Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCION
“Muramos todos, que mejor es que no cargar petacas y dar muchachos para la doctrina, ni indios
para la mina, ni indias para servir a los cristianos." Esta frase pronunciada durante las Juntas de
Guerra celebradas por los quimbayas en Chinchiná, en 1557, muestra la forma conflictiva en que se
iniciaron las relaciones entre los habitantes del valle del Cauca y los de los territorios que hoy
conocemos como Risaralda. El conflicto, sucedido cuando apenas se estaba iniciando la civilización
occidental, llevó a uno de los primeros conatos de lo que los conquistadores llamaron “guerras
civiles”, a una de los más intensivos procesos de explotación de los grupos indígenas, al inicio de la
más tenaz resistencia indígena, a la casi total desaparición de los pueblos de indios y al
despoblamiento y abandono de uno de los más fértiles y poblados territorios de la Gobernación de
Popayán. Después de un período de casi dos siglos los vallecaucanos, si así puede llamárseles,
volvieron a mirar las abandonadas tierras de los quimbayas, que ahora llamaban el Quindío, e
iniciaron procesos de poblamiento, signados, de nuevo, por un conflicto por tierras, cuya solución
hizo del Valle del Cauca el territorio con mayor desarrollo económico del país. Estos procesos son
los que queremos mostrar en las páginas que siguen.
1 Juan de Castellanos: "A la muerte de don Sebastián de Belalcázar, adelantado de la Gobernación de Popayán, donde se cuenta el
descubrimiento de aquellas provincias, y memorables cosas en ellas acontecidas", en Cespedesia, Vol. XIV, Nos. 51-52, Cali,
los territorios ocupados por los Gorrones. De esta manera, a partir de una ocupación precaria, los
territorios de lo que hoy es el Quindío y Risaralda quedaron inscritos en el “Reino del Perú” y
sujetos a Francisco Pizarro, ya que una real cédula expedida en Valladolid el 8 de junio de 1538,
ordenaba que cuanto conquistaran Belalcázar y sus hombres quedaría sujeto a la provincia de Quito,
y por lo tanto al Gobierno de la "Nueva Castilla", esto es, al del Perú.2
Un proceso de conquista más definido se dio cuando Belalcázar marchó a España y Lorenzo de
Aldana autorizó a Jorge Robledo para que iniciara la conquista de la provincia de Anserma, en un
intento por tomar el control del proceso de conquista capitaneado por Belalcázar,3 lo que se vio
favorecido por la llegada a Cali del Licenciado Juan de Badillo a la cabeza de una menguada
empresa de conquista formada en Cartagena y de la cual formaron parte destacados capitanes como
Giraldo Gil de Estupiñán y el conocido cronista Pedro Cieza de León, quienes se destacarían en la
conquista de la provincia de Quimbaya.4
Robledo salió de Cali el 14 de julio de 1539 en compañía de cien hombres, entre caballeros e
infantes, seguidos de negros y de varios cientos de indios, con los cuales fundó la ciudad de Santa
Ana en la provincia de Anserma el 15 de agosto de 1539, en un acto apresurado por los informes que
había recibido acerca de que se aproximaban soldados provenientes de Cartagena.5 Posteriormente, y
gracias a que sus tropas aumentaron con los recién llegados, trasladó la ciudad al valle de Humbría
donde otorgó solares a los vecinos e inició procesos exploratorios hacia el norte comandados por
Ruy Vanegas y Suero de Nava, y hacia el Chocó por Gómez Hernández, los que, debido a la
resistencia indígena, mostraron las dificultades de conquistar territorios demasiado alejados de las
ciudades recién fundadas.6
Después de conquistados los territorios del norte, Aldana decidió regresar al Perú. Inmediatamente
se presentó en Cali Pascual de Andagoya, quien reclamaba estos territorios como pertenecientes a la
Gobernación de San Juan cuya administración se le había encomendado en 1538, mediante una
capitulación que le autorizaba a conquistar el territorio comprendido entre el río San Juan, en el
Chocó de la actual Colombia, y la provincia de Atacames en el actual Ecuador. Los límites de dicha
Gobernación fueron establecidos “hasta donde comienza la gobernación que tenemos dada al
marqués don Francisco Pizarro, exclusive, sin entrar ni llegar a ella ni a cosa que tenga descubierto y
poblado, y por las espaldas de la dicha vuestra gobernación guardéis los límites de ella sin tocar en
los límites de la gobernación de Cartagena ni en cosa que esté poblada o repartida por otra cualquier
persona.”8
A pesar de la prohibición, Andagoya llegó al valle del Cauca en 1540, en momentos en que los
vecinos de Cali y Popayán estaban enfrentando otra rebelión de los indígenas de la Cordillera
Central, particularmente yalcones, paeces y timanaes en la cual murieron bastantes conquistadores.
Debido a esto su autoridad fue reconocida por los Cabildos de ambas ciudades, pues sus soldados
fueron de gran ayuda en el sometimiento de los indios rebeldes, además de que los alimentos que
Desde luego, esto no fue del agrado de Belalcázar, quien regresó a Cali el 24 de febrero de 1541,
apresó a Andagoya y lo remitió preso a Popayán desde donde fue enviado a España. Belalcázar
había llegado investido de plenos poderes, pues los territorios conquistados por él conformaron la
Gobernación de Popayán que incluía las ciudades de Popayán y Cali, y la Villa de Anserma, según
reza la real cédula firmada en Madrid el 10 de marzo de 1540.10
Después de retomar el control del gobierno, Belalcázar hizo venir a Robledo por quien sentía gran
desconfianza dado que primero había apoyado a Aldana en sus intentos por realizar conquistas y
fundaciones a nombre de Pizarro, y luego había hecho lo mismo a nombre de Andagoya. Con todo, y
basado en los títulos recién adquiridos, le confirmó poderes y le autorizó que continuara con la
conquista del norte. Esta fue una medida pragmática, pues la situación política de las colonias se
agravaba por las guerras civiles que se presentaban entre los conquistadores y la tenaz resistencia
indígena que se presentaba en la Gobernación del Popayán; precisamente, aprovechando esta
situación Robledo decidió marchar a España con el fin de obtener mercedes del Rey que le
permitieran ejercer un gobierno independiente.
Los conflictos no se dieron únicamente entre los ambiciosos capitanes de la conquista, sino también
entre las autoridades civiles, si así puede llamárseles, pues el Cabildo de Cartago se mostró siempre
9 . Respecto a la odisea de Pascual de Andagoya véase la obra de Gonzalo Fernández de Oviedo: "Natural y General
Historia de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano", Libro Sexto, IIIa. Parte de la Gobernación del Río San
Juan. En Cespedesia, cit., p. 41 y ss.. También la de Cristóbal de Salinas: "Hechos de Pascual de Andagoya, de su hijo
Juan, de sus Tenientes en la Gobernación de San Juan. 1541 - 1543." en Cespedesia , cit., pp. 83 y ss.. La versión
personal de Andagoya sobre los hechos que se mencionan se puede consultar en Pascual de Andagoya: "Relación de los
sucesos de Pedrarias Dávila en la Tierra Firme y de los descubrimientos en el Mar del Sur. Años 1514 - 1541." en
Academia de Historia del Valle del Cauca: Cali en su IV Centenario, Cali, Ed. América, 1937.
