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Fujimori 2do

¿Puede ser el gobierno de Alberto Fujimori el mejor de la historia del Perú –como proclama hoy la
candidata de Fuerza 2011– cuando ese régimen dejó al país con un 54% de pobreza, 200 mil
peruanos despedidos, 23 mil empresas quebradas, 7 mil millones de dólaresrobados por la
corrupción y un régimen económico sumido en la recesión? La respuesta cae por su propio peso.

Como también caen por su propio peso los ‘mea culpa’ del fujimorismo. Hace unos días, José
Chlimper, ex ministro de ese régimen y actual miembro de campaña de Keiko Fujimori ,
reconoció que los vaivenes económicos de ese entonces llegaron a su tope en 1997 y que después de
esa fecha la economía se vino abajo. “Fueron (años) muy malos. Metidos en la re-reelección (de
Fujimori), abandonando las reformas de segunda generación, la gestión fue muy mala”, declaró al
programa Prensa Libre.

Según Félix Jiménez, jefe del plan de Gobierno de Gana Perú , durante los noventa el país creció
solo en cuatro años (1993, 1994, 1995 y 1997); el resto fueron periodos de recesión. E, incluso, esos
años de crecimiento fueron timoneados por la demanda internacional de productos primarios de los
sectores pesquero, agrícola y minero, pero no por políticas económicas propias.

En resumidas cuentas, Jiménez anota lo siguiente: 1) La política macroeconómica del fujimorismo


abarató el dólar como medida antiinflacionaria hasta alcanzar un atraso de diez años en el tipo de
cambio. 2) La política fiscal destinó todos sus esfuerzos al pago de la deuda externa en montos
exorbitantes. 3) La política monetaria fue restrictiva y encareció en demasía el crédito. Y 4) las
privatizaciones generaron precios monopólicos en la energía eléctrica y la telefonía.

El resultado fue un modelo “antiindustrial” y “reprimarizador” que elevó los costos de


producción , prevaleció las importaciones y, por ende, restó competitividad al país. De ahí que la
balanza comercial durante el “oncenio” fuera negativa, pues las importaciones crecieron en 258,5%
entre 1990 y 1998, mientras las exportaciones aumentaron en 72,3%.

La industria se desplomó

Ante ese panorama, la Sociedad Nacional de Industrias (SNI)remitió un balance negativo luego
de los dos gobiernos de Alberto Fujimori y afirmó que el sector industrial se mantuvo en recesión
durante esos once años, pues nunca estuvieron en los planes del régimen.

En cifras de la SNI, unas 23 mil empresas cerraron o quebraron en el periodo 1990-2000, de las
cuales el 95% pertenecían a las pymes. No solo eso: la Superintendencia de Banca, Seguros y
AFP (SBS)reportó no menos de 120 mil empresas endeudadas durante esa década, sin contar las
que ya habían cerrado por endeudamiento. Esto trajo como resultado un descenso de 33% en el
empleo industrial.

En el sector construcción el auge fue efímero . Entre 1992 y 1994 el PBI constructor varió de
2,3% a 36,1%, respectivamente. Luego en 1995 registró un indicador de 17,3% y se derrumbó en
caída libre a -2,3% en 1996 a -10,8% en 1999.
Tal desplome ocasionó que solo tuvieran trabajo el 15% de las 300 mil personas que laboraban en el
sector, según datos de Capeco y las consultoras Maximixe e Inform@cción.

Igual situación ocurrió en el sector comercio . En cifras del Banco Central de Reserva (BCR) , en
1995 tuvo un crecimiento de 11,1%. Al año siguiente registró un 0,9% y en 1997 se despuntó a
7,8% para después entrar en rojo con -3,1% en 1998 y -1% en 1999.

