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manera nueva y diferente Yello porque st hoy a politic (le 5- Politicas culdurales para
tos politicos) se ha convertido en un discurso vaciado de con- sociedad del espectaculo
tenido, es decir, si la politica se ha vuelto un puro espectécu- (una respuesta a Mario Vargas Llosa)
lo mediatico, una simple maquinaria electoral y, sobre todo,
una irritante aceptaci6n del presente, las politicas culturales
deben proponerse como una reserva para establecer nuevos
sentidos de comunidad y renovar la esfera publica.
La propuesta por desculturizar la cultura implica enton- }
ces arrancar la cultura de su supuesta autonomia y utilizarla : 7
como recurso para intervenir en el cambio social. Las poli Ga- Descaltaig (a cto
ticas culturales actuales deben posicionarse, principalmen- i la phon Callen ono otaner dd ac ple.
te, como agentes criticos del tiempo de la modernidad que
‘Walter Benjamin figuré como el de una mecha encendida.
En su opinién, el progreso, liderado solamente por la pura
acumulacin de capital, no se dirige al “desarrollo” sino, an-
tes bien, hacia la destruccién del mundo. Benjamin sostenia:
“Bs preciso cortar la mecha ardiente antes de que la chispa
alcance la dinamita” (Benjamin, 1987 [1955]: 64).
Hoy sabemos que la construccién de una sociedad demo-
critica pasa por el establecimiento de una verdadera justicia
econémica y por una mayor institucionalidad politica, y quizd
Boones Malt’ civha xx\, 2.014,
la reconstruccién de nuevos imaginarios sociales pueda con-
tribuir a ello. También sabemos que el sistema econémico se
apoya en la produccién simbélica y que ese es un espacio para
aprovechar. “Una comunidad libre -en todo caso- es una co-
munidad qne no se escinde en esferas, que no conoce la sepa-
racién entre la vida cotidiana y el arte” ha sostenido Jacques
Ranciére (2005: 29). Por eso mismo, y contra toda la maquina-
ria actual de un saber tecnocratico que desliga lo cultural de lo
politico y lo politico de lo econémico, esta propuesta enfatiza
a necesidad —heredada de Gramsci~ de entender la cultura
como un nuevo poder y, sobre todo, de comenzar a tomar el
poder desde la cultura. En tiltima instancia, desculturizarla cul-
tura implica hacer eco de un revés estratégico: simbolizar lo
politico, democratizar lo simbélico.
.¢Por qué la cultura se ha empobrecido tanto, ha sido
vaciada de contenido y se ha vuelto tan superficial? El libro
del escritor peruano Mario Vargas Llosa La civilizacién del es-
pectéculo (2010) coloca esta pregunta en la escena contem-
pordnea e intenta proponer un buen conjunto de ideas al
respecto. En su vision, hoy atravesamos una profunda crisis:
las artes no tienen nada que decir, el periodismo ha perdido
ideas, los intelectuales han sido cémplices de los totalitaris-
mos y algunos capitalistas desvirtiian el ideal del mercado. A
lo largo de varias paginas, Vargas Llosa explica estos proble-
mas con habilidad, los hace mas visibles y muestra la encruci-
jada de la sociedad actual.
Me interesa aqui debatir algunas de sus ideas, ponerlas en
didlogo con la teoria critica y, sobre todo, con la opcién por
generar politicas culturales més involucradas con la transfor-
maci6n social. Si el libro de Vargas Llosz pretende ser una
cartografia del estado de la cultura contemporanea, es decir,
si se trata de un libro que intenta describir un conjunto de
problemas que hoy afectan la vida colectiva, mi objetivo en
este capitulo apunta a continuar pensando qué hacer con
dichos problemas, cémo comenzar a neutralizarlos y de qué
manera podemos afirmar que si es posible cambiar el actual
estado de las cosas.
