11.1. LA CRISIS DE 1808: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL 1. El reinado de Carlos IV (1788-1808): precedente de la crisis La crisis de 1808 supuso el fracaso del Despotismo Ilustrado y el inicio de la crisis del Antiguo Régimen. Se fue gestando durante el reinado de Carlos IV, cuando se planteo una crisis generalizada tanto socioeconómica como política. De un lado, se sucedieron las crisis de subsistencia entre 1790 y 1804 con malas cosechas, escasez, carestía, epidemias y el consiguiente malestar social. Por otra parte, se desencadenó una grave crisis política como consecuencia del impacto de la Revolución francesa. El temor ante los acontecimientos franceses supuso el fin de la alianza con Francia. La ejecución de Luis XVI impulsó a España a incorporarse a la gran coalición antifrancesa. Se inició “la Guerra Gran” (1793-1795) pero la invasión del País Vasco y Cataluña por las tropas francesas obligó afirmar la Paz de Basilea (1795). Godoy, designado valido de Carlos IV, volvió de nuevo a la alianza con Francia con quien firmó el Tratado de San Ildefonso en 1796. Esta vuelta a la alianza con Francia significó la guerra naval contra Inglaterra lo que provocó la destrucción de la Armada española (Trafalgar, 1805). La falta de protección redujo drásticamente el comercio con América La política de Godoy tuvo dos consecuencias. La primera, una grave crisis fiscal. Los gastos bélicos llevaron el endeudamiento a un punto crítico que obligó a Godoy a decretar la desamortización de 1798 que afectó a los bienes de hospitales, hospicios y obras pías. Despertó la oposición de los privilegiados. La segunda fue el sometimiento a los intereses de Francia, gobernada por Napoleón desde 1799. Este decidió invadir Portugal, firme aliado de los británicos, que se negaba a cumplir el bloqueo impuesto a Inglaterra. Por ello, firmó con Godoy el Tratado de Fontainebleau (1807), que permitía la entrada de tropas francesas por España en tránsito hacia Portugal (Godoy se convertiría en rey del Algarve). El resultado fue la creciente impopularidad de Godoy considerado por el pueblo, culpable de la crisis económica y del sometimiento a la política de Napoleón, pero también un progresivo desprestigio del rey Carlos IV. 2. La crisis de 1808 Estos acontecimientos dieron lugar a una grave crisis en la primavera de 1808, que tuvo tres momentos. 1º. El Motín de Aranjuez (marzo de 1808). Fue promovido por un grupo de privilegiados contrarios a Godoy (partido fernandino) cuyo objetivo era expulsar del poder a Godoy y forzar también la abdicación de Carlos IV y proclamar rey a su hijo Fernando. Ante los rumores de que Godoy, engañado por Napoleón, trasladaría a los reyes a Andalucía, estalló en Aranjuez un motín popular de soldados, criados y campesinos, instigado por el partido fernandino, que asaltó el palacio del valido. El motín provocó la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV. Fernando VII fue proclamado rey.
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2º. Las abdicaciones de Bayona (abril de 1808). Ante esta situación de
crisis dinástica, Napoleón trazó un plan para derrocar a los Borbones. Llamó a Bayona a Carlos IV y a Fernando VII con el pretexto de mediar en su disputa por el trono pero obligó a ambos a abdicar y entregárselo a él. A su vez, se lo cedió a su hermano José I Bonaparte, que se convirtió así en rey de España. 3º. El levantamiento del 2 de Mayo en Madrid: origen de la Guerra. En medio de estos acontecimientos, se supo que el resto de la familia real partiría también a Bayona. El 2 de mayo se sublevó el pueblo de Madrid y se produjeron graves enfrentamientos con las tropas francesas, a las que se sumó un sector del Ejército comandado por Daoíz y Velarde. Tras duros enfrentamientos en las calles, el general francés Murat aplastó la rebelión y ordenó una fuerte represión (fusilamientos del 3 de mayo). Al conocerse estos sucesos, se produjo un levantamiento general en toda España contra Napoleón, con ataques a sus tropas y con la formación de Juntas locales y provinciales que cubrieron el vacío de poder y comenzaron a organizar la resistencia antifrancesa. 3. