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CONFLICTO, ESCUELA, SOCIEDAD Y LIBERTAD DE CONCIENCIA

UNA MIRADA A LA ENCRUCIJADA DE LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA

“... Lo que caracteriza los hombres y, a los pueblos débiles, es la adoración a la fuerza; sufrir la
fuerza, he ahí la enorme tristeza; pero adorar la fuerza,
¿cuál vileza igual a esa vileza?
Ella reviste en nuestra América, los caracteres inverosímiles del milagro, las proporciones
desconcertantes de los fantástico; y esa adoración ¿ es hija de la debilidad? No: es hija de la
indignidad... ”
José Maria Vargas Vila, Ante los Bárbaros.

El presente documento pretende abordar de manera sucinta, elementos que


contribuyan al pensamiento critico de la realidad colombiana en temas
relacionados con el conflicto, la escuela y la libertad de conciencia, todos ellos
enmarcados en la coyuntura de la política de “Seguridad Democrática” del actual
gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

No obstante, dicha mirada asume el reto de controvertir algunas de las falacias del
discurso oficial, que de manera rampante ha pretendido ocultar el real peso de los
hechos y negar a viva voz estos, imponiendo la encrucijada del menosprecio de
los argumentos y las razones, con la fuerza y la violencia en todos sus ordenes
por parte del aparato estatal, con el fin de acallar las expresiones de descontento y
oposición a tales políticas, que propenden por construir una patria nueva, justa,
digna y democrática.

SEGURIDAD DEMOCRATICA Y MILITARISMO.

La guerra generalizada a toda la sociedad es el elemento sustancial de la política


de la Seguridad Democrática, exacerbando el uso de la autoridad en todas las
instituciones democráticas del territorio, que ante la inminente ofensiva de los
violentos (terroristas), no le queda de otra al Estado que preservar el orden
establecido, a través de un incremento del pie de fuerza y la extensión de esta al
orden nacional en todas las esferas de la sociedad, con el pretendido de que el
“enemigo”, se halla en todas partes.

Este grito de guerra al unísono, es el pretendido del gobierno de resolver el


conflicto social y armado con la fórmula del guerrerismo, a través del diseño de un
discurso que compromete dos componentes que a nuestra manera de ver, son la
parte esencial de un proyecto estratégico de las clases dominantes de nuestro
país, para construir una base social proclive a sus intereses, en el cual toda la
población participe fundamentalmente en el apoyo y colaboración de las acciones
de la fuerza publica en la lucha contrainsurgente. Sus componentes son la

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Seguridad y la Democracia, utilizados de manera tergiversada para confundir y
persuadir a la población. Al respecto haremos las siguientes valoraciones:
Seguridad: se entiende por la protección de la propiedad privada de quienes
detentan el poder en Colombia, es decir el 20% de las familias mas ricas que
concentra la riqueza basadas en el 52% de los ingresos, del cual el quintil con
mayores ingresos devenga mas de 26.3 veces que el quintil mas pobre.
Contradictorio a esto se encuentra que la grave crisis económica y social de las
que viven la mayorías, demuestra los niveles de exclusión y desigualdad que se
expresa en indicadores tan alarmantes, como el 60% de la población esta niveles
de pobreza y un 25% en condiciones de indigencia. Se calcula que 24 millones de
colombianos viven con menos de dos dólares al día y que 9 millones lo hacen con
menos de uno, esto sin hablar de los 6 millones niños que viven en la pobreza y
cerca de un 1millon se encuentra en la indigencia, según las cifras de la
Contraloría General para el año 2004.