El agro también fue perjudicado cuando subrepticiamente se les arrebató a los agricultores el Banco
Agrario , entidad a la que recurrían los pequeños productores para solicitar el 90% de sus créditos.
Paniagua

PARTICIPACIÓN POLÍTICA
En el año 2000, Paniagua fue electo congresista con una votación modesta y en octubre de
ese año fue elegido Presidente del Congreso, tras la destitución de la fujimorista Martha
Hildebrandt. En noviembre de 2000, el Presidente Fujimori renunció desde Japón, y
también lo hicieron sus Vice-Presidentes (Francisco Tudela van Breugel Douglas y Ricardo
Márquez) en Lima, de tal manera que el Congreso lo eligió Presidente Constitucional de la
República para un mandato de transición que garantizara la transparencia de nuevas
elecciones generales, fundamentalmente.
Durante su mandato presidencial escogió al ex-Secretario General de la ONU, Javier Pérez
de Cuéllar, como Presidente del Consejo de Ministros y encargado de la cartera de
Relaciones Exteriores. Otros miembros de su gabinete fueron Javier Silva Ruete, Diego
García Sayán, Emilio Navarro, Juan Inchaústegui, Marcial Rubio Correa y Susana Villarán
de la Puente.
El principal objetivo de su mandato fue convocar a elecciones para el año 2001, elecciones
que no fueron observados por ningún organismo civil ni político y que arrojaron como
ganador a Alejandro Toledo Manrique del Partido Político Perú Posible. También se
destaca el nuevo juicio que inició a los cabecillas terroristas en el fuero civil, tal como lo
ordenaba la sentencia que, sobre el tema, emitió la Corte Interamericana
de Derechos Humanos así como la creación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
Nacional, conformada por destacados personajes con el fin de dilucidar los 20 años
de violencia política que precedieron su mandato.
Luego de dejar la Presidencia de la República, Paniagua asume la Presidencia de su
partido, Acción Popular, poco antes de la muerte de su entrañable maestro Fernando
Belaúnde Terry.
Candidato del Frente de Centro, obtuvo el quinto lugar en las elecciones presidenciales de
2006. Tras la elección de Alan García como presidente de la República, fue uno de los
primeros líderes políticos en reunirse con él y buscar la concertación. Estuvo presente en la
transmisión de mando del 28 de julio de 2006. Participó, en su calidad de ex presidente, en
una de las sesiones del Acuerdo Nacional junto a Francisco Morales Bermúdez y Alejandro
Toledo, como importantes voces incorporadas a este acuerdo.
2do alan garcia

Economía[editar]
Este segundo gobierno de García se caracterizó por su marcado interés en favorecer la
inversión extranjera, por el deseo de acelerar la integración del Perú con los grandes
mercados mundiales y de alentar al empresariado a inyectar sus capitales en el país. En
ese sentido, siguió los lineamientos de la política económica trazada desde 1990, es
decir, tras el fin de su primer gobierno.
Crecimiento económico[editar]
El crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) en 2006 fue de casi el 8% y para los dos
años siguientes, bordeó el 9%; por efectos de la crisis mundial, en 2009 se creció en
1,12% y en 2010 se elevó a 8,78%. En promedio, el PBI creció durante los cinco años en
7,2%, a pesar de la proyección inicial de 5,3%. Indudablemente, los precios
internacionales de los metales fueron los principales responsables de ese crecimiento. El
gobierno dejó unas reservas internacionales netas por 47.059 millones de dólares, según
el Banco Central de Reserva (BCR). Gracias a un apropiado manejo de la economía, el
Perú superó sin sobresaltos la recesión mundial, que en cambió golpeó a las principales
potencias económicas como Estados Unidos y China.3
Tratados de Libre Comercio[editar]
Continuó la agresiva política de firma de tratados de libre comercio (TLC) iniciada por su
predecesor. Finiquitó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, a los que
siguieron los realizados con Chile, China, Canadá, Singapur, la EFTA (Suiza,
Liechtenstein, Islandia y Noruega), Tailandia, Corea del Sur, México y la Unión Europea.
Parte de la bonanza en las exportaciones peruanas se debió al contexto creado por esta
política, que abrió amplios y nuevos mercados.3
Ollanta