10 Gómez, et. al., ob.cit., pp. 66-68.
4
hostil a Belalcázar, lo que se reflejó en un enfrentamiento interno entre “los peruleros” amigos de
Belalcázar y los “Cartageneros” amigos de Robledo y de Pedro de Heredia, el Gobernador de
Cartagena.11 Ante esto y para evitar posibles divisiones territoriales asegurando la lealtad de las
ciudades del norte, el Gobernador decidió enviar a Francisco de Rodas como su teniente en Cartago,
quien ejerció desde el 9 hasta el 22 de julio de 1542 cuando Miguel Muñoz entró a reemplazarlo y a
realizar cambios en el reparto de encomiendas, pues debía modificar la correlación de fuerzas en una
ciudad que era abiertamente hostil. Debido a esto, empezó a asignar encomiendas en Cartago a
amigos suyos lo que implicaba despojar a encomenderos leales a Robledo, lo que obligó al envío de
"procuradores" a Cali para solicitar al gobernador la solución a los problemas que tales hechos
estaban creando en la ciudad y a que los vecinos exigieran a Miguel Muñoz que “No consienta ni
permita quitar ni desposeer a ningún conquistador de la posesión que tiene de los indios y caciques
ni dar posesión a nadie de ellos, hasta tanto que el señor gobernador sea informado de la verdad y
otra cosa sobre ellos provea.”12 Belalcázar no estaba dispuesto a ceder ante las presiones de los
amigos de Robledo quienes al notar su desinterés por solucionar los problemas de la ciudad, y en
particular el despojo de sus encomiendas, decidieron enviar un procurador a España para adelantar
allí un litigio contra él.13 Continuando con el conflicto y con el fin de debilitar la resistencia del
vecindario y asegurar un núcleo urbano fundado en su nombre, Belalcázar, decidió dividir los
términos territoriales de Cartago y fundar en su parte norte la ciudad de Arma, lo que realizó Miguel
Muñoz en 1543. Esto significó para Cartago la pérdida de las ricas provincias de Picara, Paucura,
Pozo, Carrapa, Cenúfana y Arma.
Estos conflictos continuaron en 1546, cuando Robledo regresó y desencadenó una serie de acciones
contra Belalcázar que llevaron a que éste persiguiera a su antiguo teniente, lo apresara, juzgara y
ejecutara el 2 de octubre del mismo año, lo que motivó la llegada a Cali del oidor don Francisco
Briceño, el 24 de abril de 1550, quien se encargó de efectuar la "residencia" a Belalcázar, declararlo
suspenso en su empleo de gobernador y apresarlo. El depuesto gobernador apeló la sentencia y fue
liberado bajo fianza para que viajara a España a defender su causa en la Corte; rumbo a España
murió en Cartagena el 30 de abril de 1551.
11 Jaime Arroyo: Historia de la Gobernación de Popayán, tomo II, Bogotá, Biblioteca de Autores Colombianos,
1955, pp. 45-46.
12 Friede: Historia.., cit., p. 247.
5
2° Los conflictos de la colonia: la resistencia quimbaya a la dominación española
Zanjadas las diferencias entre los españoles, la explotación de los indios se incrementó. Podríamos
decir que esto marca el inicio de la colonia, propiamente dicha, pero también que ello dio inicio a un
importante proceso de resistencia indígena que mostró las dificultades que caracterizarían la vida
colonial en la región de los quimbayas.
La resistencia se sintió con mucha fuerza en el norte de la Gobernación de Popayán, en las ciudades
de Cartago, Anserma y Arma, donde los indígenas empezaron a oponerse al régimen de
encomiendas.14 En el caso de los indios de la ciudad de Arma, podemos decir que ellos habían
resistido la penetración española desde los inicios mismos de la conquista, actitud diferente a la
asumida por los quimbayas quienes no habían ofrecido mayor resistencia a la penetración española,
por lo que Robledo los repartió en encomiendas sin dificultad alguna. Pero este carácter pacífico
cambió a partir del momento en que entendieron el significado de la encomienda y de la orden "daca
oro, daca oro", lo que en 1540 produjo rebeliones de indios encomendados que intentaron
aprovechar los cambios políticos que se presentaron en Popayán y que obligaron a que Robledo, con
un grueso número de soldados, se trasladara a Cali a reconocer como gobernador a Pascual de
Andagoya, circunstancia, que dejó muy desprotegidas a Cartago y a Anserma y llevó a que en la
primera ciudad se presentara un levantamiento casi general, situación a la que no escapó Anserma
donde se rebelaron los indios del Valle de Apía. El sometimiento de los indios de Anserma lo
emprendió Robledo, en tanto que de los de Cartago se encargó Suero de Nava. Juan Friede cuenta
que para escarmentar a los indios de Apía Robledo, en Chipata, mandó ahorcar al cacique Tucarma
"aunque convenciéndole de que para salvar su alma debía convertirse antes a la nueva fé". Esta
acción llevó a que la mayoría de los indios se sometieran nuevamente.
Rebeliones más importantes se presentaron cuando se agudizaron las contradicciones entre indios y
españoles debido a los abusos cometidos en Cartago durante el gobierno del capitán Miguel Muñoz,
pues se cometieron violaciones de mujeres y “aperreamientos” de quienes se negaban a revelar los
sitios de los enterramientos, o a prestar servicios personales. Las rebeliones se iniciaron en 1542
15 Ibid., p. 74.
16 Monique Lepage: "La Gobernacion de Popayán et le Noveau Royaume de Grenade entre 1536 et 1573", en
8
gobernación [de Popayán]. Los de Cartago mataron algunos españoles y los de Popayán también.”17
El Oidor también informaba sobre el envío de un capitán con 150 hombres para el sometimiento de
los rebeldes, y exponía los motivos que a su parecer existían para la revuelta:
Para mi tengo por cierto que todo esto proviene de las ocasiones que se les dan a estos
naturales por malos tratamientos y otras vejaciones y agravios que se les dan y hacen [...] En
favor de estos pobres naturales no se ha ejecutado nada, porque el servicio personal se está
como se estaba, la tasación no se ha hecho, y si en alguna parte se ha hecho, que es poca, está
todo muy fuera de la traza que Vuestra Majestad manda. En las minas hay gran tiranía, las
canoas del río Grande consumen a aquellos indios, doctrina no hay, todo se está tan serrero
como ahora veinte años.18
Según esto, los motivos para la rebelión, como en la vez anterior, fueron los maltratos de los
Cuadro # 1 encomenderos; esta vez se trató de una reacción ante los
Pueblos "alzados" en Cartago en 1557
abusos cometidos por el capitán Andrés Gómez a quien se
Pueblos Encomendero
Zazapa y Sonso Pedro Muñoz le acusó de ser el culpable de la muerte de cerca de
Pagua y Via Nicolás Martín
Pión e Ygualda Bernardino Ramos noventa indígenas. La rebelión cubrió bastantes
Zazaragua y Andioyaizo Alvaro de Bedoya
Quinza Miguel Sánchez encomiendas (V. cuadros #s. 1 y 2), cuyos indios se
conflictos internos, pues "han tenido unos con otros grandes FUENTE: Friede, ob. cit., pp. 82-83
diferencias. Los unos por sustentar la paz y los otros, por sustentar
la guerra", por lo que fueron sometidos con relativa facilidad y apresados en su gran mayoría.
