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Pannekoek, Anton. Una Nueva Forma de Marxismo PDF
Pannekoek, Anton. Una Nueva Forma de Marxismo PDF
Anton Pannekoek
Introducción: Cajo Brendel
Titulo original: Neubestimmung_ des marxismus
7
mandatos inamovibles, que hubieran de influir a la
realidad de una manera forzosa.
Por eso escribe: cToda ciencia, en su calidad de pura
ciencia del espíritu, es sistematizadora y ordenadora; busca
la regularidad, lo generalmente concreto. El mundo de las
apariencias es infinitamente plural y cambiante: siempre
nuevo, siempre distinto ... El espíritu busca lo general, lo
común a todas las modalidades de lo que aparece,
formando a partir de aquí, conceptos, reglas, causas,
leyes ... La pregunta de si realmente existe en la naturaleza
una ley, ha. de ser respondida a la yez, con l:(n ~í .Y _c<;>n un _
no. Con un sí, en la medida en que lo general, lo
comunitario, está contenido en cada ·caso especial; con un
no, en la medida en que sólo lo concreto, lo específico, es
realidad, siendo la ley por lo tanto solamente una
abstracción en nuestra cabeza. Cualquier regla, cualq-uier
ley, pese a su absoluteidad, rio puede ir más allá de lo que
aportan los materiales concretos, a partir de los cuales. esas
reglas o leyes se han formado. Ellas son lo general de estos
hechos, y si surgen nuevos hechos, entonces la ley queda
completada o modificada. De este modo, y de una forma
incesante, las leyes de la naturaleza ~on remodelad~s o
mejor formuladas, siempre que se ·producen nuevas o más .
m~duras experiencias o se llega a unos grados mayores de
abstracción» 1 ;
Esta necesidad científica de· configuración continua. de
las leyes de" la naturaleza, puede aplicarse también hasta
·un· cierto -grado a las leyes que rigen la evolución de la
socied·ad2 •
8
koek replicaba: cEste es un reproche que se me formula
por reconocer que los pensamientos no se paran mientras
que el mundo cambia continuamente ... Las ideas, condi-
ciona<l:as por las circunstancias continuamente nuevas, han
de cambiar igualmente, y concordar ~on el mundo real.
Esto significa, por ende, que nosotros debemos repensar,
reaprender, liberarnos de todo lo que hasta ahora hemos
pensado. ¿Qué ·hay de malo en ello ... ? No es culpa
nuestra que el mundo cambie tan rápidamente. En una
época de revolución no hay que reprochar que la realidad
haya cambiado, y por lo tanto que haya cambia.do nuestro
pensamiento sobre ella. Al contrario, lo que tendríamos
acaso qU¡e reprocharnos sería el no darnos cuenta de esto,
no quererlo reconocer por pereza de espíritu o por estar
presos de ideas envejecidas ... > 4 •
Este problema caracteriza precisamente la separación
teórica del comunismo coilsejista con respecto al bolche-
vismo. Como Rosa Luxemburg (con la que entronca su
concepción histórico-materialista), Pannekoek estuvo desde
el principio en una postura crítica frente a la revolución
rusa. Comenzó por declarar la guerra a los semidioses
burgueso-revolucionarios del Kremlin, mientras demostra-
ba que sus métodos no tenían nada que· ver con un
marxismo revolucionario, ni con la praxis de la lucha de
clases de los trabajadores de- la Europa occidental, y qu_e
incluso estaban en contradicción con todo ello.
Pannekoek carac~erizó a la táctica bolchevique como
«oponunismo comunista», por lo que este oponunismo de
· 1a 111 Internacional era algo tomado de las formas de lucha
y de· los métodos de la 11 Internacional. Justamente las
experiencias de la lucha de clases dem.ostraban que tanto f;l
parlamentarismo como las organizaciones sindicales habían
de ser consideradas históricamente ya corno formas sobrepa-
sadas por el capitalismo. Ambas formas -parlamentarismo ·
y organizaciones sindicales- solamente tenían para él un
. carácter social-demócrata, y ponaban los estigmas de un
movimiento reformista qe carácter radical-burgués. Para él
9
estaba claro que, en su evolución social, los movimientos
reformistas socialdemócratas habían sacrificado su originaria
intención, y que las nuevas y militantes organizaciones
obreras -por ejemplo los consejos y los comités de huelga .
autónomos-, independientes de las formas socialdemó-
cratas existentes, habrían de luchar de una· forma total-
mente diferente al modo en que luchaba la burocracia
sindical integrada en la sociedad burguesa 5 •
5. Por mi pacte, y como traductor, séarne permitida una pcqucfta nota para
expresar, siquiera brevemente y a pie de página, la disconformidad de Íos actuales
consejistas con la cpureza> de su líder .A.nton Pannckoek. Hoy se piensa que el
Sindicalismo Revolucionario (es decir,. el único au~ntico) y los Consejos Obreros no
son incompatibles. Aun rcconoci~ndo la burocratizaci6n posible·de las organizado~.
nes sindicalistas, incluso de las revolucionarias, éstas son la estn_Jctura imprescindible
~ minima para mantener la coherencia y la continuidad de la lucha que, de otra
forma, se perdería (ejemplos: los soviets rusos de 1917, ·y los . posteriores de
Alemania, Italia, Hungría, Polonia, Checoslovaquia y Paós del 68). Por otro 'lado,
¿n~ entraña tambi~n, en último. extremo, el co.mejismo cpuro• una pimmidc
·federalista de Consejos Obreros, edificación espontánea, empírica, de abajo .arriba,
que en ciertos aspectos 5c conviene en u~ cburocracia de base.? ¿QÚé pasó en
·Hungtia, donde por Ún desmesurado y-enónco resi>cto a la ba~,· no hubo mod~·de
que se reunieran siquiera los consejos de fábrica más importantes de Budapcst.,
·hasta tanto no decidiesen tOdos y cada uno de ~os obreros en. asamblea, mientras las
tanques rusos se abrian paso por las calles de ia capital? ¿No hay en esto rasgos de
cizquierciismo infa~til? Por otra parce, del consejismo al ·espontancísmo desaforado
de ciertas tendencias cautónomas• hay· un paso muy pequeiio~. donde :el asambleís-
mo es artificial, y donde -para m'5 .desgracias- siempi'e algún giupt1Sculo o
fracción quiere imponer su ley, en calidad de crepresentante .pur011> .de la lírica
autónoma. De ahí que si bien el consejismo floreciese én condiciones bélicas
(especialmente en Alemania y Rusia), y fuese allí provechoso como reactivición y
en~rgctización de la siempre lenta lucha sindical (por revolucionaria que ésta sea),
sin embargo, en unos momentos en donde no hay posibilidad ni a corto ni a· medie
10
.
-~--~·:',..,.,...._.:_. : ..,...,._.....,.
.,...,-. .....
11
Etica y socialismo
En mi opinión, Pannekoek valora falsamente en su
obra cEtica y socialismo» los motivo.s que mueven en su
lucha al trabajador. Recuerda a la burguesía holandesa,
que no pudo comprender en el año 1903 la solidaridad de
clase de los trabajadores de los ferrocarriles con los
trabajadores del transporte. Naturalmente, es correcta su
opinión de que dominantes y dominados juzgan sus
acciones de manera completamente distinta, pero el
ejem.plo. qu~ pone para justificarlo. nq es co~recto del todo.
Pues la negativa de los trabajadores de ferrocarriles a
transportar bienes se debió a una lucha que dominaba su
situación social. El no considerar esta parte de la lucha no
puede comprenderse sino desde dentro de la mentalidad
de la socialdemocracia, en la que estaba preso por aquel
entonces Pannekoek. Así, en el mismo escrito, vuelve a
encontrarse otra cosa parecida. Habla de que los trabajado-
res no tienen cpor meta» el cambio de la sociedad, sino
que ésta cambia l.ndependientemente de los trabajadores.
Si se parte de -esta convicción, no puede naturalmente
hablarse de proletariado «socialista» (lo que en realidad
hace· en el citado escrito). Si el proletariado lucha contra el
orden social dominante, no lo hace porque desee un
«mejor orden social> (como afirman los idealistas políti-
cos). La lucha contra el capital no tiene sus orígenes en la
lucha del proletariado a partir de razones ideales, sino que
está fundada en sus necesidades materiales. Aun cuando
no se ape~cil?an· directamente intereses materiales concre-
tos, no. h:~bría. que ·buscar · motivps ·deletéreos, sino la
situación práctica concreta. El ·sentimiento_ de justicia, las
razones éticas y morales que llevan a obrar' son,. según
Pannekoek, exclusivamente sociales 8 •
Todo aquel que se ocupe con los mencionados proble-
mas de ética y socialismo en Pannekoek, comprobará con
8. Afirmación que. como vecemos más adelante, no es tan nitida en
Pannekock, el cual oscil6 -·por decido con terminología hispana- entre el
cpancism0> de Unamuno (cEI socialismo es cosa de est6mag0>) y el ceticismo:. de
Bcsteiro (clo primordial en la lucha de clases es la moral>); desde entonces, la
cuestión oscila entre Bcsteiro y Unamuno. (Nota del Traductor).
12
~ ~?. ,; ,!:~"'-'-•--a.~ •-
13
hombre de su época, no pudo prescindir. En la medida en
que consideraba a sus propias reflexiones no como inalte-
rables, sino como algo en continua evolución, sus análisis
van
.,,.
más allá de los problemas puramente relativos a su
epoca.
14
Ruptura con el «comunismo» oficial
Tras su ruptura con el «comunismo> oficial, comienza
el período teórico más importante de Pannekoek. En esta
época, escribe no sólo un extenso estudio sobre los consejos
obreros, no sólo publica una investigación sobre cel origen
del hombre:. -empalmando con el problema- que había
bosquejado en su folleto «Darwinismo y marxismo>- sino
que también rompe, claramente, con el mito bolchevique
(en su trabajo «Lenin filósofo> 1 3 ). La ocasión para este
escrito fue el trabajo publicado por Lenin en inglés y en
alemán. titulado cMaterialismo y empiiiocriticismo:. i 4 • Si
se hubiese conocido antes este último escrito -escribe
Pannekoek-, antes se hubiese podido considerar desde
una perspectiva crítica tanto el bolchevismo como la
revolución rusa .
.Cuando Pannekoek, en su trabajo titulado «Revolución
mundial y táctica comunista> (aproximadamente de 1920/
21), criticó el oportunismo bolchevique, estaba más o
menos claro para él que la revolución rusa acabaría en el
capitalismo de estado. A los mismos bolcheviques los
consideraba aún como víctimas involuntarias y trágicas de
esta inevitable evolución. Comparó su situación con la
analizada por Engels en ·SU estudio titulado cLa guerra de
campesinos e.n Alemania>, es decir, la situación de un
Partido que toma el poder en una época determinada en._ la·
que aún las condiciones sociales no estaban maduras para
el poder de clase que ese partido representaba. En su
escrito cLenin filósofo» corrige Pannekoek sus anteriores
concepciones e ideas. Dice que la .concepción filosófica ...de
Lenin básicamente nada tiene en común con el -materia- .
1ismo histórico ·de Marx y de Engels, sino más bien todo
con el materialismo burgués del siglo XVIII.
A co~ienzos del siglo x.x; según Pannekoek, eran
dominantes en la Rusia atrasada . las mismas relaciones
sociales que a comienzo de la gran revolución burguesa en
Francia. En el enorme país agrario, es predominante el
15
modo de producción capitalista. Zar e Iglesia tienen el
poder económico y social. En lucha contra ambos, el
materialismo científico se acredita como el arma más
···-·segura. Tarea de la inmediata revolución es acabar con la
situación feudal, abrirse a la· moderna evolución industrial,
sobre la base del trabajo asalariado. Dicho de otra manera: .
La gran revolución rusa del siglo XX es una revolución
burguesa. Pero la revolución no será llevada adelante por
la clase burguesa, cuyos intereses están íntimamente
unidos al zarismo. El papel histórico de la burguesía será
toma9o en Rusia por el partido l~ninista, . qlJ.e. ap~ent~-
mente surge en nombre del proletariado. Esto imprime
carácter tanto al Partido como a la Revolución.
Según Pannekoek, por esto no cambia el carácter social
de la revolución. Los bolcheviques, en lugar de ser las
víctimas de la evolución social. en Rusia, son en realidad
sus exponentes, y de ahí deriva todo lo que hace del
bolchevismo ser como es: el erigirse en enemigo y rival de
la lucha de clase proletaria, y el impedir el camino de la
liberación de los trabajadores en la Europa occidental y· en
USA. Después de veinte aiíos, en que Pannekoek hacía
estas reflexiones, los tanques aplastaban los levantamientos
de la Alemania Orien~al (1953), Hungría (1956) y Polonia
(1970).
16
pero se mantiene al Estado como dirigente de la produc-
ción; trabajo asalariado y producción de plusvalía, es decir,
dependencia y explotación de la clase obrera, permanecen.
El socialismo significa: autogestión de los obreros en las fá-
bricas (lo que naturalmente. no hay que confundir con la
«autogestión de Yugoeslavia»). Además, añade Pannekoek,
la caracterización del socialismo no ha de ser entendida como
una exigencia, sino que por así decirlo, es la descripción
teórica de lo que puede caracterizarse como visible.
«La liberación de los trabajadores sólo puede ser obra
de los trabajadores mismos». Esta frase de Marx, será,
naturalmente, aceptada por Pannekoek de una· manera
total y absoluta. Pero solamente al comienzo del siglo XX
adquieren esas luchas formas tales que hacen buena la
frase en toda su magnitud. Ciertamente, hubo rebeliones
de tejedores en Silesia, y una revuelta en Lyon en el año
1831, pero semejantes revoluciones proletarias sordas eran
expresión de la desesperación proletaria,· y en general no
eran características de las luchas de entonces. Solamente
más tarde se caracterizarán las luchas por el hecho de que
los propios trabajadores formarán comités de lucha y
tendrán la responsabilidad por sí mismos. A ello se refiere
Pannekoek, entre otros trabajos, _en el aquí contenido
«Sobre consejos obreros».
17
perfilar los ~ontornos de las futuras organizaciones de
lucha. Naturalmente, la teoría no puede abrir ningún
·camino, pe.ro sí puede al menos decir qué camino podría
seguirse, y por qué. Justamente aquí radica la importancia
de Anton Pannekoek como teórico socialista.
Cajo Brendel
(Amersfoon, enero de 1974)
. •, 18
Capit-ulo Primero
El marxismo como hecho
19
c¡Proletarios de todos los países, uníos!». E hizo algo más
que llamar a la unidad, cosa que ya ha.bíá.n hecho otros
muchos para muy diversos fines. Proporcionó además a los
proletarios una teoría que les mostraba su meta, que les
explicaba la sociedad, y que les dio la seguridad de su
éxito. Esto fue el materialismo histónco.
El materialismo histórico analiza la actuación de los
hombres en la historia a panir de sus relaciones materiales,
sobre todo económicas. Dado que los hombres no actúan
inconscientemente,
. sino por medio de pensamientos,
. ideas
.
y metas, siempre presentes en sus .acciones, . esto. quier~
decir que tales pensamientos, ideas y metas no surgen por
sí mismas de una manera casual, sino que son un efecto de
sus mismas relaciones y necesidades sociales. Si una trans-
formación económica es precisa, si las viejas circunstancias
están sobrepasadas, todo ello genera siempre en las cabezas
de los hombres la conciencia de la imposibilidad de
permanencia de lo anterior, y la voluntad de hacerlo
cambiar; esta voluntad se abre irresistiblemente camino
por medio d~ la actuación, y determina la praxis. Por todo
ello, el proletariado no solamente necesita realizar un
orden mejor; el materialismo histórico da al proletariado la
seguridad de que tal orden llegará, de forma que la
evolución de la economía de las masas contribuye. y
posibilita su .,,logro. De esta manera,. el .socialismo deja de
ser una utopia pa·ra pasar a ser una c1enc1a.
-
20
J> - ...\.• '~r.;~- •
21
árculos dirigentes del Partido se· dieron cuenta cada vez
más del peligro con que esta nueva táctica -que por parte
de las fuerzas dominantes obtendr1a un enfrentamie·nto
muy fuene- amenazaba su tranquila actividad habitual.
Entonces dieron marcha at~, hicieron retroceder a las
masas, y se opusieron a que se siguiese. dando pasos hacia
adelante. Kautsky representaba la teoría de que era
antirnarxista el aguijonear al proletariado a una tal activi-
dad, que sólo los anarquistas y sindicalistas aguijonean en
tal sentido, que el verdadero marxista deb~ría saber que
las ~ircµnstancias han de madur~ por sí mismas sin
forzarlas. y· así, mientras la gran inayoría de -la· burocracia
del Partido· paralizaba cualquier corriente viva, y la táctica
del partido era esclerotizadora, se defendía en las plumas
de sus teóricos la doctrina del marxismo universalmente
revolucionario como un fatalismo estéril. ¿Para qué accio-
nes, que entrañ.an tantos peligros, si la misma evolución
econ(>mica ha de impulsarnos hacia adelante sin peligro y
de manera fatal, si nuestro poder crecerá continuament~, y
finalmente caerá como fruta madura?
Los trabajadores que aceptaron este marxismo, hasta el
presente no han ·hecho nada en contra de tales teonas. Los
enemigos de la socialdemocracia no fueron tan fatalistas
como para dejar que las cosas madurasen por si mismas,
hasta que la evolución económica de Ale.,nania alcanzase·
·por ·sí" misma el lugar deseado· en el mu~do. Sabían. que·
había que luchar por ello, que sin lucha .no se puede ganar
nada, y durante muchos anos se ocuparon de la forma má.s
seria con ·esta lucha. El proletariado se d~jó dirigir., ~e_. :4ejó
engañ.ar por el estruep.doso ruido· artificial de la g,r~n
v~ctoria electoral, y siguió su curso·. _
. Pero ahora ha llegado el tiempo de resaltar. la otra
pane .del marxismo hasta ahora desconsiderada, ahora., e_n
que el movimiento obrero ha de orientarse de nuevo, a.,fin
de superar la estrechez de miras y la pas.ividad de la. vieja.
época, si quiere superar la crisis.· Los hoII)bres deben hacer
por sí mismos la historia, sin que se la hagan. Cienamente
no pueden construir sin contar cqn .las circunstancias, pero
construyen~ El hombre mismo es e_l elemen.to capaz de ·
configurar activamente la historia. Efectivamente, la eco-
22 .
·nomia ha de condicionarle, pero él debe actuar. Sin su
actuación, nada ocurre; y actuar en el sentido de la
formación de la sociedad es algo distinto y mucho más que
depositar cada cinco años un voto en una urna electoral.
De esta forma tan facilona no se construye ningún mundo
nuevo. El espíritu humano no es tan sólo el producto de
las relaciones económicas, sino también la causa del
cambio de estas relaciones. Los grandes cambios del modo
de producción (como por ejemplo, el paso del feudalismo
al capitalismo y de éste al socialismo) solamente se realizan
cuanclo las Quevas necesidades influy~n en el espiritu del
hombre, y le llevan a una determ.inada forma de querer
actuar; cuando este querer actuar se cumple en efecto, el
hombre cambia a la socie.dad, a fin de que ésta correspon-
da a las nuevas necesidades. El marxismo nos ha enseñado
cómo nuestros antepasados, al cambiar su mundo, fueron
impulsados por fuerzas sociales; ahora nos enseña que los
actuales hombres~ impulsados por--la necesi~d económica,
han de poner manos
. .
a la obra, si quieren cambiar el mundo.
23
Capitulo Segundo
· Marxismo e idealismo
24
revolucionarios, de las fórmulas de conspiración contra la
revolución. Una nueva generación de luchadores surge·
ahora, libre de los influjos espirituales del Partido Socialis-
ta Alemán. Su necesidad de profundizar teóricamente y de
aclarar por sí mismos los nuevos grandes problemas del
nuevo mundo, les impulsa hacia el marxismo. Como
intento en esta dirección, como síntoma de· esta necesidad,
hay que saludar el artículo «Materialismo e idealismo>
publicado en el número dos de Proletaner. Empalmando
con ello, pueden discutirse aquí algunos conceptos fun-
damentales del marxismo como nueva teoría filosófica.
El marxismo es una forma de explicación de la historia.
Toda historia es actuación, actividad de los hombres. Todo
lo que los hombres hacen y realizan pasa por sus pensa-
mientos, su voluntad, su espiritu. Por ello, la base del
marxismo es una ciencia del espíritu humano. El marxismo
es la consideración cientffica de todo lo que acaece en el
mundo de los hombres en cuanto que acontecimiento
natural, en contraposición con el modo. de considerar las
cosas fantástica o ideológicamente. Es, pues, también la
consideración científica de todo lo espiritual en las cabezas
de los homl;>res en cuanto que hechos naturales, en contra- ·
posición con la postura sobrenaturalista .. Su tesis es: el
espíntu humano -.Y .por tanto todo lo que él hace-.- está
co_mpletam'!nte determinado por el mundo real, matenizl.
Para no comprender mal esta· frase, es preciso una
aclaración, relativa a la palabra «material» 15 , presente en·
las denominaciones de «concepción ·materialista de . la
historia» y de «materialismo dialéctico>. La incomprensión
de esta palabra pi;oviene del hecho de que a esta palabra se
le da ~l .sentido que tiene en la ciencia de. la naturaleza y
en la ciencia burguesa en general: material es tódo lo
tangible, lo visible o pesable, lo cont.t;apuesto a lo
espiritual; por eso, se equivocan quienes afirman que Marx
nieg_a los factores espirituales de la historia. Estas palabras
15. !~teresa subrayar la imposibilidad de traducir con total fidelidad las
palabras aquí empleadas por Pannekock. Así, la palabra «ml#~rie/k, sinonímica de
stoffliche y de wirklzche (lo que actúa cwirklich:.), no puede en ningún caso
.traducir5e unívocamente por cmaterial:. ni por creal:.. Estas son las limitaciones de la .
traslación de un idioma.a otro, que desazonan al traductor (Nota del Traductor).
25
tienen en el marxismo otra significación,. la cual es más
correcta y más lógica si la entendemos desde las premisas
fundamentales que aquí se exponen, y por ello hemos de
rechazar también la opinión de quienes dicen que el
nombre.de materiali$mo no lo debemos usar más:
Maténal, entre nosotros, · es todo lo que es real, todo el
mundo real, todo, todo lo que actúa sobre nosotros 16 • No
solamente alimentación y aire, árboles y tierra, sino
también colores y tonos, palabras y pensamientos. Todo lo
espiritual está, por lo tanto, contenido en ello; reales,
realmen'te ·reales, son los pensamientos en- nuestras cabe--
zas, y ellos actúan también influyendo en otros. ¿No es
pues todo material en ese sentido? No: no materiales son
el diablo, los angelitos y el buen Dios, ·o ~odo lo que
fantasean las cabezas· de los hombres. No reales son las
morales abstractas y el «espíritu de la humanidad>, no reales
son los «eternos derechos del hombre>, que inexpresable-
mente penden de lo alto. Pero materiales, es decir reales,
son los pensamientos, las ideas en su calidad de pensa-
mientos e ideas, las teorías de la fe, los ideales existentes
fácticamente en las cabezas de los hombres, y que· por esta
razón tienen una influencia efectiva: la fe religiosa en Dios
y en el diablo, la búsqueda de libenad, el entusiasmo por
el dereeho, la entrega al gran ideal que tuvieron y tienen
su importa.ocia en la historia como poderosas · fuerzas .
impulsoras· ó. frenadoras. .