Ollanta Humala cumple en unos días cinco años como presidente del Perú. El jefe de
Estado culmina así su gobierno. Basaré mi análisis sobre su gestión en los siguientes
parámetros de referencia, comparando sus resultados con los resultados de gobiernos
anteriores:

 Crecimiento económico y disminución de la pobreza durante los cinco años de


gobierno.
 Mejoramiento de indicadores sociales, claves para elevar la calidad de vida de los
peruanos (educación, salud, otros).
 Implementación de políticas económicas y sociales sostenibles de largo plazo.
 Percepción de felicidad de los peruanos en base a seguridad ciudadana, confianza
en las instituciones (Poder Judicial, Policía Nacional) y otros factores, como
tranquilidad pública, corrupción del Estado, respeto al prójimo, entre otros).
 Costo de oportunidad (que se pudo haber hecho).
Durante 2001-2006, el PBI creció en promedio 5.7% anual. En 2006-2011, el PBI aumentó
6.7% promedio anual. Durante el gobierno de Humala, el PBI se elevó 4.4% anual (hasta el
cierre del 2015). Con Humala el Perú creció menos que con Toledo y García. Menor
crecimiento va de la mano de menor inversión, menor creación de empleo y menor
reducción de pobreza.

En cuanto a la disminución de pobreza, entre 2001-2006, el nivel de pobreza bajó de 54% a


49%. Es cierto que la metodología cambió en el 2003, pero tomaremos estas cifras
como proxy. Entre 2006- 2011, la pobreza bajó de 49% a 28%, mientras en el gobierno de
Humala ésta decreció de 28% a 22%. En lo referente a disminución de pobreza, el
gobierno de García fue mejor que el de Humala y el de Humala mejor que el de Toledo.
El ministro Segura diría: “pero García tuvo suerte y gozó de mejores términos de
intercambio y mejor entorno global”. Estoy de acuerdo, pero si uno tiene mala suerte de
tener un entorno global menos favorable, uno debe adaptarse y buscar alternativas, como
ser más amigable a la inversión. Si los precios de los metales bajan, pues yo me vuelvo más
amigable a las empresas mineras; les doy incentivos, les facilito los trámites, les hago
quecos. Pero, si me mantengo igual que antes, obviamente, las inversiones disminuirán. Y
eso es justamente lo que ocurrió.

En cuanto a indicadores sociales, he escogido cinco ratios que recogen el desempeño del
país en cuanto a educación, acceso a servicios básicos y salud:

 Gasto en educación / PBI


 Evaluación censal de estudiantes
 Acceso a red pública de agua
 Subempleo / PEA ocupada y Desempleo/PEA total
 Personas con seguro de salud (privado o público)
La educación es clave para tener personas más productivas y trabajadores más calificados,
que agregan más valor a la economía. Por ello es muy importante que un país destine
buena parte de sus recursos a la educación de su población. A inicios del gobierno de
García, el gasto en educación representó el 2.6% del PBI, y terminó en 3% en el 2011, una
mejora de 40 puntos básicos. Humala, por su parte, logró incrementar este ratio hasta
3.6%, y mejoró 60 puntos básicos.

No obstante, no solamente es importante cuánto se gaste en educación, sino que ese mayor
gasto mejore su cantidad y calidad. A partir del 2007, el Ministerio de Educación (Minedu)
realiza la Evaluación Censal de Estudiantes, en la que se evalúa el desempeño del alumno
en comprensión lectora y matemática. En el 2007 sólo 15.9% y 7.2% de los alumnos
tuvieron una calificación satisfactoria en las evaluaciones de lectura y matemática,
respectivamente. Al 2011 estos resultados se incrementaron a 29.8% y 13.2%, y
mostraron mejoras de 13.9% y 6% durante el gobierno de García. Los mismos resultados
satisfactorios aumentaron a 49.8% y 26.6% en lectura y matemática al cierre de 2015. Ello
denota una significativa mejora de 20.0% y 13.4% durante el gobierno de turno. En
educación Humala tuvo una buena gestión.
El acceso a servicios básicos (agua potable, por ejemplo) es otro punto importante a
considerar para el bienestar social de la población. Durante el gobierno de García, el acceso
a la red pública de agua se incrementó de 72.1% a 77.3%, un aumento de 5.2%. Por otro
lado, el gobierno de Humala incrementó la cifra hasta 87.9%, un aumento de 10.6%.
Nuevamente la gestión de Humala es buena.

