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Protocolo de investigación

“El mesías”: Análisis de la construcción retórica de la imagen de Andrés Manuel


López Obrador a través de su discurso político
Perla Rubí Hernández García

Estado de la cuestión

El propósito de esta investigación es demostrar como Andrés Manuel López Obrador


construye una imagen de salvador del pueblo mexicano a través de su discurso político. Uno
de los términos más populares con el que se le refería, es el de “el mesías”, ya que se presentó
a partir de 2006 como un aliado de la clase baja del país. Se busca demostrar cómo esta
imagen fue construida mediante su discurso político. El siguiente ejemplo, expone de manera
clara cómo se hace referencia a AMLO y su discurso, como la profecía dictada por un mesías:

En octubre de 2003, una sentencia judicial dictada por un tribunal de circuito obligaba al
gobierno del Distrito Federal a pagar una suma (en verdad absurda) por la expropiación de
unos terrenos. López Obrador declaró, con tonos extrañamente evangélicos: “Ley que no es
justa no sirve. La ley es para el hombre, no el hombre para la ley. Una ley que no imparte
justicia no tiene sentido”, y agregó: La Corte no puede estar por encima de la soberanía del
pueblo. La jurisprudencia tiene que ver, precisamente, con el sentimiento popular. O sea que
si una ley no recoge el sentir de la gente, no puede tener una función eficaz [...]. (Krauze,
2006)

El discurso político se ha convertido en una herramienta de mayor poder, dado que, por medio
de él es posible imponer ideas no sólo a los oyentes físicamente presentes y el resto de los
parlamentarios de los partidos políticos, sino también, indirectamente, a un auditorio amplio,
implícito, que es generalmente heterogéneo, formado por personas de diferentes profesiones,
grado de educación y capas sociales. Este hecho requiere que los discursos sean
comprensibles y atractivos para ganar la simpatía de un amplio público.

Para Jesús Ibáñez (citado por Jóciles Rubio, 2001) el AD tiene tres niveles: El primero es el
llamado nivel nuclear se captan las estructuras elementales y los elementos nucleares. En este
nivel establece el tema de cuatro formas de verosimilitud mediante las cuales el discurso
intenta simular una verdad. El segundo es el nivel autónomo que es descomponer el material
discurso en sus diversos textos que se pueda relacionar con distintos ‘ethos' de clase, edad,
género, subcultura o creo político; es por consiguiente un análisis de las propiedades internas
del discurso. Así por ejemplo si el objeto de análisis es sobre la inmigración obtenemos todos
los tipos de sub-discursos que existen: el radical, el permisivo, el conversador, el discurso la
clase obrera, de la clase media. Esta tipologización lleva el sentido de ver qué hay detrás y
no quedarse en él. Finalmente en el tercer nivel (o total) a través de la cual se recupera la
unidad inicial, la totalidad. Esto en dos sentidos; primero, porque las situaciones concretas
en que se producen los discursos analizados (sean grupos de discusión, entrevistas, campañas
iniciadas por la prensa escrita o situaciones conversacionales) son concebidas como un
reflejo, a nivel microsocial, de lo que sucede a nivel macrosocial. Estas situaciones se ven
como momentos de un proceso social del que forman parte, de modo que a este nivel se
persigue, interrelacionar esos momentos con ese proceso que actúa sobre ellos.(Karam,2005)

Otro de los aspectos a considerar en esta investigación, es el de la retórica. Felicísimo


Valbuena de la Fuente menciona algunas características importantes: el ethos, pathos y logos,
y su permanencia en la política contemporánea. Presenta un análisis de los discursos del
debate presidencial de 2006, para demostrar cómo fue es que los candidatos emplearon los
materiales de la retórica, ofreciendo ejemplos para ilustrar sus afirmaciones. Las siguientes
proposiciones forman parte de sus objetivos:

4)Un candidato que sabe presentar sus materiales de prueba personal o credibilidad (ethos)
que ataca los materiales de otro y que sabe responder a los ataques que recibe, se atiene a las
exigencias del género de discurso judicial en mayor medida que aquel otro que no ataca ni
defiende persistentemente sus posiciones.
5) Estudiar las pautas argumentales (logos) de cada candidato y las figuras retóricas que
prefiere contribuye a comprender cómo cada candidato emplea las pruebas ‘in-artísticas’ y
artísticas.
6) Un candidato que sabe utilizar adecuadamente los materiales de experiencia (pathos)
atraerá más probablemente la atención de los votantes que quienes no los emplean o quienes
los emplean inadecuadamente. (Valbuena, 2007)
Este artículo también menciona la importancia de cómo el político se dirige al público y a
quienes da prioridad para ganar su atención. Ofrece el ejemplo de Andrés Manuel López
Obrador:

—Todas las regiones de México: He conocido mejor la problemática de todas las regiones de México.
—Migrantes: Cuatro millones de mexicanos que en este sexenio han tenido que abandonar el país
para ir a buscar trabajo del otro lado de la frontera.
—Las clases medias.
—El pueblo raso. La mayoría que carece de lo más indispensable. Los pobres: Por el bien de todos,
primero los pobres.
—Los de abajo.
—Los jóvenes.
—El ejército (darle más oportunidades).
—Representantes de las iglesias.
—Representantes de los empresarios.
—Representantes de la sociedad civil.
—Representantes de las comunidades indígenas: Comunidades indígenas; tenemos que empezar a
pagar la deuda que tenemos con las comunidades y con los pueblos indígenas de México.
—Representantes de los campesinos:... rescatar al campo del abandono en que se encuentra, tenemos
que apoyar a ejidatarios a pequeños propietarios.
—Representantes de los obreros.
—Representantes de los profesionistas.
—Representantes de los intelectuales.
—Las colonias populares de las grandes ciudades.
—Las ciudades fronterizas.
—Las ciudades turísticas.
López Obrador también se ocupó de su público contrario: los que más tienen, los de arriba.

Por otra parte, David Pujante presenta algunas de las teorías que son utilizadas para el análisis
de discurso actual, exponiendo a la retórica como uno de los principales medios para realizar
dicho fin. Menciona que se ha adquirido interés por la antigua retórica ya que los discursos
modernos pueden asemejarse con los del pasado.
Cuando los oyentes son árbitros del discurso, puede suceder que juzguen sobre cosas ya
sucedidas, del pasado; o bien que decidan sobre cosas futuras. En el primer caso, cuando nos
encontramos con un discurso realizado con la finalidad de que un juez o unos jueces decidan
a favor de nuestra manera de ver cierto asunto del pasado, estamos realizando un discurso
judicial. Son los discursos que se realizan habitualmente en los tribunales de justicia, los que
más tradición retórica tienen. Cuando hay que decidir sobre asuntos futuros que afectan a las
sociedades democráticas o a ciertos individuos que integran esas sociedades en las que
discursos de esta índole son posibles, desde la grave decisión de participar en una guerra a la
mínima decisión de subir una peseta la gasolina, nos encontramos ante lo que Aristóteles
llama discurso deliberativo (o también conocido como discurso suasorio). (Pujante, 1998)

Reinaldo Cortés hace un recorrido a través del uso de la retórica política; apunta que en la
modernidad no queda más que presentar una retórica novedosa y llena de embellecimiento
desmedido en las palabras, para agregar distintas significaciones a un mismo significado. La
retórica, desde su punto de vista, es tratada como un discurso ya que es un medio de
comunicación que busca crear un estímulo que afecte al receptor.