Para la concepción burguesa, las ideas, así como los
objet~s fantásticos de la ..qiisma naturaleza,' . e~tán en la
cabeza, y a todo ~llo lo d(!nomina cespiritual>; para ellos,
·pues, ·el espí~itu hu~ano es una pequefía. parte de · lo ·
espititUal ge·rieral, · o un débil e incompleto · símil del
espúitu de Dios, y la -idea de la j\lsticia en los hombres es.
una. emanación de la justicia abstracta eterna, que por
·doquier introd~ce .una existencia llena de· fantasmas. Por
esta razón hace un gran corte entre todo esto espiritual por
16. Para que el lector juzgue de la imposibilidad de .tq1.ducd6n· antes aludida
-sin crear un· metalenguaje a .su vez intraducible, ciare>-, he aqu1 el texto alcmfn
de Pa'nnckeok: cMatcriell ·bcdcut:et bei uns allcs was wirklich ist, die ganze reale
Welt •. ·a11cs was auf UDS wirkt ... wirldich. real bestehcnd, sind> (y de este. modo
pódóamos prolongar los ejemplos con~uainente. ·Nota del Traductor)'.
26
una parte, y por otra parte la materia sucia aunque muy
anhelada. Para el marxismo, sin emb;¡.rgo, todo cuando
ocurre en el espíritu humano es tan real y material como- la
propia materia f"'isica; lo espiritual es para él una parte de
la naturaleza, una parte del mundo como la materia de los
físicos, y traza una línea de demarcación entre esta na-
turaleza universal y realmente material por una parte, y
las abstracciones fantasiosas a las que la fantasía del
hombre concede especial existencia y esencia, por otra
parte. En Dietzgen 17 se encuentra estudiada en su
magnitud real la significación de. mundo,_ ~splritu y_
materia. Así pues, la concepción burguesa de la historia:
era ideológica .y fantástica, mientras· que la concepción
marxista de la historia retrotrae todo a sus auténticas
fuentes, a las que caracteriza en su totalidad como
materiales.
El marxismo, por lo tanto, no dice que solo· las
relaciones materiales, en el estrecho sentido burgués,
determinen el espíritu de los hombres, sino que dice que
determina solamente el contorno real total, pero sólo el
real.
Junto a las relaciones exteriores de la vida surgen cual
fuerza más importante la relación espiritual. de _los hom.:..
bres; por una parte, la tradición nos proporciona intuicio-
nes que nos troquelan desde niño, teniendo también sobre
nosotros su influencia la cuidadosa influencia de las clases
dominantes; por otra parte, i~fluye también la propagan-
da, que lleva las nuevas ideas de uno a otro. De ello se
despr~nde que el hombre es un ser social, .que la p_osesión
esp:iritual que los hombres tienen. de .sabiduría,· fe, intui-
ciones e ideales es una posesión colectiva. Lo que surge
acá, allá, allí, en forma de ideas en cada.una de las cabezas
27
de los hombres, a partir de la influencia de nuevas
relaciones, se convierte en una propiedad total gracias al
tráfico espiritual entre los miembros de una comunidad
(pueblo o clase) ; cada uno de nosotros no . necesita
descubrir algo completamente nuevo por sí mismo, pero
su propia experiencia le ayuda a comprender las nuevas
ideas, y la propaganda de las nuevas ideas le ayuda a
comprender más rápida.Illente que antes sus relaciones, su
.
circunstancia, . .--
. su s1tuac1on. .
Decíamos que la historia es la actuación de los
hombr~s .. ¿Q~é determina la actuación. humana? En.
primer lugar, los impulsos inmediatos, las necesidades
obligatorias de la vida; hambre y frío les impulsan, como
a las fieras, a buscar alimento y abrigo. Entre los hombres,
esto adquiere la forma· de pensamiento, de voluntad
consciente. Pero otras fuerzas también determinan su ac-
tuación: los impulsos morales, las influencias espirituales,
el ánimo para el sacrificio, la penetración intelectual, la
liberación, los ideales, todos los cuales causan a menudo
una actuación de signo contrario a los .intereses inmedia-
tos. En épocas revolucionarias se aprecia ·el poder motor de
las grandes ideas. Los rivales ignorantes creen poder refutar
·poi: esto al propio marxismo, al decir: no sólo son las
fuerzas materiales las que determinan la historia. Pe.ro está
claro que esto es no entender el marxismo. El marxismo no
niega el poder de las fuerzas morales, espiritua.Ies, ideales,
sino que pregunta: .¿de dónde proceden esas fuerzas? No
proceden del cielo, sino del mundo real mismo. Surgidas a
partir de las necesidades de la evolución económica, .se
expanden por· medio de los discursos y los . escritos,._.la
Htera~ra, · el ane, la propaganda, y en general todos lo~
medios del tráfico espiritual, mientra5 que siguen alimen~
tándose continuamente del suelo· en que arraigan,·· alcan-
zando de este modo una .fuerza de gigante. La compren-
sión ideológica de la historia por la burguesía f;xplicaba la
gran revolución ·francesa p.or las nuevas ideas de libertad ·y
de derechos humanos; el· marxismo las explicaba a panir.
de las necesidades del capitalismo en auge. Con ello no·
dijo el marxismo que ia explicación dada por la burguesía
fuese falsa, sino que el marxismo le achacaba su parcialidad;
28
su incompleción, pues dejaba las cosas sin explicar, en la
oscuridad. Así pues, las nuevas ideas brotaron exactamente
de las necesidades de la clase burguesa en auge.
La tarea de la investigación materialista de la historia
era, por lo tanto, explicar en general las raíces económicas
de los grandes acontecllnientos históricos. Sin embargo, al
hacerlo -corno por ejemplo en la breve referencia que aca-
bamos de hacer a la revolución francesa- se pasaban por alto
con demasiada frecuencia los estadios espirituales, que se
daban por supuestos. Esta forma de expresión, empero, da
pie con mucha frecuencia a equívocos, como si el hombre
fuera por así decirlo una herramienta pasiva y sin voluntad·
de las fuerzas materiales. En las obras de Kautsky, por
ejemplo, en las que tienen carácter histórico, el marxismo
da
. la llnpresión muy a menudo de ser un total mecani-
cismo.
Esta omisión se convierte en grave error, cuando ·se
prolonga al marxismo hasta la actualidad. Si hoy se
plantean las causas ecc;>nómicas y la revolución como un
resultado que se implica .con necesidad fatal, entonces el
marxismo se convierte en fatalismo, cuyas soluciones y
mandatos «marxistas:. son: dejar· madurar las cosas, esperar,
no dejarse provocar, y sobre todo no atacar. En este fatalismo
ha caído el marxismo de 11 Internacional.
Justamente en ·la actualidad vemos lo que es el
marxismo en realidad; entre la necesidad económica como
causa y la revolución económica como resultado hay un
enorme trecho cuyo nexo son los hombres vivi~ntes,
sensibles, pensantes, investigadores y luchadores, hombres
con sus· viejas y nuevas intuiciones e ideales·.. En nuestra
época estamos asistiendo al proceso por el cual la sociedad
está cambiando gracias a la actividad de las acciones de los .
hombres. Los cambios económicos violentos, p.rimero el
florecllniento del capitalismo y luego su desplome, actú.an
en su espíritu. Pero sus efectos no se escriben como en una
hoja en blanco. Sus cabezas están llenas de intuiciones
procedentes de relaciones antiguas, pequeñoburguesas y
pacíficas, e incluso a vec.es proporcionadas por la tradición
más antigua. Las nuevas experiencias e impresiones (trans-
mitidas directamente y por la propaganda) se añaden al
29
viejo_ contenido, se unen a él, se igualan, para aceptar la
ludia, modificarla o negarla. Según la posición personal y
las circunstancias, todo se realiza de una manera más o
menos rápida, pero a· la larga la nueva idea gana terreno y
·se expande cada vez más fuertemente, induce. a los
hombres _con una fuerz·a cada vez mayor a la acción, hasta
que finalmente llega la fuerza para la revolución.
Así pues, los hombres han de cambiar la sociedad; sin
la actuación activa del proletariado, no existe revolución
alguna, ni comunismo alguno; la «necesidad> de que
habla el marxismo se produce por la mediación de los
hombres; la voluntad humana y· su inteligencia son·
miembros de la cadena, que ·unen la causa y el resultado.
Por esto no se debe decir: dado que las relaciones econó-
. micas determinan la conciencia, independientemente de lo
que nosotros deseemos, debemos ·esperar, hasta que las
masas adquieran voluntad para ·ta acción~ Esto no es
correcto desde el punto de vista marxista. La afirmación de
que el ser social determina la conciencia no significa que
las relaciones .económico-sociales de hoy determinen la
conciencia de hoy. También las anteriores relaciones
determin~ la conciencia de hoy: ·1a conciencia se hace
presente -por medio d~l poder tremendo de la tradición. Las
condiciones de ludia. y las intuiciones de la época de la
seg~nda Internacional - y tradiciones al.ín máS viejas-
·.domin~n· a~n ·,.con g~an fuerza_ el :espiritu de los tia~aja~
dor.e~~ fr~n~do la compr~nsión· .clara .de las nuevas condi-
ciones y· metas. de la lucha. El e~píritu · humano va siemp~e
a .contrapelo ,de sus propias .tareas.. De ahí surge . la
.necesidad de.Una propaganda intensiva, a fin.·de meter .. Ia·
nueva. realidad~ las nuevas tareas, en los cerebros y en los
corazone~,. a .fin .de :enseñarles ~l ideal del comunismo·~ y
sobre-todo. a :fil) de inostrarles el cainino en el cual podrán
a~mentar su propi~ poder. La tarea de la rev9lución en. ·el
_.primer estadio es la de elevar la conciencia del proletariado
a la altura de la éPQca, a la altura. de sus tareas. Por esto es
completamente correcto el afumar que en Europa occi.den.;.
tal, ~onde el peso de la tradición ~urguesa es tan grande,
~I problema pn·ncipal es la evolución de la autociencia del
proletanado. · ·
30
No es, pues, algo -correctamente expresado el deor que
en· el marxismo haya de rechazarse un momento idealista.
El idealismo 1 8 , el entusiasmo, la voluntad decidida para·
actuar revolucionariamente, todo ello son justamente los
factores que el marxismo presupone como eslabones de la
evolució-n social. Solamente frente a una tiesa y fatalista
desfiguración del marxismo, como la que existió en la
segunda Internacional, hay que resaltar la importaQcia de
estos momentos de la actividad humana en el marxismo.
31
Capítulo Tercero
Marxismo liberal e imperialista
32
«La causa de estos acontecimientos a primera vista
sorprendentes está en el mismo carácter dialéctico del
marxismo, en el carácter histórico de la teoría marxista de
' la historia. No sólo es una crítica del capitalismo, sino que
también expone su necesidad histórica. Justifica cada paso
de la evolución social en su necesidad histórica, hasta que
ese paso haya de ceder ante el estadio siguiente.
Marx no solamente ha atacado al capitalismo; talllbién
lo ha analizado de una manera sorprendentemente exacta.
El proletariado extrae a partir de ese análisis el conoci-
miento de las causas de su situación, la claridad teórica
suficiente par~ que comprenda cómo se. extrae phisvaiía de
su trabajo, cómo se producen las leyes de evolución de ese
orden, así corno la meta que ha de buscar con su propio
esfuerzo, meta que es el socialismo. Pero el análisis de
Marx muestra aún otros rasgos, que caracterizan sobera-
namente incluso a quienes no viven esa realidad. Muestra
cómo el capitalismo echa abajo las viejas e inamovibles
relaciones, acab3: con la vieja barbarie e incultura, cómo
abre fuentes de gigantescas coirientes dinerarias y posibili-
dades ilimitadas, cómo proporciona campo libre a las
personas enérgicas y emprendedoras y cómo las hace
dominadoras del mundo·, creando el milagro que nunca
anteriormente se ha-bía conocido.
Estos rasgos afectan incluso· y sobre todo .a aquellos
que, como nuestros camaradas rusos, viven en circunstan-
cias bárbaras, en el bárbaro _modo de producción de la
incultura, que quieren superar, siendo por el contrar~o
violentamente reprimidos. Lo que en ellos brota como
ideal no es el socialismo apenas reconocible en el -cielo
azul, sino la violenta evolución capitalista, que suprime las
viejas relaciones sociales. M~rx. ha caracterizado este capita-
lismo, y este capitalismo es el que ellos quieren y· anhelan. ·
Naturalmente, no como meta final: sólo es posible que
uno defienda algo con toda su persona, si se cree que_
traerá felicidad a. todos los hombres. Esto no lo podían
garantizar por sí solos el orden y la libertad burguesas. El
sociálismo, al que Marx había caracterizado como conse-
cuencia necesaria. del capitalismo, había de ser la meta
f"mal, pero el progreso del capi~alismo -único medio para
33
·esta meta final- era la próxima meta inmediata práctica.
Así, el marxismo mostró mejor que todas las anteriores
ideologías la necesidad de acabar con lo viejo y comenzar
con el desarrollo de la teoría de una burguesía progresiva-
mente revolucionaria, o sea, sobre todo la inteligencia
rusa, que proporcionó los representantes de esa .clase.
Cuando luego el proletariado hizo su ·aparición, el
marxismo de estos ideólogos de la burguesía hubo de
teñirse de la conocida coloración revisionista: los trabajado~
, res debían conquistar junto con la burguesía el estado de
derecho- burgués, p.ero sin pedir a cambio exigenci~
propias. Debían primero fonalecer el capitalismo, antes de
.poder superarle.
Si, pues, se comprende cómo· el marxismo puede
adoptar el lugar del anterior liberalismo, al servicio de
una burguesía como la rusa, es igualmente comprensi-
. ble que en estas condiciones el marxismo haya de ser algo
completamente distinto de la teoría de la lucha de clases
proletaria, teniendo ·en ·estas condiciones un estrecho
carácter mecanicista. Esta inteligencia rusa no. tomó del
marxismo más de lo que podía necesitar. No necesitaba
nada más, considerando al capitalismo como algo racional
y necesario. Por cuanto el capitalismo hubo· de someterse
también a la evolución y a la decade~cia, la validez de esta
verdad se dejó relegada para un lejano futuro, ~era del
terreno de la actuación práctica.
·Pero el marxismo no ·es una teoría mecánica como .se
. pintó· e·ntonces. No se pueden separar las ·dos partes del·
·.capitalismo, y la otra pane que entonces se ·relegó no es una.
.cuestión del ·fututo,· .sino actual. Burguesía y proletariado
no vienen una d~spués :·de· otro, surgen .a la vez en el
escenario del mundo, e inmediatamente comienza su
antagonismo. Cuanto más pronto pueda ponerse el ·prole-.
tariado ~obre sus propi<?s pie5," tan~o más rápidamente
crecerá su fuerza,. y tanto ·más rápidamente estará maduro
para alcanzar S'1 meta. Puede ser que· al comien·zo ambas
clases puedan tener el· mismo interés en el progreso, pero
aun así existe ya desde · el comienzo un contraste en el
modo en que cada clase entiende este progreso. El prole-
tariado desearía configurar las formas políticas y económi-
34
cas, de .tal suerte que se allanase lo más posible el camino
para una evolución ulterior pacífica y tranquila; la burgue-
sía busca fonalecer su poder en todas las épocas. Si la clase
obrera se dejara envolver por los teóricos cuasimarxistas,
debería entregar a la burguesía -siempre que fuera
progresista- de una manera confiada la dirección, ya que
las metas próximas serían comunes a ambos, pero de este
modo se dificultaría a sí misma su posterior auge. Pues las
metas prácticas reales son diferentes, aunque el nombre de
la teoría a veces pueda coincidir.»
Hasta aquí lo escrito tiempo atrás. ,Lo que entonces se
decía del capitalismo en. contraposición con la primitiva
pequena producción, vale ahora para el imperialismo en
contraposición con el pequeño capitalismo. El imperialis-
mo abre amplios horizontes, lleva más allá del· pequeño
espacio europeo, da un vuelco al mundo en una medida
colosal, y despierta en· los hombres una energía imparable.
Así como los ingleses, en su calidad de pueblo dominante
de todos los océanos, se encuentran en ellos corno en casa,
hablando d~ ellos en cualquier parte del mundo como si
fueran una parte d~ su territorio de acción, así también
toda nación en auge debería imitar a los ingleses: el·
poderío mundial y la riqueza de Inglaterra, cimentados en
el dominio de los más ricos países de la tierra, es el modelo
de nuestros anhelos secretos. ·
Es por tanto muy natural que también los teóricos
socialistas, para mostrar la irresistibilidad del imperialis-
mo, acentuaran este aspecto en su lucha. contra la vieja
tradición del partido, que nó sabía nada absolutamente
del imperialismo. Contra la· embotadá ,obstinación del
espíritu .de aquellos círculos del partido, que encubrían su
total impotencia para comprender la moderna evolución,
tras la cómoda frase de la «táctica acreditada desde
siempre», tuvieron que resaltar sobre todo la irrebatibili-
dad de la. evolución imperi~ista. Ahora bien, -quien ya no
ve otra cosa sino la imbatibilídad y necesidad del imperia-
lismo, lo ·mismo puede ser un ennisiasta portavoz del
imperialismo, que un· socialdemócrata revolucionario, se-
gún ponga el·acento en f~mentar el imperialismo, o en la
necesidad de una estrategia de los ~rabajadores más enér-
gica en su lucha contra dicho imperialismo. En antiguos
períodos del Leipziger Volkszeitung se afirmaba también
que a la nueva aparición del imperialismo le corresp<;>nde
necesariamente la nueva táctica de la acción de masas .
. Así se comprende que cualquier conocedor socialdemó-
c.rata 1 9 del imperialismo, si quiere situarse desde la otra
perspectiva contraria a la nuestra, pueda encontrar fácil-
mente ·en su bagaje teórico los argumentos pertinentes.
Solamente necesita concebir mecánicamente al marxismo,
y decir: el socialismo solamente es posible en la evolución
imperialista· ·de países altamente capitalistas,-· por lo cual
primeramente hemos de ayudar con toda nuestra fuerza a
fortalecerle, defender el imperio mundial del propio país
contra el imperialismo ajeno. Ahora debemos ser imperia-
listas·, pero el socialismo es la meta final, en el lejano azul.
Pero ya hemos dicho por nuestra parte que en el lejano
azul el proletariado es aún muy débil para la.victoria.
Está clarísimo que con esta actitud cuasimarxista la
realización ·del socialismo no se logra ni se fortalece, sino
que· se frena y desvía. Pues esa realización depende única y
exclusivamente ·de la fuerza, de la autonomía, de la
energía y de la claridad de metas de la clase obrera.
37
. Importante en orden a la actuación fue la necesidad
inmediata, el aguijoneo del hambre, que lleva a todas. las
··especies vivientes al impulso por. mantenerse a sí mismas.
La historia conoce muchos ejemplos en que las masas
fueron llevadas a la rebelión por el hambre; dando así
ocasión a la revolución. Sin embargo,. al lado de. ello hay
también otros motivos que impulsan a las clases a la acción
y que determinan sus acciones: los motivos más generales,
abstractos, llamados ideales, que en muchos sentidos están
en contraste con el mantenimiento de las clases por sí
mismas y de los intereses propios, y que posibilitan una
e.ntu.Siasta entrega. En las clases que lucha.ti, viveri pensa:... -
mientos y sentimientos más profundos·, una· idea general
sobre lo que es bueno y necesario para el mundo," ideas e
ideales que son compendiados brevemente en decisiones,
las cuales determinan a la. propia conciencia los hechos
que dependen de ella. Estos hechos son caracterizados con
diversos nombres generales, como amor a la libertad,· amor
a la patria, conservadurismo, ·descontento, espíritu de
esclavitud, espíritu ·revolucionario,. etc. Pero . es claro que
tales nombres, en sí mismos considerados, no dan ninguna
aclaración.
El materialismo,. en la concepción materialista. de· . la
historia, no rec~aza en modo .alguno tales motivos espiri-
tuales, sino que los fundamenta en causas materiales, -·en
las .auténticas relaciones del mundo de los. hombres .•
Llamamos materiales a estas acciones en el sentido ·de qu_e
son constatables y perceptibles objetivamente, en contraste
con. las representaciones subjetivas, y no. en el sentido .. de
Una-materia que.se contrapusiera a.un espíritu. YaJ·1emos.
diclio que, en primera·. línea, la · realidad .del mundo.·. del
hombre es de naturaleza espiritual, puesto que en primera
línea el hombre es un· ser dotado de voluntad y pensa-
miento. En cualquier terreno de la sociedad y de .la
pOlítica, las relaciones· entre los hombres tienen lugar
solamente por cuanto que ellos son más o m~nos conscien-
tes, · gracias a su ·.conciencia, · a su sent1m1ento, a ·sl.i
sabiduría, a su voluntad.
Pero esto no corresponde al materialismo histórico:
Nosotros dirigimos la atención al hecho de que, en ·
38
general, allí donde los hombres, dentro de la sociedad,
entran en contacto, eXISten tras esos contactos unas
relacion~s reales, auténticas, las cuales, sean de ellas
conscientes los hombres o no lo sean, se alegren de ellas. o
las odien, las reconozcan o no quieran reconocerlas, sin
embargo no por ello pierden nada de su realidad. Detrás
de cualquier guerra o paz entre trabajadores y empres~ios,
está la realidad de que la fuerza de trabajo es vendida por
el obrero al capitalista; detrás de la discrepancia sobre el
libre comercio o el monopolio del Estado, está la relación
real de vendedor y comprador; detrás de las medidas y
programas ·de los partidos sobre reforma- o democracia, está
la auténtica relación entre gobierno y gobernados, la
relación entre clase y clase; toda ley es, además de un trozo
de papel, la voluntad formulada por los gobernantes en
posesión del poder para realizar su voluntad. Todo esto,
llámesele material o espiritual, es algo objetivamente
observable, y por tanto una realidad material en el sentido
de Marx .
. Estas relaciones entre los hombres no son caprichosas,
sino que les son dadas, y ellos no tienen ni siquiera una
vez la posibilidad de su libre .elección, sea cual fuere el
papel que tengan en la totalidad de las relaciones. Les son·
dadas por medio del sistema económico en qu·e viven. La
sociedad, la comunidad de que cada hombre forma pane y
de' la que no puede excluirse' es un organismo de
producción, organismo que sirve a los hombres para que
esos hombres produzcan cuanto .es necesario para la vida,
sea ésta del tono que fuere. En -primer lugar, los hombres
deben vivir, razón por la cual impera con fuerza irresistible-
el organismo económico que garantiza· es~a vida. La
relación en que este organismo dispone a unos hombres
con respecto. a otros es una realidad tan forzosa como la
existe·ncia material de los hombres mismos; llena su vida y
determin·a sus pensamientos con irresistible fuerza. Creer
qu~ es posible permanecer indepeQdiente y fuera de estas
relaciones, sería corno creer que un cuerpo puede seguir
viviendo separado de sus miembros. El aserto de Marx de
que las ideas y las actitudes sociales de los hombres quedan
determinadas por el modo en que tales hombres ganan sµ
39
sustento vital, no significa, pues, que los hombres sólo
piensen en comer y en beber, sino que el proceso . de
producción pone a los hombres en determinadas relaciones
recíprocas que llenan su vida, y por tanto su sentir, su
pensar y su querer. No hay que perder, pues, de vista que
durante todo el pasado, y aún en el presente, el sustento
diario no ha estado ·garantizado con seguridad, de modo
que la preocupación por el pan diario y el miedo a su falta
presiona corno ·una pesadilla en el cerebro, impidiendo
una libre elevación· del espíritu, una irradiación amplia de
los perisamientos. Un sistema econó~ico q~e erra~ica las
preocupaciones y asegura a la huma.Ilidad el dom.inio total
de sus condiciones de vida, determinará igualmente, por
medio de su carácter, la vida y los pensamientos, y
entonces ¡cuánto más libres, universales y despreocupados
serán estos pensamientos!