Sin embargo para mantener la política de “Seguridad Democrática”, el presidente


Uribe ha estimado que el gasto militar ha pasado del 3% al 3.3% Producto interno
bruto( PIB), dentro del cual estima el gobierno que para mantener dicha política,
es necesario aumentar el porcentaje anual a un 4%, que según las predicciones
de los expertos nuestra tasa de crecimiento para las próximos años, será inferior
para lo que requiere el gasto militar en el aumento de la capacidad de la fuerza
publica, la efectividad, movilidad, poder en el fuego, infraestructura y
Sostenibilidad de operaciones. 1

No obstante, dicha seguridad se lucra de los dineros que desangran a la nación, el


5% del PIB es destinado para el gasto de defensa y el servicio a la deuda. Esto ha
servido para construir batallones de alta montaña, guarniciones militares,
remodelar los CAI, comprar armamentos sofisticados y de alta tecnología,
aumentar el pie de fuerza y unidades como brigadas móviles, fuerzas especiales
urbanas o programas de especiales como “Soldados de mi Pueblo”, y grupos
antidisturbios como el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), con
perfeccionados equipos para reprimir a la población. Cifras que según el Ministerio
de Defensa, se ha logrado incrementar en cerca de 8.000 hombres
(aproximadamente un 28%), conformando nueva unidades encargadas de
adelantar operaciones ofensivas y ejercer control territorial 2.

Es paradójico que dicha seguridad se haga con la reducción de las


responsabilidades de Estado en materia social. Aplican medidas tributarias para
encarecer la vida de los trabajadores con los altos costos de los alimentos,
servicios públicos y la vivienda, flexibilizan el trabajo aumentando el desempleo,
cerrando hospitales y colegios públicos, deteriorando la calidad de vida, que hace
insegura la realidad de los colombianos, que no logrando satisfacer sus

1
Ver informe niños y niñas, violaciones de derechos humanos en el 2004, Colectivo por la objeción de
conciencia.
2
Ibíd.
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condiciones básicas para su supervivencia, tienen que verse abocados a buscar
formas informales para su sostenimiento, como el rebusque , la delincuencia,
economías ilegales, la prostitucion, entre otras.
Otra de las paradojas de la famosa seguridad, es que ella misma esta
acompañada de la creciente inseguridad a la que se expone la población civil por
parte de la fuerza publica, en los sitios donde estos realizan operaciones y que
aun gozan de la total impunidad por parte del gobierno nacional y que haciendo
caso omiso apelan al termino de “errores militares”. En algunos casos la
presencia de diversos grupos que actúan en el conflicto, se enfrentan contra la
fuerza publica en una disputa por el territorio, poniendo en grave riesgo a la
población civil y otras la ausencia de esta hace que los grupos paramilitares
suplanten su papel, estableciendo controles y medidas de hecho por la fuerza.

Casos como el asesinato de cuatro niños campesinos, en abril de 2004 en


Cajamarca, departamento del Tolima, por miembros del Ejercito Nacional, cuando
se movilizaban hacia el hospital. En el mismo mes en Ituango, Antioquia, un
soldado asesino a una niña que participaba en la celebración del día del niño. En
agosto, tres niños, entre los 13 y 16 años, fueron asesinados por siete hombres
encapuchados, en Cazucá. En los últimos tres años, mas de 3000 jóvenes han
sido asesinados o desaparecidos en la zona, ubicada en los limites de Bogotá 3.

En zonas de control paramilitar, como Barrancabermeja, Ciudad Bolívar y Cazucá,


dichos grupos han emitido “normas de convivencia”, que limitan aspectos
cotidianos de las vidas de los niños y jóvenes: su manera de vestir, horarios de
salida, su rendimiento académico. El incumplimiento se castiga con reclusiones,
raspadas de cabeza y cejas, azotes, cortes y ejecuciones 4.

Además en los centros urbanos la creciente militarización se ha expresado en la


criminalización de la protesta, a la que la fuerza publica ha respondido con su
brutalidad dejando como saldo el asesinato de jóvenes como Nicolás David Neira,
de 15 años de edad, agredido fatalmente por el Escuadrón Móvil Antidisturbios
(ESMAD), cuando participaba de la movilización del primero de mayo de este año
en la ciudad de Bogotá. Sumado a esto la intromisión violenta del mismo grupo en
diferentes universidades publicas del país, en las que se tiene un dato estimado
de violaciones a los derechos humanos, dentro del cual se encuentra el asesinato
de un estudiante de la Universidad del Valle, cometido por un disparo por parte de
la Policía Nacional, cuando esta violo las instalaciones del campus universitario, el
pasado 22 de septiembre de 2005.

