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DOCQMIAULHA iP, S. pe avis LA PALABRA ADVERSATIVA NEB SR: Observaciones sobre la enunciacién politica 6 i 4 pe ae too Eliseo Verén ——_ LAS DIFICULTADES Por razones histéricas, el discurso politico ha sido uno de los primeros objetos de estudio.abordados por quienes buscaban abrir el camino del anélisis del discurso, en patti cular en Francia.’ Desde entonces, cierto mimero de trabajos han sido publicados; global- mente, el anilisis lexicol6gico aparece como la orientacién metodolégica dominante. Esté claro que el hablar de discurso politico supone necesariamente que existen dis- cursos que no son politicos; dicho de otro modo, la nocién de discurso politico presupone, de manera explicita o implicita, ciertas hipstesis sobre una tipologia de discursos sociales. Ahora bien, es igualmente claro que esa tipologia no existe todavia. El trabajo sobre el dis- curso politico se ha desarrollado entonces sobre Ja base de ciertas intuiciones -con frecuen- cia correctas-, y a partir de una identificacion de sentido comin, como por ejemplo la que consiste en analizar como “discurso politico” textos producidos por Ifderes o por partidos politicos (De Gaule, Mitterrand, el partido comunista, Perdn, etc.). Este modo de proceder podra ser tachado de circular, puesto que el término a definir forma parte de Ta definicidn; es dificil, sin embargo, en el estado actual de nuestros cono- cimientos sobre el funcionamiento de los discursos sociales, imaginar otro procedimiento que el que consiste en asociar de una manera general el concepto de “discurso politico” ala roduecion discursiva explicitamente articulada a Tas instituciones del Estado, Conviene sin embargo subrayar el hecho de que la circularidad en cuesti6n es relati- va: para identificar nuestro presunto objeto (el “discurs6 politico"), hacemos intervenir las instituciones politicas: el concepto de “poli como se ve, califica dos instancias dife- ‘entesgpor un lado discursosy por el otro jnstituciones,Pado que una teorfa de Tos discursos ‘sociales parte del supuesto de que las unidades de andlisis significativas, en lo que hace al discurso, deben estar asociadas a condiciones sociales de produccién mas o menos estables, parece légico situarse dentro del marco de contextos iastitucionales facilmente identifica- bles y, sobre todo, respecto de los cuales existen desarrollos teéricos abundantes, como es el caso del sistema politico en las sociedades democraticas. Al mismo tiempo, lo que nos interesa es hacer progresar la teorfa del discurso. Y, desde este punto de vista, yo diria que Jo esencial no es tanto el punto de partida cuanto el resultado. EI resultado depende de 1a manera de llevar adelante cl andlisis: debemos estar en condiciones deyiransfarmanyla cate- " Ver en particular varios nimeros especiales de revistas: “Le discours politique”, Limgages (N° 23. septicm- bre 1971), “Typologic du discours politique”, Langages (N° 41, marzo 1976); “Analyse linguistique du dis- cours jaurésien”, Langue Frangaise (N* 9, febrero 1971); “Langage et histoire”, Langue Francaise (N° 15, ‘septicmbre 1972); "Analyse de discours et linguistique genérale”, Langages (N” 55, septiembre 1979); “Pro- Ccossus discursif et structures [éxicales. Le Congres de Metz (1979) du parti socialite” Langages (N° 71, sep- tiembre 1983). 2 La mayoria de ios trabajos citados en nota (1) tienen una dimensién lexicol6gica. Ver también: Jean-Marie Cotteret et René Moreau, Le vocabulaire du general de Gaulle, Paris, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, 1969: Jacques Gersté, Le Langage des socialists, Parfs, Stanké, 1979, y dos mimeros. de la revista Mots, Paris, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques: N”9, octubre 1984; “Analyse du discours, Mots dans histoire” y N° 10, marzo 1985: “Le nous politique” gorizaci6n intuitiva inicial, y Negado el caso, abandonarla, Y, a este respecto, 1a cuestién decisiva es la siguiente;,en qué medida el andlisis de los discursos asociados a estructyras institucionales determinadas (en este caso, el aparato de Estado) permite comprender mejor Ios mecanismos de dichas instituciones, su naturaleza y sus transformaciones?;Todo indica que hay niveles de funcionamiento de 10s procesos politicos a los que solo podemos acce- der a través del anilisis del discurso.* es Sts Pe ao “E] andlisis de los discursos sociales est apenas en sus comienzos. Pero lo poco que hemos avanzado basta ya para darnos una idea de la complejidad de los objetos que trata~ ‘mos de describir, compiejidad que explica las dificultades con que se enfrenta todo esfuerzo por constituir una tipologia. La caracterizacién de un tipo de discurso, en efecto, supone trabajar en varios nive- les al mismo tiempo. En primer lugar, Jo que se trata de conceptuar no es nunca (un Miscurso, Gino un \campo discursive, Dicho de otra manera: nuestro objetivo no es constiuir una tipologia de discursos, sino una tipologia degjvegosyde discurso. Desde un principio nos vemos con- frontados al andlisis de procesos de intercambio discursivo. En segundo lugar, y en consecuencia, la definicién de un “tipo” supone la definicién de una serie de variantes del mismo, que no son otra cosa que diferentesyestrategiasdentro del mismo juego. La definicién general del “tipo” supone la definicién de un “niicleo” inva- riante_y de un sistema de variaciones, sin lo cual la descripcién de las relaciones