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La práctica artística como producción de conocimiento en los estudios de

posgrado universitario.
Marcelo Velázquez
Universidad Nacional de las Artes (UNA)

m.velazquez@una.edu.ar

La dualidad teoría/práctica tiene una larga tradición histórica, social y filosófica que ha
marcado de manera contundente la diferencia entre las ciencias empíricas y las ciencias
humanas en todas las épocas. En el caso de las artes y, específicamente, el de las artes en el
campo académico universitario, la dualidad teoría/práctica ha ido encontrando zonas de
tensiones y controversias que, en un intento de superación de esa dualidad, está resultando
en debates muy interesantes, tanto hacia el interior del campo artístico como en el de la
academia.
El campo de la práctica artística y de los artistas se ha resistido durante mucho tiempo a la
“academización” (y ha utilizado el término de manera peyorativa, de ahí las comillas) como
una manera de oponerse al campo de la investigación teórica y de los estudiosos del arte,
quienes se han arrogado el derecho a las categorizaciones, conceptualizaciones y
encorsetamiento de las obras de arte y de sus políticas artísticas. Parecería ser, por un lado,
que las prácticas artísticas en el ámbito académico-universitario traicionan, de alguna
manera, el halo de subjetividad, intuición e inspiración (modos de la estética romántica del
siglo XIX); y por otro, que los teóricos del arte asumen patentes para evaluar estándares de
calidad sobre los productos artísticos y los artistas. Aunque aún perduran fuertemente estas
dicotomías, el siglo XX, tanto desde la filosofía y de la Estética como desde el mismo
campo artístico, ha intentado superarlas y, actualmente, es un lugar común hablar de arte
contemporáneo en términos de reflexión e investigación. La cuestión es pensar la relación
arte y conocimiento, es decir, qué tipo de conocimiento produce la práctica artística. En
este sentido, Elena Oliveras afirma:

“Las auténticas obras de arte hacen que nos reconozcamos. Son re-
conocimiento, conocimiento más perfecto de intuiciones, sensaciones o
ideas apenas esbozadas. Recortando y condensando experiencias, la obra
de arte es una irreemplazable posibilidad de experiencia porque hace ver
de nuevo, proporcionando, de esta manera, el placer de un presente más
pleno. Es lo contrario de la indiferencia y la rutina. […]
En contraposición a la visión esclerosada, de lo ya vivido e inmovilizado,
la obra de arte nos enseña que no hemos visto lo que actualmente, gracias
a ella, vemos. No es simple re-presentación sino re-producción (en el
sentido de poiesis, “hace” la imagen y no, simplemente, vuelve a
presentar lo que ya está). [Oliveras: 2018, 49-50].

La investigación basada en la práctica ya cuenta con un amplio debate y un buen recorrido