En Arauca el Ejercito Nacional utiliza practicas, como la ocupación de colegios y


uso de las escuelas para actividades militares, el uso de niños y jóvenes en
labores de inteligencia y propaganda. Es evidente que en el marco de esta política
el señalamiento y hostigamiento contra la población civil, la vulneración al principio

3
Ibíd.
4
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de distinción, las limitaciones a la movilidad de las comunidades, las detenciones
masivas, los registros voluntarios, y la partipacion de civiles en tareas de
inteligencia, han victimizado a la población civil y han afectado seriamente las
vidas de los niños y jóvenes del país 5.

Democracia: al respecto el intencionado discurso de la “ Seguridad Democrática”,


es ligar la protección de las instituciones del Estado al proyecto de militarización
de las mismas y extenderlas a todas las esferas de la sociedad, del cual toda la
población es responsable de su seguridad y estabilidad. Es decir ahora los
excluidos por parte de la clases dominantes son las protectoras del “bien publico”,
velando por el orden, para ello entonces se hace extensible para cada ciudadano
el cuidado del Estado, en el cual el gobierno otorga poderes a la población para
que en connivencia con la fuerza publica pueda apoyar y colaborar en las
actividades de inteligencia y sapeo frente a los “enemigos” que ahora están en
todas partes, en todos los rincones de la sociedad atentando contra el orden.

Para cumplir tal fin, el Estado debe ser reducido en cuanto a libertades
democráticas se refiere, por medio del refinamiento del autoritarismo como forma
de gobierno, en el cual lo se que impone es la mano dura ante los enemigos del
mismo, polarizando a la sociedad en la forma maquiavélica de “quien no este
conmigo, esta contra mi”.

El sustento de la democracia Uribista es pretender que un Estado fuerte , basado


en el uso de la fuerza del Estado en todos los ordenes de la vida social es la clave
a la salida al conflicto social y armado. En otras palabras se requiere de un control
total de la población, reducir sus libertades, evitar manifestaciones de descontento
y oposición al gobierno y sus políticas, liquidar las organizaciones que promueven
la critica y la movilización social, aniquilar políticamente a sus adversarios ya sea
con la muerte o el encarcelamiento. Este tipo de ideología no escucha razones, las
impone, no ve ni sufre derrotas, siempre tiene una apología al triunfo de la fuerza
sobre la razón. Uribe utiliza la guerra como expresión de la política de un sector
minoritario dominante que teme perder sus privilegios, expoliados violentamente a
las mayorías excluidas en Colombia, que claman por una verdadera, equitativa y
justa redistribución de la riqueza.

La razón del conflicto colombiano radica en que a la medida que crecen las
profundas desigualdades económicas, sociales y políticas, producto de la nefasta
política de las clases gobernantes, que ya son incapaces de resolver
históricamente por medios violentos y que obedecen a una crisis estructural que
ha dado lugar a la respuesta del pueblo desde hace varios años en diversas
formas de lucha, sustenta que ni siquiera el presidente Uribe podrá resolver dicha
crisis si su propuesta guerrerista continua alimentando las causas que dieron
origen al conflicto, negando la posibilidad de buscar un camino para la paz menos
tormentoso, que se basa en la solución política negociada.

5
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Ante esto el gobierno trata de hacer la guerra contra la población, extendiendo la
fuerza publica a todos los rincones del país, gastando el presupuesto de la nación
en el incremento del pie de fuerza, entregando la soberanía nacional al gobierno
norteamericano, que con su complicidad agencia planes para intervensionista
financiados por estos y de la cual se usufructúan con nuestros recursos. Como si
esto fuera poco, sectores de la clase dominante financian grupos paramilitares,
que en conjunto al Ejercito Nacional, generan violentos controles a la población,
continuando la expoliación, aumentando el desplazamiento forzado de
comunidades campesinas y sembrando el terror en zonas de influencia,
amparadas por la actual política de “Seguridad Democrática” , que ahora trata de
vincularlos a la vida civil, con total libertad e impunidad, sin un justo proceso por
sus crímenes y atentados a la población, que reclama por la verdad, justicia y
reparación.