-¿Por qué, pues, son las relaciones económicas como
son? El modo de producción que determina el ser de cada
. hombre, es ~l mismo un producto de los hombres; está·
construido por la humanidad en un trabajo y en una
evoluci9n que se arrastra por los siglos. De este modo, ·el
que vive en el presente colabora con la ulterior evolución.
Si se buscan los elementos más imponantes de· esta
evolución,· las fuerzas ·más representativas que configuraron
el modo de producción, entonces nos encontramos con la
técnica y con el derecho: «El . derecho determina a la
economía», frase con la que formulaba Starnmler la impug~
nación del marxismo. Aquí, en esta frase, se expresa no
sólo el deseo de los juristas por poner el objeto de su
estudio en primer. lugar, como elemento fundamental y
determinante de la. sociedad. Aquí, con ·esta afirmación,
está contenid<? el viejo contraste entre materia y espíritu.
La técnica abarca el elemento material, el movimiento
visible 4e brazo~ herramienta, máquina. P~ro la actividad
laboral visible no hace aún el modo de producción, el cual
lo hace en primer lugar su regulación por . las formas
jurídicas bajo las que es prodticido. El capitalismo no
solamente fue formado por la herramienta o la máquina,
sino por la libre competencia, el libre contrato de trabajo,
el libre intercambio de mercancías, la libenad de serv1c.1os
40
y de economía. Por esto, el elemento material, el proceso
técnico, está determinado y dirigido por las relaciones
espirituales, por las reglas legales; el elemento espiritual,
el modo y manera según los cuales los hombres regulan sus
relaciones recíprocas por medio de su querer y su pensar,
es primario. Anotemos inmediatamente, empero, que el
contraste entre técnica y derecho no coincide con el
contraste entre materia y espíritu. El derecho no son
simples reglas, sino también poder coactivo; no son sólo
las fórmulas de los parágrafos legales, sino también el
sable de los p_olicías y los gruesos m-µrqs de l~ cárcel. Pero
sobre el elemento espiritual en la técnica, volveremos a
hablar.
Por lo demás, la afirmación de Stammler es cotrecta. El
modo de producción capitalista no es solamente la produc-
ción con máquinas y en fábricas, sino esta producción bajo
el poder de la propiedad privada. Un modo de producción
es una técnica determinada, regulada por formas deter-
minadas de derecho y _de propiedad. Pero la afirmación de
Stammler no contiene toda la verdad. Ambos factores,
técnica y derecho, no tienen la misma importancia. La
técnica es la base dada, ·que no puede ser cambiada por la
voluntad sin más, mientras que el derecho, la ley, radica
en el terreno de la voluntad de los hombres. No de una
manera caprichosa; en efecto; los hombres regulan sus
relaciones, es decir, fijan lo que es justo y lo que es
necesario ·dentro de una determinada técnica, para seguir
haciendo posible y perfectible la producción. La técnica
del pequeno artesano hizo posible .el modo de. producción
pequeñoburgués, e incluso le hizo necesario, haciendo
forzoso para los hombres alcanzar la propiedad privada de
los medios de _producción· como una institución jurídica
generalizada, pues gracias a ella se aseguraba este modo de
producción.
Las grandes ~áquinas hacían necesarias grandes indus-
trias·, y obligaron a suprimir todas las barreras de la
libertad de producción ·y contratación, en el camino del
libre desarrollo de la producción. Así, a partir de la técnica
dada y de la Queva forma jurídica a ella acomodada, surgió
· el cápitalismo.
41
La técn~~ es, por tanto·, la base más profunda; por ello
es la más ifuportante _fuerza de producción~ ~i~nttas que
· el derecho pertenece a la · superestructura que descansa
sobre ella y que depende de ella. Justamente porque el
derecho y la ley determinan la economía, justamente por
ello los hombres se esfuerian por regular el derecho y la
ley, en cuanto que necesarias para. esta determinada
estructura de la sociedad. Por ello se da la acomodación
del derecho a las necesidades de la técnica, en orden a la
realización de un determinado sistema económico, pero no
por sí ~isrno y de un golpe, sino gracias a un esfuerzo
penoso de la lucha de clases. Esa acomodación -es· el s·entidc»
y la. meta de todas las. luchas políticas y de todas las
grandes revoluciones; el socialismo tampoco es otra cosa
que una inversión revolucionaria del derecho y de las
formas de propiedad, en la medida en que ellas pertene-
cen a la más madura evolución de la gran técnica
industrial.
Las bases de la sociedad, las fuerzas de producción,
están hoy primordialmente formadas por la técnica, mien-
tras que .en las primitivas sociedades las relaciones natura-
les t~nían una gran importancia. Estas fuerza5 productivas
evolucionan continuainente hacia formas . -cada vez más
plenas, pues la :praxis de los tra~ajadores mismos dirige el
pensamiento . de los hombres =a, aquellos·. medios precisos
- para niejO(.r::·-el trabajo o para s~tisfacer nuevas necesida-
des. La téq.ñ.fea no solanlente consta· de máquinas materia-
les, fábric~:_; minas y ferrocarriles, sino_ tam_bién de .la
capacidad de. crearlos, y de la ciencia en que tal creación
descansa. La.· ciencia· de la naturaleza, nuestro conocimien-
to de las ~~zas de la natural~za, nuestra capacidad para
trabajar co# ·.él y para orden~le,. hemos de contarlas, por así
.decir,. entre· ~as fuerzas de. _producción. En la· técnica está,
pu·es, conténido no sólo un elemento material, sino
también :un fuerte elemento espiritu~l. Para el materialis-
.mo histórico esto es una cosa ~ompletamente natural, ·pues
en contraste .con las abstracciones fantásticas de los filóso-
fos burgueses, pone al hombre viviente, con todas sus
necesidades -materiales, en el punto central de la evo.lµ-
ción. En· el hombre, el elemento material y el espirituai_...
42
están tan sólidamente unidos, que son inseparables. Si
hablamos de necesidades humanas, no pensamos solamen-
te en las necesidades del estómago, sino también en el
alimento necesario a la cabeza y el corazón,. necesidades
todas ellas a la vez materiales y espirituaies. También en el
trabajo humano, incluso en el más simple, lo material y ·lo
espiritual forman simultáneamente una unidad, y es una
abstracción artificial el querer separarlos.
Ciertamente, esta abstracción l;iene un sentido históri-
co. La evolución social, con su división del trabajo y la
separación en clases hacía de una parte de los elementos
espirituales del proceso de trabajo· tina función -·especial de
determinadas personas y clases, introduciendo así un estre-
chamiento por ambos lados del «ser hombre> total.
Por esta razón, estos especialistas, los intelectUales,
· acostumbraron a ver en lo espiritual lo contrario a. lo más
material, a lo que consideraban más bajo, pasando así por
alto la unidad orgánica y social de arribos. Naturalmente,
la imagen que pretende que éste sea el punto de vista del.
materialismo histórico, está completamente equivocada.
11
43
forma de voluntad espontanea, en la mayoría de los casos
sin embargo el proceso pasa por el espíritu del hombre, y
actúa por medio de sus pensamientos, por medio de las
ideas, de la voluntad consciente. La necesidad experimen- ·
tada y el ambiente que nos rodea y q~e percibimos,
influyen en el espíritu y. despiertan pensamientos y metas,
que ponen en moviµiiento a los cuerpos, los cuales
producen la realización de la acción.
Para la conciencia · del hombre mismo que actúa, la
causa de su acción es el pensamiento, la idea; ese hombre
no pregunta la mayoría de las veces <l:e dón4e proviene el
pensamiento, y del mismo modo también el ql.ie estudia la -
historia ideológicamente describe los hechos en ella acae-
cidos como algo que· parte de las .ideas de los hombres.
Esto ·no es forzosamente incorrecto, pero es al menos
incompleto, permaneciendo a medio camino de la com-
prensión verdadera.
El materialismo "histórico llega hasta las causas· a panir
de las cuales surgen esas ideas, es decir, llega a las
necesidades sociales, que son la forma complicada de ~a
voluntad de vivir humana, condicionada por la vida socili.
En este sentido, un poderoso faro ha venido a iluminar los
grandes acontecimientos históricos, gracias a los escritos
históricos de autores m~stas. Y pese a todo, también se
ha abieno a veces el camino a una deficiente comprensión
del materialismo histórico. Cuando resaltan con fuerza
probatoria contundenté las .causas materiales y económica.5
de. las revoluciones, entonces los intelectuales que .se
oponen al materialismo histórico creen deber aferrarse·a la
idea contraria, diciendo· que es innegable que las ide~·
tienen una gran· influencia. Al afirmar esto, pasan por alto
que la explicación que da el materialismo ·.histórico, si bien
salt.a rápidamente por encima de las ideas para mostrar la
imponancla de la totalidad, a fin de unir las causas
primeras y el resultado· final, no hace entonces en lo
esencial otra cosa que ac~arar las ideas impulsoras a panir
de sus causas sociales. ~
Por ejemplo: mientras la vieja concepción teórica
explicaba la revolucióQ francesa a partir del sentido de la
libertad de la burguesía rebelde, de suerte que echó abajo
44
el yugo del absolutismo y de la nobleza, el materialismo
histórico por el contrario cree que la causa de la revolución
es que el capitalismo en auge utilizó para su propio
provecho el estado burgués, y esta breve formúlación,
cuando se analiza de una manera más detallada, ha de ser
entendida así: el capitalismo naciente despertó en la clase
burguesa la concie-ncia de que la libertad era necesaria en
el terreno político y económico, facilitando así el entusias-
mo en favor de estos ideales y les llevó a la acción
revolucionaria.
El -pensamiento, la idea, es el mediador ent_re el efecto
de los factores sociales sobre los hombres y su acción
histórica. Lo que, de este modo, vivió en el espíritu y
creció, cristalizóse en el hecho de la revolución social, de
modo imperecedero. Pero también de otro modo se ha
conservado ello para la posteridad: los pensamientos, las
sensaciones, las pasiones, los ideales que llevaron a nues-
tros antepasados a la acción, se expresan también en la
producción de su trabajo espiritual, en su literatura, su
ciencia, su fe, su arte, su filosofía, sus teorías e ideologías;
son las fuentes a partir de las cuales les conocemos
inmediatamente, y constituyen· el objeto especial del
estudio en todas las _mentadas ciencias del espíritu.
Para la concepción usual de la historia, que solamente
se ocupa con acontecimientos y con hec~, no parece
necesario resaltar todos estos estadios intermedios, ni
estudiar detenidamente los efectos del mundo material
económico sobre el espíritu, así como los del espíritu sobre
el .mundo material. Le- basta, como máximo, con mostrar
la conexión entre la causa material y los resultados sóciales,
y, .a partir del crecimiento de las fuerzas productivas, la
formación del modo de producción y la lucha de clases que
le acompaña necesariamente, así como las transformacio- ·
nes políticas subsiguientes. De este modo, se procede en la
·mayoría de los casos, especialmente en las generalizaciones
breves y globales. Pero si se quiere entender la vida
espiritual de un período, de sus ideologías, de su religión,
de su arte, de la evolución de su ciencia, entonces se hará
necesario referir el efecto de la sociedad sobre el espíritu
humano como su causa principal, y para esto a su vez será
45
preciso profundizar en la cuestión de cómo lo material
in.fluye en el espíritu. Y entonces hay que ampliar y
utilizar minuciosamente esta parte del marxismo, la teoría
de lo espiritual, del pensamiento, de la conciencia.
Pero todo ello es necesario incluso para entender la
historia misma, y, a fin de evitar las objeciones contra
nuestra doctrina, si queremos aplicar el marxismo en la
actualidad, en la historia que nosotros mismos vivimos y .
hacemos, entonces analizamqs las cosas de manera comple-
tamente distinta a como acometemos la investigación del
pasado. Lo que ocurrió en anteriores siglos, es· decir, la ·
influencia social sobre los hombres y la recíproca de los
hoffibres sobre la.sociedad, eso ya está hecho.
La serie de influencias de que el esp1ritu humano fue
un eslabón en el pasado, ya es algo cerrado; nosotros
vemos claramente el resultado final y la caus~ primera, uno
al lado de la otra. Pero la misma cadena de causas y efectos
no está ya cerrada en nuestra propia época; nosotros nos
encontramos en el medio de esa cadena. Tremendamente
complicado es el modo en que la s~edad va modulando.
al espíritu humano, sin que éste todavía se haya exteriori-
zado y plasmado en una acción subsiguiente. So1:1 innúme-
ros los hechos en que una nueva realidad apenas si logra
influir en los espíritus. En este caso no pued·e, por tanto,
hablarse aún de una causa social· con ·un resultado práctico
social; mas bien estamos aquí en· medio ·de un proceso·
creciente de las influencias, de la madúración len.ta·· de
nuevos ·conocimientos, de la propaganda, "de la prepa-
-~aci~n de reyoluciones próximas. Aquí~ pues, a~n no existe
lá· ·simple conexión que en la historia del pasado era la·
fuerza probatoria del materialismo histórico; aquí, la
.. · doctrina parece est;ar totalmente" en contradicción con la.
:~realidad, al no existir el desenla~e total de· las viejas y de
las nuevas ideas, de la lucha de clases revolucionaria,. de·
reacción y de apatía·. y aquí entra entonces ·la pregunta
. . --
~ . ..
.. .
por nuestra actuacion practica, una pregunta ineXIStente
. .
en la elucidación de la historia: ¿Qué papel tiene nuestra
propia voluntad y nuestra acción en-este proceso?. ·
· Es sabido que esta parte del marxismo · (por causas
·-sociales obvias) en el último medio siglo ha permanecido
46
demasiado en el transfondo. La socialdemocracia hubo d~
limitarse en el período del parlamentarismo correspon-
diente al capitalismo en maduración, a la preparación y la
propaganda tranquila. El proletariado no estaba aún
maduro para las acciones revolucionarias, por ~anto la
teoría debía demostrar ante todo la necesidad de la
revolución socialista, como resultado de ·la evolución
capitalista. Puesto que la socialdemocracia no llamó a la
acción, sino que la frenó, hasta que las circunstancias
materiales estuviesen maduras, la teoría adoptó la forma
de un. nexo. mecanicista entre la causa económica y. los.
efectos sociales revolucionarios, por lo cual desapareció del
campo .de la historia el eslabón de la actividad humana. Es
conocido, y no es casual, que justamente aquellos entre los
teóricos que pertenecían a los portavoces de una nueva
táctica más activa también acentuaran en la teoría la impor-
tancia del eslabón intermedio, es decir, del espíritu
humano y· de sus conexiones -pasiva y activamente,
receptivarnente y efectivamente- con la sociedad.
111
47
por su unidad con el resto del mundo, y su propia esencia,
la totalidad de sus propiedades especiales, no es otra cosa
que el todo, la· totalidad de ese todo, el modo en que
recibe e irradia el efecto del restante mundo, el total de
todas sus acciones recíproc~ con el todo. Si denominarnos
«cosa» a esa parte, esa denominación es sólo una palabra,
el nombre de un concepto, en donde se condensan todos
esos efectos que percibimos como sus manifestaciones.
De este modo, también el espíritu humano -concepto
que igualmente no es más que un conglomerado de una
serie ·infinita de manifestaciones espirituales 2 .~ -.- es una
pane del todo, continu3.1Dente interactuado con el resto:
del mundo parten hacia él acciones, las cuales, por medio
del cuerpo hum.ano, vuelven recíprocamente de nuevo hacia
el mundo. Naturalmente, por mundo no solamente se
entiende el mundo objetivo material. Nuestro mundo en
su totalidad no es ·la totalidad de cuanto es corporal y
aprehendible, sino todo cuanto es perceptible, y en esa
medida real. Entre. ello se encuentra también lo espiritual
de las cabezas de los hombres. No se encuentran entre ello
naturalmente los ob.ietos imaginados por la pura fanta-
sía 2 1 : un espíritu del mundo de carácter general o una
idea absoluta no son propias del mundo material real.
Pero incluso estas mismas fantasías como pueden ser las
creencias en un espíritu tan imposible, presentes en
mucha.S ·cabezas·, están d~'hecho ahí, y por tanto ·son reales
y en._·consecuencia materiales._ -eri el sentido ·de nuestras
, palabras 22 • Todo el mundo material es material para
· nuestro ·espíritu en la medida que está ahí como una
20. Nótese la tautología del fil6sofo divulgador: define lo espi~ual como serie
infinita de manifestaciones espirituales (der mcnschliche Gcis.t als .... endloscr Rcihe
von geistigen Erscheinungen), lo que es insuficiente. (Nota d~l Tradu~or).
21. Traducimos cpura fantasía>, en lugar -simplemente, como. escribe
Pannekoek, de cfantasía (Phantasie)>-, porque la fan.tasía puede ser imaginación·
reproductora, y no simplemente creadora. (Nóta del Traductor).
22. Sentimos tener que volver .a insistir en la insuficiencia de la cxposici6n de
Pannekoek, que se refleja inevitablemente en el léxico que usa: al final, género y
especie coinciden en su exposición, no resultando delimitado lo que pretendía, a
saber, la realidad frente a la fantasia, al utilizar equívocamente esta última. (Nota
del Traductor).
48
materia a la que se enfrenta 23 • Todo lo que existe en él, es
influencia del mundo circundante, y su esencia especial no
es otra cosa que la suma de sus propiedades, el· modo en
que esa influencia es recibida y transformada.
La primera y más importante facultad es la capacidad
de retener los acontecimientos, la memoria. Como una
corriente sin fin, pasa el proceso del mundo. por nuestro
espíritu;· del mismo modo, y como una corriente sin fin,
las impresiones y las influencias del mundo corren para
serenarse en nuestro espíritu. La imagen que presenta al
tiempQ co_mo una fluxión siempre p~~jera, s~rtjej_antt; a la
maroma de una barca, en la que nos encontramos ·
agarrados siempre a un único punto, el instante actual,
que a la vez se nos escapa, no es una imagen correcta. La
maroma sin fin, pese a su movimiento,. es recuperada, y
metida en el interior de nuestro propio barco. Lo que
ocurre en el mundo se nos mete dentro de nosotros,
haciéndonos nuevos y distintos. Cuanto más rica sea
nuestra experiencia, tanto mayor y más pleno será el
contenido de nuestra conciencia.
¿Qué hace el espirito con esta masa creciente de
impresiones?
La segunda propiedad que caracteriza la esencia del
espíritu es la capacidad para abstraer. La infinitamente
diversa masa de impresiones que penetra en el espíritu es
elaborada hasta formar una imagen .abstracta, en ·.donde lo
general de las manife5tacio.nes concretas y especiales se_
convierte en conceptos. La técnica de este proceso, ·la
,relación de la imagen hacia el objeto, la esencia de los
conceptos en contraposición a la realidad, todo ello fue
expuesto con m·agistral claridad por]. Dietzgen, ·y por esto·
no necesitamos aquí estudiarlo d~tenidamente. En el
concepto, se expresa lo general, lo esencial, lo común, lo
49
permanente de esa parte del mundo, de esos .grupos de
apareceres que él expresa; se abstrae a partir de lo especial,
de lo diverso, de lo que cambia en la realidad.· Para la
infinita multitud y diversidad del mundo, no hay ~pacio
en nuestra cabeza. Por ello el espíritu ha de simplificar~
dejar fuera de su atención la diversidad y la diferencia, que '
e.s contingente y adicional. Los conceptos son, por su
propia naturaleza, algo completaniente, duramente, agu-
damente limitado, mientras que la realidad que se cristali-
za eli conceptos es como una corriente móvil, siempre
distin.ta, _infinitamente otra, que con _su abigarrado colori-
do se escapa de nosotros. Con esto ·no deciffios que los ·
conceptos hayan de permanecer tranquilos e inaniovibles;.
sino que siempre son cambiantes, reformados, nuevamen-
te ·delimitados, sustituidos por otros y acomodados a la
realidad cambiante.
La corriente de impresiones y experiencias va ininte- .1
rrumpidamente del mundo al espíritu, siendo allí genera- :
lizada, modificada, destilada, ampliada en forma de¡~
pensamientos, conceptos, juicios, ideas, sentimientos, re-·
. glas, que forman el contenido de la conciencia, hundién-
dose luego en la subconsciencia y en el olvido. Si las~
nuevas -impresiones concuerdan con la imagen existente,
porque el entorno siempre vuelve con las mismas formas, ·
entonces .esta imagen-. conceptual se refuerza y llega a
estar en .posesión de una solidez. espiritual ·inatacabl~. LO.
-mi.Smo pasa con la ·persona: gracias a la vida social com~
.nitaria y a la colaboración comunitaria, se da un· ~ontinuo
intercambio de las ideas; la imagen que se hace .el espíritu
con respecto al mundo, no es una imagen de propiedad
individual, sino colectiva. La propiedad espiritual lograda
.en el transcurso del ti~mpo por una sociedad se e·ntrega .al· ,
género humano en auge, y mientras las relacio~es .vitales-.
no cambian sensiblemente, el nuevo género humano
encuentra al sistema transmitido de ideas y ·Conceptos,· 1a
ideología,.· en .armonía ·con ·la realidad. Entonces·. esta
ideología es más sólidamente fundada y se'· hace indu- ·
dable. ·
Pero el mundo cainbia; por medio del trabajo huma-
no, la sociedad va adoptando nuevas formas; nuevas
50
impresiones, nuevas experiencias penetran en el espíritu, y
no se acomodan a la vieja imagen del mundo. El espíritu
comienza a construir,
. . a partir de la vieja herencia y de las
nuevas exper1enc1as ..
Los viejos conceptos son cambiados, o deter~inados de
otra forma, los juicios cambian, nuevas opiniones surgen:
un nuevo mundo de ideas comienza, más rápida o más
lentamente, desde los fragmentos del viejo que se adecúan
más o menos a lo nuevo. Es el mismo proceso que se da en
el avance de la ciencia de la naturaleza, gracias al cual la
imagen qu_e nos. hacemos de la naturaleza se convierte en
una imagen continuamente nueva y· distinta~ Con la
diferencia de que la evolución aquí no se produce porque
el mismo . mundo haya cambiado· notablemente, sino
solamente · porque nuestra experiencia del mundo ha
cambiado continuamente como resultado de una investi-
gación de la naturaleza más exacta y progresiva. Además,
este proceso evolutivo se realiza de una manera más
tranquila, consciente y objetiva, porque está fuera de la
lucha social, de los sufrimientos y de la necesidad vital
directa de las masas, y por tanto no es cosa de masas, sino
el objeto de estudio ·de un futuro. Por el contrario, la
sociedad todo lo prueba en su propio círculo de efectos, es
el mundo propio de la gran masa de' los hombres, arrastra
a su círculo a cada cual ~on gigantesca fuerza,. porque la
vida de cada cual está en dependencia de ella. Ir más allá
de .la sociedad. significa a la vez pensar cada cual sobre su
propia vida, en pensamientos que surgen espo~táneamen
te, que crecen inconscientemente, raramente como ciencia
objetiva, y la mayoría de las veces c~mo representaciones
subjetivas. Continuamente cambia la sociedad - y en
nuestra era con pasos ·gigantescos- arrastr~ndo c~nsigo, y
con~ra la propia voluntad, a los cerebros más perezosos. En
la lucha· interior, · en la batalla campal o en el trabaJo.
intelectual tranquilo, los pensamientos se revolucionan; a
veces, repentinaillente, cuando las fuerzas de fuera influ-
yen de una manera especialmente fuerte, pero a men·udo
también lentamente, de forma casi imperceptible durante
largo tiempo. En este proceso de formación continuo, la
conciencia se acomoda al ser social.
51
Cuando Marx, por lo tanto, dice que el ser social
determina la conciencia, no ha de interpretarse en el
sentido de que las ideas de cualquier época sean determi-
nadas por la sociedad de la misma época. La realidad social
del instante es una cosa, el mundo de ideas surgido de la
anterior realidad es el otro elemento; con los dos se
compone la nueva conciencia. El primero, la influencia del
mundo material, es el factor material, el segundo, la
posesión de ideas y representaciones, es el factor espiritual.