El subempleo es otro problema típico de un país emergente, causado por el alto nivel de
informalidad. Lima concentra la mayor parte del mercado laboral del país. El gobierno de
García comenzó con un ratio subempleo/PEA ocupada (siendo PEA ocupada = subempleo
+ empleo adecuado (formal)) en Lima de 56.6%. Al término de la administración aprista,
el ratio se redujo a 42.4%. El gobierno de Humala, por su parte, también redujo el ratio, y
llegó en el 2015 a 35.1%. Cabe destacar que durante los últimos 15 años el desempleo se ha
mantenido entre 7% y 8%, por tanto menos subempleo significa más empleo adecuado. En
generación de empleos adecuados, Humala mejoró menos que García, pero estuvo bien, y
el menor crecimiento económico le impidió superarlo.
Ligado al problema de la informalidad, también está el acceso a servicios de salud. En el
2006, el 38.3% de la población contaba con algún tipo de seguro de salud (estatal o
privado). Para el 2011, el ratio había subido a 64.5%. El gobierno de Humala deja el ratio al
2015 en 73.3%. Humala nuevamente no puede superar a García.

Ahora, no sólo es importante crecer el PBI, incrementar el nivel de empleo, reducir la


pobreza y elevar la calidad de vida de los ciudadanos. También es muy importante hacerlo
implementando políticas sostenibles en el largo plazo. De nada me sirve dar impulsos
fiscales/monetarios que incrementarán el nivel de actividad económica en el corto plazo,
para luego gracias a déficits fiscales o burbujas monetarias/financieras tener crisis
económicas que traigan abajo todo lo logrado. La responsabilidad es vital para medir a los
gobiernos de turno.

En este tema, Humala recibió el gobierno con un superávit fiscal equivalente a 2% del PBI
y lo deja con un déficit fiscal equivalente a 2.5% del PBI. Nos deja en el límite. En 3%
clasificadores de riesgo e inversionistas comienzan a poner en peligro el rating crediticio
del país, y eso no es positivo. Asimismo, las reservas netas han subido de US$47.7 bn en el
2011 a US$60.7 bn en julio del 2016 y como proporción al PBI de 28% a 32%.
Lamentablemente en los últimos tres años han salido más dólares de los que han entrado
al país. En cuanto a inflación, estamos ligeramente encima del 3% anual, con tendencia a la
baja.
Sobre percepción de felicidad, el deterioro de la imagen de instituciones como el Poder
Judicial, la Policía Nacional del Perú, el Ministerio Público, el Congreso de la República y
el Poder Ejecutivo no ha mejorado respecto a los gobiernos anteriores. Humala ha cerrado
su gobierno con un nivel de aprobación de 25%, menor que lo experimentado por García
(42%) y Toledo (33%). La popularidad de las instituciones mencionadas también continúa
deteriorada. La confianza en la policía cierra el gobierno de Humala en 38.5%, ligeramente
por debajo del 39% del gobierno de Toledo, pero por encima del 24.0% del gobierno de
García. Asimismo, la inseguridad ciudadana se ha convertido en el problema principal que
percibe el peruano. En el 2006, el 11% de la población consideraba a la inseguridad como
problema principal del país, al 2014 la cifra se ha elevado a 47%.

