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La Deuda Árabe de Copérnico
La Deuda Árabe de Copérnico
Antonio Marí
Desde hace ya medio siglo, uno de los aspectos más estudiados de la astronomía árabe
medieval es el de las críticas al sistema ptolemaico. En efecto, después de un primer
proceso de integración creativa de los modelos de Ptolomeo1, a partir sobre todo de las
críticas de Alhacén, muchos astrónomos árabes encontraron necesario reformar la
astronomía ptolemaica para librarla de los problemas observacionales y teóricos que
consideraban insostenibles. Se trataba de salvar a Ptolomeo de sus propios errores
(Pedersen, 1974, 271). Eso, a su vez, implicaba aceptar como propia la cosmología que
estaba detrás, que no era otra que la aristotélica2. Aristóteles dejó como duradera
herencia una imagen característica del universo que Kuhn denominó el “universo de las
dos esferas” (Kuhn, 1957)3. Ptolomeo no sólo declaró aceptar esta cosmología en el
Almagesto, sino que intentó también concretarla en las Hipótesis planetarias.
Pues bien, los astrónomos árabes medievales, además de introducir mejoras en los
parámetros observacionales y en las técnicas computacionales, atacaron directamente
los modelos geométricos de Ptolomeo por su incompatibilidad con los principios físicos
y cosmológicos de Aristóteles. Las órbitas excéntricas de Ptolomeo contradecían el
principio de pesantez, según el cual un cuerpo pesado habría de estar en el centro de una
revolución celestes. Los epiciclos, además de esto, dificultaban la estructura
compositiva de un sistema de esferas materiales que excluía, además, el vacío. El
ecuante, artefacto geométrico que Ptolomeo introdujo para poder explicar algunas
apariencias que no eran reducibles a las otras técnicas, contradecía abierta y gravemente
el principio de uniformidad del movimiento, principio que, junto con el de circularidad,
constituía la condición especulativa de la cosmología, establecida ya por Platón (o por
Pitágoras).
Alhacén, en el siglo XI, aunque no construyó un sistema astronómico, acertó en señalar
detalladamente los problemas del sistema ptolemaico. En sus Dudas sobre Ptolmeo, y
con un espíritu de cuestionamiento de la autoridad que muestra también en la óptica,
mantiene que debemos solucionar las contradicciones existentes entre las descripciones
matemáticas de Ptolomeo y los principios cosmológicos que suscribe, por ejemplo el
principio de que un cuerpo sólo debe tener un movimiento natural o el principio de
uniformidad. El ecuante es juzgado, en este sentido, como algo escandaloso, juicio
radical que ya parecía estar en Avicena. En la medida en que viola los principios
aristotélicos, la astronomía de Ptolomeo, según Alhacén, debe ser declarada falsa 4. Por
tanto, hay que construir nuevos modelos que satisfagan los requerimientos físicos, tarea
constructiva que él no realizó, pero que, sin duda, fue asumida por muchos de los
astrónomos posteriores, especialmente por el grupo que se conformó alrededor del
1
En síntesis, “nascent Arabic science sprang from a mingling of three sources, Iranian, Indian and Hellenistic, in roughly this order
of incidence, and certainly in this order of increasing importance” (Kennedy, 1970, 329).
2
Con algunos elementos propios del helenismo, como la atribución de un alma a cada motor celeste que Ptolomeo mantiene en las
Hipótesis planetarias.
3
Existen en el universo dos regiones claramentediferenciadas, la del ámbito terrestre o sublunar, por un lado, en cuyos objetos
observamos todo tipo de cambios, y, por otro, la del ámbito subralunar o celeste, cuyos objetos sólo cambian localmente. Esta
cosmología se sostiene sobre una física que incluye una teoría de la materia, parcialmente basada en la observación, en la que se
establece que las formas básicas de organizarse la materia son cuatro, los elementos del mundo sublunar, a la que se añade,
especulativamente, el quinto elemento que constituye los cielos. Cada elemento, por su propia naturaleza, tiene un tipo de
movimiento natural, que es rectilíneo para el mundo sublunar, ya que sus objetos tienen la propiedad del peso, y circular de
velocidad uniforme, en el supralunar, cuyos objetos no pesan. Por lo demás, la física de Aristóteles es una física de la acción por
contacto y de negación del vacío.