Por esto, los eruditos burgueses, juzgando desde fuera,
creen poder encontrar aquí la ine~ac~itud clel __ materialismo
histórico, diciendo: la realidad material por sí sola no
determina a la conciencia, pues los factores espirituales le
son igualmente precisos. Pasan por alto que el mundo de
la actualidad no escribe su imagen sobre una hoja en
blanco, sino que es la imagen abstracta de las impresiones
de todas las situaciones precedentes, presentes en la
conciencia·: la conciencia está determinada por la totalidad
de la realidad anterior y de la presente. La concepción
burguesa parte del contenido de con~iencia espiritual
corno de algo dado que se acepta sin investigar su origen,
que surge de la «naturaleza> del espíritu o de una esencia
espiritual abstracta radicada fuera del hombre. Pero la
concepción marxista parte de la convicción de que el
contenido de conciencia ha de surgir de la influencia del
mundo real, y busca por ello su origen en las anteriores
relaciones· vitales de los hombres. Esto vale ·no sólo para. la
conciencia·, sino también para las otras propiedades .del
espíritu, para sus inclina~iones y sus impulsos,. sus instintos
y hábitos., ocultos en la profundidad inconsciente del
, ·espíritu humano, y que aparecen como· una· naturaleza
llena· de secreto para el hombre, exteriorizando las impre~
siones ··heredadas de un pasado de cientos de afíos, desde
los tiempos más remotos. ·
La conexión entre espíritu y sociedad nos hace posible
una mirada a las causas por las cuales el proceso revolucio-
nario (como se dice frecuentemente) se retrasa y ralentiza.
Y no sólo nos referimos a los hechos subjetivos, más lentos
que los deseos y la penetración de los revolucionarios
vanguardistas, sino también a los objetivos, en la medida
52
en que la realidad de hoy domina y determina en una
medida tan escasa el espíritu de la mayoría de los
hombres. Nos referimos, más bien, al poder de la
tradición, en cuanto que gran fuerza que frena la evolu-
ción. Si consideramos el mundo actual, su lucha de clases,
se tropieza frecuentemente con este violento poder;no . es
posible entende.r nada, si no se tiene en cuenta ese poder.
Con esto no nos ponemos totalmente fuera del marxismo,
pues toda tradición es una parte de la realidad, que vive
en las cabezas de los hombres, que contribuye a deter-
minar _sus_ ac<;iones, que influye po~erosarµep.t~ s~bre
nosotros, y que de esta manera tiene un gran influjo sobre
la sociedad.
Lo que constituye la tradición, su naturaleza especial
en contraste con otras formaciones del espíritu, ·es que se
trata de un trozo de realidad de naturaleza exclusivamente
espiritual, cuyas raíces materiales están ancladas en el
pasado, -viviendo de este modo sólo del pasado, y apenas
encontrando alimento en el nuevo mundo. Como ejemplo
de tal cosa pueden servir las dos poderosas ideologías que .
dominaban el espíritu · de los trabajadores de forma
sumamente fuerte, siendo frenadas especialmente por el
socialismo: la religión y el .nacionalismo. Cómo la religión
creció · a partir del modo de produc;ción primitivo . y
pequeñoburgués, variando continuamente su forma y su
apariencia, siendo entonces la expresión de las organizacio-
nes sociales que desde entonces iban perdiendo· cada .vez
más su base social, ha sido -ya expuesto. eri una .serie. de·
obras y artículos. La ideología nacionalista, por el contra-
rio, hunde sus raíces en el capitalismo, es para la burguesía
una realidad viviente, y es por lo tanto. una tradición . más
· ·joven y viva que por esta razón puede ser más influyente
en los trabajadores.
Puede parecer extrafío el que una ideología pueda
segu~ viviendo y autoafirmándose, d~pués de que ha .
perdido su·suelo nutricio, sus bases, la realidad de la que
surgió. Sin embargo, no habría que olvidar que de ella se
predica lo mismo que de todo lo espiritual en el homb~e:
no sólo. . permanece como una esencia espiritual, del mismo
modo que el recuerdo permanece después de las impresio-
53
nes, o como toda imagen espiritual sigue a una serie de
impresiones, sino que su poder sobre los hombres sigue
multiplicándose por la influencia reciproca de unos. hom-
bres sobre otros. Del mismo ~odo que en el cerebro los
centros sensitivos no sólo reaccionan a la .estimulaci6n .del
mundo exterior, sino que se unen entre sí . en formas mil
veces distintas, influyendo de este modo, de suene que se
da una vida espiritual fuera de las influencias del mundo
exterior, del mismo modo también actúan en la sociedad
las ideas antafio formadas en las cabezas de los hombres,
como una. nueva fuerza sobre otros hombres. El mundo
externo queº influye sobre nuestro 'espíritu se compone no'
sólo de hechos mudos de la vida y del ambiente, sino
también de lo que otros nos comunican como depósito de
sus experiencias, o de lo que· ellos o las generaciones
anteriores han encontrado en libros y escritos. Asi como el
originalmente pequeño sonido de un arpa llega a alcanzar
la plenitud del tono gracias al arco de resonancia, así
también nos suena a nosotros la teoría de los hechos~ de las
bases materiales de vida, como un acorde surgido del
mundo hum~o circundante. Las nuevas ideas, que· se
acomodan a la nueva realidad, son anunciadas por cada
uno de los que las recibieron y asimilaron, si bien al
principio fueron como un débil tono para ellos; pero ahora
su fuerte voz despierta a los más jóvenes .y a los espíritus.
más perezosos, ·su propaganda se añade a la.acción directa
de las· experiencias vitales, y de· este. modo sirve .tápj-.
damente para un concepto .claro de lo esencial contenido
en ella. Del mismo modo, la vieja ideología :se· fortaleC'e
por la misma fuerza, siendo capaz de m~tep.erse en vida.
Gracias._ a las influeQcias espirituales de los más viejos sobre
los más jóvenes, de los viejos escritos sobre las nuevas
generaciones,· sigue resonando aún la vieja vi4a de .los
pensamientos durante un período de tiempo·, si bien sus
causas materiales y primeras. ya no existen.· Sin em.bargo, a·
la larga, esa vieja· ideología -.-que ahora suena·~ -ya :de un
modo desacorde- ha de acabar pereciendo. Cuando una
nueva realidad, de un modo o de otro, ha logrado influir
al espíritu con .su. presencia, ·Y ha logrado introducir los
nuevos conocimientos en las cabezas, entonces la vieja
ideología se agota, el espíritu ha de ir abandonando poco a
poco sus viejas creencias y sus ideas, en favor de las
necesidades de la nueva sociedad. El próceso es a veces lento,
a veces indeciso, y a veces se queda a medio camino, pero
finalmente el proceso tiene lugar. Pues la propaganda de
la nueva ideología adquiere nueva fuerza continuamente
porque parte de la realidad de la vida.
Aquí juega un papel imponante la celeridad del
proceso de cambio social.· En épocas antiguas, cuando este
proceso se realizaba muy lentamente, las formas de
pensamiento nacidas de la sociedad se petrificaban, llegan-
do a formar dogmas fuenemente inamovibles.-· En épocas
de cambio rápido, el espíritu queda desgarrado, se ·vuelve
más plástico y móvil, y elimina de una manera muy rápida
las viejas ideas. Los decenios que hemos pasado, en los
cuales el capitalismo y el proletariado alcanzaron un alto
grado de evolución, . trajeron consigo una dilación o incluso
una paralización del proceso político revolucioná.rio; du-
rante este tiempo, se dio, por lo tanto, también el proceso
espiritual de evolución en un tiempo lento, sobre todo si le
comparamos con la formación de ideas terriblemente
progresivas del período de revolución burguesa inmediata-
mente precedente. La consecuencia de ello . fue que
después del primer brillante imp·ulso del marxismo tuvo .
lugar un retroceso: duda revisionista, perviyencia de la
crítica burguesa, y, en una parte de los radicales, paraliza-
ción dogmática. Sin embargo, en ~tos ·momentos se '.~bre
de nuevo un período revolucionario, que. sin . ningún
género de dudas habrá de traer consigo una revolución de
los espíritus, una profunda renovación de las ideas, una
fuerte revolución intelectual.
55
Capítulo Quinto
¿Qué es el socialismo?
56
órganos. En esta frase, empero, no debería buscarse tanto
una descripción del orden futuro mejor, orden que
buscamos, sino más bien .la crítica del actual sistema
capitalista. Puesto que esto constituye su ·contenido inter-
no más esencial, su imponancia y su acento debe buscarse
en la esencia del tan criúcable capitalismo. Y ello tanto
más, cuanto que en la frase están contenidas, en primer
lugar, la regulación social, y en segundo lugar, el servir a
la generalidad del pueblo. .
Cuando el movimiento obrero se alzó hace medio
siglo,_ la ~ás imponante y notoria p~e del capitalismo era
la libre competencia, la ausencia de reglas para la produc- .
ción privada. Contra este desperdicio de trabajo, que sólo
logró la meta de dotar a la humanidad de los medios de
vida suficientes por medio de un resultado casual y, por
término medio~ como resultado de muchos esfuerzos falsa-
mente dirigidos, hubo de surgir la superioridad de una
organización del trabajo más racional. Frente a la lucha
salvaje por la existencia, en la que perecían masivamente
los débiles, surgió el deber de que la sociedad velase por
todos sus miembros. El estado tiene otras cosas que hacer,
que los servicios de vigilancia nocturna en la salvaje lucha
competitiva de los empresarios privados; el estado, se dijo,
debía actuar con inano firme, para mantener alejados de
nosotros a los más grandes enemigos del pueblo: harnb~e,
frío y penuria.
Así surgió el socialismo sobre todo· como oposició~ al~
doctrina manchesteriana de la competen(":ia desenfrenada.
En las exigencias del proletariado, .que realmente era quien
había de padecer ese estilo manchesteriano, surgió el ideal
del nµevo orden social contra la realidad <;apitalista: contra
la anarquía de la C:lrganizacióri; contra el desenfrenado
individualismo, puso el principio comunitario; contra el
estilo. manchesteriano, la inmiscusión estatal; contra el
liberalismo, el socialismo. La cues~ión principal era: regla-
mentación, organización racional, pero· todo esto solamen-
te podía emanar del pode( del estado demócrata, que, en
su calidad de órgano superpuesto a la comunidad~ se
enfrentó con el enorme montón de industrias privadas.
Que esta reglamentación pudo servu entonces necesaria-
57
mente a los intereses de la gran masa popular, era tan claro
que no se podía hacer otra cosa. Toda ingerencia reglada
del Estado, fuere· para la vigilancia de la debilidad econó-
mica, fuere para la estatalización ·-de una rama de la
industria hasta entonces privada; fue considerada como un
primer paso en el camino hacia el socialismo, y resaltado
como «Socialismo de Estado>.
Y en este sentido es cierto que, frente a los defensores
burgueses de economía privada, a menudo hacemos
alusión a una orgWización que tienda al monopolio estatal
de ferroc.ar1;iies y transportes, organiz~ción ~ la que consi-
deramos ejemplo de lo que· debe. ser. Pero· tampoco
olvidamos que la palabra socialismo de estado significa lo
mismo que capitalismo de estado, y viceversa. En lós
servicios estatales, el trabajador no se siente la mayoría de
las veces al servicio de un órgano de la comunidad que ha.
de servir al bien común, sino al servicio de un empresario
omnipotente, contra el que se encuentra absolutamente
impotente. Una recomendación, una propagá.nda para las
ideas del socialismo no puede por lo tanto panir de los
actual~s servicios estatales, o de las actuaciones, por lo
demás violentadoras, del actual Estado. Por lo demás, en
el ínterin, el propio capitalismo· ~a ido realizando la mitad
del programa socialista. En lugar· de los ·numerosos propie-
tarios-~ privados, ha surgido un pequeño número -de
magnates; en lugar de la libre competencia,. ha nacido -la.
regulación forzosa por- medio de .trust y cártels, en lug~r
del desmadre ha florecido la organiz.ación. Pero todo ello,
se ha producido de una forma qµe, para el . trabajador~
para· las m·asas populares, no es mejor que la anarquía de
antes.· Pues esta organización sirve sólo p·ara los altos
beneficios del gran capital, no para la necesidad satisfecha
de Ia·generalidad .. Más aún: el poderío brutal. de este·.gran
capital organizado gravita de una manera aún más dura
sobre el proletariado., de lo qÜe antaño lo hiciera :el
pequeño ·poder del empresario aislado. -El gran capital va
intrínsecamente unido a la violencia del· Estado:ambos-
trabajá.n
.intereses. mano
. . . ,,,.
a .mano para la promoción de los grandes
ec.onom1cos.
Dicho de otro modo: el socialismo implica dos cosas:.
58
organización y democracia (pues sólo el poder popular pone
la meta de la sociedad en la satisfacción de las necesidades
del pueblo). Ahora, el capitalismo se hace cada vez más
organizado, pero cada vez se aleja más de la democracia,
porque concentra en sus propias manos el poder económi-
co. De ahí que en el prese-nte sea para nosotros innecesario.
el propagar la organización económica, alal.:>ando los pasos
en ese sentido como pasos imponantes hacia el socialismo.
No. La libre competencia se ha terminado, y esta parre del
capitalismo se ha convenido en algo inesencial. Así pues,
actualmente nuestra tarea más importante del?e dirigirse a
la otra parte, a la pane que debe hacer de la organización.
de la economía (basada hoy en una fuente de gran presión
sobre las masas y de un gigantesco .poder para el gran
capital), una fuente de abundancia para las masas. La
democracia es ahora el capítulo principal, la pane. más
importante del socialismo. En este período de la evolución
económica se encuentra todo lo que fortalece la democra-
cia, el poder de la clase trabajadora, un paso adelante en el
camino del socialismo. En este período de evolu·ción
económica, todo lo que fortalece la democracia, el ·poder
de la clase obrera, es un paso adelante en el camino hacia
el socialismo. Por tanto, la organización estatal, que de
divcr;rsas maneras en los últimos tiempos se vinculaba tanto
:al socialismo, no tiene nada que hacer con él.
59
Capítulo Sexto
Sobre Consejos Obreros
60
~:"·•·;--~···
62
·-~rii'J~~~......,..-·-
~+,:'?P~= .. · ., _.,.._. ·-· . -
Capítulo Sépti1n0
Socialdemocracia y comunismo-
6-3
a partir del capitalismo mismo nacerá la fuerza capaz de
cambiar y hacer nacer una sociedad socialista. Esta fuerza
es la lucha de clases del proletariado. Los pobres, despre-
ciados, ignorantes trabajadores serán en adelante los encar-
gados de este cambio, en la medida en que toman como
misión la lucha contra la burguesía, ganando en este
proceso fuerza y capacidad y organizándose ellos mismos
como clase; por medio de una revolución, el proletariado
conquistará
.,,.
el poder político, y realizará el cambio total
econom1co.
Hay .que resaltar además que Mapc: y Eng~ls no deno-
minaron nunca a esta tarea csocialismo> y que támpoco se·
denominaron a sí mismos «Socialistas> .. Engels lo ha
expresado con toda claridad: en aquella época; eran carac-
terizadas con el nombre de socialismo diversas corrientes
de la burguesía, q·ue, por un sentimiento de identificación
con el proletariado o por otros motivos, querían echar
abajo el orden capitalista; a menudo, sus metas eran
incluso reaccionarias. El comunismo, por el contrario, fue
un movimiento proletario. Comunistas se denominaron los
grupos obreros que atacaron el sistema del capitalismo. De
la liga de los trabajadores comunistas salió el Manifiesto,
que senaló al proletariado la meta y la dirección de su
lucha.
El año 1848 estalló con las revoluciones burguesas, que
abrieron el camino al capitalismo en la Europa central, y
con ello también el· cambio de . los peqµeños estados
tradicionales en estados nacionales más poderosos. La
industria se desarrolló en los años cincuenta. y s~senta en
un tiempo récord·, :y en esta pi;osperidad se ·-hundieron ·
todos los ~ovimientos · revolucionarios de. forma tal, que
incluso se olvidó el nombre del comunismo. Cuando luego
en. los años sesenta, a partir de este amplio capitalisp:io, el
movimiento obrero volvió a surgir en Inglaterra,. -Francia ·y
Alem3.nia, tenía ya un suelo más amplio que las anteriores
sectas comunistas, pero sus metas eran mucho más limi-
tadas y alicortadas: mejora de la situación . ll;imediata,
sindicatos, reformas democráticas. En Alemania, L~ssalle
desplegó una agitación en orden a las cooperativas de
prc:>ducción con apoyo esta~al; el. estado debía de este
64
modo erigirse en artífice de las tareas sociales en favor de la
clase obrera, y para forzarle a ello, debía valer la democra-
cia -el poder de las masas sobre el Estado-. Así se
comprende que el Partido fundado por Lassalle se arrogase
el significativo nombre de socialdemocracia: bajo este
nombre se expresaba la meta del Partido, es decir, la
democracia con finalidad social.
Pero poco a poco el Partido creció más allá de sus
primeras estrechas metas. La incontenible evolución capi-
talista de Alemania, la guerra para la · formación del
imperio al~rnán, la unión de la burguesía y d~l militarismo
latifundista, la ley socialista, la reaccionaria política. adua-
nera e impositiva, todo ello impulsó a la clase trabajadora
hacia adelante, haciendo de ella la vanguardia .del movi-
miento obrero europeo, que aceptaba su nombre y sus
decisiones. La praxis agudizó su espíritu en orden a la
comprensión de la doctrina de Marx, que fue accesible a
los socialistas, en las numerosas popularizaciones de Kauts-
ky y en sus aplicaciones. Y de este modo se volvieron a
reconocer los principios y las metas del viejo comunisrno:el
Manifiesto Comunista como escrito programático, el mar-
xismo como su teoría, la lucha de clases como su táctica, la
conquista del poder político por el proletariado, la revolu-
ción social como su meta. ·
Sin embargo existía una diferencia:el carácter del
nuevo marxismo, el espíritu de todo el movimiento, era·
distinto al del viejo comunismo. La socialdemocracia.
creció en medio de una poderosa evolución capitalista. No
. había en principio que pensar en un .cambio violento. Por
esto, la revolución se desplazó al lejano futuro, y se
· satisfizo con la propaganda y la organización que habría de
prepararla, contentándose de mqmento con las luchas ·po.r
las mejoras inmediatas. La teoría afirmaba que la revolu-
ción habría de llegar como resultado de la evolució~
económica. de una manera necesaria, olvidando que la
acción, la actividad espontanea de las masas, era necesaria
para que tal llegada se produjese. De esta guisa se
. convirtió en una especie de fatalismo económico. La social-
democracia y los sindicatos ascendientes por ella domina-·
dos, se convirtieron en un miembro de la ·sociedad
·65
capitalista; se convirtieron en la oposición y la resistencia
creciente de las masas trabaj~doras, siendo el órgano que
impedía la completa depauperación de las masas bajo la
presión del ·capital. Gracias al derecho electoral generali-
zado, llegaron incluso a convertirse en una fuerte oposi-·
ción dentro del parlamento burgués. Su carácter principal
fue, pese a la teoría, reformista, y, respecto a las cuestiones
inmediatas, reformista y miniinalista en lugar de revolu-
cionario. La causa principal de esto radicaba en la pro~peri
dad proletaria, que proporcionó a las masas proletarias una
cien~ seguridad vital, no dejando elevarse ninguna voz
revolucionaria. · ·
En el último decenio se han fortalecido estas tenden-
cias. El movimiento obrero llegó a alcanzar lo que dentro
de estas circunstanciaS podía alcanzarse: un poderoso
Partido con un millón de miembros y un tercio de los
electores a su favor, y junto a él un movimiento sindical
que anucleó en torno a sí a la mayor parte de los
trabajadores capaces de organizarse. Chocó contra uña
barrera más poderosa, contra la que los antiguos medios
no habían podido salir .airosos: las fuertes organizaciones
del gran capital en sindicatos, cadenas empresariales }'
comunidades de intereses, así como la política del cª-pital
financiero, la industria pesada, y el militarismo, formas
todas. de imperialismo que eran dirigidas fuera del parla-
me·nto. Pero este movimieQ.to obrero no estaba cap.acitado
para una total renovación y enrilmbamiento de la ·táctica,
mientras que enfrente estaban las organizaciones podero-
sas,· consideradas· como un·fin·en sí mismas, y con el deseo.
de protagonismo. Portavoz de esta ·tendencia era la·
.burocracia, el numeroso ejército de empleados, jefes, par-
lamentarios,. secretarios, redactores que forníaban un gru-
po propio con interese·s propios:. Poco a poco, la meta· era,
manteniendo el viejo nombre, comportarse. de modo di-
verso. La conquista del poder político por el proletariadQ.
se convirtió para ellos en conquista de la mayoría por su
Partido;la substitución de los políticos gÓbernantes y de la ·
burocracia estatal por ellos, los políticos socialdemócratas
y la burocracia sindical y del Partido. La realización del
socialismo debía venir ahora por medio de nuevas leyes
66
~":··
67
crisis mundial, ha ganado nueva profundidad, que le aleja
totalmente de la vieja teoría. En lo que sigue, queremos
mostrar la diferencia entre ambas teorías.
68
representantes. políticos de esta burguesía y que ahora
forman el gobierno alemán, ·tienen la tarea de realizar las
órdenes de la Entente, y pedir su apoyo y ayuda.
Por su parte los independientes, que durante la
guerra frenaron a los trabajadores en su lucha contra el
poderoso imperialismo alemán han visto que después de la
guerra su tarea consiste -por ejemplo, con su enalteci-
miento de la liga de pueblos de Wilson y con su
propaganda en favor de la paz de Versalles- en frenar a
los trabajadores en la lucha contra esta prepotencia del
capitalismo mundial.
En. el anterior período de oposició'n de la socialdemo-·
cracia a la guerra, podía suponerse buena fe a los líderes de
la oposición, pensando también que su elevación a los
lugares más prominentes del gobierno significaba el poder
político del proletariado, ya que, como representantes de
los trabajadores, elaborarían leyes para la realización o al
menos para el acceso al socialismo. Pero cualquier trabaja-
dor sabe que -pese a proclamas ocasionales- no hay·
nada que hacer con ellos. ¿Se acepta que estos señores,
una vez satisfecha la meta de su codicia, ya no tienen más
deseos ni metas, que por tanto la socialdemocracia no era
para ellos más que ruido? En parte, tal vez. Pero a·demás
hay otras razones mejores para explicar su comportamien-
to. La socialdemocracia ha dicho que, en las circunstancias
actuales, tras el terrible hundimiento económico, ya no es
en modo alguno posible realizar el socialismo. Y aqu~
encontramos una importante contraposición entre la ·pos-
tura del comunismo y la de la socialdemocracia. Los
socialdemócratas dicen que· el socialismo solo e~ posible en
una sociedad de abundancia, de creciente prosperidad. Los
comunistas dicen que en 'tales épocas· el capitalismo está
sumamente seguro, pues en ellas las masas no piensan en
una revolución. Los· socialdemócratas dicen: primero hay
que recuperar. la producción, para evitar una catástrofe
total, que las masas mueran de hambre. Los comunistas
dicen: ahora, en que la economía está por los suelos, es el
tiempo oportuno pára .recuperarla sobre bases socialistas.
Los socialdemócratas dicen: la más simple recuperación de .
la producción exige la continuación del v1eJO modo de
69
producción capitalista, conforme al cual están ordenadas
las instituciones, y gra~ias al cual se evitar~ una lucha de
clases devastadora contra la burguesía. Los comunistas
dicen: una recuperación· de las bases económicas capitalis-
tas es coni.pletamente imposible; el mundo se va hundien-
do en la bancarrota ante nuestros ojos de una manera cada
vez más profunda, en una miseria que hace necesaria la
ruptura contra la burguesía que frena el único camino
posible de reconstrucción. A.sí pues, los socialdemócratas
quieren restablecer primero el capitalismo, evitando la
lucha de clases; los comunistas quieren construir el socia-
lismo ·de ·nuevo ahora~ bajo la dirección de la lucha de
clases.