Los elementos de movilización indígena, lo mismo que las motivaciones, se expresaron de dos
maneras: la primera se refiere a la movilización compulsiva, en tanto que la segunda tiene que ver
con el rescate de elementos mágico-religiosos tradicionales de las sociedades indígenas. La primera
se presentó desde los mismos inicios de la rebelión, cuando panches, carrapas y quimbayas
celebraban sus "juntas de guerra" en Chinchiná. Allí, los panches, presionaban a los participantes
mediante amenazas como "que los que no les ayudaran que todos los van a comer". Ante lo que los
indios respondían que "se alzarían y que todos morirían o matarían a los cristianos", lo que era
reiterado con declaraciones que significaban un rechazo a las instituciones de dominación
20 Ibid., p.82.
10
establecidas por los españoles:”Muramos todos, que mejor es que no cargar petacas y dar muchachos
para la doctrina, ni indios para la mina, ni indias para servir a los cristianos.”22 Los segundos se
manifestaron a partir de la presencia de "un dios de oro que los venía a ayudar para matar a todos los
cristianos". Los testigos dicen que este dios hablaba a sus indios diciéndoles que:
[El] era padre de todos los indios y todos eran sus hijos y que le dolía el corazón por verlos
maltratar de los cristianos, pidiéndole oro, mantas, indios para la mina y doctrina para su
servicio, y trayéndoles cargados y por ver que les cortaban las narices y las manos y los
ahorcaban y los echaban en los cepos, teniéndoles atados. Que por esto había mucho dolor de
ellos, que más valía que todos muriesen antes de servir a los cristianos y que él venía para
ayudarles a matar a los cristianos y que no les tuviesen miedo, y que los arcabuces que traían
los cristianos, decía el diablo de oro, que eran suyos, y que él se los había dado a los cris-
tianos, y que lo que echaban [agua de bautizo] no era nada ni valía nada, que era como agua.23
21 Ibid., p.84.
22 Ibid., p. 85.
23 Ibid., p. 86.
24 Ibid., p. 92-93.
25 Esto se puede ver en el "Traslado del Libro de Tasaciones que el muy Magnifico Señor Tomás López hizo en la
Gobernación e Provincia de Popayán, Archivo General de Indias, Real Audiencia de Quito, 1560. Universidad del Valle,
Departamento de Historia, Sección de Microfilmación y Archivos. En adelante se citará: M.U.V., A.G.I., Quito/60,
f.123-124.
11
A pesar del sometimiento de los quimbaya, la zona no encontró la paz que le permitiera desarrollar
una economía colonial en paz. Es más: sus ciudades y pueblos de encomiendas debieron sufrir
permanentes ataques por parte de otros indios rebeldes. Esta vez se trató de una coalición de
comunidades indígenas - los pijaos, bugas, putimaes, paeces, toribíos y yalcones- que fue conocida
como los “pijaos” y que se caracterizó por enfrentar al establecimiento colonial de una manera directa
al atacar sus ciudades, este es el caso de los ataques contra Cartago y Buga dificultando su desarrollo
económico e impidiendo la comunicación con las otras ciudades del Nuevo Reino de Granada.
Aunque los pijaos tuvieron fama de ser feroces y caníbales, lo cierto es que las primeras incursiones
que contra ellos realizó Francisco de Trejo mostraron unos indios pacíficos que –como en otros casos-
debieron oponerse a la violencia de los españoles, quienes los atacaron sucesivamente a lo largo del
Siglo XVI con el fin de esclavizarlos y someterlos al régimen de encomiendas. Fue esto lo que los
convirtió en la confederación indígena más beligerante de cuantas habitaron las cordilleras que
flanquean el valle del río Cauca, donde sus ataques se sintieron desde que los españoles se asentaron
en estas tierras, lo que obligó a que los vecinos de Cartago intentaran la fundación de la ciudad de
Jerez de la Frontera, que fue atacada y destruirla por los pijaos en 1557; ataques que no cesaron con la
fundación de la ciudad de Buga en 1561, pues en 1587, los putimaes la cercaron militarmente lo que
puso en serio peligro la vida de los vecinos y de los encomendados.
Pero los más fuertes ataques de los Pijaos se dieron en 1598 cuando unidos a los chancos y noanamáes
obligaron a que los vecinos de las ciudades de Cali, Buga, Cartago, Toro, Timaná y Caloto, aunaran
esfuerzos para enfrentarlos. La situación era sumamente peligrosa para ciudades como Buga, donde
muchos vecinos emigraron a Cali para proteger sus vidas, o para Anserma y Cartago, que estaban
prácticamente rodeadas por tribus enemigas, quienes las atacaron en 1601. Para someter a estos indios
fue enviado un capitán de apellido Pereira, apodado "el valeroso", quien fue muerto junto con todos
sus hombres, quedando las ciudades bastante destruidas y su vecindario aminorado, lo que obligó a
que el gobierno de Popayán estableciera con las tenencias de Cartago, Anserma, Arma y Toro una sola
jurisdicción que se conoció como la Tenencia de "las cuatro ciudades". Estos ataques fueron los que
justificaron que Cartago y Anserma fueran trasladadas de los territorios de la actual ciudad de Pereira
a tierras del Valle del Cauca, lo que se realizó a finales del Siglo XVII.
Con la finalización de las guerras indígenas los conquistadores pudieron establecer un primer
cinturón de ciudades que tuvo como objetivo específico el servir de centro estratégico de aprovisio-
12
namiento para los entables de extracción de metales y de punto de apoyo militar para la
incorporación de fronteras. Así surgieron las ciudades de Cali, Popayán y Cartago, como centros
comerciales y administrativos, mientras que Anserma, Arma, Buga, Caloto, Timaná, La Plata y
Toro, se establecieron como "presidios" o "fuertes militares". La función más importante de estas
ciudades fue la de la organización de la mano de obra a través de encomiendas, que deberían
garantizar la fuerza de trabajo para las minas y faenas agropecuarias, el transporte de mercancías, los
trabajos urbanos y el servicio doméstico, permitiendo el desarrollo de una economía caracterizada
por establecer una relación complementaria entre estancias y minas con sus correspondientes
circuitos comerciales. También esas encomiendas sirvieron como medio de extracción de fuerzas de
choque contra indios rebeldes, para nuevas empresas de conquista y en los conflictos entre los
españoles.
Desde luego, al ser la conquista de la provincia de Quimbaya una conquista tardía, los repartimientos
de mano de obra sufrieron algunos intentos de control, tales como la aplicación de las “Leyes
Nuevas”, que aparte de suscitar la conocida frase de "se obedece, pero no se cumple", produjo el
rechazo masivo de los encomenderos de Popayán, Cali, Cartago y Anserma, quienes argumentaban
que los indígenas vivían en guerras permanentes, que no reconocían el dominio español y que
mantenían en constante peligro a las ciudades. Además se quejaron de la pobreza de sus
encomiendas y de la falta de capitales, lo que impedía el reemplazo de la fuerza de trabajo indígena
por negros esclavos para la producción minera. Reforzaron su rechazo solicitando franquicia para la
importación de hasta tres mil negros.26
La dificultad de controlar a los encomenderos llevó a que finalmente se tipificaran las formas de
explotación de los indios encomendados en la Gobernación, quienes fueron ocupados en el servicio
personal en minas y estancias, como cargueros y, algunos pocos, siguieron tributando en especie. Sin
embargo, un tipo de servicios predominó según las diferentes zonas económicas en que se dividía la
región. Por ejemplo en Cali predominó el trabajo de tamemes (cargueros) y el tributo en especie; en
el norte, en el distrito minero de Cartago- Anserma, predominó el servicio personal en las minas,
aunque el servicio de tamemes fue importante cuando Cartago se transformó en centro comercial; en
la frontera agraria de "la Otra Banda", Buga- Cali, predominó el servicio como gañanes y vaqueros
26 Germán Colmenares: Historia Económica y Social de Colombia. 1537-1719, Ed. Tercer Mundo, Bogotá, 1983,
pp. 176-77.