El militarismo pretende copar la sociedad colombiana, escuelas, barrios, parques,


calles, universidades, carreteras, pueblos y ciudades, sufren el incremento de la
violencia estatal que amparados por un proyecto autoritario de sociedad, hace
intolerante la vida colectiva e individual. Mientras se recortan garantías mínimas
como el derecho a la salud, educación, trabajo, vivienda, seguridad social y
alimentaria, que paulatinamente han pasado a ser servicios con el cual entidades
privadas se lucran con las necesidades mas urgentes de nuestros ciudadanos, por
medio de los acuerdos que nuestra clase dirigente ha vendido a través del Tratado
de Libre Comercio (TLC), el gobierno compromete los bienes y el patrimonio de la
nación, para mantener la carrera de guerra que ha llevado a la crisis económica,
social y política del país que hoy se hace insostenible.

Contrario a esto, solo un Estado puede ser democrático cuando garantiza a sus
ciudadanos el máximo de derechos, basados en posibilidades reales y efectivas
para su plena realización, así mismo la seguridad vista desde otro ángulo, es
factible no en el incremento y uso de la fuerza, sino en la materialización de las
condiciones de vida, es decir en lo que ese Estado puede y debe darle al
ciudadano para construir y desarrollar la vida, la familia y sus relaciones sociales,
esto solo es posible en la medida en que tenga condiciones tanto económicas,
políticas, sociales y culturales para el ejercicio de la libertad y a su vez esta sea
las mismas para toda la sociedad. Por lo tanto, la lucha por la libertad no es
consecuente consigo misma si no es al mismo tiempo una lucha por las
condiciones económicas y culturales que permitan el ejercicio de la libertad
para todos 6.

Escuela y libertad de conciencia.

6
Zuleta, Estanislao. Colombia, Violencia, Democracia y Derechos Humanos. Editorial FEZ , Cali, Valle,
abril de 1998.
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La escuela hoy enfrenta uno de sus mas grandes retos. Entre ellos reorientar y
revalorar su razón de ser, es decir, asumir a esta desde la perspectiva del
desarrollo y la formación de y para sujetos que creen y produzcan cultura, generen
conocimiento, investigación y pensamiento critico. Por otro lado resistir o asumir
las políticas que buscan su instrumentalizacion en la formación de seres
manipulables y dóciles , aptos para el mundo del mercado. Ello encuentra su
sustento en el actual ideología neoliberal de nuestros tiempos, que menosprecia el
conocimiento y valora el consumo y el adiestramiento de la obediencia a las leyes
del mercado.

Sin embargo otro aspecto de la reciente encrucijada ante la cual se encuentra la


escuela, es el menosprecio al papel de la cultura y sobre todo de los valores
éticos. Nos encontramos ante una sociedad en crisis tanto de su cultura política,
como de su cultura ética. Principios como los de la justicia, la solidaridad e
igualdad han sido menoscabados por un esquema de sociedad autoritario que
desde una concepción de la antidemocracia y de la injusticia, desarrolla en todas
las esferas de la vida social, el deterioro de los mas fundamentales derechos,
como el de la vida.

Esta crisis ética encuentra su razón en la realidad actual que vive la población
colombiana, los efectos del conflicto social y armado han trastocado incluso, los
mas elementales valores sobre los cuales las sociedades aspiran y requieren vivir.
El ejercicio de la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos han
sido abandonados por la indeferencia, el escepticismo y en muchos casos por la
omisión intolerante de quienes tenemos la misión de luchar por ellos.

El efecto de una política de guerra total que ha sido impuesta en nuestra sociedad,
ha permeado nuestra actividad social incluso para los que desde muy temprana
edad nos incluimos en la sociedad a través del proceso educativo. Los estudiantes
colombianos hacemos parte de una realidad social que no nos es ajena y que por
lo tanto merece de un compromiso de primer orden por ser quienes llevamos
sobre si la posibilidades de cambio y transformación del actual estado de cosas
imperantes.