¿Cómo es, por lo tanto, el asunto? El proceso social del
trabajo es la producción de todos los bienes necesarios para
la vida. Pero la satisfacción de las necesidades humanas no
es la meta de la producción capitalista. Su meta es la
plusvalía, el provecho. La actuación entera del capitalista
está dirigida hacia el provecho, y sólo por ello permiten a
los obreros trabajar en sus fábricas y fabricar bienes en su
país, bienes que son precisos a nuestras necesidades.
Ahora, todo este proceso de trabajo está roto y paralizado.
Ciertamente, siguen extrayéndose beneficios, incluso gi-
. gantescos beneficios, pero esto. ocurre por los retorcidos
caminos del desplazamiento, del parasitismo, del robo, del
~ornercio clandestino y de la especulación. Si ha de resta~
blecerse la. fuente de -ganancia regular para .la. burguesía,
entonces hay que poner en funcio.namiento ·la produce.Ión,
_.el proceso laboral. ¿Es ello posible? · ·
En la _medida en que . se . trata del trabajo, de la
producción., no. puede .~er una· cosa difícil. Las masas
trabajadoras están ahí, dispuestas al trabajo. Alimentos, se
cultivan en Alemania suficientes. Materias primas, carbón,
hierro, existen ciertamente en menor cantidad para la gran
masa de trabajadores industriales altamente cualificados,
pero esto se podría solucionar fácilmente gracias al in·ter-
carnbio con los países poco industrializados y ricos en
materias primas de Europa orie.ntal. Así pues, la nueva
construcción de la. produc<:;ión no es algo. sobrehumano.
Pero la producción capitalista significa que una parte del
V •
70
producto les corresponde a los capitalistas sin que ellos
trabajen.
El orden jurídico burgués es el medio que hace posible
que tales capitalistas dispongan de esa ganancia como cosa
natural, gracias a su derecho de propiedad. Mediante este
derecho, el capital tiene «aspiraciones> a su ganancia. Lo
mismo pasaba antes de la guerra. Pero la guerra ha
incrementado enormemente la aspiración a la ganancia por
parte del capital. La deuda estatal tiene hoy casi los
mismos miles de millones que antes tenía simplemente de
millones .. Es.to significa que los propietarios .de_. los tltulos.
de deuda pública del Estado aspiran a recibir sin trabajar
ante todo sus miles de millones de intereses a cuenta del
trabajo de todo el pueblo, en forma de impuestos. En el
caso de Alemania además, hay que añadir a todo eso las
indemnizaciones de guerra a la Entente, que forman una
suma total de 200 ó 300 miles de millones, más de la
mitad del producto nacional bruto. Esto significa que, de
la suma total de la producción, más de la mitad ha de ser
pagada en concepto de indemnizaciones de guerra y a los
capitalistas de ·1a Entente·. Además de eso, está la propia
burguesía alemana, que quiere extraer el mayor beneficio
posible, para poder acumular nuevo capital. ¿Qué quedará
entonces para lo~ obreros? El trabajador, pese a todo,
necesita vivir; pero está claro que. en estas circunstancias su
. manµntención bajará hasta el máximo, mientras que la
obtención de todas las ganancias del capital solamen·te se
podra producir gracias ·a un. trabajo intensivo, a una.
larguísima jornada laboral, y a ~étodos refinados de
explotación. ·
La producción capitalista implica ahora un grado de
explotación tan alto, que será intolerable y hasta imposible
para los obreros. Una reconstrucción del~ producción en sí.
misma, no tiene mayor dificultad, e#ge una organización
capaz y decidida, así como la e.ntusiasta colaboración ·.de
todo el proletariado·. Pero una reconstrucción de la produc-
ción bajo tan tremenda presión,. ·bajo esta expoliación
sistemática, que sólo da a los obreros lo que necesitan
mínimamente para vivir, es prácticamente imposible. El
·solo intento ha de fracasar por la resistencia y la negativa
71
de los propios obreros, a los que se les desposee de toda
perspectiva de seguridad vital, llevando a la progresiva
ruina de toda la economía. Alemania es un ejemplo de
cuanto decimos.
Ya durante la guerra, los comunistas reconócieron la
imposibilidad de pagar las enormes deudas de guerra y sus
intereses, planteando la exigencia de anular las deudas de
guerra y las indemnizaciones bélicas. Pero esto no es todo.
¿Hay que anular también los préstamos producidos durante
la guerra? Poca diferencia hay 'entre que un capital haya
sido pre~ta~9 durante la guerra pa.t;a la fal?_ri~aci~n de_
cañones o las acciones de una fábrica para la fabricación de
láminas o de granadas. Aquí no se puede diferenciar entre
las diversas formas del capital, ni reconocer la aspiración
del mismo a la ganancia, si se rechaza el resto. Toda
ganancia para el capital es una carga para la produc~ión,
que dificulta la reconstrucción. En una ecopomía flore-
ciente, no solamente es una gran tara la tremen·da carga de
los costes de guerra, sino cualquier carga en general. Por
esta razón, el comunismo, que de entrada rechaza toda
aspiración del capital a la ganancia, es el único principio
prácticamente realizable. Hay que reconstruir práctica-
mente la economía de nuevo, sin contar con la ganancia
del capital. ·
El rechazo de la ganancia del capital fue·, empero,
siempre· también un ·axioma de la socialdemocracia. ¿05-
mo se lo plantea ahora?. Lucha por la socialización, es
decir, por que las industrias sean expropiadas en favor del
Estado, pagarido a los propietarios por esa expropiación.
Esto significa que una vez más, y esta vez incluso por
mediación del Estado, hay que pagar ·una _parte. del·
producto· del trabajo a estos capitalistas por no· haber
trabajado. De esta manera, la explotación de. los trabaja~
dores por el capital sigue siendo la misma. Dos· cosas
fueron ·siempre específicas del socialismo: eliminación de
la explotación, y regulación social de -la· producción. La
primera es la meta más importante para el proletariado,· la
segunda es el método razonable para el aumento de la
producción, la organ.j.zación técnica. Pero en los planes de
socialización que prepara la socialdemocracia sigue exis-
72
. . . . -.
·?2'*:-~·-Q ....-·~~·~-.-- .. -·'
73
cialmente Kautsky, defendían una posición contraria a la
revolución, tanto· en sus opiniones teóricas, como. en su
.... .
tact1ca.
La lucha parlamentaria y sindical había traído -bajo el
capitalismo fuertemente en auge- a los trabajadores al-
gunas mejoras de su economía, construyendo igualmente
un poderoso dique contra las silentes tendencias a la
pauperización por parte del capitalismo. Pero en el último
decenio, este dique cedió poco a poco, pese a la fuerte y
creciente organización: el imperialismo reforzó el poder
del empresariado, y el militarismo debilitó el Parlamento,
llevando a los sindicatos a la defensiya, y preparando la
guerra mundial. astaba claro que los viejos métodos de
lucha ya no servían. Instintivamente, las masas se han
dado cuenta de ello; en todos los países se las ve- participar
en acciones, a menudo contra la voluntad de sus. dirigen-
tes, o. en grandes luchas sindicales, o en huelgas de
transpones que paralizan la economía, o en demostracio-
nes de carácter político. A .menudo, la irrupción de la
revuelta proletaria estalla, rompien<Jo de tal manera la
autoseguridad de la burguesía, que se ve obligada a hacer
concesiones; a .menudo también, . los movimientos son
ahogados con matanzas. Los dirigentes socialdemócratas ·
tratafl de utilizar también estas acciones para sus fines
políticos, reconocen la utilidad de las huelgas políticas para
determinadas metas,:. solamente a ·.condición. de que se
reduzcan a los ·límites previstos, a condición de que
comien~en y cesen cuando lo ordenen los dir~gentes, y
siempre permanezcan subordinadas a la táctica de estos
dirigentes. De ·este modo suelen seguir. utilizándose tam-
bién hoy a veces, p·ero la mayoría de ellas sin demasiado
éxito. La violencia tempestuosa del surgimiento elemental
de las masas queda paralizada por la política de ·compro-
misos. lo que, por lo demás, teme la burguesía dominaflte
es la inseguridad, el no saber hasta qué punto podría
llegar la acción de un movimiento revolucionario·,;: acción
que sin embargo falta en· las acciones de· masas «disciplina-
das», cuya candidez se anuncia de antemano.
Los marxistas revolucionarios, los posteriores .comunis-
tas, se dieron cuenta ya de la limitación de la ideología de
la clase dominante socialdemócrata. Vieron que, durante
toda la historia, las masas, las clases. mismas, fueron la
fuerza motora y activa de todas las acciones. Las revolucio-
nes no surgieron nunca de la prudente decisión de líderes
conocidos; cuando las circunstancias y las situaciones
fueron insoponables, las masas insurgieron con cualquier
ocasión,. defenestraron las viejas autoridades, y la nueva
clase o fracción de clase llegada al poder conformó . el
Estado o la sociedad según sus necesidades. Sólo durante el
último medio siglo de tranquila evolución capitalista,
pudo aflorar la ilusión de que los. líderes, . las personas
individuales, dirigían según su ilustrada inteligencia a la
historia. Los parlamentarios en el parlamento, los em~
picados de la presidencia central, creían que sus hechos,
acciones, decisiones, determinan el camino de los aconte-
cimientos; la masa que venía detrás de ellos sólo debía
actuar cuando se la llamara, dar validez a las palábras de
sus ponavoces, y desaparecer luego rápidamente de la
escena política. La masa tendría que jugar un simple papel
pasivo, el de elegir a sus líderes, que son los que actúan
dando fuerza activa a la evolución.
Pero si esta creencia se limitaba en todo caso a las
revoluciones anteriores de la historia, aún vale más cla-
ramente cuando se toma en consideración la profunda
diferencia existente entre una revolución burguesa y una
revolución proletaria. En la revolución burguesa, la masa·
popular de trabajadores y pequeños burgueses sólo se
levantó una vez (como en París en febrero de 1848) .o se
levantó tan sólo de cuando en cuando, como ·en la ·-gran
revolución francesa, para echar abajo la·vieja realeza, o un
nuevo poder incontenible, como el de los girondinos. Una
ve·z hecho su trabajo, -se presentaron como hombres
nuevos, como nuevo gobierno, como representantes de·la
burguesía, para remodelar y renovar los institutos estatales·~
la constitución, las leyes. El p~der proletario de masas era
ne~esario para destruir lo viejo, pero no para. construir lo
nuevo, pues lo nuevo era la organización de un nuevo
poder.de clase.
· Según este modelo concibieron los socialdemócratas
radicales a la revolución proletaria, a la que· ellos -·-. en
contraposición con los reformistas, creyeron necesaria. Un
gran levantamiento popular debía acabar con la vieja
dominación militar-absolutista, llevar a los socialdemócra-
tas al poder, los cuales se ocuparían del resto, construyen-
do el socialismo por medio de nuevas leyes. Así pensaban
que debía ser la revolución proletaria. Pero esta revolución
es algo completamente distinto. La revolución proletaria es
la liberación de las masas de todo poder de clase y de toda
explotación. Esto significa que ellas son las que han de
tomar la historia en sus propias manos, a fin de hacerse
dueñas de su propio . trabajo. A partir del viejo género
humano limitado a un trabajo escla.vo, que sólo piensa en
sÍ·Y no ve más allá de su fábrica, han de crearse nuevos
hombres, arrogantes, dispuestos a la . lucha, de espíritu
independiente, transidos de solidaridad, no dejándose
engañar por. la mentira astuta de las teorías burguesas,
regulando el trabajo por sí mismos. Este cambio no podrá
operarse por un acto único de revolución, sino que será
preciso un largo proceso, en el cual logren los trabajadores,
por medio de la necesidad y de amargos desengaños~ por
ocasionales victorias y repetidas derrotas, poco a poco la
fuerza suficiente para lograr la sólida unidad y la madurez
para la li~enad y el poder. Este proceso de lucha es la
revoluciól) proletaria.
- El tiempo que tarde este proceso es diferente según
países y circµnstancias y depende ante todo de la fuerza de
resistencia de la clase dominante. El hecho de que en
Rusia se die.ra en un espacio de tiempo relativamente
rápido .se debió a· que la burguesía era débil y a que,
gracias a su ligazón con la nobleza campesina, puso a los
campesinos de parte de los obreros. El gran lugar de poder
de la burguesía es la violencia del Estado, la organización
violenta de la fuerza con todos .los medios del poder a su
disposición: -ley, escuela, policía, justicia, ejército y buro-
cracia, que tiene en sus manos la dirección de todas las
ramas de la -vida pública. La revolución es la lucha del
proletariado contra este aparato de poder de la clase
dominante, y sólo puede alcanzar su libertad si contrapone
a la organización enemiga una organización más fuerte y
sólida. El poderío estatal y la burguesía p~etenden mante-
76
ner a los trabajadores impotentes,· dispersos y cobardes, a
fin de romper toda unidad creciente por la violencia y la
mentira, para desmoralizarles en la fuerza ·de sus acciones.
Frente a esto, surge la masa obrera en acción de masas,
cuya acción significa la paralización y el desguace de las
organizaciones estatales. Mientras estas últimas permanez-
can intactas, el proletariado no podrá vencer, pues conti-
nuamente actuarán contra él. Así pues, la lucQ.a -si el
mundo no quiere ir a dar en el capitalismo- debe acabar
finalmente cuando las poderosas acciones del proletariado
rompen la.maquinaria estatal y la dejan iner~e.
Contra esto, ya Kautsky se manifestó antes de. la guerra.
Según él, el proletariado no debería adoptar· esta táctica
que le llevaría a la aniquilación de la violencia compulsiva
del Estado, porque él mismo necesita de la presencia del
aparato del Estado para sus fines. Todos los ministerios del
actual Estado, bajo el poder del proletariado, serían igual-
mente necesarios, a fin de realizar las leyes al servicio de
los trabajadores. Meta del proletariado debería ser no la
destrucción del Estado, sino su conquista. La cuestión de
cómo habría que crear la orgariización de poder del
proletariado vencedor -si una continuación del Estado
burgués, como Kautsky pensaba, o si .una organización
completamente nueva- quedaba -así planteada. Pero las
teorías socialdemócratas, tal y como fueron formuladas y
propagadas por Kautsky desde hace treinta años, sólo
hablaban de economía y capitalismo:, a partir de los cuales
habría de surgir el socialismo «necesari~ente>; el «cómo»
de todo esto nunca fue formulado, y por ello la pregunta
por las relaciones entre Estado y revolución no fue por
entonces respondida. Sólo más tatde lo fue.. De . todos
modos, el contraste entre las teorías socialdemócratas y las
comunistas
. ,,, quedaba ya claro, en lo referente a la revolu-
c1on.
Para los socialdemócratas, la revoludón proletaria es un
único acto·, una actuación .popular que destruye el viejo
poder y pone a los· socialdemócratas en la cumbre del
Estado, y en ·los puestos del gobierno. La caída de los
Hohenzollern en Alemania el 7 de noviembre de 1918 es
para ellos una pura revolución .proletaria, que. solamente
77
llegó a alcanzar tan fácilmente el triunfo gracias a la
circunstancia especial de que la vieja compulsión acabó por
causa de la guerra. Para los comunistas, esta revuelta
solamente podía tener el sentido del inicio de una
revolución proletaria, que, al suprimir la vieja c9mpulsión,
abría el camino a los trabajadores para terminar con el
viejo orden y construir su organización de clase. En
realidad, los trabajadores se dejaron dirigir por la social-
democracia y, tras su parálisis, ayudaron a reconstruir el
poderío estatal: siguen estando todavía en una época de
luchas difíciles. Para Kautsky y sus _amig~s, Alemania es
una -autént.ica república socialdemócrata -Noske y su
aparato represivo son tan sólo · defectos de estética- en
donde los trabajadores, si bien no gobiernan, al menos
colaboran en el gobierno. Ciertamente, aún no deben
contar con que están en el socialismo. Kautsk:y ha repetido
continuamente que, según la concepción marxista, la
revolución social no se realizará de una vez, sino que es un
largo proceso histórico: el capitalismo no estaría aún maduro
para la revolución económica. Esto quiere decir con otras
palabras que, aunque la revolución proletaria tuvo lugar,
los proletarios ·deben dejar explotarse al modo antiguo y
sólo lentamente deben ir estatalizando algunas grandes
industrias. a··con palabras más secas: en lugar de los viejos
minisiros, .han ocupado la cumbre del Estado los- socialde-
.mócratas, p·ero: . el capitalismo con su explotación. sigue
siendo el· mismo. Este es . el sentido ·práctico de la
· .aspiración socialdemócrata según el cual tras ·un aumento
proletario, revolucionario, hecho de una .vez, debería
·producirse un· proceso más largo d~ socialización, de
revolución social. Frente a esto, el· comunismo afirma que
la revolución· proletaria, la· toma de la propiedad por el
proletariado, es un proceso muy lento en la lucha de
. masas, mediante el cual el proletariado va madurando·
hacia el poder y arrinconando la vieja maquinaria del
Estado .. En el punto de inflexión de esta lucha, cuando los
trabajadores tomen el poder' se acabará en un breve
proceso con la explotación, se proclamará inmediatamente
la eliminación de toda aspiración a la ganancia sin
trabajar, y se comenzará la nueva base. jurídica de la
78.
reconstrucción de la economía en favor de un mecanismo
de producción organizado, consciente y conforme con unas.
metas.
4. Democracia y parlamentansmo
La doctrina· socialdemócrata no se ocupó nunca con la
cuestión de saber en qué formas políticas habría de
utilizar su poder, tras haberle alcanzado. El comienzo de
la revol-µción proletaria ha dado la respuesta práctica a esta
pregunta~ gracias a los hechos. Esta praxis de la revolución
que comienza ha elevado enormemente nuestra capacidad
de penetración en la esencia y en el camino de la
revolución, ha aclarado enormemente nuestras intuiciones,
y proporcionado nuevas perspectivas en aquello que antes
estaba difuminado en la lejana neblina. Estas nuevas
intuiciones forman la más importante diferencia que eXiste
entre la socialdemocracia y el comunismo. Si el comunis-
mo en los puntos hasta ahora considerados significaba el
apoyo fiel y la continuación correcta de las mejores teorías
socialdemócratas, ahora, gracias a sus nuevas perspectivas,
se eleva más allá de las viejas te<;>rías del socialismo~. El
marxismo experimenta en esta teoría del comunismo una
ampliación y en:Ciquecimien~o .importantes. · ..
Sólo ·unos pocos fueron hasta el presente conscientes d·e
que la socialdemocracia radical se había distanciado mucho.
de las opiniones de Marx en su concepción del Estado :-y la
revolución -sobre lo que, por lo demás, nadie hablaba ni
discutía nunca-. Entre estos pocos estaba en primer lugar.
Lenin. Sólo la victoria de los bolcheviques en 1917 y su
disolución de la Asamblea Nacional poco después, mostró
a los socialistas de Europa_ occidental que ~í estaba
surgiendo un nuevo principio. Y en el escrito de Lenin· cEI
Estado y la Revolución>~ que fuera redactado en el verano
· de 191 7, si bien sólo fuera conocido al afio siguiente en la
Europa occidental, se encontraban las bases de la teoría· del
Estado socialista en conexión con las afirmaciones de Marx.
El contraste entre socialdemocracia y socialismo de que
estamos hablando se expresa frecuentemente con el lema
79
«Democrac-ia o dictadura». Pero también los comunistas
consideran su sistema como una forma de democracia.
Cuando los socialdemócratas hablan de la democracia,
mientan a la _democracia aplicada al parlamentarismo; lo
que ellos impugnan es la democracia parlamentaria o
burguesa. ¿Qué significa esto?
Democracia significa gobierno popular, autogobierno
del pueblo. Las masas populares mismas deben regular sus
propias cosas y disponer sobre ellas. ¿Es este el caso? Todo
el mundo sabe que no. El aparato de Estado domina y
regla.rµeQta_todo, rige al pueblo, que es su súbdito. Prác-
ticamente, el aparato estatal se compone de la totalidad de
empleados y militares. En toda cuestión comunitaria
existen cienamente de modo necesario empleados para la
realización de la función administrativa, pero en nuestro
Estado los servidores del pueblo han pasado a ser sus amos.
La socialdemocracia es de la opinión de que la democracia
parlamentaria, por la que el pueblo elige su gobierno, está
dispuesta -si elige a la gente adecuada- a realizar el
autogobierno del pueblo. Lo que está pasando en la
realidad, lo prueba claramente la experiencia de la nueva
República alemana. Está fuera de duda que la masa de
trabajadores no quiere volver a ver el triunfo del capitalis-
mo. Ahora bien, en las elecciones no hubo limitación de la
democracia, no existió terro.rismo militar, todos los órganos
de la reacción quedaron impotentes, y pese a todo ello el
resultado es· un resta.blecimiento de la vieja opresión y
explotación, el mantenimiento del capitalismo. Lo~ comu-
nistas ya advirtieron de ello y previeron que, en el camino
de la democracia parlamentaria, no sería posible una
liberación de los trabajadores de su explotación por el
capital.
La mas~ popular expresa su poder en las elecciones. El
día de las elecciones, la masa es soberana, puede imponer
su voluntad, por medio de la elección de sus -representan-
tes. En este único día, es señora. Pero ¡ay si no elige a sus.-
representantes correctos! Durante todo el ·período que dure
la elección parlamentaria, está impot~nte. Una vez elegi-
dos, los diputados, los parlamentarios, pueden decidir
sobre todo. Esta democracia no es un gobierno del pueblo
80
'.""."'!
•• ......., -...._"""""'..-.A.,.,..,:·.·"'"'"-·,..,.,.._,.-··-·--·---- .. ·
••:r.-z._
81
da con otras influencias- el burocratismo, que rige. y
domina inmediatamente al pueblo. Pero los ministros son
casi impotentes frente a las organizaciones de la burocracia
a ellos nominalmente subordinadas. La burocracia· tiene
todos los hilos de la situación en su mano, y es· ella quien
hace el trabajo, no los ministros. Es ella la que sigue en el
buró y continúa en su sitio cuando vienen los políticos
siguientes. Se entrega a los ministros que la defienden en
el parlamento y que recaudan dinero para ella, pero si
actuaran en su contra, les haría la vida imposible.
~sto es ~odo lo que significa l~ cpncep<;ió~ so~ialdémó
crata de que los trabajadores podrían llegar ·al. poder. -Y
echar abajo el capitalismo mediante el dominio adecuado
del derecho electoral general. ¿O es que· puede haber
quien crea que todos estos oficinistas, presidentes, asesores
s~cretos, jueces, oficiales y suboficiales, serían capaces de
cambiar algo en orden a la liberación del proletariado por
gracia de los Ebert y Scheidemann, o de ·Dittmann y
Ledebour? La burocracia, en sus escalones más ·altos,
perten·ece a la misma clase explotadora, y en los grados
medios, así como en los más bajos, existe una posición
segura.y privilegiada con respecto a la población restante.