4
Otra cuestión es si Alhacén creía en la posibilidad de reformar el sistema ptolemaico sin salirse de él. Sabra (1998) cree que sí. En
cualquier caso, nos interesa la cuestión en relación a los astrónomos posteriores.
5
“By explicitly and forcefully stating the difficulties involved in Ptolemy’s planetary models, and by insistently demanding a
solution, he helped to inculcate an attitude which must be part of the explanation of the thirteenth-century astronomical reform.”
(Sabra, 1978, 121) Saliba es más radical: “This was not a criticism of Ptolemy. Rather, it was an extremely well-articulated
condemnation of the very foundation of Ptolemaic astronomy” (Saliba, 2007, 100). Cabe señalar, al respecto, que en al-Andalus se
desarrolló otro tipo de críticas a Ptolomeo que pretendía una fidelidad muy estricta a la astronomía homocéntrica que Aristóteles
adoptó. Averroes la conformó desde el punto de vista filosófico; al-Bitruyi concretó una alternativa astronómica de poco éxito. De
todos modos, “the Spanish “revolt” against Ptolemy should be seen as episodic rather than marking the beginning of a long-lived
tradition of Islamic homocentric astronomy” (Ragep, 2004, 127).
6
Muy sintéticamente, al-Tusi y al-Urdi, prácticamente coetáneos, y al-Shirazi, consiguen retener el efecto del ecuante sin eliminar
las excéntricas. Al-Shatir, en cambio, consigue eliminar las órbitas excéntricas y los ecuantes, sustituyéndolos por epiciclos
secundarios. Es una costumbre de la historiografía sobre estos modelos planetarios representar los sistemas planetarios por
combinaciones de vectores: “In modern terminology it is equivalent to setting the planet upon the endpoint of the last vector of a
linkage of constant length vectors, each rotating with constant angular velocity.” (Kennedy, 1970, 341)
7
Vid. el expresivo título de Saliba: “The Role of Maragha in the Development of Islamic Astronomy: A Scientific Revolution
before the Renaissance”, Revue de Synthèse, v. 108, pp. 361-73 (en Saliba, 1994). Esta tendencia no es general. Por ejemplo: “the
Maragha astronomers were not aiming to overthrow Ptolemaic astronomy but only to reform it. And I would therefore venture to
say that the results reached at Maragha (and later at Damascus), insofar as they were successful, would have been perfectly
acceptable to Ptolomy himself (and to Ibn al-Haytham).” Abdelhamid I. Sabra. ”The Andalusian Revolt against Ptolemy’s
astronomy: Averroes and al-Bitruji”, en Transformation and tradition in the sciences : essays in honor of I. Bernard Cohen, ed. de
Everett Mendelsohn. Cambridge: Cambridge University Press, 1984, p.134.
8
Por ejemplo: “The only basic change in the Copernican planetary system is the readoption of the ancient Greek concept of a
heliocentric (rather than a geocentric) universe.” (Kennedy, 1970, 342) O bien, Saliba: “The only distinction is the heliocentric
theory of Copernicus… But, mathematically speaking, and to put it in modern terminology, this reversal of the direction of the
vector that connects the earth to the sun was so well known to Copernicus as to have been of no real mathematical significance”
(Saliba, 1994, 256). O bien: La innovación que se origina con el par de al-Tusi “is without doubt the most important departure from
Ptolemaic astronomy before modern times. Except for the heliocentric thesis, the “novelty” of Copernicus’ astronomy is already
found in the works of al-Ṭūsī and his followers, which probably reached Copernicus through Byzantine intermediaries.” Seyyed
Hossein Nasr. "Al-Ṭūsī, Muḥammad Ibn Muḥammad Ibn Al-Ḥasan Usually Known as Nasiṛ Al-Dīn." Dictionary of Scientific
Según Saliba, al-Shatir ya había dejado listo el campo para la innovación. “All that
someone like Copernicus had to do was to take any of Ibn al-Shatir’s models, hold the
sun fixed and then allow the Earth’s sphere, together with all the other planetary spheres
that were centered on it, to revolve around the sun instead.” (Saliba, 2007, 193) Las
deudas, en realidad, comenzarían antes, con al-Tusi. Para resolver el problema de cómo
generar un movimiento lineal a partir de una combinación de movimientos circulares,
Copérnico recurre al par de al-Tusi y “silently went ahead a described the same theorem
and produced a very similar proof” (ibid., 199; cursiva mía). Por otra parte, el lema de
al-Urdi permitía a su autor reconstruir los modelos para los planetas superiores,
transfiriendo la mitad de su excentricidad a la circunferencia del deferente. Al-Shatir,
por su parte, utiliza el lema para eliminar la excentricidad por completo, transfiriéndola
al conjunto de deferentes y epiciclos. Como Copérnico utiliza el modelo de al-Shatir
para los planetas superiores, incorpora también el lema de al-Urdi. Igualmente, tanto al-
Shatir como Copérnico utilizan el par de al-Tusi para explicar la peculiar oscilación del
movimiento de Mercurio de expansión y contracción entre el perigeo y el apogeo.