de pensamiento en lo que va de este siglo XXI, especialmente en los países europeos y en
los EEUU. Este debate se ha producido a partir del desarrollo de las universidades
dedicadas a las artes y al otorgamiento de títulos de master y doctorado a los artistas por su
propia producción. El investigador Henk Borgdorff de la Amsterdam School of the Arts en
su texto “El debate sobre la investigación en las artes” introduce una tricotomía que
puede resultar muy útil para pensar y ordenar la cuestión, aunque luego veremos que en el
desarrollo de nuestro campo artístico local en relación con la academia se establece una
hibridación a partir de esta clasificación. Borgdorff distingue: a) Investigación sobre las
artes; b) Investigación para las artes; c) Investigación en las artes. En esta tricotomía, los
cambios preposicionales marcan la diferenciación entre los objetos de estudio y la distancia
entre el investigador y su objeto.
a) La investigación sobre las artes es la investigación que tiene como objeto de estudio la
práctica artística desde una distancia teórica. Existe, entonces, una separación entre el
investigador y el objeto de investigación. De un modo ideal, el objeto de investigación (la
obra artística) permanece intacto bajo la mirada escrutadora del investigador. Es este el
campo de los teóricos y estudiosos especializados en las distintas artes y generalmente
formados en la academia (historia del arte, literatura, artes escénicas, musicología, etc.)
b) La investigación para las artes es la investigación propiamente aplicada, es decir, la obra
artística no es el objeto sino su objetivo. La investigación aporta, en el mismo proceso
creativo y desde diversas miradas disciplinarias, descubrimientos e instrumentos para
arribar a la obra artística en su particularidad. En nuestro ámbito artístico local y,
especialmente, en las artes escénicas, es muy común que los artistas se agrupen (en
compañías, colectivos, cooperativas) para generar estos espacios de investigación en un
período de tiempo con el fin de arribar a la obra.
c) La investigación en las artes es la categoría que suscita más controversias. Es el tipo de
investigación que no reconoce la separación entre teoría y práctica y, por lo tanto, no
contempla ninguna distancia entre el investigador y la práctica artística. “Conceptos y
teorías, experiencias y convicciones están entrelazados con las prácticas artísticas y, en
parte por esta razón, el arte es siempre reflexivo. De ahí que la investigación en las artes
trate de articular parte de este conocimiento expresado a través del proceso creativo y en el
objeto artístico mismo.” [Borgdorff: 2005].
Para esta última modalidad, se han ido utilizando varias expresiones para denotar la
investigación en las artes. Las más productivas son práctica como investigación o, directa y
explícitamente, investigación artística que evidencia el vínculo estrecho entre teoría y
práctica y, además, posibilita nuevos caminos de pensamiento y producción, también en un
sentido metodológico, que diferencia la investigación artística de la investigación
académica hegemónica.
Estudios posteriores (provenientes también de países centrales) han argumentado desde
diversas perspectivas las limitaciones de la tricotomía expuesta anteriormente, ya que no
alcanza a describir todas las modalidades de la investigación artística. En este sentido, y
para comenzar a aportar pensamiento en relación con la investigación artística en nuestros
países, cabe destacar que hay cuatro universidad dedicadas exclusivamente a la formación
en artes en América Latina: la Universidad de las Artes (ISA) en La Habana, Cuba; la
Universidad de las Artes (UARTES), en Guayaquil, Ecuador; la Universidad Nacional
Experimental de las Artes (UNEARTES), en Caracas, Venezuela; y la Universidad
Nacional de las Artes (UNA), en Buenos Aires, Argentina. Por supuesto que existen
carreras de artes en las distintas disciplinas en las más importantes universidades de la
región, y quedan, aún, una gran cantidad de escuelas e institutos terciarios y superiores en
diversos países de Latinoamérica.
El caso de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) en Buenos Aires, Argentina, se
trata de un caso paradigmático, ya que ha sido creada en 1996 sobre la base de siete
prestigiosas instituciones terciarias y superiores de arte -el Conservatorio Nacional Superior
de Música “Carlos López Buchardo”, la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano
Pueyrredón”, la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación “Ernesto de la Cárcova”, el
Instituto Nacional Superior de Cerámica, la Escuela Nacional de Arte Dramático “Antonio
Cunill Cabanellas”, el Instituto Nacional Superior de Danzas y el Instituto Nacional
Superior de Folklore- se unieron para dar vida a lo que entonces se denominó Instituto
Universitario Nacional del Arte (IUNA). En 2014, reconociendo la diversidad disciplinaria
que convergía en el IUNA y su crecimiento durante los primeros dieciocho años, el
Congreso Nacional de la República Argentina cambió por ley su denominación a
Universidad Nacional de las Artes. Este cambio fue el resultado de una lucha de muchos
años con una gran resistencia, no sólo de la política educativa que argumentaba, de manera
falaz, que el arte es unidisciplinar, sino que, también, debió vencer la resistencia de la
propia comunidad de artistas que miraban a la academia sospechosamente. La producción
de conocimiento en arte implica lo afectivo y perceptivo y, en muchos casos, nos cuesta a
los artistas reconocer que también involucra el pensamiento y la reflexión.
La Universidad Nacional de las Artes es encuentro interdisciplinar. La unión de la memoria
de las siete instituciones históricas con las nuevas unidades académicas da como resultado
una propuesta original que busca favorecer la interrelación entre las distintas artes,
respetando las diferencias de cada disciplina pero potenciando los infinitos cruces de
fronteras entre uno y otro lenguaje. Por otro lado, el mismo carácter universitario de la
institución hace que las actividades de la Universidad Nacional de las Artes no se agoten en
el dictado de las carreras de grado sino que viene desplegando una intensa actividad tanto
en Investigación y Posgrado- Proyectos de Investigación, Seminarios, Cursos de
Especialización y Maestrías- como en el área de Extensión. Se trata de una universidad
donde creación y reflexión, teoría y práctica, se encuentran en busca de un impacto
transformador en la sociedad.
Particularmente, sobre la investigación en artes escénicas en el ámbito universitario y en el
nivel de posgrado, el Departamento de Artes Dramáticas de la Universidad Nacional de las
Artes, se interesa en formar un perfil de graduado en el que se dé la convergencia de
lenguajes e instrumentos: la formación de un artista con un consistente lenguaje teórico-
crítico y un analista que se fortalezca en lenguajes estéticos para presentar argumentos
sobre la sociedad. En sus actuales carreras de posgrado –Especialización y Maestría en
Dramaturgia, Especialización en Teatro de Objetos, Interactividad y Nuevos Medios y
Maestría en Teatro y Artes Performáticas-, el Departamento de Artes Dramáticas busca
integrar y crear sinergia entre aproximaciones y perfiles tradicionalmente separados, el del
científico y el del artista, y cubrir la necesidad de actualizar y jerarquizar los procesos de
enseñanza e investigación en el marco de la Universidad Pública. En el caso de los
posgrados en arte, el modo de incidir en el debate sobre la investigación artística ha sido el
sistema de evaluación final de cada una de las carreras. Tanto en las especializaciones
como en las maestrías, el trabajo final o tesis privilegia de manera dialéctica tanto la obra
artística como el proceso de reflexión –escrito-, y no se concibe una sin lo otro. Así, se
promueve, tanto en la formación como en la graduación, un perfil novedoso de artista en el
marco de la universidad.