Por esto se siente solidaria con la capa dirigente que
pertenece a la burguesía, y está unida· a ella por los ·mil
invisibles lazos de la educación, el parentesco y el contac-
to. Los dirigentes socialdemócratas pueden haber llegado a
creer que ellos, de ocupar el lugar de los anterio.tes
ministros, podrían preparar el camino hacia el socialismo
por nuevas leyes. Pero en la realidad nada ha cambiado
por este cambio de las personas del gobierno -en el aparato
de Estado y el sistema de poder, y ·el hecho de que los
senores no lo quieren reconocer se mu~tra en que ellos
solamente se han preocupado de ocupar para sí lo·s puestos
gubernamentales, creyendo que con este cambio de perso-
nas h~n hecho ya la revolución. Esto se.ve igualmente claro
en el h_echo de que las mismas organizaciones modernas
creadas por el proletariado bajo su dirección tienen en
pequeñ.o el ~ismo carácter y tufillo estatal: los antiguos
siervos, ahora funcionarios, se ·han erigido en nuevos
señores, han creado una burocracia sólid·a con sus intereses
82
propios, que tiene cada vez más acentuadamente el
carácter de los parlamentos burgueses en los plenos de sus
respectivos panidos y asociaciones, y que solamente expre-
san la impotencia de sus masas de afiliados.
¿Decimos con esto que la utilización del parlamento y
la lucha por la democracia es una táctica falsa de la social-
democracia? Todos sabemos que, bajo un poderoso y aún
intocado capitalismo, la lucha parlamentaria puede ser un
medio para sacudir y despertar la conciencia de clase, y de
hecho así lo ha sido, incluso lo fue para Liebknecht
dura~te _la guerra. Pero por esta raz(>n no hay que pasar
por alto el carácter propio del paria.ffientaris.nio · democrá:- ·
tico. Ha apaciguado la combatividad de las masas, las ha
hecho creer falsamente que ellas eran las que dominaban
la situación, y ha rechazado cualquier pensamiento que
pudiera haber en ellas de combate. Ha prestado al
capitalismo servicios· inconmensurables, permitiéndole una
evolución tranquila y sin sobresaltos. Naturalmente, hubo
de adoptar la especialmente dañina fórmula del engafio y
de la demagogia de la lucha parlamentaria, para poder
cumplir su meta de enajenar a la población. Y ahora la
democracia parlamentaria proporciona al capitalismo un
servicio aún mayor, en la medida ·que pone a las organiza~
ciones obreras al servicio del mantenimiento. del capitalis-
mo. El capitalismo se ha debilitado ·de una forma tan
considerable, rtSica ·y moralmente, durante la guerra
mundial, que solamente podrá mantenerse si lqs ·ptoplQs
trabajadores le ayudan de nuevo a. sostenerse sobre. sus
propios pies. Los dirigentes obreros socialdemócratas son
elegidos como ministros, porque solamente la autoridad
heredada de su partido y la falsa imagen del socialismo
prometido podrá mantener tranquilos a los o.breros, ·ha.Sta
que el viejo orden· estatal vuelva a ser ·suficientemente.
fortalecido. Este es el papel y la finalidad de la democra~
eta, ele la democracia parlamentaria, en esta época e,; que
no se lrala de traer el .rocialismo, sino de frenarle. La
democracia no puede liberar a los trabajadores, .sólo puede
esclavizarlos más, desviando su atención del auténtico
camino de la liberación; no fomenta, sino que frena la .
revolución~ fortalece la fuerza de resistencia de la hurgue-
83
sía, y hace la lucha por. el socialismo más difícil, larga y
costosa para el proletariado.
84
·das; los hombres que se reunieron en el parlamento
nuevo, hubieron de regular y administrar todo pública-
mente para el pueblo. Lo que era parlamentario se
convinió en una corporación laboral; se dividió en comi-
siones, que se encargaron por sí mismas de la confección
de las nuevas leyes. De este modo desapareció la burocra-
cia como clase especial, independiente y dominadora del
pueblo, quedando supn·mida la separación entre el poder
legislativo y el e.iecutivo. Las personas que llegaron a los
puestos más altos ante el pueblo, eran a la vez elegidas y
repres~ntantes que el propio pueblo. se dio inm~dia~amen-.
te a sí mismo, y que en todo momento quedaban sujetas a
revocabilidad.
El cono período de vida de la Comuna de París no
permitió desarrollar completamente esta nueva concep-
ción; surgió por así decirlo instintivamente, y su febril
lucha agitacional y la genial perspicacia de Marx hizo que
ella fuera reconocida como germen de las formas futuras
del poder estatal del proletariado 24 • Un nuevo e impor-
tante paso se dio en el afio 1905 en ·Rusia, con la
fundación de los Consejos, de los soviets como órganos de
expresión del proletariado en lucha. Estos órganos no
conquistaron el poder político, aunque el consejo ob.rero
central de San Petersburgo tuviera la dirección de la lucha,
y a veces de forma importante. Cuando en el año 1917
surgió la nueva revolución, los soviets se erigieron inme-
diatamente de nuevo en órganos de poder prol~tario. Con
la revolución de noviembre, tomaron en sus manos el
poder político y dieron el ejemplo histórico, por segunda
vez, de un poder proletario estatal. En el ejemplo ruso,
85
pues,· hay que reconocer las formas y p.rinc1p1os políticos
más claros de que el proletariado precisa para la realización
del socialismo. Son los principios del comunismo frente a
los de la socialdemocracia.
El primer pn·ncipio es el ele la dictadura del proleta-
riado. Marx predijo entonces, y dijo muy a menudo, que·
el proletariado, inmediatamente después de su toma del
poder, habría de establecer su dictadura. Dictadura signÍ-
ficaba poder obrero, con exclusión de las otras clases. Esta
afirmación levantó mucho griterío: la justicia prohíbe
semejante_ dictadura, que privilegia a d~termi_nados grupos
frente - a otros que quedan sin ley-. exigiendo- pór el·
contrario la democracia y la igualdad jurídica para todos.
Pero _aquí no se trata de eso: cada c.lase entiende por
justicia y por derecho lo que es bueno o malo para ella; el
explotador se queja por la injusticia, cuando se le pone la
herramienta en la mano. En otros tiempos, cuando· el
orgulloso señorito o el rico e instruido burgués desprecia-
ban con cara de asco la igualdad política y los derechos
políticos para los esclavos que trabajaban en los peores,
más pisoteados y degradantes trabajos, en esos tiempos
hubo una señal plena de importancia para la honra de los_
. hombres que se levantaban, cuando en su calidad de
proletarios se opusieron al estado de cos~, y dijeron:
nosotros tenemos el mismo derecho· que vosotros. El
principio de la democracia fue la expresión de la- primera ·
autoconciencia creciente de la clase trabaj~dora, que a(ín.
no se atrevía a decir: yo no era nada, pero quiero serlo
todo. Si la comunidad de todos los trabajadores quiere
regir y decidir por sí misma todas las tareas públicas, bajo·
s~ responsabilidad, ¿tienen que hablarme entonces de un
derecho «natural». o caído del cielo todos los criminales,
ladrones, rateros, todos los que comen del prójimo, todos.
los logreros ·de guerra, los estraperlistas, los terratenientes,
los prestamistas, los rentistas, todos los que viven a costa
del trabajo ajeno sin realizar un trabajo propio? Si es cierto
que cada cual· posee un derecho natural a administrar . la
política, no es menos cierto que todo el mundo tiene un
derecho natural a vivir y a no morir de hambre. Y si para ·
realizar lo segundo hay que poner freno a lo primero, ·
86
éntonces nadie debe ver herido su sentimiento· democrátic~·•.
El comunismo no se basa en un . cierto derecho
abstracto, sino en la necesidad del orden social. El
proletariado tiene la tarea de construir· socialistamente la
producción social, y de regular ·de nuevo el· trabajo. Pero
entonces se tropieza con la resistencia enorme de la clase
dominante. Esta hará todo lo posible por evitar e impedir
el nuevo orden: por esta razón, la clase dominante debe
quedar excluida de toda influencia política. Pues si una
clase quiere ir para adelante y la otra para atrás, el carro no
sale de su atasco, y el resultado es la mutua paralización.
Durante· la· primera época del capital.is'mo, e·n -que· aún
necesitaba subir y fonalecerse, la burguesía montó su
dictadura sobre la base de un censo de elegibilidad. Luego
tuvo que - y se vio obligada a - pasar a la dei;nocracia,
pasando de dar la apariencia de igualdad de derechos con
los trabajadores, lo que tranquilizó a éstos; pero esta for-
ma democrática no afectó a la auténtica dictadura de
clase de la bu~guesía, sino que sólo la encubrió, si bien
dio la oportunidad al proletariado en auge de reunirse
y reconocer sus intereses de clase. Tras 13: primera victo-
ria del proletariado, la burguesía sigue disponiendo de
tan~os medios de _poder, de naturaleza material y espi-
ritual, que trata ostensiblemente de trabar la obra de la
nueva reglamentación, y acaso ·podría llegar a paralizarla,·
si se dejase en sus manos la plena libertad de movimientos
políticos. Se hará por lo tanto necesario, tener irianiatada ·.
a esta clase con las medidas de poder más fuertes .Y castigar
sin consideración~ como crimen gravl.Simo contra· los inte-
reses vitales del pueblo, todo intento de frenar o impedjr
la nueva organización de la economía ..
Ahora bien, podría parecer que la exclusión de una
determinada clase tiene siempre el carácter de un capricho
injustificado y artificial. Desde la perspectiva del sis~ema
parlamentario, puede ser. Pero desde la especial organiza-
ción del Estado proletario, el sistema ·consejista hace que,
por así decirlo, todos los explotadores y parásitos queden :
autoexcluidos por sí mismos, de manera automática, de. la
panicipación en la regulación. de la sociedad. El sistema
consejista forma el segundo principio del orden comunista.
87.
En el sistema de consefos, la organización política se
construye sobre el proceso económico de traba.fo. El parla-
mentarismo descansa en el individuo en su calidad de
ciudadano del Estado. Esto tuvo históricamente su justi-
ficación, pues originariamente la sociedad burguesa se
componía de productores iguales uno con respecto al otro,
cada uno de los cuales producía sus mercancías para sí, y
formaba, por la totalidad de sus pequeños negocios, el
proceso de producción total. Pero en la moderna sociedad
con sus gigantescos montajes y sus contrastes de clase, esta
base se convierte cada vez en más anacrónica. Con razón,
desde este punto de vista, los teóricos del -sindic"alismo
francés (por ejemplo Lagardelle) han criticado agudamente
al parlamentarismo. La teoría parlamentaria ve en cada
hombré en primera línea al ciudadano del Estado, y como
tales, los individuos pasan a ser de este modo abstractas
entidades-, iguales unas a otras. Pero el hombre real y
concreto es un trabajador. Su actividad es el contenido
práctico de su vida, y las actividades de todos forman el
conglomerado del p_roceso laboral social.
No el Estado y la política, sino la sociedad y el. trabajo,
constituyen la gran comunidad vital del hombre. Para
reunir los hombres en grupos~ la praxis político-parlamen-
taria divide el Estado en .círculos electorales; pero los
hombres que se dan citá en un círculo, obreros~ rentistas,
buhoneros, fabricantes, terratenientes, miembros de tod·as
clases y oficios llamados a concilio por la cuestión pur~
mente casual de su lugar de residencia, no puede~ en
absoluto hacerse representar comunitariarnente en su inte-
rés ·y voluntad comunitaria, puesto que no tienen n~dá en
común. Los grupos naturales son los grupos de· produc-
ción, los trabajadores de una fábrica, de una actividad, los·
campesinos de una aldea, y, en ·más amplio espectro, las
clases. Ciertamente, determinados partidos políticos logran
reclutar gente primordialmente a partir de determinadas
clases, a las· que representan, pero sólo de una forma·
deficiente. La pertenencia a un partido es en primer lugar
una cosa de perspectivas polític"as, no de clase: gran pane
del proletariado buscó siempre a sus representantes fuera
. de la socialdemocracia .
. 88
>.....c;:.s:;¡¿q;;_" . '<:. * ... ...._,.._... -- .. . .
~-;
89
las cosas 2 5 • Los (siempre necesarios para la administraci&n)
funcionarios cuyos puestos no son especialmente impor-
tantes, y que, tras· una adecuada formación popular,. serán
accesibles a todos. La auténtica administración está en
manos de los delegados elegidos, revocables . en todo
momento, y que trabajan por el mismo salario de un
obrero. Puede que en un período de transición este
principio no se lleve a efecto total y perfectamente, pues la
capacidad necesaria no se encontrará en todo momento en
cada delegado; pero cuando la prensa. burguesa ensalza
intenciqnadam_ente hasta límites grotesc9s la c~pacidad del
actual burocratismo, entonces tenemos que remitir al
hecho de que en noviembre de 1918 los consejos de
trabajadóres y soldados superaron tareas enormemente ·
difíciles, ante las que la burocracia estatal y militar no
sabía qué hacer. Dado que en los consejos se· unifican la
capacidad de dirigir y la de efecutar, ya que los mismos
delegados han de practicar lo que deciden, no queda
espacio ni para ·el burocratismo,· ni para el profesionalismo
político, ambos órganos del poder estatal burgués. La meta
de todo panido político, es decir, de toda organización de
políticos profesionales, es el lograr tomar en sus propias
manos la .máquina del Estado, y esa meta es extraña al
partido comunista. La finalidad de éste no es ~l conquistar
·para sí el poder, sino el· mostrar la meta y el camino al
prolet.ariádo en ·lucha, por la expansión de los· principios
comunistas, a -fin de que tenga lugar el sistema de· los.
consejos obreros. En este punto, en suma, están en coritr3.-
posición, r~specto a· sus metas prácticas inmediatas, el
·comunismo y la socialdemocracia: la· una ·.busca· la org~i
zación del viejo Estado burgués;el otro, un nuevo sistema.
político.
25. · Asombra pensar c6mo esa frase. que es prccisainente de Proudhon antes
que de Engcls. es puesta en boca de este último. Una vez m'5 -por última vez-
hacemo5 _hincapié en esta dialéctica del consejismo que. cuando .Inis cerca está del ·
anarquismo, se aleja de él. .En el caso presente. poniendo una cdirccci6n central»
sobre los.consejos. cuando éstos ya eran autónomos. descentralizados y capaces de
dar asambleariamente una respuesta a las necesidades de la totalidad. (Nota del.
Tcadu~or).
QO
Capítulo Octtt1110
Revoluciones en el estado futuro
Ideal y ciencia
Si nosotros los socialdemócratas 2 6 hablamos en la
actualidad de cu~ndo en cuando sobre el futuro, lo
hacemos en un sentido completamente distinto del que
fuera habitual anteriormente a nosotros;· y del que actual- .
mente lo hacen nuestros opositores.
Nuestros opositores creen, por ejemplo, que nuestra
meta es la de · desarrollar a priori un proyecto de orden
social y estatal, al que luego se bautizaría con ·el nombre
de «estado del futuro>. Nosotros hemos aceptado_ esta
denominación en nuestro lenguaje habitual, si bien se ha
hecho una disparatada burla de nuestra denominación,
pese a que - o acaso porque- hablábam9s satíricamente
de ella. Antiguamente, en la época del socialismo utópico,
no ·había otro modo· posible de hablar del futuro~ a no ser
c~mo de un orden social completamente determinado que
había que aceptar. Se creía entonces que un orden social
podía construirse y reconstrnirse por los hombres a capri-
cho, y que solamente bastaba con encontrar el mejor y más
razonable~ y propagarle después.
91 ·
Con el socialismo científico ocurre de modo completa-
mente distinto. Si nosotros ahora hablamos del futuro,
como lo hacemos aqui, no preguntamos ¿cómo queremos
el futuro?, sino ¿qué ocurrirá en el futuro? El socialismo
científico es la teoría de la evolución social. Ha extraid<;>
del pasado de la sociedad determinadas intuiciones, deri-
vando de ellas ciertas leyes y reglas, que hoy nos permiten
también predecir algo del futuro, e, independientemente
de nuestros deseos y voluntades, extraer conclusiones sobre
cómo será la sociedad más tarde.
Pero_ se objetará que el socialismo no es _solamente una
teoría cientffi.ca, sino también un inovimierito obrero'
práctico, y que para el socialismo práctico tal como se da
actualmente en los partidos socialdemócratas una cosa
semejante no vale. Nosotros representamos determinadas
exigencias para el futuro, que han de crear un determina-
do orden social; en el programa de todo partido social-
demócrata está la socialización de los medios de produc-
ción que defendemos para el futuro: ¿es esto una contra-
dicción entre el socialismo teórico y el so~ialismo práctico?
. No lo es, ciertamente; y no porque se trate de lós
ideales y deseos de una persona aislada, sino de los de toda
una clase. Nosotros sabemos que la evolución social se
realiza no pese a la voluntad y a la actuación de las masas
de hombres, sino· gracias a ellas. Cuando la evolución
social parece tan notable, que un vuelco de las relaciones
de producción se hace necesario, entonces emerge en. Ja
conciencia de los hombres -no de toda la humanidad,
sino de una determinada clase- la conciencia._ siguiente:
ahora nos falta ~go en nuestra perspectiva· social,: t;l orden
actual no. es bueno, es necesario otro· orden social.·
Entonces crece en esta clase el deseo de una sociedad mejor
que esa clase pretende realizar, y exactamente la fuerza de
la evolución social consiste en que este ideal crece en
aquella clase. De esta manera se produce la evolu~ión
histórica. La voluntad·de cada una de las personas depende
de circunstancias casuales y personales, pero la voluntad de
una clase que se corporeiza en su ideal social, depende de
las relaciones sociales generales, y es por lo tanto previsi-
ble. Las necesidades del progreso social se" reflejan entonces
92
necesariamente en los ideales y deseos de una determinada
clase. Piénsese a tal efecto, por ejemplo, en el ideal
socialista de la actual clase proletaria, en donde la
necesidad de un progreso social pasa por el cese del
capitalismo. Pueden encontrarse en la historia otros ejem-
plos en los que se puede advertir que a veces los ideales de
una clase no coinciden con la dirección de la evolución;
entonces no pueden realizarse, y la clase que los quiere
imponer es destrozada~ Esto fue lo que les ocurrió a . los
campesinos a fines de la Edad Media 2 7 , y esto es lo que le
ocurre .en _la actualidad a la pequeña burguesía. Para
realizar el ideal, hay que tener fuerz.a, y la fuer-za sólo se
halla en las clases cuyos deseos se mueven en la dirección
del necesario progreso evolutivo social.
Si limitamos nuestras ·consideraciones a los . ideales de
progreso, tal como imperaban otrora en la burguesía y. hoy
en el· proletariado, podemos decir. entonces que el ideal
social de ufia clase que lu·cha por su emergencia· muestra ya
el próximo paso en el camino de la evolución social, es
decir, ·muestra ya cómo se producirá el siguien~e modo de
producción. De ello se deduce claramente que esto no
puede ser en m.odo alguno la expresión pura y siffiple áe
un irreprochahle mundo ._ mejor, que habrá .. _de darse
posiblemente, donde·todo llanto cese y donde todo lo malo
sea .suprimido. - Un ideal semejante es. siempre y_ sólo
relativo, expresa solamente el mejor de los posibles órdenes
del mundo, y plantea UQ orden social en el ·que quedan...
suprimidas determinadas fealdades, determina-das insopor-
tabilidades.· Pero no todas ellas podrán ser suprimidas, y
no surgirá un paraíso en ia tierra· donde sólo reine la
felicidad.no enturbiada y pura, sino que serán quitadas de
enrnedio 'de.terminadas -fealdades que clamaban por su
supresión porque oprimían· muy duramente, de modo que
el nuevo
. orden se convierta
~ . sólo en un orden relativamente
meJor·y mas progresivo.
Ahora bien, puede ocurrir que la clase que lucha. _por
27. Lo mismo les ocurrió a los caballeros que. bajo la dirección de Franz von
Sickingen. imaginaron en su cabeza un ideal ~eaccionario de la unidad del imperio
alemán.
93
un ideal semejante, que cree en dicho ideal, piense en un
mundo irreprochable, válido en adelante para todo tiempo
y lugar, con cuya conquista cesa naturalmente toda ulterior
evolución. Fue esto lo que le pasó a la burguesía, cuando
acabó en la revolución francesa con las últimas cadenas
feudales que frenaban la libre evolución de las fuerzas de
producción. De ello no era consciente, no pensaba que
únicarnente superaba uno de los atascos de la ulterior
evolución, y que su propio ideal social de la competencia
libre e ilimitada habría de hacer más tarde imposible la
evolución, sino que creía que era el ideal de un orden
mundial mejor, absolutamente válido y definitivo, en
~onde habrían de existir para siempre y para todos los
hombres libenad, igualdad y fraternidad.. Así pensaba la
burguesía ascendente de entonces. Pero el proletariado
actual no puede pensar así, porque ha aprendido la
relatividad de su propio ideal.·
Nosotros sabemos que aquello que deseamos realizar
no es -un mundo perfecto en sí e irreprochable, con el que
podamos contentarnos para siempre y que sólo es el
próxi~o paso que ha de darse en la evolución social, pero
en modo ?-lguno pensamos ·que se trate del último paso.
Si a nosotros los socialdemócratas se nos pregunta ¿qué
orden social preferís, cuál creéis que es el mejor?, nosotros
responderemos: ¡Ninguno en absoluto! ¡Para nosotros no
existe un orden_ social que fuera el mejor! ·Diversos. órdenes
sociales fueron necesarios en una .época, en determinadas
circunstancias, pero cuando estas circunstancias cambiaron,
~a r~zón se convinió en sinrazón, el bienestar en plaga~ el
orden anteriormente bueno en malo y danino, y por ende
eliminable. _Nunca se habla, pues, de un «orden social
socialdemócrata>, sino sólo de un orden socialista, comu-
nista, etc. Para nosotros, pues: no .hay ningún cmundo ·
absolutamente preferible»; lo que ahora sabemos es qu~ la
evolución socia). nos· exige la sq.presión del capitalismo. El
capitalismo es ahora una ·barrera para el progreso; su
presencia hace la vida cada vez más insoponable a mayores
masas humanas, y por esto luchamos con toda nuestra
fuerza por dar el próximo paso, conviniendo los medios de
producción en propiedad social, a tln de que siga abieno
94
el camino para la ulterior evolución social. Tá.l es la misión
histórica del actual género humano, de la actual clase
revolucionaria; quien haya liberado su espíritu de las
lucubraciones fantásticas y enfermizas por un mundo no
mejor, sino absolutamente bueno, pod.rá comprender que
no puede haber ninguna meta mayor ni más imponante.
Tras lo dicho se comprende por qué no existe ninguna
contradicción entre el socialismo teórico y el práct_ico, que
incluso se encuentran en plena armonía. Nuestra ciencia
nos dice los primeros pasos que hemos de dar, conoci-
mien~o _que ha de ser nuestra _medida_ para nuestra.
actuación práctica, que determina las exigencias contenidas
en nuestro prograrha y también nuestra cmeta final>, la
cual ·se adecúa a lo que según nuestro actual plantea.mien-
to consideramos pasos próximos a dar. Esto no impide que
sigamos hablando del futuro, sobre lo que h·abrá de
acaecer más adelante. Ahora bien, al hablar de ello no
decimos que cdeba> ocurrir, pues esto es cosa de nuestros
descendientes, los cuales estarán en condiciones de poder
determinar -mejor y más exactamente qué es lo que para
entonces haya de ser cambiado en ·el mundo. Para
nosotros, pues, el hablar sobre el futuro no conlleva
ninguna intención práctica, dado que no puede influir en
la actualidad. Lo cual no significa que ese hablar sobre el
. futuro carezca de utilidad. Tiene el interés teórico de saber
con claridad' lo que vamos a ser, pero tiene .también otro
valor, pu·es a su través será mayor la comprensión d.e
nuestras metas actuales, pudiendo ser taínbién. de .utilidad
para poder valorar correctamente todas las quejas y ataques
de nu·estros enemigos, así como para desembarazarnos de
toda clase de utópicos .. Eri todo ·caso, siempre habrá que
tener en cuenta que en toda profecía hay un elemento de
inseguridad. N~turalmente, cuanto más se conoce el -
pasado y los contrastes de la evolución. social, menos
peligros se corte de incurrir en errores sernej"antes. Pero
como es imposible conocer todo completamente, la profe-
a
cía será ta.oto más peligrosa. y menos ajustada la verdad,
cuanto más se adentre en el futuro.