13
en las estancias, y en Pasto y Popayán predominó el pago de tributos en especie combinado con
servicios en las estancias y minas. A pesar de estas combinaciones, el servicio personal de tamemes
se mostraba como la más rentable de las formas de explotación de los indios, pues Cali, Cartago,
Anserma, Caramanta y Pasto los indios eran cargados con mercancías, lo que era consentido por las
autoridades municipales en tanto que por cada carga los cabildos cobraban dos tomines para “gastos
de propios”.27
En 1558 el Oidor Tomás López, intentó aliviar en algo la situación de los indios, para lo que
estableció el monto del tributo en artículos que los pueblos indígenas no producían (alpargates, cin-
chas, jáquimas, loza); o artesanías tradicionales que dado el resquebrajamiento que había sufrido la
economía comunitaria no podían producir (mantas, camisetas). De la economía tradicional indígena
sólo se tasó el pago en aves y en cargas de leña y de zarzaparrilla. El resto del tributo estaba tasado
en servicios personales como cargueros y como labradores y gañanes en las estancias de los
encomenderos, pero se prohibió expresamente utilizarlos en las minas. De todas maneras, en la visita
surgió un elemento novedoso e importante: los indios de los distritos mineros –como en el caso de
Cartago y Anserma- podían conmutar el tributo en mantas por oro, en un monto que fluctuaba entre
un peso y tres tomines y un peso y medio por manta.28
La visita de Tomás López nos da datos sobre la población encomendada en la zona, útiles para
Cuadro # 2 observar su evolución
Relación de tributos. Zona norte de Popayán. 1560
demográfica. (Cuadro # 2).
Pueblos Españoles Encomiendas Indios Mantas Indios Sembradura
de Minas Las cosas continuaron sin
Cartago 17 40 4.575 4.090 610 149
Anserma 18 30 5.409 5.140 615 201 mayores modificaciones,
Caramanta 11 11 1.093 -- 243 --
Arma 22 26 1.705 -- 215 -- mientras se palpaba la
Totales 68 107 12.782 9.230 1.683 350.
disminución de la
Tomado de Anónimo, "Relación de Popayán ...", p. 53
27 Véanse al respecto las obras de Juan Friede: Vida y Luchas de Don Juan del Valle. Primer Obispo de Popayán y
Protector de Indios, Popayán, 1961 y Fuentes Documentales para la Historia del Nuevo Reino de Granada, Bogotá,
Banco Popular, 1975. (En adelante se citará F.D.H.N.R.G.). También los trabajos de Kathleen Rómoli: "Nomenclatura y
población indígenas de la antigua jurisdicción de Cali a mediados del Siglo XVI", en Revista Colombiana de
Antropología, vol. XVI, Bogotá, COLCULTURA, 1974; Silvia Padilla Altamirano: "Tasaciones de encomiendas de
Popayán en el Siglo XVI" en La Encomienda en Popayán. Tres Estudios, Sevilla, Escuela de Estudios Latinoamericanos,
1977. Nicolás Ramos Hidalgo: Cali ciudad conquistadora, Cali, UNIVALLE, s.f.; Fray Jerónimo de Escobar: "Relación
de Popayán, 1582" en Cespedesia, #s.45-46, Cali, INCIVA, 1983.
28 Véase la visita de Tomás López en., Archivo General de Indias, Quito/60, Departamento de Historia, Microfilmes
Universidad del Valle
14
población indígena. Esto hizo que una nueva visita fuera urgente. El 24 de octubre de 1566, en
Santafé se había expedido una real orden para visitar la Gobernación de Popayán, dado el
incumplimiento y la violación de lo mandado por López: se perdían los diezmos; se maltrataban los
indios, se cargaban con mercancías; se empleaban en las minas, etc. Igualmente la crisis demográfica
era evidente: "según consta por los apuntamientos y repartimientos que de ellos se hicieron en las
ciudades de Arma y Anserma, que había veinte mil casas de naturales y se ha traído información
que no hay ochocientos". Esta tarea fue asignada al licenciado Diego Angulo de Castejón quien llegó
al distrito minero de Cartago en 1568, donde impuso fuertes multas por el incumplimiento de lo
mandado en las visitas anteriores. Como en ocasiones pasadas, los encomenderos de Cartago se opu-
sieron a la visita porque, según ellos, los indios vivían en policía y eran bien tratados. Además de
que "son ricos desde sus nacimientos en sus mismos asientos" donde tienen oro y tierras fértiles,
producen mercancías que venden en las ciudades y a los negros en las minas. Por todo lo cual
proponían un tributo anual de doce pesos y que cultivaran una fanega de maíz y fríjol para el
encomendero, ya que pagando esto les quedaba dinero suficiente para comprar “ropa de Castilla
para su comodidad y puercos y novillos, caballos, yeguas y bueyes, cosa que no hay otros naturales
en toda esta gobernación, ni de arriba ni de abajo, que tal hagan, pues están ya puestos en mucha
razón de tratar y contratar.”29 Igualmente, se previnieron contra la posibilidad de que se prohibiera
el trabajo en las minas, argumentando que los indios lo hacían de su propia voluntad, y contra que se
eximiera de tributo a las solteras, viudas y a los mercaderes indígenas, que en Cartago eran
numerosos.30
Finalmente el licenciado pudo realizar la visita encontrando que en Cartago existía un total de 2.876
tributarios repartidos en 16 encomiendas, los cuales debían pagar cada uno una manta de algodón, o
un peso y un ducado de oro junto con un ave, a voluntad del indio. Además 16 indios "de macana"
deberían labrar una fanega de nueve almudes de maíz en dos sementeras al año para el encomendero,
quedando prohibido cualquier tipo de servicio personal. Lo más importante es que el tributo tenía
que ser pagado individualmente y no por el grupo étnico, disminuyendo de esta manera los abusos
que cometían los caciques. Sin embargo, acontecimientos imprevistos como la rebelión de los pijaos
impidieron la aplicación de la tasa.
31 Ibid. p. 178.
32 Ibid. p. 180.
33 Friede: Los Andaquí...,p. 152-3; "Historia de la Antigua ciudad de Cartago, en Duque Gómez et. al. Historia de
Pereira, (cit.).
16
la crisis demográfica indígena se puede constatar en las siguientes cifras: en Anserma, inicialmente
fueron repartidos 5.300 indígenas que para 1582 estaban reducidos a 800 y, en Cartago, se
repartieron 4.575 indios de tributo los que en 1582 estaban reducidos a 1500.34 Desde luego que a
esta crisis coadyuvaron otros factores. Por ejemplo, si bien en Cartago y Anserma el servicio
personal en las minas se muestra como el principal factor, no deja de ser cierto que la violencia
ejercida por los españoles en el sometimiento de las rebeliones de los quimbayas causó una
mortandad importante, a lo que se unen los ataques de los panches y pijaos.35
No tenemos muchos datos para saber qué ocurrió en la zona después; sólo sabemos que algunos
pocos indios sobrevivieron en los resguardos de Pindama y el pueblo de Los Cerrillos, pues el 28 de
noviembre de 1624 el Gobernador don Fernando Pérez Guerrero y Peñaloza dio protección a
Francisco Castro, indio de Los Cerrillos, contra el capitán Agustín Gurmendi, a quien se lo había
traspasado su encomendero Don Antonio del Castillo; la protección fue solicitada porque al cabo de
un año pidió a Castro la "tarja" para "asentar sus cuentas" y no se la devolvió y "cometió con su
mujer e hijo injusticias". Lo curioso es que Castro presentó una cabuya para que se viera los días que
había trabajado y pidió que se le eximiera del servicio personal y sólo se le obligara a pagar el
tributo.36 Posteriormente, el 28 de abril de 1752, se informó que los indios de Pindama y Los
Cerrillos, jurisdicción de Cartago, libraron juicio contra doña Getrudis López de la Peña y otros que
pretendían derechos a los resguardos de dichos indios. La Audiencia de Santafé ordenó salir de las
tierras de los indios a quienes estaban en ellos introducidos. El Pleito se había iniciado en 175237.