En este sentido la escuela y por lo tanto los estudiantes, maestros y padres de


familia debemos plantearnos que tipo de escuela queremos, para que sociedad,
sobre que bases de aspiración humana queremos vivir y como podemos dirigirla.

En ello esta el debate de que educación y escuela queremos educarnos. Al


respecto nace entonces la necesidad de buscar y redefinir una educación para la
democracia.

Una escuela democrática es aquella que confía y cree en los sujetos, en sus
capacidades de transformación y permite el libre desarrollo de todas las
potencialidades sean estas humanas, artísticas, políticas y de diversa índole,
además es capaz de dialogar entre iguales y de trazarse metas con un fin en si
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mismo, que es el desarrollo humano. Es decir, una educación que es capaz de
criticarse a si misma y de actuar conforme a las objetivos trazados por todos en
todos los ámbitos posibles, en los cuales es necesario reconocer a los seres
humanos desde sus diferencias efectivas; no obstante este tipo de educación,
encuentra en la escuela un medio para la convivencia de las ideas, opiniones,
sentimientos y demás motivaciones y acciones que hacen parte de la actividad
humana, esta asume el conflicto como el motor de la vida social, tanto individual y
colectiva, es decir como el mejor vinculo para la creación y el nacimiento de
nuevas metas de vida.

Por ello queremos plantear que no puede existir una aspiración de educación y
escuela distinta, sin un sentido y posibilidad de sociedad distinta basada en un
replanteamiento ético de nuestra razón de vivir y existir, que no es mas que la
concreción efectiva de los valores humanos y por tanto del respeto y vigencia
plena de los derechos humanos.

La escuela debe asumir el reto de lograr que su formación propenda por construir
un sentido de vida desde las valoraciones éticas del estudiante, entendiendo esta
como “el derecho a la libertad de conciencia que tiene toda persona para
acatar ese juicio practico, haciendo lo que él permita, cumpliendo lo que él
prohíba en el campo de los actos particulares y concretos relacionados con
la dimensión moral de la vida humana. Esta dimensión debe examinarse a la
luz de la razón, la conformidad de sus actos con el bien.” 7

Pese a este imperativo ético de hacer que la escuela y por lo tanto la educación
resalte el valor de la conciencia en la practica cotidiana de la vida de los
estudiantes, es necesario establecer la critica que existe frente a la relación entre
saber, autoridad y conocimiento. Al respecto no es posible considerar la educación
como un acto libre cuando esta se hace a través de la intimidación en el cual se
imponen una serie de dogmas (saberes), de alguien que se cree que sabe
(maestro), sobre otro que se cree no sabe ( estudiante) y de lo cual se establece
una comunicación que parte por la trasmisión monologa del maestro, en la cual no
se puede objetar lo dicho o expuesto, sino que se repite, sin permitir a el
estudiante pensarse lo dicho y a controvertir si es necesario, aniquilando el
pensamiento y el establecimiento de una comunicación basada en el dialogo para
abrirle paso a la imaginación y a la creatividad.

Cabe señalar que la relación estudiante-maestro, no es mas que una relación de


poder del saber, que se basa en la imposición de valores, dogmas y verdades que
son controlados por una serie de coerciones como las notas, logros, exámenes,
previas, manuales de convivencia, entre otros, que limitan el deseo de conocer y
saber, negando la experiencia construida por el estudiante en su vida cotidiana,

7
Cfr. Hervada, Javier. Libertad de conciencia y error sobre la moralidad de una terapéutica en escritos de
Derecho Natural. ED, Universidad de Navarra, Pamplona, 1986, Págs. 565-571.
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haciendo que su apropiación y aprehensión del mundo sea ajena a sus
motivaciones, deseos y sentimientos frente el mundo mismo.

La actividad del estudiante durante las horas de clase se resumen en repetir y


consignar lo que cree que conoce, para lograr pasar la materia y así seguir la
cadena de metas que lo conllevaran al éxito del fin del año lectivo. Aquí
encontramos entonces una desvinculación entre lo aprendido, su aplicación
directa de los saberes con el mundo y su realidad social, en la que la escuela
queda como un espacio estéril que solo se limita a la obediencia y a la sumisión
de aprender.