Además, el modelo lunar de Copérnico es el mismo que el de al-Shatir.
Todas estas “evidencias de interdependencia” (ibid., 209) entre Copérnico y los
astrónomos árabes, plantean el problema de la transmisión de las ideas entre el Islam y
el Renacimiento europeo, ya que las obras de estos autores no fueron traducidas (y
Copérnico no sabía árabe). Saliba, entre otros, ha tratado largamente esta cuestión,
proponiendo soluciones diversas, que van desde la existencia de algún manuscrito
griego (descubierto por Neugebauer) con el par de al-Tusi, que Copérnico podría haber
conocido, hasta refinadas explicaciones de lo que denomina “embedding ideas”, que
incluyen reconstrucciones imaginativas sobre reuniones de expertos10, pasando por las
noticias que los viajeros y comerciantes podían transportar. Así, “lunar model of
Copernicus… was in fact a case of embedding the lunar model of Ibn al-Shatir” (Saliba,
2008, 195). En cualquier caso, es muy razonable la conclusión de Saliba de que las
similitudes entre las técnicas de Copérnico y las del grupo de Maraga hacen muy poco
creíble la tesis de una construcción independiente, o de una convergencia de teorías:
“there must have been an intimate connection, at least on the theoretical mathematical
level, between the works of Copernicus and the works of his predecessors in the Islamic
world” (Saliba, 2007, 214-5).
Biography. Vol. 13. Detroit: Charles Scribner's Sons, 2008. 511; aquí tenemos un “novelty” reductoramente entrecomillado. De
nuevo Saliba: “Copernicus… apparently faced the same proble [que al-Shatir, el de la inconsistencia] from a slightly different angle
when he shifted the center of the universe to the sun” (Saliba, 2007, 185). Samsó es un poco más comedido: “Los astrónomos de la
escuela de Maraga y sus continuadores no llegaron a concebir un sistema heliocéntrico y la originalidad de Copérnico consistió en
combinar el heliocentrismo de Aristarco de Samos con los modelos no ptolemaicos de Maraga.” Julio Samsó. “La ciencia arabo-
islámica y su papel en la historia de la cultura”, Revista de libros, marzo 2003, n. 75.
9
Es lo que he intentado, junto con la exposición de las críticas árabes a Ptolomeo, al final del primer trabajo de este módulo del
máster.
10
Saliba hace una vívida, casi literaria reconstrucción de cómo pudieron ser las reuniones para la reforma del calendario, en las que
el patriarca Ni’matallah debió transmitir novedades sobre la astronomía árabe (Saliba, 2008). En las argumentaciones de Saliba,
también juegan de tanto en tanto un papel importante textos que no se conservan, o textos que debieron ser escritos.
11
Incluso, contra todo lo que mantiene Saliba y la tendencia a la que pertenece acerca de la tradición hay’a de la astronomía árabe, a
la que pertenece el grupo de Maraga, esto parece implicar que adopten un punto de vista muy formalista: no importa los principios
que utilicemos –no importaría tampoco si una teoría se corresponde con la realidad más que otra-, lo importante es ser consistentes.