No conocemos la evolución de estos pueblos. Sólo sabemos que a mediados del Siglo XIX, las
tierras de Los Cerrillos estaban en manos de terratenientes blancos quienes iniciaron unas
interesantes empresas colonizadoras que llevarías a la fundación de la ciudad de Pereira, mientras
que el resto del territorio aparecía como baldíos nacionales.
3° La colonización empresarial del Quindío
Los 400.000 habitantes que el Cauca tenía a mediados del Siglo XIX no eran población suficiente para
ocupar los inmensos terrenos que antes ocupaban los quimbayas, conocidos ahoa como “El Quindío”.
Esto obligó a desarrollar políticas tendientes a llevar población que explotara las riquezas de las selvas,
38. Otto Morales Benítez: "La Colonización Antioqueña: Un aspecto de la revolución económica de 1850", en FICDUCAL
(ed.): La Colonización Antioqueña, Manizales, Gobernación de Caldas, Biblioteca de Autores Caldenses, 1989, s.p.
39. Respecto al papel del café en la colonización y en general en la historia económica y social de Colombia pueden
consultarse los trabajos de Marco Palacios: El Café en Colombia (1850-1970). Una Historia Económica, Social y Política,
Bogotá, ed. Presencia, 1979; Charles Bergquist: Café y conflicto en Colombia. 1886-1910. La Guerra de los Mil Dias: Sus
antecedentes y consecuencias, Medellín, FAES, 1981; Absalón Machado: El café de la aparcería al capitalismo, Bogotá, ed.
Punta de Lanza, 1977. Otto Morales Benítez cuestiona el papel del café como elemento dinamizador de la colonización, al
menos en los procesos que se dieron hasta comienzos del siglo XX, al respecto cfr. ob. cit.
40. El mejor estudio sobre la colonización en Colombia es el de Catherine LeGrand: Colonización y Protesta Campesina en
18
Las primeras referencias que tenemos acerca de la colonización en la zona se remontan al año de 1840
cuando se sabía de la existencia de unas cuantas familias antioqueñas en el sitio de Buriticá, cerca a
donde se desarrollaría Condina. Luego, en 1842 se encontraba en la zona la tercera sección del Presidio
de Panamá arreglando el camino del Quindío.41 Posteriormente, en 1847, delincuentes de Cali y Palmira
eran enviados a que purgaran sus penas en sitios aislados de la frontera del Quindío buscando no sólo
colonizar sino también controlar una población negra bastante levantisca. Esta política continuó durante
los años cincuenta y gracias a ella se fortaleció la colonia penal de Boquía, aunque no impidió que la
criminalidad, secuela de las guerras civiles y de desórdenes sociales generados a partir de la liberación
de los esclavos, campeara en el Valle.42 El sitio de Boquía dio paso a la fundación de Nueva Salento,
donde se nucleó un buen número de vecinos.43 No obstante, fue la fundación en 1850 de la Aldea de
María por colonos antioqueños y caucanos, reconocida por la Asamblea del Cauca en 1852 con el
nombre de Villa de María, lo que señalaría una más sólida presencia caucana en la frontera con
Colombia. 1850-1950, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1988. De ella he tomado el término "empresarios ter-
ritoriales". (Véase, pp. 61 y ss.). Igualmente, el trabajo de James J. Parsons: La Colonización Antioqueña en el Occidente
Colombiano, Bogotá, Banco de la República, 1961, sigue siendo importante, al igual que el de Alvaro López Toro:
Migración y Cambio Social en Antioquia durante el Siglo XIX, Bogotá, ed. CEDE, U. de los Andes, 1970. Una presentación
crítica de algunos estudios sobre la colonización antioqueña fue hecha por Jaime Jaramillo Uribe: "Visión Sintética de la
tarea investigativa desarrollada sobre la región antioqueña", en FAES: Los Estudios Regionales en Colombia: el caso de
Antioquia, Medellín, FAES, 1982. No existen muchos trabajos sobre la colonización de la frontera del Quindío, no obstante
se le menciona en estudios sobre la colonización en el actual departamento de Caldas, aunque dándole a los colonos un papel
bastante heróico, pueden estudiarse en FICDUCAL (ed.): La Colonización Antioqueña, Manizales, Biblioteca de Autores
Caldenses, 1989; en las obras de Albeiro Valencia Llano: Manizales en la dinámica colonizadora (1846-1930), Manizales,
Universidad de Caldas, 1990; "La apropiación de la riqueza en el Gran Caldas", en Revista de la Universidad de Caldas, vol.
8, #s 1-3, Manizales, Diciembre, 1987; y "La Colonización y el desarrollo económico-social del Gran Caldas" en Revista de
la Universidad de Caldas, vol. 5 # 2, Manizales, mayo-dic., 1982. Una visión un tanto diferente puede sonsultarse en
Roberto Luis Jaramillo: "La otra cara de la colonización antioqueña. Hacia el Sur", en Revista de Extensión Cultural, # 18,
Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 1984. El libro de Keith Christie: Oligarcas, Campesinos y Política en
Colombia: Aspectos de la Historia Socio-política de la Frontera Antioqueña, estudia aspectos de la colonizacíon del Gran
Caldas para el siglo XX. También puede consultarse el trabajo de Roger Brew: El Desarrollo Económico de Antioquia desde
la Independencia hasta 1920, Bogotá, Banco de la República, 1977. Una síntesis excelente de todo el proceso, aunque bas-
tante apretada es la hecha por Jorge O. Melo en "Vicisitudes del modelo liberal", citado.
41. Eliodoro Peña: Geografía e historia de la Provincia del Quindío, Popayán, imp. del Departamento, 1892. Joel Darío
Sánchez Reyes: "Colonización Quindiana. Proceso político-ideológico en la transformación del campesinado cafetero. 1840-
1920", Tesis de Grado, Bogotá, Universidad de los Andes, 1982, p. 52. Alfonso Valencia Zapata: Quindío Histórico
(Monografía de Armenia), Armenia, 1963.
42. Archivo Histórico Municipal de Cali, Tomo 98, Folio 436, 1847. Respecto a los problemas relacionados con la liberación
de los esclavos en el Cauca puede consultarse a Jorge Castellanos: La Abolición de la Esclavitud en Popayán. 1832-1852,
Cali, UNIVALLE, 1980.
43. Anónimo: "Aldea de Nueva Salento en el Estado Soberano del Cauca", en Archivo Historial de Manizales, tomo II, # 5,
Manizales, octubre de 1919, pp. 134 y ss. En adelante el Archivo se citará: A.H.M.