Sabemos que el problema de la crisis de la educación no es responsabilidad de


los maestros, ello obedece a las políticas del gobierno que cada vez subvaloriza
su papel y así mismo el de los docentes, que hoy están enfrentados a la
mercantilización de la educación y a los dogmas de mercado. Sin embargo,
creemos que los maestros y su responsabilidad social como intelectuales de la
educación, puede ser de vital importancia en la hora de construir pensamiento
critico, reflexivo y transformador para los cambios democráticos que requiere
nuestra patria, sobre todo por su relación directa con la comunidades y los
estudiantes.

Entonces, ¿qué realidad conocen nuestros estudiantes?, ¿cuál es su misión en la


sociedad?, ¿para qué sociedad fueron formados?, ¿qué sociedad los espera?. Es
importante reconocer que la escuela y quienes participan de ella, son
fundamentales en la construcción de los valores democráticos y sobre todo para
encarar la lucha por los mismos.

Se pretende implementar una practica pedagógica desde un punto de vista


puramente tecnicista e instrumental, que desconoce el papel de los sujetos en la
educación y el lugar donde estos se desenvuelven y como se complementan, la
escuela; de ese modo, todo lo concerniente al funcionamiento del sistema
educativo colombiano se ha deteriorado y se han desmejorado significativamente
las condiciones para el ejercicio de la práctica pedagógica y sus posibilidades para
la formación integral de lo/las estudiantes. El desconocimiento de los sujetos (a
través de medidas que refinan el autoritarismo en la escuela, incrementan los
controles, aumentan la jornada laboral de los docentes) afecta el desarrollo de los
PEI, el funcionamiento de las instituciones y las motivaciones de la/os maestros
frente a su práctica; aspectos que se traducen en un evidente deterioro de la
relación pedagógica y de los procesos institucionales de formación.

La practica pedagógica esta amenazada bajo el aumento progresivo de la


imposición de un modelo cultural de sociedad autoritario y militarista, que pretende
aniquilar por completo la critica como acción del pensamiento, la creación y el
desarrollo de todas las capacidades humanas, como elemento necesario para
formar sujetos transformadores, reduciendo el pensar y el actuar a la obediencia y
la sumisión a las leyes construidas por la violencia institucional de los regentes del
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proceso educativo, que desde el poder académico y disciplinario establecen
conductas ordenadas para seres mediatizados por medio del castigo y la
vigilancia, tal es el caso de los manuales de convivencia.

Negar el libre desarrollo de la voluntad y la conciencia de los estudiantes, con el


fin de perpetuar el poder dominante, es la labor que el neoliberalismo ha
pretendido desarrollar como elemento sustancial para mantener la dominación en
el orden cultural, material y subjetivo de la sociedad. El papel social de la escuela
desaparece y se implanta un modelo pragmático e individualista de seres
humanos, limitando su función a la simple tarea de transmitir y formar para los
valores del mercado y el consumo, con el animo de capacitar un remanente de
mano de obra barata, apta para el mundo del trabajo enajenado, en el que no se
necesita tener adversarios concientes y transformadores del actual estado de
cosas existentes.

El tecnicismo imperante es contrario a la construcción de un sistema educativo de


tipo cultural, científico y democrático; pues somete todo el funcionamiento del
sistema educativo a una lógica guiada por normas técnicas y parámetros
cuantificables que desconocen las condiciones requeridas para la formación e
interestructuración de los sujetos, de transformación de la cultura y la construcción
de la democracia.

La política educativa está más interesada en el ajuste económico, en el ejercicio


de un poder y un control severos a fin de garantizar y justificar la disminución en la
inversión pública, que en el reconocimiento de los sujetos de la educación o en el
fortalecimiento académico, pedagógico y social de las instituciones educativas y
sus implicaciones en el desarrollo pedagógico tendiente a la formación de la/os
estudiantes, para el potenciamiento de sus capacidades, su papel en la
construcción .

