Te imaginas entrando en un hermoso bosque. Tus pies se hunden en un lecho de hojas caídas, que crujen a tu paso. Tus ojos se llenan de la inmensa variedad de verdes, con los que las plantas te reciben. Los rayos del sol se filtran entre las ramas, creando un arco iris translúcido tras otro. Los trinos de los pájaros se entremezclan con el murmullo de las hojas y con el rumor de un arroyito cercano. Caminas lentamente, sintiendo que la Naturaleza te entrega su quietud, su potencia, su creatividad y su belleza. Tú las absorbes por los poros abiertos, por los ojos, los oídos. Tu cuerpomente se relaja, sintiéndose en casa. Puedes sentir el aire acariciando tu piel, tus cabellos, tu ropa. Inspiras ese aire limpio, puro, mientras exhalas todas las toxinas, dolores, tensiones. Sientes la plenitud creciendo en tu interior. A un lado, puedes ver un gran campo de flores y hierbas y, al tomar aire, te impregnas de sus fragancias. Percibes cómo llenan tu cuerpo de salud y alegría y, al exhalar, liberas todo pensamiento, todo problema, toda preocupación. Cada color que ves, cada sonido que escuchas, cada perfume te va relajando más y más, mientras el aire expande todo tu cuerpo e instalas la armonía y la confianza en ti mismo y en la Vida. Un lugar llama tu atención y te diriges hacia allí. Te sientas o te acuestas, según lo necesites. Te das cuenta de que el sol brilla en medio de un cielo sin nubes, intensamente azul. Sientes la calidez de sus rayos en la piel, en la cara. Y permites que la luz del sol vaya penetrando en tu interior. Cada célula se reenergetiza, absorbiendo ese poder. Son como millones de lucecitas resplandecientes en tu cuerpo, energizadas por el sol. La luz, brillante, tibia, amorosa, se va expandiendo más allá de tu cuerpo, haciéndose un gran huevo de luz que te contiene, protege y sana. Te sientes sereno, confiado, revitalizado física, emocional, mental y espiritualmente, listo para volver a tu trabajo lleno de energía y creatividad. Suavemente, te levantas de este lugar y te vas despidiendo, mientras agradeces todo lo recibido. Caminas lentamente por el bosque, de vuelta a tu cuerpo, al lugar donde estás. Mueves los dedos de las manos, de los pies, comienzas a desperezarte suave y placenteramente, incluso bostezas con amplitud. Te preparas para volver a tus tareas habituales, sereno y revitalizado. www.abrazarlavida.com.ar Terapia y Recursos para ayudarte a crear tu vida.
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