12
Por ejemplo: “one still wonder why Copernic used the same models as Ibn al-Shatir and then transformed them to fit a
heliocentric universe with no gravitational force to hold it together. Philosophically speaking, Ibn al-Shatir has much more
integrated system than Copernicus” (Saliba, 1994, 12). E insiste: “I call this new Copernican requirement [el heliocentrismo]
problematic because it is not obvious to me why Copernicus would abandon the Aristotelian cosmology with its consistent
definition of the nature and function of the earth at the center of the world, when he did not have a gravitational theory to explain his
shift to the heliocentric theory” (ibid., 28).
13
Por ejemplo, Henry, 1997, 11; Dear, 2001, 76-77.
14
Esta formulación aparece en una review de Saliba al libro de Toby Huff The Rise of Early Modern Science, Cambridge: CUP,
1993. Huff responde. “The abssen of a universal theory of gravitation until the time of Newton was no impediment to the early
adopters of Copernicanism” (Saliba, Huff, 2007, 10-11; es una recopilación del debate entre los dos autores).
15
Y una y otra vez dentro de un mismo artículo. Y con bastante plausibilidad, como ha quedado ya apuntado.
16
Creo que detrás de todo esto está la intención de contrarrestar la novedad que Copérnico representa, según la tesis de Westman de
1980 sobre el cambio del rol del astrónomo en el contexto de las disciplinas intelectuales de la época. Luego volveremos a este
artículo.
17
En el contexto de la discusión sobre las relaciones entre la religión islámica y la astronomía, Ragep revisa dos tipos de influencias
religiosas: a) La religión pone a la astronomía “al servicio del islam”, por su capacidad para determinar las horas de oración, o la
determinación del mes lunar; en general, por contribuir a ensalzar la gloria de la creación divina (Ragep, 2001, 50-1). b) La religión
conduce a una astronomía más metafísicamente neutral; la tendencia teológica, más moderada en Gazali, más radical en los
asharitas, a desligarse de la filosofía natural aristotélica (“to free a reconstituted mathematical astronomy”; ibid., 52), trae como
consecuencia un “”instrumentalism” [that] could also free astronomers to pursue alternative hypotheses regarding celestial motions
and the configuration of the heavens” (ibid., 54).
18
Por otro lado, ¿es de esa tradición más bien convencionalista de la que se reclama Copérnico?
19
Tusi no cree que se pueda dar una prueba decisiva del movimiento (por similares razones de relatividad óptica a las que usa
Copérnico, y que ya tenían una tradición); al-Shirazi sí ofrece una prueba contra el movimiento, desestimando la argumentación de
los cometas; al-Jurjani vuelve a la indecidibilidad de Tusi, y hace jugar un papel a la diferencia entre movimiento natural y violento.
Al-Qushji, en cambio, da más valor al fenómeno de los cometas que al-Shirazi. Al-Birjandi complica mucho más las cosas al
intentar geometrizar el movimiento violento de de caída de una piedra en el aire… (Ragep, 2001b, passim).
20
Un modus tollens: si la Tierra se moviese, una flecha enviada hacia arriba no volvería al punto de partida, aunque fuese cierto que
la Tierra arrastra los objetos, resistiría ese arrastre a causa del ímpetus que ha adquirido. Por cierto, esto es puede ser un contexto
para Copérnico, y además maneja una noción física que luego tendría un largo recorrido.
Y, sin embargo, es Ragep el que ofrece, en un artículo de 2005, una posibilidad viable
de influencia no puramente ambiental. Para ello recurre de nuevo a la explicación de
Swerdlow sobre la elaboración del heliocentrismo. Se interprete como se interprete su
motivación inicial (a la que volveremos enseguida), Copérnico transforma, en un primer
paso hacía su teoría, los modelos epicíclicos de Ptolomeo en modelos excéntricos.
Ptolomeo admitía esa posibilidad para los planetas superiores, pero no para los
inferiores, sin dar ninguna razón para ello. Swerdlow explicaba en 1973 que Copérnico
hace valer esa posibilidad para todos los planetas. Para un planeta superior cualquiera se
trata de convertir el radio del epiciclo en excentricidad móvil alrededor de la Tierra.