19
Antioquia.44
Además de este proceso colonizador orientado por el Gobierno Nacional y por los de las provincias de la
antigua Gobernación de Popayán, en la zona del Quindío se presentó, a partir de los años cincuenta otro,
esta vez espontáneo, por colonos antioqueños que llegaban a "tumbar monte" y a construir pequeñas
unidades productivas huyendo de las persecuciones de la empresa colonizadora "González, Salazar y
Cia.",45 o atraídos por leyendas de tesoros, por las minas de oro y por la supuesta existencia de grandes
caucheras.46 Su presencia permitió que el Estado Nacional buscara definir una política más coherente
acerca de los baldíos al impulsar el establecimiento de poblaciones mediante la adjudicación de lotes en
propiedad a los cultivadores directos47 lo que llevó al establecimiento de la primera población "antioque-
ña" en la frontera del Quindío, en un sitio denominado Italia. El primero en establecerse allí fue Fermín
López, quien llegó buscando un camino que comunicara a Antioquia y Cauca.48 Por ley de 30 de abril de
1849 se le concedió a los pobladores 12.000 hectáreas de baldíos y 200 para la población, que llevaron a
que en 1853 fuera fundada oficialmente Santa Rosa de Cabal por Candelario Rodríguez, Gregorio y
Francisco Restrepo y otros. En 1863 la Convención de Rionegro les otorgó 24.000 hectáreas más.49
Los procesos de transformación que se estaban presentando en la frontera quindiana con la fundación de
pueblos llevaron a que el Estado caucano intentara modificar su política de colonización en la zona. Se
trataba, básicamente, de cambiar de sitio para las colonias penales, pero no de abandonar un programa
que servía para enfrentar las dificultades que ofrecía la reclusión de los presos y la falta de presupuesto
para mantener y construir caminos.50 Mientras se resolvía el asunto, oleadas de colonos seguían llegando
a la zona del Quindío. La oportunidad podía ser aprovechada por avisados empresarios que veían que los
esfuerzos colonizadores podían canalizarse en forma rentable, para estimular procesos de
44. Respecto a la fundación de la Villa de María y los pleitos que ello ocasionó entre Antioquia y Cauca consúltese Palacios,
ob. cit., pp. 262 y ss.
45. Roberto Luis Jaramillo: "La Colonización Antioqueña", en FICDUCAL (ed.), ob. cit., p. 60. Este trabajo también fue
publicado en Jorge O. Melo (ed.): La Historia de Antioquia, Medellín, El Colombiano, 1987. Un estudio más completo de
las actividades de la empresa puede verse en Albeiro Valencia Llano: Manizales en la dinámica colonizadora...,citado, pp.
43 y ss.
46. Roberto Restrepo: "El Quindío y su colonización", en A.H.M., tomo III, # 33, Manizales, julio 1921, p. 228; Ibid.:
"Colonización del Quindío", en ibid., tomo III, # 35, Manizales, dic. 1921, p. 311.
47. V. Morales Benitez, ob. cit., s.p.
48. Respecto a las andanzas de Fermín López y su papel en la colonización véase Albeiro Valencia Llano, Manizales..., ob.
cit, pp. 43.
49. Rufino Gutiérrez: Monografías, Tomo II, Biblioteca de Historia Nacional, Vol. XXX, Bogotá, Imprenta Nacional, 1921,
pp. 48-49.
50. Manuel Maria Alaix: Informe del Secretario de Gobierno a la Legislatura Constitucional del Estado Soberano del
20
comercialización y de valorización de tierras.51 Por esto en 1862 varios vecinos de Cartago, entre ellos el
doctor José Francisco Pereira, el Pbro. Remigio Antonio Cañarte y don Félix de la Abadía concibieron la
idea de fundar una población en el sitio de la antigua ciudad de Cartago, lo que realizaron en 1863, con
el nombre de "Cartago Viejo" nombre que conservó hasta 1869 cuando se le dio el Pereira.52 Los
vecinos pobladores, para consolidar la población, utilizaron los servicios políticos del doctor Ramón
Elías Paláu, quien presentó un proyecto al Congreso para ceder a la nueva población un área de 12.000
hectáreas de baldíos, lo que fracasó cuando el doctor Guillermo Pereira, uno de los empresarios, alegó
que los mencionados terrenos eran de su propiedad y que ya había cedido el área necesaria. Los vecinos
demostraron que los terrenos eran baldíos y que lo que Pereira había cedido eran tierras apartadas del
poblado y que lo había hecho en parientes y amigos suyos. Paláu presentó el proyecto nuevamente en
1870 y obtuvo una adjudicación para el vecindario de 12.000 hectáreas y de 300 para la población.53
Con el apoyo oficial para la fundación de pueblos se iniciaron nuevos procesos poblacionales. En 1865
se fundó Villarica con 131 habitantes procedentes de Antioquia, estando situada entre los ríos Chinchiná
y Otún; éste pueblo también pertenecía a la Municipalidad del Quindío y el Poder Ejecutivo le adjudicó
50 hectáreas de tierra para el área de la población.54 Posteriormente, y con ayuda de Paláu, quien,
además, se había convertido en empresario del camino de Boquía, se otorgaron 12.000 hectáreas en
favor de los recién establecidos pueblos de Nueva Salento, San Francisco (Chinchiná), Palestina, Nueva
Segovia y El Carmen, por la ley 263 de 27 de septiembre de 1869.55
Por su parte el proceso de consolidación de Pereira continuaba, según informaba Peregrino
Santacoloma, Secretario de Hacienda del Cauca:
El señor Guillermo Pereira Gamba dueño de un globo de tierra entre los ríos Otún, Consota en
Cauca en sus sesiones de 1861, Popayán, Imp. del Colegio Mayor, 1861, pp. 7-8.
51. Cfr. Palacios, ob. cit., p. 235 y ss.
52. El carácter de empresa comercial que se le dio a la población de los terrenos de los Pereira, dueños de la casa comercial
"Pereira Gamba y Cia." es innegable, como se puede ver por los pleitos que se presentaron con los pobladores. Sin embargo,
no deja de ser cierto, que también se buscaba establecer núcleos políticos liberales en una zona que se estaba poblando por
antioqueños, aunque no todos eran conservadores. Se sabe que el carácter de fuerte político liberal era cierto para Villamaría,
pueblo situado en toda la frontera política con Antioquia. En el caso de Pereira, la idea no es tan fácil de aceptar, como sí lo
hace Morales Benítez basado en las Memorias de Salvador Camacho Roldán. Véase Morales, ob. cit.
53. Gutiérrez, ob. cit., pp. 55. Ramón E. Paláu era un importante político, abogado y comerciante de Cartago, que anduvo por
la zona de Salento desde 1860. El obtuvo el privilegio de mantener el Camino Nacional del Quindío, por un período de
cincuenta años y en 1868 una concesión de 320 hectáreas de baldíos en la zona. Véase Sánchez, ob. cit. pp. 54 -55.
54. Ibid.
55. Peregrino Santacoloma: Memoria del Secretario de Hacienda del Estado Soberano del Cauca a la Convención, Popayán
Imprenta del Estado, 1872. pp. 6. El papel de Paláu como tramitador de consesiones puede verse en A.H.M.: Anónimo, cit.,
p. 135.