inter- discursivas dentro del campo en cuestion es imposible. En tercer lugar, la descripci6n de intercambios discursivos implica que trabajamos enjdiacronfag los intercambios ocurren en el tiempo. Y una misma estrategiavaria a lo lar. ‘go del tiempo, Por lo tanto, aun en el plano de la caracterizacién de una estrategia discur va, se nos plantea el mismo problema de diferenciar un “niicleo” invariante y un sistema de variaciones En cuarto lugar, los diferentes modos de manifestacién de un cierto “tipo” de dis- curso no pueden ser dejados de lado: los discursos sociales aparecen materializados en s0- portes significantes que determinan las condiciones de su circulacién:{la escritura de ta prensa, la oralidad de la radio, la imagen televisiva) Es evidente que no podemos analizar de Ja misma manera los discursos politicos que aparecen en esos diferentes medios. 1a descripcion de un “tipo” supone pues la descripcién de miiltiples estrategias, de procesos de intercambio, de variaciones de cada estrategia a Jo largo de un proceso diseur- sivo, de modificaciones de las estrategias segdn el soporte significante. En cada nivel de andlisis, es necesario disponer de criterios que permitan distinguir los invariantes de las va~ riaciones Y a través de esa marafia de niveles que se inter-determinan, es preciso diferenciar Jo esencial de lo accesorio, lo que es espectfico del discurso politico de Jo que no lo es, vale decir, los elementos que constituyen el “nicleo” del juego discursivo politico, de aquellos elementos que pueden manifestarse en dicho juego, pero que aparecen también en otros {juegos de discurso que no son el politico. tra dificultad (que no es la tltima) deriva del hecho de que los campos discursivos se entrecruzan en forma permanente dentro de la sociedad: hay una interaccién entre juegos de discurso, Es probable, por ejemplo, que el periodista que presenta el noticiario de televi 2 Desde un punto de vista metodalégico, es Ia “demostracién' que hemos querido hecer en: Silvia Sigal y Eli- seo Vern, Perdn o muerte, Buenos Aires, Editorial Legasa, 1986. sidn no esté jugando al mismo juego que el lider politico que es entrevistado dentro del no- ticiario. {Cémo trazar las fronteras entre los “tipos” (vale decir, entre los juegos)? ,Cémo dar cuenta a la vez de la especificidad de cada “tipo” y de la manera en que los juegos se “contaminan” unos a otros? Esta lista ~incompleta- de dificultades bastard tal vez. para explicar por qué una ti- pologia tedrica de los discursos sociales se hace esperar, y para generar en el lector ~asf lo espero- una cierta indulgencia ante todo intento (como el presente) de aventurarse en el te- treno incierto del “discurso politico”. Como Chomsky lo ha dicho en repetidas oportunidades,{Ia intuicidn] es un arma fundamental para el progreso del conocimiento: ser “cientifico” ni implica negarse a utilizar Ja intuicién como punto de partida; lo esencial es la forma que daremos a la intuicién ini- cial, el “trabajo” al que la someteremos, de modo tal que a partir de un cierto momento ella no sea mas necesaria, El presente trabajo tiene por tnico objeto explorar qué forma podemos dar, actual- mente, a la intuicién que nos Heva a hablar de “discurso politico” TRES DESTINATARIOS PARA UN ENUNCIADOR Hay un primer problema sobre el cual Iamé la atencién desde los primeros trabajos a propésito del discurso politico, que tiene que ver con uno de los aspectos fundamentales de la intuicién de ta que hablamos. Es evidente que el campo discursivo de lo politico im- plica un enfrentamiento, relacién con un enemigo, lucha entre enunciadores. Se ha hablado, en este sentido, de Ta dimension polémica del discurso politico.” La enunciacién politica pa- separable de la construccién defn adversar Esta caracteristica plantea problemas relativos a los mecanismos de la enunciacién en el discurso politico. Un minimo de precisi6n terminolégica es aqui necesario. Desde nuestro le vista, Ja emunciacién corresponde a un nivel de andlisis del funcionamiento discursivos En consecuencia, expresiones como “enunciacién™ y “enunciador” designan “objetos abstrac- ” como dirfa Chomsky- integrantes del dispositivo conceptual del analista del discurso, 3 no entidades pracesos concretos. A mi juicio es necesario entonces evitar toda perspec- tiva empirista de Ta enunciacién, como por ejemplo la que aparece en los trabajos de Os- wald Ducrot. Dice Ducrot: “Llamaré “enunciacién’ el hecho mismo de que el enunciado haya sido producido, el acontecimiento historico constituido por la aparicién del enuncia- do. Para_nosotros, en cambio, habiar de “enunciador” implica_una modelizacién_abs- acta que permite el “anclaje” de las operaciones discursivas a través de las cuales se construye, en el discurso, la “imagen” del que habla, Para designar el acontecimiento sin- “Cf. Por ejemplo L. Guespin, “Problématique des travaux sur le discours politique”, Langages, 23: 3-24, 1971 § Oswald Ducrot, “Anilisis pragmsticos” en El decir y lo dicho, Buenos Aires, Hachette, 1980. respecto det cconcepto de enunciacién como modelo analitico abstracto, ver Jean Jacques Franckel et Sophie Fisher, “conditions d enoneiation et pratique langagire™, en: Sophic Fisher y Jean-Jacques Franckel (eds,). Linguis- tique, énonciation, Aspects et détermination, Paris, Editions de I'Beole des Hautes Etudes en Sciences Socia- les, 1983, pags. 5-17.

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