Finalmente, vamos al costo de oportunidad. Humala pudo haber hecho un mucho mejor
gobierno, si hubiese sido más amigable con el mercado. No estoy pidiendo que venda
empresas públicas como ElectroPerú, Sedapal, o que haga una reforma laboral liberal. Eso
es muy difícil políticamente. Estoy pidiendo que crea en el hecho de que la empresa
privada es la llamada a crear empleo masivamente. Todo gobierno debe echar alfombra
roja a las empresas para atraer inversión respetando las reglas del juego, pero buscando
convencer al mercado de que el Perú es un país serio, en crecimiento y que respeta los
contratos vigentes.

Pero Humala se dedicó durante años (2005-2011) a hablar de la Gran Transformación,


asustando a los inversionistas, y luego, a pesar de seguir la hoja de ruta (2011-2016),
nunca pudo ganarse la confianza plena del mercado, debido a sus constantes metidas de
pata en temas como la posible compra del Estado de refinería La Pampilla, la posible ley
contra la concentración de medios, la ley de control de la comida chatarra, la creación de
Sunedu, el incremento de impuestos a la minería (¿dónde están las mal llamadas
sobreganancias hoy?), la sobrerregulación, la estabilidad laboral prácticamente absoluta,
entre muchos otros temas.

También tuvo aciertos, como la reducción del impuesto a la renta de las empresas de 30% a
28%, el respeto a los contratos marco y el apoyo a megaproyectos privados (Las Bambas,
Toromocho, Metro de Lima, entre otros) y la famosa Ley Pulpín, pero sus errores
impidieron que el mercado tuviese la confianza que se necesitaba en el gobierno, para
elevar la inversión privada, incrementar el crecimiento y reducir más la pobreza. Y el
entorno internacional tampoco ayudó.

Es verdad que durante estos últimos cinco años el Perú creció más que Chile, Colombia y
demás países de América del Sur, pero también es verdad que durante 2001-2011 también
lo hizo. Creo que con un gobierno que brindara más confianza, el PBI habría crecido 1%
más cada año.

En conclusión, Humala fue un presidente regular. No siguió las políticas chavistas que
pretendía implementar en el 2006. No aplicó la Gran Transformación en el 2011. No
quebró al país. No fue un desastre. Por lejos fue mejor gobierno que el primer gobierno de
García o el segundo gobierno de Belaunde, que sí fueron un desastre.

Dentro de lo bueno, el gobierno de Humala mejoró varios indicadores sociales importantes


en temas de educación, servicios básicos, salud e implementó programas sociales
respetados mundialmente para aliviar la extrema pobreza. El país creció a tasas similares
a nuestro potencial (4% al año), se creó empleo, se respetaron los contratos marco con el
sector privado, mejoramos el rating crediticio de las clasificadoras de riesgo globales, se
disminuyó la pobreza y se entrega un país en democracia y sin grandes desequilibrios
macro (déficit fiscal subiendo, pero no grave, inflación baja, reservas ok). Hemos
avanzado.
Pero no fue un buen gobierno. Humala recibió un país que crecía a tasas superiores al 6%
al año. Un país con ratios macroeconómicos espectaculares. Una economía que gozaba de
la confianza de los inversionistas y en la cual la pobreza disminuía rápidamente. Si su
gobierno no hubiese perdido la confianza de los inversionistas, habría hecho mejor papel, y
ése, estimados lectores, es responsabilidad total del señor presidente. Un país como el
Perú, con todavía altos niveles de pobreza, no se puede dar lujos como el de hablar de
grandes transformaciones o lujos como hablar de “cambiar el modelo neoliberal”. El sólo
mencionar esto, guste o no, asusta a la inversión privada, y los perjudicados siempre son
los más pobres.