21
la quebrada de Goya y el límite de los terrenos de los indígenas de los Cerrillos hizo donación a
los pobladores del caserío de Pereira antes Cartago Viejo y de los individuos que hasta dentro
de un año vayan a establecerse en ese lugar un área de terreno de más de dos leguas cuadradas
que vale $4.000. Queda situado también en el municipio del Quindío.56
Como se puede observar la política de baldíos en Colombia era algo errática. En el caso de los baldíos
caucanos intervenían al menos cuatro fuerzas diferentes: el Gobierno de la Unión estaba adjudicando
terrenos a particulares mediante la redención de bonos de deuda externa y como concesión por la
construcción de caminos y de obras públicas y también para la fundación de poblados; el Gobierno del
Cauca, al igual que el Gobierno Central, para el estímulo de obras públicas y la fundación de pueblos;
los particulares estimulando procesos empresariales que buscaban valorizar y crear un mercado de
tierras mediante la fundación de pueblos y la ampliación de la frontera agraria y, por último, los colonos
que trataban de sacar adelante pequeñas unidades productivas. Todas estas fuerzas tendían a chocar y la
frontera se podría convertir en eventual zona de conflictos. Para evitar posibles problemas el Gobierno
del Estado del Cauca consideraba que el proceso de colonización de baldíos no podía dejarse al libre
arbitrio de los colonos o a la voracidad de los empresarios; por esto, en 1865 publicó un aviso oficial
sobre la vigencia del decreto de 20 de agosto de 1856, “sobre enajenación y arrendamiento de tierras
baldías.”57
Cuadro B.1
TERRENOS ADJUDICADOS EN EL E. S. DEL CAUCA
56. Ibid.
57. Gaceta Oficial del Cauca, Popayán, Febrero 8 de 1865. pp. 315.
22
Juan José Espada 416 -- Id.
Jorge Portocarreño 6 4000 Cultivador
José A. Quijano 462 -- De concesión
Juan de la C. Rada 6 4000 Cultivador
Casimiro Reina 6 4000 Cultivador
Ramón Reina 6 4000 Cultivador
Santiago Salas 6 4000 Cultivador
1858 Damián Córdoba 6 -- De concesión
Ventura Díaz 6 4000 Id.
Sandalio García 6 -- Id.
Santos Mena 4 -- Id.
Antonio Mendoza 2 -- Id.
Juan de D. Murillo 3 -- Id.
Román Palomeque 3 3000 Id.
1864 Pobladores de la Villa de María 7680 -- Id.
Daniel Meza y 4 cultivadores más 32 -- Cultivadores
1867 Encarnación Molineros 6 4000 Cultivadora
1868 Justo P. Alvarez 6 4000 Id.
Manuel de J. Sanz 322 3700 De concesión
Manuel Arizala 6 4000 Cultivador
Ramón E. Paláu 320 -- De concesión
José Ma. Moreno 101 1200 Id.
1869 Marcos Arroyo y 18 cultivadores 121 6000 Cultivadores
1871 Gaspar Rosero 1 6000 De concesión
Gaspar Rosero 6 4000 Cultivador
1872 Felix de la Abadía 1500 -- De concesión
Avelino Malo 2 8193 Id.
Mainero y Trucco Juan B. 40000 -- Id.
Tomás C. de Mosquera 2700 -- Id.
Pobladores de Nueva Salento 15360 -- Concesión Especial
1873 Juan de D. Aguado y 3 cultivadores 25 6000 Cultivadores
Manuel Meza y 4 cultivadores 32 -- Id.
Juan Merchancano y Lucas Obando 12 8000 Id.
Rudecindo Ospina 10000 -- De concesión
Juan B. Plata y Federico Hurtado 10000 -- Id.
Pobladores de la Aldea del Carmen 2000 -- Id.
Juan Santos y 4 cultivadores 31 500 Cultivadores
1874 Domingo Churta 6 4000 Id.
Miguel, Manuel y Mariano Díaz 18 60 Id.
Hortensio Ferrer 6 4000 Id.
Antonio F. Segura 6 4000 Id.
Vecinos del Distrito de Pereira 12000 -- Concesión especial
1877 H. Durán y Lorenzo Cuellar 60000 -- Compra y Concesión
1878 Pío Jiraldo 200 -- De concesión
1880 Manuel A. Hurtado 1275 2000 Id.
Felipe Meléndez 1000 -- Id.
Rudecindo Ospina 10000 -- Id.
Juan de D. Ulloa 598 4200 Id.
1881 Baltasar Gutiérrez 200 -- Id.
1882 Mariano Carvajal y Dolores Toro 600 -- Id.
Juan M. Marulanda 500 -- Id.
1883 Bonifacio Jiraldo, Marín J.
Vicente y Dolores Toro 750 -- Id
23
FUENTE: Benjamin Pereira Gamba: Informe del Secretario de Hacienda a la Lejislatura de 1869, Imprenta del Colegio
Mayor, Popayán,1869, pp. 88. Recopilación de las Leyes y Disposiciones Vigentes sobre Tierras Baldías, Bogotá, Imp.
de Medardo Rivas, 1884.
La idea de controlar directamente el proceso colonizador llevó a que se hicieran algunas adjudicaciones
de terrenos que pertenecían al Estado, que se caracterizaron por ser sumamente pequeñas (6.4 hectáreas)
cuando se trataba de colonos y mucho más generosas cuando de concesionarios se trataba (Véase cuadro
# B.1). Esta política chocó contra el desconocimiento que existía acerca de la extensión de baldíos que
correspondían al Estado del Cauca. En efecto, averiguaciones hechas por Peregrino Santacoloma,
Secretario de Gobierno del Cauca en 1872, mostraron que el Estado no poseía prácticamente ningún
terreno y que, por lo tanto, no podía controlar la colonización. Desde este punto de vista la situación era
sumamente grave, pero paradójicamente, no podía ser más clara:
Contaba el Estado [decía Santacoloma] con 1.440 hectaras [sic] al que le daba derecho la ley de
19 de mayo de 1865; pero habiéndose reclamado la expedición del correspondiente título, no
pudo conseguirse porque según lo manifestó el señor Secretario de Hacienda y Fomento de la
Unión en nota de 20 de enero del corriente año, señalada con el número 249 sesión 3era, ramo
de tierras baldías, desde los años de 1856 y 57, se habían librado los debidos títulos por 85.000
hectaras en favor de las antiguas provincias de Buenaventura, Chocó, Pasto y Popayán, y por lo
tanto quedó únicamente en favor del Estado un saldo de 55.000 hectaras, por las cuales se dá
que habrá de obtenerse el debido titulo.58
Sorpresa mayúscula se llevaron los funcionarios caucanos cuando no encontraron los títulos que dieran
cuenta de esas 85.000 hectáreas, lo que obedecía a las constantes cambios en la organización político-
administrativa del Estado. En efecto, la desaparición de las antiguas provincias y la creación de los Es-
tados Soberanos llevó a que la información sobre Baldíos desapareciera. Pero las sorpresas no habían
terminado: de las 55.000 hectáreas restantes al Estado no le quedaba prácticamente ninguna, ya que los
gobiernos anteriores habían dispuesto de ellas:
Pero hay algo más sobre este asunto: que de las 55.000 hectaras de tierras que resultan en favor
del Estado, solo le quedan hoy 500 hectaras por haber dispuesto de las 54.500 restantes por las
siguientes concesiones:
1. 40.000 hectaras en favor del señor Juan Bautista Mainero y Truco, por Decreto Legislativo
No.113 de 9 de octubre de 1863.
2. 1.500 hectaras a favor del señor Félix de la Abadía por decreto legislativo # 202 de 20 de
agosto de 1867.