Cual es entonces la relación de la libertad de conciencia con la escuela?, primero


queremos partir del llamado Kantiano de la minoría de edad “ la minoría de edad
es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de
otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de
ella no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor de
él con la independencia , sin la conducción de otro”.8

Ante las realidades por las que atraviesa la sociedad colombiana y sobre todo la
educación, es necesario emprender la lucha por una real y efectiva
democratización de la vida escolar, esto comprende por parte de los maestros
asumir un compromiso por permitir abrir los debates sobre la actual situación de la
sociedad, no es posible que la escuela siga a la zaga de los acontecimientos del

8
Kant, Emmanuel. Respuesta a la Pregunta que es la Ilustración, diciembre de 1784. Traducción de Rubén
Jaramillo Vélez. Publicado inicialmente en Educación y Sociedad (Universidad Externado de Colombia), Vol.
1, No. 2 1er semestre de 1984.
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acontecer político, económico y social del país, esta debe acercarse y vincularse a
la cátedra, la clase y los estudiantes, concientizarlos de su realidad, del papel que
el conocimiento juega en la sociedad y de las necesidades de cambio de su propia
escuela y de su medio, el cual requiere no solo de su entendimiento, sino de tomar
la decisión de obrar de acuerdo a su conciencia, su razón, ética, valor moral y
social de acuerdo a como interpreta el mundo y su realidad,.

Por otro lado, la formación para la democracia parte del supuesto trato entre
iguales, es necesario romper la intimidación como practica de transmisión del
saber, en este sentido queremos una escuela que permita el debate, la reflexión,
la critica, y la garantía de desarrollar esta sin la estigmatización y el veto a
controvertir. Queremos que las nuevas generaciones construyan su experiencia
democrática, construyendo sus propios argumentos, reconociendo la pluralidad y
la diversidad de opiniones, pero al mismo tiempo teniendo la posibilidad de
intervenir autónomamente y contribuir en los cambios de la escuela a través de
sus mecanismos efectivos como la organización estudiantil, sean estos consejos
estudiantiles, personeros, representantes estudiantiles o diversas formas
organizativas que requieren su espacio para poder manifestarse .

La libertad de conciencia parte por reconocer las diferencias efectivas que suelen
existir entre los sujetos, precisamente este conflicto es el que permite una
comunidad activa y viva, madura para la convivencia. La escuela debe asumir el
compromiso ético de todos los que participan en ella para contribuir a los cambios
que requiere el país, ello significa luchar contra la desaparición de su carácter
publico, rechazar toda forma de autoritarismo que vulnere el derecho a la libertad
de conciencia y de expresión, objetar las medidas impositivas que lesionan los
intereses de las comunidades.

Es necesario emprender la lucha por el desmonte del Escuadrón Móvil


Antidisturbios (ESMAD), por el retiro de las fuerza publica de escuelas, colegios y
universidades del país, por la objeción de conciencia en contra del servicio militar
obligatorio, que vincula cada vez mas jóvenes a una guerra que requiere de una
salida distinta a la confrontación armada, y que solo es posible de resolverse por
la vía de la solución política negociada.

Las cifras anteriormente enunciadas son la realidad de un país que requiere del
conjunto de la sociedad, la suma de los esfuerzos colectivos, para frenar el
derramamiento de sangre, el dolor, la desaparición, el asesinato, la violencia
política, económica, social y cultural que se nos ha impuesto como forma de
gobierno, por medio de una política que expresa los intereses mezquinos de una
minoría que durante años ha gobernado a través de la represión, sin resolver los
problemas mas acuciantes de la sociedad. Solo la unidad y la acción decidida del
pueblo colombiano, será la fuerza que impulsará el cambio del actual estado de
cosas, en la que renacerá de nuevo el árbol de la libertad, como diría Neruda :

(...)
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Éste el árbol de los libres.
El árbol tierra, el árbol nube.
El árbol pan, el árbol flecha,
El árbol puño, el árbol fuego.

(...)
Este es el árbol, el árbol del pueblo,
De todos los pueblos de la libertad,
De la lucha.
Canto General, Pablo Neruda, 1950.

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