Asimismo, se han desarrollado nuevos modos de validación y de evaluación de la práctica


artística que posibilitan influir en las políticas de acreditación y de investigación de los
organismos educativos gubernamentales, donde, hasta hace muy poco tiempo, sólo aparecía
la palabra “ciencia” y no la palabra “arte” como forma de invisibilizar la práctica artística
como productora de conocimiento. Esta situación se ha revertido y, actualmente, los
proyectos de investigación se denominan Proyectos de Investigación en Arte, Ciencia y
Tecnología (PIACyT).

Estos objetivos y características se han sostenido desde la creación de las carreras de


posgrado y hacen a su originalidad. Sin embargo, no se desarrollan sin tensiones, ya que, al
privilegiar los procesos y los objetos artísticos como productores de conocimiento, la
universidad –inmersa aún dentro del paradigma moderno logocentrista occidental- debe
repensar, para argumentar permanentemente –por ejemplo, ante comités evaluadores- sus
propios modelos epistemológicos y pedagógicos. La necesidad de favorecer la formación
artística de posgrado es parte de estos procesos de revisión y problematización de las
tensiones que aún persisten entre el arte y la academia.
Referencias:

Borgdorff, Henk. (2005) “El debate sobre la investigación en las Artes”, basado en
lecturas y presentaciones sobre investigación en las artes llevados a cabo en otoño de 2005
en Ghent, Amsterdam, Berlín y Gothenburg. Ver:
http://www.ahk.nl/lectoraten/onderzoek/ahkl.htm.

Oliveras, Elena. (2018) Estética. La cuestión del Arte, Buenos Aires: Emecé.

Marcelo Velázquez se desempeña como Secretario de Investigación y Posgrado del


Departamento de Artes Dramáticas de la Universidad Nacional de las Artes donde, además,
es Profesor Titular Regular de la asignatura Dirección Teatral I en la Licenciatura en
Dirección Escénica. Posee una vasta carrera artística como actor y director teatral.

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