El día siguiente a la revolución
98
El trabajo futuro de reforma en la época en que la clase
obrera haya logrado el poder estatal se expresará en su
carácter muy fuertemente coincidente con las aspiraciones
contenidas hoy en nuestro programa. Sólo se diferenciará
de él en que entonces ya no habrá referencias al capita-
lismo, sino que se actuará decididamente, sin preocupa-
ciones por el capitalismo. Pero su meta inmediata es en
gran medida la misma de nuestro actual programa: mejora
de las condiciones de vida de las masas trabajadoras. Una
educación adecuada de los nin·os, mejora de la enseñanza7
preocupación por la sanidad pública, mejora de las
viviendas, protección en el trabajo, protección de los
enfermos, los inválidos, los ancianos, limitación del tiem-
po de trabajo, prohibición de todo lo que hace peligroso y
repugnante al trabajo: todo esto, que se puede denominar
limitación de la cultura, ha de servir para formar un
género humano más fuerte y evolucionado, a partir del
decaído, disminuido, espiritual y corporalmente maltrata-
do género humano, producto del capitalismo. Esto es lo
más necesario de todo. Al trabajo de reforma se le puede
denominar superación de la. ?niseniz, pues la miseria. social
de la actualidad es la . base de todas las relaciones frus-
trantes en las que vive actualmente la clase obrer~, y de
toda la incultura qu~ padece.·
De tal especie habrá de ser el trabajo con el que hay·a
de ocuparse el estado dominado por los. trabajadores.
Nuestros detractores afirman, con su habitual griterío~ que
nosotros arrumbamos ·violentamente las yiejas relaciones
sociales, y. que queremos generar el clesorden en todo el
muhdo. Quisiéramos encontrárnosles y ver qué ojos po-
nen, cuando nos -vean ocupados. con· un gran trabajo
cultural pacífico, cuya necesidad comprende cualquier·
hombre prudente, trabajo que fuera imposible durante el
pod~r capitalista. .
Hoy,· en el capitalismo, el trabajo· de re.forma se va a
pique; mañana por el contrario, gracias a ese trabajo ·de
reforma se irá a pique el capitalismo. La superación de la
miseria no es posible con el capitalismo; el capitalismo y la
miseria de la clase_ trabajadora están tan estrechamente
unidos, que lo uno no. puede caer sin lo otro. ·Piénsese en
nn
que la tarea más urgente con que el gobierno obrero habrá
de comenzar su trabajo ha de ser el apoyo total a los que
no tienen trabajo. El paro, es decir, el ejército industrial
de reserva, es un pilar básico del capitalismo, que de este
modo mantiene todos los salarios en el nivel más bajo
posible. Si ya no ha de haber más paro, ni más mendici-
dad de trabajo, si el apoyo total al trabajador o el pago
correcto de su trabajo productivo se consideran como un
derecho, entonces las relaciones respecto al mercado del
trabajo son in.mediatamente las contrarias a las que
existían antes. Entonces, los sindicatos pasarán a ser
enormemente grandes frente a los capitalistas, y los salarios
subirán velozmente. ¿Cuál será la consecuencia de todo
esto? Si los salarios suben tanto, el negocio para los
capitalistas se convertirá en algo demasiado poco provecho-
so; no podrán generar plusvalía, y tendrán que cerrar sus
tenderetes dejando que el Estado se preocupe de la
producción. Vemos así cómo las medidas que solarriente
sirven al fin de superar la situación pésima del proletaria-
do, han de conducir necesariamente a un vuelco rápido de
todo el modo de producción. A la vez, partiendo de este
ejemplo -véase sobre él el folleto de Kautsky- se ve
cómo una clase trabajadora elevada al poder, aun cuando
sólo -busque la política de sus intereses inmediatos y
carezca de comprensión teórica de sus metas, puede llegar
sin embargo necesariamente al socialismo .
.Así pues, lo que haremos «el día después .. de la
revolución» no será una supresión violenta de todas· las
industrias privadas, sino solamente una. superación de la
pobreza y de la miseria, es decir, la promoci.ón de la
cultura. Desde esta perspectiva, decimos: todo lo .que no
se conj-uga con e~ta cultura de clase restablecida, debe
perecer. Los capitalistas dicen: precisamente PQrque nues-
tro ·actual orden de producción no es compatible con la
supresión de la miseria, ésta no puede suprimirse, debien-
do los trabajadores seguir siendo pobres y miserables, y no
habiendo de preocuparse por ningún tipo de apoyo a los
que no tienen trabajo. Para la clase dominante, el
;capitalismo es la cuestión principal, y a él se subordina
la cultura. Nosotros creernos lo contrario: si el cap1ta-
lismo no busca elevar el nivel de cultura, debe perecer.
Y viceversa. Si gracias al abándono de la miseria
ascienden venicalrnente los salarios y las aspiraciones
vitales de los obreros, desaparece la posibilidad de extraer
plusvalía, y con ello también desaparece el motivo que en
la actualidad impulsa al propietario de capital_ a la
producción 28 • En lugar de la explotación privada que
produce la miseria, habrán de surgir empresas altamente
evolucionadas técnicamente -pues la producción no po-
drá disminuir-, que podrán ser estatales, comunales, ·o
corporativas, pero en todo caso tendrán un carácter social.
De esta manera, la pequeña y mediana industria, basadas·
en la tremenda .explotación del trabajador o de los fami-
liares del propietario, cesan; los pequeños burgueses actual-
mente atormentados saldrán ganando, cuando pasen a ser
trabajadores de las grandes industrias, en donde ocuparán
un buen puesto, y desaparecerá el pequeño negocio, ·que
hasta la fecha sólo permite llevar una existencia llena de
preocupaciones. La razón de esta desaparición condiciona
también la permanencia de la artesanía, la cual podrá
seguir existiendo siempre que sea compatible con el mayor
nivel cultural. Nadie tiene nada que oponer a que un
trabajador trabaje autónoniamente para sí y produzca cosas
con valor social. Esto sin duda no será infrecuente; los
artistas podrán dedicarse de esta manera, según el ideal de
William Morris, a la producción de objetos de uso bellos y
adecuados a sus fines, y muchos campesinos, que labran s.~·
trocito de tierra por sí mismos, se a.ferrarán a este modo-de
producción fuenemente · al principio. Esto no puede.
pteocupar; gracias al auge general -del nivel soci_al _queda-..;.
rán todos en circunstancias tan favorables, que· ya no
necesitarán seguir siendo esclav<;>s del trabajo como ·ahoi:a
101
lo son; y .la mayor formación general tendrá como conse-
cuencia el que la limitación. heredada quedará substituida
por formas de trabajo más razonables.
La producción socialista
102
ha surgido el Esta:do, y .en que, por tanto, el Estado o sus
más pequeños aparatos de gobierno han tomado el poder
que tienen actualmente los capitalistas. El Estado es el
grande, el único productor de mercancías, y paga a todos
los hombres que están a su servicio un ·salario o un sueldo,
como se le quiera llamar; estos hombres compran metcancí~
con su salario, como hasta ahora, pero ahora las compran de
los productores, que a la vez son los únicos vendedores de
mercancías. Puede haber obreros autónomos que vendan
ellos mismos los productos fuera de este círculo, pero son ex-
cepciones. A los productos no les afecta si los productores son
varios o es uno; lo imponante es que son mercancías, ·que
tienen un determinado valor y un precio determinado por
. el que son compradas. Habrá dinero como ahora, pues es
necesario para comprar y vender, e incluso seguirán
existiendo, como reminiscencias de tiempos . anteriores,
diferencias en la ·posesión de dinero. La idea de los
utópicos de antes y de después, de que en una sociedad
socialista habrá de ser abolido inmediatamente el dinero,
procede de la creencia pequeñoburguesa de ·que cel
dinero> es la fuente de todo mal. Para el pequefío
burgués, el dinero, es decir~ más dinero del que posee, el
gran capital, es de hecho la fuente del mal; nosotros los
. socialdemócratas no creemos que el dinero. sea malo en sí,
sino sólo su aplicación por .el capital en orden a la
ex]?lotación. Pero esta ya no es posible. Entre nuestros
opositores hay quienes creen que si en una sociedad .hay
gente con muc.ho dinero, éste generará el capital y de·
nuevo a su .vez la explotación capitalista. Pero esto es
imposible si pensamos que el capitalismo ha desaparecid<;>
ya.por.una evo.lución natural, sin ningún tipo de actuación
violenta, sólo como resultado de las reformas sociales
propias de un gobierno proletario. ·
Si consideramos, pues, el contenido económicQ de esta
sociedad, hemos de decir: aparentement:e ha· cambiado
poco, todo está como antes, se trabaja por salario, y por
salario se venden mercancías. La única diferencia está ep
que en lugar de un gran número de empresarios indivi-
duales, el mayor de ellos paga ahora, por ser el actl.ial
propietario. :Pero para la estrnctura económica, esta· dife-
103
rencia es insignificante. Así opinan nuestros opositores, y
así parece. Ahora bien, ¿tienen realmente razón?
No; no tienen razón. El hecho de que tomen estas
apariencias por verdades muestra su tota~ incomprensión
del actual capitalismo, evidenciando que toman lo inesen-
cial por esencial. Lo esencial del actual capitalismo no ·es el
trabajar por un salario al servicio de otro, cosa que ya
había antes de la aparición del capitalismo. Lo esencial en
primer lugar es que este trabajo asalariado supone para
una gran clase de la población una fuente de plusvalía, un
objeto de explotación respecto a otra clase, y en segundo
lugar· que la producción no está al sen'icio del consumo, es·
decir, de la satisfacción de necesidades, sino al de la
acumulación de plusvalía, al provecho de personas priva-
das, . y por ello se realiza la forma acéfala y anárquica.
Esta es la gran diferencia entre la estructura económica de
sociedad actual y· de la futura. La diferencia cuantitativa
aparentemente externa del salario condiciona la diferencia
cualitativa que existe entre explotación y no explotación. Y
la aparente reducción del número de productores a algunas
corporaciones, que a la vez representan a todo el pueblo,
expresa la aguda diferencia que existe entre una produc-
ción acéfala y una producción conscientemente regulada.
En la nueva sociedad, el trabajo -aunque· aparentemente
·sea un trabajo asalariado- no es fuente de plusvalía,
teniendo sólo en común con el actual salario una aparien-
cia superficial. Y además será conscientemente regulado y
adecuado a las necesidades, de ·modo que ya no sea posible.
ni el derroche ni la pobreza. Toda la sociedad produce
siguiendo un plan conscien~e en orden a la satisfacción de
sus. necesidades. La producción de la nueva sociedad es de
hecho una auténtica prodqcción socialista. .
En el primer capítulo de su obra principal, :El Capital,
Marx ha .caracterizado las bases económicas·de los diferentes
modos de producción, y, tras hablar del Robinsón Crusoe en
sú isla, se pronuncia sobre la servidumbre feudal y la
moderna producción. de mercancí~ con las siguientes
p~labras, respecto a la producción socialista: «Supongamos
finalmente una sociedad de hombres libres, que trabajan
con medios de· producción comunitarios, que conciben sus
104
muchas fuerzas individuales de trabajo como una fuerza
de trabajo social. Todas las connotaciones del trabajo de
Robinsón se repiten aquí, sólo que socialmente, en lugar
de individualmente. Todos los productos de Robinsón
eran productos exclusivamente de uso personal, y por
tanto objetos de uso inmediato para él. El producto total
de la asociación es ahora un producto social. Una pane de
este producto sirve de nuevo como medio de producción.
Sigue siendo social. Pero otra pane es usada como medio
de vida por los miembros de la comunidad. Debe ser,
pues, ~ist~ibuida entre ellos. El modo de esta distribución
cambiará de acuerdo con el modo especial del -·organismo·
de producción social y con el correspondiente grado de
evolución histórica de los componentes» (página 45).
Hemos esbozado un orden social que acaba de surgir
inmediatamente después del capitalismo; nos topamos
aquí por doquier con rasgos que nos recuerdan al menos
exteriormente al anterior capitalismo, si bien en su esencia
estos rasgos son sólo el sistema según el cual toda la pane
destinada al consumo del producto social es distribuida
entre sus miembros.
Hallamos, pues, en este cambio social la misma ley
general que determinaba también los anteriores cambios
históricos. El nuevo orden no puede caer desde· el cielo
como algo· ya dado; no puede ser construido -como antes
se decía- sobre las «ruinas» del capitalismo, una vez que
la revolución acabara con todo lo anterior, haciendo tabla
rasa de ello. Pot el contrario,. se da una evolución lenta,
aunque dentro de su celeridad, de modo que el espectador
superficial cr~e que sólo ha cambiado lo accesorio perma-
neciendo lo esencial, pese a que en realidad, silentemente~
sin que se aprecie un brusco tajo, la base social cambie
totalmente. Está naturaleza «dialéctica» de los cambios
sociales hace tan difícil su comprensión al pensamiento
burgués no dialéctico. Aquí se mantienen en su apariencia
las estructura.S ·más típicas de nuestra. actual sociedad:
compra y venta de productos y salario a cambio de trabajo
asalariado. Pero, pese a esa apariencia, se da una pura
sociedad socialista, donde las instituciones heredadas del
capitalismo sólo son el ·andami;¡je especial, el mecanismo
105
temporal,- mediante el cual se reparten los productos entre
los miembros de la sociedad.
En esto existe una contradicción interna; las contradic-
ciones de un orden social, empero, son siempre los
inconvenientes con que se enfrenta, hasta que los supCra
evolucionando a formas superiores. El actual orden social,
cuyo nacimiento hemos considerado hasta ahora, queda así
superado, cuando sus propias contradicciones son concien-
tizadas por los hombres, como algo que no es bueno. Las
contradicciones que estamos considerando afloran a la
superficie cuando todos los cambios espirituales que
acompaña-o a . las grandes convulsiones sociales· se. han
realizado plenamente; con otras palabras, cuando cada
conciencia ha comprendido bien y cuando se ha impregna-
do afectivamente de que la sociedad .ha pasado a ser una
socied.~d socialista. Es ahí donde se reconoce la contradic-
ción entre las formas estructurales tomadas al capitalismo y
la esencia socialista. ·
La primera de estas contradicciones está en la cuestióri del
salario. En la socied~d capitalista, el pago del salario era el
método por el que se entregaba a la clase obrera su exigua
participación en la masa total de los medios de consumo; con
la evolución capitalista, -incluidos capitalistas ·y directo-
res- salario y dividendos son las formas cada v~z más coi;n·u-·
nes ·de pago. En la nueva sociedad, desaparece esta forma
salariál ente·ndida como forma general d·e pago, reniode-
lándose mejor, y~ que en lugar de los múltiples asalariad.os
privados es.l~ misma sociedad la que se convierte ~n única
asalariadora, a· través de sus diversos cuerpos repres.entati-
. vos. Mientras tanto, la esencia del trabajo asalariado hajdo
cambiando igua~ente, y finalmente se ha de llegar a un
punto en ·que cada cual tenga claro que su relación. con
respecto a la. sociedad ya no puede ser la .qiisma que e-ia. la·
relación ·del trabajador asalariado con respecto al capitalis-·
mo .. Siente que ya no es un servidor asalariado,. sino un
miembro de la sociedad; la nuev;¡. economía no es··. una
economía privada gigantesca en donde cada cual est.á. al
servicio de un propietario y señor extraño a él, sino
realmente una colaboración de todo~ -los hombres en orden
a una meta común. Será entonces cuando comprendan
106
que el salario Qo tiene sentido, y cuando lo encuentren
inadmisible.
Tampoco se entenderán las diferencias salariales enton-
ces. En el tránsito del capitalismo al socialismo, los
hombres entran en la n_ueva sociedad con muy diversa
formación y capacidad de acción, lo que es menos una
consecuencia de una distinta capacidad, que de la diversa
formación. Puesto· que no basta con traducir a la praxis
cienas ideas abstractas. de igualdad, sino que es preciso
resolver las tareas precisainente en la realidad, esas tareas
que plantea el nuevo orden de la producción a los
hombres, durante un tiempo se considerará ºnatural que
aquellos que ocupan cargos directivos y de· mayor respon-
sabilidad organizativa, como directores, ingenieros, erudi-
tos, tengan una mayor aspiración salarial que los obreros
asalariados normales& Esto será herencia de la sociedad
actual, y por lo tanto considerado como algo completa-
mente normal. Pero cuando surjan nuevas generaciones
que no hayan conocido el capitalismo y que crean que
las relaciones capitalistas sólo tienen el valor de residuos de
un pasado bárbaro~ entonces esas generaciones no com~
-prenderán por qué un hombre debe ganar más que otro, si
los dos hacen por igual medida su tarea lo mejor· que
pueden. A esto hay que. afiadir la consideración de que las ..
grandes diferencias en la .capac.dad ·de dirección que ahora
existen como consecuencia de una diferente instrucción,
por ejemplo entre los hijos de obreros e hijos ·de burgue:-
ses, '1.abrán de desaparecer como consecuencia del aumen- ·
to en la instrucción general, lo mismo que el inaceptable··
contraste entre trabajo espiritual y el corporal. Existirán ya
únicamente las diferencia.S personales de cada ser hun:lano;
pero· si uno está mejor o peor dotado que. otro en ese
sentido, .no será en todo caso ni una. culpa ni -un mérito.
Frente al orden capitalista, donde cada cual ha .de buscar
para· sí. mismo el sustento vital, en la nueva sociedad le
corresPonderá a cada u·no la parte necesaria ·para que .
pueda consu~ir los bie.nes que precisa, en pag,o a SU· .
trabajo y en justa compensación a sus servicios. Esta idea .
de que las · personas privadas han de . procurar para sí
mismos, en su razonable• colaboración con otros,. un nivel
107
de existencia humana, irá debilitándose poco a poco en la
concepción socialista, en donde la sociedad vela, en la
medida en que sus miembros ·trabajan, por el sustento de
todos sus miembros, de modo que cada hombre, por el
solo hecho de sérlo, tenga un derecho a la vida y a los
medios necesarios para mantenerla. De esta manera, poco
a poco se irán mostrando como inadecuadas a una concien-
cia socialista progresiva las formas heredadas del capitalis-
mo y el sistema de distribución de los productos que es
propio de dicho sistema. Quizás parezca a partir de
entonces_ oportuno, a la luz de estas nuevas ideas, consi-
derar -que todos los hombres tienen las mismas as.piracio- ·
nes, y que a cada uno de ellos hay que darle una parte
igual de los productos. Con todo, sigue existiendo la
contradicción que anida en la base misma económica de
esta sociedad, que pasamos a considerar.
Esta contradicción radica en que los productos del trabajo
se compran y se venden, siendo por ello tratados como
mercancías, aunque no lo sean ya en absoluto. En la actual
sociedad, los productos del trabajo son mercaricías porque
son productos de trabajos privados, simple parte de un
proceso de producción social. Nuestra actual producción es
una producción social, pues los -hombres producen los
medios de consumo recíprocamente, y no para sí mismos.
Pero a la vez es una producción privada; cada cual produce
autónornamente como parte del todo; debe intercambiar sus
productos por otros, y en este intercambio surge el valQr
común de los productos, de manera que estos trabajos
privados se relacionan mutuamente como parte homogénea
de un todo. Este valor parece como si perteneciera a la natu:..
raleza de las cosas, pero es una relación entre personas ·que
sólo aparece como propiedad de las cosas,. en la medída en
que estas personas son productores privados independientes.
Pero tan pronto como la producción adquiere carácter
social, cesa esta apariencia; los productos no son ya mercan-
cías, y ya no tienen ·valor. El intercambio entre produc-
tos privados, de donde surgió su valor como relación
de intercambio, ha desaparecido; la «compra> de . los
productos por losmiembros de la sociedad no tiene ya nada
en común con un intercambio. Aunque el valor queda
10~
determinado por el tiempo de trabajo social, sólo es
expresión de este trabajo cuando está en los diversos
productos de trabajo de diversas personas. Por ello fue un
sueñ.o utópico de escritores pasados -que Marx desterró-
el que, en una regulación social del trabajo por medio de
una cuidadosa contabilidad, sólo hubiera que medir el
número de horas que cada producto costaba hasta su elabo-
ración, para valorar correctamente su precio. Naturalmente,
se podía en la práctica colgar a cada objeto un cartelito, en
donde se expresase un cierto precio de mercado, o -lo que
sería lo mismo- un cierto número de _horas; pero esto no
sirve cuando se trata de un valor de .mercancías en una.
sociedad que ·produce mercancías por medio de efectos ·
internos, sin espacio alguno para el capricho de los
hombres, tal y como corresponde a un proceso natural. Al
comienzo de la nueva sociedad, empalmando con la praxis
de los productores capitalistas, habrá que fijar los precios de
esta manera, en la medida en que según las apariencias la
producción es sólo una transformación de ·la sociedad
capitalista. Pero a medida que la producción vaya reflejan-
do aquello que realmente es, a saber, algo inmediatamente
social, tanto más se irá comprendiendo la artificialidad de
concebir a este · precio como un producto del capricho
convencional, sin ninguna esencia propia. Pero estos
«precios» artificiales cumplen una importante función como
medida para la distribución de los bien.es comúnmente
producidos por sus miembros. Cuando esta medida ya n~
sirve, entonces hay que buscar otra medida.
Esta dificultad se resuelve con una nueva fuerza, con la
evolución de la productividad del trabajo, que vamos ·a
analizar. Es sabido que uno de los argumentos· más impor-
tantes de -nuestra propaganda en favor del socialismo es que
decimos: el actual modo de producción no es suficiente-
mente productivo, como para permitir . que todos los.
hombres puedan vivir; sólo bajo el socialismo podrán
desarrollarse mejor las fuerzas de producción, y el trabajo
ser más llevadero. Así pues, primero hay que ver en qué
consiste la mayor productividad de la sociedad socialista,
inmediatamente después de la revolución, .en comparación
con la capitalista.
109
Consiste en que la producción está más planificada, con
respecto a una mejor satisfacción de la.5 necesidades. Bajo el
capitalismo, la meta no es esta·satisfacción, sino que la meta .
de la producción es la ganancia; por esta razón, existe en el
capitalismo una fuene disipación de material y de fuerza de
trabajo, que se evitará bajo el socialismo. En la actualidad,
se producen tan innúmeras corµo inútiles cosas, destinadas
a tanta gente que no las necesita, como cantidades de
gentes hay a la vez que carecen de los más imprescindibles
medios de vida. La producción capitalista es en gran medida
una producción de géneros de pac~tilla; µiuch~ de sus
cosasº se .echan a perder sin ninguna finalidad, 3.rltes de qu·e·
encuentren un comprador. Los innúmeros pequeños talleres
dispersos, que no tienen instalaciones adecuadas, ni pueden
utilizar los adelantos técnicos, suponen también un enorme
despilfarro de fuerza de trabajo y de material. Por la otra
pane, los trusts frenan el progreso de la técnica, porque no·
. tienen interés alguno en la m.ejora de los métodos de
trabajo, ya que su .monopolio les libra de la competencia.
Por todo esto, el capitalismo es improductivo, y lo que
otrora fuera su mérito, a saber, el que elevara el nivel
técnico del trabajo, aparece como algo completamente
perdido en su más alto grado .de evolució·n, los trusts.
