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En Francoland

En Europa o América, les gusta tanto el pintoresquismo de nuestro atraso que se


ofenden si les explicamos todo lo que hemos cambiado

ANTONIO MUÑOZ MOLINA


13 OCT 2017 - 23:28 CEST

Me pasó la última noche de septiembre en Heidelberg, pero me ha pasado igual con cierta
frecuencia en otras ciudades de Europa y de América, incluso aquí, dentro de España, en
conversaciones con periodistas extranjeros. Muchas veces, en épocas diversas, con una
monotonía en la que solo cambia el idioma y el motivo inmediato, me ha tocado explicar con
paciencia, con la máxima claridad que me era posible, con voluntad pedagógica, que mi país
es una democracia, sin duda llena de imperfecciones, pero no muchas más ni más graves que
las de otros países semejantes. (…) Fuera de España uno a veces tiene que dar explicaciones
de historia, y hasta de geográfica. (…).

Una parte grande de la opinión cultivada, en Europa y América, y más aún de las élites
universitarias y periodísticas, prefiere mantener una visión sombría de España, un apego
perezoso a los peores estereotipos, en especial el de la herencia de la dictadura, o el de la
propensión taurina a la guerra civil y al derramamiento de sangre. El estereotipo es tan
seductor que lo sostienen sin ningún reparo personas que están convencidas de sentir un gran
amor por nuestro país. Nos quieren toreros, milicianos heroicos, inquisidores, víctimas. Nos
aman tanto que no les gusta que pongamos en duda la ceguera voluntaria en la que sostienen
su amor. Aman tanto la idea de una España rebelde en lucha contra el fascismo que no están
dispuestos a aceptar que el fascismo terminó hace muchos años. Les gusta tanto el
pintoresquismo de nuestro atraso que se ofenden si les explicamos todo lo que hemos
cambiado en los últimos 40 años: que no vamos a misa, que las mujeres tienen una presencia
activa en todos los ámbitos sociales, que el matrimonio homosexual fue aceptado con una
rapidez y una naturalidad asombrosas, que hemos integrado, sin erupciones xenófobas y en
muy pocos años, a varios millones de emigrantes.

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