3. 12.000 hectaras a favor de las nuevas poblaciones de Pereira, Nueva Salento, San Francisco,
Salta a la vista que el Estado del Cauca dispuso de los baldíos como si fuera un recurso ilimitado. Las
adjudicaciones más voluminosas que se mencionan obedecían, como se verá después a la política de
apertura de caminos, y a las relaciones personales que se tenía con los más importantes `políticos
caucanos;60 esteos son los casos de Félix de la Abadía o de Pereira Gamba; éste último era hermano de
Benjamín Pereira quien fue Secretario de Gobierno en 1871. No obstante ser esto suficientemente
conocido, se adelantó una investigación para averiguar que había sucedido con los baldíos, lo que llevó a
que el 18 abril de 1872 se otorgaran al Estado del Cauca, por parte del Gobierno de la Unión 57.000
hectáreas, para completar lo que se le había señalado por la ley de 19 de mayo de 1865 y a que se
anularan los títulos de baldíos adjudicados a las provincias, lo que permitió que en 1874 se recuperaran
las 85.000 hectáreas iniciales así:
Provincia de Buenaventura 13.000 hec. del 9-II-1856.
Provincia del Chocó 16.000 hec. del 19- V-1857.
Provincia de Pasto 40.000 hec. del 19-II-1856.
Provincia de Popayán 16.000 hec. del 19-III-1857.61
Investigaciones posteriores permitieron recuperar un buen volumen de baldíos que habían sido
adjudicados a empresarios de caminos y que no habían cumplido con lo estipulado en los contratos. Son
los casos de Guillermo Pereira Gamba a quien en 1876 le fueron anulados títulos por 12.500 hectáreas y
de Francisco Javier Cisneros a quien por Ley 25 de 1878 se le anuló una adjudicación por 200.000
hectáreas por rescisión del contrato de construcción del Ferrocarril del Cauca62. Así mismo se anularon
otras concesiones voluminosas que habían sido hechas a políticos y empresarios importantes del Cauca
(Véase cuadro B.2).
Cuadro B.2
CANCELACION DE BONOS DE BALDIOS EN LA ZONA DE QUINDIO Y RISARALDA HASTA 1900
59. Ibid.
60. V. p.e. a Luis Fernando Molina L.: "El Viejo Mainero", en Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. XXV, # 17, Bogotá,
Banco de la República, 1980, pp. 6-7.
61. Véase Francisco José Chaux: Memoria del Ministro de Industrias al Congreso Nacional en las sesiones ordinarias de
1931, Tomo V, Bogotá, Imp. Nacional, 1931.
62. Ibid.
25
FECHA BENEFICIARIO TAMAÑO FAVORECIDO SITIO
FUENTE:. Francisco José Chaux: Memoria del Ministro de Industrias al Congreso Nacional en las sesiones
ordinarias de 1931, Tomo V, Bogotá, Imp. Nacional, 1931.
La recuperación de los baldíos obligaba a que el gobierno del Estado tomara medidas que impidieran
que estos volvieran a "desaparecer". Para el efecto, se acogió el decreto expedido en Bogotá el 28 de
julio de 1879, en el que se señalaban las formalidades que deberían ser llenadas por quienes solicitaran
baldíos:
En el caso de cultivadores (colonos):
1. Demostrar la calidad de baldío del terreno solicitado. Bastaba una declaración de "Nudo Hecho", con
base en cinco testigos idóneos.
2. Los derechos que permiten la solicitud del terreno son:
a. Cuando se tienen labranzas y habitación en terreno que no han recibido destinación de acuerdo a la
ley, se adquiere propiedad de la parte cultivada cualquiera que sea la extensión.
b. Si establece en tierras baldías dehesas de ganado o siembras de cacao, café, caña de azúcar, u otras
plantaciones permanentes, tendrá derecho a que se le adjudique una extensión igual a la cultivada.
c. En caso de que los colonos demarquen por sí mismos los terrenos en que se establezcan, siempre que
los hagan con cercas firmes y permanentes que impidan el paso de ganados, adquirirán la propiedad del
terreno demarcado.
d. Cuando además de lo anterior, el colono haya vivido en el terreno ocupado por más de cinco años
tendrá derecho a treinta hectáreas de terreno adicional.
26
Si el terreno solicitado pasara de cien hectáreas debería el colono levantar un plano donde constaran los
linderos y los nombres de los propietarios de los lotes vecinos. Si el terreno fuera abandonado por un
término no menor de cuatro años perderá la propiedad del terreno que revertirá en la nación. En el caso
de concesionarios por títulos o por bonos territoriales de deuda externa, el procedimiento se reducía
enormemente, pues sólo había que anexar la información de "Nudo Hecho" y un plano detallado del
terreno solicitado. Toda solicitud se haría ante el presidente, el gobernador o el prefecto.63
A pesar de los esfuerzos realizados por el estado caucano por lograr una colonización controlada de sus
territorios, la llegada de colonos llevó al desarrollo de uno de los experimentos de colonización
empresarial más importantes de la historia colombiana, importancia que radicó no sólo en el volumen de
tierra que incorporó si no también por la gran cantidad de conflictos que generó.
Las posibilidades de un manejo empresarial de la colonización llevaron a que se conformara un
importante grupo de empresarios caucanos -nacionales y extranjeros, conservadores y liberales- quienes
protocolizaron en Manizales la "Empresa de Burila", el 25 de noviembre de 1884.64 Los antecedentes a
la empresa se remontan hasta el 9 de octubre de 1868, cuando una de las tradicionales familias caleñas,
la de los Caicedo herederos de José Ma. Caicedo Zorrilla, se reunieron en la Notaría Segunda de Cali
para dividir los bienes que éste dejó por su muerte en 1845. De esta división correspondió a Lisandro y
Buenaventura Caicedo la hacienda de la Paila que incluía el importante globo de terreno denominado
"Burila", en la parte montañosa del distrito del Zarzal.65
Las tierras de Burila permanecían como un globo inculto donde los propietarios explotaban una salina.
Desde luego, dado el desarrollo de la colonización en el Quindío, en la zona ya se habían establecido
algunos colonos que no sólo trabajaban la tierra sino también algunas fuentes salobres. Lisandro
Caicedo, que era un importante hombre de negocios caucano, vio en la presencia de los colonos la
posibilidad de realizar un buen negocio si se podía lograr el control del proceso de colonización, que
permitiera crear un mercado de tierras. Para lograrlo, el 30 de junio de 1884 inició en Tuluá el proceso
de deslinde de sus terrenos, para separar de la hacienda La Paila, la porción de Burila que comprendía
las tierras que iban desde el camino público del Valle hacia la "Sierra de los Pijaos", primer ramal de la
cordillera Central. En el deslinde, por esas cosas extrañas de la geografía, la cordillera Central perdió su
75 La bibliografía más reciente sobre el tema, hace esfuerzos por no presentar a la colonización como el proceso feliz y
democrático que nos dejara Parsons y que fuera aceptada sin mucha crítica en los medios académicos hasta cobvertir la
colonización en una leyenda rosa. El primero que intentó borrar esta visión fue Marco Palacios quien en su excelente trabajo
sobre el café (citado), puso en evidencia los conflictos que el proceso conllevó. No obstante, la timidez mencionada lo lleva a
afirmar:
La frontera los protegía [a los colonos. A.V.] de los vaivenes de la política y las guerras, del reclutamiento, las
requisiciones y las tropelías; la lucha implacable contra la naturaleza y el aislamiento apuntalaba comportamientos
toscos pero fraternales (p. 234).
En realidad los toscos comportamientos en muchos casos fueron más violentos que fraternales, al menos eso se pensaba
en el Cauca, y como se verá más adelante, lo pensaban también algunos antioqueños. Respecto al carácter de los
colonizadores, que puede ayudar a explicar la violencia, Friederich von Schenck al señalar que los habitantes de la fron-
tera eran prácticamente todos antioqueños, agregaba que no todos eran "...los mejores elementos de la madre patria". V.
su obra Viajes por Antioquia en el año de 1880, Bogotá, Banco de la República, 1963, p. 48.
30