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la Revolución Liberal (1808-1814) 3.1. Carácter de la Guerra. La guerra tuvo un triple carácter: internacional, civil y revolucionario. A) Fue una guerra internacional pues formó parte de las llamadas guerras napoleónicas en las que participaron, además de España, Inglaterra y Portugal. B) También fue un conflicto civil, ya que los españoles se dividieron en dos bandos: afrancesados y patriotas. Los Afrancesados fueron españoles que colaboraron con Napoleón y con José I, ya que reconocían la validez de las abdicaciones de Bayona. Constituían una minoría ilustrada que rechazaban a los Borbones por incompetentes y consideraban la presencia francesa como la oportunidad para continuar las reformas ilustradas y modernizar España. La mayoría de los españoles, los Patriotas, se mostraron contrarios a Napoleón y a la ocupación francesa. Estaban de acuerdo en considerar Fernando VII como rey legítimo, pero se dividieron en dos grupos políticos: absolutistas y liberales. Los Absolutistas defendían el mantenimiento de la Monarquía absoluta y de la sociedad estamental. Eran la mayoría de los privilegiados, del campesinado y de grupos urbanos de mentalidad tradicional, influidos por el clero y la Iglesia. Los Liberales querían abolir el Antiguo Régimen e instaurar un régimen liberal basado en las libertades individuales, la monarquía constitucional, la división de poderes y la soberanía nacional representada en las Cortes, que se encargarían de aprobar las leyes. A este grupo pertenecían sectores de la burguesía y algunos sectores del campesinado. C) Por último, fue una guerra revolucionaria pues provocó una revolución política que acabó con el absolutismo de los Borbones. Pronto se formaron dos gobiernos: el del nuevo rey José I y la Junta Suprema Central.
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El gobierno de José I se rigió desde julio de 1808 por el Estatuto de Bayona,
una carta otorgada que recogía algunos de los principios básicos del liberalismo: soberanía nacional, derechos individuales e igualdad ante la ley. Además, José I aplicó reformas como la supresión de la jurisdicción señorial, la abolición de la Inquisición o la desamortización de bienes de las órdenes religiosas. Por su parte, en septiembre de 1808 se formó en Aranjuez una Junta Suprema Central, formada por representantes de las Juntas locales y provinciales. Fue una especie de gobierno de los Patriotas que, en ausencia de Fernando VII, se encargó de coordinar tanto el esfuerzo bélico como las tareas de gobierno. Su decisión más importante fue la de convocar Cortes en 1809, para decidir el destino político del país. Las Cortes reunidas en Cádiz pusieron en marcha la revolución liberal. 3.2. Etapas de la Guerra. Se desarrolló en tres etapas. 1ª etapa (mayo-diciembre de 1808): los planes napoleónicos de una rápida ocupación de la península fracasan debido a los levantamientos populares y a la resistencia a los asedios del ejército francés de ciudades como Zaragoza, Gerona y Valencia, “los sitios”. La resistencia se convierte en guerra abierta. En julio, el ejército español mandado por el general Castaños derrota en Bailén a las tropas francesas, viéndose obligado José I a abandonar España. 2ª etapa (1809-1812). Napoleón reaccionó viniendo personalmente a España al frente de la “Grande Armée”, que llegó a contar con 250.000 soldados. A lo largo de esos años, los generales franceses ocuparon casi toda la Península derrotando a los ejércitos patriotas. En 1812 sólo resistían Cádiz y algunas ciudades del sureste gracias al apoyo naval y terrestre de los ingleses al mando del Duque de Wellington. Surgió entonces otro modo de resistencia protagonizado por las guerrillas, partidas de paisanos (campesinos, artesanos, clérigos o antiguos soldados) que, aprovechando el apoyo de la población civil y el conocimiento del terreno, hostigaban y atacaban por sorpresa a las tropas francesas para cortar sus suministros y minar su moral, pero evitando siempre la batalla frontal. Destacaron guerrilleros como El Empecinado, Espoz y Mina y el cura Merino. 3ª etapa (1813). A lo largo de 1813 se produjo la derrota militar del ejército francés como consecuencia de los éxitos de la guerrilla, la retirada de tropas hacia Rusia y el apoyo británico. Así, se sucedieron las victorias españolas en las batallas de Arapiles, Vitoria y San Marcial. En diciembre acabó la guerra al firmar Napoleón con Fernando VII el Tratado de Valençay por el que le devolvía el trono español. Fernando VII retornó a España a comienzos de 1814 y restauró el Absolutismo.
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