Es cierto que Humala no pudo hacer nada contra el menor crecimiento global, la caída del
precio de los metales, el tapering en Estados Unidos, el brexit y el surgimiento del
terrorismo del Estado Islámico. Pero es cierto también que no supo darse cuenta de esto y
no supo cómo atraer mayor inversión para mantener el crecimiento sobre al menos 4% al
año durante 2014-2015, sin entrar en desequilibrios macro.
Por todo ello, yo calificaría al gobierno de Humala como regular y le pondría un 13/20, y le
daría el beneficio de la duda en temas de corrupción, pues no se le ha probado nada. Trece
no es una buena nota, y por ello no me voy contento con el gobierno que se va. En agosto
del 2011 escribí un artículo en el que señalé que por sus currículos, su discurso y sus
creencias, era difícil que el gobierno de Humala fuera a ser un gobierno bueno. Tuve
razón, a pesar que fue mejor de lo que yo esperaba.

Ppk
Realidad económica

Kuczynski entró en un periodo en que la economía iba en aumento, con una tasa del
4.02 por ciento anualmente. Este crecimiento no pudo aplacar las secuelas causadas
por el caso Odrebrecht y los efectos del fenómeno de El Niño costero.

>> Perú, la crisis anunciada: PPK vs. el Congreso


A pesar de que PPK propuso lograr un crecimiento económico de un cinco por ciento
anual, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) estimó a que este año podría
haber un crecimiento económico de un tres por ciento, luego en julio lo bajó a un 2,8.

A principios del 2017, el PIB se proyectó con un crecimiento de un 4,2 por ciento
antes que el caso Odrebrecht tuviera consecuencias ya que se paralizaron las obras
relacionadas con la empresa brasileña, afectó la agilidad de la inversión, la tasa de
empleo formal decayó, así como el índice de consumo familiar.

En marzo de este año, el fenómeno del El Niño ocasionó lluvias causando el


desbordamiento de rios, mayormente en el norte del país. Esto provocó más de
170.000 damnificados, más de 100 muertes y más de un millón de afectados.

"En los últimos doce meses el PBI ha crecido 2,3%, incluyendo enero. Esta cifra es
menor a lo registrada a fines del 2016, cuando el ritmo de crecimiento se acercaba
al 3%", arguyó.

Una mirada similar tuvo el economista Carlos Parodi, quien afirmó que el gobierno de
PPK no puedo reactivar la actividad económica debido a que no fue capaz de dinamizar la
inversión privada y el consumo privado.

"Si la inversión no se reactiva, el consumo tampoco. El consumo representa entre el 70 y


75 por ciento del PBI. Al no moverse mucho el consumo, tampoco se ha movido la
economía y por eso hemos crecido 2,5% el año pasado, que es una cifra bien magra si
tomamos en cuenta que el entorno externo ha sido bastante favorable", indicó.

Tanto Odar como Parodi señalaron que el empleo también se deterioró durante los
meses que Kuczynski estuvo en el poder. "En el año 2017 el empleo formal cayó 2,8% y
la tasa de desempleo en el trimestre móvil de diciembre 2017 y febrero 2018 llegó 8% de
la PEA. Son cifras que no veíamos hace muchos años", dijo Parodi.

A su turno, Odar refirió que la tasa de la informalidad laboral ha seguido subiendo, con
más subempleo y menos calidad de empleo.

RECAUDACIÓN Y DÉFICIT FISCAL


Tampoco se pudo revertir los malos resultados de la recaudación tributaria.

"En lo que va de este gobierno hay un deterioro en la generación de ingresos, en parte


causada por cambios en el Impuesto a la Renta que dejó el gobierno pasado. Pero este
gobierno no tuvo la capacidad de cambiar la situación", sostuvo Odar.

Parodi dijo que la presión tributaria fue de 13% del PBI al término del 2017, un resultado
que está por debajo del promedio (entre 20% y 22%) de América Latina.

Justamente en un escenario de menores ingresos, el gobierno de PPK no consiguió una


fórmula para buscar una trayectoria de bajada para el déficit fiscal, que el año pasado
ascendió a 3,2% del PBI, la peor brecha en lo que va de este milenio.

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