La naturaleza de la retórica se centra en una paradoja. Esta se fundamenta en contar al público


lo que este cree posible aunque imposible sea científicamente, a mencionar lo que es posible
pero que es desdeñado por el colectivo en su opinión corriente, en la opinión pública. Resulta
obvio resaltar la importancia de tales postulados en la concepción de la retórica de masas,
según la cual, ésta pasó de ser un dominio reservado a las élites como un código utilizado
por y entre ellos, para ser utilizada como una forma de comunicación entre los dirigentes y
los dirigidos. (Cortés,)

En su investigación, Cortés nos habla sobre las características que un discurso oral debe tener
para poder ser catalogado como retórico, las cuales son: pisteis, establecimiento de las
‘pruebas’ (también entra aquí la invención del discurso), taxis, es decir, la colocación de esas
pruebas a lo largo del discurso de acuerdo con cierta disposición, lexis, entendida esta como
la formulación verbal de los argumentos (la locución que se le imprime), hypókrisis, que
define a la escenificación del discurso por medio de un orador.

Otro término importante de rescatar en esta investigación es el del populismo, ya que como
es bien sabido, Andrés Manuel López Obrador se acusa de populista; esto quiere decir que
su discurso va dirigido a un pueblo representado por agricultores, campesinos, obreros o
cualquier persona perteneciente a la clase baja. Charaudeau, en su artículo “Reflexiones para
el análisis del discurso populista” expone al populismo como una definición de los regímenes
políticos encabezados por líderes que abogan por el bien del pueblo. El actor populista
construye su imagen de acuerdo a la manera en que defiende ciertos valores y de interpelar
por el pueblo, Charaudeau reúne algunas características:

El populista dice: «Yo soy el verdadero pueblo». Y llama al pueblo a manifestarse en un


impulso colectivo, a superarse a sí mismo y fundirse en un «alma colectiva», colocando su
deseo de salvación sobre un personaje «fuera de serie». Hay en esta manera de afirmarse
como el representante directo del pueblo algo así como el deseo de obtener una «legitimidad
plebiscitaria» que resulta de un cara a cara directo entre el líder y las masas.
Un ethos de autenticidad. El populista dice (o insinúa): «Yo soy tal como ustedes me ven»,
«Hago lo que digo», «No tengo nada que esconder». Se trata de establecer una relación de
confianza ciega.
Un ethos de potencia. El populista dice «Nada puede oponerse a mi voluntad». Debe
demostrar no solamente que tiene energía, sino que está dotado de una fuerza y de una
potencia capaz de subvertir el mundo y arrastrar multitudes.
Evidentemente, estos ethos dependen de la manera en que cada cultura se representa la
autenticidad, la sinceridad, la potencia. Las imágenes de autenticidad o de potencia capaces
de fascinar a una parte de los franceses podrían parecer ridículas a latinoamericanos y
viceversa. Para seducir a una parte del pueblo, entusiasmarlo y hacer que se identifique con
el líder, es necesario que las imágenes se propaguen a las expectativas que más se imponen
en una sociedad. Conviene pues analizarlas en función de los imaginarios sociales que
circulan en un grupo social.
No obstante, existe una constante de ese discurso, más allá de las diferencias: el verdadero
populista debe aparecer bajo una figura de jefe carismático. O bien, y según las referencias
culturales, se presenta como conductor o pastor, en todo caso como «guía» del pueblo; o
bien, más aguerridamente, como el «caballero blanco irreprochable» preparado para combatir
las fuerzas del mal. Se observa que en todos estos casos subyace la figura del profeta. El
profeta es portador de un mensaje, desempeña un papel de médium entre una voz del más
allá y el pueblo. El profeta, inspirado por esta voz, anuncia: anuncia amenazas, catástrofes
potenciales o anuncia el advenimiento de un bienestar futuro. Por ello puede decirse que el
populista, aun cuando no se aferra a un pensamiento religioso, se presenta como una especie
de Salvador bíblico, capaz tanto de diseminar sus rayos sobre los malos como de prometer la
felicidad suprema (un paraíso, una Edad de oro, un futuro promisorio). Su discurso se
estructura según el orden narrativo de un relato en tres tiempos: estigmatización de un mal >
proceso de purificación > transformación radical e inmediata de la sociedad (milagro).
(Charandeau, 2009)

González Domínguez expone al ethos, como una prioridad en la retórica y en el discurso


político.