Como el radio del epiciclo era paralelo a la línea que une la Tierra con el Sol medio,
éste y el centro del deferente resultante de la transformación están alineados. Como la
distancia al Sol es indeterminada, lo que hace Copérnico es poner al Sol en el centro del
deferente. Así, los planetas superiores giran alrededor del Sol. En un planeta interior, el
radio del epiciclo se convierte nuevamente en excentricidad móvil alrededor de la Tierra
(y en este caso la alineación del radio del epiciclo con el Sol medio desaparece). Lo que
añade Copérnico es poner al Sol en el lugar de la Tierra, hacer girar al planeta alrededor
del Sol en la excéntrica construida y traspasar la Tierra al antiguo deferente del planeta
interior; con ello, tanto éste como la Tierra giran alrededor del Sol.
Swerdlow encuentra la fuente que Copérnico necesitaba para hacer esas
transformaciones en el Epítome del Almagesto de Regiomontano, obra casi de cabecera
de Copérnico (Swerdlow, 1973, 425), donde se prueba también la posibilidad para los
planetas inferiores. Pues bien, con la prueba textual de un pequeño opúsculo del autor,
Ragep cree que el descubriemiento de esa posibilidad –que ningún otro autor árabe
había considerado- está en al-Qushji, y que Regiomontano podría haberlo aprendido en
Italia o a través del cardenal Besarión, el promotor del Epítome (Ragep, 2005, 360). En
el texto editado por Ragep se presenta esa prueba, que Qushji ya había anunciado en una
obra anterior, en la que se ocupaba del modelo de Mercurio. Cuando se trata de la
21
Y esto va recordando el procedimiento de Iago en el Otello, que prefiero en la condensación del libreto verdiano: “Un sogno che
può dar forma di prova ad altro indizio”.
24
De hecho Swerdlow cree que las únicas novedades (astronómicas, debería añadir) de Copérnico son su explicación de la segunda
anomalía en los planetas superiores y de la primera en los inferiores (Swerdlow, 2000, 256). Lo demás, ya está en Maraga. Su
astronomía es una extensión de la de Ptolomeo (ibid., 256, 262).
25
Lo mismo en Dear, 2001, 66-7.
26
Así, Swerdlow dice que Copérnico no se mete en el terreno de los físicos, es decir, el terreno de las “physical causes, the nature of
matter, motions appropiate to diferents kind of matter, and such” (Swerdlow, 1973, 440).
27
Dear cree que es Peurbach el primer astrónomo en preguntarse por el carácter físico de sus modelos (Dear, 2001, 50), así como el
compromiso de la ciencia en la renovación de la cultura aparece por primera vez en regiomontano (ibid., 669). Gingerich cree que
en Peurbach hay “a new treatment of how the old models derived from Ptolemy could be fit together” (Gingerich, Maclachlan,
2005, 31).
28
“la naturaleza de un cuerpo queda simplemente decidida por su forma geométrica” (Butterfield, 1949, 40)
29
Gingerich (2005, 64) razona que si el problema era el ecuante, Copérnico podía encontrar alternativas entre los árabes sin
necesidad del heliocentrismo. Opina que lo que quiera hacer en el Commentariolus es evitar el ecuante y las esferas homocéntricas
(ibid., 66). Esta no es la motivación del sistema que quiere Goldstein, pero es una motivación cosmológica. Koyré también
considera que hay que recurrir a razones de estética, a consideraciones de armonías que derivan de poner el Sol en el centro del
universo (Koyré, 1948, 483). Rossi, que no creía que Copérnico fuese un revolucionario, también abunda en la motivación
cosmológica: “La revolución copernicana no consistió en un perfeccionamiento de los métodos de la astronomía, ni en un
descubrimiento de nuevos datos, sino en la construcción de una cosmología nueva basada en los mismos datos proporcionados por
la astronomía aristotélica.” (Rossi, 1997, 69)
30
Que piensa precisamente que Copérnico era más un cosmólogo que un matemático, en lo que se diferenciaría tanto de Swerdlow
como de Westman. Koyré (1961, 21) lo considera más humanista que astrónomo técnico.
31
“Le gain, c’est-à-dire l’économie du mouvement et des “cercles”, n’apparaît que lorsqu’en envisage le system tout entier.”
(Koyré, 1961, 45)
32
Kuhn (1957, 197) señala que la revolución no lo fue de las matemáticas, pero tuvo su origen en este campo.
33
“Nunca en épocas anteriores la tradición astronómica se había presentado como monstruosa.” (Kuhn, 1957, 192)
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