El libro, que no deja de ser una reunién apresurada de di-
versos articulos (muchos de ellos ya publicados y que ahora
aparecen con breves ensayos que los acompafian), rescribe el
titulo de otro libro clasico, La sociedad del espectéculo, de Guy86 DESCULTURIZAR LA CULTURA
ciudadana, Se trata, en Ultima instancia, de desafiar a todas
aquellas politicas culturales que, bajo el supuesto de que la
cultura es algo puro y auténomo, contintian entendiendo su
labor como una simple gestin de espectaculos con muy po-
cos riesgos politicos.
gPARA QUE SIRVEN?
¢Para qué siryen las politicas culturales? ¢Qué funcién cum-
plen como herramienta de gobierno y de gestién ptiblica?
Como implementarlas? Partamos de una primera afirma-
ci6n: proponer una agenda en politica cultural no solamente
tiene que ver con fomentar la producci6n simbélica e inten-
tar democratizarla. Ello sin duda es indispensable, pero creo
que resulta indispensable apuntar hacia un nuevo lugar. Para
explicar cual es ese lugar, voy a realizar una breve digresi6n
de coyuntura politica.
Como pocas veces en su historia, el Peri vive actualmente
un periodo de gran estabilidad macroeconémica, un momen-
to de muchas inversiones y de grandes ganancias; un momen-
to que ha generado un discurso con mucha fe en el futuro.
Sin embargo, més alld de los buenos indicadores econémicos,
no es posible afirmar que hoy se viva mejor en el Peri, es
decir, que la sociedad tenga una mejor calidad de vida y que
se esté volviendo mis justa y menos violenta. ¢Podemos decir,
por ejemplo, que en el Pert actual hay menos racismo, mas
equidad de género, menos individualismo y mas solidaridad
entre las personas? Es obvio que no. Por el contrario, todos
los dias aparecen noticias que demuestran que la peruana si-
gue siendo una sociedad profundamente autoritaria y dete-
riorada por la corrupeién; una sociedad marcada por la falta
de sentido de justicia y por la intensa precarizaci6n del traba-
jo; una sociedad colonizada por una sola manera de entender
el progreso y lena de prejuicios culturales
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DESCULTURIZAR LA CULTURA: HACIA UNA NUEVA GENERACION.... 87
“,No subimos acaso para abajo?” es un impactante verso de
César Vallejo que hoy podemos leer como una critica al pro-
yecto clasico de la modernidad occidental (Vallejo, 1988: 197).
Me refiero a que con dicha imagen Vallejo cuestiona un ideal
de progreso que termina siempre revirtiéndose contra si mis-
mo. Lejos de las grandes promesas de la modernidad, lo cierto
es que las sociedades actuales siguen caracterizindose por la
pérdida de confianza en el Estado como garante del vinculo
social, por su debilidad frente a los poderes econémicos, por la
pérdida de control ante muchas de las dindmicas econémicas
(y ante la propia tecnologia), por la precariedad de los dere-
chos laborales y por Ia falta de una real participaci6n politica
que muestre las posibilidades de la sociedad civil organizada.
Es claro que hoy asistimos a una “crisis silenciosa” que también
es consecuencia de haber dejado a la cultura de lado.
Se estén produciendo cambios drasticos en aquello
que las sociedades democraticas ensefian a sus jéve-
nes, pero se trata de cambios que atin no se sometie~
ron a un anilisis profundo. Sedientos de dinero, los
Estados nacionales y sus sistemas de educacién estén
descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son
necesarias para mantener viva la democracia. Si esta
tendencia se prolonga, las naciones de todo el mun-
do en breve producirén generaciones enteras de ma-
quinarias utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales
con la capacidad de pensar por si mismos, poscer una
mirada critica sobre las tradiciones y comprender la
importancia de los logros y sufrimientos ajenos. El*
futuro de la democracia a escala mundial pende de
un hilo (Nussbaum, 2010: 20).
EI progreso (entendido sélo como la pura maximizacién de
ganancias) se ha convertido en el fetiche de la modernidad,
y por esa raz6n toda politica cultural deberfa apuntar a inten-
tar deconstruirlo mediante la neutralizacién de muchos de