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– Escribir primero todo el texto: uno de los principales errores, además

de ser motivo de un alargamiento del tiempo de trabajo completamente


innecesario, es dedicarle más tiempo a la estética que al contenido. Para
dejarlo todo bonito, ya tendremos tiempo. En una presentación, eso es lo
de menos. Lo principal es decir lo que queremos decir, y como ser breve
cuesta tiempo y esfuerzo, lo mejor es dedicarnos a ello en primer lugar.
Además, suele ser una de las tareas más pesadas, con lo que cuanto
antes nos deshagamos de ella, mejor.

– Textos cortos: las presentaciones sirven para mostrar y, sobre todo,


enfatizar ideas. No hay manera de enfatizar algo con un texto largo.
Además, cuanto más largo sea, más tendrás que reducir el tamaño de
letra, con lo que terminará siendo difícil de leer.

– Mejor en listas: estén o no numeradas. Puedes emplear viñetas, en su


lugar. Las listas atraen la atención y son fáciles de leer. Además, permiten
organizar mejor las ideas y mostrarlas con más claridad.

– Una idea por cada punto de la lista: no te vayas por las ramas y metas
dos o más ideas en cada punto. Ponte como límite una frase por punto.
Eso te ayudará a ser concreto.

– Dejar la estética para lo último: por las mismas razones que se dicen al
principio de esta lista. Además, la estética es más rápida de aplicar y, si no
tienes tiempo, siempre puedes ir al minimalismo absoluto (texto en negro
con fondo blanco).

– No usar más de 10 diapositivas: según le leí a Guy Kawasaky (quien


tiene algunos buenos consejos al respecto), parece ser que un espectador
no puede asimilar más de diez conceptos por exposición. Esto es un poco
discutible, sobre todo dependiendo del tema. Sin embargo, es un buen
límite para que no te extiendas demasiado y llegues a ser tedioso.

En lo relativo al FONDO:

– Color plano mejor que degradado (o gradiente): más que nada es una
cuestión de orden práctico. Un color plano (es decir, un solo color) resulta
más fácil de combinar con el de las letras que el paso de un color a otro,
sobre todo si el texto resulta ser demasiado largo en alguna diapositiva y
termina cayendo justo sobre uno de los colores con el que menos
contrasta. Y, por cierto, siempre hay que emplear el mismo color para
todas las diapositivas, de manera que mantengan la unidad de la
presentación.

– Color suave: no queremos desprendimientos de retina innecesarios,


¿verdad? Los colores fuertes son molestos, por muy atractivos que
parezcan en un principio.

– No texturas: las texturas añaden detalles. Los detalles distraen la


atención. Una presentación está para centrar la atención sobre las ideas
que se exponen. Simple, ¿no?

En lo relativo al TEXTO:

– Fuente legible: un tipo de letra manuscrita es muy difícil de leer. Es


preferible siempre emplear tipos claros y sencillos: Times new roman,
Arial, Verdana…

– Preferible, fuente sans serif: en la Wikipedia dice que “un tipo de letra
sans serif o palo seco es aquel que en cada carácter no tiene unas
pequeñas terminaciones llamadas gracias”. Las fuentes sans serif suelen
ser más fáciles de leer en pantalla. Para entender mejor que es el serif
(serifas o gracias), en esta imagen que viene en el artículo de la Wikipedia
lo podemos observar mejor:

– Tamaño no menor a 30 ptos.: otra recomendación de Kawasaki. Es una


buena medida porque aparte de hacer tu texto más legible, también impide
la tentación de llenar de palabras la pantalla. Si has metido mucho texto y
lo cambias a 30 ptos, te verás forzado a recortar por muchos sitios. Y eso
es bueno.

– Títulos con mayor tamaño y/o negritas: el objetivo es diferenciar el


título del contenido o cuerpo de texto. Puede ir también con otra fuente
para hacerlo destacar aún más (pero sin pasarse).

– Color que contraste con el fondo: no basta con que se lea un poco
bien. Se debe leer bien. Pero el contraste no debe ser excesivo (fondo
negro con verde fosforito): volvemos a lo de los desprendimientos de
retina.

– Todos los tipos de texto con las mismas características: de esa


manera, se le da unidad a la presentación. Todos los títulos tienen que
tener la misma fuente, el mismo tamaño, el mismo color, etc. Igual con el
cuerpo de texto (aunque éste y el título puedan ser diferentes). Esto
incluye la colocación, la altura a la que comienza el texto y, si es posible, el
espacio a lo ancho que ocupa.

En lo relativo a las IMÁGENES:

– Una por diapositiva: las imágenes distraen. Cuantas menos haya,


mejor.

– Relacionadas con el texto: para mantener la coherencia del discurso. A


ser posible, que enfaticen las ideas expuestas.

– Colocadas en la misma zona: volvemos a lo de mantener la unidad de


estética de la presentación. Además, el espectador se distraerá menos con
ellas porque no interrumpirán el flujo de lectura al que le hemos
acostumbrado.

– Mejor no utilizarlas si no aportan más que estética: lo dicho, cuantos


menos distracciones, mejor.

En lo relativo a la ANIMACIÓN:

– La misma animación para cada tipo de elemento: repetiremos


movimientos según sea título o cuerpo de texto. Unidad de la estética, ¿lo
he mencionado antes?

– Animar sólo el texto, no los elementos decorativos: simplemente


porque están ahí para decorar. Si ya de por sí pueden distraer, ¿para que
vamos a darles más oportunidades de hacerlo?

– Animación rápida: no hay nada peor que esperar a que un texto deje de
girar para poder leerlo. Bueno, sí: tener que esperar para empezar a hablar
sobre lo que dice en el texto. Aplíquese también a efectos como el de que
entren las letritas una a una…

– Nunca automática: no puedes decidir (ni saber) la velocidad de lectura


del espectador. Esto se refiere más a animaciones de salida de la
diapositiva. Por cierto, es un terrible error poner “el automático” cuando
uno además está haciendo una exposición verbal: pueden pedirte que
repitas, o que necesites detenerte un momento en un concepto…
– Cada idea animada por separado: si hay que animar, mejor así, ya que
contribuye a enfatizar las ideas.

– Preferible, no animar: la sencillez siempre resulta mucho más efectiva.


Lo dicho, la animación es una distracción y es mejor evitarla. Estamos
exponiendo un tema, no demostrando lo habilidosos que somos con un
programa.

En lo relativo a las TRANSICIONES (son las animaciones que hay al pasar


de diapositiva a diapositiva):

– Preferible, no usarlas: lo mismo que en el último punto relativo a las


animaciones. Una distracción menos que, además, no añade nada.

– De hacerlo, que sean rápidas: ¿para qué demorar la agonía? Repito:


se plantea un discurso, no tu habilidad con el software.

– Nunca automáticas: otra repetición. Es muy desagradable que, cuando


estás leyendo, se pase sola a la siguiente diapositiva sin que hayas
terminado de hacerlo.

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