Todas estas causas de· un pequeño rendimiento laboral ·
sobre la- pase de una gran presión al trabajador, cesan bajo
el socialismo. La superioridad de una producción socialista.
con respecto• a la .capitalista, dentro de un mismo grado de
evolución de la técnica, radica en la organización del
trabajo. Con· ta supresión del dispendio de fuerza de. los
pequefios talleres- atrasados, y con la utilización de tod~ la
fuerza. d.e trabajo humana gracias a los. más adecuados
auxiliQs ··~cnicos, aumenta enormemente la . soponabilidad
del trabajo. Cuando además la producción se acomoda
totalmente a las necesidades, no se necesita. malgastar ni
fuerza:-. de trabajo ni material. Esta organ.ización -de la
produ.cción será por ello el medio gracias al· cual podrá
garantizarse para todo ser humano, con un trabajo normal,
todo lo necesario para vivir en sociedad, una vez removido
lo que lo impide.
Con todo, el argumento básico en orden a mostrar la
110
necesidad del socialismo no radica aquí, sino en que se hace
posible, gracias a·una superación de las barreras capitalistas,
una libre y no perturbada ulterior evolución para las fuerzas
productivas. Si es posible poner inmediatamente en marcha
una productividad mayor que la actual, esto implicará
igualmente la ·presencia de una fuerza capaz de generar un
incremento aún mayor y más imparable de esta productivi-
dad. Tal fuerza está en el enorme progreso de la ciencia y de
la técnica. Bajo el socialismo, la formación científica y los
conocimientos que en la actualidad están en posesión de
una minoría limitada, pasarán a ser bienes comunes; más
.que hoy,- será para todos un motivo de alegría· el ocuparse
con todo ello gracias a una buena instrucción y a los
descansos reparadores. Ahora, la formación espiritual y la
técnica están en muchos aspectos divorciadas entre sí; la
reunificación de ambas dará a la técnica un auge considera-
ble. La investigación, que ahora es monopolio de un
-pequeño grupo, llegará a ser patrimonio de todas esas
numerosas, poderosas y frescas mentes, que hoy en su
mayoría se encuentran paralizadas por la miseria material.
A todo esto hay que añadir que entonces el científico que
conocerá nuevas fuerzas de la naturaleza, o el inventor que
las sepa aplicar, no trabajarán como ·hasta ahora para la
curiosidad de una estrecha galería de eruditos y para la
glorificación de los grandes capitalistas, sino que tendrán la
seguridad de que cada uno de sus trabajos elevará inme4ia-
tamente la felicidad de los demás hombres, servirá para qui-
tarles· el lastre de su pesado trabajo, y hará su vida más rica.
Esto dará al investigador y al técnico un gran aliciente.
El resultado de todo progreso técnico y científico, ·en
comparación con el cual el famoso siglo XIX· se quedará.
muy pálido, se producirá por lo tanto gracias a un gr~
incremento de la productividad del traba/o. Y esto habrá de
notarse especialmente, este uso racional de la ciencia, en ese
terreno tan atrasado como imponante que es el campo. Esta
elevación de la productividad del trabajo no significa ni más
ni menos que el logro de un excedt;nte de productos, de
todos los que se necesiten. A partir de aquí .no habrá ya
necesidad de llevar estrictamente en regla los libros de
contabilidad, ni de· regular las minucias de todo proceso de
111
producción, sustituyéndolo todo esto por un tiempo de
trabajo moderado. El trabajo para la cornu-nidad, que ai
principio aparece como una obligación para todos, al cabo
de unas cuantas generaciones que no hayan conocido el
tormento que representa el trabajo actual,· será considerado
corno una alegría y una necesidad. No habrá ya ·entonces
necesidad de dar a cada cual una parte «justa» del todo de
los medios de consumo producidos. Allí donde reina la
abundancia, la necesidad de cada hombre ha de ser la
medida de su consumo. Alguien es posible que diga: ¡Sí,
pero entonces habrá quien tome más de lo que necesita!.
¿Pero,. a fin .de qué lo haría? ¿Para· malgastarlo?· Estq no·
tendría ningún sentido (en el capitalismo sí que lo tiene, y
por esta misma razón se produce). ¿O para guardarlo para
tiempos futuros? Tampoco esto tiene ningún sentido, pues
la sociedad vela igualmente por el futuro. En estas
condiciones tampoco tiene por qué producirse el que uno se
oponga a otro porque necesite más que él. Pongámonos en
el caso de un grupo de hombres que tiene hambre, pero
que sólo tiene a su disposición medios de vida limitados.
Allí el uno mira desconfiado al otro y trata de que no se
lleve más que él. Pero pongámonos en el caso de estos
mismos hombres en un banquete sin escaseces: _allí nadie se
preocupará de lo que otro torne, porque saben que habrá de
sobra para todos. _ .
.Así pues, si en la . evolución de la sociedad bajo el
socialismo la productividad del trabajo ha · alcanzado .un.
grado tan alto como para que haya-abundancia para .t.odos,
entonces las instituciones sociales habrán de dar un vuelco
tal, que quede asegurada la: distribución de. los productos
según las necesidades de cada cual.. Se discute mucho. ·si en ·
el· futuro lejano la propiedad .privada será totalmente
substituida po~ la propiedad social' o si al menos el pan que
como y el vestido que me cubre habrá de seguir siendo
siempre propiedad privada. Una breve consideración de la
base económica de este lejanísima sociedad del .futuro
dejará en evidencia la inoperancia de esta discusión: si la
sociedad produce más de lo que es capaz de- consumir, y si
cada cual toma lo que necesita, está claro que el concepto d~
propiedad habría de desaparecer en absoluto.
112
La superestructura espiritual y política
113
y esa democracia obrera real y pura·, que representa la for~a
del Estado. Un ejemplo de esta democracia nos lo dan las
actuales organizaciones de lucha de la clase obrera, que ya
están realizando en pequeño lo que habrá de realizarse. más
tarde en gran escala. En estas organizaciones obreras
dominan las reglas democráticas, de modo que cada uno
tiene el mismo derecho, pero la mayoría tiene siempre
derecho sobre la minoría, de suene que las decisiones de la
mayoría son las decisiones de la totalidad, y se cumplen.
Cada cual conserva su libertad dentro de lo posible, ·y sólo
en la medida en que es necesario para el trabajo común se
postula la sumisión individual a las decisiones · de la
totalidad. Estos principios, que ya son universalmente
reconocidos y realizados dentro del movimiento obrero,
habrán de valer naturalmente también para. el Estado
futuro. Esta es la diferencia con respecto a las actuales
formas de Estado, de las cuales ninguna es realmente
democrática. Sin embargo, a quien ve las cosas superficial-
mente la concordancia entre el Estado actual y el proletario
le parece muy grande. Se habla entonces de admin_istración
y de gobierno, se consideran necesarios para cualquier fin
los cuerpos y comités administrativos, se producen-leyes y se
envían diputados al parla.J.'.llento y a los consejos de
comunidad. Así pues, parecería que todo es igual: hombres
. e instituciones; por eso el Estado, que supone la forma
externa de la vida social comunitaria, sería -·prescindiendo
·de su democracia- muy poco distinto del Estado ~tual. ·
Como-en lo atingente al orden económico, también .aqw
hay que considerar que n.uestros enemigos nos atacan,
~uando habl~ de la .omnipotencia del poder· estatal, y
cuando expresan su-- miedo ante·Ia esclavitud que .propicia el
·EStado. Pero las gentes que así hablan se dejan llevar de las
apariencias superficiales, pues en realidad, en su esencia,_ el
·Estado
. del futuro y el actual son. totalmente diferent"es·..
114
puramente política que ejerce el poder, una corporación -
con funciones económicas que no necesita seguir ejerciendo
realmente ningún tipo de poder más. Engels lo definió muy
atinadamente en el Anti-Dühring cuando escribió: cCon
este cambio, en lugar de un gobierno sobre las personas se
produce una administración sobre las cosas>.
Se comprende que, como ocurre en general con las
instituciones democráticas, una cierta medida de coerción
resulte inevitable. Aquellos que buscan una libertad
absoluta pueden darse cuenta de que, allí donde los
hombr~s Q.an de colaborar con su trabajo social en orden a
su mantenimiento vital, cada uno ha de subordinarse· a la
totalidad. Pero el modo en que- se realiza esta subordina-
ción, no por capricho, sino por la forzosidad natural y social
de las circuristancias, es diverso según las diversas circuns-
tancias. En la futura democracia obrera será completamente
distinta a la que se produce en el estado de clase capitalista.
Una minoría necesita aquí para la afirmación de su poderío
medios de violencia fisica, policía, justicia, ejército, prisio-
nes, etc. Para que una minoría, en una sociedad sin clases
donde no existen profundos contrastes de clase, disponga
de las decisiones de la mayoría, no hacen falta medios de
coacción física. U na minoría manda allí gracias a su poder
moral; como es evidente, hay en la.S actuales organizaciones
obreras ejemplos en donde cada día puede verse que la
minoría dispone, sin m_edidas coercitivas, de la mayoría.
En la organización y la vida interna de nuestras actuales
asociaciones obreras hay que pensar siempre, si queremos
formarnos un concepto del orden político cpara el día
después de la revolución>, con la. salvedad de qu.e estas
asociaciones son ahora organizaciones de lucha- contra un
enemigo extremadamente poderoso, y por esta razón han
de comportarse con una severa disciplina. Pe.ro en todo caso
puede proporciona...-nos. importantes conclusiones respecto a
los medios morales de· que se dispone para la supresión de
una minoría, a fin de que puedan servir a los fines de la
generalidad. ¿Cuál es el medio moral que .da al actual
movimiento obrero su cohesión y su fuerza unitaria? La
discipl_ina voluntaria. Esta su.bordinación voluntaria de cada
uno a la generalidad, esta superación del egoísmo propio y
115
de las propias inclinaciones es el cimiento moral de las
organizaciones obreras en la actualidad. Esto lo estamos
desarrollando en la lucha, estamos ejercitándolo porque
todas las experiencias nos dicen cada día que solamente de
este ·modo es posible el éxito; de esta manera se hará cada
vez más fuerte, y se convertirá también en el cimiento moral
del futuro orden socialista.
Así pues, lo que mantiene a la nueva sociedad, tras la
destrucción del capitalismo, es la superación, a la que se
llega por el convencimiento racional de su necesidad y a una
forma cada vez más habitual, de una fuerza ~uy poderosa:
el egoísmo. El .egoísmo es un impulso. gue se ha ·reforzado
bajo el capitalismo, o, mejor dicho, bajo toda la economía
privaqa. Por esta razón ha sido tan fuerte en todas las épocas
históricas, porque fue una característica esencial en la lucha
por la existencia; quien en la sociedad capitalista posee
menos egoísmo, quien piensa y defiende la humanidad, la
fraternidad, la compasión, ese tiene todas las de perder
como productor autónomo. Para vencer y superar a sus
competidores, es precisa una gran dosis de egoísmo, y todo
lo que se opone a ese egoísmo ha de ser rechazado con
energía y superado. Porque esto es así, el egoísmo es un
instinto tan desarrollado hoy y tan profundamente enraíza-
do en los hombres de nuestra época, de manera que parece
un instinto natural propio del hombre desde la eternidad. ·
Por esto no puede sorprender que grandes y profundos
pensadores consideren al ·egoísmo como un instinto intrín-:-
secamente ligado para siempre a la naturaleza humana.
Tales eruditos y sus imitadores se ríen de nosotros cuando
les decirnos que en el futuro, en una sociedad· socialista,·~esta
instinto disminuirá y hasta desaparecerá, pues esta afirma-
ción les parece un sueño acientífico, insostenible, utópico.
Y sin emba¡;go, nuestra opinión es mucho más fundada y
científica que la suya. Ciertamente porque el egoísmo es_ en
la actualidad algo tan supervalorado, podríamos predecir su
desaparición. Pues el irresistible poder de la necesidad
· económica se muestra en el hecho de que un instin·to al que
nadie valora como virtuoso pueda echar abajo. y romper -de
una manera tan absoluta los sentimientos comunistas que se
remontan a las antiguas comunidades de vida, de fraterni-
116
dad y de igualdad. Por esto precisamente, puede concluirse
con seguridad que en un orden social diferente, en donde
son necesarios otros instintos, esos otros instintos puedan
igualmente dejar en la cuneta al actual egoísmo.
Nosotros vemos en el actual movimiento obrero cómo
este fuerte impulso en muchos casos es superado por la
disciplina voluntaria, y esto ocurrirá con mucha mayor
intensidad en la futura democracia obrera. En ambos casos,
los mismos efectos proceden de las mismas causas: de la
necesidad, primero la búsqueda y luego el mantenimiento
del nU:eV~ orden. En todo caso, la disciplina supone la
superación, por la inteligencia y la razón, de ün instinto.
vital, el de egoísmo heredado del capitalismo. Pero cuando
la producción socialista se dé ya, entonces el egoísmo no
encontrará ninguna justificación posible. En la actualidad,
este instinto es renovado cada día, porque es necesario para
la economía, pero después ya no será más necesario. Ya no
proporcionará a los hombres ninguna ventaja; allí donde se
presente, dañará a la comunidad y a todos sus miembros;
no podrá en adelante ser usado para ninguna colaboración
interhumana, y por ello habrá de perecer poco a poco. Otro
instinto.será entonces necesario para el mantenimiento de la
sociedad y de todos sus miembros, el sentido común y la
fraternidad de los hombres. Por ello, bajo la primacía de la
producción socialista, el egoísmo habrá de des~parecer cada
vez más, y en. su lugar surgirá el sentido común dominán-
dolo todo, y entonces como único instinto «natural».
Si un día el mundo va tan. lejos, que llega a desarrollar~
como consecuencia del nuevo sistema de producción,· un
sentido común y una fraternidad semejantes, ya no se
. necesitará tampoco una autoridad externa como represen-
tante de la mayoría. Entonces la última huella y la última
encarnación de un gobierno, ·por democrático que fuere, se
hará completamente innecesaria y desaparecerá. Entonces~
la organización del trabajo no necesitará ya medios
extérnos, ni reglas morales coercitivas, como base de la vida.
social· comunitaria, pues se producirá la organización y el
comportamiento colectivo como algo emanado del propio
hombre con su propio instinto, que creará lazos más
fuertes. Esto .equivaldrá aproximadamente a lo que a lo
117.
largo de toda la historia. ya expresaron muchos pensadores e
ideólogos como la meta más alta a alcanzar, a saber, el ideal
de una libenad completa. No es que por esto haya de
pensarse simplemente y en primer lugar en la solución
anarquista, que solamente se concibe en contraposición con
el actual Estado lleno de .violencia, pero pasando .por alto
sobre las bases económicas. El hombre fue desde un
comienzo un ser no libre, no porque tuviese el poder de un
Estado sobre sí, sino porque era esclavo de la naturaleza,
esclavo de sus necesidades carnales. En este sentido decía
Dietzgen que la introducción de la esclavitud fue un
progreso en el camino hacia la libenad. Poco a poco la
humanidad se tomó en serio lo de dominar la naturaleza, y
la satisfacción de sus necesidades por la producción. Esto no
fue posible sin que, a partir de esta vida social, a partir de la
forzosidad de determinadas relaciones de producción, se
creara un nuevo poder y una nueva esclavitud que limitada
la libenad. Pese a todo, esta evolución fue un incremento
en orden a una mayor libertad. Esta evolución solamente
encontrará su meta cuando bajo el socialismo se dé el pleno
·dominio de la naturaleza, la satisfacción sin esfuerzos de
· todas las necesidades que expresan la b~e material de un
orden social, en donde no se haga necesaria ninguna .
forzosidad social más.
Con esto hemos llegado al final de nuestras considera-
ciones; esto quiere decir que hemos de recapitular nuestras
consideraciones, ·pues no podemos seguir mirando hacia el
futuro. Habrá quizás parecido en algún momento que en
un orden social tal y como lo hemos presentado hubiera
entrado una situación en ·1a cual ya no hubiera. nada que
cambiar. Pero esto no es ast pues cualquiera puede
comprender que no hay ninguna meta definitivamente
fijada en la evolución total de la ·humanidad, y que nunca
llegará una época de calma tranquila e inalterable. Esto
sería· una ilusión d·e -la misma naturaleza del que intenta
seguir los pasos de alguien· desde la cumbre de una alta
montaña. En la ·distancia próxima aún se aprecian las
diferencias del paisaje, pero en el lejano horizonte todo se
funde en una única línea que es precisamente la del
horizonte. Pese a ello, sabemos que también allí sigue. el
. 118.·
·camino a lo largo de .un paisaje siempre diferente.
Padecenamos la misma ilusión si pensáramos que, dado
que ya no podernos alcanzar a ver más relieves, cesa toda
evolución y toda diferenciación. De hecho, la evolución, tal
y como nos lo hace suponer una reflexión sensata, no cesará,
sino que adoptará formas respecto a las cuales no tenemos
en la actualidad ninguna idea. Para la comprensión de las
formas de evolución de una sociedad de personas que se han
liberado totalmente de la esclavitud de sus necesidades y
que se erigen en auténticos dominadores de toda la tierra,
para eso somos nosotros todavía demasiado rudos y
dema5iado bárbaros, y hemos crecido igualmente en medio
de unas relaciones demasiado bárbaras. Nuestros grandes
predecesores Marx y Engels decían, respecto a este futuro,
con su poderosa y peculiar manera de expresarse, lo
siguiente: cCon el paso de los medios de producción a
propiedad social, se cierra la prehistoria del género huma-
no. Con ello se separa finalmente el hombre del reino
animal:.. Así pues, ellos consideraban a toda la h_istoria de la
humanidad -hasta el comienzo del socialismo- como una
simple prehistoria, como la edad animal de la humanidad.
En mi opinión, debería decirse todo lo contrario: no- que
con el socialismo cesaría la evolución de la humanidad, sino
que con él y sólo con él comenzaría la pura y .. auténtica
historia de la humanidad.
119·
Capítulo Noveno
Cinco tesis sobre la lucha
de clases
120
la burocracia ejerce colectivamente su poder sobre los
medios de producción y utiliza el instrnmento de la
dictadura para someter a las masas explotadas.
11
El socialismo, presentado como el fin de la lucha obrera,
no es, de hecho, más que la organización de la producción
por el gobierno. Es el socialismo de Estado, la dirección de la
producción por los funcionarios del Estado, la autoridad de
los directores~ de los sabios, de los Cl:laclros de_la fábrica.
En la economía socialista, este cuerpo -·forma una.
burocracia bien organizada que es directamente el Amo del
proceso de producción y determina qué parte debe ser
dest~nada a los trabajadores bajo la forma de salarios,
guardando el resto para las necesidades generales y para
ellos mismos. En régimen democrático los trabajadores
pueden elegir sus Amos, pero no son dueños de su trabajo,
no reciben más que una parte de lo que ellos producen, y.
esa parte les es atribuida por otros; siguen siendo explotados
y deben obedecer a la nueva clase d4'igente. Las formas
democráticas que este sistema conlleva, ni hoy ni mafíana
pueden modificar su estructura fundamental·.
El socialismo fue proclamado fin de la clase obrera en.
una época en la que, desde su aparición, sin fuerza, incapaz
de. conquistar por sí misma la dirección de las fábricas, se
puso a· buscar en las reformas sociales la· protección d~l
Estado contra la clase capitalista. Los grandes partidos
Po.líticos que hicieron suyos estos tmes, los partidos.
laboristas y socialdemócratas, se transformaron en iristrn-
mentos de alistamiento de la clase obrera al servicio del
capitalismo, tanto en sus guerras imperialistas como, ·en
tiempos de. paz, en su política interior. No se puede decir
que el gobierno laborista inglés sea socialista: su obra no
supone la liberación de los obreros, sino la modernización
del sistema capitalista. Haciendo desaparecer las ignominias
irritantes, calmando ciertos retrasos propios, introduciendo
el control del Estado para preservar y garantizar los
beneficios, refuerza la-dominación del Capital ·Y perpetua la
explotación de los trabajadores. ·
111
IV
Hasta el presente, los partidos políticos han cumplido
.dos funciones. En primer lugar, aspiran al poder político, a
la dominación del Estado, a la toma. del. gobierno, a la
utilización de ese poder para poner en práctica sus
programas. En segundo lugar, deben, con esta intención,
ganar a la masa de trabajadores para sus progr~as: su
ensefíanza pretende instruir a los obreros, su propaganda
busca transformarlo simplemente en un rabaño de corderos.
Los partidos obreros tienen por fin la conquista del poder
político, a fin de gobernar en interés de los trabajado-
res y, más particularmente, de abolir el capitalismo.
Afirman ser la vanguardia de la clase obrera, su panido
más clarividente, capaz de dirigir a la mayoría desorganiza-
da de ~a clase,_ de actuar en su noml;>re.. De .(ep:Íesentarla.
Pretenden poder liberar a los obreros de la explotación. Una
clase explotada no puede, sin embargo, ser liberada por un
simple voto o por la llegada al poder de nuevos gobernan-
tes. Un partido político no puede aportarle la libertad:
vencedor, introducirá únicamente nuevas formas de servi-
dumbre. Las ·masas trabajadoras no pueden ganar su
libertad más que por su propia acción organizada, tomando
su destino en sus .manos por un esfuerzo de todas sus
facultades de cara a dirigir y organizar ellos mismos su
combate y su trabajo por medio de Consejos Obreros.
A los partidos incumbe entonces la segunda función, es
decir difundir las ideas y los conocimientos, estudiar,
discutir, formular las ideas sociales y, mediante la propa-
ganda, esclarecer el espíritu de las masas. Los Consejos
Obreros son los órganos de acción ·prác;tica de lucha de la
clase obrera; a los panidos corresponde la tarea de construir
la fuerza espiritual. Su trabajo es un~ pane indispensable
.de la autoemancipación de la clase obrera.
A) Libros y folletos•
Etica y socialismo (H .. A)
1906
Religión y socialismo
1906
Revoluciones en el Estado del futuro (H .. A)
1907
La lucha obrera (A) (Siete tesis aparecidas en el Leipzigcr Volkszeitung .. edita-
1907
das luego como folleto). .
1908 El manc:ismo (H).
1909 Marxismo y darwinismo (H .. A . 1)
1909 Las diferencias tácticas en el movimiento obrero (A).
1909 La fundación del Partido Socialista Alemán en Holanda (A).
1910· Lm medios de p9der del proletariado (A) .
.1911 La abolición de la propiedad .. del &tado y de la rdigión (A).
1912 Lucha de clases y nación (A). ·
1916. Sobre laprehistoriade la guerra mundial (H).
1918 Laparticióndclbotín (A)
1919 Bolchevismo y democracia (A).
1919 El programa de Wilson (H .. A).
1919 (Bajo.el pscudónimo de Karl Hornee) Socialdemocracia y ~.omunismo (A).
1920 Rcvoluci~n .mundial y táctica comunista (A). (Originariamente en holand&
como serie de artícuios de la revista memual cDe Nieuwc Tijd:.; tamb~n·
como tesis en la revista vienesa cKommunismus:.; núcva edición en cParla-
mentarismus-debattc>, ·U ndcrground Prcss, . Berlín 1968; en italiano, en
la ·obra Anton Pannekock . OrganizzazÍonc rivoluzionacia e consigli operai .
Fcltrinclli .. Milano, 1970).
1934 La tcoña del derrumbe del capitalismo (Nucva_cdici6n en cTcoda del derrum-
be capitalista o sujeto revolucionaria» Karin Kramer Verlag, Berlín 197 3) .
. 1916 Partido y clase obrera (Nueva edición en cPanido y rcvoluci6n:., Karin Kramcr
Verlag, Berlin, s/f).
C) ·com:spondcncia •
1. En el «Lei'pzi'ger Volksezei'tung»
·1946 Cinco tesis sobre la lucha de clases (1). (Rccdición alemana: cCinco tesis so-
bre la lucha de la clase obrera contra el capitalisma», en cPartei und Re-
voluction•, Karin Kcamer Verlag, Berlin, s/f; también en francés con el titu-
lo cLa huelga generalizada en Francia., 1968).
19 38 El anarquismo no es de utilidad (I).
J. En llÍ «Bremer Bllrge1%ei1ung11
E) Cartas
F) Inéditos