
al
joven
en
el
uso
de
su
razón
(recta
ratio
agilibium).
Y
en
todas
y
cada
una
de
las
etapas
educativas,
recordar
esta
virtud.
Entre
otras
cosas
para
la
formación
en
la
prudencia
y
demás
virtudes
es
importante
que
la
misma
se
efectúe
con
el
consejo
del
maestro
o
los
padres
y
en
un
ámbito
de
creciente
libertad
porque
el
objeto
que
se
persigue
es
preparar
la
razón
práctica
para
un
pleno
ejercicio
del
libre
albedrío
imprescindible
para
la
maduración
en
la
vida
moral
o
vida
virtuosa.
L.Castellani
indica
esto
último
y
pone
como
ejemplo
la
educación
inglesa
en
Eaton.33
Y
debemos
educar
en
el
Amor
a
Dios
y
al
prójimo.
Porque
esto
es
formal
en
la
educación
como
en
el
ámbito
de
las
virtudes
por
ser
la
Prudencia
forma
de
las
virtudes
morales,
y
el
Amor
forma
de
todas
las
virtudes.
Conclusión
Al
comenzar
esta
ponencia
nos
preguntamos
¿en
qué
consiste
educar?
¿Se
reduce
a
los
contenidos
de
orden
intelectual
o
su
concepto
es
más
amplio?
¿Cuándo
empieza?
¿En
los
primeros
años
de
la
vida
en
el
medio
familiar,
o
en
la
vida
escolar
y
en
medios
oficiales?
¿Es
exclusividad
del
Estado?
¿Tiene
injerencia
la
Iglesia
Católica
u
otra
religión
según
las
creencias
de
este
mundo
pluralista
que
nos
toca
vivir?
A
lo
largo
de
este
estudio
hemos
respondido
estas
preguntas,
o
al
menos
colocado
las
bases
para
su
respuesta.
Es
patente
que
educación
es
formación
integral,
concepto
firme
sostenido
desde
la
Paideia
griega,
pasando
por
toda
la
gran
tradición
intelectual
de
Occidente.
Esto
comprende
la
formación
teniendo
a
la
vista
los
ejemplos
o
arquetipos
de
nuestra
historia
concepto
éste
ampliamente
desarrollado
por
A.
Caponnetto.
34
Y
por
supuesto
los
ejemplos
vivos
que
caracterizan
a
los
verdaderos
maestros.
33
L. Castellani. pag. 60 en Castellani por Castellani Ed. JAUJA Buenos Aires 1999
34
Caponnetto A., Los arquetipos y la Historia, Ed. Scholastica, Bs. As, 1991.
15
35
Pieper,J. Las Virtudes Fundamentales, Ed. RIALP, V Ed, Madrid, 1997, pág. 13.