Podemos aportar un discurso lógico y patético perfecto, pero si carece de ética, el efecto
persuasivo será nulo, a menos que se trate de hombres que no busquen el bien común y se
muevan por intereses egocéntricos e instrumentales. Podemos ilustrar lo anterior con el
enunciado de un individuo que no tenga carencias económicas: “robemos el banco X, sé
cuándo y qué hora es la correcta”. Hay logos en la proposición, porque el sujeto enunciante
sabe cómo proceder; hay pathos, porque es tentador poseer dinero; pero no hay ethos, porque
robar es reprobable. Este enunciado, en efecto, resulta de un puro interés instrumental y no
toma en cuenta el bien común que implica la acción. (González, 2010)

Menciona también la importancia del ethos no sólo por parte del emisor del discurso, sino
también del receptor, ya que es su ética la que le dará las capacidades para aceptar o refutar
al discurso del emisor.

Gutiérrez Silvia, hace un análisis del recurso del pathos en el discurso político. Presenta a las
emociones como parte fundamental en un discurso para lograr persuadir al público, y
ejemplifica sus afirmaciones con uno de los spots electorales del Partido Acción Nacional
del 2006.

Un argumento nos convence cuando sus premisas nos parecen racionales y convenientes
(logos), cuando quien nos lo dice nos merece confianza, (ethos) y cuando el argumento apela
también a nuestras emociones (pathos) (cf. Tapia, 2007).
El orador está simbolizado por el ethos: su credibilidad descansa en su carácter, su
honorabilidad, su “virtud”; en resumen en la confianza que brinda. El auditorio está
representado por el pathos: para convencerlo hay que emocionarlo, seducirlo. Incluso los
argumentos fundados en la razón deben apoyarse en las pasiones del auditorio para poder
suscitar la adhesión. El tercer componente, el más objetivo es el logos, el discurso que debe
ser racional, convincente (cf. Marafioti, 2007).
Bibliografía

Krauze, E. (Junio de 2006). El Mesias Tropical. Recuperado el 12 de abril de 2016, de:


www.letraslibres.com:http://www.letraslibres.com/revista/convivio/el-mesias-
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Karam, T; (2005). Una introducción al estudio del discurso y al análisis del discurso.
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Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=68720305

Valbuena de la Fuente, F; (2007). Estudio retórico-comunicativo de los debates


presidenciales mexicanos (2006). Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, XLIX,
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Pujante, D. (1998). El discurso político como discurso retórico. Estado de la cuestión. En D.


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Alicante: Seminario de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Universidad de
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Recuperado de: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-discurso-politico-como-
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Cortes, R. (2009). Capitulo II: El discurso retórico político. Apuntes sobre la retórica política,
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Recuperado de: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/31534/5/capitulo2.pdf

Charaudeau, P. (2009). Reflexiones para el análisis del discurso populista. Discurso &
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Recuperado de: http://www.dissoc.org/ediciones/v03n02/DS3%282%29Charaudeau.pdf

González Domínguez, Carlos. (2010). El ethos del conductor del noticiario televisivo: Una
comparación entre Francia y México. Convergencia, 17(54), 111-134. Recuperado en 15 de
abril de 2016, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-
14352010000300006&lng=es&tlng=es

Gutiérrez, Silvia. (2013) “El recurso al pathos como estrategia argumentativa en los spots
electorales” en las Memorias del II Coloquio Nacional de Retórica “Los códigos persuasivos:
historia y presente” y I Congreso Internacional de Retórica e Interdisciplina, que se llevó a
cabo en la Ciudad de Mendoza, Argentina.

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